ARGENTINA 200 Aร OS
de la Declaraciรณn de la Independencia
SUPLEMENTOS ESPECIALES
El Bicentenario de la Independencia El 9 de Julio de 1816 culminó la dependencia política con la monarquía española y serenunció a toda dominación extranjera.
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on la independencia argentina declarada en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 9 de julio de 1816 constituyó el final de un proceso iniciado el 25 de mayo de 1816, en la ciudad de Buenos Aires. Aquella Revolución iniciada por líderes porteños en el cabildo de la ciudad capital del Virreinato inició una etapa de decisiones políticas y militares que condujo a la declaración de aquella independencia en 1816, en el contexto de un Congreso de representantes de varias de las ciudades del incipiente país. Fue el proceso de la emancipación, de la ruptura con las cadenas coloniales y extranjeras. En efecto, en el aspecto militar, y a pesar de duros reveses, este proceso fue relativamente exitoso. Luego de las batallas de Tucumán y de Salta, los sucesivos gobiernos patriotas lograron avanzar progresivamente contra los ejércitos españoles, aunque sin poder derrotarlos más allá del Alto Perú. Pero si el aspecto militar fue difícil, el proceso político fue mucho más complejo y gravoso, signado particularmente por los conflictos entre los líderes locales alrededor del control del proceso revolucionario. En este proceso conflictivo, rápidamente los dirigentes de la antigua capital del Virreinato se mostraron con un claro afán hegemónico y sin ánimo de compartir la conducción de las decisiones políticas. Ello le valió rápidamente el disgusto de muchas de las ciudades restantes, tanto del Interior como del Litoral del país. Estos antagonismos dificultaron desde un inicio un segundo objetivo de la revolución de mayo: la formación del autogobierno. Este proceso corría paralelo al emancipatorio, y tenía que ver básicamente con la consolidación del proceso constituyente. En este sentido, la Asamblea del año 1813 fue una primera reunión de representantes provinciales, con importantes medidas de carácter social, pero que no cumplió con nin-
Casa de Tucumán. Allí se proclamó la Independencia, que complementó el proceso iniciado el 25 de mayo de 1810.
Con la Declaración de la Independencia comenzó la construcción de los pilares institucionales del autogobierno. guno de sus objetivos primordiales: la declaración de independencia y el diseño de una constitución. Más aún, se hizo explícito el conflicto político central alrededor de la dirección del proceso revolucionario, al rechazar la participación de los representantes de la Banda Oriental en la Asamblea, aduciendo problemas de designación poco relevantes. El desafío del modelo de unión propuesto por José Gervasio Artigas ya estaba presente. El afán hegemónico de Buenos Aires hizo crisis en 1815, cuando se sublevó el ejército nacional en Fontezuelas contra el gobierno del Directorio. Ello obligó a la conducción porteña a un nuevo proceso de reconciliación con las ciudades del interior. Tucumán fue el lugar elegido para una nueva reunión de representantes, más cercana al interior profundo y a regiones que se aguardaba vincular y unir. El Congreso de 1816 logró cumplir con los dos viejos anhelos del ideal revolucionario: la declaración de la independencia y el diseño de una constitución. La primera fue suscrita el 9 de julio de
1816, cuando los representantes declararon finalmente la Independencia, completando así aquel proceso iniciado el 25 de mayo de 1810. Ese día, reunidos como “Provincias Unidas de Sud América”, los diputados presentes en Tucumán, manifestaron un Sí conjunto, propio y voluntario al afán de ser “una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”, completando lo que vecinos porteños habían decidido hacer años atrás, en el Cabildo de la ciudad de Buenos Aires. Allí mismo cerraba el ciclo emancipatorio, de manera exitosa. Allí comenzaba recién a nacer, incipiente y en ciernes, la futura nación, inexistente todavía. El segundo anhelo llegó tres años más tarde, y se cumplió medianamente. La primera Constitución del país naciente se escribió en 1819, pero fue inmediatamente rechazada por las fuerzas litoraleñas de Ramírez y López. Ello mostraba la dificultad seria que recorrería el afán de organización del nuevo país. Los intereses particulares, legítimos todos ellos, mostraban la seria dificultad de organizar tamaña variedad de diferencias en un solo espacio nacional común. Los líderes manifestaban su serio afán de conformar una nación única, pero los intereses en conflicto mostraban una mayor dificultad para hacer posible este anhelo común. Ello fue lo que sucedió durante 50 años más, y no terminó tampoco de manera pacífica sino por la lucha de las partes y la derrota de una de ellas. Así, a diferencia del ciclo
