Cuentos de fantasmas

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CARLOS JIMÉNEZ

Cuentos de Fantasmas “La Muerte Puede Esperar III” estado Yaracuy



Cuentos de fantasmas “La muerte puede esperar 3” ©Carlos Jiménez Colección El libro hecho en casa. Serie Cuentos © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana Sistema Editoriales Regionales Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: DC2018000240 ISBN: 978-980-14-4117-5 Palataforma del Libro y la Lectura, Jairo Brijaldo Diagramación Jesús Castillo Diseño de fotografía Carlos Alberto Jiménez. Corrección: Doris Vargas de Jiménez. Consejo Editorial: Asociación de Escritores de Yaritagua Mariela Lugo, Rosa Roa Aurístela Herrera Orlando Mendoza Luisana Zavarse Moraima Almeida, Be lkis de Moyetones José Ángel Canadell José Alejo Omaña Jesús Castillo


El Sistema de Imprentas Regionales es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos.


Cuentos de Fantasmas “La Muerte Puede Esperar III”

Carlos A Jiménez.



Dedicatoria. A la paciencia y cordura de mi esposa Doris, por aceptar que como escritor y poeta que somos pocos y tenemos algo de loco, me ha brindado incondicional apoyo, sobre todo cuando he sentido temor de lo desconocido, de todos aquellos misterios que envuelven al ser humano con respecto al más allá y le causan ciertos miedos, allí me incluyo. Así mismo incluyo en esta a todos aquellos amigos de la Asociación de Escritores del Municipio Peña, que escriben desde el corazón, no a los que tan solo escribe para que les digan que son escritores, pero tan solo utilizan palabras rebuscadas o plagian a cualquier autor de relevancia trayectoria…..



Bájate de mi carro Caso de la vida real Jorge Quintero es un tipo que ya pasa los 40 años, le dicen Jota, podemos decir que se quedó para vestir santos, ya que estuvo casado, se divorció se volvió a casar con la misma víbora y a pesar de haber pasado por muchas vicisitudes no asienta cabeza y lleva su vida muy a la ligera a sabiendas que llegará a viejo sin tener un sitio donde caer muerto, porque habita con una hermana que lo quiere mucho pero como el tipo en cuestión es tacaño, o sea que no pone medio para nada, ni para completar un real es difícil calárselo eternamente. El asunto es que cierta vez a eso de las nueve de la noche, nuestro coterráneo viene por cierta calle yaritagueña, específicamente la prolongación de carrera 7 que va hacia Sabanita pasando la av. Perimetral Sur, luego de hacer no sé qué cosa, el asunto es que venía en su vehículo muy tranquilo pensando en todo aquello desaires cometido en contra de las chicas, ya que es una especie de mamón macho y no busca permanecer en un solo nido. Ese sector al igual que las mayorías de nuestro pueblo Yaritagua poseen alumbrado público muy ínfimo, bombillas cada 50 metros pero de escaso fulgor lo que no deja ver con claridad los diversos espacios y a cada momento se pueden apreciar sombras o figuras fantasmales o al menos eso es lo que nos parece. En fin, da cierto miedito transitar por allí y luego de que usted lea esta crónica se recordará de mí cuando transite por dicha arteria, para ser más claro, usted


viene por la av. perimetral y cruza en la carrera 7 hacia La Bandera, pero él no iba hacia allá, venia por esa vía y al llegar a la perimetral cruza hacia donde está el distribuidor buscando el semáforo de la carrera 13 el primero que colocaron aquí y como los otros tampoco funciona, no piensa en nada solo en la vía, específicamente cuando cruzaba hacia la carrera 13 mira hacia el lado derecho por si las mosca viene algún vehículo desde el sector Las Canarias, no viene nadie pero de reojo ve que en el asiento de atrás viene sentado un tipo enflusado, con los ojos desorbitados, mas tieso que pata de perro muerto, todo orondo sentado como si fuera un pasajero. Jorge se incorpora y ve nuevamente por el espejo retrovisor creyendo que solamente era alguna sombra que se reflejaba por el parabrisas trasero, una vez más mira al tipo acomodadito, un frio intenso recorre el cuerpo de nuestro amigo en cuestión, no logra agarrar bien el volante, le tiemblan las manos, el sudor recorre su frente, intenta frenar el vehículo para que la cosa extraña que se parecía a Eleazar Vargas se baje, no lo consigue no encuentra el freno y como cualquier fiel se acuerda de Dios y emite cierta oración buscando alejar al feo bicho, que como dije anteriormente se parecía a Eleazar, aunque otros más avispados le atinan cierto parecido a Emirto por aquello de que ya cumplió 65 años y cree todavía que apenas llega a los 45, ya que toma elixir de la juventud para permanecer joven y apuesto según él pues. Cerca de allí estaban unos tipos libando alguna bebida espirituosa, Jorge se detiene un rato para agarrar


