A punta de baladas tintas.

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El Sistema de Imprentas Regionales es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores.


A punta de baladas tintas

©Linda Cristina López Ortega Colección El libro hecho en casa. Serie poesías © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana Sistema Editoriales Regionales Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: DC2018002110 ISBN: 978-980-14-4378-0 Plataforma del Libro y la Lectura: Jairo Brijaldo

Diagramación Jesús A. Castillo O.

Consejo Editorial: Asociación de Escritores Mariela Lugo, Rosa Roa Aurístela Herrera Orlando Mendoza Luisana Zavarse Moraima Almeida, Be lkis de Moyetones José Ángel Canadell Rosner Carballo Blanco Diosa George Jesús A. Castillo O.


A punta de baladas tintas

Linda Cristina Lรณpez Ortega


“Decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito debía tener unas 12397 mujeres en su mujer/ era difícil saber con quién trataba uno…” Juan Gelmán


A la sombra de ella

I

Ella vuelve al pozo a nadar en las aguas de la noche.

Ella vuelve a la orquesta interminable de la nostalgia.

Ella vuelve acostumbrarse al lugar donde habita el miedo.

Ella vuelve al ardid y a ser su aliada.

Ella vuelve a lo leve a la nada.

Ella vuelve a ser presa fĂĄcil. Ofrenda.

Ella vuelve a extraĂąarlo en la tempestad del silencio.


Ella vuelve a formar con arcilla su rostro de ángel para acallar los propios demonios

Ella lo ve -o eso cree- cuando su sombra la mira y ríe mientras se hunde en las inmóviles aguas del desamparo.

¿Dónde su luz sin brújula? ¿Dónde está, en este preciso instante, en que el tiempo amenaza con tormenta? 1

II

Ella va a vestir su falda y blusa negra va a levantarse sobre la ciudad -a la tres de la tardeva a coquetear con la rueda incandescente va a embriagar los cabellos con la brisa de julio va a arrojar con carcajadas sobre el asfalto la tristeza y el confinamiento al que se ha obligado -antes de nacer en un día de lluvia-

ella va al encuentro de un amante lo besará rojo rojo bajo las ramas verdes de un almendrón

y seguirá su camino con el mismo rostro de partir y volver.


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III

ella se desnuda en la memoria del silencio ella se desnuda en el pleno centro de la noche ella se desnuda en el fervor de las mentiras piadosas ella se desnuda y se toma en sus brazos ella se desnuda en la sombra de su sombra

ella no se desnuda para el que no nombra por temor a que la cubra de lentejuelas y ventura

ÂżcĂłmo no lastimar su mirada abierta al alba?


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IV

Tiembla tiembla en el árbol la hoja seca

cae en el rio que se formo en la acera

ella se mira en ella en este agosto de lluvia fría e intensa

¿adónde irán a parar adónde?

dónde todo se inunda


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V

La casa que habita ella se quedó sin columpios iguanas pájaros mandarinas y risas

como su casa

sola desteñida


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VI

Ella se acuesta a lo largo de su cuerpo le da la espalda

un abanico de silencio de pieles ajenas y de nombres ajados se cuela por la ventana del cuarto

cae sobre la memoria a medio dormir y golpea golpea como viento de nostalgia.


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VII

Sobre todo ella sabe de llegar al muelle que no sobreviviĂł a las mordidas del agua o a puerto inevitable

sabe de la mecedora desvestida del silencio posado en el columpio y del viento imparable entre los arboles

ya no hay quien recoja los higos y enseĂąe los rezos

solo los pĂĄjaros van y vienen al patio tenaces como el hambre insaciable de los recuerdos.


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VIII

Ella cae como la noche entre la arboleda se quiebra como rama seca de almendrón se balancea en las tormentas como palmera se derrumba a su sombra como seco fruto se desvanece como la bruma que levanta en la tarde

le duele tanto grito callado y heridas tatuadas desde su médula a la corteza

una y otra vez se recompone en su ser de madera

sueña ser hoguera astilla ceniza abono flor de montaña

y elevada otear el valle en que fue.


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IX

Ella estĂĄ cansada de tanto otoĂąo y de su luz tenue que nace en el horizonte de la intemperie en que habita y de sus propios fantasmas que la acechan nada cotidianos domĂŠsticos benignos.

le pesa tanto la sombra y el alma para alcanzar cualquier orilla

sola como muelle en calma desgastado por el agua moribundo.


