Suplemento CUltural Contenido 13-12-2014

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Crónicas del Olvido

VÍRGENES DEL SOL INN CABARET ALBERTO HERNÁNDEZ

1.Imágenes, desfiles de cuerpos, luminarias, ojos que desafían las luces del escenario, un público ávido de escuchar o de quedarse dormido pero con los ojos abiertos. Alguien pasa desde lejos, como es mi caso, desde el trópico de esta Suramérica aturdida aún por las tantas baboserías que dicen sus dirigentes y animadores de programas de televisión. Me desvío del tema: quiero desviarme. He leído un libro de hace años, un libro ganador del Premio Casa de las Américas y me hago el desentendido: abrigo la esperanza de quedarme en un poema y tutearme con el escritor. Decirle a Alexis Figueroa que la cosa va bien, que los poemas se pueden consumir bajo el sol del Caribe y deshacerse de tanta tramoya, tanto grito destemplado, tanta María Madonna enredada en una cuerda. El poema –se me ocurre- es la parte vital de una entrepierna sudada. El poema burla, enfrenta. Es irreverente: muestra el proscenio lleno de mujeres en ropas menores, bien adornadas, con el brillo propio de una puesta en escena de la cual, seguramente, se podrán ver los lentes oscuros de Augusto Pinochet aunque no lo deseemos, pero por ahí andan en la desmemoria de alguien, ese alguien despistado que no se sabe metido en el Gran Teatro del Mundo. Y leo, y vuelvo a tomar café. El libro de Figueroa me conduce a estas pesadillas despierto, mientras anuncian un ciclón en las costas de Venezuela y el jefe de gobierno despliega todo su diccionario de improperios contra unas hormigas que le comen la torta y los caramelos. Vuelvo al libro, jamás me he

en la boca y mujeres que pasaban con los ojos muy pintados y una sonrisita que decía “mírenme”. Ahí está el poema y Alexis Figueroa fajado con sus papeles y sus lápices o su máquina de escribir, trazando realidad y ficción. Irreverente, poético, entre la democracia y un golpe de estado, dibujado por el exilio, desnucado por el diccionario de un militar cuya voz era la oquedad de un baño sucio. 3.Me abrigo con el nombre de una mujer, me apropio de su nombre y repito con el poeta: María Madonna, desciende en ala delta desde el cielo, mueve sus dos manos, hace “chao” mientras el viento le desata las cintas del sombrero. ido, y me relamo con “el país equis” que nada bajo el cielo oscurecido de Santiago. Y vuelvo a entrar, la puerta se traba, el poema me empuja y me dice que es “la región de la Utopía”, ese menester porfiado, entre sobacos, dolido por su imposibilidad de ser. Pero el poema sí puede. Sí es. Sí existe. Es el libro lleno de voces, de ecos, de imágenes de Alexis Figueroa con nombre de burdel, de bar de esquina, de muladar cubano: Vírgenes del Sol Inn Cabaret (Ediciones de Cinosargo, 2014). Es la cuarta edición: ha tenido cambios como las mareas y como las mujeres que menean las cinturas bajo el relente de una borrachera idiomática. 2.Es un poemario con fotografías, imágenes, dibujos. Es decir, es un libro para imaginar y sentarse a imaginar. Que por ahí va el asunto, quebrarse la cabeza con la imaginación, porque para eso somos, imaginarios. Lectores imaginados por

Figueroa, pero no tanto: figuraos que Figueroa nos imagina, entonces somos imaginarios de una figuración que suda con el baile de tanta mujer en pantalla, bajo los cenitales del teatro político, social, cultural y burdelero de América Latina. Y así vamos, de poema en poema, de país en país, de sueño en sueño, de salto en salto, de mirada en mirada. Que lo digan los lectores de un mundo hecho show, performance, espectáculo, baile, cadencia de los muslos, enredo de carnes. Voces atipladas, cantos, iconos, filosofía de ojos que nos miran desde el poema y nos destrozan. Un caleidoscopio que nos toma de la mano y nos enseña, sin querer, la Cordillera de los Andes cantada por el poeta centenario, por el gran poeta de los antipoemas. Y terminamos hechos un texto de neovanguardia de aquellos años 80: Clark Kent podría volar sin traje de Superman en medio de unos ojos desorbitados. No había centros comerciales. Sí gente de esquina, con cigarro

