Maracay, Sábado 11 de diciembre de 2010
Crónicas del Olvido
El número uno/ Hilos de emoción -ALBERTO HERNÁNDEZ-
(A la niña Ramona Delgado, quien jugó con muñecas de trapo) 1.-
M
arina Sandoval es una niña que se imagina adulta, que se hace la adulta para que crean que uno no se da cuenta de que aún es la niña de bucles amarillos y de ojos verdes que siempre hemos visto ataviada de muñeca en las fiestas de la escuela. Por eso escribe, por eso anda pasito con sus zapatos de trenzas y sus medias tobilleras. Y uno la ve entrar y salir de unos libros que leemos al lado de otros niños que ella ha invitado desde los cuentos que hoy tenemos en las manos. Marina Sandoval sueña y escribe. Marina inventa y cuenta. Marina Sandoval sueña, escribe, inventa y cuenta para que otros niños junto con ella lean las historias que aparecen en sus libros "El número Uno" (2004) e "Hilos de emoción" (2007), donde hay un alboroto de chamitos, chamitas y muñecas, protagonistas de la imaginación de Marina. Entonces comenzamos a ser ellos y ellas y a formar parte de las ilustraciones y fotografías que otra niña, un poco recatada, Beatriz Nones, ha hecho para estos libros que andan por allí hechos papagayo en los ojos de todos los muchachos de la cuadra, de los edificios y de los parques. También en las escuelas se dice que han visto a estos personajes que juegan fútbol, son modelitos en bicicleta y muñecas de teatro. Y otras son verdaderas muñecas, como las que mi amiga Angelina Bolívar de Utrera hiciera para que Aquiles Nazoa inventara su libro. Son muñecas con historias, como todas, porque toda muñeca es una niña que, como Marina Sandoval, narra su mundo y sus aventuras. ¡Vaya manera de respirar la vida, tan sabrosa como comerse un mango o un helado de fresa a la hora del recreo mientras en el cielo retozan las nubes repletas de pájaros!
2.-
"El número Uno" es un niño que atrapó una pelota a punto de entrar en el arco. Es un niño futbolista. Es un niño que tiene
todos los nombres, que es todos nosotros cuando fuimos carajitos, ansiosos por ser el Rey Pelé, Ronaldo o Messi. Y un día fue Casillas porque agarró una pelota y "salió corriendo con la diestra en alto en señal de triunfo y luciendo en su espalda el número 1". El niño cuyo nombre no aparece en el cuento, porque somos todos los lectores, dijo que había hecho magia para que su país, Venezuela, pudiera atrapar el disparo que hizo el otro equipo. Todavía escuchamos los gritos en las gradas y hasta el alarido del locutor cuando anunció el ¡¡¡¡goooool¡¡¡¡. En el mismo libro hay una niña, "La chica fashion". Una niña monísima, bella y agraciada que anda en bicicleta, pero además siempre piensa en su mascota, un perrito o un gato que la hace llorar cuando salta
y la rasguña. Es una niña modelo que se llama Gabriela, que guarda un grano de caraota en una de sus orejas. ¿Será que quiere ver crecer una mata en su cabeza? De niños hemos visto jardines en la cara de muchos niños y niñas que se han sembrado semillas en los oídos y en la nariz. ¡Qué manera de amar la ecología! Marina cierra este libro con "No me gusta ser muñeca". Se trata de una niña que debe representar en el teatro a una muñeca. Pero está tan incómoda con el traje y el maquillaje que no puede moverse en escena. Frente al público se queda congelada, como asustada, no puede actuar, hasta que el maestro de ceremonia, al darse cuenta, anuncia que "A la muñequita rubia se le rompió la cuerda". Una buena manera de
sacarla del problema, con humor y mostrarnos los ojos de sorpresa de "Marilú", que así bautizaron a la muñeca que no era muñeca sino una niña que no pudo ser muñeca porque no se podía mover. Tres historias para muchos niños.
