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saluda
AYUNTAMIENTO de Villanueva del Río y Minas
Estimados vecinos, un año más llega nuestra feria. En esta ocasión en unos de los peores momentos económicos de nuestra democracia, pero a pesar de todo, con trabajo, dedicación y procurando que al consistorio no le suponga un gasto que hoy día no puede soportar, más allá del esfuerzo personal de todos los que hacen posible esta celebración, intentaremos ofrecer una feria digna y sobre todo reparadora en felicidad para todos. Se abre nuestra semana de fiesta en pleno verano, deseando a todos que transcurra en convivencia y armonía, porque somos merecedores de esto y del mayor descanso posible, para que este año aciago en crisis por todas parte se suavice en la medida de lo posible. La feria representa por unos días el espíritu alegre de nuestras vidas y permite borrar cualquier discrepancia, consiguiendo muchas veces apartar problemas, dando paso a las emociones y las ilusiones que nos llevan a la felicidad. Ahora toca fiesta, disfrutadla lo mejor que podáis en compañía de todos vuestros seres queridos. Un abrazo. Francisco Barrera
Libro de Feria 2012 Revista Editada por: Delegación de Festejos Municipal Delegada Municipal: Mª Josefa Ferre Córdoba
Feria 2012 Fotografías a páginas completas de Juan Rodríguez
Maquetación Área de Cultura
REINAS Y DAMAS DE HONOR
REINA Yaíza García Hellín
Ana Bárbara Puente Ferre
Lucía Capilla Zambrano
Laura Fernández Ramírez
Mª del Carmen Céspedes Joaquín
Marina Martínez Rincon
L A CHIMENEA PRINCIPAL DEL POZO Nº 5 DE “MINAS DE LA REUNIÓN” Bastantes jóvenes paisanos y especialmente algunos de los forasteros que nos visitan, al contemplar la majestuosa y esbelta chimenea de las instalaciones del pozo nº 5, que fue construida en 1.920 por la compañía M.Z.A. “Minas de la Reunión” y que sin duda es uno de los símbolos mas bellos y especiales de nuestro patrimonio minero, se preguntan por qué fue construida con tan considerable altura, sobre todo comparándola con las demás chimeneas que están ubicadas próximas a ella, especialmente la chimenea del pozo nº 4. Voy a tratar a explicarles brevemente cual fue el posible motivo y necesidad de la construcción de las diferentes chimeneas construidas por la Compañía en nuestro yacimiento. Desde el comienzo de la actividad en la explotación Hullera, tuvo como fuente de energía el vapor producido por dos centrales térmicas que eran alimentadas con el carbón producido por la propia mina. Dichas centrales funcionaron durante todo el tiempo que duró la actividad de la explotación minera. En el periodo 1.876-80 se construye y pone en servicio el pozo nº 4 y con él la primera central térmica, consistente en una batería de 5 calderas Bietrix con una superficie de caldera de 75x5 m². Esta central producía el vapor o energía para hacer funcionar la máquina de extracción del pozo, las bombas de desagüe, la fábrica
de aglomerados, talleres y un turbo generador de energía eléctrica. Pues bien, para la evacuación de los gases nocivos producidos por dicha central (CO2, CO, H2S) a la atmósfera y que no dañase el medio ambiente, tuvo que disponer de las correspondientes chimeneas que los lanzasen a una altura necesaria para evitar la contaminación del aire, necesario para la respiración de personas y animales. Por aquellas fechas la población de la Mina, no ocupaba los niveles o cotas que tienen hoy día los barrios altos (Balbo, Calderonas, etc.) por lo que las chimeneas se construyeron con la altura necesaria para garantizar un aire relativamente limpio. A este respecto hay que reseñar que durante la actividad de la mina, la verdad es que la población no disfrutó de una atmósfera todo lo limpia deseada. Es una de las contribuciones que los habitantes de Villanueva tuvieron que soportar. Esta contaminación o aire enrarecido era normal e igual que los demás centros mineros carboníferos de la época. Téngase en cuenta que las viviendas de nuestra población utilizaban cocinas alimentadas con carbón, que era suministrado por la Compañía a los mineros. Aun recuerdo que en mi juventud al ir al colegio por la mañana, se veían las calles con una especie de niebla o humo y cierto olor característico de la combustión de carbón de piedra. Pero los habitantes de Villanueva se aclimataron perfectamente a
este ambiente con el que convivieron muchos años. Hoy día, ya que la explotación terminó, disfrutamos en nuestro pueblo de un medio ambiente envidiable y sano, dada la ubicación geográfica que tiene Villanueva del Río y Minas. Volviendo al tema que nos ocupa, tenemos que por necesidades de ampliación del campo de explotación del yacimiento, hubo que construir un nuevo pozo, que sería el más importante de la cuenca, el pozo nº 5. Con él, se construyó otra central térmica mucho más importante que la anterior del pozo nº 4. Dicha central estaba formada por 12 calderas Balcock Wilcox con una superficie de caldeo en m² de 102 x12 y 6 calderas con una superficie de caldeo en m² de 340 x 6. Esta central suministraba el vapor o energía para el funcionamiento de la máquina de extracción del pozo, de 600CV., y una serie de turbo-generadores que abastecían la energía eléctrica necesaria para los elementos auxiliares de la mina, (moto-bombas, talleres, alumbrando, almacenes, lampistería, lavaderos etc.), como el de toda la población. Conviene conocer el considerable consumo de carbón utilizado para el funcionamiento de estas centrales, que suponía el 13% de la producción de la mina. Como quiera que el consumo eléctrico iba siendo cada vez mayor, la Compañía en 1.923 tuvo que contratar con la Compañía cordobesa “MENGEMOR) el suministro de 2.100Kws
