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Crónicas del Olvido
TRISTICRUEL ALBERTO HERNÁNDEZ
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omencemos por la portada: un óvalo contiene el rostro barbado –fuera de foco- de alguien que sostiene un cartel: “Lea este libro”, en mayúsculas escritas a mano. El lector supone que quien muestra el mensaje es el autor del libro Tristicruel (bid & co. editor, Caracas 2014), Domingo Michelli (1987-2014). Después lo identificamos a través de la cédula de identidad y de algunos datos en la solapa de la publicación: Egresado de Letras por la UCAB. Uno de los aventureros de una revista literaria con forma de Arepa. Estudió teatro en el Instituto Universitario Nacional del Arte en Buenos Aires. Y recibió mención honorífica en el I Premio Equinoccio de Cuento Oswaldo Trejo por el libro que tenemos en la mano. Hace pocas semanas se quitó la vida. La muerte de este joven de 27 años convierte su obra en un espacio para albergar la desolación. Quien la lea se entera de su talento. Quienes llegamos a conocerlo un poco no albergábamos ninguna idea de la violenta iniciativa de viajar a la eternidad tan tempranamente. 2 El libro no es el trazado de un país ideal. Se trata de un territorio en una puesta en escena que se hace literatura, narrativa. Michelli desglosa un país peligrosamente verdadero desde la ironía, desde un humor que escuece. El país es un virus. Una bacteria que se multiplica incesantemente. Domingo Michelli se vale de lo que acontece en la realidad de un mapa lleno de gente, de moradores que se valen de másca-
ras para convertirse en pasantes de ciencia/ficción y en sujetos pre-fabricados: el país, borroso y salpicado de una humanidad torcida, se desplaza por los lugares más sórdidos y enfermos: los frecuentados por una estadística que se deja ver en los medios a medias. El narrador se quita la piel cuando relata ese país nada idílico. Es un libro triste y cruel. Es un libro que muestra esas facetas y las coloca al frente del lector sin reticencia alguna. Michelli ha abordado los espacios imposibles y los ha transformado en la realidad que muchos no han querido ver. Este es un libro donde la vida y la muerte se tocan. Un libro donde los personajes hablan en venezolano, como el mismo escritor lo advierte al
comienzo de sus páginas. Es un país hecho libro a través de las palabras que salen de la boca de quienes habitan sus hojas. Además, con la libertad creativa capaz de tutearse con Cabrera Infante. Este es un libro donde quien lo lee navega entre el miedo y la desesperanza. Una lectura agónica. 3 Nueve relatos hacen el cuerpo de Tristicruel. Cada uno desarrolla la historia de un tipo de venezolano o de una situación que hoy es parte de nuestra cotidianidad: “Adiós letrero” es un material que es vertido a dos voces, como casi todos los trabajos que contiene el tomo: en este caso, la del sujeto que se vende,
al pedir una ayuda, a través de un discurso en un autobús. Relata la vida de sus amigos, la tragedia de su generación, la pérdida de la ciudad, el destino de quienes han sido víctimas de la pobreza. Al final, luego de soltar el cuento de sus tropiezos y la de quienes fueron sus compañeros de adolescencia, pide: “¿Serían tan amables de darme una colaboración? Alguito, loquesea, es pa’ completar mi libro de cuentos, selosjuro”. Cuenta para escribir. O para sobrevivir. “Al paso que van”: combinación de diálogos donde se nota la influencia dramatúrgica del autor. Dos anécdotas: la tirante relación de un hijo con su madre y una huelga de sindicatos. Dos propuestas que dibujan un país íntimo y otro público, político. Las imágenes que se muestran en este relato forman parte del diario vivir del venezolano actual: manifestaciones, bombas de gases, disparos, heridos, muertos, presos. Pancartas que exigen el aumento del precio de la gasolina desatan una reacción terrible por parte