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MINTRAB ENCUBRE INCUMPLIMIENTO.

Como sabemos, el país tiene un Código de Trabajo que pese a múltiples reformas, contiene derechos básicos para la clase trabajadora, desde la libre organización sindical y negociación colectiva a limitar la jornada de trabajo. Cubre lo fundamental. Sin embargo, el Derecho del Trabajo, ha tenido una difícil evolución. Ha sido atacado interesadamente, por “empresarios” cavernícolas, desde su implantación en el país, con el argumento de que es avanzada comunista, su enseñanza e investigación en las universidades del país ha sido debilitada. Acompasado aquello con una criminal represión en contra de estudiosos y promotores en el seno de la clase obrera y campesina. Acciones que no son parte del pasado. Persisten aquí y ahora.

Así, sin fortaleza sindical, limitado trabajo académico y muy pocos juristas litigando en el ramo laboral. Es bastante difícil que se apliquen y avancen los derechos del trabajo. Si a lo anterior agregamos un Ministerio del Trabajo, inoperante y complaciente, la situación se agrava. Ha sido histórico que ese Ministerio este en la parte baja del gallinero de la institucionalidad pública. Su debilidad no es casual, está diseñado para eso: fracasar en su misión de resguardar los derechos de los hombres y mujeres del trabajo. La situación es bastante más ominosa, para trabajadores campesinos en la finca. En la pomposa agroindustria. Hasta la presidencia de la República es parte de la conspiración en contra de sus derechos. Basta con su decreto de rebaja al salario mínimo para el campo, disfrazado de salario diferenciado. Es claro, la clase trabajadora tiene en contra al Estado mismo y a la elite empresarial. Esto pese a la cacareada modernización tecnológica de la finca, presumida por azucarados terratenientes. Los derechos de los trabajadores campesinos, marchan en las mismas condiciones de “los viejos tiempos”: pago por tarea, escamoteo en el peso de frutos cortados, represión a la organización sindical, contratación tercerizada y por rotación. Presumen eso sí, los terratenientes -ahora- corporativos de sus propios decálogos sobre derechos humanos y laborales, que evidentemente, no cumplen. Incluso propalan alentar la libre organización, pero no en sindicatos, “pues los trabajadores no quieren eso ni negociación colectiva”. La empresa les otorga “tantos” derechos que rehúsan sindicalizarse. Patraña.

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El trabajo decente, en los fundos agroindustriales es una quimera, estamos cada vez más lejos. La lucha es aún por cuestiones básicas: limitar extenuantes jornadas de trabajo para cortadores de la caña, piña y palma aceitera; salario cabal, Seguridad social, pago del séptimo día, vacaciones. Libre sindicalización. Aquí se lucha por reivindicaciones del siglo pasado. Que no cumplen los “modernos” patronos.

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