emancipatorio, la etapa constituyente no logró mostrarse igualmente exitosa, y debió resolverse más bien por la suerte final de las armas. El Congreso que declaró la Independencia en 1816 no representaba a una nación preexistente y definida, sino a un conjunto de ciudades semiautónomas y en proceso de formación y asociación. Fue un proceso contingente y abierto: manifestaban un sincero deseo de llegar a ser una nación, pero este afán estaba amenazado por los intereses particulares de cada una de ellas, que percibían la forma de la organización institucional de aquella nacionalidad de manera distinta y variada. En el contexto de esas diferencias, la conmemoración de Bicentenario es un motivo real de júbilo. Entre otras cosas, celebra un legado cierto y relevante de los padres fundadores: aquella visión por la que, en el contexto de serias amenazas externas y divisiones internas, supieron erigirse por sobre ello y declarar una independencia que los habilitaba para intentar, muy de a poco y a tientas, el duro camino de constituir la nación común y definir los modos institucionales del autogobierno. Como diría el Redactor del Congreso, los modos de aquella Constitución que al final, los haría “dueños de nosotros mismos”. Julio Saguir Dr. en Ciencias Políticas (Universidad de Chicago) y Vocal 1° del Ente del Bicentenario de la Provincia de Tucumán.
tiempo, nos acostumbramos a ver esas fronteras como barreras que nos separaban de los países vecinos. Hoy esas fronteras ya no existen más. Son espacios donde nos encontramos y desde donde buscamos generar pasos comunes de cooperación e integración. Hoy las fronteras nos unen. La historia de nuestro país es la historia de personas como cualquiera de nosotros, nuestros amigos o nuestros familiares, que a través de la unión logran sueños extraordinarios. Hace 200 años confiamos en que éramos capaces de conducir nuestro propio destino y futuro. Porque de eso se trata ser independientes: significa aceptar que dependemos unos de otros, que necesitamos que nos vaya bien a todos, que nuestro futuro está en nuestra capacidad de integrarnos.
Hace 7 meses, millones de argentinos eligieron un cambio y manifestaron la vocación de ser parte de ese cambio. Así empezamos a construir juntos, desde la diversidad que nos caracteriza y enriquece, esa Argentina que queremos para nosotros, nuestros hijos y nietos. Empezó una nueva etapa. Hoy somos un país que busca el diálogo con sus naciones hermanas, unidas por una historia de valores y tradición com-
partida. El mundo observa nuestra región como ejemplo, somos una zona libre de conflictos donde el Atlántico y el Pacífico se encuentran. Estamos reconstruyendo la confianza mutua y creando espacios de trabajo conjunto para generar agendas comunes y definir el lugar que queremos ocupar como región en el mundo. Los pueblos argentino y uruguayo están unidos por la historia y el afecto, y tienen un futuro por compartir. Por eso hemos reanudado los vínculos históricos y hemos manifestado nuestro compromiso conjunto sobre la política ambiental, energética y portuaria. Queremos que este vínculo se fortalezca para lograr que en el Río de la Plata haya pobreza cero, una meta que nos compromete a ambos Estados. Lo importante es confiar
de la República Argentina
en nuestras capacidades para avanzar en el logro de metas comunes. Hoy empieza el tercer siglo de nuestra patria. Hoy tenemos la oportunidad de lograr ese país generoso, pujante y próspero que queremos para nuestros hijos. Un país que confía en su gente y en sus capacidades, donde todos vamos a ser protagonistas. Los próximos 200 años van a ser de diálogo y convivencia fraterna. Juntos vamos a construir una Argentina sin personas que vivan en la pobreza, una Argentina unida y en paz, donde todos puedan tener una vida mejor y trabajando cada vez más junto con sus vecinos. Por todo eso, los invito a sumarse a estos festejos, como hermanos uruguayos, para que podamos celebrar todos juntos una nueva independencia.