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X

Ella se miró ayer al espejo que mudo inmóvil cómplice le guarda los secretos de la buena máscara donde se muestra alegre

con los labios pintados de rojo como una inmensa manzana abierta y los dos ojos enmudecidos

dispuesta a devorar el festín de la noche y a la multitud que no la reconoce

él no le recrimina ni todo ni nada.


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XI

Ella vuelve al columpio de la niñez a los caramelos a las muñecas de trapos al escondido a las cerezas a los nísperos y al ovejo que le trajo una tarde de regalo su padre

va donde todo es posible como ser pájaro carpintero que juega con serpentinas de colores en el fondo del mar

vuelve a la niñez sentada en la mecedora de su madre

como su madre jugando a ser ola con una caracola entre sus dedos

ella va al limpio lugar de dónde vino.


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XII

Ella se esconde de ella misma ella se esconde de su propia sombra ella se guarda de aquel que la ama con los ojos cerrados Ăşnica Ă­ntegra invulnerable perfecta

ella se esconde se esconde por miedo a arrastrarlo al voraz rĂ­o crecido que es.


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XIII

Esa mujer no es tan extraña mejor dicho ni extrañísima como unos la piensan

charla con ella misma en las noches compartiéndose un café y un cigarro es supersticiosa –toca madera para la suerteno barre la casa de noche no vaya ser que se escape la dicha tal como lo canta la leyenda reza el rosario con cincuenta Ave Marías como el Rosal Misionero de los primeros tiempos cambia los corotos de la casa para mudarse diariamente

es insomne hostil se baña en la lluvia es como un colibrí espera siempre un tiempo mejor se deja arrullar por los amantes tiene certeza de su piel y su sexo escucha el mar en sus dedos

vive y yace en un solo instante


como golpe de ola en la orilla

es tan vida cotidiana elemental. 13

XIV

Ella no es ni benévola ni cálida ni amable ni fiel ni descomplicada y nada amorosa con él

él la ama tanto por ser la raigambre de todo lo posible y con todas sus virtudes que de seguro antes de enfriarse su cuerpo le dedicará la última palabra su nombre el mismo mirar de la primera vez su última sonrisa y el último suspiro.


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XV

Esa mujer recuerda el camino a la Iglesia el vestido de novia de tul el medio fondo levemente bordado la corona de flores en el cabello los zapatos donde se entrevé una uña las perlas -mal auguriotodo en beige, perfecto y no puro.

Esa mujer recuerda el viaje de la luna de miel y el regreso imprevisto que espinó el pájaro del sueño.

Esa mujer recuerda la carta de despedida con motivos fútiles dejada sobre la hornilla de la cocina al amanecer.

Esa mujer recuerda la luz apagada de la casa y el silencio. Recuerda su risa desmoronarse sobre el pavimento y la noche.

Esa mujer recuerda la caminata interminable por las calles de la ciudad y la jauría correteando la presa -¿cuánto cuesta una noche de amor?Recuerda sus lágrimas, los pies desnudos y adoloridos.

Esa mujer recuerda el nuevo regreso el niño que no nació -hundido en el fondo del lavado-


la soledad el frio de la camilla las manchas de sangre sobre la sĂĄbana blanca la fiebre del cuerpo y su luto. 15

Esa mujer recuerda los aĂąos de desafueros posteriores el amor antiguo anclado en su puerto derecho los desencuentros bajo la luna y con el girasol incandescente

Esa mujer recuerda recuerda recuerda y cada recuerdo es un ancla que la hunde al fondo de la vasta melancolĂ­a.


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XVI

La ciudad de él queda tan lejos de la ciudad de ella.

En su ciudad él tiene todo lo que necesita hasta en los agujeros de las paredes deambula el sonido de la risa de ella.

La ciudad de él queda tan lejos de la ciudad de ella que el teme perder los pies en el camino o cansarse de ella o amarla y seguir solo.

En la ciudad de él se extravió la prostituta de la radio novela y la palabra amante entre los libros y el polvo.

Por la puerta de su ciudad él a veces asoma el rostro ella lo aguarda vela por el regreso de su mirada a salvo de la calle y el obscuro asfalto.

La ciudad de ella también queda lejos de la ciudad de él, a esta hora.

La ciudad de él y la ciudad de ella son ciudades lejanas e inmóviles


donde no reina el deseo de nutrirse de lujuria y extinguirse en la misma hoguera.