Estado actual de la Chimenea
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............................................................ Chimeneas del Pozo 5 y las de las Calderas en el a帽o de su construcci贸n (1920)
/hora. Con ello se consiguió que el consumo de las centrales se redujese al 8% de la producción total de la mina. Como consecuencia de la magnitud de esta central térmica, tuvo que construirse una chimenea de salida de gases y humos nocivos (Co2, CO, etc.) que garantizase la perfecta evacuación y evitar la correspondiente contaminación ambiental. Por estas fechas, ya la población de Villanueva había crecido notablemente ubicando sus barrios en cotas más altas, (Balbo, Calderonas, Transvaal, etc.) con lo cual esto exigía una chimenea que garantizase la no contaminación de toda la población. La cota mayor estaba en el cementerio (125 metros sobre el nivel del mar). La cota en la boca del pozo nº 5 era de 63,87metros, por lo que había que superar 125-63,87 = 61,13 metros de altura para cumplir con el objetivo de seguridad en la evacuación de los citados humos y gases nocivos. Efectivamente, se construyó una esbelta chimenea de SETENTA metros de altura con lo que rebasó 8,87 metros, la cota más alta de las viviendas existentes en la población. Mis queridos paisanos, creo haber satisfecho vuestra curiosidad acerca de la causa por la que nuestra querida chimenea fue construida con 70 metros de altura. No fue para embellecimiento del conjunto, sino para la protección del medio ambiente de los
habitantes de nuestro pueblo. Contemplémosla con admiración y cariño, y que algún día sea admirada formando parte del museo minero “Minas de la Reunión”. Joaquín Nieves Fernández
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L A VIDA IMPETUOSA DE UN MINERO SINGULAR La vida de mi vecino José Linares Sedana, ha transcurrido toda llena de percances. Si tuviéramos que contar todos los incidentes por él vividos tendríamos para llenar más de un espacio en cualquier programa de Televisión como uno que si mal no recuerdo creo que se llamó “Al filo de lo imposible”. Su vida serviría de argumento para un guión de una película de acción e intriga, ya que está llena de accidentes, de los que aunque no salió del todo ileso, al menos sí con vida. Gracias a que siempre tuvo una gran fortaleza física y ganas de vivir, ha superado con éxito todas las trampas que durante su vida le puso la muerte, venciéndola en más de una ocasión. Fue un día 14 de Agosto del año 1941 cuando solamente contaba once años de edad, estaba manipulando y jugando imprudentemente con una cápsula de los que son empleadas para activar el percutor o fulminante que hace explosionar las barrenas. Todo su empeño era hacerla funcionar de alguna manera, hasta que lo consiguió. Aquello explotó como sí hubiese sido una bomba de mano. Los efectos de dicha explosión no pudieron ser más desastrosos, ya que le mutiló varios dedos de la mano izquierda y perdió el ojo derecho, dejándole marcado para toda su vida. De muy joven era persona amante de los animales, siempre poseía algún perro al que gustaba enseñar para las cacerías. En una ocasión vio que una perrita de un vecino tenía en la boca algo raro, él creyó que se trataba de un hueso que se le había atrancado y al intentar acercarse, para socorrerla, la misma le mordió en las manos. Al Comprobar la agresividad del
animal, ya que mordió a más de una persona, decidieron sacrificarla y analizarla para ver si contenía la Rabia. Una vez que confirmó el médico que la perrita poseía la rabia, no tuvo más remedio José que ponerse un tratamiento para evitar que le entrase dicha enfermedad. Para ello tuvo que viajar todos los días en el tren durante un periodo de tiempo a Sevilla, era en el Barrio de Triana donde recibía asistencia médica. Con el tratamiento que le pusieron era contraproducente, según prescripción facultativa, bañarse o mojarse mucho el cuerpo. Después de haber transcurrido algunos días, el doctor que le atendía al comprobar que evolucionaba favorablemente le dijo que ya se podía bañar. Loco de alegría ya de regreso de la consulta médica camino de la estación del ferrocarril, al pasar por el puente de Triana llamado Isabel II, y como era verano, vio a unos cuantos jóvenes de su misma edad lanzarse desde el pretil del puente al Río Guadalquivir para bañarse. Al ver esto en sus ansias por
