Revista del LABORATORIO POÉTICO 2014

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LABORATORIO

POÉTICO


El ‘Laboratorio Poético’ no quiere ser un taller literario al uso. Se trata más bien de construir un espacio creativo, al que se convoca a artistas de todo tipo que quieran investigar en los límites de su propia escritura, de su propia obra. Lo poético trasciende la literatura, funciona como un sustrato que nutre todas las manifestaciones artísticas. Por eso, este laboratorio pretende ser interdisciplinar y crear un “grupo salvaje”, en el sentido de Roberto Bolaño. Coordinador: Víctor M. Díez. Organiza: Ayuntamiento de León. Participantes: Pablo Parra, Cova Villegas, Jorge Pascual, Eloísa Otero, Alberto R. Torices, Joaquín Olmo Martínez, María González Fernández, Asunción Carracedo, Abel Morán, Isabel Medarde Oliden, María Estela Reguera, Raquel de la Varga, Felipe J. Piñeiro, Sandra Alonso Fernández, Lorena de Paz, Daniel de León Rodríguez, Elena Robles Castañón, María Eugenia Rodríguez Sanjuán, Mari Carmen Fraile, Silvia Abad Montoliú, Rubén Mielgo, Mónica Martínez Alija, Flor Rodríguez, Jesús R. R., Víctor M. Díez.

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Ponentes: Tomás Salvador González, Esther Ramón, Ana Cristina Herreros, Eloísa Otero, Chus Domínguez, Alberto R. Torices. Diseño, maquetación y edición de la revista: Eloísa Otero. León, 2014.

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SOBRE “LO POÉTICO”

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os periódicos son como laberintos. Algunas palabras sueltas: terremoto, constelación u ocarina. La memoria arrugada de ayer, la memoria que se lleva el viento. Un hombre que busca objetos en las alcantarillas de la ciudad, unos muchachos que bailan en una esquina, o el silencio atronador de un avión sobre el bosque. Intensidad de la mirada. La infancia de Iván. Beber tu reflejo, niño tu madre sudorosa canta en silencio. A lo poético, un acceso por la perplejidad. Lo poético, como el verdadero cine, es invisible. Pero, contar cuentos, es como hacer el amor: si no tiemblas, para qué lo haces. Víctor M. Díez

Quietud

Un momento desnudo Lluvia picoteando en un cristal Un pañuelo que se lleva el viento... Brotes nuevos de árboles viejos Musgo entre los huecos de las piedras Una lágrima dentro de una caja de madera Nada En las manos...

Elena Robles

No tengo ni idea de qué es para mí lo poético. Podría apuntar alguno de los habituales clichés, pero mejor me remito a lo que respondió un ilustre (¿Kafka? ¿Beckett?) cuando le hicieron una pregunta similar: “No lo sé, discúlpeme”. Alberto R. Torices

“Lo poético”. Collage de Abel Morán.

La RAE lo define como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra. La mente lo entiende, para el espíritu resulta demasiado acotado. Lo poético es lo inenarrable, lo invisible, lo intangible, lo inefable. Lo poético es el misterio, que emana de las palabras pero no puede ser contado, si acaso ser vivido o experimentado.

Dani de León


El campo de lo poético se despierta en ocasiones (raras) en las que te conectas a esa patria que es tu corazón. Es estar en estados de gracia o en una dimensión espiritual que te desvela sentidos que hasta no conectar con “eso” te son ocultos, no por nadie, sino por tu propia incompetencia, en el mirar, en el escuchar, en el saborear, en el tocar, en el sentir...

Lo poético es lo que nos acerca al qué, empujándolo desde las sombras.

En este Laboratorio hemos contado con ayuda de guías que ya han accedido a esos espacios sin tiempo y pretenden que nos sea más fácil a nosotros.

Lo poético viaja en una caja compartida con un gato, y su amplitud es de aproximadamente 355 grados.

Flor Rodríguez Es... abrir una vieja puerta que luego cuesta mover adelante o atrás, que casi siempre está entrecerrada, que hace un ruido familiar y a menudo huele, antes, todo lo que hay detrás suyo. La poesía es algo que de joven metiste bajo tierra; como un juego, y aún guardas parte del mapa, y ella/él tiene la otra parte, o eso aún crees, pero no sabes.

Lo poético está en el cómo y es el emperador dándose un baño de multitudes en calles sin derecho a admisión. Lo poético desaparece al nombrarlo, y es transversal a nuestra respiración. Lo poético no entiende de direcciones y rechaza las cadenas.

Y aún habrá alguno que diga que lo poético es agudo.

Joaquín Olmo

Podría pensar que lo poético es la manifestación más interpretada de cuantas pueda haber en un acto relacionado con la creación y lo artístico, o lo más subjetivo de cuanto pueda ser interpretado. Cuanto más tamizado por la experiencia personal más próximo a la poesía.

La poesía, creo, es una indefensión animal que usan los que no tienen herramientas para el futuro, o solo en potencia.

Para mí lo poético es el desdibujado de todo lo que puede ser mirado, pensado, escuchado, entendido, desde el momento en que se mira, se piensa, se escucha, se entiende con una intención poética.

Es un vestirse por fuera lo que llevas por dentro, y todo “te lo quieres hacer mirar” como cuando vas al médico y te dice: no tienes nada, pero a ti te duele el cuerpo algo... más de la cuenta. ¿Y qué es lo normal?

Y a partir de aquí, luego está la forma, el ritmo, la cadencia, la musicalidad, la riqueza expresiva, y el pensamiento, entre otras muchas cosas más.

Jorge Pascual

Es lo que conmueve, emociona, arrebata, inquieta y sana a la vez. Cova Villegas

Pero siendo bastante más sincera lo que dicta mi no razón, para mí lo poético es la sombra y el agua en todas sus manifestaciones. La gota, la ola, el río, el lago, sus reflejos, sus matices, el sonido del agua, su sensación...

Isabel Medarde


Ilustración: JOAQUÍN OLMO

Capítulo I

Visto y oído (La escritura como escucha) Con Tomás Salvador González (del 12 al 15 de febrero) La escritura también es tachar y recortar. Reciclar la palabra dicha, escrita u oída. El autor ha hecho de sus collages y poemas con titulares de periódico, una curiosa mezcla de obra escrita y gráfica, que es el envés de su obra poética y narrativa convencional.


Entrevista

Tomás Salvador González

“Con los periódicos tengo una relación casi de afecto” Tomás Salvador González —poeta y narrador que ha hecho de su faceta plástica (poesía visual) el envés de su obra escrita, colocándola al mismo nivel— guarda una relación especial con la prensa diaria, su materia prima. La espera cada día como una carta enviada a su nombre, y es capaz de recorrer kilómetros para ir a buscarla si no la tiene a mano. En su taller se apilan cientos de diarios que amarillean durante meses, unos recortados, hechos jirones, y otros esperando su criba. El poeta y el narrador viven agazapados ante las imágenes de la realidad. El poeta visual procura perder el control y dejar que sus manos y sus ojos le lleven sobre la piel de esos periódicos para darles un nuevo sentido, como contrapropaganda o contrainformación, y una nueva vida como obra de arte. — ¿Qué te sorprendió más de tu visita al Laboratorio Poético, Tomás? —Lo que más me sorprendió fueron los participantes, claro. Primero su receptividad y después su creatividad. Yo estoy acostumbrado a impartir algunos de estos cursos y aquí me encontré con un grupo muy escogido, con personas que parecían tener un mundo propio y, a partir de las explicaciones que yo les daba, se buscaban la vida como nunca

había visto antes. Además, no es fácil que ocurra en cuatro días; me encontré con sorpresas, es decir, obras fuera de lo normal con esa precisión y limpieza para lo corto que era el curso. —¿Pones al mismo nivel tu trabajo con recortes de periódicos y tu escritura poética o narrativa? ¿Pones la misma concentración en ambos casos? —El resultado final para mí es idéntico,


Fotografía: Abel Morán.

los coloco al mismo nivel. Cuando estoy de acuerdo con un poema o con un poema visual, tienen el mismo valor. En cuanto a la concentración, es muy diferente. Me exige mucha más concentración esta poesía visual que la otra. En la otra, trabajo con mi cabeza y en mi cabeza puedo encontrar todo lo que necesito, otra cosa es que lo encuentre o no. En poesía visual trabajo con un universo limitado, son los titulares y las imágenes del periódico, y no hay más. No puedo decir “necesito la palabra almendruco”, porque quizás sea imposible encontrarla en un titular. Entonces me exige más concentración porque es una tarea más improvisada. Cuento con aquello que me ofrece el periódico cada día o cada mes. No puedo dejarme llevar por lo que yo quisiera poner o por lo que creo que necesito, sino por lo que tengo allí delante, y barajar eso

y tratar de mezclarlo para que funcione, para que tenga un sentido que no sea banal. —Compartimos plenamente eso de que la improvisación exige una mayor concentración. En tu escritura trabajas con la memoria propia ¿No te parece que, al trabajar con periódicos, de alguna manera trabajas con la memoria colectiva? —En lo que se refiere a las palabras, al final es la memoria propia la que va eligiendo, independientemente de que surjan de un periódico o no. La sensibilidad propia, la elección de las palabras… depende de tu propio bagaje. En lo que se refiere a las imágenes, ahí sí, yo creo que se trabaja con algo que no es tuyo, aunque también cuentes con tu sensibilidad para escoger. Pero me parece que son más potentes que tú y de alguna manera te eligen a ti. De-