Lleva blusa transparente, pelo al viento, pantis lila, falda pantalón de seda y de lamé, piel tostada por la larga estadía bajo el sol (…) Me avengo a la solicitud lejana de Proust, por aquella delicadeza: “…mientras el viento/ le desata las cintas del sombrero”, pero más adelante la desnudez: imagino los senos, el trópico, el sudor, la danza bajo las luces, el sol allá afuera, el espectáculo. En otro lado alguien grita con los dientes en el suelo. O una mujer aborta y un niño se hace adulto mientras aprende sueco con los ojos cerrados. Todo esto me lo dice el libro y tampoco me lo dice: lo imagino. Digo entonces que Figueroa repasó toda la miseria humana entre luces y brillantes. Elegancia y biombos, platillos y griticos discordantes. La América Latina de todos los tiempos. La de ayer y la de hoy. La que nos escuece. La que nos hace burdel en el iris y nos revela que aún desandamos el camino que no hemos trazado.

4.Varias son las vírgenes. Metáforas de himen complaciente, abiertas a la resonancia de una época. Cinturas, vulvas, propaganga, publicidad. Coca-Cola, deslices menores. Cada virgen es la edición de un cuerpo, cada virgen es un capítulo o al menos un descanso para que el poema adquiera otro tono o el mismo pero a distancia del rostro mellizo del comienzo en círculo perfecto. Rostros de mujer, unas ceñudas, otras sonrientes. O al menos, así, imaginadas. Teoría de un poema que se lee con los ojos abiertos para la luz nocturna. Y así, para la última, la que cierra la puerta del cabaret/ poema: Postrero mundo-comic. Serigráfica postal de Coca-cola. Postrero mundo-comic, que gira igual que un long play de realidades, revelándose a sí mismo en forma de arcaico y fantasmal espíritu hegeliano retratado de esa forma entonces, en la diaria & filosófica expresión de la palabra y la tinta de los diarios (…) La palabra, la palabra, la que queda luego de una cuarta edición, la que se mueve en medio de las horas, la que flota en el tiempo, la que roza las edades. La misma que desde los 80, un poco variada, con dibujos, fotos y trazos regresa en este momento y luce a una Terese La Belle como si el mundo girara al revés. Es que la poesía lo hace posible. Y en un cabaret mucho más, como en esta América indolente, doliente, cabaretera, bocona y decimonónica, engreída. Un poema que nos atañe y nos destiñe.


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Viajar en el mismo sitio (A propósito de Maneras de irse, de Ricardo Ramírez Requena)

MIGUEL MARCOTRIGIANO Desde 1857 (el 23 de junio, más específicamente), cuando sale de imprenta Las flores del mal, de Charles Baudelaire, la poesía sufre un cambio en su esencia, según la tradición occidental hasta el momento. El libro, y no el poeta, toma el protagonismo. Los antiguos poemarios (entendidos como colección de poemas), dan paso a una construcción arquitectónica, en la que todos los textos están relacionados, tienen su justo lugar dentro del conjunto y se explican en la medida en que, como signos, se comunican semánticamente con los del resto del libro. Sacar un poema de ese contexto, afecta su significado. Entiéndase: mantienen su individualidad, pero en el sintagma o paradigma en que se construye el edificio lírico todo, son soporte de, y al mismo tiempo, se apoyan en otros “ladrillos”. Desde entonces y en adelante, la idea del poeta que escribe textos sueltos a partir de momentos de inspiración, cede paso a una inteligencia sensible que concibe, arma y da acabado a un conjunto homogéneo. Esto, por lo menos, en aquellos que tienen conciencia del oficio y se han preocupado por formarse en tal sentido, a través de la lectura de otros hijos de la Modernidad. El libro primogénito de Ricardo Ramírez Requena, Maneras de irse (Ed. Ígneo, 2014), cumple con esta premisa, no solo porque el autor -en primerísimo lugar- es un gran lector, sino incluso porque ejerce la docencia universitaria en diversas cátedras de literaturas occidentales. Hace tiempo esperábamos ansiosos su publicación, pues al parecer se trataba del trabajo Insilios que hubiera sido reconocido con una mención honorífica en el Primer Concurso de Poesía Eugenio Montejo, en noviembre de 2011. En esa oportunidad el ganador fue el libro Laphrase (Equinoccio, 2012), de Luis Moreno Villamediana, quizás uno de los mejores títulos que se ha-

yan publicado en Venezuela en los últimos 30 años. Maneras de irse está estructurado en cuatro partes: Movimientos, Diásporas, Postales y Adendas. Como se apreciará, las tres primeras aluden con su título al viaje, al traslado y, con ello, a la noción de “extranjeridad”, lo que podría considerarse (según la lectura) el epicentro sensible todo el trabajo. Pleno de imágenes sugerentes, con mucha fuer-