refrescarse sin temeridad ninguna, le dijo a todos los allí presentes de que él no tenía necesidad de ponerse en el filo del puente para tirarse al agua, porque era capaz desde el interior del mismo, saltar por encima de la barandilla. Cosa que hizo sin ningún miedo, recibiendo en su encuentro con el agua un golpe en la parte del costado que le hizo perder por unos segundos la respiración, pero como siempre, nunca se amedrentó, empezando a nadar disimulando delante de los presentes el dolor recibido. Ya de mayor, estando en otra ocasión cargando en un muelle que había en la estación de ferrocarril de las Minas, un vagón con piedras procedente de la cantera que hay en frente de dicha estación, con destino a Cazalla de la Sierra para la construcción del pantano del Pintado. Afanado en ello vio un hermoso lagarto dentro del vagón con la boca abierta, ni corto ni perezoso sin ningún temor, quiso cogerlo con las manos, pensando que dicho animal poseía excelente carne para degustarla. El bicho al verse acorralado de un salto se le enganchó con la boca en una mano a José, que con un dolor impresionante, al ver que no había manera de quitárselo, no tuvo otra ocurrencia que con sus dientes, darle un mordisco al reptil arrancándole la cabeza, y así se lo pudo desprender de la mano. Cuando le preguntó que si después de tantos percances a lo largo de su vida no ha sentido miedo alguna vez, responde haciendo suya una frase de Napoleón que dice así: “El miedo y yo somos hermanos, si no que yo soy el primogénito”, con lo que siempre me deja callado.
Aunque actualmente goza de una merecida paga por su larga vida laboral, no fue siempre así, ya que en su juventud le tocó años de escasez. Debido a ello cuando solamente tenia dieciséis años, para poder disfrutar de algunas pesetillas, con las que poder comprarse una cajetilla de tabaco, o poder ir al cine para ver alguna película, no tenía más remedio que ir todos los días a echar unas peonadas a la Vega y con el mal pagado sueldo que percibía escasamente tenía para sufragar estos pequeños gastos extras. A falta de otro medio de locomoción, para poder desplazarse e ir al campo a trabajar, todas las mañanas iba a la estación del ferrocarril para coger el primer tren llamado “Mixto” que salía de madrugada. Dado lo escaso que siempre se encontraba de dinero, la mayoría de las veces se montaba en el tren sin pagar billete, con el consabido riesgo que suponía el tener que estar huyendo del Revisor constantemente mientras duraba el viaje, y a veces, de la Guardia Civil. En una fatídica mañana del día 8 de Junio del año 1946, como de costumbre, se levantó casi de noche para poder coger el tren de madrugada que le llevaría al trabajo. En dirección a la estación, como iba con poco tiempo, quiso cortar camino por entre los olivos que había en el sendero que había junto al puentecillo del ferrocarril que está cerca de los antiguos talleres de Las Minas. La mañana estaba bastante oscura, andando entre los olivos con su cigarro encendido dado la poca luz en su precipitación, tropezó con una rama en uno de estos árboles que le hizo perder el cigarro. Afanado en su búsqueda perdió unos minutos, no pudiéndolo
encontrar. Estando en ello, se dio cuenta de que el tren ya había salido de la estación y decidió cogerlo en marcha a la altura del puentecillo. Cosa que hizo con gran riesgo para su vida, porque la velocidad que traía era alta. Pero sin el menor temor de un salto se subió en una de las garitas que tenían los vagones de carga. Estando en el trabajo a la mitad de la jornada, descansó para comerse el bocadillo de tortilla de patatas, al abrir el capacho, vio con asombro dentro de él, el cigarro a medio consumir que perdió por la mañana, cosa que le vino de perla terminándoselo de fumar ya que era el único que tenía. Aquel día en la vida de José quedó marcado para siempre. Quiso la fuerza del destino de que una vez más por falta de medios económicos para regresar de nuevo a su casa del trabajo, se montara en el tren sin pagar billete. Esto pudo costarle la vida; nada más hubo salido el tren “Misto” de la estación de Tocina, el revisor de turno, conociendo y sospechando
cuales eran los viajeros que iban sin billete, empezó a perseguir a nuestro amigo José por el interior de los vagones de pasajeros. Él mismo, al verse descubierto fue pasándose de un vagón a otro, y al llegar al estribo de uno de ellos, se encontró que el siguiente era uno de carga, por lo que no tenía comunicación directa con los demás. José, sin pensarlo dos veces, se encaramó por una escalerilla que tenían por el exterior los vagones para subir al techo con el objeto de burlar a su perseguidor. El tren proseguía su marcha, aumentando su velocidad, y los primeros vagones ya estaban cruzando el Río Guadalquivir, por el puente que hay cerca de la estación del Carbonal. Todo aquél que haya visto este puente, habrá comprobado que posee unos arcos de hierro limitando la altura de la carga de los trenes. Cosa que en su precipitada huida no se había percatado José, que azorado imprudentemente al llegar arriba sintió un golpe como si la guadaña de la muerte le hubiese
segado la cabeza. Todo sucedió en cuestión de segundos, el cuerpo desplomado cayó salpicando de sangre a todos los viajeros que había en el estribo del vagón. La fortuna quiso que José colara entre los dos vagones y fuese a posarse en el hueco de las dos viguetas de los raíles de la vía, pasando los tres vagones últimos por encima de él sin tocarle.