cir que trabajo con la memoria colectiva me parece un poquito excesivo. Es verdad que el periódico puede ejemplificar la memoria colectiva, pero no puedo decir que trabaje con toda ella, lo hago con la parte de esa memoria que enlaza conmigo. — En tu paso por el Laboratorio nos dejaste la frase: ”Hay que dejar que los ojos piensen”. ¿Podrías explicarnos qué quieres decir con ella? —Es muy difícil explicar una frase así. Para mí tiene mucho sentido, pero no es fácil explicarlo. Creo que enlaza con lo que hablábamos antes de la improvisación. Hay un afán cuando haces algo de controlarlo todo y no se puede. Trabajando con esta poesía visual tienes que dejar, de alguna manera, que esas palabras y esas imágenes te inunden y dejarte llevar por ellas. Si intentas controlarlo todo, lo más probable es que el resultado final sea bastante más plano de lo que pudiera ser. Yo busco que en esta confluencia de imágenes y de palabras no haya meramente una ilustración, sino que interactúen y no de una manera muy evidente. Dejarse llevar por los ojos, incluso por las manos, cuando estás recortando creo que tiene que ver con improvisar y no querer tener el control absoluto. —¿Qué te parecen iniciativas como el Laboratorio Poético? —Me parece estupendo. Es una sorpresa que un Ayuntamiento como el de León subvencione esta tarea. Aunque es evidente que deberían programar actividades de este tipo, no es lo normal. Me parece no solo conveniente sino absolutamente necesario. Y más en un tiempo como éste de crisis en que la iniciativa privada a este respecto es absolutamente nula. Me parece un milagro que se haga, un milagro muy

necesario y conveniente. —Háblanos de la relación física que has llegado a desarrollar con el periódico. El tipo de atención especial con que lo lees... —No es que me exija una mayor atención sino que he desarrollado esa atención, de tal forma que cuando leo el periódico, aunque no lo vaya a recortar ese día, ya sé qué imágenes voy a elegir, ya hay titulares que me llaman la atención, no tanto por la información que desarrollan, sino por una palabra o un giro sintáctico que me dice que lo voy a recortar, que eso me va a servir en algún momento, aunque no sé todavía muy bien para qué. Más allá de eso, creo que le estoy muy agradecido al periódico, ya es una adicción que tengo. Los cuido. Así por ejemplo, si voy a una ciudad y compro el periódico, lo lógico sería abandonarlo en un hotel o en casa de unos amigos. Pues no, me lo meto en la maleta, lo doblo con cuidado, los apilo con relativo orden en el taller... En fin, me ha llevado a una relación casi de afecto, a pesar de la degradación evidente que los periódicos están teniendo, sobre todo El País, que de ser un periódico muy especial ha acabado convirtiéndose en un periódico estándar. ———

Tomás Salvador González. (Zamora, 1952). Ha publicado los libros de poemas: Reunida estación de las ciudades (Valladolid, 1975), La entrada en la cabeza (Endymión, 1986), Aleda (Ediciones Portuguesas, 1988), Favorables país poemas (Icaria, 1996), La sumisión de los árboles (Ave del Paraíso, 1996), El poeta en su taller (La hoja de roble, 1998) y Siempre es de noche en los bolsillos (Papeles mínimos/poesía, 2014). También ha publicado la novela El territorio del mastín (Juventud, 1995).


Ilustración: JOAQUÍN OLMO

Capítulo II

Poesía sin fronteras Con Esther Ramón (del 5 al 8 de marzo) La labor poética implica la consideración de cada libro como un todo orgánico que se ramifica. La construcción de los poemas se produce, por otro lado, a través de visiones muy nítidas de un mundo natural y más grande, que no puede contemplarse en su totalidad. A este mundo, que habita en el inconsciente, se accede gracias a la imaginación.


Entrevista

Esther Ramón

“Nunca he escrito un poema de amor” La poeta Esther Ramón practica lo ella llama “la escucha del inconsciente” a la hora de ponerse a escribir. Durante su taller en el Laboratorio tuvimos ocasión de experimentarlo. A partir de algunos ejercicios —meditar; contemplar cuadros, fotos y películas: meterse en la piel de un emigrante sin papeles y salir a la calle...— empezamos a entender cómo y por qué se puede llegar a escribir un poema. —¿Podrías explicarnos tu proceso a nivel de experiencia personal, vivencial cuando escribes? —Mi experiencia personal tiene mucho que ver con una escucha del inconsciente, con una comunicación muy fluida con él. Suelen venirme versos sueltos en estados de duermevuela, que voy anotando. Alguno se impone y pide que tire de él, a veces utilizo también otros de los anotados. En esa zona, algo se va escribiendo de manera continua, y yo, a veces, cuando se me impone ese algo, cuando pide luz, lo transcribo, lo monto, pulo su forma, lo traigo hasta aquí. —¿Por qué propusiste realizar un ejercicio de meditación durante el taller en el Laboratorio Poético? —Creo que el mundo en el que vivimos, sus ritmos, la ropa de conductas y gestos que nos arrastra a llevar, bo-

rra el acceso que todo el mundo tiene de manera natural a lo poético. La meditación es una forma de hacerlo callar, de abrir esa puerta taponada, de dejar fluir nuestras voces interiores. —¿De qué estados se puede partir en el momento de disponerse a escribir una persona y con cual o cuales prefieres trabajar tú? —El relato de Cortázar “Carta a una señorita en París” puede servirnos como metáfora del estado que nos lleva a escribir un poema. Cuando se siente que algo emerge del estómago, y empezamos a notar por dentro lo que aún no tiene forma, pero sí materiales, algo que empieza bullir y pide salir sin remedio: la pelusa en la garganta, lo que asciende hasta la boca y no queda más que expulsar. Conejito o poema. —¿Qué te activa, estimula, te mueve, te conmueve?


Fotografía: Abel Morán.

—El arte, en todas sus manifestaciones, el bueno, el que te hace moverte, cambiar la perspectiva, quedar en abismo, mirar a su través. —Si a través de la poesía tuvieras la certeza de poder cambiar el mundo ¿sobre qué escribirías? —No escribiría. —¿Cuál sería para ti el mejor poema o acto poético de amor, propio o ajeno? —Me cuesta identificar la poesía con el amor. Ambos pueden confluir, ya que surgen de un estado alterado de conciencia, pero creo que es peligroso confundir la poesía con el amor. De hecho, creo que nunca he escrito un poema de amor. —¿Qué sabor te ha dejado tu paso

por el Laboratorio Poético? —Sabor a complicidad, a juego, a búsqueda compartida. ———

Esther Ramón (Madrid, 1970). Poeta, crítica literaria, profesora de escritura creativa y doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha escrito artículos de estética y crítica literaria para diversas publicaciones. Ha publicado los poemarios Tundra (Igitur, 2002), Reses (Trea, Premio Ojo Crítico 2008), Grisú (Trea, 2010), Sales (Amargord, 2011) y Caza con hurones (Icaria, 2013). Ha sido coordinadora de redacción de la revista Minerva, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y dirige el taller “La flecha y lo blanco. Taller de poesía y otras artes” en la Fundación Centro de Poesía José Hierro.


El Pasillo o Poema-Vértebra en la Casa Ovalada de las Artes (La propuesta de Esther Ramón) 2. tiempo Tercera sesión: Poesía y cine

1. espacio Primera sesión: Poesía y fotografía Nos lanzaremos, a través de varios juegos de atención extrema, a despojar la mirada de adherencias (culturales, contextuales, interpretativas…), contemplando diversas fotografías de Graciela Iturbide, Luis González Palma o Sarah Moon hasta arribar a la imaginación y a la emoción. El fotógrafo captura la imagen como un cazador que dispara el arco, consciente sólo del movimiento de la presa. De la misma manera, capturar piezaspalabras, la poesía en los pliegues de todo lo que arde o respira, antes de escribirla. Segunda sesión: Poesía y pintura Desmenuzaremos poemas de pintores como Egon Schiele, la paleta de palabras que mezclan y superponen sus colores, punzaremos uno de sus cuadros hasta que manen las letras, y se desordenen en la hemorragia hasta secarse en la página. Dibujos o pinturas de poetas. Ut pictura poesis. El cuadro es un poema mudo, el poema es una pintura que habla.

En el cine más narrativo, lo poético se manifiesta para mostrar estados alterados de conciencia, estados lisérgicos, hipnóticos o, más directamente, sueños. Aunque algunos directores abren el espectro y nadan con fluidez en el derramamiento, como por ejemplo los rusos Pelechian, Tarkovski o Paradjanov, de quienes veremos ejemplos. También ensayaremos el proceso inverso, cómo extraer –siguiendo al propio Tarkovski y su peculiar adaptación de un poema de su padre, el poeta acmeísta ruso Arseni Tarkovski, un guión cinematográfico de un poema. Que será, por supuesto, más que un guión, otro poema. Cuarta sesión: Poesía y música Silencios, sonidos, la voz erguida, erizada, los movimientos, pleamares, raspaduras en el adentro del verso, las (ar)ri(t)m(i)as y pulsos detenidos, la poesía sonora, fonética, desclavada, el grito-cuchillo que se toma sin mango, con la mano abierta, y que hiere tanto al que lo emite como al que lo escucha, inmersión en las imágenes que bailan, en la emoción y en el fluido que es puro tiempo, impregnando de mercurio veloz todo lo que toca. Escucharemos, pronunciaremos, paladearemos ruido y silencio, tejiendo y destejiendo, andando y desandando.