za poética, limpias, trabajadas… contrastan estas con intensidades cuasi intelectuales (mas nunca vanas). Se produce así una estética que se balancea en una cuerda floja. Algunas de estas imágenes, curiosamente, nos recuerdan ciertos giros propios del mismo Montejo, poeta que nos acostumbró a deslizarnos por la superficie de sus poemas, pero que de pronto nos asomaba al abismo de una figura literaria

magistral. Al mismo tiempo, Ramírez Requena hace gala de un discurso aparentemente ingenuo, inane, pero que oculta en su trasfondo, más allá de la cotidianidad que retrata (la ciudad y los paisajes urbanos, la rutina laboral, el plácido devenir de los días), una gema bien disimulada. La voz de los textos viaja, hace escalas, visita lugares referidos en una realidad –quizás real, acaso imaginaria- y, sin embargo, per-

manece –y nosotros junto a ellaen el mismo lugar en que nos encuentra la lectura. Pese a celebrar este libro que viene a enriquecer la geografía poética venezolana de los últimos años, debo hacer notar un par de detalles. Conocer a un autor, como persona, y apreciarlo, obliga a decir todo de su trabajo literario. La amistad se fundamenta no solo en las celebraciones, sino también en la observación crítica sana. El primer detalle es que la última parte, Adendas, desentona con el resto del libro; se distancia mucho temáticamente, sobre todo con el poema titulado Cuerpo de mujer. Este texto, dividido en diez fracciones, se muestra con algunos lugares comunes y pocas son las imágenes verdaderamente originales. Pareciera escrito en un momento, muy anterior, distinto al del resto del libro; y constituye, además, un universo cerrado que en nada aporta al centro del sistema nervioso del conjunto. El poema que cierra el libro, Duermevelas, en cambio, está más a tono, pese al carácter personalísimo del mismo. La otra observación se fundamenta en que el libro presenta algunos problemas sintácticos y, también, de repeticiones totalmente inútiles de palabras. Pareciera que faltó trabajo “de taller” (que puede darse en la conversación con amigos y no necesariamente en un encuentro literario con tales fines). Es una lástima, porque esto oscurece un libro que hubiera podido salir “más cuidado”. Advierto, sin embargo, que no culpo al autor de estos detalles (aunque le toque su responsabilidad), pues la casa editora debe contar con un corrector especializado en poesía, labor que no puede llevar a cabo en su totalidad cualquier corrector de estilo. De esta manera, hoy experimento sentimientos encontrados con este nuevo libro que, sin duda, merece ser leído. A veces una sola imagen recompensa la lectura y Maneras de irse se engalana con muchas de ellas, emancipadoras.


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Harold Bloom:

“Todos los días recibo correos con el mismo lamento: Leemos basura” VALERIE MILES A sus casi 85 años, Harold Bloom sigue siendo un coloso entre los críticos, aún pleno de la floreciente excentricidad y del genio legendario que lo ha erigido en uno de los pocos eruditos célebres de nuestro tiempo. A pesar de su mala salud de hierro, acaba de entregar a sus editores un libro sobre lo sublime en Estados Unidos que se publicará en primavera: The Daemon Knows: Literacy, Greatness and the American Sublime (El daimon sabe: alfabetización, grandeza y sublimidad en Estados Unidos) que coincidirá en España con la edición de Poetas y poesías (Páginas de Espuma). Está enfrascado también en otro ensayo sobre Shakespeare, tema de uno de sus libros más renovadores, Shakespeare, la invención de lo humano. Bloom, “secularista con inclinaciones gnósticas”, persiste en el asedio permanente al modo en que la influencia se ejerce en la literatura de imaginación, y la idea de que bulle entre el conflicto y la tensión. Mucho más que dispuesto a comentar el estado de la crítica literaria actual que su propia obra, recibió a EL PAÍS en su hogar en New Haven, Connecticut. La presencia de Bloom ha sacudido profundamente las torres de la academia, a pesar de haber cumplido ya su sexagésimo año en la Universidad de Yale, en su “departamento de una sola persona”. “Dejé el departamento de Literatura Inglesa y me convertí en profesor Sterling del departamento Bloom en 1976”, recuerda. Desde esa atalaya ha levantado una fortaleza en torno a El canon occidental, una de sus obras más influyentes, contra los usurpadores de la primacía estética: críticos marxistas, feministas, historicistas de nuevo cuño, todo aquel que lea un poema como documento social o mezcle política o ideología con la literatura. Denomina “escuela del resentimiento” a esta lectura tendenciosa y a sus practicantes, pues sostiene que la lectura “cuidadosa y escrupulosa, desinteresada” es un arte que agoniza. Jeanne, su esposa, estaba el día del encuentro en la cocina y Bloom se sentó ante una gran mesa de madera, un tanto quebradizo, con una