del gobierno. El tercer relato, “Lectura peatonal”, está formado por personajes codificados. Una mujer que cae de un árbol y se come a la gente. Una estancia de terror donde odio y ternura sucumben ante el lenguaje utilizado por el narrador. Historia de los barrios escondidos de Caracas es un inventario de eventos donde los personajes son desdibujados por la irrealidad: la infructuosa búsqueda de Alcoholópolis, para lo cual ha creído que la única manera de acceder a esa ciudad es “borracho como cuba”, pero su mujer le tiene prohibido abusar de la bebida”. Perrulandia es el otro barrio por donde circula este cuento: un paralítico deja su
casa y se va a vivir a las orillas del Guaire donde hace amistad con unos perros. El inválido muere en su silla pero los perros imponen su ley. El autor se vale de largas citas al pie donde cuenta cada una de las aventuras de los canes. Otros barrios recorren las páginas en las que los actantes son referentes de una ciudad sombría, inundada de voces y de hechos que son parte de las noticias diarias, como la de los refugios o albergues, verdaderos antros en los que todo tipo de pecado es posible. Su relación con los ancianos, con la miseria. Las historias se imbrican: “Todos, todicos, todos” es la imagen de la torre de Babel, la mentada Torre de David convertida en la imagen de la indignidad. El caos, la perversión. “Repagando la muerte”: la morgue, los cuerpos de los difuntos de todos los días. El tratamiento de la muerte, el dolor de los parientes, el olor de la tragedia. Historias de quienes esperan por los mafiosos que entregan los cuerpos a cambio de dinero. “Carruseles” atosiga por la acción vertiginosa de las motos que se han convertido en una epidemia para lo cual el gobierno se ve obligado a inventar las motovías. La presencia visual de las colas en todos lados. Un cuento que nos respira cerca. Gerontofobia recorre los túneles del metro de Caracas mientras los mendigos ancianos repasan la lástima, la indolencia y la miseria. Y Presovisión: el mundo de los pranes, esa fórmula criminal que ha tenido en los organismos de seguridad del estado a unos aliados. De esta manera, desde esta mirada rugosa, cierra el libro, luego de reconocerse en un país que ha perdido el rumbo. Un libro en el que el lector pasa a ser también un personaje agónico.
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Todo Man Ray, a la venta en París
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l 15 de noviembre la sala Sotheby’sde París saca a subasta el mayor conjunto de obras de Man Ray que sale al mercado en 20 años. En 1995 esta misma casa organizó otra venta muy relevante del artista en Londres en 1995. La colección procede de sus herederos (el Man Ray Trust, con sede en el Reino Unido, que controla todo su legado). Las piezas salen directamente de su taller: hay fotografías, pinturas, objetos, dibujos, películas y joyas. En total, 400 obras distribuidas en 300 lotes. Según Andrew Strauss, vicepresidente de Sotheby’s Francia y autoridad mundial en Man Ray, «sale a la venta una selección de obras significativas del legado del artista. Muchas de ellas no se habían visto nunca antes. Este es probablemente el último legado del artista que aparezca en una subasta, casi 40 años después de la muerte del artista. La extraordinaria diversidad de la colección ilustra el talento de Man Ray y muestra cómo era un artista multidisciplinar». Fue uno de los grandes nombres de
Lee Miller con collar (Juan-Les-Pins, 1930-1931), de Man Ray
movimientos como el Dadá y el surrealismo y uno de los artistas más prolíficos del siglo XX. Pintor, fotógrafo y cineasta, Man Ray
abordó todos los géneros. Simone Klein, directora del departamento de Fotografía de Sotheby’s Europa, «la venta de