Ilustración: JOAQUÍN OLMO

Capítulo III

Escribir con los ojos (El poema fílmico) Con Chus Domínguez (del 9 al 12 de abril) El poema está más allá de la hoja en blanco. La realidad esconde todo tipo de misterios, si sabemos mirar. El relato de lo sentido es el poema visual que nos teje. Una costura misteriosa entre lo íntimo y lo cotidiano, que expresa nuestra relación con el propio lenguaje.


Entrevista

Chus Domínguez

“No evito la ficción, es ella la que me evita a mí” El realizador audiovisual Chus Domínguez desarrolla su trabajo dentro de la no-ficción. Construye un lugar desde el silencio, por medio de imágenes y rara vez textos, en el que el lenguaje requiere una observación profunda de hechos cotidianos que se transforman en poesía-visual. Se autoproclama autodidacta y reivindica una radical libertad creativa. Siempre buscando nuevas perspectivas dentro de su discurso poético, le preguntamos por un curioso personaje, el músico japonés Katsunori que aparece en algunas de sus piezas. —En tu trabajo conviven tanto imágenes como textos. ¿Por qué evitas la etiqueta “poeta”? —No sé si la evito. En cualquier caso suena muy grande, sería algo así como aceptar que te llamasen “maestro”. Pero sí reconozco que el cine que hago tiene una componente poética importante. —Estudiaste Biología, ¿tienes también formación académica audiovisual, o eres autodidacta? —Básicamente soy autodidacta, pero es que todos somos autodidactos, por mucha enseñanza que hayamos cursado.

—Tienes un estilo personal que te identifica (uso del blanco y negro, planos fijos, observación de lo cotidiano, etc...) ¿Por qué la elección de estos recursos? —¿Por qué no? Me refiero a que lo lógico en una forma de expresión es hacer las cosas como te salen, no impostar o copiar lo trillado, buscar tu camino, también a nivel formal. —Tus “piezas” con Katsunori se desmarcan del resto de tu trabajo, donde las personas suelen ser tratadas como “naturalezas muertas” ¿A qué se debe esta faceta y quién es Kat-


sunori? —Katsunori es un amigo músico percusionista y a la vez un ser libre, con todas las connotaciones que esta palabra puede tener. A su vez, o relacionado con ello, posee un imaginario épico fascinante. Y esas facetas son las que más me interesa llevar a lo audiovisual. Hay muy poca gente que sea tan consecuente consigo misma, con todos los perjuicios que eso pueda acarrear. No tengo claro que mi trabajo con él se desmarque de otros trabajos que hago, son piezas colaborativas, creadas a medias entre los dos, y a su vez su creación es un proceso de aprendizaje para nosotros. —¿Por qué evitas la ficción y en qué circunstancias trabajarías con ella? —No la evito, más bien me evita ella a

mí; me gusta mucho cierto cine de ficción, de hecho con Katsunori tenemos un proyecto a largo plazo que tendría un lado importante de ficción. —¿Cómo fue tu experiencia en el Laboratorio Poético? —Muy interesante, sobre todo porque, aunque fuera como una pincelada corta en el tiempo, creo que fue un proceso de aprendizaje compartido, y ahí se encierra casi todo lo que uno puede pretender hacer en un contexto de creación. ———

Chus Domínguez (León, 1967). Realizador audiovisual. Miembro fundador del colectivo audiovisual Piensan las manos. Ha centrado su trabajo, siempre dentro de la no ficción, en la creación de cinepoemas así como en la traslación de procesos de creación artística al campo audiovisual.

Fotografía: Verena Vidal.


CANSADO de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje, parto hacia la isla cubierta de nieve. Lo salvaje no tiene palabras. ¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones! Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve. Lenguaje, pero no palabras. Tomas Tranströmer (de La Plaza Salvaje, 1983)

“Soy un poeta contemporáneo. La poesía hoy adopta formas que antes era imposible sospechar que pudieran llegar a existir. Hay poetas que inoculan palabras en las estructuras del ADN; poetas que hacen películas que funcionan como poemas; poetas que transcriben documentos legales. La poesía es un espacio muerto del que hay que apoderarse, y el lugar donde hay más posibilidades es la Red. En realidad, siendo rigurosos, la misión del poeta hoy es no escribir poesía.” Kenneth Goldsmith (El País, 15 febrero 2014)

Películas recomendadas · Lost Book Found (1996), Jem Cohen. · Eaux d’ Artifice (1953), Kenneth Anger. · El extraño (2009), Víctor Moreno. (http://plat.tv/filmes/el-extrano) · El andén (2000) Sergei Loznitsa. · Meshes of the afternoon (1943) Maya Deren. · The power station (2004) Philippe Parreno. · Pablo Malaurie, Vincent Moon. (www.vincentmoon.com) · Turf Feinz Rip (2009), Yoram Savion · Agua espejo granadino (1953 - 1955), José Val del Omar. · Step across the border (1990), Nicolas Humbert, Wener Penzel. · El Ángel caído (2011) y O tempo dos bullós (2005), Chus Domínguez. · Ruhr (2009), James Benning. · Landscape (For Manon) (1986-1987), Peter Hutton. · Ah, Liberty (2008), Ben Rivers.


Ilustración: JOAQUÍN OLMO

Capítulo IV

Callando cuentos (Lo dicho y lo escrito) Con Ana Cristina Herreros (del 7 al 10 de mayo) Alguien inicia un viaje con la esperanza arreglar un problema propio. En su camino, encuentra un donante, alguien que le ayuda a resolver su conflicto. Eso convierte al protagonista en rey de su mundo, le permite tomar las riendas de su propia vida. La estructura profunda de los cuentos nos ofrece la oportunidad de investigar las relaciones de lo oral y lo escrito.


Entrevista

Foto: Benito Ordóñez

Ana Cristina Herreros

“Vivimos para contar la vida” Ana Cristina Herreros pasó por el Laboratorio poético como una exhalación... Y nos dejó los sentidos llenos de sensaciones y la cabeza llena de historias. Ella demuestra que se pueden hacer cuentos sobre cualquier cosa y para cualquier edad. Y también que la vida sirve para contarla... —Érase una vez un laboratorio poético / en el Salón de los Reyes de una fría ciudad... —Érase una ciudad donde todos cuentan,/ jóvenes, viejos, y gente sin edad./ Érase un mundo, grande, redondo, que, / armados de palabras, quisiéramos cam-

biar. / Salón, ciudad, mundo, que caben / en mi boca cuando me pongo a contar. / Y contando y contando, sin parar de contar, / es como yo quiero regresar a mi cuidad. / Mundo, ciudad, salón adonde llego / para con vosotros relatar y relatar.... —¿Cómo se explica que se puedan


hacer cuentos sobre cualquier cosa y para cualquier edad (0-100 años)? —Porque los cuentos nos cuentan, a cualquier edad. Son la emoción, lo que sentimos, lo que nos mueve, hecho palabra. Y eso de sentir nos pasa con 0 o con 100 años. Los cuentos tienen el tacto de la piel de quien cuenta, el ritmo del pálpito de su corazón, el calor de su aliento. Piel, corazón, aliento tan necesarios con 0 o con 100 años. No importa qué se cuente. —¿A quién prefieres, a una bruja, a un lobo o a un ojáncano, para tener en tu armario? ¿Por qué? —Depende del día. Hay días en que me levanto con ganas de abrir el armario escobero, coger la escoba y salir volando, de reír a carcajadas sin taparme la boca, de bailar sin mirar la hora. Hay días en que me gustaría abrir el armario ropero y ponerme una piel de loba, irme al monte y sentarme en una piedra a aullarle a la luna. Otros días me encantaría abrir el armario de par en par y dejar salir a la ojáncana que llevo dentro, y tragarme a alguien, eso sí, con mucho cuidado y sin masticarlo. —¿Cómo se conjuga el ser narradora oral y escritora al mismo tiempo? —Es fácil, sobre todo porque fundamentalmente soy una escritora oral. Escribo lo que escucho para que sea leído en voz alta. No me imagino a mi lector callado, lo imagino leyendo en voz alta o contando lo que ha leído, y es a su voz a lo que suenan mis cuentos escritos. Todo en mi escritura parte de la oralidad, adquiere forma escrita pero mantiene huellas de lo oral porque busca siempre regresar a lo oral. —¿De qué ingredientes se compone un narrador? ¿Y un escritor? —Tómese una pizca de verdad, si no se tiene, puede servir una cucharada colmada de verosimilitud. Mézclese con