Al percatarse de lo sucedido todos los allí presentes, y la Guardia Civil de escolta, trataron de detener el tren, que no paró hasta no haber llegado a la estación del Carbonal ya que se encuentra cerca. En aquella confusión tuvieron que detener en la estación otro tren de viajeros llamado el “Carreta”, que iba en dirección a Sevilla, para poder recoger el cuerpo de José. En estado de coma y con el rostro destrozado por el golpe, fue trasladado al Hospital de la empresa de la Mina, donde el cirujano Don Francisco Martínez Sanz le hizo la primera cura recomponiéndole el rostro lo mejor que pudo, este gran y prestigioso médico conocido por todos por su eficacia profesional, al ver que estaba en estado de coma y comprobar la importancia
de las heridas que tenía, sobretodo las de la cabeza, le diagnóstico que clínicamente estaba muerto, diciéndole a la familia del accidentado, que se lo llevasen a su casa, vaticinándole que pronto acabaría muriendo. Con lo que no contó el Doctor, fue con la gran fortaleza y ganas de vivir que tenía José, y lo imprevisible de las reacciones del cuerpo humano. Cuando llevaba más de un día en su casa aun tenía vendada la cabeza, y al comprobar la familia el mal olor de las heridas al ver que seguía con vida, decidieron llevarle para ingresarlo en el Hospital de Sevilla, donde le atendieron y curaron de nuevo. Nadie apostaba por su vida, hasta que no hubieron pasado cinco días, José no retornó a reaccionar volviendo a hablar pronunciando algunas palabras. Poco a poco, gracias a su coraje por vivir se fue recuperando, dejando asombrado a todos aquellos que sabían lo que le había sucedido. A pesar de haber quedado con todo el cuerpo magullado y el rostro desfigurado, nunca tuvo pereza en el trabajo, metiéndose a minero y yendo por delante de sus compañeros en las labores más difíciles, gracias a su constancia y eficacia llegó a ocupar en la Mina el cargo de Vigilante. Cuando medio pudo, se compró una bicicleta que le servía además de pasearse, para salir al campo.
En una ocasión, que junto a otro amigo de su misma edad venían cada uno con su bici bajando a gran velocidad la cuesta de Miramontes en la carretera de Constantina, José como siempre quiso ser el primero en llegar al puente del Galapagar, tanto corrió, que al llegar a una curva, con tan mala fortuna, se salió de ella yendo a parar por un terraplén a un profundo regajo, por causa de ello nuevamente todo el rostro le quedó mal parado. En el año 1964 tuvo otro accidente, esta vez fue nuevamente de carretera, cuando iba conduciendo una moto, al llegar a la altura de la Capilla de las Hermanas de la Cruz, al coger la curva, por causa de la gravilla que había suelta en la carretera, el vehículo le derrapó saliéndose de la calzada y no parando de tropezar con la esquina de la Farmacia, donde dio José con la cabeza. Salió tan mal parado que perdió un oído con fractura de cráneo, pero dada su vitalidad, de nuevo se recuperó. En otra ocasión que alegremente, viajaba en automóvil en compañía de unos amigos a Sevilla para disfrutar viendo un partido de futbol, la muerte otra vez, quiso ponerle una trampa, provocándole un nuevo accidente. El coche donde viajaban derrapó saliéndose de la carretera dando dos o tres vueltas cayendo por un barranco y aunque quedó destrozado, todos sus ocupantes salieron ilesos con heridas leves, salvándose de la muerte milagrosamente.
