sábado
6
de
dICIeMbRe
de
CONTENIDO
2014
9
Contrapastoral
FRAGMENTOS SOBRE UN LIBRO QUE LEE LA NOCHE ALBERTO HERNÁNDEZ
de sus cerdas llamadas por la muerte la muerte que siempre le ocurre a los otros
Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Pero no podía leer y eso lo puso triste. Fue bajando un volumen tras otro, lo hojeaba y hasta descifró algunos títulos. Más tarde se trepó a la escalera. Quería saber si los libros de arriba ocultaban algún secreto. Elías Canetti (Auto de fe) la muerte nada sabe de vos tu pie tiene hierba debajo y una sombra donde escribe el mar del vacío Juan Gelman (Dibaxu) no tengu más nochi in lus ojus no tengo más nada Clarisse Nikoidsky
1.-
E
n uno de los innumerables sobresaltos sufridos por el poeta argentino Juan Gelman, la imagen del exilio lo sumó a la necesidad de escribir un poemario (Dibaxu, 1994) en ladino -sin ser sefardita- para abreviar en las sombras que han sido parte de su travesía por el mundo. Para estar cerca del judeoespañol que le inculcó los sonidos que usa para expresarse y para respirar. Judío de sangre mas no de conciencia, Gelman supo de los meandros de Clarisse Nikoidsky, de quien se desprendió un libro que llegó a las manos de Harry Almela y lo empujó a saberse parte de la diáspora, del exilio que jamás culmina, porque el exilio deja de ser en la inminencia del silencio absoluto, en la muerte, que también es un exilio, como los secretos. 2.Una contrapastoral es un contra rezo. Es una visión de lo terri-
ble. Un rito que no es y es, un viaje que no se realiza, pero que ha dejado el camino trazado y pleno de escollos. Una muerte que nunca termina pero que no tiene nombre. Si alguien ambula por el mundo y silabea el paisaje, se hace paisaje. Pero si alguien pronuncia el nombre de otro, lo hace respirar, lo coloca en el lugar donde la vida implanta su comienzo. El poema devela ese instante: existo porque tú me nombras. Es el momento del bautizo, el tiempo de extinguir la culpa, de imaginar la sangre que habrá de derramarse. Los símbolos que aquí se sienten no dejan espacio para silenciar el exilio, el olvido, el disparo o la puñalada. Almela se agrega al poeta argentino, mide la voz de Nikoidsky, la hace suya: advierte de una geografía perdida. Si en los antiguos silencios hubo palabras, la bierva que crea, que inventa, nombra también lugares con vocablos por donde se entró al descreído paraíso. Un país que se extingue entre sus nombres. Un país que deja de ser. Un país que nace y se borra, porque ansina avlan y dejan la lengua a plena intemperie, en el papel rústico de los heredados, pero igual, siglos después, en la voz de los herederos. La poesía se sostiene en esa lengua y recrea los sonidos en quienes hablamos el español de hoy. Somos sefardíes en la medi-
da en que sentimos que nos nombran o nos borran. 3.he visto pasar/ junto a las biervas/ follajes/ y demás tribulaciones// siete veces siete han sido/ las malgastaduras// siete veces siete Y así, en la voz bíblica de Mateo, el número multiplicado, talmúdico, las veces del perdón, la ley celestial que rige los destinos del mundo. Y la poesía, la desterrada de la boca de quienes han sido atropellados por el prócer atroz/ que te entretiene. He aquí que alguien, la voz que me dice desde el vacío (soy el lector y a la vez el que oye), te hablo desde esta oscuridad/ para que no pierdas/ el sentido de la luz. ¿Existe algún sentido? ¿Prosperan los designios del tal prócer que habla y no termina de hablar y como la serpiente adormece al que lo arroba? 4.Entramos en la tensión verbal de Harry Almela: el animal baja la cabeza hunde el hocico en el lodazal de su destino lo pardo
Entonces me suena cerca la voz de Hannah Arendt: El proceso de la vida que impregna todo nuestro ser lo invade también, y aunque no usemos las cosas del mundo, finalmente también decaen, vuelven al total proceso natural del que fueron sacadas y contra el que fueron erigidas. Abandonada a sí misma o descartada del mundo humano, la silla volverá a ser madera, la madera se deshará y volverá a la tierra, de donde surgió el árbol que fue talado para convertirse en el material sobre el que trabajar y con el que construir. El animal, se me ocurre, el mismo texto, la materia con que se elabora la imagen de la bestia, hunde parte de su cuerpo en el barro. Y entonces, la muerte, tan cerca de la tierra, tan cerca de la humedad de la desaparición. Ese exilio innegable cierra el ciclo y abre el otro: la muerte/ que siempre le ocurre/ a los otros mientras quienes ven el cuerpo a punto de ser tierra se ufanan de estar vivos. Mañana seremos silla abandonada, cuerpo pútrido, visto por otro vivo que también se cree eterno. Forma de destierro del Ser, La condición humana que la pensadora judía dejó para que la sintiéramos, la oliéramos en el desierto de la soledad más espantosa. Decimos morir en otro, pero es el otro el que muere en nosotros, el que escapa de nosotros, se exilia de nosotros, se hace de otra tierra, de otra noche, de otro país desconocido. 5.¿Cuál palabra es verdadera? Dudemos de la bierva, de la voz que nos llama. La poesía sefardí ha viajado tanto con sus fardos,
con sus diccionarios, con sus viejas palabras españolas, con sus noches a cuestas. resguarda todo simulacro, se deja llevar por la pronunciación de quien come tierra y la mastica, sea cual sea el país que haya pisado. En este hoy del nuestro, no hay simulacro. El autor de este libro se ha adueñado de las voces olvidadas, de las más viejas, las de los muertos que le hablan en la página en blanco. Y con el ladino que sigue su curso sabe de las humillaciones, por eso te di lo que trajeron desde lejos (…) trasegaste el alcohol donde dejaste el escupitajo te di el mimbre de tus muebles la cuerda que te ahorca (…) Juan Gelman ya sabía de eso, como la misma poeta Clarisse Nikoidsky. La muerte, la imagen de la muerte, el nudo de la horca, el ahogo, la agonía numerosa, el abandono, el destierro, los hijos y nietos perdidos, hasta llegar a la lengua que lo hizo Otro, desde la mirada de una mujer que tenía el mismo tono, el mismo delirio. Sin embargo, qué lejos queda el mundo Y Almela se los acerca con estos poemas, con estos dolores, mientras atraviesas un abismo entre siete montañas 7.No es lengua de estos tiempos. No es vocablo de cábala para esta hora. Es bierva vieja, palabras antiguas que hacen poesía y regresan al lector a un lugar, a unos lugares donde fueron pisatarios. Donde fueron nombres y apellidos sospechosos. (...)