taza infantil de agua y el andador a su vera. A la pregunta sobre la erosión de la lengua en la era de Internet, que redefine a los reseñistas y redactores de bitácoras autodenominados críticos, responde “La mayoría de los que se llaman a sí mismos poetas sólo son versificadores. Y la mayoría de los que se llaman a sí mismos críticos no lo son de ningún modo, se trata de periodistas, o de ideólogos o propagandistas”. Bloom cita el doctor Johnson “Sigue siendo el mayor crítico literario de Occidente y mi héroe: la función de la verdadera crítica es enaltecer la mera opinión en conocimiento. No me interesa la gente que ostenta una opinión sin conocimiento”. ¿Y qué hace a un verdadero crítico? “Un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”. Las personas parecen estar buscando heraldos de lo nuevo, comisarios del conocimiento verdadero, pero el comercio parece preferir otra cosa, ¿estamos viviendo el ocaso de las humanidades, de los periódicos y las revistas serias? “Todos los días recibo correos electrónicos de personas de todo el mundo y su lamento es el mismo ‘leemos basura”. ¿Así que un crítico verdadero es una suerte de profeta y acaso asistamos a una inminente edad en que los profetas vuelvan? “Los buenos lectores saben por instinto quién es y quién no es un crítico. Hay millones de personas que me llaman maestro, lo cual es una lección de humildad, pero comprendo lo que quieren decir. Para mí la enseñanza, la lectura y la escritura son tres nombres de una sola actividad. Soy un profesor, y

estoy muy agotado, pero no voy a retirarme. Bloom se levanta una vez más y se excusa, arrastrando los pies por el pasillo en su andador hasta el cuarto de baño “Estoy sometido a diálisis”, dice casi en tono de disculpa. Pregunto sobre el pensamiento mágico en la literatura “Es una modalidad distinta de la poesía, pero es poesía. Lo más polémico que he dicho o escrito ofende a los ortodoxos de la fe, ya sean cristianos, musulmanes o judíos, y es que Yahveh, Jesús y Alá, son personajes literarios. Y por ello la noción de matar a la gente

en nombre de un personaje literario es una obscenidad. Pero lo hacemos, eso es lo que está pasando en la actualidad sin cesar en Siria e Irak, en Palestina”. Sobre el estado de la literatura dice “No me parece que en la literatura contemporánea, ya sea en inglés, en Estados Unidos, en español, catalán, francés, italiano, en las lenguas eslavas, haya nada radicalmente nuevo. No hay grandes poetas como Paul Valéry, Georg Trakl, Giuseppe Ungaretti y mi predilecto entre los españoles, Luis Cernuda, o novelistas como Marcel Proust,

James Joyce, Franz Kafka y Beckett, el último de la gran estirpe. Borges era fascinante, pero no un creador”. ¿Y qué piensa de la obra de Bolaño, con el que mantuvo correspondencia? “Hay algo ahí, ya veremos. Tuvimos nuestras diferencias, aunque dijo que ejercí influencia sobre él. Algunos de los poetas sudamericanos son muy vigorosos, ése que es incluso mayor que yo, Nicanor Parra. Y Vallejo es un poeta notable. Y, por supuesto, Octavio Paz, un escritor muy vigoroso tanto en prosa como en verso, y un amigo muy querido”.