interesante y delicado del tema los encuentros que durante su vida tuvo José con la Guardia Civil. Porque el mero hecho de enfrentarse aunque fueran verbalmente a la Benemérita, demostraba poseer un fuerte carácter rebelde con gran valor y que nunca admitía el ser humillado. Muy en particular, en aquellos tiempos de la Dictadura, en el que algunos componentes de dicho Cuerpo, hacían un uso injusto de su autoridad, castigando severamente cualquier pequeño delito o travesura cometida. A pesar de ello, José nunca se amedrentó enfrentándoseles en varias ocasiones, y algunas de ellas con bastante peligro para su integridad física, como se puede comprobar en sus relatos. En los años de la posguerra, en la gran mayoría de las familias mineras había carencia y no sobraba los alimentos. Para poder conseguirlos a falta de otros medios, los más avispados sin temor alguno, se aventuraban a salir al campo a por ellos; bien fuera a por frutos o cosechas del año, de cacería o de pesca al río. Cosa bastante arriesgada en los tiempos de la Dictadura ya que la Guardia Civil andaba siempre por el campo a la caza y captura, quitándole a todo aquél que cogían lo que llevaban encima, no sin antes haberles dado algún que otro palo, según fueran los sentimientos humanos del Guardia de turno. A pesar de ello, José siendo todavía un zagal, nunca tuvo miedo y casi todos los días iba al campo para
conseguir algún alimento para llevar a su familia. En una ocasión junto a otros amigos fueron a la Sierra y en la Finca de Rilla, donde hay una gran cantidad de higueras, pasaron y cogieron de este fruto, llenando un pequeño saco se lo echaron al hombro, para llevarlo a sus casas. Cuando venían de vuelta por el camino no tenían más remedio que pasar por el Cortijo de la Mesa de las Viñas. Era en este punto donde había una pareja de la Guardia Civil, que escondida esperaba a todos aquellos que bajaban de la sierra. José y sus amigos, hasta que no estuvieron cerca de la Benemérita, no se dieron cuenta de su presencia, todos temblorosos no supieron que contestar cuando le preguntaron que qué era lo que llevaban en los sacos y de donde venían. En vista de que todos quedaron mudos y boquiabiertos, uno de los guardias dirigiéndose a José en tono autoritario le dijo:-¡Habla tú, el de los pelos rizados!- José al verse acorralado no tuvo otra ocurrencia que decir que los higos que llevaban se los habían regalado. El gendarme no quedó satisfecho e insistió preguntando de nuevo, pero en esta ocasión se dirigió al más pequeño del grupo que todo lleno de miedo y tembloroso confesó la verdad. Fue entonces, cuando después de ordenarles que dejaran la mercancía en el patio del Cortijo, con una vara de olivo les dieron unos cuantos azotes, uno por uno, a
todos los del grupo. Cuando le tocó a José recibir el castigo, con mirada desafiante y sin temor alguno, esperó paciente el martirio, cosa que al parecer invitó aun más al Guardia, que sin piedad de ninguna clase con toda su furia, la emprendió a palos con el joven muchacho. Fue tanto el dolor que percibió que calló, y al comprobar que no paraba de recibir golpes sin temor ninguno, y lleno de odio, no tuvo otra ocurrencia que darle un bocado con toda su fuerza al Civil en la pierna. Ante esta inesperada reacción de José, el Guardia todo dolorido se echo mano al lugar a donde recibió el mordisco comprobando que tenía una profunda herida sangrante. Momento que el autor del mismo aprovechó para emprender una veloz huida, no parando de correr hasta no haber llegado a su casa. Una vez en el Pueblo su familia tuvo que emplear toda clase de influencias, suplicando ante las autoridades para que a José no le diera otro castigo más grave, cosa que les costó algún trabajo conseguir. En otra ocasión siendo mayor, cuando ya tenía coche propio, uno de los días en que acostumbraba salir al campo, estando en la Sierra cerca de Constantina, con el objeto de cazar con redes unos cuantos pajaritos, le sorprendió la Guardia Civil. Eran los últimos años de la Dictadura cuando estaba próxima la Democracia, había más tolerancia y las autoridades se estaban adaptando, a otras normas más
