MI PRIMERA VEZ
Relatos traídos del recuerdo por los alumnos y alumnas de 2ºA de ESO de la Secció d’Institut Parets del Vallès II
Parets de Vallès, octubre de 2013
MI PRIMERA VEZ EN TAEKWONDO Recuerdo que fue un martes, cuando mi hermano Óscar y yo nos pusimos por primera vez un kimono de Taekwondo. Empezó a las 18:00 y cuando llegamos vimos al profesor y a algunos compañeros sentados en el tatami formando un círculo. Nos sentamos y empezamos a conocer los nombres, la mayoría ya nos conocíamos. Se ve que el profesor se llamaba igual que yo. Para calentar hicimos un juego, ya que era el primer día. Al acabarlo el profesor nos dijo de hacer filas para aprender a hacer volteretas y más cosas en el suelo. Luego hicimos filas de nuevo, pero esta vez para aprender como se llamaban y como se hacían las diferentes técnicas. Después hicimos combates entre dos personas. Estuvimos una hora, pues acabamos a las 19:00. Al cabo de un tiempo supimos que lo que hacíamos no era Taekwondo sino Vale tudo que es una modalidad de combate, originaria de Brasil, donde los luchadores pueden usar cualquier arte marcial o deporte de contacto, ya que las reglas permiten casi cualquier técnica, así como el combate en el suelo.
Mi primera vez Voy a explicar la primera vez que empecé a bailar en una academia de baile. Aproximadamente a los 9/10 años, empecé a bailar en una escuela de baile llamada Elite Dance, pero por ciertas razones me borré y ahora estoy en una de Lliça de Vall, llamada Forum Licano. El primer día que fui a probar a la nueva academia, fui a una clase de otras niñas para ver si me gustaba. Ellas ya se conocían pero yo a ellas no, entonces me sentía un poco cortada a la hora de hablar con ellas. Hice la clase y me gustó mucho, decidí apuntarme, pero la chica me dijo que fuese a otro grupo que iba a montar nuevo, ya que en el que yo fui a probar había muchas niñas. Días antes de empezar la clase, hablé con otras niñas y me comentaron que también se iban a apuntar a esa academia, pero no sabían si iban a ese grupo. El día que empecé, las vi, ya las conocía de la otra academia y tenía muy buena relación con ellas. Entramos a la clase y antes de empezar había otras niñas que también eran nuevas como nosotras, entonces empezamos a hablar con ellas hasta que nos fuimos conociendo. En ese momento, aunque yo fuera con niñas que ya conocía, fue la primera vez que empecé a bailar. Una vez pasaron los días, ya nos conocíamos y nos llevábamos muy bien. Los primeros días estás un poco cortada a la hora de hablar, pero por algo se empieza y tenemos que hablarnos entre todas, ya que convivimos bastantes horas juntas. No me arrepiento de haber empezado en esta academia.
MI PRIMERA VEZ HACIENDO CLASE DE BAILE… Mi primera vez bailando (haciendo una coreografía) fue en el colegio para el baile de final de curso .Pero bailando en una clase de baile fue ya hace dos años y este año es el tercero. Mi primera vez fue muy extraña, la verdad, porque no conocía a casi nadie, solo a dos niñas y eso era un poco extraño para mí, aunque luego con los días nos fuimos conociendo todas y cogiendo confianza. Primero calentamos y yo me pensaba que no íbamos a calentar que solo íbamos a bailar, y entonces pregunté por qué calentábamos y me dijeron que si no lo hacíamos nos podíamos romper algún hueso o algo. Entonces lo entendí y luego cuando ya empezamos a bailar y ya me quedé un poco mejor porque estaba un poco rara con lo de calentar, pero ahora ya es una cosa muy normal para mí. Mi afición es bailar y me encanta.
La primera vez que me monté en bicicleta La primera vez que me monté en bicicleta fue cuando tenía tres años y medio. Las primeras veces que me monté me caía todo el rato y además tenía dos ruedas detrás, pero aún así me caía. Mi padre siempre me agarraba de la silla, por si me caía, se preocupaba mucho de mí. Una vez fuimos por el campo de Gallecs, para dar una vuelta, ese día ya no me caía tanto como antes, pero en las bajadas yo tenía mucho miedo, así que las bajaba andando. A mí me gustaba ir con mucha velocidad, porque era muy guay pero mi padre me aconsejaba que no corriese tanto. ¡También íbamos mucho más lejos, hasta Llliça d’Amunt! Molaba mucho porque ya ahí corríamos un poco más y es lo que me gusta hacer.Y ésta es la primera vez que me monté en bicicleta.