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Los argentinos tenemos dos motivos para celebrar este 9 de Julio: se cumplen 200 años de la declaración de nuestra independencia y comienza el tercer siglo de nuestro país. El que vamos a vivir nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos. Un nuevo siglo que nos da la oportunidad de trabajar por esa Argentina con la que soñamos. En la querida provincia de Tucumán, hace 200 años un grupo de personas tomó la decisión de trabajar unidos para construir un nuevo país. Tenían esperanza en el futuro y una fuerte vocación de vivir en unión y libertad. Esa esperanza y esa vocación los mantenía unidos. El futuro los unía. Con la declaración de nuestra independencia también se delimitaron las fronteras de nuestro país. Durante mucho
Mauricio Macri. Presidente
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Los primeros 200 años
“Lo diplomático va paralelo a las relaciones humanas”
El embajador Guillermo Montenegro, en el país desde diciembre, dice que el vínculo bilateral con Uruguay es el que debió ser siempre “entre dos países con más cosas que unen que las que separan”.
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a relación actual entre Argentina y Uruguay es la que siempre debió existir, sostiene el embajador de Argentina, Guillermo Montenegro (53), quien señaló que la celebración del Bicentenario de lndependencia argentina debería ser “refundacional” y un impulso para mirar al futuro. Y en algunas cosas, admite este abogado divorciado y padre de tres hijos, exrugbier e hincha fanático de Boca Juniors, Uruguay puede servir como un ejemplo a seguir. —¿Cómo calificaría la relación actual entre ambos países? —Si uno hace la comparativa (se refiere a los años con el kirchnerismo en el poder en Argentina), estamos diez puntos. Pero la realidad es que son las relaciones que siempre deben existir entre dos países hermanos con más cosas que los unen que las que los separan. Las relaciones diplomáticas volvieron a ser el paralelismo con las humanas entre argentinos y uruguayos. En la diplomacia esto se había perdido y ya no importa ni decir por
qué. Hoy la relación es natural. Las reuniones con los cancilleres, para ver cómo están los temas planteados en la reunión entre los presidentes Tabaré Vázquez y Mauricio Macri del 7 de enero, son encuentro de trabajo normales. Me siento con los funcionarios de Cancillería uruguayos, para ver cómo está el tema de las visas a los artistas o el mejoramiento del servicio de migraciones en los puentes, y siento que trabajo con gente que quiere lo mismo. No es como en el truco, que estás orejeando las cartas y pensando si el otro te miente. No. Es: “Tenemos un problema, es verano y tenemos que optimizar los servicios en los puentes. Otra cosa sería mala para Argentina y mala para Uruguay. Tenemos que hacerlo porque es bueno para la gente y para los gobiernos”. No siento que haya dos equipos de trabajo. Las relaciones diplomáticas se basan en la confianza personal. —¿Y qué impronta le quiere dar a su gestión? —Quiero una participación muy activa en todas las actividades con las que se pueda colaborar con el gobierno uruguayo. Desde mi experiencia personal, como exfiscal, exjuez y exministro de Seguridad (de la Ciudad
