Aromas de iquietud

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Adolfredo Brizuela T.

Aroma de quietud


Aroma de quietud


Aroma de quietud © Adolfredo Brizuela T. Colección El libro hecho en casa. Serie poesía. © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana, Sistema Nacional de Imprentas. Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: Lf 40220118001506

ISBN: 978-980-14-0961-8 PLataforma del Libro y la Lectura Jairo Brijaldo Diagramación y diseño de portada: Jesús Castillo Impresión Frank Torres

Correo electrónico: sistemadeimprentasyaracuy@gmail.com

El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación n Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos.


PRÓLOGO En un primer acercamiento a este poemario de Adolfredo Brizuela resalta lo que podría considerar su valor rítmico, musical, ese sucesivo acento que se despliega y combina por una delicada, frágil corporeidad lírica. Hay aquí -lo cual es notorio- un desempeño del poeta como oidor de los ritmos auscultativos de la palabra y la naturaleza. El movimiento lírico que propicia el ritmo interior de estos versos hace imprescindible que afinemos nuestra capacidad auditiva: oír la hoja caer, antes que verla, es la exigencia a cumplir para transitar el paisaje asombroso -y asombrado- de Aroma de Quietud. En el talante que le confiere este ejercicio de oidor, el poeta hace de su tarea la conformación de un canto de valor absoluto, al cual logramos acceder por la vía de una ceremonia de la palabra poética, una vía muy cerca del espíritu de una pagana religiosidad creativa. Pues, el canto funda un mundo posible, y ese acto de fundación primario genera la voz modulada y medular de la poesía. Según la poética de raíz holderliniana -al cual se afilia este autor mediante epígrafe- la poesía hace morada de esta tierra gracias a la fuerza procreadora del canto. Por energía de poesía, por canto somos y habitamos una de las resonancias significativas del arte poético de Holderlin. Este sentido del canto originario suele ser objeto de olvido, relegado a un rutinario enmascaramiento de efecto pertinaz y pernicioso para la vida plena de los sentidos y de la percepción. Pero una de las funciones más importante del oficio del poeta es la de convocarnos en una resurrección primordial de misterio sumo, en una espontánea ceremonia que emerge como una nueva manifestación de los sentidos: una fiesta o celebración de que el mundo sea -y deba ser- lo que es.


Esta última debe ser la razón fundamental por la cual los poemas de Brizuela lo traspasan, lo transitan las imágenes de la quietud y el silencio y de las que este autor deriva cierta “rusticidad” expresiva -yugen se designa en la estética japonesa- y logra crear una compleja o densa sencillez, más allá de su aparente versificar llano, inmediato. Si nos llegara a parecer fácil esta forma expresiva correríamos el riesgo de abandonar el sentido de nuestra lectura en la piel del cuerpo poético, impidiéndonos el acceso a su gracia honda, a su alma situada en el corazón sugerente de la imagen lírica: la visión de la caída de la hoja está sugerida en el recorrido auditivo de su caída; el vuelo sugiere al pájaro y su inmovilidad aérea sin retorno. El amor es materia y modulación a la vez en la segunda sección de este poemario, y se incorpora aquí como experiencia esencial en el ejercicio imaginal del poeta. La desnudez, la pureza táctil tan descollante y necesaria en la intensidad erótica pugna con la imagen sugerida de la visión interior. Las sugerencias auditivas de la parte anterior de este poemario, menos visibles ahora, se hacen al fondo de un escenario erótico, y es aquí la mirada, principalmente, la que va a impulsar su recorrido. Ahora es el tacto y la memoria de la otra la que cuenta primeramente. El silencio, la quietud del oidor acá se convierte en un inquieto surtidor que se ofrece como fuente del canto y que el lector puede descubrir no ya en la evidencia pronunciada, mas sí en la oscura, misteriosa permanencia que hace posible el movimiento erótico del poema. Este otro recorrido -me refiero a la segunda parte de este libro- comporta, además, una plenitud vivencial del poema. El ser del canto que, junto al “siendo” de las cosas, exige el callar del buen oidor, ese silencio que habría que guardar -y aguardar- para alcanzar a oír y ver

el ritmo, el resuello del cuerpo del amor, el “rumor de lejanía”, y, en fin, el aroma de la quietud. Orlando Barreto. 01-03-2010


“Lleno está de méritos el Hombre; mas no por ellos; por la Poesía, ha hecho de esta Tierra su morada” Höelderlin


HOJA AUDIBLE


Aroma de quietud

Primero la piedra luego la chispa la llama el fuego entonces la palabra

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Adolfredo Brizuela T.

Vamos poeta ahí está el árbol la hierba la hoja caída también es resistente la flor marchita tiene su belleza la poesía sólo pide que cantemos

Aroma de quietud

Un pequeño impulso y el vuelo se hace canto alas descubren inusitadas aventuras

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Adolfredo Brizuela T.

Eterno el vuelo del pájaro la memoria que intenta atraparlo

Aroma de quietud

Yo no quería para ti un palomar sin palomas, como casa mas sí, el canto de los pájaros el deslizar del río por las piedras y la tibia cabaña donde el crecer del jacinto toca la mirada

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Adolfredo Brizuela T.

Aquí el sol cae tibio sobre los párpados las palomas sueltan vuelo en la copa de los árboles las mariposas rondan la flor del cariaquito las chicharras dejan sentir un canto intermitente y el río ¿lleva o trae rumor de lejanía?

Aroma de quietud

Ahí frente a los músicos la melodía le lleva a otros lugares la cabeza asienta el ritmo de sus años los pulgares casi juntos giran como regresando el tiempo y la línea de sus labios evoca la sonrisa

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Adolfredo Brizuela T.