La primera vez que me subí a la montaña rusa más esperada de mi vida Una de mis primeras veces, entre otras, fue cuando me subí a la famosa montaña rusa Shambhala. Soy un fanático de las montañas rusas, tanto que cuando me enteré que estaban construyendo esa HyperCoaster, la más alta, rápida y con la caída más larga de toda Europa, me registré en una página que se llama PAC Community. En esa página sigues toda la construcción de cualquier montaña rusa del mundo. Estuve esperando un año hasta que llegó el gran momento, con el colegio fuimos a Port Aventura, en mayo. La montaña rusa estaba situada en China, se llama así la zona donde está. Hay que decir que verlo con tus propios ojos es mejor que mil imágenes, ésa es mi manera de decirlo. En la entrada se veía un bonito arco, que ponía SHAMBHALA. Al entrar nos encontramos con un montón de decoraciones, muy bien hechas. No había mucha cola, media hora. Cuando el señor que retenía la barra metálica me dejó pasar, se me puso la piel de gallina. ¡En segunda fila nos tocó! Pero yo estaba muy emocionado, me senté, me puso esa especie de seguridad y empezó a subir. Subía demasiado rápido ¡parecía que iba a tocar el cielo! Al llegar a la cima del Himalaya, ya que se llama Shambhala expedición al Himalaya, vi la pedazo de caída que me esperaba. Cuando bajó, sentí que volaba, que mi cuerpo no pesaba nada, pero al llegar abajo pasamos por un túnel y mis ojos parpadeaban muy rápido, ya que la velocidad era de ¡135 km! Pasado el túnel volvió a subir y a bajar, dando otra vez la sensación de gravedad 0. Después hizo una doble hélice. El recorrido es casi todo el rato lo mismo, aunque hay una parte donde pasas por un pequeño lago, donde sale agua por los laterales. Cuando se terminó la atracción, lo que hice por intuición fue decir: ¡Otra! ¡Otra! Así unas dos veces. Cuando salimos de la atracción nos fuimos a ver la foto y el vídeo, el cual me compré. Así es como fue la primera vez que me subí a esta esperadísima montaña rusa, a la cual seguiré subiéndome siempre, porque nunca me va a desagradar.
La primera vez que fui al instituto
El primer día que fui al instituto me puse muy nerviosa porque no sabía cómo me iría. Cuando entramos me puse mucho más nerviosa pero a la vez con ganas de comenzar para saber cómo sería todo. Nos hicieron una foto a las dos clases de primero ya que éramos nuevos. Cuando acabaron nos dieron unos papeles de colores los cuales nos indicaban a qué clase teníamos que ir, entramos a mirar a qué clase nos tocó y mientras fuimos viendo los barracones. Fuimos al laboratorio a hacer un “juego”, entonces una niña (Marta) me preguntó cómo me llamaba... Y se me empezaron a quitar los nervios. Fueron pasando los días hasta acabar la semana, no es que hiciéramos grandes cosas, sólo nos fuimos conociendo los alumnos y los profesores. Pero me fui acostumbrando al horario y poco a poco fui cogiendo confianza y haciendo amigas… Hasta hoy.
La primera vez que vi a mi perro Darky La primera vez que vi a mi perro fue como ver un cojín de pelo negro, con diminutas perlas negras brillantes con un borde blanco, que se movían mirando de un lado a otro a causa de la felicidad. Este bonito cojín llamado Darky no paraba de mover la cola mientras, sin dejar de lamerme la mano, ladraba tímidamente tratando de volverme a llamar la atención cuando mi madre o yo nos girábamos intentando escuchar alguna de las muchas cosas que la propietaria, por aquel entonces, nos iba explicando. Recuerdo perfectamente las agujas que Darky tenía por dientes y los gruñidos cautelosos que soltaba al hacerlo enfadar mientras jugábamos. Con mi perro ha habido muchas primeras veces pero muchas muy curiosas. Recuerdo un dia que, Glòria, mi prima me dijo << oye Víctor,¿qué es eso que tienes en la zapatilla?>> y yo cogí ese algo y lo observé durante unos largos quince minutos hasta que me di cuenta que era una de las agujas que, ahora, iba a substituir por los definitivos dientes. En resumen, ¡se le había caído un diente mordiendo mi zapatilla! En fin, mi perro es una gran primera vez que de verdad merece la pena repetir.
