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Crónicas del Olvido
LA DANZA DEL POLVO (Selecciones del Ryojin-hisho) ALBERTO HERNÁNDEZ
¿Quién fue Go Shirakawa? Fue un emperador que gobernó entre 1127 y 1199: se encargó de recopilar estos cantos, aunque muchísimos se perdieron. Con música, Shirakawa los oía en su palacio. Invitaba a los músicos y departía con ellos. Fueron miles los que logró recopilar en unos vente libros. Fue tan minucioso que colocaba notas acerca de cómo debían cantarse y hasta bailarse. De todo ese esfuerzo sólo quedaron 566 cantos. 3.La lectura de esta obra nos envuelve, nos sume en una paz contenida en los mismos versos. Pero también nos alcanzan despechos y reclamos que destacan la humanidad de quienes escribían, cantaban y oían sus letras. Una muestra la tenemos en estos dos cantos: Primavera No pensé que vendrías. Debes haber visto El árbol del ciruelo que florece en mi jardín. ** Eres inhumano. No tienes corazón.
1.-
C
on la traducción directa del japonés e introducción de Masateru Ito y colaboración del escritor venezolano Ednodio Quintero, apareció en las vitrinas el libro La danza del polvo (Selecciones del Ryojin-hisho), compiladas por Go Shirakawa, editadas por bid & co. editor en octubre de 2013 en Caracas. Se trata de un registro minucioso de “una de las más grandes obras maestras del arte folklórico literario del Japón”. Una selección de cantos “de fe y amor” que por vez primera fue publicada como antología durante la segunda mitad del siglo XII, según las primeras palabras del compilador en el prólogo de la obra ya mencionada. Destaca Shirakawa que hacia finales del período Heian (7941192) los lectores de la época pudieron saber de estos cantos que de inmediato se convirtieron en imprescindibles para el pueblo nipón. Son textos de una lectura nada complicada aunque toda lectura tiene su lado secreto, una simbología que espiritualiza la lectura y la hace más cercana al alma del pueblo que la creó. El largo prólogo del compilador da cuenta de un historia en la destaca los vaivenes de una sonoridad que finalmente llega a nuestra manos gracias a la decisión de los arriba mencionados y de quien en Venezuela le ha dado cuerpo a través de un libro, su editor Bernardo Infante Daboín. 2.Leer estos cantos nos revela ingenuos. Esto no quiere decir que el contenido de cada canto sea ingenuo. No, quien esto escribe quiere decir que se trata de textos que nos revelan ingenuos ante una escritura transparente,
Si hubiera sido yo La he hubiera dicho que no podría quedarme contigo, Entonces sí, entonces podrías odiarme. Pero son padre y madre Los que quieren apartarnos. Oh, córtenme en mi pedazos. En cuanto a mí, nunca diré adiós. espontánea, libre. Estos versos, como lectores, nos hacen libres, pero también nos hacen ver el lado inocente y hasta desvalido de nuestro pasar por la vida. Son textos de una hermosura elemental. Es una poesía que a veces se aleja de la misma poesía y trasluce mensajes íntimos,
consejos amables, desafiantes pero puros, divinos, terrenales. Es un registro de voces que han pasado por la historia que sin ninguna duda han observado cambios, así como han cambiado los ojos que los han leído. Para los historiadores, Kyoto fue el lugar donde estos cantos
tuvieron el mayor auge, y donde aparecieron un poco antes de finales del siglo X. Las voces cantantes de bailarines y artistas femeninas mudaban de escenarios, hasta que se establecieron en los espacios más privilegiados de la sociedad, entre los más pudientes.
Como podrá notarse no han variado mucho los temas en el arte: el dolor, la separación, los celos, el amor, el erotismo… todo un inventario de sentimientos humanos vaciados en pocas palabras. Palabras que hoy forman parte de un regreso a un pasado bastante remoto.