3.-
Estas son muñecas que hablan solas. Hablan hacia adentro. Es decir, son personajes que cuentan sus vidas en silencio, como para que las escuchemos muy bajito, muy atentos. Ellas monologan con los lectores y se nos meten en la vida. Y allí se quedan un rato largo, con sus vocecitas, con sus ganas de correr por un parque, de abandonar la timidez o lavarse la cara porque una cree que es fea. Bueno, se trata, como dice Marina Sandoval, de muñecas que pertenecen
a varias personas y al Museo Salvador Valero, pero que son hermanas de aquellas que hizo Angelina Bolívar de Utrera en Villa de Cura y que Aquiles Nazoa metió en un libro. Entonces son muñecas vivas, muñecas para siempre porque se quedan fijadas en el recuerdo, en la imaginación, en la alegría y las tristezas, en los días y las noches. Bueno, son muñecas para no estar solos. Son nueve cuentos de nueve personajes que se mueven en "Hilos de emoción", y aunque el título parezca lugar común se ajusta a los motivos de cada una de ellas. Son muñecas que respiran en su mundo. Son tan vivas que después repetimos algunas palabras que ellas pronuncian. Son muñecas que fueron hechas por abuelas, madres, tías, amigas y vecinas. Son muñecas plenas de poesía…como aquella que pasa inadvertida pero que es muy querida y está llena de "estrellas de encaje y botoncitos de luceros". O aquella que duerme en una bella hamaca, llena de colores, a quien se le rompió el cuello y precisaba de un cirujano. Son tantas que confunden sentimientos, tan muñecas de trapo que nos hacen regresar a aquel mago que en Oz tenía como amigo a un espantapájaros. Y así, tan vivas que musitan en nuestros sueños la felicidad de estar siempre al lado de la cama. Muñecas de trapo que hablan del cielo, de enfermedades y felicidad. Muñecas diarias, como nosotros. Ahí están a la mano, esperando por ustedes -niños y adultos- para que las tengan siempre en casa.
4.-
En verdad que dan ganas de llevárselas y ponerles nombre. Aunque con Rita no hace falta. Leamos un pedacito de su historia: "Yo, me voy de aquí, pensaba muy contrariada Rita. Esta casa parece abandonada, no se oye ninguna voz, ni una risa. A veces, unos pasos que apenas pisan como si temiesen ser descubiertos. Pienso que son sólo sombras sin movimientos sonoros y con respiración de pajaritos". (Ahora recuerdo a la niña Ramona Delgado, tan muñequita, tan eterna. Ella jugó con muñecas de trapo y de barro en su diminuto mundo de Santa Ercilia y Guardatinajas. Ramona acaba de entrar en otro libro, en el libro para siempre, donde sueña y es feliz).
10 Contenido
Maracay, Sábado 11 de diciembre de 2010
El lirismo de Luz negra de François Migeot -ALFONSO SOLANO-
y ya el mundo guarda lentamente las sombras para la huida.
"8000 demonios ocultos Nos gritan que el insomnio Es tierra de exilio sin leopardos ni ríos" Juan Sánchez Peláez
Y luego, en el abismo que separa los dos mundos, la dialéctica del alma discurre por caminos insospechados:
P
(…) La colina se arrodilla y baja los ojos Luego la noche entreabierta detrás de la esperanza en el movimiento de la cortina.
ocas circunstancias en la vida en la que, efectiva mente, nos encontramos desnudos ante nosotros mismos y acompañados de nuestros "demonios habituales" es comparable al misterio que nos produce lo nocturno, a esa embriaguez mágica lunar y a sus vínculos imaginarios y elusivos que nos evocan las tinieblas. La noche, con toda su carga de realidades oníricas y suprareales, ha sido desde tiempos inmemoriales, motivo y espacio de revelaciones secretas, alma y probidad de lo desasido, polvo de origen ultraterreno y compendio de los sueños que se revelan ante nuestro asombro y miedo. La nocturnidad, secreta y reveladora, ha fungido en casi todos los ámbitos de la literatura y del imaginario social, como una viuda triste y pesarosa que no cesa nunca de contarnos sus penas. Sin embargo, y a pesar de su presencia constante en la vorágine creativa de la vida, tanto de poetas como artistas de toda índole, carece de una historia oficial. Es materia desconocida en términos de estudios, precisamente porque se puede trazar una investigación de largo aliento en temas humanos diversos, pero procurar hacer los mismo con la noche, es tarea arduo difícil, por no decir improbable. No obstante su vacuidad historicista, ha sido en cambio, el tejido neural y la práctica alucinada del misterio irracional de todos los poetas contemporáneos desde que surgió, como es sabido, de las fuentes prodigiosas de la frisson nouveau a la que Víctor Hugo aludía refiriéndose a los poetas malditos. Y es precisamente un francés, discreto y elegante, llamado Francois Migeot quien aborda este "eclipse" que difunde las tinieblas cuando las palabras se nos revelan con todo su halo de misterio:
De igual manera, la noche engendra a la amada desconocida y la convoca para los rituales secretos compartidos en la memoria de los tiempos:
Escuchar (…) El bastón de ese corazón Que marcha Como un ciego A tientas En las carnes Al encuentro del tuyo. La noche es convocada aquí, con el aroma aciago del cuerpo ajeno que se anhela y se respira. Sin él la noche moriría, como nos recuerda Juan Carlos Santaella en su lúcido ensayo Breve tratado de la noche: "Sin la noche, el amor sucumbiría, dejaría de ser "la libre elección del vértigo"… porque no hay experiencia amorosa que no surja de las incandescencias nocturnas, de los resplandores furtivos de la oscuridad". Es, en efecto, la evocación nocturna del deseo que se vuelca con toda su carga impetuosa en medio de los versos. En otros, sucumbe ante las visiones de un avatar desolado, abandonado en medio de la luna:
Tregua antes del regreso de la calle de la marcha sobre el polvo de la ciudad (…) antes del duelo del mundo que uno clava paso a paso esperando durar (…)
Noche boca apagada una multitud corre sin cabeza en los pasillos alumbrados del alma Uno se pierde en sí mismo quimera de imágenes balsa de palabras. La noche, como sustancia generadora de silencios y resplandores, está presente en toda la obra poética de este francés espigado y discreto y discurre con todo su caudal, especialmente en el poemario Formes de la nuit (formas de la noche) que está incluido en la antología poética que publicara Monte Ávila en mayo de este año. En él advertimos una virtud particular: la condición nocturna como la constatación de un viaje hacia lo más profundo del alma humana. Un inside revelador, en todo el sentido que tiene este término inglés. Migeot nos revela sus visiones nocturnales y nos hace cómplice de su abandono:
Velando en sus mechas hechas de insomnio nos quemamos aclaramos acechamos la salida de los aparecidos para el vuelo nocturno de los pájaros hechos de mano. El "vuelo nocturno de los pájaros hechos de mano" hermosa visión del laberinto de soledad en el que todos los hombres nos encontramos en nuestra existencia. En la realidad de los días que pasan desaparecidos entre dos luces, los caminos, ciertamente, nos persiguen adentro. Son en definitiva esa verdad constante en la que las visiones nocturnas se nos tornan agobiantes y en las que se nos re-
vela la sustancia de lo inasible, como nos dice lúcidamente Octavio Paz: "El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad". Nada más cierto en la experiencia surgida del silencio de las palabras que Migeot asoma con toda desmesura en la oscuridad de sus versos:
Rostro barca uno deriva solo en si mismo cada día un brazo muerto Y naufragar sin ni siquiera reconocerse
La realidad constante y sin duda elusiva que produce la noche en medio de nuestra soledad, alimenta prodigiosamente una verdad resonante que persiste en la palabra: el sueño. Gastón Bachelard nos lo recuerda en una aguda reflexión: "La ensoñación de un soñador alcanza para hacer soñar a todo un universo. El descanso del soñador basta para dar reposo a las aguas, a las nubes, al viento". Este viaje, nos dice Santaella "suele hacerse bajo la supervisión estricta de la noche y nos conduce hacia una zona atemporal, donde la realidad cobra una doble significación: La de la sombra y el misterio…" Misterio no revelado que hunde sus garras para hacernos revelación: "Luego del derrumbe de palabras, debajo de las conciencias, pedregal de imágenes, desprendido de la víspera, uno palpa las paredes del momento y busca una puerta por donde pasar…" Al final del día, estas evocaciones nocturnales nos conducen hacía "la serena clarividencia" y siembra en nuestras almas el misterio del clamor por la huida, que se complementa con la muerte, el nuevo nacimiento hacía una otredad desconocida e ineludible. François Migeot, con este lúcido poemario, nos lo recordará para siempre.