La primera vez que… La primera vez que subí a un avión. Fue una experiencia genial y nunca la podré olvidar. Fue en el año 2008 y cogí mi primer avión para irme con mi familia a Nueva York. Estábamos muy nerviosos en el aeropuerto y no podíamos esperar más. Cuando ya faltaba menos para despegar, fuimos a embarcar las maletas y nos sentamos en unas sillas a comer unas galletas. Al cabo de un rato nos dijeron que ya podíamos ir a una sala donde allí nos pidieron los billetes, D.N.I... Cuando nos avisaron yo estaba muy nerviosa y pasamos por una especie de túnel que nos conducía hasta el avión. Al entrar yo no me lo podía creer,¡¡¡ estaba en un avión de verdad!!! Me dirigí a mi silla alucinando. Una vez sentada nos abrochamos el cinturón y despegamos. Ya en el aire encendí la minitele donde descubrí que podía escuchar música, jugar a videojuegos, mirar pelis... Primero nos dirigimos a París y desde allí nos fuimos a Nueva York. Fue un largo viaje pero valió la pena, primero estaba todo el rato escuchando música, y de vez en cuando nos traían comida. También miré las maravillosas vistas de las nubes. Cuando se empezó a hacer de noche nos pusimos a dormir y recuerdo que se dormía muy mal en las sillas del avión. Aunque algunos detalles que no me gustaron tanto fue una experiencia que nunca podré olvidar.
FIN !!
LA BICICLETA Cuando iba a cumplir ocho años, pedí una bicicleta amarilla, roja y azul para aprender a ir sin las ruedecitas pequeñas. El día de mi cumpleaños, fuimos con mi tío y mis padres a una tienda de bicicletas. El hombre que las vendía me preguntó que qué bicicleta quería, y yo le dije que quería una que fuese amarilla, roja y azul. Mis padres no creyeron que hubiese una exactamente así, pero dio la gran casualidad de que sí. Ese mismo día nos la llevamos. Hicimos una celebración de cumpleaños con toda la familia. Supongo que estuvo bien, pero no lo recuerdo, porque estaba pensando en la bicicleta. Al fin me liberaron de la aburrida conversa sobre política entablada entre mis abuelos, mis tíos y mi madre y me dejaron ir al carril bici de al lado de mi casa con mi padre. Allí pusimos la bicicleta, mi padre me ayudó a montar encima e intenté pedalear mientras mi padre aguantaba recta la bicicleta. Las primeras veces lo hicimos así. Pero luego, mi padre empezó a soltarme para que fuera solo. A la tercera vez que lo intentamos me caí, y unas cuantas más. Obviamente no aprendí el primer día. Así que después de mucho rato volvimos a casa y deje la bicicleta en el garaje, preparado para volver a salir al día siguiente.
LA PRIMERA VEZ QUE VINO PAPA NOEL Era el 24 de diciembre de 2007, Nochebuena. Estábamos toda la familia reunida en casa de mis abuelos cenando. Cuando acabamos, mis primos y yo nos pusimos a jugar encima de la alfombra al parchís, mientras los mayores tomaban café y turrones. Eran las las doce menos cuarto, todos estabamos hablando, cuando de repente sonó el timbre de la puerta. Todos nosotros nos callamos y empezamos a comentar quién podía ser a esas horas, mientras que mi padre se asomó por la ventana. Mi abuelo salió a abrir la puerta, mientras nosotros mirábamos fijamente por la ventana. Al entrar por la puerta se escuchó: how, how, how, Feliz Navidad, y entró Papa Noel y dijo: ¿aquí vive un niño que se llama José Bartolomé? Yo, un poco asustado le dije que sí, que era yo a quien buscaba. También preguntó que si me había portado bien y si había sacado buenas notas ese año. Él se me acercó, me dio un beso y una bolsa con dos regalos y un montón de chucherías. Cogí la bolsa y abrí el primer regalo que era un libro y el segundo que eran cochecitos. Me preguntó que si me habían gustado los regalos y le respondí que sí. Se despidió de todos y me dijo que continuara siendo bueno, que siguiera sacando buenas notas y que al próximo año volvería, si me portaba bien. Salimos todos a despedirlo y se fue calle abajo a repartir sus regalos a otros niños y niñas.