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CIRQUE Y OTROS MINICUENTOS RICARDO JESÚS MEJÍAS

EL ZAPATO Para no enamorarse más, se sacó el corazón y colocó un zapato. Ahora, por las noches, le es imposible conciliar el sueño, siente un trote en el pecho, no puede dejar de pensar en los pies de su última cliente. EL DOBLE No tuve otra alternativa, necesitaba salir a la calle, distraerme. Hice un muñeco igual a mí, quedó perfecto, bueno, casi. Pensé en cuidar todos los detalles, nadie debía notar mi ausencia. Le dejé un teléfono para que llamase en caso de emergencia y prometí estar al pendiente. También le enseñé a asentir con la cabeza ante cualquier pregunta, aunque le cuesta un poco, su cuello es tullido (ya dije que era casi perfecto). Al principio lo visité algunas ocasiones; una vez le llevé la camiseta del Barcelona, no podía fallarle, era la final de liga; otro día tuve que consolarlo mucho, al parecer falló en un momento fogoso y, como es sentimental y romántico, le afectó un tanto; quedó calmado cuando dije que eso nos pasa a todos. En fin, de eso han transcurrido veinte años, mi doble al juzgar por su sonrisa parece estar feliz, creo que ya no le importa pasar tanto tiempo en la cárcel. ELLA Tenía una forma especial de tratarme, no como las anteriores. Hasta la manera de girar la llave de la ducha la hacía única. Recuerdo sus atenciones, las tardes que pasó escuchando mis poesías; incluso un día se atrevió a escribir una; todavía la conservo bajo la almohada. Como olvidar su buen humor y ese carácter que, a pesar de las circunstancias, era siempre llevadero; todas las veces me daba la razón. Hace una semana no la veo, escuché decir que no vuelve, pero lo más indignante, lo más lamentable, es no haberla podido abrazar nunca, todo por culpa de esta maldita camisa de fuerza.

EL ORNITÓLOGO Su canto era único, perfecto. Acudía diariamente a escuchar esa melodía, lo llevaba al éxtasis. Era la única especie que no poseía. Pensó muchas veces la manera de llevársela, claro, sin levantar sospechas. Aquel día parecía ideal, el pasillo estaba solo. Aquel día nada salió bien, la soprano no quiso entrar a la jaula. No pudo llevarla viva. PROHIBIDO VOLAR No puedo volar en este mundo de pájaros. Tengo que caminar como un idiota. Tengo que hacerlo junto a ellos porque, desde hace tiempo, simulan caminar. Está prohibido volar pues. Debo tener las alas siempre dobladas, bajo la camisa. Recuerdo la última vez que despegué y pude planear un rato; luego de esquivar los disparos, aterricé y me escondí, pero, fui capturado. Aún me duele la sentencia, la siento en el peso de cada paso de mi única pierna. CIRQUE 1 Había que tomar una decisión. El circo, notablemente empobrecido, tenía que adoptar medidas económicas. Se reunió a todo el personal, sin excepción. Todos participaron en la “lluvia” de ideas para solventar la crisis. El circo, ahora de enanos, partió al próximo pueblo. EL GATO Ese perro del vecino en verdad se creía un gato. Todas las noches puntualmente, luego de ladrar (o maullar), consumía un gran tazón de leche. Más tarde se iba a dormir en la azotea, cansado de cazar ratones. Siempre me causó gracia esa situación, hasta que un día, al arrollarlo con mi auto por séptima vez, vi su cuerpo ascender y desaparecer entre el vaho de la calle. EL PLANETA Existió un planeta que no quería ser habitado por nadie. Giraba rápidamente y cambiaba de posición a diario. Existió un hombre que no quería habitar ningún planeta y, por estar siempre tan mareado, nunca pudo salirse. LA CARTA Siempre he temido a las cartas. Seguro traen malas noticias. Debo superar esa aversión, pero, es tan difícil. Las cartas me han ocasionado demasiados problemas; vivo en el último cuarto, junto al patio; ellas reposan amenazantes en el resto de la casa; la cocina, el baño, la sala de televisión; estoy cansado de mudarme. Y su sabor, ¡que porquería!, al menos sin sal. Y los incendios, no ha sido buena idea el fuego liberador. Pero ya sé. Sí, eso haré. El lunes, al salir el sol, acudiré velozmente a la oficina de correos a llevar mi carta de renuncia. SEÑAL DE TRÁNSITO La señal de tránsito decía: “paso de suicidas.” Justo en ese punto -tal vez por curiosidad- detuve bruscamente mi lamborghini diablo. Esperé algunos minutos entre la espesa niebla. Quería ver a alguno de esos infelices. Al rato, una hermosa dama tocó la ventanilla y susurró: -¿me lleva? Inmediatamente la invité a subir y arrancamos. Al cabo de unos kilómetros y un par de cigarrillos, mientras sonaba en la radio la canción autopista al infierno, frente a una señal que decía “curva peligrosa”, la dama hundió el acelerador hasta el final. EL POEMA QUE NO FUE TAN BUENO Un día un poema que no fue tan bueno quizás pudo servir para ser enterrado y leído por los muertos o quizás para que un poeta que no fue tan bueno lo desenterrara y narrara la historia de un poema que no fue tan bueno.


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