de Buenos Aires entre 2007 y 2015, también durante la gestión de Macri), lo importante es: ¿qué tengo para dar y qué tengo para recibir? Como ejemplo, Uruguay está más avanzado en lo que refiere al derecho procesal, civil y comercial. Y en materia penal es al revés. Entonces, hablo de intercambiar especialistas. En energías renovables, eólica o solar, Uruguay está más avanzado. Entonces, mandame especialistas, para mantener un diálogo, donde no solo me cuenten lo bueno, sino también las equivocaciones. Yo (en Buenos Aires) creé la Policía Metropolitana y coordiné el Sistema de Emergencia de la ciudad. En eso puedo ayudar, también decir en qué me equivoqué. Pero lo más importante, al margen de la impronta específica, es que cuando me vaya Uruguay extrañe a un tipo que trabajó con ellos. —¿En qué aspectos todavía hay que hincar el diente? —El dragado de Martín García, una vez que esté en 38 pies, ¿no convendría que supere los 40? ¿No convendría llevar la costa más allá para tener barcos más grandes? ¿No convendría ver cómo bajamos los costos? Sobre el tema portuario, ¿conviene tener dos puertos de aguas
profundas? ¿Conviene tener uno, binacional? ¿Y dónde estaría? ¿Dónde sería más barato? Yo creo que ni se discutían esas cosas. Había proyectos de Argentina y proyectos de Uruguay, pero esto es parecido a vivir en el quinto y el cuarto de un edificio, ¿vamos a pagar dos salidas independientes al edificio? Hay cosas que vos hacés solo en tu casa, pero hay cosas que hacés en consorcio. Tenemos la suerte que el Presidente Macri tiene
hijos chicos, Guazuvirá me pareció maravilloso. Pero la verdad, me gusta mucho la zona ribereña del Río Uruguay; Salto, con la plaza vieja y la iglesia vieja. Y lo que tiene de bueno Uruguay, más aún que sus lugares, es la charla con el uruguayo. —¿Y qué lugar no tan conocido de Argentina recomienda? —Soy un fanático del norte, los Valles Calchaquíes, Salta y Jujuy por dentro. Es muy gracioso a veces porque no muchos argentinos van y allá te encontrás con holandeses y franceses. Me gusta Catamarca, La Rioja y bajar por San Juan pegado a la cordillera. Arrancar por Tafí del Valle en Tucumán y subir a Jujuy, en auto o camioneta, es algo maravilloso. —¿Cómo piensa que los congresistas de 1816 verían hoy a Argentina? —Creo que esta última etapa la verían mal. Pero esto no tiene relación con la política, sino con la desunión de los argentinos. Eso es lo más complejo de las últimas etapas: las posiciones generaron enfrentamientos que cruzaban el límite de lo normal. Creo que en eso, Uruguay es ejemplo en la institucionalidad, el respeto y la educación. En no llegar a la agresión personal.
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tar en una discusión bilateral con las grandes potencias. Si hay países con nuestros tamaños que discuten de igual a igual con cualquiera, ¿por qué no? —Antes de este cargo, ¿cuáles fueron sus vínculos con Uruguay? —Yo vengo desde los 17 años y paraba en el Hotel Casino Carrasco. Veníamos con Liceo Naval, mi club, a jugar contra Carrasco Polo. A Punta del Este iba porque tenía amigos, me quedaba en sus casas. A Uruguay venía mucho porque tenía amigos, muchos se vinieron a vivir a Punta del Este y a Montevideo. También he ido a Piriápolis. Pero me recorría todo. Pero mis vacaciones por lo general fueron en Argentina. Soy de Mar del Plata, ¡aunque en verano te querés ir porque te invaden! Yo me daba una escapada a Pinamar., a 100 km. —¿Hay algún lugar no muy conocido de Uruguay desde el punto de vista turístico que lo haya sorprendido? —Toda la zona de Colonia y Carmelo me parece muy linda. Pero también recorríi de Rocha a Treinta y Tres y me encantó. Lo que tienen ustedes es espectacular para viajar. Hacés 20 kilómetros y tenés donde ir. Si tenés