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mínimo y es cuando el espanto desaparece así como por arte de magia, lo que le permite poder respirar con más tranquilidad y calmarse para voltear una vez más hacia atrás y estar seguro de que allí no hay nadie. No sabemos si nuestro amigo ha seguido pasando por el sitio en horas nocturnas, yo una vez lo hice más o menos como a esa hora, me acorde de la historia y venía a millón todo asustado por no decir que venía chorreado, claro no crucé hacia el semáforo de la 13, seguí derecho por toda la carrera 7 hacia el Trocadero, avenida comercial y me fui para mi casa todo sanito. Todo esto mi asustado lector es la purita verdad, usted tiene la potestad de creer o no, pero en ese sitio perimetral con carrera 13 sale un bicho muy feo, con tremenda pinta y le gusta que lo carguen gratis porque ni siquiera pagó la carrerita, tampoco saludó al subir o bajar y dejó el carro oloroso a puro formol. Que vaina….


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¿Oh que hace esa niña allí paradita? Esta historia también sucedió y se ubica en el sector Sabanita, le ocurrió a Héctor García, luego de haber realizado la mudanza a su nuevo hogar en el sector antes mencionado, ya en horas de la noche muy de noche algunas de las personas se encontraba libando bebidas espirituosas, pero Héctor no lo hacía, era la primera noche que pasaban en su nuevo hogar. El asunto es que libaron hasta altas horas y después que se consumieron varias pichonas de ron barato, creo que uno de nombre lavagallos se fueron a dormir. A cierta hora como a la media noche Héctor ya acostado escucha un ruido extraño, se voltea en la cama para mirar y tratar de averiguar de donde procedía el ruido, la habitación no tenía puerta aún, pero observa a una niña como de ocho años vestida de blanco parada en toda la entrada de la habitación y le hacía señal con la mano de que se acercara, esto le confunde a la vez que un sudor frio le recorre el cuerpo, no entiende en su familia no hay niños de esa edad, son más pequeño, voltea hacia el otro lado de la cama, pero como cree que esta medio dormido vuelve a mirar hacia la puerta y allí está la figura infantil que no se le ve la cara, solo el cuerpo todo vestido de blanco. Este hecho le causa mucho asombro y curiosidad, porque la figura no representaba un aspecto extraño, era muy normal a excepción de que no se le podía ver su carita. Luego se levanta despierta y les dice a sus hermanos de la extraña figura y de un fuerte llanto infantil que se deja sentir hacia la parte de afuera


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donde está el lavadero. El llanto se hace más fuerte y como el miedo que sienten se hace mas fuerte, solo miran por una rendija hacia el lavadero y cuando ven a la pequeña niña paradita al lado de la batea, no logran dar entendimiento a lo que ven pero si les pasa por la mente que puede ser un espanto, pero como sus hermanos están un poco beodo aún no comprende el asunto, en cabio Héctor si está seguro de lo que está viendo y se van a guindar, o sea dormir ya que todo quedó en silencio. Al otro día al levantarse se acuerda bien clarito de lo sucedido y junto a sus hermanos se ponen de acuerdo sobre el hecho y lo que van a hacer ya que allí no vive nadie de esa edad, los demás habitantes u otros familiares son todo mayores y de paso no están en la casa que es algo extraño que hayan visto a una niña a esa hora y paradita al lado de la batea, lo que no tiene explicación al menos que sea un alma en pena, espanto o visión del más allá. Luego de tanto analizar el asunto por las mentes de estos bichos pasan muchas cosas, que a lo mejor es una botija o entierro y le podría dejar algunas ganancias superfluas en forma de morocotas, doblones o prendas que guardó algún tacaño hace varias centurias y las enterró para que no se las robaran. También les pasó por sus atrofiados cerebros dañados por tanto licores baratos, como Taparo, Cacique, Record, Santa Teresa, Caballito Pampero, anises, Cocuy La Pastora el que canta no llora, chimó y una que otra notas secas, que podría ser alguien sepultado allí, ya que anteriormente según cuenta la gente en época de María Castaña, cuando las taparas hablaban,