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LA IMPOSIBLE AMISTAD LÁZARO ÁLVAREZ
E
l hecho de haber nacido en una encrucijada, entre dos viejos cauces de quebradas (y además, en otra frontera: frente al viejo cementerio de la ciudad), nos ha dado la facultad de soportar diferencias. Tuvimos, así, amigos de otras partes, enemigos entre sí: todo lo cual nos causaba siempre una gran perplejidad. La experiencia de la amistad fue crucial para conocer al mundo y a la vida. Un atrevimiento en un espacio, otro donde siempre nos sentimos inseguros pero recibidos. Muchos años después, toda exploración del mundo fue confirmada porque fue compartida. Y no solo la peligrosidad del mundo sino, también, su decadencia y el engañoso juego de sus apariencias dañaron y exaltaron al alma. Y frente a la decepción profunda del mundo, donde no siempre el espíritu puede salir victorioso ante la espada, Albert Camus pensaba la experiencia de la amistad como una de las más cruciales. La virtud más importante en una época tan inevitable como odiosa. Pero en los últimos años, esta experiencia de la realidad acompañada por otros y matizada por una tensión de encuentros y desencuentros, ha estallado prodigiosamente entre nosotros. Las confusiones se prodigan: Un amigo me reprocha mi disidencia ideológica de la suya como un delito mientras otro justifica su violencia con su rechazo a lo que denomina la “amistad burguesa” de la cual, como del concepto de una correcta “amistad revolucionaria”, no tengo la más mínima idea. La distinción entre amigos y enemigos se ha hecho tajante: la irritante definición de posiciones políticas se impuso en todos los órdenes de la vida del venezolano, incluso en los espacios de la vida privada. Los problemas sociales invisibilizados por la propaganda del gobierno, han convertido nuestros hogares en celdas familiares y en lugares donde revientan los odios del fanático. No es sólo la biopolítica sino además la hiperpolítica. Esto hace que el amigo oficialista (más
que el de oposición) casi nunca se desprenda del credo doctrinario y el gesto de su saludo no sea sino un gesto defensivo y mecánico de fidelidad militante, como dudosos héroes sometidos a la –según Wajda- eterna disyuntiva del soldado: obediencia o pensamiento. Según se sabe, para Carl Schmitt la distinción específica, aquella a la que pueden reducirse todas las acciones y motivos políticos, es la distinción amigo-enemigo, así como en la moral lo es la de lo bueno y lo malo, en la estética la de lo bello y lo feo y en lo económico lo rentable y lo no rentable. Pero creo que, lo que ocurre en Venezuela escapa a los límites de lo puramente público, el cual es el espacio en el cual se dirime esa distinción de Schmitt. Y no solamente eso, sino que de ambos términos, el más concluyente es el de enemigo: el que abre la eventualidad de una lucha. “La guerra procede de la enemistad”, advierte Schmitt, como indicando que no necesariamente una identidad puede construirse siempre contra algo.
No es poca cosa que toda la cultura occidental se ha cimentado, entre otras, sobre esta experiencia singular. Ya Aristóteles –amigo de Platón, pero más amigo de la verdad- la valoraba como una gran virtud dedicándole dos de los diez libros de su monumental Ética a Nicómaco, donde ponderaba que no se puede vivir sin amigos y diferencia la amistad utilitaria de la más auténtica y gratuita que se sostiene en la virtud. Hay sin embargo, una tradición decepcionante que atribuye, desde Diógenes Laercio, en sus relatos de la vida de filósofos, la frase “Oh amigos, no hay amigos” (“¡ô philoi, oudeis philos!”) al último Aristóteles, que luego han citado y comentado Montaigne, Nietzsche y Derrida. Esto es, lo que diría el más escéptico y amargado de los hombres: que la amistad es imposible. Pero más recientemente Giorgio Agamben ha intentado esclarecer tal contradicción del estagirita. Se trata de una mala traducción del griego, por lo que debería leerse: “Aquel que tiene (muchos) ami-
gos, no tiene ningún amigo”. Lo cierto es que es innegable el carácter polémico que reside en los fundamentos ontológicos y, al mismo tiempo, políticos de la amistad. El conocimiento y la filosofía (ese ser amigos del saber) se inician apoyados en la relación fundamental con el otro, tal como toda institución social (la polys misma) se funda en esta singular experiencia. El semejante o el prójimo, con quien construimos la ciudad es, muchas veces, más que una semejanza: es, a veces, un otro que nos ayuda a ser nosotros mismos. Es una proximidad paradójica, una identificación con lo distinto. “El amigo no es un otro yo, sino una alteridad inmanente en la mismidad, un devenir otro de lo mismo”, dice Agamben. Pero en un sentido más personal, la experiencia del amigo siempre fue más inclasificable que la del hermano, el padre o la amante. El espacio de la philía casi siempre fue un espacio más libre y más inesperado, sin los caprichos que impone el eros ni los deberes del oikos. Indefinible
e irrepresentable porque está siempre creándose a sí misma en su propia e incesante paradoja. ¿Qué es el amigo más inolvidable sino libre espacio protegido de revelación de un “uno mismo” inesperado? Ese es uno de los aportes incalculables de Levinas: hay amistad o justicia solo allí donde se reconoce primero la alteridad del otro como una alteridad irreductible e infinita. Existe por supuesto el desencanto del traidor cuyo motivo esta siempre en la hibrys con la que nos ciegan el ego y el poder. Pero los excepcionales son aquellos que, lejos de la coincidencia doctrinaria, abren la posibilidad de negarnos, de dudar, de contradecirnos e, incluso, como diría Deleuze, la posibilidad del pensamiento mismo. El afectuoso abrazo que pervive y se repite, el dar acogida a la alteridad del otro, no es solo una generosidad sino un acto de creación espiritual y afirmación democrática de las diferencias. Y el más profundo acto de fe dentro de la incertidumbre.