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XVII

Ella debe enamorar a un escritor de novelas poemas o cuentos para que la cree en nuevas formas estilos y palabras

la invente luna llena laguna mansa unas veces diosa otras humana ciertas veces sus ojos en el rostro de ángel o resplandor de girasol a media tarde

que le vista el corazón con un escudo y le coloque alas para salvarla de la intemperie y la noche

pero que no la declare princesa de ningún reino ni la calce con zapatillas de cristal para el encuentro amoroso ni la observe pasear en carruaje tirado por caballos alados o sentencié que los sueños finalizan a las doce de la noche o del medio día

eso sí, que la diagrame acordes en su piel suya intacta eterna.


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XVIII

Ella lo abandonó ayer

repartió ciertas pertenencias las que trajo como ofrenda para él y otras que atesoraron juntos en el camino

se quedó con la alfombra tejida de encuentros a escondidas a la hora de la salida del colegio el brillo y la picardía de sus ojos de gata y el ronroneo que él tanto amo sobre los cojines de tafetán los poemas escritos con su nombre entre las letras atesorados en una cajita de madera junto al olor a yerbabuena de sus antepasados el Nazareno de San Pablo y su devoción por él

le dejó los últimos tiempos de comidas agrias y sabanas ajadas con mentiras la cama de los besos tan ancha para dos su soledad guindada como los helechos del balcón la grifería oxidada donde no brota agua dulce para erizar su piel la puerta de la casa cerrada para siempre


y a él intacto sin ella.

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XIX

Blanca malvada y el príncipe

I Blanca malvada

Cazadora de almas y corazones cocinera de amantes a puro leño ataúd donde reposan los anhelos sopor angustia desosiego ¿malvada concéntrica?

abismo donde se lanza el espíritu del príncipe sendero donde se extravía junto a los siete duendes del tiempo ¿malvada suelo o techo?

luna que danza para llamar a la muerte ¿malvada hechicera de fuego?

espejo espejito ¿quién es la más hermosa malvada del príncipe?

II El príncipe

Era justo


dulce hermoso el príncipe soñó 20

y no habían espejos y manzanas para envenenar la vida lobos disfrazados de abuelitas devorando anhelos trampas de tigres en el recodo de las veredas gigantes amurallando primaveras jamás y nunca príncipes con colmillos para morder la risa.

¡y no vivieron felices para siempre¡

La tía de los cuentos hace rato dejó de ser centinela de finales felices princesas candorosas y príncipes soñados.


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XX

Esa mujer es ella sincera agua cristalina ni falsificada ni contradicción sin su doble que la asalta y auténtica de pies a cabeza

cuando esta desnuda sola detrás de la puerta y en su intimidad contempla desde el el calor de su vientre la noche que se precipita sobre las calles los pájaros que duermen y la luna que dialoga con los gatos y las ventanas

esa mujer también es ella en la extraña hora de secreto absoluto


cuando la crea el poeta que la bebe y la ama

en verdad, esa mujer es ella en la gracia fugaz de la noche. 22

XXI

Juego con la mujer de los cinco tiempos

CaĂ­da la noche con el silencio que acompaĂąa de la mano los domingos ella reza la mujer de los cinco tiempos que se alarga en sus dedos

ella, la amante vestida de nocturna de jabĂłn barato de desinfectante floreal polvo y sabanas mal lavadas del hotel sin estrellas donde despierta impregnada a todos los olores menos al del amor

ella siempre vuelve a su casa se restriega la noche con agua de lluvia deja correr los pecados por la alcantarillas del pueblo y bendice con una cruz en la frente su Ăşnico templo - la familiapara que no la presientan en el olor a noche que la embarga


no hay horas para el desayuno para el almuerzo ni la cena cuando no es ella ni la nocturna ni ella la de su casa 23

sino la que se erige como girasol en el día y trabaja tenazmente detrás de un escritorio y al final concluye que no cree en lo que hace sino en la noche en la desnudez del cuerpo en la lluvia y en los poemas escritos en servilletas

ella en el tiempo del amor ama al único hombre que no se mueve por los hilos del deseo lo ama de manera dulce sencilla y profunda como colibrí que se posa sobre la flor de la tarde o como el niño montado en bicicleta sobre un poema o como el sol cuando despierta y ella amanece cantando ebria de besos que deambulan en su piel

ella en su verdadero tiempo es más que una conjugación de miedos y silencios que desgastan sus huesos equivocados mil veces y ese espíritu aventurero que la asalta a cada instante


esa mujer tiene la certeza de la noche y de todas las mujeres que la persiguen en sus tiempos perfectos y que nadie conoce con tan solo mirarla. 24

Relampagueo de pecados esa soy yo, viva



"A cada día veo en la clausura del destierro, mi vario ir difuso. Puedo ser desde adentro clave oscura, vaivén de ola, girasol confuso.” PÁLMENES YARZA I

Creo en la lluvia que lava mis cabellos y purifica el barro de los pies de mi sombra.