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una muy buena relación personal con el Presidente Vázquez. A mi, como embajador, eso me facilita. Tenemos necesidad de ir juntos. Pensar que países como los nuestros, Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, no pueden ir solos contra las potencias. No nos va a ir bien. Hay cosas que son más de criterio. Y en algunas decisiones recientes se fue perdiendo el criterio. —¿Qué les significa el Bicentenario de la Independencia? —La simbología del Bicentenario para nosotros es muy importante; además, es el primero nuestro como gobierno. Nosotros entendemos que es refundacional y también entendemos que esto no hay que centrarse tanto en hablar del pasado sino de proyectarnos al futuro. Y de establecer dónde queremos estar y que la región esté. —¿Y dónde quieren estar Argentina y la región? —En el mundo. Que no se acuerden de nuestros países solo por el Teatro Colón y Punta del Este. En algunas cuestiones específicas Uruguay aceleró, como en el tema energético donde tuvo una política clara durante los últimos diez años. En Argentina no hay nada de eso en ese campo. Queremos es-
TURISMO
en el noroeste argentino Una recorrida por la naturaleza, la historia y la cultura de Tucumán, Salta y Jujuy. Si bien la República Argentina tiene lugares turísticos de gran valor a lo largo y ancho de todo su territorio, la conmemoración de los 200 de la Declaración de la Independencia resulta una ocasión propicia para resaltar los atractivos del Noroeste, cuya población jugó un rol decisivo en el proceso que llevó a la consecución y defensa de la Independencia.
El Qhapaq Ñan: la ruta de los incas
Bellezas naturales. En
lo más alto de la Ruta 40, que corre paralela a la Cordillera de los Andes. Es la más larga del país, atravesándolo de sur a norte.
El Tren de las Nubes, en Salta.
SALTA
En esta provincia la aventura encuentra un oasis para desafiar cualquier expectativa: trekking, cabalgatas ti tr en e n los valles, tirolesa, rappel r a ppe o bungee-jumping ping ssobre el Dique Capi bra rafting en b r a Corral, C los llo os rrápidos o parapente t e en e la Cuesta del Obispo, son sólo alguObi nas nas opciones en oferta. ta. Desde el encanto de de La Puna con pueblos como Tolar bl Grande legado culG Gra Gr ran ande and de de de valioso v San Antonio de los tural, o Sa donde el tiempo paCobres, do rece detenido hasta que pasa el Tren de las Nubes, se puede intercambiar sonrisas con los pobladores, gente que se adapta a las inclemencias de
un clima seco y frío a más de 4.000 m. de altura. Salta es una bellísima ciudad activa de estilo colonial bien preservado, que alberga Peñas Folklóricas, el Museo de Alta Montaña (que relata la expedición donde se hallaron los famosos niños incas momificados en el volcán de Llulliallaco) y los nuevos circuitos gastronómicos, especiales para los amantes de la cocina criolla y andina. La cultura del gaucho salteño, las estancias, sus parques nacionales de gran belleza y la zona de los Valles Calchaquíes son otros recorridos imperdibles: Cachi, Molinos, Seclantás, Cafayate, localidad referente de la Ruta del Vino, que se enmarca entre quebradas de formas mis-
teriosas y colores perpetrados en el infinito. Se reconoce a la región por el carácter definido de sus vinos de altura y por gestarse entre los viñedos más elevados del mundo (de 1.700 a 3.000 metros sobre el nivel del mar). Las bodegas, la gastronomía andina, la hotelería boutique y la vinoterapia son claros fundamentos para no perderse la visita a la provincia de Salta. SITIO WEB: www.turismosalta.gov.ar CÓMO LLEGAR: Por tierra, a través de la Ruta Nacional N° 9 o, por avión, a su ciudad capital, distante a 1.605 Km de Buenos Aires.