Mi primera vez Cuando tenía siete años, en las vacaciones nos íbamos a ir a casa de mis tíos un par de días. Yo estaba muy ilusionada porque estaríamos en la playa. Cuando fui hacia la habitación de mis padres vi que tenían una maleta muy grande y me extrañé porque nada más iríamos dos o tres días. Al día siguiente ya teníamos todas las maletas preparadas pero yo vi que había más de lo necesario. En el trayecto vi que nos estábamos desviando un poco pero yo no dije nada, aunque no paraba de mirar carteles indicadores del aeropuerto. Cuando dejamos las maletas, nos subimos en el avión. A mí me extrañó mucho al subirnos y le pregunté a mi madre: -¿A dónde vamos? Y ella me respondió diciéndome que le había preguntado al piloto si nos dejaba ver el avión por dentro. Yo estaba un poco asustada porque era mi primera vez. En el trayecto lo pasé un poco mal porque me dolían un poco los oídos y pensaba que nos íbamos a caer. Al llegar cogimos las maletas y me dijeron mis padres que estábamos en ¡Euro Disney!
LA PRIMERA VEZ EN EL BALONCESTO Tomar una decisión sobre mi primera vez en algo siempre es difícil porque a lo largo de mi vida han habido muchas primeras veces. Después de pensar y pensar he tomado la opción de escribir sobre mi primera vez en el mundo del baloncesto. Empecé en el año 2005, cuando tenía 4 años, era el más pequeño del grupo, no teníamos equipo, éramos la escuela de básquet. Era el equipo del pueblo y en él nos encontrábamos algunos compañeros del colegio: Toni, Pol, Arnau y Pau, conjuntamente con niños de otros colegios. Decidí apuntarme a hacer un deporte de equipo porque ya hacía piscina y me gustaba mucho practicar algún deporte de equipo y mi opción fue el baloncesto. Antes de mi primer entrenamiento estaba muy nervioso porque era la primera vez que entraba en el pabellón a jugar al baloncesto, no sabía quién sería mi monitor/entrenador, tampoco sabía quién serían mis compañeros en el equipo y me veía muy pequeño comparado con los demás ya que era el más pequeño. Los nervios del principio se convirtieron en una sonrisa al terminar el entrenamiento, me di cuenta que mis compañeros y mi entrenador eran amigables y buenos conmigo. Mi recuerdo es muy lejano pero la ilusión de esa primera vez siempre estará en mi cabeza y ha hecho que hoy en día siga jugando.
La primera vez que me puse unos esquís La primera vez que me puse unos esquís fue cuando tenía cinco años. Estábamos en la estación de esquí de El Port del Comte con mis padres y mi hermana. Mis padres me pusieron las botas de esquiar y después los esquís. Yo estaba llorando porque me daba miedo esquiar por si me caía. Al final me puse a esquiar, tenía mucho miedo pero lo tenía que intentar, subí por la cinta y baje haciendo “cuña” como podía, pero no duraba ni diez segundos de pie, todo el rato me caía de culo encima de la nieve. Lo volví a intentar pero me volví a caer, pero en realidad era divertido, cuando me caía notaba el frío de la nieve, una sensación que nunca había notado, y cada vez me caía menos, pero si me caía me volvía a levantar y seguía esquiando. Cuando mis padres dijeron que ya era la hora de comer nos quitamos los esquís y fuimos a comer. Al acabar mi hermana y yo nos fuimos a jugar con la nieve, ¡era muy divertido! Los reyes nos habían traído unos trineos y nos fuimos a la pista de los trineos y nos lo pasamos genial. Ese día fue muy divertido y si nunca hubiera conseguido ponerme los esquís ahora no estaría en el equipo de competición del Club d’Esquí Solsona.
MI PRIMERA VEZ La primera vez que aprendí a ir sin ruedines en la bicicleta, fue en el año 2006 cuando tenía 6 años. Estaba en un camping de Vic con mis padres y mi hermana, acababa de nevar y a mí sólo me apetecía coger la bicicleta, así que la cogí y fui dando vueltas hasta que me llamó mi padre, me fui hacia él y me dijo que me subiría los ruedines porque ya iba recta. Probé con los ruedines un poco más subidos y no me caí, luego mi padre me los quitó y me puse muy contenta, así que después de dar dos o tres vueltas me caí, pero seguí, y ese fue el día que aprendí a ir sin ruedines.