las fotografías de la colección Man Ray será como una cápsula del tiempo, reflejo de una época y de la creación de uno de los artistas más prolíficos del siglo XX. Esta venta constituirá una oportunidad única de adquirir estas fotografías». En el corazón de este legado, 200 lotes que incluyen fotografías de época, retratos, imágenes de moda e instantáneas surrealistas, algunas tan icónicas como Magnolia, Starfish, Terrain vague, Ostrich Egg y Mathematical object. Man Ray hizo hermosos retratos fotográficos de artistas, compositores y escritores muy destacados entre 1920 y 1930. Esta subasta ofrece buenos ejemplos: retratos de Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris, Jean Cocteau, Francis Picabia, André Derain, Alberto Giacometti, Joan Miró, Erik Satie, Paul Eluard, Henry Miller y muchos autorretratos inéditos. El año pasado hubo una exposición centrada en los retratos de Man Ray la National Portrait Gallery de Londres. Las musas del artista
La subasta también rendirá homenaje a las musas del artista: Kiki de Montparnasse, Lee Miller, Ady Fidelin... y a su esposa, Julieta, a través de fotografías, dibujos y pinturas. En sus instantáneas aparecen también iconos del cine como Ava Gardner, Paulette Goddard, Leslie Caron, Juliette Greco, Yves Montand y Catherine Deneuve. Entre las pinturas, destaca un retrato cautivador de Julieta, Máscara Púrpura (1948) y Mucho ruido y pocas nueces (1949), de su serie Ecuaciones shakesperianas. Varios objetos surrealistas harán las delicias de los aficionados, así como joyas (un broche de oro con los labios de Lee Miller, inspirado en un famoso cuadro del artista). El Man Ray Trust fue fundado por Juliet Man Ray (1911-1991), viuda del artista, y por sus herederos y descendientes. Tras la muerte de Juliet Man Ray, un número significativo de obras del artista fueron donadas al gobierno francés y se unieron a los fondos del Centro Georges Pompidou.
Forma y color en la obra de Rómulo Contreras JOSÉ NAPOLEÓN OROPEZA
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os planos rectangulares de color en Rómulo Contreras, a diferencia de lo que sucede en Albers, crean una energía propiciadora de movimientos. Generan una corriente que va orquestando todo el resto de la composición: de allí seguramente emergen las líneas verticales bajo las cuales se desarrolla la degradación y transmutación de los colores, el tramado de las líneas que componen y descomponen espacios y volúmenes. Volúmenes suspendidos. Volúmenes que pasan, también espacios abiertos, como columnas que unen cielo, tierra y aire, gracias a una constante voluntad de juego
de líneas, colores, manchas. Ese juego de líneas suspendidas, de espacios mutantes, ha sido llamado por el artista Código Visual. Enumera, cada uno de ellos, quizá con el propósito de marcar, a través de un número, un punto de llegada. ¿Y por qué no? El comienzo de otra partida. O, acaso, un punto de cierre. Pero nosotros tomamos ese número, que el artista identifica al reverso, como un comienzo de partida: un instante absoluto, el nacimiento de un punto, en medio de un sereno río. La gran superficie, el segmento mayor, juega con el cuadrado o el rectángulo, en pos de la tarea de estructurar cada obra. El lienzo se fragmenta, horizontal o verticalmente, en segmentos más pequeños que, giran, también, como las líneas. A veces,
se establecen líneas divisorias que dinamizan el campo visual, empleando colores intensos que parecieran nacer de los rectángulos que, arriba, dinamizan la composición y esbozan el juego de colores y líneas. Ese hermoso juego propuesto por el artista se funda en el diálogo de segmentos, líneas, diagonales. Pero, también de elementos tridimensionales, que, como ya dijimos, proponen la idea de que el amago de la ilusión del volumen supone una aventura ensoñante. No solo marca y subraya tal existencia, sino que genera tensiones. Tal tensión la captamos remarcada por las líneas tridimensionales, para expresar, igualmente, la condición de ser parte de una composición en constante movimiento.