grandes dosis de presencia, en la que se han mezclado generosamente mirada y voz. Vuélquese todo ello en una historia bien tramada y cúbrase por completo de emoción. Después hornee sin llegar a quemar la historia, y sírvase bien caliente el narrador. Si lo deja enfriar un poco, y lo sirve tibio, tendrá un narrador escrito. —¿Contar para o contar con? —Contar con, siempre. Yo no cuento para ti, cuento contigo, y sigo contando contigo y solo contigo aunque en el teatro haya quinientas personas. Porque contar es un acto íntimo, algo que hago contigo, no para ti. Para contar es necesario el interlocutor, el otro, «ese hueso duro de roer donde la razón se deja los dientes», que diría Ortega. Por ello la única forma de hincarle el diente al otro es usando la emoción, la de la mirada, la del gesto, la de la palabra… y la del silencio. El interlocutor no es un espectador, tiene un papel activo porque él también cuenta en el proceso narrativo. A él se dirigen las palabras del narrador, que se eligen en función de su edad, de sus expectativas, de sus emociones. Porque no hay un texto, hay una historia que se convierte en voz ante la presencia del otro. El narrador escucha a su interlocutor y cuenta con él. —¿Qué te pareció que el Laboratorio Poético contara con-tigo? —Me pareció, como los cuentos que cuentan lo más verdadero, maravilloso. Aprendí muchísimo con la gente que vino a compartir esa pasión por la palabra dicha que tenemos todos los que acudimos a ese laboratorio, me emocioné con ellos, descubrí con ellos que contar es un acto revolucionario. Y escuché su voz, que para mí, que nací y me crié en esta ciudad, tiene ecos de juegos infantiles, vibra con la emoción de quien se enamora por primera vez. Esa voz con la que me siento tan en sintonía. Esa voz


de León que me conmueve y me remueve como un rugido antiguo. —¿Cómo respondieron los participantes? —Yo los sentí muy cómplices, muy compañeros. Entraban muy bien, con ganas y sin pereza, en cualquier cosa que se les proponía. Y salían más que airosos de los retos que se les planteaban. Fue muy rico también que todos venían de diferentes lugares del saber, con experiencias muy distintas, y con muchas ganas de ponerlo allí, al servicio de todos, de ponerse, de exponerse. Contar es muy vertiginoso porque no hay un texto donde agarrarte, un personaje que representar, eres tú quien está en juego, a ti a quien quieren o a quien detestan, y esto da mucho vértigo. Por eso, cuando encuentras un grupo que es red, que está ahí con las manos extendidas por si te caes, a un grupo que es com-

pañero, que se arriesga a mirar el mismo abismo que tú, sucede la maravilla. Y todo eso sucedió en este laboratorio poético. —¿La vida es un cuento? —Vivimos para contarla. Y cuando dejamos de contarla… ——— Ana Cristina Herreros (León, 1965). Filóloga y especialista en literatura tradicional, es autora de una antología de romances y de diversos artículos sobre animación a la lectura y técnicas narrativas. Compagina su trabajo como editora con su oficio de narradora (con el nombre de Ana Griott) en bibliotecas, teatros, cafés, cárceles, escuelas o parques públicos desde 1992. Entre sus publicaciones: Libro de monstruos españoles, Libro de brujas españolas, La asombrosa y verdadera historia de un ratón llamado Pérez, Cuentos populares de la Madre Muerte, Cuentos populares del Mediterráneo, Geografía mágica.


Ilustración: JOAQUÍN OLMO

Capítulo V

Lo interior y lo exterior de la escritura (¿Es el periodista un poeta amordazado?) Con Eloísa Otero (del 4 al 7 de Junio). La autora de este capítulo comparte la doble condición de poeta y periodista. Su biografía es la investigación constante de los límites del lenguaje como reflejo de la vida misma. La red no es para ella una realidad paralela sino convergente.


Entrevista

Eloísa Otero

“Hacer un libro o una revista es sencillísimo” A esta poeta y periodista le gusta todo lo que tiene que ver con la escritura, pero también con periódicos, revistas, papeles, tintas y libros. Su reto ha sido intentar hacer una revista a partir del rescate de los materiales (textos, dibujos, fotos, poemas visuales...) creados en el resto de los talleres del Laboratorio Poético, incorporando además entrevistas con los poetas y artistas participantes... Estas páginas son el resultado de semejante empeño. —Tú eres periodista. ¿Puede existir el periodismo poético? —De hecho existe, claro, depende de a qué te refieras. Hacer algo como la revista TAM TAM PRESS para mí es ejercer el periodismo poético, o ejercerlo de una manera poética. —¿Puedes poner algún ejemplo más de periodismo poético? —Ahora mismo la revista Luces que están haciendo Manolo Rivas y Xosé Manuel Pereiro y un montón de buenos periodistas en Galicia, eso es periodismo poético. En los tiempos que corren, intentar hacer buen periodismo, meterse en un proyecto prácticamente por amor al arte y al oficio de periodista, poniendo

todas las ganas y todo lo que sabes hacer en ello, sin apenas remuneración... ¿no es eso poético? Después de que esta crisis se haya cargado esta profesión, enviando al paro a los mejores profesionales del oficio... ¿no es periodismo poético lo que hacen quienes no se resignan a no poder hacer nada, a no poder vivir de su profesión? En estos momentos existen un montón de proyectos interesantes y hermosos, en los que no resulta fácil sobrevivir: FronteraD, La Marea, Info Libre, Último Cero, astorgaredaccion.com... -—¿Y algún ejemplo histórico? De alguien cuyo trabajo en el periodismo se pueda denominar poético?


—El mejor ejemplo es el de Ryszard Kapuscinski, el periodista polaco autor de “Un día más con vida”, “Ébano”... Pero hay muchos ejemplos cercanos, ahí está Olga Rodríguez, quedándose ella sola a cubrir la guerra de Irak cuando todos sus colegas se marchaban del país... o los fotógrafos leoneses JM López o Casares, que ahora mismo estarán en algún lugar remoto y en conflicto, para contarnos lo que allí sucede... —¿Hay mucha diferencia entre escribir un texto como periodista y escribirlo como poeta? —Una cosa es ser periodista y tomar nota de la realidad, para escribir una crónica, por ejemplo, y otra la manera

de escribir poesía de cada uno. Yo apenas escribo poemas, me cuesta mucho; anoto cosas en las libretas, y a partir de ahí puede salir un poema o no... Pero, sin embargo, tengo muchísimos recursos para escribir como periodista. como escriben los poetas. —¿Qué recuerdo te llevas del taller del laboratorio? —En primer lugar, el taller todavía no ha terminado. En segundo lugar... en solo cuatro o cinco días estamos intentando hacer una revista. No disponemos de mucho tiempo, pero creo que hemos avanzado bastante. Tenemos un buen botín de materiales (fotos, textos que hemos trabajado en el resto de los


talleres...), pero a cambio no tenemos muchos medios. No tenemos una impresora, ni acceso a internet en las dependencias del Ayuntamiento... y así no es fácil trabajar. Pero aún así, creo que consigueremos sacar la revista adelante. Por otra parte, espero que este taller también os haya servido a vosotros para algo, por lo menos para saber un poco cómo se puede hacer una revista, o a partir de qué materiales se puede hacer una revista, más que tener la revista terminada. Es interesante. También es lo que me hubiera gustado trasmitir, que es muy fácil hacer una revista o un libro si tienes material, si tienes qué contar. Hoy en día no resulta complicado poner eso en acción, ponerlo en papel, ponerlo en digital. Con un ordenador resulta infinitamente más sencillo y limpio que hace unos años, aunque también pienso que lo de hacer revistas y libros a mano es una tarea con la que se puede disfrutar muchísimo. —Me gustaría que contaras como llegas tú con 18 años, con tu pandilla, a hacer una revista, que para aquella época, me parece una pasada. —Ya antes había hecho muchas cosas con papel, libritos, libretas.... Me gustaba hacer cosas así. Ni siquiera había pensado en serio en ser periodista, pero siempre me gustó hacer revistas y libros, maquetando y fotocopiando cosas y encuadernándolas a mano. También me encantaba hacer postales, con dibujos y collages, postales raras que enviaba luego por correo postal a los amigos, y que a veces incluían juegos

que tenía que resolver el cartero (como un crucigrama, o una sopa de letras) para averiguar la dirección. Y llegaban todas... —Le pedirías a los Reyes Magos una imprentilla... —Sí, claro, siempre tuve mis imprentillas, mis kits con cositas para dibujar y editar... Llegué a imprimir una revista que se llamaba “Inopia” utilizando una pasta que se hacía con gelatina y azúcar... —¿Hay más poetas que periodistas? —Ni idea. No hay una facultad de Poesía, mientras que de Periodismo hay muchísimas y salen todos los años tropecientos licenciados. Pero con los periodistas auténticos pasa como con los poetas auténticos, que para encontrar uno de verdad... tela marinera. De hecho, muchos de los que trabajan en los periódicos a mí me parecen periodistas de pacotilla. ———

Eloísa Otero (León, 1962). Periodista, escritora y bloguera. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Ha trabajado para diversos periódicos y revistas. Fue comisaria de la exposición ‘Visión del frío’ (2007), organizada con motivo de la concesión a Antonio Gamoneda del Premio Cervantes 2006. En 2012 funda la revista digital de Cultura ‘Tam Tam Press’, de la que es coeditora, con los periodistas Camino Sayago y Sergio Jorge. Es autora de los poemarios Cartas celtas y Tinta preta.Ha impartido talleres de escritura y periodismo para jóvenes y mayores. En 2014 comisarió con Víctor M. Díez y Vicente Muñoz Álvarez el ciclo “Nombrando el porvenir. Encrucijada de poetas” en el Musac.


