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SU OBJETIVO ERA GANAR TIEMPO Y ARMARSE MILITARMENTE CON LA AYUDA DE LOS ESTADOS UNIDOS.

El día de mañana viernes 24 de febrero se cumple un año de la invasión militar del ejército ruso en territorio de Ucrania bajo el pretexto de proteger a las regiones ruso parlantes del Donbass que, desde el 2014, han sido objeto, al igual que Krimea, de una política de discriminaciones diversas y de prohibición del idioma ruso de parte del gobierno central de Kiev, lo que empujó a dichas regiones a rebelarse y a solicitar un estatuto de autonomía que si bien fue aceptado como viable en los acuerdos firmados en Minsk entre Ucrania, Rusia Francia y Alemania, el gobierno de Kiev jamás los respetó ni cumplió.

La excanciller alemana, Angela Merkel, en una reciente entrevista reconoció ante la revista Der Spiegel que Ucrania jamás tuvo la voluntad de cumplir con esos acuerdos, menos aún, bajo la presidencia de Zelinsky a partir del año 2019, porque su objetivo era ganar tiempo y armarse militarmente con la ayuda de los Estados Unidos, principal actor interesado que había invertido millones antes, pero sobre todo después del golpe de Estado de 2015 en Kiev, golpe que instaló un régimen favorable a la entrada de Ucrania en la OTAN, lo que violaba la principal línea roja y sagrada trazada por Rusia, consistente en no aceptar la posibilidad de que Ucrania pudiese instalar misiles nucleares apuntando hacia Moscú.

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Las regiones rebeldes del Donbass, por su parte, no reconocieron a las nuevas autoridades de Kiev salidas del golpe de Estado de 2015, y fue a partir de entonces que se inició una ofensiva brutal y sistemática a base de bombardeos de parte del gobierno ucraniano contra esas regiones separatistas enfrentadas a las tropas pronazis que forman parte nodal del ejército ucraniano, ofensiva que en ocho años de guerra civil provocó la muerte de al menos quince mil civiles entre adultos y niños del Donbass, situación que fue determinante, desde el punto de vista ruso para invadir Ucrania y detener las masacres y crímenes de guerra cometidos por los ucranianos contra las poblaciones rusohablantes (poblaciones que jamás aparecen en las noticias para expresar qué es lo que piensan de todo esto).

Si me he extendido en la exposición anecdótica que condujo a esta guerra absurda entre Rusia y Ucrania (sin mencionar las consideraciones geopolíticas de fondo que son las decisivas y que tienen que ver con la incapacidad de los Estados Unidos para aceptar la multipolaridad y el juego del libre comercio en el panorama mundial) es porque en los noticieros occidentales, siempre, sin excepción, se escamotea el hecho de que en Ucrania había una guerra civil monstruosa desde hace ocho años antes de la invasión rusa, y que ignorar las polvaredas de entonces que condujeron a estos lodos de ahora, puede llevarnos al apocalipsis de la razón.

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