La primera vez que marqué un gol La primera vez fue una de esas veces que no quieres que pase así. Fue un día en el cual no tenía ganas de jugar porque tenía 6 años y ese día estaba enfadado con mi padre. Fue una jugada muy sencilla en la cual se la pasé a un compañero y se la pasó a otro, chutó, me dió y del rebote, cambió la dirección del balón y marqué. Como ya os he dicho nadie quiere que la primera vez sea así. Luego no marqué más goles pero me motivé y jugué un mejor partido que cualquier otro día. Ese día mi tío no estaba para felicitarme, y eso que siempre que juego mal el esta ahí para echarme la bronca, pero no, justo ese día no, y no puede devolverle las “collejas” que el siempre me daba. En los 7 años que han pasado no he marcado mucho más, aunque he ido mejorando y he probado a jugar en otras posiciones, portero y delantero, pero ninguna me ha gustado tanto como en la que estoy “lateral izquierdo”.
MI PRIMERA VEZ No tendría más de seis años cuando un coche se quemó a las tres de la madrugada, delante de mi casa. Tenía muchísimo miedo. Había un coche de la policía y los vecinos intentando apaciguar las llamas. De golpe, al cabo de un rato que fue corto pero a mí se me hizo eterno, llegó un camión enorme, rojo y con muchas luces azules. Fue alucinante, dos bomberos (palabra que descubrí más adelante), con unos cascos amarillos, un traje muy grueso súper chulo y bombonas de aire. En un abrir y cerrar de ojos, sacaron un par de mangueras y en nada las llamas se quedaron en cenizas. Yo no sabía que eran y, en ese momento, me creí que eran súper héroes. Esta vez ya tenía mis diez añitos cumplidos, cuando a mediados de año un coche penetró en nuestra valla. ¡Esta vez no solo vino un camión sino cinco! Eso fue él no va más. Yo quería ser BOMBERO. Salvan vidas, arriesgan las suyas, te protegen, realmente no es que tengan unos sueldos muy elevados, mejor diría que es uno de los sectores que más se está recortando, conducen súper rápido y me fascinaban este tipo de cosas. Quise seguir siendo bombero, hasta que descubrí que mis talentos no tenían demasiado futuro en este oficio y finalmente he cambiado de elección.
Mi primera vez… La primera vez que fui a entrenar fue en el verano del 2006. Aquel verano mi padre me dijo que si me gustaba el futbol, yo le contesté que mucho y me llevó al campus del Parets. En el campus me dieron dos camisetas y una pelota. Íbamos de lunes a viernes a las 17:45 hasta las 19:15, eso en verano 15 días. Allí me enseñaron a chutar, a controlar con las dos piernas y hacer buenos pases. También los últimos minutos hacíamos partidos o chutábamos a los porteros. Los niños que estaban conmigo eran más buenos que yo, pero yo le puse ganas y estuve a su nivel. En el campo me junté con compañeros de ahora como Marc, Jep, Aleix… El último día del campus el club nos invitó a un refresco y a una bolsa de patatas. Ese día todo el rato estuvimos haciendo un partido. Cuando acabé el campus le dije a mi padre que me apuntará a un equipo del Parets.
Érase mi primera vez El primer día de instituto acerté que no me habían cambiado de clase con los de 2b. El primer día dijeron que teníamos cuatro alumnos nuevos. Dos se fueron a la clase de mi hermano y los otros dos a la mía. Nuestro tutor se llamaba Pedro, era simpático como los otros profesores. Antes de entrar en clase nos dieron una hoja con un dibujo. Había seis dibujos diferentes y cada dibujo corresponde a una mesa y nos teníamos que sentar en la mesa que tenía el correspondiente dibujo. Para presentarnos, el profesor nos tiraba un rotulador y teníamos que decir nuestro nombre a la vez que lanzábamos el rotulador. En la última clase nos fuimos a probar los talleres que había. Este fue mi primer día de clase en el cual disfruté muchísimo con las presentaciones y la elección de los diferentes talleres.