Ilustración: JOAQUÍN OLMO

Capítulo VI

La lentitud del escritor cayendo (Sobre la perpetua crisis del creador) Con Alberto R. Torices (del 11 al 14 de junio) El creador es un ser en permanente crisis. Alguien que se agota, que desaparece, abocado a la inexistencia. El punto crítico de su reflexión resulta un germen creativo de primer orden.


Entrevista

Alberto R. Torices

“No quiero salir de la crisis” En la escritura y en la vida, las crisis hay que aprovecharlas para transformarnos. Alberto Rodríguez Torices entró en crisis creativa y personal en un momento dado y dejó de escribir. Con el tiempo, sin embargo, decidió que la mejor manera de pasar aquello era contarlo, bucear en aquel pozo aparentemente negro, controlar la angustia... La escritura le liberó, hasta el punto en que, a día de hoy, dice: “De hecho, no quiero salir de la crisis”. —¿Qué es para ti la crisis del creador? —Hasta hace poco pensaba que era como la casilla de la cárcel del juego de la oca, tienes que esperar tu turno, es como una mala racha. Es un poco como la crisis de este país…. Quizás, como un mecanismo de defensa, la crisis es una señal de alarma, un callejón sin salida, la estrategia ya no da más de sí…. Hay que girar, cambiar de métodos, objetivos a la hora de escribir, de vivir…. Además uno llega a creer que la crisis pasará y se resolverá sin hacer nada. Puede ser un despeñadero, depende de tu reacción ante ese agotamiento del camino. Me parece un error pensar

que la crisis pasará y se volverá a la normalidad, y desaprovechar la ocasión para transformarte. —Entonces... ¿puede ser la crisis un germen creativo de primer orden? —Sí, si se reacciona, si te despiertas y cambias de planteamiento y aprovechas la ocasión para cambiar. Hay que huír de la autocomplacencia y no caer en la depresión… es difícil, sobre todo a partir de una edad, cambiar tu vida, requiere un gran esfuerzo y nos abandonamos. Por ello se me pasó por la cabeza dejar de escribir. Era la salida fácil. Dejé de escribir un año. —¿Y qué te llevó a retomar la escritura? —Esperaba que la crisis se resolviera


por si sola pero no se resolvía, esto me generó una sensación de culpa porque siempre he sido muy autoexigente en mi trabajo, disciplinado, metódico. Cuando llegó la crisis decidí que la mejor manera de pasarla era contarlo, bucear en el pozo de la misma crisis. Me había generado un sentimiento de culpa, me sentía como un monje que se va de juerga, escribir es algo vocacional y volver a la escritura me liberaba. —¿ Qué nos puedes contar sobre lo onírico en tu escritura? —Antes no era consciente de la importancia que tienen los sueños en mi escritura. Ahora sí estoy interesado en lo onírico, me interesa como filón narrativo. El sueño te da posibilidades de

explorar los personajes. Dejo que sueñen… Huyo del simbolismo como tal, huyo de su codificación pero dejando soñar a mis personajes la narración es más libre.

———

Alberto R. Torices. (Guernica. Vizcaya, 1972). Ha realizado los estudios de Trabajo Social y Psicología. Formó parte del consejo editor de la Revista Otras Voces. Artículos y relatos suyos han aparecido en diferentes revistas así como en prensa. Ha recibido los premios de relatos ‘Ciudad de Peñíscola’ (2001) y ‘Ateneo Cultural El Albéitar’ (2000), así como el ‘Tierras de León’, de novela corta (2004). Ha publicado hasta la fecha dos libros: la selección de relatos cortos Yo, el monstruo (Ediciones Leteo, 2002) y la novela corta Piel todavía muy blanca (ILC, 2005).


Escribir para ajustar cuentas con uno mismo Bibliografía propuesta por Alberto R. Torices

Estos son los libros que utilicé para preparar mi parte del taller. A cada uno le añado una cita o botón de muestra. Creo que todos apuntan en la misma dirección, la misma que señala Carlos Pardo en otro texto que también comenté aquellos días: “El animal defectuoso”, prólogo de la novela Lulu de Mircea Cartarescu. Me refiero a «la necesidad de acceder a algo personal, de escribir para sí, de ajustar cuentas con uno mismo antes de seguir fabulando». 1. La tentación de la inocencia, de Pascal Bruckner (1995). Radiografía implacable y pormenorizada de las tribulaciones del individuo (post)moderno. «Llamo inocencia a esa enfermedad del individualismo que consiste en tratar de escapar de las consecuencias de los propios actos, a ese intento de gozar de los beneficios de la libertad sin sufrir ninguno de sus inconvenientes. Se expande en dos direcciones, el infantilismo y la victimización, dos maneras de huir de la dificultad de ser, dos estrategias de la irresponsabilidad bienaventurada. En la primera, hay que comprender la inocencia como parodia de la despreocupación y de la ignorancia de los años de juventud; culmina en la figura del inmaduro perpetuo. En la segunda, es sinónimo de angelismo, significa falta de culpabilidad, la incapacidad de cometer el mal y se encarna en la figura del mártir autoproclamado». 2. Zen en el arte de escribir, de Ray Bradbury (1994). Febril (y muy contagiosa) celebración de la pasión de la escritura. «Todo lo que hice fue hecho con entusiasmo, porque quería, porque hacerlo me encantaba. El hombre más grande del mundo, un día, fue para mí Lon Chaney, fue Orson Welles en Ciudadano Kane, fue Laurence Olivier en Ricardo III. Cambian los

hombres, pero hay algo que sigue siempre igual: la fiebre, el ardor, la delicia. Porque quería hacerlo, lo hice.» 3. Zen en el arte del tiro con arco, de Eugen Herrigel (1968). Mucho más que un libro sobre zen en el arte del tiro con arco. «[…] el tiro con arco de ninguna manera puede significar un intento de lograr algo exteriormente, con arco y flecha, sino interiormente, con el propio yo. Arco y flecha son, por decirlo así, nada más que el pretexto de algo que podría darse también sin ellos; el camino hacia una meta, no la meta misma; ayudas para dar el salto final y decisivo». 4. Gramática de la fantasía, de Gianni Rodari (1973). Lectura de cabecera para cualquier persona interesada en el “arte de contar historias”, particularmente para quienes se aplican a la enseñanza de dicho arte, para ponentes de laboratorios poéticos… «Si una sociedad basada en el mito de la productividad (y en la realidad del beneficio) tiene necesidad de hombres a medias —fieles ejecutores, diligentes reproductores, dóciles instrumentos sin voluntad—, quiere decir que está mal hecha y que hace falta cambiarla. Para cambiarla, se requieren hombres creativos, que sepan usar su imaginación.» 5. Escribir, de Marguerite Duras. Sin palabras. «Uno se encarniza. No se puede escribir sin la fuerza del cuerpo. Para abordar la escritura hay que ser más fuerte que uno mismo, hay que ser más fuerte que lo que se escribe» […] «Algunos escritores están asustados. Tienen miedo de escribir. Lo que ha ocurrido en mi caso, quizás haya sido que nunca he tenido miedo de ese miedo».


páginas

salvajes “En el poema no vemos las raíces. A oscuras viven las raíces como todas las imágenes que vuelven. En el poema crece un árbol” Tomás Salvador González (del libro “Siempre es de noche en los bolsillos”)






Poema que nace de lo que nos inspira una pieza clásica: Corro con paso firme, escapo. La grandeza del espíritu. Pasos de ballet que giran, los ojos húmedos, los dientes brotando de la encía. Calles color sepia, esquinas amables. El alma se me sale por la nariz; cosquilleo en los dedos y en la nuca. Sal. Gaviotas y viento. Los brazos extendidos, la huida sin finalizar. Giro, giro, giro, giro sobre mí mismo. Puedo volar y nadie me buscará nunca. Silvia Abad Montoliú


Hay una boca antigua ciega de oscuridad que liba y escupe, que muerde y que sana, que dice la llama sin pasi贸n, sin desaliento roba aliento, lame y asesina, certera y terrible te pilla durmiendo y te borra, te consume, te descuartiza, te engulle sin despertarte, tranquila fluye su fuego y te envuelve placentera, y te gusta. Es el tiempo tu bendici贸n y tu condena Pablo Parra


[Sobre un cuadro de Egon Schielle]

Un latido, sin ritmo, ondula como la espuma en un sonido rama-lluvia. Vida menguante sobre un lecho desdibujado. Pupilas color noche Preguntan Imploran Invocan Miedo Miedo Suspendida la arquitectura de un cuerpo inexistente por momentos... Escondido dentro de un rígido y pesado traje. Atmósfera densa, en una respiración que huele, como un dulce en paquete-envuelto. Elena Robles Castañón


El azul del rostro v贸mitos amarillos, un humo dorado y rojizo la m谩scara hueca, la cabeza diminuta mira llamas azuladas salen de los pies, respirando se aleja va y viene, se recoge desaparece. Cova Villegas


Laberintos de papel, donde los ojos piensan... Laberintos de ideas. Imágenes, juegos de palabras... se esfuerzan por ser vistas, en medio de puzles de noticias, con fondos de colores. Tijeras, pegamentos, herramientas para escuchar el murmullo que envuelve toda la estancia. Las voces que allí habitan, se agolpan por salir y contarnos sus ideas, su verdadera esencia. Nos eligen... Y de forma casi automática, vienen a nuestras manos para dar forma a sus preferencias. El silencio abre una senda de muertos... El calor se acerca, buscaba una paz imposible... El desafío, las derrotas, allanaron el camino... Una constelación de palabras en un cielo inventado, donde un terremoto se acerca a un dormitorio de aparente calma. Te estoy buscando,¿donde te metes? ¿A dónde huyes? En medio de una guerra, en un vertedero, dentro de una maleta, haciendo equilibrio en un cable a gran altura. En el abismo de una mirada. Recordando los nombres de los que se han ido en un muro de cruces. Perdido entre la niebla, buscando la sombra de un pensamiento. Horadando significados dentro de marcos de ventanas blancas. Secretos sentidos que sólo un ojo mágico puede abrir, la puerta... Late un corazón de cristal, en forma de celosía de palabras, que como olas, surcan el universo marino, de la prensa diaria. Elena Robles Castañón




Lleva un jersey rojo de lana que le llega a la mitad del muslo. Debajo, nada. Apoya las manos a su espalda, en la madera donde está sentada, reclinándose en la mesa. Abre las piernas. Él la mira sin moverse. Tiene el pelo mojado. Le pregunta por qué está asustada en un francés siseante de palabras separadas por una fina chapa de metal. Ella le devuelve, desafiante, la mirada y se sube el jersey. Silvia Abad Montoliú Nota: Este poema nació en el taller a raíz de una lectura de poemas muy visuales, y está basado en “Rendez-vous”, de André Téchiné, 1985.