flexibles y justas. Cuando uno de los jóvenes Guardias dirigiéndose a José le preguntó que qué era lo que hacían, y qué escondían en el coche, éste diciendo la verdad les dijo que solamente tenían una red para coger pájaros que engañados acudían a los bebederos de agua que les ponían. Y que la lona la utilizaba, para tapar los charcos de agua, no dejándoles más opción a las aves para poder beber que acudían a los bebederos que había junto a la red, a donde caían presos de su sed. Al insistir el Guardia Civil, no creyendo lo que le decía José éste le dio su palabra de honor de que le decía la verdad. A lo que en tono de burla el Civil le contestó, que qué honor podía él tener, dirigiéndose al coche con el objeto de registrarlo. Esto colmó la paciencia de José, que ofendido e irritado, le dijo que él tenía más honor y palabra que toda su casta. En esta discusión y acaloramiento el Guardia echando mano al revolver le amenazó con pegarle un tiro. José reaccionó con más ira todavía, cogiéndole la mano al gendarme con la pistola se la llevó a su cabeza, diciéndole en tono desafiante de que no tenía agallas para dispararle. En vista del cariz que estaba tomando la situación los que estaban presentes decidieron intervenir tratando de apaciguar los ánimos y como pudieron convencieron a José diciéndole que se dejara de locuras ya que podía buscarse una ruina accediendo éste a ir a presentarse al
Cuartel de la Guardia Civil de Constantina. Una Vez que estuvo en el lugar después de haber contado al Sargento lo ocurrido, éste bondadosamente le dejó libre, no sin antes decirle que tuviese más prudencia porque la próxima vez no le perdonaría. Muy pronto llegó la próxima vez, también en esta ocasión el reencuentro con la Benemérita fue en la Sierra dentro del término municipal de Constantina. Yo pienso que tanto le gustaba a José el campo, con sus productos, que su coche sin que nadie lo condujera se sabía solo el camino. El percance ocurrió un día que decidió ir a coger en una finca donde había nogales, un saco de nueces para comerlas en Navidades. Estando el terreno vallado no tuvieron más remedio él y su acompañante que aprovechar la hora en que uno de los trabajadores abría la cancela de la cerca para dar de comer al ganado y sin que éste lo viese se colaron dentro. Estaban tan distraídos afanados en coger nueces que no se percataron, de que el encargado de dar pienso a los animales, cuando hubo terminado se fue, poniendo de nuevo el candado en la cancela. Cuando se dieron cuenta de que estaban encerrados, no se preocuparon lo más mínimo y siguieron cogiendo nueces pensando que no tardarían en volver a abrirla. Lo que nunca se imaginaron era que quien abriría de nuevo la puerta fuera la Pareja de la Guardia Civil, la
misma al ver el coche de José aparcado y ser su matrícula conocida por estar varias veces denunciadas, decidió entrar para ver lo que en esta ocasión hacía el dueño del vehículo. Éste al verse de nuevo sorprendido, por la Guardia, que quiso la casualidad de que fuera el mismo con el que tuvo el percance cuando cazaba los pajarito con la red, contándole la verdad les pidió que le perdonara. El joven Guardia les dijo que le acompañaran de nuevo al Cuartel de Constantina, a lo que cedieron sin replicar. Una vez allí, el Sargento le enseñó una libreta donde la matrícula del coche de José, estaba denunciado en muchas ocasiones por casi todos los guardas de las fincas de la comarca a los que tenía intrigado su vehículo, ya que se colaba en casi todas partes. De nuevo el Sargento lo mandó para su casa, ya que le había caído en gracia, diciéndole que la próxima vez que quisiera algo de una propiedad privada, le fuese a buscar, porque él le facilitaría un permiso. José se volvió a casa reflexionando, sacó la conclusión de que en todos sitios existen personas de buen corazón. A pesar de las muchas veces que a lo largo de su vida la muerte trató de segarle, él la venció. Fue como el ave Fénix que resurgió de las cenizas. José salía siempre triunfante, cada vez con más ganas de vivir hasta llegar a la longevidad. Son cosas del destino.
Pepe Hinojo.
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2012
L as luchas de poder y el refugio de Quevedo en Villanueva del Río DON FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS (nombre abreviado).
