Maracay, Sábado 18 de junio de 2011
Crónicas del Olvido
Eso que llaman humor
y nos queda apretado ALBERTO HERNÁNDEZ 1.-
S
e me exigió, casi con una pistola en una sien, que hablara de humor en esta Capilla Sixtina, pero del humor no se habla, se hace. Y mire cómo se hace. Como del amor, porque hablar de él es tan inútil como ver una película con los ojos cerrados. O amar platónicamente (pobre Platón), lo cual nos podría conducir a la autocomplacencia, tan peligroso como quedarse solo con Jennifer López y no saber qué hacer. O a la autocontemplación, que podría ser mucho peor, por aquello de mirarnos en un espejo y creernos la última gota del desierto, por no mencionar la gaseosa. De modo que 4s necesario hacer el amor con humor, porque cuando eso ocurre se hace bien hecho. Evitemos, en consecuencia, las anfibologías para no ir a la cama con la cara arrugada y una rabia propia de quien ofrece mucho y da poco. Sin embargo, para hacer el humor y hablar de él a la vez, me veo obligado a mencionar a un señor muy serio, muy circunspecto, muy yámbico, porque para Aristóteles existían poetas serios y poetas menores, estos últimos los que se burlaban del mundo y de la abuelita de los poetas serios. El mismo poeta serio dice que la risa es algo propio del hombre, aunque las hienas también saben reír, por lo que se descubre en cada carcajada rasgos del abuelo gorila que reía cuando un pájaro gracioso hacía de las suyas en la cabeza de algún descendiente de paquidermo. Cabe una pregunta darwiniana: ¿Si las hienas ríen, significa que descienden también de los gorilas? Vaya usted a saber.
2.-
La burla, según las malas lenguas, es una forma de venganza. Eso no quiere decir que todos los humoristas tengan enemigos regados por todas esas tierras de Dios, porque eso de hacerse humorista para vengarse de la gente es como ganarse la enemistad por anticipado. O lo que es lo mismo, recibir el odio a contra reembolso. Es decir, a vuelta de correo, electrónico o tradicional. La burla podría ser una venganza sublime, si llegamos a creer que nuestro enemigo es idiota. Cosa no muy difícil de imaginar. En todo caso, imaginemos al general Gómez escribiendo décimas contra los factores que lo adversaban. O haciendo morisquetas para burlarse de Leoncio Martínez., Job Pim u otros clandestinos mamadores de gallo. Es como pedirle a Mugabe -o a Pinochet en sus tiempos- que escriba poemas contra Zapata, Quino, Aquiles Nazoa o contra la joven Rayma, tan en boga como Edo o Pam-chito. Fin de mundo. Si usted le pregunta a Hipócrates (está muerto, pero no podemos hacer otra cosa) sobre el humor, éste le responderá que el humor es o son los líquidos del cuerpo, sin obviar los que llevamos al baño para desechar como meros trastos viejos. Hipócrates, quien sufría de hipus humoristicus, clasifica los humores en cuatro cómicos señores llamados humores cardinales, como si tuvieran que ver con la orientación geográfica de la gente, y son: sangre, flema o pituita, bilis amarilla y bilis negra o atrabilis. Algunos médicos de las nuevas promociones señalan que el humor es una materia cósmico-visual que tiene que ver con el ojo, de allí que contenga humor vítreo y humor
acuoso. El primero pertenece a los humoristas, porque siempre están rompiendo los platos ajenos. El segundo pertenece a los serios aristotélicos, porque siempre están llorando. Cuando nos reímos, el vítreo se rompe y sale a oleadas el acuoso, que en los humoristas es la esencia del humor negro, porque tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Al salir el acuoso, sin querer, otros humores intentan el escape, por lugares que si son nombrados podrían provocar el repudio de quien esto escribe. 3.-
Hay que gente que no ríe ni que resucite el bufón de Enrique VIII. Hay gente demasiado seria, gente que no acepta la risa, la broma, el chiste verde o colorado, blanco o acromático u otras menudencias de lesa humorada. Hay gente que nació vieja y seria, gente extraída con fórceps de nostalgias. ¡Ay de aquellos pobres humoristas que se metan con ella, con esa gente, digo, paran sus huesos en celdas oscuras, donde sólo ríen los ratones, las cucarachas y los fantasmas de loo que ya pasaron por allí. Hay gente que nace sin risa. Y no tienen remedio porque la nalgada que recibió del médico/ partero al nacer fue tal que aún les duele. Así serán toda la vida, serios, tristes de profesión. Pero hay otra gente -la gente- que de nada se ríe. Se burla de todo. Es el caso de quien habla en este instante. No le da vergüenza decir lo que dice. Pese a todo, no queda más que decir, luego de obviar la perfección de quien imperfectamente les habla. Queda decir que el humor salva, como Dios. Parece herejía, pero es que el humor es herético. Si hay algo más que decir, será bueno recordarlo en otra ocasión, cuando la faja del humor deje de apretarnos.