JUJUY
TUCUMÁN
Tierra de múltiples colores, está compuesta por cuatro regiones con atractivos únicos, paisajes imperdibles y gran variedad de actividades que se pueden disfrutar durante todo el año. La Puna aloja desolados y espectaculares escenarios naturales que incluyen los famosos e inmensos salares; la Quebrada de Humahuaca (Patrimonio de la Humanidad) contiene pueblos como Tilcara, Purmamarca y Humahuaca, en los que el pasado se conserva casi intacto y el arte precolombino está presente en toda su extensión; Los Valles, de vegetación exuberante y unos ríos cristalinos con múltiples remansos; y finalmente Las Yungas, selva de altura que ofrece diferentes actividades para la aventura. Numerosas fiestas populares como los Carnavales, la Pachamama, el Inti Raymi y el festival de Casabindo, exquisitos platos regionales típicamente andinos y tejidos elaborados con finísimas lanas de llama, son otros atractivos a tener en cuenta a la hora de considerar esta provincia entre las opciones turísticas.
Conocida como el Jardín de la República por su exuberante belleza natural, Tucumán es la puerta de entrada al norte argentino y también la provincia más pequeña del país. Dueña de un encanto natural, ofrece llanuras y montañas, climas secos y húmedos, tupidas selvas y tierras áridas, modernas ciudades, apacibles pueblos, ruinas indígenas, altas cumbres, cuencas, ríos y valles. Introducircirse en la actividad del hábitat rural es un encuentro con la natuturaleza pródiga de esta provinncia. Los cascos de estancias o campos que ofrecen servicioss permiten descubrir la convi-vencia con idiosincrasias de paisanos y pueblerinos y degustar la gastronomía que de ellos proviene. El turismo arqueológico está tá muy desarrollado, ya que Loss Valles Calchaquíes fueron el escenaenario predilecto por los pueblos originarios que habitaron estas tierras, una de las principales reliquias de estos tiempos son las Ruinas de Quilmes. A Tucumán se la conoce no
Quebrada de Humahuaca en Jujuy es Patrimonio de la Humanidad.
SITIO WEB: www.turismo.jujuy.gov.ar CÓMO LLEGAR: Por tierra recorriendo las Rutas Nacionales N° 34 y 66 o, por avión, volando a su capital, San Salvador de Jujuy.
Museo Pachamama está ubicado en la localidad tucumana de Amaicha del Valle.
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Salinas Grandes ubicadas en el Altiplano.
sólo por sus espléndidos paisajes, como Tafí del Valle o Amaicha del Valle, sino también por su carga histórica. Para encontrar sus raíces hay que remontarse al legado de pueblos remotos, a la acción libertadora de los criollos, a los personajes que forjaron la industria azucarera y a los intelectuales que transformaron a la provincia en uno de los centros del movimiento cultural del norte argentino.
A caba llo del Tafí por las senda s SITIO WEB: www.tucumanturismo.gob.ar CÓMO LLEGAR: Por tierra, a través de la Ruta Nacional N° 9 o de la N° 157 o, por avión, a su ciudad capital, distante a 1.261 Km de Buenos Aires.
Esta publicación fue realizada por la Gerencia Comercial de EL PAIS S.A. en coordinación conla Embajada Argentina. Por consultas a Suplementos Especiales comunicarse al teléfono 29020115, internos 137 y 138.COORDINACIÓN PERIODÍSTICA: Raúl Soares Netto.- DEPTO. DE DISEÑO: Ezequiel Pérez Medeiros (Editor) Raquel Rodríguez (Jefa) TRATAMIENTO DE IMÁGENES: Fernando Mesa.- CORRECCIÓN: Mario Jauregui, Jacqueline Orellana.- FOTOGRAFÍA: Diario EL PAIS y Archivo Digital de EL PAIS. Se imprimió en la Planta Industrial de EL PAIS S.A. Ruta 1 y Camino Cibils. Tel: 2 901 71 15.- Montevideo, Uruguay - Julio 2016 Depósito Legal N° 369852
ENFOQUE
Los próximos cien años nos encuentran con un horizonte abierto
Este 9 de julio, además de cumplirse doscientos años de la independencia argentina, comienzan nuestros próximos cien años: una posición política y un desafío existencial.
