Sábado
25
de
octubre
de
CONTENIDO
2014
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Crónicas del Olvido DICCIONARIO HISTÓRICO DEL ESPAÑOL DE VENEZUELA ALBERTO HERNÁNDEZ
1.-
D
e la A a la Z, desde la primera aventura vocal hasta la última que luce consonante, las palabras se hacen amasar, son arcillosas, multiplican sus significados y pasan por el tiempo como pasa el tiempo, con la gente, con el chasquido de las bocas, con la masticación de sus sonidos. Las palabras se almacenan, como los granos viven en silos pequeños y grandes. Unas envejecen de tanto permanecer calladas, se desintegran. Otras germinan, brotan abonadas por su tanta actividad, crecen y le dan contextura arbórea a la costumbre de pronunciarlas bajo la sombra de su riqueza léxica: es decir, se prolongan con el instante del habla, se hacen permanencia en un idioma. Los diccionarios no contienen poesía ni anécdotas. Los diccionarios conservan, maduran y revisan, porque oyen la voz de quienes hacen a diario la lengua. No obstante, de ellos podemos extraer la savia para la poesía y la narrativa. Un diccionario es literatura en la medida en que nos asombra por su altura académica. De allí que sean edificios sonoros. Las palabras hablan desde ellas: unas procuran significados para hilar coherencia cotidiana. Otras son de espíritus múltiples y pasan de boca en boca y se constituyen en una polisemia con pedigrí. Cada palabra tiene varios destinos, no usan visa para viajar en la conciencia de quien la usa, aunque haya mostrado pasaporte una sola vez. Una voz pasa por el tamiz de tantas aventuras y, entonces, la lexicología, ese
muy serio estudio, se encarga de darles palmaditas de bienvenida a los hablantes. Se trata de una vieja historia. Las palabras tienen su génesis y su apocalipsis, pero quedan registradas. No mueren del todo. Han sido personajes protagónicos en Babel, pero no han sufrido incendios ni caídas. Se multiplican. Se deshacen en medio de las trifulcas y son como el Ave Fénix. Tanto que fundan países, naciones, culturas, mapas geográficos y de intenciones. No mueren, agonizan, pero siguen allí, metidas en las páginas o en el silabeo de algunas bocas. Entre dientes inventan travesías. Y si van en libros, más viajeras son.
2.Todo lo anterior le ha permitido a este escribidor seguir el sueño con las palabras, con las voces que han pasado por tantos devaneos, ensayos, momentos históricos, semblanzas, recados, asonadas, golpes de pecho y de estado: son también parte de un relato, de una narrativa. Tienen su historia y la reparten entre autores y títulos que han quedado registrados en volúmenes gruesos y pesados, como es el caso del Diccionario Histórico del Español de Venezuela Vol. 1, 2ª. Edición, publicado por bid & co. editor. Arduo trabajo del académico de la lengua Francisco Javier Pérez, quien con el tino de su dedicación ha
registrado, de la A de Agua hasta la Z de Zamuro, las voces que se pasean orondas por nuestra sobresaltada historia y que hoy repasamos y hacemos nuestro desde las palpitaciones de las palabras que aún viven en el ánima criolla, así como otras que se alejan cada día más para perderse en el silencio de unas páginas, pero que en un momento dado emergen y se sacuden el polvo del silencio. 3.¿Para qué sirve un diccionario como éste que Francisco Javier Pérez no ha legado? ¿Qué hacemos con tantas palabras trilladas por autores y tantos libros que las han pasado y repa-
sado por los ojos lectores? Imagine usted, amigo lector, la palabra “butaca”. Una voz cumanagota que ha viajado entre tantas líneas que hasta francesa se ha hecho. Pues bien, con este diccionario el autor nos demuestra por dónde ha pasado la palabra, por cuántos laberintos se ha colado. Cuántas aventuras ha vivido. Quiénes la han sobado con agrada o con desdén. Y, por supuesto, de dónde vienen y hacia dónde van. Para eso sirve este diccionario, para conocer el viaje épico, la biografía heroica de las palabras. Y digo heroica en el mejor sentido de la palabra, porque son realmente maravillosas y valientes. Valientes porque se hacen usar, se dejan usar, se saben dejar usar por quienes han hecho de ellas parte de sus vidas, parte de sus sueños y acciones. Este diccionario sirve para adentrarnos en las obras de otros autores que han laborado con las palabras que ha seleccionado Francisco Javier Pérez para regalarnos este tomo que, imaginamos, es el anuncio de otro que viene en camino, pleno de nuevas voces, de nuevos relámpagos verbales. Un verdadero acierto el haber publicado este monumento venezolano. Un acierto tanto de Pérez como del editor Bernardo Infante Daboín. Un acierto que abre la posibilidad de convertirnos en las palabras que por aquí han pasado y seguirán pasando. Somos lengua para calmar la sed de su silencio. Debemos soñarlas para darle existencia a nuestra existencia. De la A a la Z, un modelo lexicográfico que nos coloca al lado de la música que hemos olvidado para hablar y hablarnos, y que hoy recogemos con este glosario de revelaciones.