........................................................................................................................... Francisco de Quevedo
Durante algunos años y en mis labores de investigación sobre la historia de Villanueva del Río, me encontré por casualidad algunos documentos sobre las luchas de poder que existían en la época de los Austrias Menores durante la decadencia española. En los que se hablada de la amistad de Quevedo y el Marqués de Villanueva del Río y que a continuación expongo: Las luchas de poder y el refugio de Quevedo en Villanueva del Río. DON FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS (nombre abreviado). Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas (nombre completo), nació en Madrid el 14 de septiembre de 1580, y falleció el 8 de septiembre de 1645. Fue un escritor español prolífico, político, y noble pues tenía el título de Señor de La Torre de Juan Abad y Caballero de la Orden de Santiago. Cuando Francisco de Quevedo al hacer su testamento, aparte de sus dos amigos don Florencio de Vera y Chacón y don Francisco de Oviedo, designa como albaceas y testamentarios “a los excelentísimos señores duques de Medinaceli y Alcalá y al duque de Güesca…”(1), el primero es llamado duque de Alcalá en la correspondencia de Quevedo
desde la muerte de su esposa Ana María Luisa, V Duquesa de Alcalá. El segundo, marques de Villanueva del Río y duque de Alba, aparece con el titulo de Duque de Huéscar, propio de los primogénitos de la Casa de Alba y que empezó a usar doña Antonia Enríquez de Ribera desde su matrimonio don Fernando Álvarez de Toledo, hijo mayor del V duque de esa casa. Y que refleja una amistad cuando se refiere a el con cierta familiaridad cuando en Mayo de 1636 escribía desde Madrid: “Aquí llegó ocho días hace el marqués de Villanueva del Río, y estando yo en mi posada anteanoche, se entró por la puerta solo sin criado alguno; es un muy notable señor. Díjome ayer, que fui a verle, que el Almirante hacía como que iba contento, siendo así que no lleva en su patente nada de lo que se ha dicho; y de otra persona, que yo diré a vuecelencia, supe que estaba dado a los diablos” (2) A través de estas notas, se observa una relación de Quevedo con la más rancia nobleza andaluza de la época y que esta relación y su amistad con el duque de Osuna que fue su mecenas durante toda su vida, hizo que estuviese incluido dentro de la órbita de las familias Téllez, Guzmán, Enríquez, Girón, Ponce de León, Medinaceli, todas ellas emparentadas por matrimonios entre si y que se oponían al Conde-Duque de Olivares por ser este como
se conoce ahora “un trepa”. Si bien este, interviniendo en la prisión de Quevedo porque era su obligación, que no por venganza personal, y que quizá por alguna razón de estado que se desconoce e imposible de averiguar. (3). Habida cuenta el fracaso de la conjura para la independencia de Andalucía, el CondeDuque se permite ser magnánimo con el duque de Medina sidonia, cabecilla de la rebelión, combinando severidad en el destierro con el perdón de la vida cuando Olivares puso las cosas en su sitio. Cuando el 2.X.1618 el CardenalDuque de Lerma cae en desgracia y es desterrado a Valladolid, su sustitución por el Duque de Uceda no mejora la posición de Osuna, y Quevedo debe abandonar Nápoles para España, acabándose su carrera política al caer estrepitosamente su protector el Duque d Osuna, haciendo que Quevedo se refugie en casa de su cuñado el Marques de Villanueva del Rio, hasta que mejorasen la cosas ya que la conjura surte efecto al prestar oídos Madrid a las falacias de Venecia : Bedmar es destituido y Osuna acusado de ambicionar el trono napolitano. Sin que pudieran ser plenamente demostrados estos cargos, la independencia del virrey a la hora de actuar y su evidente valía y ambición le hicieron sospechoso a ojos del Rey y fue llamado a Madrid en 1620. Allí, Osuna, suspendido en todas sus funciones, debe
........................................................................................................................... responder a las acusaciones de traición ante el Consejo Real, pero al sentarse en el banquillo su caída es inmediata, aunque al no prosperar el "caso", sería rehabilitado poco después. A pesar de que el CondeDuque de Olivares cuando inició su gobierno, su primera medida fue separar del poder a todos los personajes que habían estado en con los validos Lerma y Uceda, condenando con castigos ejemplares los abusos del reinado anterior, además de situar en sitios estratégicos a sus propios parientes y amigos. Con la muerte de Felipe III en marzo de 1621, y la entronización de Felipe IV, se produce un cambio de Gobierno al ceder éste las riendas del poder a Olivares, quien empezó a arremeter contra la alta aristocracia, y concretamente contra los duques de Osuna y de Alba. El 7.IV.1621, Osuna es arrestado y llevado al castillo de La Alameda, nombrando Felipe IV una junta para procesarlo a la vez que la esposa del duque, Doña Catalina Enríquez de Ribera, marquesa de Villanueva del Río, enviaba, desde Nápoles, un memorial al monarca, lavándole de toda culpa; un gran gesto en vano. El III Conde de Olivares empezó a llamarse Conde-Duque de Olivares desde que se le concedió el Ducado de Sanlúcar en 1625. A su muerte, el título de Duque de Olivares fue