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varias zonas de Yaritagua eran parte de un cementerio o la gente sepultaba a sus familiares en el patio de su casa. Mucho fue lo que pensaron que iban a ser y llegan a un acuerdo de escavar ellos mismo sin la ayuda de nadie por si había algún dinero enterrado y se lo repartirían en partes iguales. Luego de buscar algunas herramientas como picos y palas y una mandarria, se deciden a escarbar, rompen la capa de cemento en los alrededores del lavadero y al sacar varias carruchas de tierras dan con el paradero de un pequeño esqueleto, se trata de un feto ya bastante deteriorado por el tiempo. El susto fue muy grande y lo peor de todo es que se podía hacer en aquel caso, dejarlo allí o avisar a las autoridades respectivas para las debidas investigaciones de rigor. De paso no había ningún dinero o tesoro en cualquiera de sus especies. Se decidieron por la segunda opción y así lo hicieron, se presentaron varios funcionarios de diversos organismos vinieron los interrogatorios respectivos, la osamenta fue trasladado hacia cierto laboratorio ubicado en la capital de la república, no hubo nadie preso, pero si la condición de no salir del país ninguno de los involucrados, para donde van a ir estos patas en el suelo incluyendo a Héctor. Al cabo de unos meses le informaron que el esqueleto pertenecía al feto de una niña y tenía allí varios lustros, ellos explicaron que la vivienda estaba recién construida y antes era un terreno baldío. Nunca se supo más nada de la osamenta, tampoco fue devuelta


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para que lo sepultaran cristianamente, mĂĄs nunca se ha sabido de que haya aparecido nuevamente la figurita de la infante.


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Las Empanadas del Diablo Este cuento no tiene nada que ver con las ventas de empanadas del Cafetín Santa Lucia de Omar Carrero, Pastelito Mario y otro ventorrillo ubicados adyacente al comando de policía en Yaritagua de José Principal, nada que ver, es otro expendio, este era de más categoría no esos tugurios. El local en cuestión tiene mucha concurrencia, gente de todas partes se hace sentir allí a cualquier hora de día o de la noche para conversar, pasarla bien y por su puesto degustarse una empanada de carne que consideran que es lo mejor habido y por haber, posee cierto sabor de aquellos alimentos preparado para los reyes y similares, algo así como la carne de sapo que consumen los chinos. La fama del aperitivo comestible se había hecho sentir en diversos ámbitos de la región y a nivel nacional, los clientes tenían que esperar cierto tiempo para que les sirvieran su rico relleno y no les molestaba ya que valía la pena, también habían otras preparadas de salchichas, queso, caraotas y queso que se denominan de dominó, pollo. Nada, ellos querían la de carnita desmechada porque es lo que les hacían llegarse al sitio. Había un tipejo de nombre Hernán Medina, a quién le decían el Tuntún y laboraba en el Ministerio de Sanidad como inspector de salubridad, pero también mataba sus tigritos como crítico del buen gourmet y su palabra tenía valor ante cualquier ente relacionado con el buen paladar, la opinión de este bicho era suficiente para que un restaurante fuere clasificado