Creo en la resurrección de mis pecados certeza de estar viva.

Creo en mi infierno y en mí misma como su propio demonio de mil formas.

Creo en la que soy atormentada o en calma desbastada o erguida y nada poderosa.

Creo en mi crucifixión con clavos de desamparo sobre madero de tristeza.

Creo en lo espíritus de mis antepasados esencia de mi cuerpo mi sangre y mi locura.

Creo en la magia divina de la existencia la prolongación en el tiempo mis hijos

Creo en mi familia como la única iglesia y en nuestra comunión los domingos en las tardes bajo los mandarinos del patio de la casa.

Creo en ti mi amigo, mi hombre, mi amor, mi ángel que has sobrevivido intacto a la mujer impura que soy.


Creo en tu carne, brazos y piernas que me auxilian donde soy voz muero y renazco. ¡Amen! 25

II

Una mujer canta no soy yo una mujer ríe no soy yo una mujer sueña no soy yo.

Una mujer salta del trampolín esa soy yo al vacío

una mujer clama soy yo confinada al espiral del desamparo

una mujer anochece tus pasos relampagueo de pecados esa soy yo, viva.


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III

Soy la calle oscura por la que caminas a mi encuentro

boca inmensa dispuesta a devorarte los pasos.


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IV

Soy gaviota hambrienta de mundo de luceros y amantes trasnochados

nรกufraga en el temblor de las despedidas

luna que se desangrada a tu costado de ola

tiniebla que le tiende trampas a tu aurora.


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V

Soy noche obscura árbol de la tristeza talud en el camino desolación tardo vuelo de gaviota y tú muerte al fin.


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VI

No soy ni bruja ni diosa ni sirena ni dulce ni risueña ni hermosa

puedo incrustarme en tu cuerpo perforarte el alma beber tu savia de un sorbo en mi copa y adormecer la espiga de tus sueños

témeme ahuyéntame

mariposa blanca soy ligero grano serás.


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VII

LlegĂł de prisa la tarde arrasĂĄndolo todo no soy tortuga alhaja caoba roca milenaria perdurable

trepĂŠ a simple mujer de huesos equivocados mil veces oveja negra de la familia arcilla baratija gaviota errante que no avista en el horizonte morada -algunadonde calmar el hambre y la sed de sosiego.


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VIII

Iré a ti iré a tu casa iré a tu habitación iré a tu cama hoy

me desnudaré me acostaré a tu lado me guardaré en silencio me cobijaré de sosiego apagaré la lámpara de tu ciudad abriré la ventana a la serenata de la luna y de las gatas enamoradas

no rozaré tu rodilla con mi rodilla amorosamente deseable no hurgaré con mi lengua los secretos -que guarda de ella- tu boca no avivaré tu deseo con el roce de mis senos de cabra montaraz no tragaras mi saliva ni yo beberé tu blanco verbo

te miraré como si no te hubiera conocido o gozado mis ojos y el vaivén de mi cuerpo

entonces te cantaré de nuevo me anunciaré y revelaré tu virgen


sin trampas ni pecados.

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IX

Tu boca saborea las mentiras las verdades trepan por mis cabellos alcanzan la cresta

guardo silencio y te dejo jugar a las escondidas con mi fe.


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X

Vestida de noche entono desamores

ando y desando perfumada a pecados a viejo hotel sin estrellas a lunas desgranadas

sorbo la noche a tragos largos y amargos cobijada de soledades y resentimientos de siglos.


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XI

Te busco en los valles montaĂąas y llanuras de mi cuerpo en los pezones cansados en el refugio hĂşmedo donde palpitan mis lunares en las yemas de mis dedos en la lengua del recuerdo

te ha ido desvaneciendo el tiempo

corcovea la verdad y yo insisto en espantarla.