Ritual Incierto del nacimiento del amor perpetuo Nuabu voleman… Nuabi psicka bu..

BIS (estribillo)

Nuabu voleman Nuabi vuolo bi (Estribillo) Nuolo Majalih (Estribillo)

Nuoli psicka bu

Nouole noi sistemuá Nouole na vistimuá Kakrasantena!! Kakrasantena!! Nuabi Nuabi….

Jorge Pascual



Alocada











Pequeño relato a partir de una lista de palabras Nube+, Tempestad, Ensimismamiento+, Miedo+, Vendaval, Camino+, Sensación+, Infancia+, Aciago+, Impulsivo+. Inmensidad, Horizonte, Calma, Soledad+, Muerte, Pureza, Felicidad, Enamoramiento, Visceral, Profundo+

A

bro el ventanuco y salgo, nada en el bosque, humedales y una ligera brisa que mueve todo el agua que me empantana las piernas, como un suave sonido seseante de las luciérnagas al amanecer… Nado en el lago… Un impulso cercano, como un breve susurro de quien te quiere me mueve a llegar allá donde sale el atardecer… Nado cansado, pero me mueve el intenso color rojizo que veo en el cielo. Ya salgo del lago, ya veo los árboles y sus casas en ellos, donde jugaba de niño con los amigos … aquel lugar es perfecto para esperar y ver si llega alguien, con el que pueda hablar de todo lo ocurrido… Lo ocurrido nunca antes ha sucedido.. Jorge Pascual


TEORIZACIÓN SOBRE EL ACTO DE CREAR Dejar algo. No pasar sin más. No perder mi tiempo. Explorar. Sonsacar de mi cerebro. Recomponer la vida. Emplearme en aquello que me entraña, me emana de dentro y que no necesito ni si quiera explicar. No tendría porque hacerlo. Crecimiento personal. Compartir conocimiento. Dar voz a pensamientos, pero más del inconsciente. No sabría hacer otra cosa. Si no hiciera esto me pasaría la vida cocinando, para experimentar con los sabores, olores y colores, para luego probarlos y degustarlos. Posiblemente, nunca me he parado a pensar. Pero empezaré a hacerlo. Aunque eso es mí temor. Y ante el abismo de estar en arenas movedizas entre dos aguas, aún no sé qué acontecerá.

Isabel Medarde

HAIKUS

Sobre “La infancia de Iván” (Andrei Tarkovski) Ω Un desierto de agua el árbol y la polilla pequeños frutos en la luz. Cova Villegas

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Agua de madre ojos de mariposa la cuerda del pozo -ahoga-. — Una telaraña densa sueña manzanas y mariposas el agua suelta su cuerda. — Juega en un sueño el niño le observa el cuco se desborda el pozo. Elena Robles Castañón

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Cu-cu, cu-cu. Las manzanas se pudren, la inocencia vuela. Silvia Abad Montoliú

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Desde abajo el pozo Las manos buscan la estrella Canta el cuco. Joaquín Olmo


Viñetas para contar cuentos

El hombre sin forma

E

n la tienda de costura de la Señorita Mun no había día que no sucediera algo extraño. Telas que cambiaban de color; botones que aparecían y desaparecían; hilos que caracoleaban y formaban trenzas. Aquel día, la Señorita Mun estaba dando las últimas puntadas de un vistoso vestido de faralaes para una igualmente vistosa clienta, cuando cruzó el umbral de la puerta lo que parecía un hombre que sobre sí llevaba una gran tristeza. Y es que su mayor deseo era que cosieran para él un traje, pero nadie lo había podido hacer porque, como comprobó la Señorita Mun, su cuerpo era como el aire y al intentar tomarle medidas, con cada aliento o cada movimiento cambiaba de forma, cambiaba de sitio. Giraba, como giran las olas cuando el viento las lleva. Cuando la Señorita Mun le dijo que era imposible cumplir su mayor deseo, la desdicha de aquel hombre sacudió toda la tienda. Hasta la vistosa clienta cayó en una infinita tristeza. El hombre sin forma se alejó decidido a terminar con su tormento y con su vida lanzándose por el acantilado de afiladas

piedras. El acantilado al lado del faro. El faro que a tantos marineros había salvado y que parecía engullirlo a él esa noche sin remedio. Y entonces….esa gran luz. La vistosa clienta que, sin poder evitarlo había seguido al hombre sin forma, como quien sigue el olor de los dulces recién horneados, descubrió que, cuando la luz del faro se posaba sobre él, su cuerpo adquiría textura, se moldeaba como se moldea el barro en manos del alfarero. Donde antes solo se veía una triste, melancólica, fantasmagórica, desdibujada y huidiza figura, aparecía ahora una perfecta silueta digna de las mejores pasarelas… Lo que a partir de ahí sucedió fue toda una aventura. Carreras, gritos de aviso alegría; tomar mediadas; buscar patrones; puntadas y pespuntes; elegir colores. Aquella estructura antes casi incorpórea fue vestida al fin. Y de aquel acantilado ya no volvió un espectro, sino un hombre feliz… y muy elegante. Lorena de Paz


Viñetas para contar cuentos

Un twist muy animado...

P

aquito y Guadalupe no paraban quietos; les encantaba bailar.

Un día, Guadalupe le dijo a Paquito que por qué no iban a una discoteca, allí podrían bailar todo lo que quisiesen, con otra gente que también estaría bailando. A Paquito le pareció muy buena idea. Al llegar allí, sin embargo, el portero les miró con repulsión y les dijo que no podían pasar. Los chicos le preguntaron por qué e insistieron mucho, y el portero, que era un tipo muy refunfuñón, cubierto de sudor como una babosa gigante, los engulló. De pronto, nuestros personajes se encontraron en el estómago de aquel señor con tan poca paciencia. ¡Allí dentro olía fatal! —¿Qué hacemos, Paquito?

—¿Qué hacemos, Guadalupe? Y Guadalupe, que era muy lista, poniéndose un dedo en la mejilla, miró a su amigo con picardía. —Paquito, a nosotros nos gusta mucho bailar, ¿no es cierto? —¡Sí, claro que sí!, le respondió él. Guadalupe cogió a Paquito de las manos y le arrastró al centro de aquel horroroso lugar. Empezó a cantar, y pronto ambos estaban bailando un twist tan animado que el estómago del portero empezó a girar y a girar, como una de esas ruedas para hamsters, ¡y al pobre se le revolvió tanto el estómago que tuvo que vomitarlos! Silvia Abad Montoliú


Viñetas para contar cuentos

Dalila y la cajita de semillas

É

rase que se era una lóbrega habitación en la que Dalila veía cómo pasaban los días sin ningún aliciente, pues no se encontraba demasiado bien.

Pero una mañana encontró en una cajita que había sobre la cómoda unas semillas extrañas y, sin pensárselo dos veces, las empezó a extender sobre una gran alfombra color hierba, y luego las humedeció con un flish-flish, como aquellos con los que su mami la rociaba cuando le subía la fiebre. Enseguida aquellas semillas empezaron a brotar con una rapidez tal que hasta la gatita de Dalila, que se llamaba Brisa, las contemplaba anonadada.

No había transcurrido ni una semana y ya aquello había tomado unas proporciones cuasi de bosque. Hasta entraban los pajaritos cuando abría la ventana a posarse en los arbustos que habían aparecido como por arte de magia. Dalila, viendo todo aquel verdor se empezó a encontrar mejor, vamos, ¡Divinamente! Hasta sus fuerzas la volvían a acompañar, tanto tanto que abrió la puerta y decidida a fundirse con todo el explendor que observaba en la naturaleza, nunca más volvió a ponerse malita y pasaba de corrido por entre los robles y los pinos a una velocidad que parecía una gacela de las que veía en la tele. Flor R.