La primera vez que me subí a un escenario a bailar La primera vez que me subí a un escenario a bailar estaba muy nerviosa, tenía miedo de que se me olvidaran los pasos o de no ir al compás. Antes de que empezara, nuestra profesora nos dio como “un discurso” para que no nos pusiéramos nerviosas, a mi eso no me sirvió de mucho, porque yo seguía nerviosa. Mis compañeras habían actuado varias veces y por lo tanto no estaban tan nerviosas e intentaron ayudarme y tranquilizarme. A la hora de salir estaba un poco más tranquila, aunque tenía un poco de miedo de que se rieran de mi. Poco a poco el baile iba avanzando. Yo, como estaba nerviosa, al principio me saltaba algunos pasos o los hacía sin ganas pero poco a poco me di cuenta de que no importaba lo que dijera la gente porque me sentiría peor si no daba el máximo de mi. Ese día di el máximo de mi me esforcé por hacer lo que más me gusta, bailar. Esa era mi pasión y lo sigue siendo.
Mi primera vez La primera vez que monté en bici sin ruedines fue en 2005, en un camping de Banyoles. Era un día de verano cuando me dispuse a aprender a montar en bici sin ruedines. El primer intento fue comenzar parado pero me caí, el segundo fue desde arriba de una cuesta pero también me caí porque me estrellé contra otra persona que iba en bici. Y el definitivo fue abajo de la cuesta y me ayudó mi padre a arrancar y ahora sí que no me caí. Me puse tan contento que le dije a mi padre de ir a dar una vuelta en bici por el lago.
LA PRIMERA VEZ QUE MONTÉ A CABALLO La primera vez que monté a caballo fué cuando tenía 7 años, en esos momentos estaba de vacaciones en Mallorca, me volvían loca los caballos desde pequeñita. No es algo que con el tiempo te va gustando cada vez más, sino que ya nací con amor hacia los caballos, por eso son mis animales favoritos. El día que monté por primera vez a caballo, fue un regalo de mi madre, pues alquiló un caballo para 3 horas por la playa de Mallorca. Mi hermano se reía de mi, ya que era la primera vez y entonces tenía un poquitín de miedo, entonces le hice montar a él, para que viera lo que se sentía. Cuando él estaba ya encima, el caballo agachó la cabeza para comer unas yerbas que había y mi hermano cogió miedo y se cayó. ¡Que risa nos entró a todos!. Ese día se nos quedó marcado, siempre que lo recordamos nos reimos todos. Desde entonces, casi cada fin de semana me llevaban a montar a caballo, ahora sé más sobre como montar y ya sé ir sola. En 2012 para mi santo me hicieron una sorpresa y me llevaron a un terreno de tierra en Lliçà d’Amunt. Me hicieron limpiar todo aquel terreno, sin yo saber el porqué. Cuando acabé me hicieron cerrar los ojos, cuando los abrí, en el mismo terreno de tierra, había una preciosa potrilla árabe tumbada. Ese dia fue mi mejor día y decidimos llamarle ‘’Luna’’. Aún no la puedo montar, porque tiene solo 2 años y hasta los 3 no se puede montar ni domar. Por eso monto otro de mi mejor amigo, que es Español y ya está domado. Desde que monté por primera vez, ahora monto casi cada fin de semana y cada vez sé más sobre ellos.
Mi primera vez en montar en bici Cuando era pequeña, yo quería montar en bici y me subí en la de mi hermano mayor y fui probando con 4 ruedas, pero me caí, aunque yo no paraba de probar porque yo quería aprender. Un día le dije a mi hermano mayor si me ayudaba a ir en bici y me dijo que si, entonces fuimos a un parque porque yo solo practicaba en subidas y bajadas y en el parque era todo plano. Mi hermano Santi y yo llegamos al parque donde nos encontramos a otro niño con su hermano que también estaba aprendiendo ir en bici. Santi y yo nos fuimos a otra parte para no molestarlos. Me subí en la bici, mi hermano me agarraba de detrás un rato pero luego me dijo: Sara, te suelto, y yo dije que no y me soltó y me caí. Lo volvimos a probar y a la segunda vez me salió y me puse muy contenta de haber aprendido. Un día mi hermano Santi me dijo que ya era demasiado grande para ir con 4 ruedas y que me tendría que quitar dos ruedas y yo dije que vale y entonces fuimos otra vez al parque para aprender. Mi hermano me agarraba de detrás y luego me soltaba pero me caí y me dijo: Va, Sara, la última vez y nos vamos, y yo dije: “vale” y no me caí en la última vez y aprendí. Y ese día fue el mejor de mi vida de pequeña.