Contenido 31
Maracay, Sábado 11 de diciembre de 2010
Fermín Toro, el primer novelista venezolano -EDUARDO CASANOVA-
D
urante mucho tiempo hubo discrepancias acerca de cuál fue la primera novela venezolana. Se decía que era "Zárate", de Eduardo Blanco, o "Peonía" de Manuel Vicente Romero García, o "El sargento Felipe", de Gonzalo Picón Febres, y hubo hasta quien le atribuyó ese honor a "En este país", de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl. Finalmente, gracias en buena parte gracias al trabajo combinado de Osvaldo Larrazábal Henríquez, Rafael Di Prisco y Gustavo Luis Carrera, se determinó sin lugar a dudas que ni Blanco ni Romero García ni Picón Febres ni mucho menos Urbaneja Achelpohl fueron los autores de la primera novela venezolana, pues lo único aceptable era aplicar un criterio estrictamente cronológico, con lo que Fermín Toro, cuya novela "Los mártires" se publicó en 1842 era el único candidato y, por lo tanto, el ganador de aquel extraño concurso. Fermín Rodríguez del Toro y Blanco, que, como diría Manuel Alfredo Rodríguez, "democratizó" su nombre para dejarlo simplemente como Fermín Toro, nació el 14 de julio de 1806, posiblemente en El Valle, que era entonces una aldea muy cercana a Caracas en donde tenía propiedades su padre, José Antonio Rodríguez del Toro y Álvarez Barba, pariente cercano de marqués del Toro y de los hijos del segundo matrimonio de Diego Batista Urbaneja, entre otros, y que se había casado con otra mantuana, Mercedes Blanco de la Plaza y Blanco, parienta muy cercana y endogámica del Libertador Simón Bolívar. En 1816 la familia se mudó a Caracas huyendo de los horrores de la guerra de Independencia. Allí se alojaron en la casa del famoso marqués del Toro, cuyos vaivenes políticos han sido muy bien descritos por la historiadora Inés Quintero ("El último marqués. Francisco Rodríguez del Toro (1761-1861)". Fundación Bigott, 2005). Antes de radicarse el Caracas, el niño Toro había recibido sus primeras enseñanzas del cura Benito Chacín, en El Valle, pero al establecerse en Caracas, ya en plena guerra, se convirtió en autodidacta, en buena parte gracias a la gran biblioteca de su pariente marqués. En todo caso, no hay ni puede haber noticias ciertas de la infancia y juventud de Fermín Toro, pero no es aventurado afirmar que deben haber sido muy poco alegres, en medio de una guerra terrible. A la usanza de los viejos mantuanos, el joven Toro se casó con una parienta por varios costados, María de las Mercedes (Merced) de Tovar y Toro. En 1828 se convirtió en funcionario del departamento de Hacienda, cuando Venezuela era
aún parte de la Gran Colombia. Sus primeros pasos en la administración pública fueron en la rama aduanera, primero en La Guaira y luego en la isla de Margarita. Prueba de la confusión de términos de su época es el que, siendo como era de ideas muy avanzadas, perteneciera toda su vida al Partido Conservador. En 1831 regresó a Caracas, y un año después entró, como representante de Margarita, al Congreso Nacional, en donde pronunció un importante discurso en memoria de su pariente Simón Bolívar, que había muerto en diciembre de 1830. Allí pidió que los restos de del Libertador fueran trasladados a Caracas y se le rindiera un gran homenaje. Llegó a ser Presidente de la Cámara de Re-
presentantes a pesar de su juventud, y en 1835 regresó a la Secretaría de Hacienda, ahora como Oficial Mayor. En esa etapa de su vida publicó su primer cuento, "La viuda de Corinto" (julio de 1837), al que seguiría "El solitario de las catacumbas" (20 de febrero de 1839). El primero apareció con la firma "Emiro Kastos" y el segundo con las iniciales "E.K". También son de esa época sus trabajos costumbristas, firmados con el seudónimo "Jocosías" y publicados con el título "Costumbres de Barullópolis", que dice mucho de sus intenciones. Sus críticas al gobierno le generaron importantes antipatías en su propio partido, y pronto (1839) debió dejar Venezuela para radicarse por dos años en Londres. En don-