desglosado del de Duque de Sanlúcar. Finalmente, las guerras de Portugal y Aragón y la conspiración andaluza, terminaron derrocando al Conde-Duque de Olivares el 17 de enero de 1643. Cuando el Conde-Duque de Olivares fue apartado del poder, para morir poco después, su sobrino don Luis Méndez de Haro y Guzmán, 'Conde de Carpio y Duque de Montoro', heredó parte de su patrimonio y la privanza real. En 1621, Quevedo publicó las comedias “Las Grandezas de Alejandro” y “Los Prados de León”, dedicados al Duque de Alba Antonio Álvarez de Toledo y a su hijo el duque de Huéscar don Fernando Jacinto Álvarez de Toledo, su amigo, que en 1612 había celebrado su boda con doña Antonia Enríquez de Ribera hija del marques de Villanueva del Río, dedicándole un sentido “Epitalamio” en cuyo fragmento: “Tal vos, Alva dichosa, hijo del sol, clarísimo Fernando, en cuya luz hermosa la luna de Mendoza está mirando su más claro horizonte los rayos de Toledo y de Belmonte”(5) Esta trayectoria así como su preparación
para la literatura hace que el estilo barroco nazca de la unión entre el conceptismo y el estilo lacónico o “cortado”, en cuyo periodo formativo Quevedo y Gracián son los dos mas grandes escritores que utilizaron este estilo y que enlazan con un conjunto de poemas dedicados a “Lisi” que se encuentran en la sección segunda de la musa cuarta, de Erato, según dispuso el editor José Antonio González de Salas para el Parnaso Español en 1648, siguiendo una disposición del propio Quevedo antes de su muere el 8 de septiembre del mismo año. Este ciclo lo componen un total de setenta poemas, todos ellos sonetos, excepto tres idilios, un madrigal y una composición en redondillas. Escritos según parece entre 1623 y 1645, formando una especie de cancionero de amor donde se encuentran varios de los poemas mas humanos de Quevedo y algunos de los más celebres y conocidos, L. Astrana apuntó a una dama sevillana llamada Luisa de la Cerda, aunque también cabe la posibilidad de que fuese la hija del Marques de Villanueva del Río durante su refugio en la casa del marqués, aunque no se otorgó ningún nombre seguro, siendo así que escribe: Si mis parpados, Lisi, labios fueran, Besos fueran los rayos visuales De mis ojos, que al sol miran caudales Aguilas, y besaran más que vieran.
Felipe IV
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(495,vv.1-4) En este soneto Quevedo hace que sus sentidos de reclamen un goce físico de Lisi, paralelo al más sentido erótico de su poesía y que expresa el deseo interior carnal del yo poetico, totalmente barroco, donde lo sexual prácticamente no existe, donde no busca el placer temporal ni la continuidad de la especie, busca el placer eterno y la continuidad de si mismo, sabedor posiblemente de la imposibilidad de de acceder a escala social mayor. En este estado de cosas la relaciones de Olivares con Quevedo fueron generalmente buenas, sin ser excelentes, y que a pesar de su permanente y fiel vinculación con el grupo de los Sandoval, el conde-duque lo tolera , le encarga trabajos y su esposa es la destinataria de la famosa carta sobre los sentimientos de Quevedo acerca de una posible esposa en la que declara “Yo Señora, no soy otra cosa sino lo que el Conde mi señor ha deshecho en mí, puesto que lo que yo me era, me tenía sin crédito y acabado; y si hoy soy algo, es por lo que he dejado de ser, gracias a Dios nuestro Señor y a su Excelencia”(4) y gracias al conde duque de Olivares, recuperó el favor real y fue nombrado secretario de estado. .
Sin embargo su oposición a que Santa Teresa de Jesús fuera nombrada copatrona de España (junto a Santiago, por tanto) le valió la desconfianza del Conde duque de Olivares y pronto, en 1639 la pena de prisión. En 1643 fue puesto en libertad y se retiró de la corte para vivir definitivamente en Torre de Juan Abad, su señorío. En sus poemas reflejó perfectamente el pensamiento barroco. La desilusión y la melancolía están en su obra tan presentes como la sátira y la burla. Escribió además de poemas, tratados políticos, como la "Vida de Marco Bruto" (1632-1644), obras ascéticas y morales, crítica literaria... y relatos satíricos como la "Historia de la vida del Buscón, llamado Don Pablos" (1626). 1. Obras de Quevedo, edición Felicidad Buendía, Verso - Madrid 1960. p.1097ª y 1000b. 2. Epistolario de Quevedo – p.381 3. Marañón, G.: op. Cit., p.135 4. E.-p-246 5. ed. Sancha, tomo IV, pag.441.
Antonio Céspedes
Conde Duque de Olivares
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Casa de Quevedo en Torre de Juan Abad
Poemas
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En Villanueva del Río, han puesto una panadería, cosa qué tó el mundo quería, qué con unos buenos clientes y un buen panadero, qué nos hace tó lo qué queremos y ésos bollitos redondos, qué nos llaman la atención, lo tostamos, le echamos aceite de oliva y se nos cura tó. María García Chica.
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