MI PRIMERA VEZ EN EL FÚTBOL
Mi primera vez en algo fue en el fútbol, cuando me apunté tenía 4 años y fue en el CF Parets. Fue muy emocionante porque a mí el fútbol me apasiona, no conocía a nadie pero me hice muy rápido amigo de todos los niños. Estaba muy nervioso pero tuve muy rápido la confianza de mi entrenador. Ahora ya tengo 13 años y me he cambiado de equipo, juego en el CF Mollet del Vallès. He crecido mucho y conozco muchísimo más del futbol, de cuando tenía 4 años ahora soy más consciente de cuando pierdo un partido porque cuando era pequeño no me importaba mucho perder un partido, pensaba en otras cosas, como en los dibujos animados… Y así sigo entreno a entreno esforzándome con mi deporte favorito y espero que llegue muy lejos con el fútbol.
Mi primera vez en moto La primera vez que me subí en moto tenia 4 años, me la regalaron para reyes y me regalaron una Rieju. Me intentaba subir y no podía porque era muy alta y tuve que hacerle unos arreglos a la moto para que la pudiese llevar porque no llegaba. Al principio mi tío me tenía que aguantar pero luego ya poco a poco iba solo. Solo me caí una vez de la moto que fue porque puse los pies en el manillar y aceleré a tope, en la curva me caí y me estampé contra las basuras.
La primera vez que vi a a Ona, mi perrita Recuerdo que ese día llovía, lo recuerdo porque mi padre me vino a buscar con un paraguas en la mano. Yo salía de la clase de Kárate. Por aquel entonces yo sólo tenía seis años y el Kárate me cansaba un poco. Cuando mi padre me vio esbozó una gran sonrisa y me dijo que tenía una sorpresa en casa. Me sentí muy emocionado, subí las escaleras de dos en dos. Escuchaba a mi padre haciendo ruidos de gallina, pero, sabía que se trataba de otra cosa. Entré corriendo al comedor y la ví por primera vez. Había una bolita blanca en el suelo. Me habían comprado una perrita. Corrí a abrazarla. Nunca olvidaré ese momento, el momento en que conocí a Ona.
Mi primera vez La primera vez que fui a cazar fue cuando tenía 4 años, iba con mi primo y mi tío a cazar a un pueblo que se llama Massanes (Girona). Para mí la caza es mi vida porque llevo 10 años yendo a cazar y toda mi familia por parte de madre siempre lo han hecho. Mi abuelo siempre me cuenta anécdotas de cuando él era joven y se iba a cazar con su padre. Todo ha cambiado mucho desde entonces... Ahora ya tengo 14 años y todavía recuerdo aquel día sin ninguna duda porque fue la mejor experiencia de mi vida. Todavía sigo yendo a cazar y ahora estoy estudiando para sacarme el permiso de armas. Voy a contaros mi primer dia de caza con 4 años: Aquel día tuvimos que madrugar bastante, al llegar al coto de caza fuimos a almorzar con los cazadores del pueblo, cuando terminamos de almorzar es lo más interesante del almuerzo porque los cazadores más mayores cuentan historias de cuando ellos eran jóvenes. Una vez terminado el almuerzo cada uno se va con el coche a cazar, nosotros fuimos a una casa que se llama “Ca’l botiguer” donde siempre que vamos cazamos bastante y sobretodo disfrutamos los cazadores y los perros. Recuerdo que aquel día cazamos: 3 perdices, 1 faisán y 1 conejo que cogió la perra. Después de cazar en ese terreno nos fuimos a cazar al jabalí porque nos llamaron los cazadores. Mi tio y mi primo se fueron al puesto que les dijeron y yo me fui con la “rehala” de perros y el resacador que se llama Esteban. La verdad es que lo pasé mejor con la rehala de perros cazando el jabalí. Cuando estábamos cazando el jabalí, un macho de jabalí le rajó la tripa al perro con los grandes colmillos que tenía y lo tuvimos que cosser en el carro de perros. El gran jabalí que rajó al perro fue abatido por un joven cazador, el jabalí abatido fue un trofeo de bronce (un trofeo se da al cazador porque ha abatido una pieza grande cuando la pieza tiene ciertas características que otros animales de su especie no tienen, como los colmillos que algunos los tienen más grandes, el peso, etc.). ¡Aquel día se abatieron 10 jabalíes en todo el coto de caza! Cuando terminamos de cazar fuimos a comer todos los cazadores juntos al campo de tiro del pueblo donde tenemos una barbacoa y nos hacemos la comida. Una vez terminamos de comer volvimos para casa a descansar porque al día siguiente teníamos que volver a ir a cazar.