de Alejo Fortique hacía un esfuerzo enorme contra el imperialismo inglés que pretendía robarse buena parte del territorio venezolano en la región guayanesa. Fue entonces cuando el joven Toro conoció las ideas de Saint-Simon, Owens y otros predicadores de lo que se llamaría "Socialismo utópico" (para diferenciarlo del "Socialismo real", que a la larga resultó ser el verdaderamente utópico). Ese conocimiento de las ideas más avanzadas de su tiempo tendría gran importancia en relación con la primera novela venezolana. Poco después de regresar a su patria, Toro presidiría, reintegrado al Congreso, la Comisión encargada de la repatriación de los restos de Simón Bolívar, a raíz de lo cual escribió su
"Descripción de las honras fúnebres consagradas a los restos del Libertador Simón Bolívar", trabajo publicado el 30 de abril de 1842. Y es, justamente, en esos días, cuando en "El Liceo Venezolano", números 2 a 7, entre febrero y julio de 1842, se publica "Los mártires". Paralelamente ejercía la docencia en el Colegio Independencia, de Feliciano Montenegro y Colón, el preferido para los hijos de los conservadores de aquel tiempo. En 1845 publicó su ensayo "Reflexiones sobre la Ley del 10 de abril de 1834", editado por Valentín Espinal, en el que arremete contra la usura y recomienda limitar los intereses a un máximo del 6% anual. Entre 1844 y 1847 Toro actuó como Ministro Plenipotenciario en Nueva Granada, en donde el tema principal era el del establecimiento de los límites entre ambas repúblicas, misión que no tuvo el más mínimo éxito. A su regreso fue nombrado Secretario (Ministro) de Hacienda. Poco después volvió al Congreso como Representante por Caracas, y en esa posición estaba cuando los graves incidentes del 23 de enero de 1848, conocidos como el Asalto al Congreso. Cuando el presidente hizo gestiones para que los diputados regresaran a sus puestos, Toro respondió con una frase que ha quedado para la Historia "Decidle al General Monagas que mi cadáver lo llevarán, pero que Fermín Toro no se prostituye". De hecho, se retiró del todo de la administración pública y se dedicó a sus tierras en los Valles de Aragua, hasta que en 1858, luego de participar en la llamada "Revolución de marzo", que tumbó a Monagas, ocupó la Secretaría de Hacienda y luego la de Relaciones Exteriores. Eran tiempos en los que su primo, Manuel Felipe de Tovar, fue Vicepresidente y Presidente de la República. Diputado en la Convención de Valencia. En 1860 viajó de nuevo a Europa como Ministro Plenipotenciario en España, Francia e Inglaterra, con la tarea de explicar las muertes y confiscaciones de propiedades de europeos durante la Guerra Civil misión que cumplió a cabalidad. En España logró un Tratado de amistad, comercio y navegación. Finalmente, en 1862, regresó al país para no salir nunca más, y se retiró, ahora sí en forma definitiva, de la política. De nuevo se estableció en Aragua, dedicado a estudios científicos. Y el 23 de diciembre de 1865 murió en Caracas, a los cincuenta y nueve años. Había dejado una importante obra intelectual, en la que se destaca la primera novela venezolana, "Los mártires", que tiene la característica de que ni su tema ni sus personajes ni sus "locaciones", como dirían hoy, tienen nada que ver con Venezuela, pero ese es tema de otro costal
32 Contenido
Maracay, Sábado 11 de diciembre de 2010
Poemas de la tierra media
(HOMENAJE A J.R.R. TOLKIEN) -ANA MARÍA MORENO-
La compañía del anillo Las huellas han quedado atrás nos espera un sendero incierto, temor y valor luchan en el equipaje que reposa en nuestra espalda. No hay arrepentimiento, sea vida o muerte la próxima ruta la misión ha de ser cumplida.
Bilbo Idas y vueltas se depositan en mis años una casualidad en la penumbra forjó el destino de las razas eternas.
Frodo Algo se contrae dentro de mí, espinas de cristal me aniquilan a cada paso falto de voluntad. Un rostro se refleja en el agua, me adormece su frialdad. Espero ser liberado, deseo despertar o morir, estoy en la incertidumbre de un mal sueño y la crueldad de la realidad.
Sam Cruzo sin pensar los nubarrones respiro densamente la humedad, la fragancia de las flores me abandona y la dádiva celeste se ausenta regando su lamento de cascadas.
Merry He tocado poco alrededor creyendo total lo cercano, pensando este suelo como único. He sido puesto en sendas ajenas, levanto la vista y avanzo sin calcular los resultados finales.