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XII

Si me tendiera desnuda de nuevo a tu lado no vacilaría en susurrarte dos sentencias amorosas

jamás y nunca yacieron frías y silenciosas mis manos en tertulia con tus carnes

te pienso y existes en cada acorde de mi cuerpo.

rasgaría al fin tu incertidumbre quejosa de años. .


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XIII

Por morder mi risa con tus colmillos por envenenar los latidos de mi manzana por podar mis auroras de girasol encendido por las trampas en los recodos de las veredas por tu hastiĂł clavado en el pleno centro de mis noches

por tus culpas por tu culpa por tu inmensa culpa dejarĂŠ de rendirte culto en mi cuerpo y mis poemas

ÂĄAmen!


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XIV

Se acerca la noche la observo de reojo ahora y aquĂ­ coronada de entrecanas

hoy la noche no sabe a enamorados a semillas de almendrĂłn

sabe a tiempo de naranjos amargos y espinos.


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XV

Voy a abandonar mi cuerpo mi alma y en una toda intacta saberme viva al esculpirme en ti.


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XVI

Jugando a las escondidas tras mi piel desnuda los ojos de la muerte se asoman me sonrĂ­en me descubren y en la huida me alzo bandera blanca para rendida ofrendarme a la inevitable.


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XVII

Ven, dulce muerte. Cuando quieras. Henriqueta Lisboa Llueve tic tac tic tac se acerca la noche la tristeza salta del espejo bajo la cama los fantasmas acechan desnudo y perfumo mi cuerpo para la entrega

Âżme advierten abrumada menguada acechada consagrada vencida dispuesta a la ceremonia final?


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XIII

No me perdones tomar tu mano arrastrarte a mí - calle oscuraahogarte a punta de baladas tintas frotar tu cuerpo con el olor nauseabundo a pecados que desprende mi cuerpo hundirte en mi vida alucinada cubierta con velos de tiempo vencido que te vence

perdóname soñarte amarte las tardes de los domingos bajo la refulgencia de las mandarinas del patio de mi casa desearte antes que decline la savia del bambú y muerdan mis carnes los colmillos de la noche.


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XIX

Antes que la luciérnaga abandone el cortejo nocturno el bambú silencie la verde balada los alisios no estallen los deseos de las carnes las lunas nieven la memoria y duerman las pieles ajadas por el tiempo

ven

ven desata la trenza de los odios y los resentimientos de siglos

bríndame

bríndame un beso que cante como canta el rocío un te quiero que me salve de la fiesta de la muerte

para ofrendarme a ti en limpia desnudez.


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XX

Muérete a besos míos mátame a besos tuyos

trepa las dos columnas que sostienen el templo devela los secretos de la gruta del deseo entre mis piernas ulula abre la tinaja ovalada

la Caja de Pandora

maravíllate toca

besa

lame huele oye

a la gran maga

Isis

enciende las amapolas alucínate

decreta tiemble el templo abatan las columnas desaten los demonios y las culebras inunden los líquidos blanquecinos y se consagren los lunares del cuerpo húndete

expira

hazte mía hazme tuyo muérete a besos míos mátame a besos tuyos hagámonos uno infinitud


sentencia ¡se la diosa de mi muerte! 44

XXI

Croa la rana en el jardín de la casa la gata azul rusa -Osiris- ronronea amor a mi lado las hojas del plátano bailan al son de mi tristeza el ajo lirio florea cómplice con los aromas del sosiego la albahaca y el orégano junto a la alberca las estrellas se asoman mientras la oscuridad arrecia el viento inhala y exhala hondo como silbo de angustia los higos esperan picoteos de pájaros al amanecer las piedras se bañan de lluvia

mientras todo respira alrededor yo coqueteo con las muertes de las mujeres que soy. .


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XXII

¿Cómo voy a estar muerta si los anhelos como badajo golpean y golpean las paredes de la campana del centro de mi pecho?

¿Cómo voy a estar muerta si florea la rosa roja cada mes entre mis piernas anunciando fiesta la gruta de los misterios?

¿Cómo voy a estar muerta si un destello de campo abierto brota desde mi piel?

¿Cómo voy a estar muerta? si ayer volé en sueños como blanca gaviota hasta el borde de tu cama pose mis alas sobre tu pecho y saboreé el agridulce de tu cuerpo?

¿Cómo voy a estar muerta si aún no bebo toda la hiel y la miel de la existencia?


Versiรณn digital noviembre 2018 Sistema de Editoriales Regionales Yaracuy - Venezuela



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