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cinco estrellas, o por el contrario una taguara que debía cerrase. Siempre se hacía sentir en los predios del establecimiento comercial para observar a los comensales que eran de todas las calañas, perdón clases sociales, había gente común y corriente, clase media y uno que otro ricachón que se vacilaba una o varias empanadas como el gordo Juan Carlos Suarez que come más que un remordimiento. También allí se la pasaba un tipo que trabaja en la radio de nombre Luis Hernández que come como un puerco y de gratis ya que siempre está más limpio que talón de lavandera. ¡Medina, buscaba la forma de averiguar cuáles eran los ingredientes para elaborar dicha empanada y de esta forma montar también su tabuco y ganarse los reales, ya que no se conformaba con lo que ganaba en la sanidad, ni como crítico. ¡El asunto es que nuestro ambicioso amigo no la pegaba con el dueño del restaurante, un tipo muy amable con carita de yo no fui, que tenía como nombre Sixto Tovar, pero no mi amigo el locutor Sixto, este es otro, un calembe que siempre andaba con una sonrisa de oreja a oreja. Allí siempre l recibía a Hernán con la misma respuesta, No le puedo dar la receta, ya que es un secreto de la abuela que ha transcendido de generación en generación y de eso ya han pasado varios milenios, por lo cual pedía disculpas por no romper la promesa y soltar aquel secreto que era resguardado por lo antiguos sarracenos o moros, que decían que “el codo es la arandela que une el brazo con el antebrazo,


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el codo al igual que los adecos no prosperaron más, pero que el codo muchas veces también sirve para empinarlo”. ¡El Tuntún salía, iracundo, irascible y siempre vociferaba al aire una serie de expresiones que no podemos traducir por respeto a nuestros lectores. Llegaba a su casa y pasaba horas y horas preparando empanadas con diversos tipos de carnes y sazón, utilizaba carne de puerco, cochino, marrano y cerdo, pero nada que ver, también le echaba carne de ovejo, chivo, cabra y cualquier otro rumiante. Otras veces de res, toro, vaca, vacuno, bovino y siempre fracasaba, no tenían el mismo sabor de las que vendían a que Sixto, que ya aclaré que no es el locutor Sixto Tovar, mi amigo, este es otro fulano. ¡Ya varias veces había amenazado al vendedor de empanadas que si no le decía la receta o el secreto, movería sus influencias para cerrarle el restaurante, a lo que Sixto le decía que por favor no insistiera y no tomara esa actitud irascible, más bien que fuera un tipo timorato y llevara el asunto con abulia y marasmo, que se olvidara de represalia ya que de su negocio dependía muchas personas que trabajan allí y habían cuentas que cancelar. ¡Por su puesto a Medina le importaba un comino los problemas del vendedorcillo de empanadas, ya que él tenía mucho poder y lo iba a poner de manifiesto buscando la forma de hacer presión y conseguir la piazo de formula o receta. ¡Cada noche al dormir se acostaba pensando en las empanadas y se despertaba a la media noche todo exaltado y sudoroso veía figuras fantasmales al lado


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de su cama que le decían “la empanada”, quiero una empanada con su respectiva maltica Polar, por favor Hernán Medina Tuntún, la empanada. Esto se repetía constantemente y no sabía si las figuras eran de verdad, o su imaginación lo estaba traicionando, es más varias veces consiguió debajo de su almohada unas empanadas grandotas de pabellón como las que venden frente a la Iglesias Concepción, y no daba crédito a esto ya que le habían hablado de esas delicia que son bastante económicas, pero nunca había asistido al local a comprar una, por lo cual creía y estaba seguro de que alguien le estaba jugando una broma de mal gusto. Así fueron pasando los días con sus respectivas noches, ya casi no dormía, tenía unas ojeras tan grandes que los parpados le llegaban a los cachetes. Pero cierta noche muy furioso entró al local y le manifestó al dueño que ya estaba fuerte el asunto, que de una vez le daba la receta, o si no cerraba la ratonera y de paso le daba unos sipotazos. Sixto viendo que todo se había salido de lo normal, no le quedó más remedio que decirle que se viniera como las once de la noche, cuando ya se hubiese marchados todos los clientes y trabajadores y le diría cual era el ingrediente principal de sus empanadas. Medina se fue tranquilo con una enorme sonrisa de malicia, pensando ahora si te tengo no pegoste, luego de que me digas el secreto de la empanada cierro esta porquería y monto mi taguara y a ganar billete. A eso de las once de la noche, llego el Tuntún, Sixto le abre la puerta y le dice que en el depósito del local está la cava donde guarda todos los ingredientes para


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elaborar la empanada, Nuestro vejete Medina recorre el pasillo y llega hasta donde hay una cava cuarto y entran a la misma, cuando Tovar le dice que busque en un refrigerador como de dos metros por uno. Medina abre la perola y al ver su contenido se le desorbitan los ojos y trata de gritar, pero un machetazo en el cogote propinado por detrás por parte de Sixto ahoga aquel grito para siempre y cae pesadamente dentro del refrigerador, el cual contenía restos de cadáveres de personas de donde extraían la carne para elaborar las ricas empanadas. Ustedes dirán que la cosa no fue así, o que el escritor tiene la mente retorcida y está más loco que una cabra, pero así sucedió……..También hay un sitio conocido donde las empandas son de gatos, pero esa es harina de otro costal.