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La reinvención del Bioy Casares más querido y desconocido ALEJANDRO REBOSSIO
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a invención de Morel, Plan de evasión, El sueño de los héroes, El perjurio de la nieve, La trama celeste, Guirnalda con amores, Memoria sobre la pampa y los gauchos... La herencia literaria de Adolfo Bioy Casares vive más que nunca estos días en Argentina con motivo del centenario de su nacimiento, el 15 de septiembre. La obra del ganador del premio Cervantes en 1990 (Buenos Aires, 1914-1999) es celebrada en su ciudad con conferencias sobre su literatura, ciclos de cine basado en sus libros e incluso el rescate de su faceta como fotógrafo. Aunque Bioy Casares siempre ha estado presente en las letras argentinas y latinoamericas, este año sus lectores viven una especie de reinvención de quien abordara la literatura policial, fantástica y de ciencia ficción, además del ensayo. Un ciclo de películas que adaptaron algunas de sus obras y las de su compatriota Julio Cortázar (Ixelles, Bélgica, 1914-París, 1984) se
ha titulado Diálogo de centenarios y se puede disfrutar en el Museo del Cine de Buenos Aires desde el pasado día 6 hasta el próximo 28. Ese día comenzará en el Centro Cultural San Martín una muestra de las fotografías que como aficionado había sacado Bioy Casares. Mientras, hoy concluye en la Biblioteca Nacional una serie de conferencias sobre quien escribiera libros con su gran amigo Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986). En el Museo del Cine ya se ha proyec-
tado Invasión, de Hugo Santiago, con guion redactado por él, Bioy y Borges, y el estreno de En memoria de Paulina, ópera prima de Alejandro Areal Vélez, que se basó en un cuento homónimo del escritor. El próximo sábado se podrá ver la adaptación al cine de la novela El sueño de los héroes bajo la dirección de Sergio Renán. El 28 se ofrecerá Dormir al sol, la película de Alejandro Chomski sobre otra novela del autor argentino. “Bioy estaba fascinado por la ciencia de antaño. Hay críticos que todavía lo incluyen dentro de la ciencia ficción. Eso es polémico, porque si vamos a hablar de ciencia ficción en Bioy, deberíamos hacer una sutil corrección y decir retro ciencia ficción”, dice Soledad Quereilhac, doctora en Letras, investigadora y colaboradora del periódico La Nación y esposa del ministro de Economía argentino, Axel Kicillof. “A Bioy le interesan los elementos residuales de una ciencia que es propia del periodo de entre siglos, cuando se produjo ese raro maridaje entre lo material y lo espiritual, cuando muchos científicos empeza-
ron a interesarse por los médiums, la telequinesis y esas cosas”, agregó en una conferencia Quereilhac. En esto, añade la experta, Bioy se diferencia mucho de Borges, “porque le interesan esas bizarrías científicas”. “Si uno piensa en La invención de Morel o Plan de evasión, verá que hay una lógica residual, cientificista, pero en claro cruce con lo espiritualista, abundan las explicaciones de los fenómenos, algo que Borges directamente no valora”. Recordó que en Bioy se busca la racionalización de la experiencia. A la literatura de los principales cultivadores del relato fantástico argentino —Borges, Bioy, Silvina Ocampo (esposa de Bioy) y Cortázar—, el escritor Carlos Gamerro prefiere llamarla ficción barroca. Y asegura que ha sido frecuentemente leída como una reacción a la llegada del peronismo, “irrupción que había vuelto patente el ocaso de la clase dirigente a la que ellos pertenecían”. Recalcó que donde difieren estos cuatro autores es en su respuesta a esa invasión: “En Borges, una de ellas es dar pelea. Silvina y Bioy eligen la estrategia
inversa de pasar inadvertidos”. Con voces de diferentes investigadores y críticos, Buenos Aires ha recordado estos días la primera etapa fantástica y borgeana, de Bioy Casares, al igual que su segundo perÍodo de autonomía estética, su narrativa breve y sus obras en colaboración, incluidas las que que escribió con Borges, como Seis problemas para don Isidro Parodi, Dos fantasías memorables, Un modelo para la muerte, Cuentos breves y extraordinarios, Libro del Cielo y del Infierno, Crónicas de Bustos Domecq y Nuevos cuentos de Bustos Domecq. Hoy, día del centenario, en la Biblioteca Nacional se hablará de su libro póstumo Borges y otros escritos autobiográficos. Como cierre de la conmemoración, a finales de mes abrirá la exposición El lado de la luz, Bioy fotógrafo. Se verán imágenes que el escritor tomó en la intimidad entre 1958 y 1971, algunas de su familia, unas de su piso en el aristocrático barrio de Recoleta y otras del mundillo cultural que pasaba por ahí. testimonio de los años Bioy.
