sábado
8
de
noviembre
de
CONTENIDO
2014
9
Crónicas del Olvido
LOS ESCAFANDRISTAS ALBERTO HERNÁNDEZ
1.-
B
ajo el mar, en el fondo del abismo, entre corales, me sorprende una escafandra. La que le faltaba a los buscadores de perlas de Cubagua, vista y escrita por Enrique Bernardo Núñez. Esta vez los aventureros de las profundidades usan unas herramientas de las que carecían los indígenas que desde su podredumbre corporal observaba Pedro Cálice. Fedosy Santaella escuchó en Margarita, en el museo marino de la isla, la historia de unos buzos -siete en total, número cabalístico para una aventura en la que la Biblia tiene asomo- que se arriesgaron a buscar madreperlas en el Mar Rojo, pero todo fue un engaño porque quien pagaba y financiaba el negocio, un árabe de los tantos que pululan en la realidad y en la imaginación, quería encontrar otra cosa. De esa historia nació Los escafandristas (bid & co. editor, Caracas 2014), una novela corta que cuenta la historia y deja correr la fantasía hasta límites donde lo surreal se confunde con una realidad en la que aparecen unos sujetos sacados de un relato escuchado en un espacio donde todo es posible y convertidos en referencias que hacen de esta obra de Santaella un mundo de ensueño, como afirma Carlos Sandoval. 2.Marcelino Alfonzo es el jefe del grupo. Un tipo cerrado, en extremo celoso de su intimidad, quien tiene la facultad de ser rodeado por tiburones sin que éstos lo ataquen. Se trata de un sujeto alrededor del cual se tejen muchas historias y leyendas propias de quienes han sido siempre fabuladores, los margariteños. Salim Abouhamad es el personaje que arrastró a los siete buzos hasta aquel mar desconocido,
muy lejos del acento dicharachero de la Isla venezolana. Esta novela de Santaella entraña una historia donde la fantasía se enreda con la realidad del lector y le produce desconcierto. Es una novela para fantasear desde una ficción/realidad que ha preparado el novelista que, como todo contador de historias ha transformado en metaficción. Es decir, Santaella nos ha preparado una emboscada como la que el árabe le preparó a los buzos, quienes creyeron que regresarían ricos a su isla caribeña. Como lectores terminamos creyendo que somos esos buzos en la medida en que sentimos el ahogo de la desesperanza, pero eso ocurre más adelante, en pleno Egipto, en Arabia Saudí, en el mar Rojo, en las intenciones perversas de quien se llevó a unos campesinos del mar y los hizo sumergirse
en unas aguas extrañas donde no había perlas. En medio de tanta incertidumbre aparece un personaje, Alessandro Balsami, suerte de alter ego del narrador, aunque algunos sesgos pretendan hacerlo parecer al árabe. Siento que Balsami es un viajero del tiempo que trata de advertir a Alfonzo de las locuras sobrenaturales del árabe. O forma parte de la misma ambición. En tal sentido, dejaría de ser cómplice del autor y se incorporaría a las peripecias de una ficción que nos arrastró hasta el desierto misterioso del fondo del mar. Los llamados hermanos de abismo de Marcelino comienzan a conspirar contra éste porque los ha hecho sumergirse varias veces y no han conseguido nada. Los buzos dudan de Marcelino: hasta los tiburones lo han abandonado. Mal signo para una leyenda. Claro,
lo que buscan es un tesoro que va más allá de lo cercano a nuestra cotidianidad: el Arca de la Alianza, el baúl bíblico, la llamada casa de la inmortalidad. Finalmente, todo termina en un fiasco. Pero eso no lo sabían sus compañeros: la traición asomó la cara. Los buzos se pelean con Marcelino, aunque al final lo reconocen inocente, porque también fue engañado por el árabe. Se quedan varados en un país lejano y allí trabajan de caleteros hasta que un día regresan a su tierra gracias ciertos esfuerzos diplomáticos ejercidos por el italiano. 3.¿Qué es esta novela? ¿Un relato histórico, una fantasía, un divertimento? Sea lo que sea, se trata de una gran estafa, como debe ser. Y digo gran estafa en tanto que la literatura nos sumerge en las
profundidades de eventos que resultan fallidos, porque la tragedia es eso, una gran estafa que nos somete, nos ata a nuestras creencias. Es una aventura en la que los personajes, engañados por la ambición o fanatismo de un sujeto, son sometidos a las más duras pruebas, a un engaño. El Arca de la Alianza, Adán y Eva, el errante Cagliostro, el Preste Juan, Lilith, esa especie de primera mujer originaria, gran vientre de la humanidad. Todos esos sujetos referenciales conforman una febricitante revelación del autor: Fedosy Santaella nos preparó para entrar en una pesadilla de la cual hemos salido con muchas preguntas que, imaginamos, alguien nos responderá en algún lugar donde nos tropecemos con el árabe perdido o con la sombra de Balsami. Seguramente Santaella sonreirá al vernos, al sentir que su novela ha sido leída, ha sido deglutida, ha sido entendida como eso, como la novela que convierte al lector en un estafado, en un ilusionado, en un buscador de tesoros perdidos o producto de la imaginación de alguien que se mueve como pez en el agua o en las creencias que suelen hacernos más humanos. De manera que hemos sido unos lectores metidos en un traje de buzo rodeados de tiburones. En todo caso, ha quedado en el fondo del mar el sudor de los buzos y hasta la impresión de alguien que en un momento dado nos dará una sorpresa en cualquier recodo marino. Bajo el mar los peces, los corales, los tiburones y los tesoros inencontrados seguirán siendo una atracción para el ser humano, para alguien sueña. Allá abajo, otro alguien está a la espera de que el misterio será develado. Indiana Jones podría ser la cara morena de Marcelino Alfonzo ataviado con una escafandra, asistido por el viejo leproso Pedro Cálice. ¿Por qué no?