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Te espero en Tapa la Lucha El asunto es verdad mi gente En otras ocasiones hemos escrito sobre apariciones en este sector, quizás recuerdan a mi amigo Ramón Pineda que le salió un caballo por los lados del cementerio y se paró frente a su vehículo y le peló el dientero, así como más abajo vía Manzanita donde está la curva de los borrachos donde sale una mujer. Aunque no tengo el paradero de los demás protagonistas, ya que la gente le da miedo admitir que fueron espantados, pero si tenemos a Iván Castillo, un tipo que es maestro de la plástica, pero le gusta deambular en las noches oscuras y libar táparo, una bebida espirituosa que se parece al lava gallo y al chola de joso. También iban en el bus, Rulis, Chichito Pinto, Chucho Delgado, Juan Carlos, Alexis Escalona, Moyetone, y Mantón En el sitio en cuestión existe una comunidad denominada Sector 2000, ubicada frente a Tapa la Lucha, allí la gente comenta con mucho acierto que sale un dama en horas de la noche con un niño en los brazos, otros hablan de lo mismo pero no mencionan al niño, quizás no la han visto, pero el asunto es que ya le ha aparecido a varios transeúntes que por una causa u otra deben transitar por allí en horas avanzadas de la noche. Una de estas ocasiones fue al amigo Iván Castillo, estaba a la espera del transporte para ir a su trabajo en la Calera Maxical, sube a la vetusta unidad autobusera y en la misma se encuentran unos 15 obreros, así como los antes mencionados, Rulis, Chichito Pinto, Chucho


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Delgado, Juan Carlos, Alexis Escalona, Moyetone, y Mantón. La unidad vehicular recoge a los asalariados y prosigue su marcha. De pronto nuestro amigo Iván observa por la ventanilla que en la parte de afuera hay una mujer parada en la orilla de la carretera, da aviso a sus compañeros de lo que está pasando y lo extrañó del asunto es que ellos también ven a la mujer detenida allí, por cierto vestida de blanco, ¿Por qué? Siempre están vestida de blanco, nos imaginamos que por aquello de la mortaja que anteriormente se le colocaba a los difuntos, ahora no, actualmente le colocan una buena pinta sea hombre o mujer y con ella se van al sepulcro bien vestidos. El asunto es que todos ven con cara de asombro a la mujer que por ser una hora tan tarde se preguntan que diablo hace allí parada e íngrimamente sola a sabiendas de que hay tantos granujas a espera de conseguir a un atrevido que sale a la calle para atracarlo. El autobús no la recoge, porque es solo para personal de la empresa, pero mas adelante hace otra paradas para subir a dos damas que si laboran allí y que se acomoden lo mejor que pueden en dicho carcacho. Ninguno de los asustados pasajeros habían dejado de mirar por las ventanillas hacia atrás a la extraña figura, que ya muchos consideraban un espanto, cuando de pronto la ven sentada en el ultimo asientos del autobús, como se subió se preguntan, si el chofer ni siquiera frenó. Luego de esto el chofer que era Rulis, detuvo o paró la perola. Nadie dijo nada por milésimas de segundos, un silencio sepulcral se adueñó del


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espacio en cuestión, ni siquiera el ruido del tubo de escape del autobús que estaba roto botando humo por doquier se oía. Todos se miraron a la cara y de pronto alguien, no sabemos quién fue el avispado que lo dijo, al parecer fue Chucho Delgado, pero alguien gritó, un espanto sálvese el que pueda. No había culminado de pronunciar aquellas frases ahogadas por el terror cuando todos salieron disparados por la puerta delantera y ventanillas de la perola. El último en hacerlo por su puesto fue el chofer que primero tuvo que clavar los frenos, colocar la mocha en neutro, meter el freno de mano y lanzarse por la ventanilla. Claro tampoco nadie se quedó en el sitio todos iban corriendo hacia Tapa la Lucha como alma que lleva el diablo gritando un espanto, corran un espanto, la sayona, es majusa, la llorona corran por su alma. De Iván Castillo no sabemos nada, al parecer quedó torcido y tullío por aquel hecho.