Nicanor Parra o cómo envejecer al revés RAFAEL GUMUCIO
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uelga del centro del salón principal de la biblioteca Nicanor Parra en la Universidad Diego Portales un crucifijo gigante. Esto en una universidad abiertamente laica puede resultar un contrasentido hasta que se mira con más atención al centro de la cruz. Ahí se puede leer un cartel que reza en letra manuscrita: “Voy y vuelvo”. Un mensaje intachable desde el punto de vista de la teología, aunque use para explicarla el típico cartel que los almaceneros cuelgan a las puertas de su negocio cuando se ausentan. La cruz es también una declaración de principios para un poeta que cumple cien años en pleno uso de todas sus facultades, incluida la de molestar a cualquier poder establecido o por establecerse. Porque detrás de la cruz cuelgan de distintas sogas todos los presidentes de Chile. Esta obra, El pago de Chile, situada hoy en la universidad, le costó en su día el puesto a la encargada del Museo de la Moneda, donde se montó por primera vez a mediados de 2006. Después de buscar en la matemática, la poesía, el humor y el tao te king
alguna respuesta al problema de la muerte, Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914) parece haber decidido a los 99 años que la muerte no existe. Es difícil no darle la razón, al ver colgando por la Alameda cuatro gigantescas fotos de su rostro en distintas etapas de su vida. Parra se ve más joven que hace sesenta años, cuando bajó los dioses de la poesía chilena del Olimpo, publicando Poemas y antipoemas. Parra envejece al revés. Es quizás la razón por la que todos en estos días en Chile compiten por homenajearlo. Revistas, diarios, el Gobierno y el Centro Cultural Gabriela Mistral. También la ya mencionada Universidad Diego Portales, que además pública
Temporal, un libro inédito que hasta el propio Parra había olvidado. Se trata de una crónica del desborde del río Mapocho en el invierno de 1987, y a la vez de una denuncia de la dictadura. Es ante todo un intento de volver a pensar la poesía política lejos de la propaganda o de la denuncia, logrando que en ella confluyan las voces de víctimas, transeúntes, periodistas, autoridades. Una compleja polifonía que el humor nos hace sentir como natural y simple, tan fluido y tan peligroso como el río que protagoniza el poema. A los 99, Nicanor Parra Sandoval maneja aún su propio Volkswagen escarabajo. Detesta como la más literal de las pestes la nostalgia o la melancolía. Pendiente del último chisme, invento, visitarlo es un ejercicio intelectual de alto riesgo que puede dejar agotado al más joven. Obsesionado por meses con las cuecas con piano, la columna de opinión como forma de poesía, o el lenguaje de los estacionadores de auto, el profesor de física Parra convierte a su interlocutor en otro experimento de ese laboratorio espartano en que convirtió su casa de Las Cruces, justo entre la tumba de Vicente Huidobro en Cartagena y la
casa de Pablo Neruda en la Isla Negra. Nicanor Parra se niega a ser lo que fatalmente es también: una institución. La historia de Chile, la que nos gustaría poder contarnos a nosotros mismos: el hermano mayor que obligó a Violeta Parra, su hermana, a cargar una grabadora gigante para recopilar las canciones del campo. El profesor que recortó diarios para exponerlos en la calle junto con Alejandro Jodorowsky y Enrique Lihn. El antipoeta que protagonizó su propia guerra fría, o su propia paz armada, con Pablo Neruda. El ciudadano que pasó por Cuba y Rusia presintiendo el derrumbe del socialismo real, tomó té con la esposa de Nixon, tuvo sus dudas para la Unidad Popular, arrancó de la policía política de la dictadura que quemó la carpa donde leían sus poemas en el maletero de un auto. El profeta que resucitó al Cristo de Elqui para decirle a la dictadura lo que pocos se atrevían a susurrar, tradujo al chileno de a pie El rey Lear, de Shakespeare, mientras su hermano Roberto renovaba el teatro chileno con sus décimas de la Negra Ester. No es un azar que al volver a Chile otro Roberto, Roberto Bolaño, haya buscado a Nicanor Parra, como si ese