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Entre las maravillas y la bruma: poesía y relatos del alma
RAFAEL ENEY SILVEIRA MORALES “LITO”
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saz agradable fue la lectura que dimos al opúsculo Entre las maravillas y la bruma, distinguida antología poética y de relatos que generosamente me enviará el bardo cojedeño, asentado en Valencia, Rafael Enrique Ojeda Suárez, creador prolífico de poesía y de amena prosa, hombre culto y apasionado lector. Su gran amigo, otro poeta de exquisita y profusa pluma, José Gregorio Medina “Mascaita”, quien fue el portavoz del valioso presente bibliográfico, me acompañó entre gélidas a la lectura oral y sus devenidos comentarios de este
epítome de versos y prosa. A la luz de esas consideraciones, me permito indicar que en cada una de las poesías notamos un hurgamiento de los sentimientos humanos, es perceptible la presencia de un fuego interior que se abraza a las raíces del alma: “Enmudezco, me siento transportado, envuelto en la vorágine de sentimientos confusos…”. En este acápite podemos notar, como en otros párrafos, el análogo impulso de expresiva elocuencia de su espíritu creador, armoniosamente articulado con una discreta elegancia, desvinculada de esos innecesarios artificios lingüísticos que separan al lector del texto. Este libro me llamó mucha la
atención por la sencillez espiritual como el polimático autor conduce su verbo irreverente para transitar con admirable osadía los vericuetos del espíritu humano con cierto talante místico, confundiendo a ex profeso realidad y fantasía. Entre las maravillas y la bruma es un agradable ejercicio literario del autor, en el cual hay un rechazo a lo real y a la vez un refugio en sí mismo. Procede también indicar que en cada uno de sus poemas, amén de los relatos, el rapsoda amigo demuestra un signo de altísimo valor y serena fortaleza moral ante la vida con remoto aire de misterio. Un detalle interesante es el magnífico prólogo elaborado por José Joaquín Burgos, hombre de letras y
creador literario de reconocida trayectoria, quien realiza en ese exordio un retrato axiológico del autor (etopeya) y su personalidad intelectual, de igual manera aborda otros pormenores que nos permiten conocer más a fondo al creador de Entre las maravillas y la bruma. Una de sus narraciones, sencilla, pero con una reveladora moraleja es el relato El fin trágico de un hombre insaciable, en el cual con llaneza y concreción narra la patética historia de Pedro “El Kilú”, en cuya historia, el protagonista pudiera ser cualquier mortal varón, el citado personaje experimenta a profundidad el desmedido hedonismo, para concluir sus últimos días víctima de un trágico final: “Su vida fue
una leyenda y su muerte un choque violento…”. A manera de colofón, me permito formular mis francos parabienes al perspicaz poeta Rafael Enrique Ojeda Suárez por su excelente compilación poética y sus interesantes relatos. Ratifico que él con pocas palabras produce poesía de alta factura, en cada uno de sus poemas hay un sintético desarrollo de hondas y arcanas pasiones, acopladas con pulcra pericia, proporcionándole un valor emérito a la expresión poética, que el bardo de marras exhibe con admirable dominio y severa concisión…Al César… Valle de la Pascua, a los tres días de agosto de 2014
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CONTRAPASTORAL (Libro ganador de la I Bienal de Poesía Abraham Salloum Bitar)
HARRY ALMELA
aterra decirlo existo porque tú me nombras manchas mi cara con sangre y sin mi venia pones sanguaza sobre mis verdes te convido a la diáspora bermeja al horizonte azul de mis entrañas mírame de frente y aparecerá tu culpa ** ante mí cualquier vacío es el comienzo de la claridad huye de tu anhelo de todo abalorio que te confunde del prócer atroz que te entretiene te hablo desde esta oscuridad para que no pierdas el sentido de la luz cada salida del sol dice algo de ti y no lo entiendes ** he quedado sin nada por necesidad de lo honesto agujas y clavos en tu boca te daré por herencia un hilo rojo entrará por tu nariz y saldrá por la boca en algún sitio se atorará y no podrá salir mientras alguien te mira con un ojo azul otro verde
otro marrón ** el animal baja la cabeza hunde el hocico en el lodazal de su destino
que siempre le ocurre a los otros ** soy tierra de pan sin percibirlo desguazas los senderos
lo pardo de sus cerdas llamadas por la muerte
la empresa trabaja mientras duermes sobre el catre de niebla
la muerte
duermes y sueñas abolido ante toda esperanza
la empresa se afana en silencio desde antes de ti ** te di lo que trajeron desde lejos reposaba verde en los inicios con eso endulzaste lo acre de tu anchura trasegaste el alcohol donde dejaste
el escupitajo te di el mimbre de tus muebles la cuerda que te ahorca la caña brava para tu lecho ** Estás condenado A la sed insaciable Buscarás el agua que te calme Y no la encontrarás En el iliko de tu vieda