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¿Qué diablo es eso? Otra historia verdadera. Dedicado a ti querida madre Corría la década del 60, época bastante tranquila donde era muy poco lo que se hablaba de política, malandros, drogas y asesinatos, era muy rara la vez cuando ocurría un homicidio, cuando pasaba casi siempre era producto de alguna riña entre borrachos donde el fenecido salía apuñalado.Chivacoa pueblo bastante tranquilo para ese entonces, con sus calles asfaltadas, gente buena, vecinos apacibles y escasa luz pública, pero suficiente para ver bien el transitar peatonal que siempre se extendía hasta las diez de la noche, o sea a esa hora casi siempre alguien caminaba por estas calles de Dios. Este hecho transcurre en el sector Peguaima, son como las 11 y 30 de la noche, en una humilde vivienda se encuentra despierta una ciudadana bastante triste y con el corazón destrozado en vista de que su señora madre agoniza desde hace varios días a causa de una enfermedad que le había robado la salud casi en su totalidad. Nuestra amiga se llama María Epifanía Peña, su señora madre María Romero, anciana que estaba por los 75 años de edad, que junto a su marido Aureliano Peña habían compartido toda una vida junto y descansaba en una de las habitaciones. En su lecho María Romero, se quejaba a causa de los dolores que le producía una ulcera que se le había desarrollado en una nalga a causa de estar mucho tiempo acostada convaleciente en vista de que había


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sufrido una horrenda fractura en una pierna y la otra también se la había deteriorada hacia unos años atrás, no podía caminar, mucho menos sostenerse en pie y debía estar acostada. Es aquel problema donde la piel se va desgarrando por el continuo rose con las sabanas y va produciendo llagas que supuran copiosamente y se convierten en un tipo de cáncer y poco a poco va minando la existencia del ser humano. Allí no había nada que hacer, ya los médicos habían dicho la última palabra solo Dios puede curar este mal y como nuestra abuelita era evangélica ya que pertenecía a un grupo cristiano que denominaban en ese poblado “Los calladitos” por aquello de que realizaban sus cultos con mucha tranquilidad y no formaban aquellos albortos de otras denominaciones que también alaban al Padre Dios, pero con más fervor por medios de sus cantos, Loas y Oraciones. Bueno María Romero, mi abuela, era una de esas personas que desde hacía muchos años había puesto su confianza en Dios, creía en él, le alababa y sabía que vendría por su alma en cualquier momento, porque el cuerpo maltratado se queda, pero lo que importa es el espíritu o alma que es la que rendirá cuenta cuando llegue el juicio final donde todos seremos juzgados. Epifanía también sabía que su señora madre partiría en cualquier instante, eso también lo comprendí yo aunque era muy mozalbete. Pero lo entendí cierta noche cuando nuestra amiga que era mi querida madre, elaboraba en una máquina de coser la mortaja, una especie de camisón o sudario de color blanco que le colocaban a los difuntos arriba de su ropa


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cuando les iban a colocar en el féretro, urna, ataúd, catafalco, sarcófago o cajón, diversos nombres que recibe aquella especie de receptáculo anteriormente construido de madera hoy de metal donde hacemos el último viaje. En ese momento me entere que mi abuela moriría en cualquier momento, ya que mi madre lloraba copiosamente por el dolor que le causaba la desaparición física del ser que le había dado la luz en este mundo. Pero una noche de mayo, días antes del 31 ya que en esa fecha mi abuela fallece, era otra noche que mi deteriorado cerebro no recuerda cual fue, todo el mundo estaba en sus casas, muchos dormían otros quizás hacia otra cosa, charlaban o qué sé yo. El silencio era total, uno que otro grillo que al fin de cuenta son los eternos acompañantes de los taciturnos deudos que cuidan a los enfermos para estar atentos con los medicamentos, juguitos y agua que solicitan. Como mencioné al principio de esta historia ya sobre pasaba las 11 y 30 de la noche, María Epifanía escucha una especie de llanto que se hace sentir en las adyacencias, una berreadera de alguien o algo que lo hacía con cierta lastima pero fuertemente y rompía aquel silencio, el llanto se hacía sentir con mas fuerza, se acercaba cada vez más y es cuando mi madre sale a la calle para ver qué es lo que pasa, si es algún vecino enfermo. Ya en la calle mira hacia ambos lados buscando el origen del llanto y apenas estaba allí unos segundos, ve que por una de las esquinas de la avenida 4 con calle 19, a escasos 45 metros de donde está parada, sale una mujer vestida de blanco a la