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espués de décadas de estar atascado en el pasado, el debate político y la dirección de la mirada y de los esfuerzos de los argentinos empieza a concentrarse en el futuro. Del pasado se puede aprender, sin duda, pero no se lo puede cambiar. Sabemos que el 9 de julio de 1816 un grupo de personas que venían de distintos pueblos se reunieron en Tucumán y declararon la independencia de lo que terminaría sien-do Argentina. Venían de lugares muy distintos y no era obvio que se juntaran así como no era obvio que Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, terminaran siendo países separados. Seguramente tenían algo de miedo, seguramente tenían más preguntas que respuestas. Pero apostaron a un futuro distinto y a un horizonte abierto y por eso el pasado fue como fue: esas personas tomaron la decisión de vivir juntos, en unión y libertad. Esos pueblos se fueron convirtiendo en provincias y esas provincias en Argentina. Los doscientos años que vinieron después fueron complejos; no se puede trazar una línea sencilla de nuestra historia sin caer en generalizaciones y caricaturas. Hubo momentos mejores y peores, hubo momentos de desunión y hasta de violencia, pero una inmensa mayoría de los argentinos sigue manifestando hoy, como entonces, que quiere construir en conjunto, desde esa diversidad que aún hoy nos caracteriza y que nos enriquece.
El presente nos encuentra con muchos desafíos pero con enormes oportunida-des. Argentina tiene el potencial de su campo y de su agroindustria para llenar las góndolas del mundo en un momento donde las nuevas clases medias globales demandan más y mejores alimentos: desde la investigación en ciencias de la vida, la producción agrícola y ganadera y la industrialización y comercialización de alimentos procesados. En
pacíficamente y de manera transparente con sus vecinos) y saetilla. Y sus ciudades vibran con la producción de servicios y de cultura, desde software a cine y publicidad y producción literaria y universidades y tantas otras actividades. No hay duda de que los argentinos de hoy somos muy distintos a los de 1816 y a los de 1916. Una de las claves que nos distingue es que por primera vez en nuestra histo-
momentos en el que el mundo busca soluciones al cambio climático, Argentina tiene condiciones para producir energías renovables (solar, eólica, de biomasa, etc.) como pocos otros países. Tenemos nichos de excelencia en una gran cantidad de sectores industriales y el país maneja tecnología nuclear (siempre
ria llevamos más de treinta años ininterrumpidos de vida democrática. Más allá de lo que pueden crecer nuestra cultura democrática y los resultados de nuestra democracia en términos de políticas públicas, es un dato central que marca un antes y después en nuestra historia. Más aún, más de la mitad de
nuestra población tiene menos de cuarenta años y se crió en democracia. Es una población que nunca fue privada del voto y que no vivió en carne propia la dictadura. Estamos ante una generación democrática que deja atrás, de manera gradual pero inexorable, una de las mochilas más pesadas de nuestro pasado. Otra cosa que nos distingue, sospecho, es una concepción de independencia más amplia, que no se aplica solamente a la sociedad sino también a lo individual y personal: la decisión como individuos de liberarnos de lo que nos ata y limita y abrirnos a más y más posibilidades. No se define por algo que se busca dejar atrás sino por metas que orientan hacia adelante. Independencia es la autonomía de hacerse cargo del propio destino; de los deseos y los talentos y las fuerzas y las flaquezas; y hacer con eso algo nuevo. Un país independiente, protagonista, es un país de personas independientes y protagonistas. Depende de todos. No es cuestión solamente del gobierno, o de esta o aquella minoría de iluminados. Es cuestión de que juntos, aceptando nuestras diferencias, empujemos cada día para estar un poco mejor. Hoy, como en 1816, los argentinos nos encontramos ante un horizonte abierto. Las posibilidades de los próximos cien años son ilimitadas. Miremos al futuro con la certeza de que los próximos cien años serán mejores que los que pasaron, que los mejores días de los argentinos y de la Argentina están aún por venir. Iván Petrella Secretario de Integración Federal y Cooperación Internacional del Ministerio de Cultura de la Nación.