Cuentos a tres manos... Lola no paraba de llorar. Veía aquel dedo señalándola directamente, esperando la respuesta. “¡Lola! ¿Quién ha echado la comida de la lata de Mogli en el plato del abuelo?” —Yo. —respondió ella—. Si al abuelo se le trataba como a un animal, ¿por qué no echarle la comida del gato? La mirada de su madre se posó en ella con la dureza del que sabe que ha perdido. El abuelo, sordo, sonreía mientras se comía la lata sabor atún fresco. Lola, encorajinada, salió de la cocina sorbiéndose los mocos, y decidió que aquello tenía que terminar. Si su padre había matado al gato la semana pasada…¿no haría en cualquier momento lo mismo con el pobre abuelo? (Presentación de Isabel M., nudo de Silvia A., desenlace de Eloísa O.)

Entre los lagartos y el interior del edificio había una capa de metacrilato similar al que recubre el interior del cuerpo de un calamar; esto me permitía dormir sin tener de fondo el molesto salivar de los reptiles, pero no me dejaba salir de la habitación. Opté por coger uno de los lagartos y meterlo entre las sábanas de la cama de Nancy, que tenía una extraña fobia a los animales. Así aprendería. Y de paso, en lugar de dormir tranquilamente, Nancy me distraería con sus gritos y podría amordazarla una vez más. Para ello, activé la palanca de regreso al pasado, para volver a mi presente anterior. Es decir, al dos mil ocho. Aparqué con sigilo exactamente al lado de la almohada de Nancy. Activé la invisibilidad de mi kit de viajes en el tiempo y me bajé. Puse lo más lentamente que pude el lagarto junto a su oreja izquierda y me metí en la cama. Me abracé a mi peluche Tony, que llevaba ocho años sin verle ni acariciarle, y pensé…¿cuál será mi próximo viaje? (Presentación de Silvia A., nudo de Eloísa O., desenlace de Isabel M.)


Escribir con las “cartas” de Vladimir Propp (Ejercicio: escribir un microcuento entre tres compañeros, seguir la historia que cada uno desarrolle según la carta que le toque a cada uno)

1- (Información)

2- (Partida)

3- (Matrimonio)

Érase que se era,un país de hormigas, gobernadas por una reina maquiavélica. Contaba con la complicidad de las más sagaces informadoras, para que todo en el hormiguero estuviera atado “bien atado”. Eran tan serviles como apestosas. Chismorreaban todo lo que pasaba por sus antenas y lo transformaban en morbosidad. Un día una de las hormigas, una diferente que apenas trabajaba, ni chismorreaba, ni tampoco informaba sobre las demás decidió irse del hormiguero sola hacia lo desconocido. Se adentró en el bosque lejos de la seguridad del hormiguero. Y atravesó los arbustos que eran los límites que todos conocían. Muy lejos, a la orilla de un lago, la hormiga encontró una criatura extraña, no era una hormiga, era más grande con un vestido redondo rojo y lunares negros y tenía alas de terciopelo negro. Se miraron un tanto acobardados. “¿Quien eres?”, preguntó la hormiga “Soy una mariquita, pero si quieres puedo ser una hormiga con lunares, vámonos juntas, así el camino será más entretenido”. Y se fueron juntas charlando, riendo y al final se enamoraron,se casaron y como nadie es perfecto vivieron felices como hormiga y mariquita. (“Información” de Flor R., “Partida” de Daniel, “Matrimonio”, de Elena R.)


UN GRITO ROJO (Ejercicio para una relajación completa) Un grito rojo, la boca muy abierta, los ojos se salen de las cuencas y se han vuelto verdes, los colmillos afilados. No puedo respirar, pelo negro erizado. Cabalgo como un perro. Gruñidos, terror, tiniebla. Asalto. Forajidos en la noche. Y una luna llena tremenda. Vacío. Me duele este dolor como si fuera mío. Me espanto yo misma. Por favor, sacadme de aquí, no le quiero ver. Decidle que me deje en paz, que no me persiga, que no me atenace. Quiero verle morir con sus ojos verdes chirriando en la tiniebla. Muere por favor. Muere, muere, muere, muere... Isabel Medarde

ELLA, LA ARAÑA.

(Escrito basado en dos listas, trasunto del amor y de los miedos)

Me desperté llena de lágrimas en lo misterioso de la noche y en el espejo quise ver el reflejo de un cuadro del Bosco. Aterrada no pude sustraerme a su atracción y me aproximé lentamente. En el espejo vibraba la sombra de la caja de Pandora. Decidí abrirla aunque siguiera aterrada, y allí me estaba esperando Ella, la araña. Su sombra me desgarró por dentro, descuartizandome, sin pudor. Entonces acaricié el pelo y el cuello de aquella araña y en el espejo vi reflejadas todas las máscaras de todas mis caras. Isabel Medarde


En cada calle hay un individuo que sueña con ser alguien... “En cada calle hay un individuo que sueña con ser alguien. Es un hombre solo, abandonado por todos y que trata desesperadamente de probar que existe”. (Taxi Driver)

“El Girasol” Le llaman “el Girasol”, por su forma de ir cambiando de sitio en la plaza a lo largo del día, buscando el calor de esos rayos vitales. Antes hablaba, pedía de vez en cuando un cigarro, agradecía que alguien le llevase un bocadillo. Ahora solo mira, y eso a veces. Permanece quieto, callado… como si fuera un saco. Eloísa Otero

Está en un callejón, que es adonde da la puerta de la cocina del restaurante en el que trabaja. Allí están los contenedores de basura en los que vierte seis días a la semana los desperdicios de la comida. Tiene 35 años y una novia en su ciudad de origen que debe de estar echándole tanto de menos como él a ella, que es muy poco. Estudió Económicas casi por inercia, por salir de casa, pero sin ser capaz de ver el futuro al que dicha formación le dirigía. Sería porque el negro ya estaba ahí, intuido. Vuelca un cubo lleno de mondas de

patatas. Casi siempre cae alguna fuera y, aunque apenas pasa nadie por allí, él sigue recogiendo lo caído sistemáticamente. Y de repente se para, se queda quieto, en cuclillas, y piensa: ¿y si no lo recojo?, ¿y si lo echo todo fuera?, ¿y si vuelco los contenedores? Hoy quizá no, pero en unos días el olor llegará a las calles de los fondos y, poco a poco, cada vez más gente empezará a pensar en el cerdo que dejó toda la basura fuera. Y ahí estaré yo. Joaquín Olmo

Colores Todas las tardes al salir del trabajo, Daniel cambia su gesto ante el espejo, limpia sus manos de grasa y se viste de calle, dejando aparcada la funda azul marino con el número 45 en la cadena de montaje de la fábrica. Recorre con ansiedad en su precario coche, el trayecto de 20 minutos hacia la academia de pintura. Allí, se introduce en una paleta de colores, con sus manos con sus ojos de formas geométricas, circulares, iguales, desiguales. Dos horas respirando cielos, praderas, ríos caudalosos... Respirando miradas ajenas, que preguntan, que acompañan. Elena Robles Castañón


DOGMA 1. Lleva a los personajes al límite de su humanidad. 2. No importa cómo haya comenzado todo, cómo se conocieron los personajes o cómo han llegado al punto de partida; la novela comienza en el personaje, hay que escupirlo al mundo de pronto, sin previo aviso. 3. Para la novela, tener el corazón frío, para la poesía, caliente. 4. Buscar no que nos elogien o se sientan orgullosos de nosotros después de leernos, sino que se sientan inseguros. 5. Sentirse (no creer sentirse) mal escritor. 6. Llévate al límite de tu capacidad creativa: los muros acaban cayendo.

7. Si algo que has escrito no te da vergüenza ajena al leerlo meses después de haberlo creado, corrígelo de todos modos. 8. La poesía es una forma de vida. 9. No esperes la inmortalidad: ars longa, vita brevis. 10. Vives en un mundo en el que se ha matado la genialidad: resígnate y escribe sobre la resignación. 11. Vive. Silvia Abad Montoliú

MANIFIESTO PARA UN GRUPO SALVAJE Para vivir en lo poético no hace falta ser poeta. Basta con querer ser una salvaje y no dejarse clasificar en los compartimentos que la organización de nuestra sociedad nos pretende asignar. Isabel Medarde

MANIFIESTO / DECÁLOGO I. Partiendo de la máxima de que lo que no es tradición es plagio, deja de preocuparte por parecerte a otro. Hay preocupaciones más importantes. II. Deja que los ojos piensen. III. No hay que pensar, sino encontrar. IV. El que cuenta cuentos es el que cuenta la verdad. V. Nadie sabe qué es lo poético, deja

de buscarlo o lo matarás. VI. Preocúpate de darle a la musa suficiente material para que ella después solo descarte. VII. Trabaja con el cuerpo, relájate, no pienses. VIII. Tu voz es única, tan única como la de todos los demás. Calla un poco. Joaquín Olmo


(Sobre la fotografía de un emigrante) El cielo se desata, como una explosión azul. Descalzo persigo la sombra de las cosas. Mirar hacia arriba, dar vueltas. Un hormigueo recorre los miembros dormidos. Reverberan en mis oídos los ecos de los gritos de la gente... Presionan, salen por mis ojos-rombos. Duelen Mojan Desprenden... Voces internas que murmuran, cabalgan y se amontonan. Te lo dije hermano: Te verás extraño, has de correr, no parar. El abuelo sabe que una gran tormenta se acerca... Busca cobijo hermano, no mires atrás. Traspiramos miedo, somos piel-marioneta, en manos ajenas. Humo, en una ciudad-intemperie. No puedo llevaros conmigo, Sólo he de buscar un hueco... Quizás nos volvamos a encontrar, en una esquina, en una carta, en una cruz en el desierto. El abuelo te visitará en el sueño... Yo mantendré tu recuerdo, cada noche, en mi último pensamiento. El frío se cuela en los bolsos rotos de mi ropa vieja. Entumecido en un banco, espero una caricia cálida. Hace mucho tiempo que no contemplo, un amanecer tan hermoso.