nombre fuese sinónimo de Chile. Una versión de Chile a la que podía pertenecer. Un país que ha empezado, después de todas las revoluciones y contrarrevoluciones que sufrió, a convertirse en un lugar que podemos encontrarnos en la contradicción que Parra lleva años intentando no resolver sino aceptar. Parra, que detesta las conclusiones, se adhiere quizás sólo a esta, que la contradicción no es una debilidad sino una fuerza. Los escolares que miran la cruz gigante con el “voy y vuelvo” al centro, o los presidentes colgados de sus sogas, o el insecto de Edison (una ampolla sin su cubierta de vidrio), o la propia voz de Parra recitando La mujer imaginaria, aprenden que ser excéntrico cuando se nace lejos de cualquier centro es una forma de realismo, o que la verdadera seriedad es cómica, o que la derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas, o que la poesía está en cualquier parte menos en los versos de los poetas. Jubilado de todas las universidades donde dio clases alguna vez, el profesor Parra sigue enseñando a través de su negativa a tomar la muerte en serio, que no hay mejor método para ser inmortal que evitar cualquier cosa que huele a inmortalidad
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EL LEJANO OESTE ALEJANDRO CASTRO
Toy Story Lo recuerdo: me miraba altanera desde la cima de G.I. Joe. No pude matarla. Aquella caja no era su ataúd. Recuerdo el día que descubrí una cucaracha en el baúl de los juguetes y supe que era tiempo de crecer. Caribe De todos los monumentos construidos por el hombre mi favorito es el mar Ortografía Subiendo a la Simón hay un cartel “prohibido votar basura”. Se trata de un error más o menos frecuente entre los consumidores del idioma. “Votar” y “Botar” no es lo mismo aunque parezca arbitrario. Las palabras homófonas –maldito prefijo griegoson un dolor de cabeza. El tráfico no avanza. Miro el cartel y pienso que conspiran. Los errores no existen ni las casualidades. Señoras y señores “prohibido votar basura”. Redacción a Anaira Vázquez Según el periódico durante el fin de semana “veintisiete muertos violentos ingresaron a la morgue de Bello Monte”. Válgame Dios. V
a Virgilio Piñera Los cangrejos no caminan para atrás ni son inmortales cualquiera puede tapar el sol con un dedo
los últimos no lograrán ser los primeros por eso son los últimos el tiempo no cura todas las heridas y nada de este mundo vale más que cien pájaros volando libres en Guanabacoa. VII La culpa es de los pollos. Y qué genoma incompleto ni qué Edipo Ni qué sexo gonadal o desorden endocrino. (Compadre no coma pollo) III
a Eleonora Cróquer no soy capaz de decir siquiera que no condeno mi devaneo / prefiero las respuestas todo lo quiero tener. Me hago la loca pero soy un hombre qué vergüenza tan bruto desesperado. cuándo voy a aprender a postergar el placer para que dure. cuándo voy a aprender a jugar con los huecos que no se pueden llenar. V Nací en una familia sin hombres a pesar de tanto tío el padre la testosterona tuve la suerte de nacer escoltado por histéricas de pelo en pecho. VIII Mírame ya no puedo equivocarme soy invencible. A ti voy a quererte como Gorgona la mujer florecida de veneno que por venganza convertía hombres en cosas. (de “El Lejano Oeste”, editado por bid & co. editor, Caracas 2013)