Si llueve la rana no croa ยกcanta! La rana y el sapo oyeron hablar de onomatopeyas indiferentes siguieron cantando Llueve canta alegre el sapito deja de llover acampa el canto El grillo que aligera su canto la rana que ha dejado de cantar llevan tu silencio

Aroma de quietud

En la noche duerme la tarde su quietud de aurora

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Adolfredo Brizuela T.

Medianoche Brisa de quiĂŠn es la alegrĂ­a

Aroma de quietud

Abril hojas en el viento crujen tus colores arde la piel

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Adolfredo Brizuela T.

Pasa el viento aroma de quietud en la hoja audible

Aroma de quietud

Florece mayo y aquĂ­ llora de tristeza la nostalgia

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Adolfredo Brizuela T.

Hoy sin descifrarlo algo asalta tienta mi cabeza entra sale y no sale no sĂŠ hoy querĂ­a algunos versos

Aroma de quietud

Tendido en la hamaca no busca no aguarda la brisa mueve la cortina y ĂŠl se alegra

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Adolfredo Brizuela T.

Ante él la hoja de papel llenas de ausencias en su interior ella el color y la palabra

Aroma de quietud

Leyendo a Tagore una hormiga distrajo su lectura sopló con fuerza y la envió lejos a su regreso impregnada en su patas alegría

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Adolfredo Brizuela T.

Tomando una taza de café abre las ventanas de la casa una brisa suave toca el cuerpo que dulce tener este momento

Aroma de quietud

Cuando traía café al visitante sin resistirlo a medio camino me lo tomé

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Adolfredo Brizuela T.

Camina escucha sus pasos sobre la tierra vana ilusiรณn si no percibe latidos su corazรณn

Aroma de quietud

Sobre el caminante lluvia y en los ojos lรกgrimas

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Adolfredo Brizuela T.

Baba wawa, baba wawa pasitos de algodĂłn iluminando la maĂąana

Aroma de quietud

Asomado el llanto la toma entre sus brazos caricias de cabellos retornan el aliento a lo liviano

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Adolfredo Brizuela T.

Ante él baja los ojos siempre hay quien te mira y no te borra

Aroma de quietud

El contempla su cuerpo en el reflejo ¿Podrá en algún momento contemplar su alma?

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Adolfredo Brizuela T.

Aroma de quietud

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“Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo�

J.L. Borges Sobre la brasa pasa el viento arde la brasa sopla el viento

EL COLOR Y LA PALABRA


Aroma de quietud

Zarpa el barco atrรกs una imagen halada por el viento esos instantes ardiendo en la mirada y ese gesto tuyo anclado en la memoria

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Adolfredo Brizuela T.

Y los ojos pequeĂąas playas sin olas, gaviotas ni palmeras

Aroma de quietud

Entonces viramos el timĂłn hacia la soledad, la ausencia a la inevitable lejanĂ­a

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Adolfredo Brizuela T.

En tu piel deslizada gota de rocío más allá fuerza incontenible lava de volcán

Aroma de quietud

Ella bromelia él sol y eran luz destello, relámpago canto suave, murmullo grito y lágrima venidos desde el fondo el beso caído de lo alto

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Adolfredo Brizuela T.

Entonces creó su propio salto bebió de él a dos manos, a cántaro y era cascada contemplada agua fresca tocada por la desnudez de su pureza

Aroma de quietud

Frente a ella hurga en su interior sólo alcanza descubrir esa imagen de amante amándose a sí mismo

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Adolfredo Brizuela T.

Y había pájaros y sol un manantial también había un viento fresco esas caricias de los besos

Aroma de quietud

Insomne te acecha y eres desnudez tocada besada de tan lejos

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Adolfredo Brizuela T.

He decidido abandonar ese poema en donde el verso resentido no dice no se hace añico el dolor, la pena sin presagio de alivio, la palabra los ríos no regresan a su cauce y la punta del lápiz se quiebra nuevamente

Aroma de quietud

Navegaré tus olas y tú con los ojos cerrados me sentirás al borde de la espuma eterno, fugaz más allá de tus evocaciones

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Adolfredo Brizuela T.

Aroma de quietud

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Camino al monte voy amándote

El mar abre sus compuertas náufrago de sueño cada ola huele a ti

Teníamos el viento a favor capricornio trabó sus cuernos con terquedades y caprichos y no cedimos descendientes vikingos ¡pésimos mercaderes! preferimos el abecedario de trozos que arrebató la suma


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Adolfredo Brizuela T.

En la linde o el deslinde la poesía te toca leve

Aroma de quietud

Brilla sin conciliar el sueño la pupila espera a que mañana pueda suceder

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Adolfredo Brizuela T.

Aroma de quietud

Al poeta Orlando Barreto

Ahora en tu ausencia acaricio tus pĂŠtalos entreabiertos esos, que alguna vez dejaron deslizar mis dedos y mi boca

Hiere la noche a la estrella que se apaga rompe la ola en el muelle su nostalgia y es tiempo de levar anclas izar velas decir adiĂłs sin manos y sin besos dejando que la nave se borre en la distancia

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Adolfredo Brizuela T.

No sé de dónde vienes pero has venido si traes prisa o traes calma sólo he limpiado todo esto a ver si alcanzo detener la marcha

Aroma de quietud

A plenitud conozco la bromelia sé de su color y sus matices de su sal y dulzor también sé hoy ausente el pistilo sus esencias secretas me hacen jadear

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Adolfredo Brizuela T.

Ă?NDICE

Hoja audible El color y la palabra

Juntos en ella, vuelan mariposas en ĂŠl, vibra la oruga

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Se terminó de imprimir en abril de 2011 en el Sistema Nacional de Imprentas San Felipe estado Yaracuy República Bolivariana de Venezuela La edición consta de 500 ejemplares



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