Elena Robles Castañón


Listas, enumeraciones, notas que fui tomando en los días de laboratorio: (1) Recortes… (recortes, recortes, recortes…) Escapar de la significación (se trata de) Máscaras, celosías, cuchillas de ruido (que cortan el silencio) «… porque él hace su camino, sin preocuparse de…» Es mejor escritor que novelista «Los demás somos más inseguros y…» La Búsqueda del Sentido Dejaros llevar por vuestras obsesiones Liberar las palabras (se trata de) Que recuperen todas sus connotaciones (salvar los verbos) Te estoy buscando Te sigo buscando Te sigo buscando y no lo sabes Dejar que los ojos piensen… (2) “Esculpir en el tiempo” No hay palabras, vamos a empezar desde el balbuceo, vamos a inventar un lenguaje. Un lenguaje nuevo, una nueva humanidad. Lo poético, lo místico, lo rítmico, lo secreto, lo primitivo Construir con desechos. Una felicidad inocente, infantil. El poema como partitura, el lector como intérprete. “Todo lenguaje verdadero es incomprensible” (A.A.) «Liberar al niño legítimo» Las adherencias del lenguaje Hay algo dentro de nosotros que es incomunicable El lenguaje sirve pero no sirve Visceral, corsé Corporal, sentado La escritura tiene que venir de todo el cuerpo (no solo de la mente) Escribir DESDE SENTIR es el principio La escritura automática te hunde en tus temas Escribir sin adherencias El poema como desagüe


(3) Metamística Éxtasis dinámico Ejercicios de ir para arriba Oscuras tensiones hacia la entraña Retorno del sueño ascético hacia lo sensual El desbordamiento lumínico de la pantalla “A la tarde me examinarán en amor” (S.J.C.) Matar al yo y sentirme humanidad Misiones pedagógicas Punta de lanza / Laboratorio Tiempo, espacio, luz Trabajar con los elementos esenciales Siete cielos, Trece lagos “Con la LUZ DEGOLLADA y metida en un saco” Dale tiempo y te recompensará Lo cotidiano, lo desatendido El ángel caído El gran éxtasis del escultor… (W.H.) El tiempo de las castañas “No hay otro templo más vasto” (Uxío) Aunque sea poesía, no tiene por qué contener versos Alberto R. Torices


¿Quién era? Un monstruo. ¿Dónde estaba? Muerto. ¿Qué hacía? Quejarse. ¿Qué dijo? Ay. ¿Qué dijo la gente? Nada. ¿Cómo acaba? Mal. Silvia Abad Montoliú

¿Quién era? Un animal interno. ¿Dónde estaba? En un sueño. ¿Qué hacía? Me miraba de frente. ¿Qué dijo? -¿? ¿Qué dijo la gente? Tenía miedo. ¿Cómo acaba? Nos vamos la serpiente y yo sin hacer ruido Elena Robles


Entrevista

Víctor M. Díez

“En mi cabeza ya tengo un segundo laboratorio” En León, a 7 de junio de 2014. Nos reunimos en una cafetería de la calle de La Rúa. Hacemos balance del Laboratorio Poético con Víctor M. Díez, coordinador de esta actividad que se ha desarrollado en el Salón de los Reyes del viejo Consistorio leonés, entre febrero y junio de 2014. —Cova: ¿Cómo se llega a todo esto del Laboratorio Poético según lo has planteado tú: poesía visual, escritura, cine... cómo se puede abarcar todo eso?

—Partía un poco de la frustración de los talleres literarios. Quería hacer otra cosa. Se me ocurrió llamarle Laboratorio Poético, en el sentido de dejar abierto el resultado final. La idea era juntar a una


serie de gente interesada en lo poético, más que en la escritura propiamente, y por eso convoqué a personas de diferentes campos del arte que yo consideraba que tenían aptitudes poéticas. Me puse a pensar qué gente podía proponer dinámicas a este grupo, bien fueran actores, cineastas , escritores, pintores, o fotógrafos. Pienso que “lo poético” trasciende a todas las artes y es también sustrato de todas ellas, y que no es necesariamente literario, sino que lo poético es una actitud hacia lo que se expresa en la obra de arte en general. Le di vueltas a la cabeza y pensé ponerle como subtítulo “Grupo salvaje”. En el sentido de Bolaño, de poeta, de detective. Roberto Bolaño tiene una novela que se llama Los detectives salvajes. Y “los detectives salvajes” se refiere a los poetas, son una serie de poetas surrealistas, muy creativos y los llama así en la novela. Y yo lo digo en el prospecto, me gustaría crear un grupo salvaje, en el sentido de Bolaño, grupo poético, grupo poético en el amplio sentido de la palabra. —En este laboratorio se propone un trabajo abierto, es un proceso abierto ¿Qué esperabas de los participantes? —Yo esperaba cosas que ya he visto, esperaba gente que de alguna manera se nutriera de esto, como algunos que dijeron “esta mujer me dio la vuelta a la cabeza” (refiriéndose a Esther Ramón), o alguien que de repente descubrió que su mundo era hacer cuentos infantiles, gente que no conocía la obra de Chus, su obra fílmica y su poética, que me parecía muy interesante y que decía muchas cosas de lo que cada uno hace, porque es un cineasta que te pone contra las cuerdas, en el extremo de plantearte lo que tú haces. O el mundo reflexivo de Alberto R. Torices, el rigor de

los planteamientos de Eloísa Otero, el acercamiento de Ana Griott a lo oral y al mudo de la edición, el luo de ver cómo trabaja Tomás Salvador... —Nos ha parecido impresionante tu trabajo como conductor de estos laboratorios. Lo traías un poco preparado ¿no? —Estoy muy contento. Yo ya tengo en mi cabeza un segundo laboratorio, si se pudiera hacer. No creo que se pueda llevar a cabo, porque en esta ciudad lo que si he visto es que las cosas no continúan. —Y no crees que con la revista... —Yo creo que la revista va a ser un puntazo. Y voy a proponer que el Ayuntamiento la hagan en papel. Y que hagamos una presentación y que de alguna manera se visibilice. Que el problema que tiene esto es la visibilización. Es verdad que tiene su mérito que me lo hayan aceptado, porque yo lo propuse a lo salvaje. Y tampoco se busca que haya una rentabilidad o tenga que llegar a un puerto que ya esté predeterminado, porque me parece que parte de la gracia era que pudiera ocurrir lo que fuera. Y me lo aceptaron así. Y eso es un mérito. Que me lo aceptan sin saber muy bien qué es esto. —¿Disfrutaste el taller como alumno? —Lo disfruté. Aparte de que fuera mi obligación venir, lo he disfrutado. Mi labor a veces es quitarme del medio, claro, es muy difícil porque a veces la gente te pregunta a ti como responsable de la cosa. Me gustaría hacer una valoración crítica. Yo creo que hay cosas en el diseño que fallan, porque quizás ha durado demasiado, son muchos días. Si traes a alguien de fuera... Yo lo que os quiero decir es que, en mi cabeza, ya tengo el segundo. —¿Cómo sería un taller ideal, sin


condicionantes, en un mundo ideal? —Sería algo constante. Sería un poco como una lluvia fina pero creativa, en el que no mediara que tuviéramos que llegar a un fin concreto. Como funcionan algunos de esos grupos artísticos. Que se pudieran proponer proyectos que se llevaran a cabo a partir de la creatividad del grupo. Lo segundo ya no me importa tanto. Yo creo que surgirían las necesidades. Por ejemplo: estaríamos en un proyecto y diríamos que podíamos traer al director del Odin Teatre, o a Chema Madoz. Que pudiéramos tener esa capacidad de írnoslo planteando según fuéramos creando cosas. —¿Por qué necesitamos al Ayuntamiento para que esto continúe? —Porque son los que lo han acogido y pagado. Yo no creo en el crowdfunding (risas). Habría mucha gente de tus com-

pañeros que no hubieran podido venir si hubiesen tenido que pagar 200 € por cada capítulo. Que es lo que se cobra por un curso de estos. Considero que la Concejalía de Cultura se ha volcado con este proyecto que no produce rentabilidades inmediatas. En cualquier caso, si ellos deciden prescindir podríamos buscar otras salidas. ———

Víctor M. Díez (León, 1968). Poeta, actor. Es autor de ocho poemarios. Colaborador habitual de revistas literarias y prensa diaria, ha coordinado varios Talleres de Escritura Creativa para la Universidad y el Ayuntamiento de León. Como poeta de acción ha colaborado en la última década con músicos improvisadores en diferentes formaciones. Está inmerso en varios proyectos escénicos y audiovisuales como actor, guionista y dramaturgo. Tiene una dilatada trayectoria como agitador y gestor cultural.


El concejal de Cultura, Juan Pablo García Valadés, en la primera sesión del Laboratorio Poético, un día de febrero de 2014.

Laboratorio Poético León, 2014

Convocatoria de presentación de la revista y balance del Laboratorio Poético.


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