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cual le brillaba el cabello y pegaba gritos horripilantes. La misma cruza hacia la izquierda buscando hacia la avenida 3, el alboroto de los perros se confundía con los gritos de aquella figura fantasmal. Nuestra atribulada deuda siente como un extraño escalofrió le recorre el cuerpo y el pelo se le levanta, queda petrificada al ver al espectro que llega hasta la otra esquina y dobla hacia la derecha de la carrera 3. Es cuando se da cuenta de que está siendo espantada y se mete hacia la casa, cierra la puerta y le pide a Dios mansedumbre y tranquilidad. Unos días después nuestra abuela parte al cielo donde seguramente estará también nuestra madre. Dios le haya dado paz a sus almas.


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El muerto Ramón Caso verídico En los pequeños pueblos siempre ocurren hechos que sobrepasan los umbrales de la realidad, aunque en muchos de los casos hay una explicación médica, pero las personas que son escépticas, que creen solamente en lo que ven, en chisme y cuentos de caminos tienen una opinión muy diferente de todo aquello que acontece en su alrededor que se relaciona con la muerte. Bueno Guaríco es un pequeño poblado en el estado Lara, de gente buena y trabajadora que se dedican con esmero a las faenas del campo a sus creencias y llevan una vida si muchas vicisitudes. Es allí donde vive Ramón, el apellido no es recordable, pero Ramón un tipo como de 60 años que al igual que muchos otros moradores también tienes sus problemas, dolencias y similares. Un día como cualquiera a media mañana, nuestro partidario estiró la pata, cruzó la esquina, batió la gorra, dejó el pelero, miró para adentro, feneció, falleció, se murió, sucumbió, espiró y cualquier otro epíteto, o sea se convirtió en mortadela. Para ser más claro pelo bola. El problema que no le había mencionado es que Ramón no vivía específicamente en Guaríco, sino en un sector apartado por la zona rural, donde para llegar había que ir en burro, asno, borrico, pollino o jumento. También se iba en carro rustico y similares, pero con todo ello el viaje es muy largo, más largo que peo de culebra, eran varias horas desde cualquier sitio.


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Entre llantos e hipeo, los familiares hacen todas las diligencias para buscar el ataúd, la urna, el sarcófago y meter allí a la mortadela vestido con sus mejores atuendos, la cajeta de chimó en el bolsillo, el garrote, su sombrero, las alpargatas tampoco faltó y una que otra cartería de lava gallo o chola de joso. Al igual que los egipcios que dentro de las pirámides metían cualquier objeto valioso para que fuera utilizado en la reencarnación, bueno con nuestro amigo Ramón, se hizo algo similar. Para variar en el poblado no había aquellos tipejos que se encargan de preparar al muerto con las respectivas inyecciones de formol para que dure más tiempo y pueda ser velado muchas horas sin que tenga que descomponerse rápido y crear cierta zozobra. El más cercano estaba como a cinco horas de viaje ida y vuelta, lo que significaba un grave problema, pero había que ir a buscarlo ya que de no ser así este bicho se pondría hediondo y correría hasta los más allegados. La tarde fue pasando lentamente en la humilde vivienda de Ramón, se reunieron sus familiares, esposa, hijos, hermanos, primos, similares y un tipo vestido de marrón, que había llegado hacia un tiempo manifestando que era un familiar lejano pero nadie conocía y se fue quedando en la casa hecho el pendejo. Entre rezos y rezos, el cafecito negro, los palitos de caña blanca, uno que otro comestible, chocolate no porque estaba muy caro, sándwiches tampoco, si a caso un pedazo de pan salado con un tolete de queso, los que llaman por estos lares el velorio, así fue transcurriendo la tarde para darle paso a la lúgubre


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noche, que para variar se dejó sentir con un tremendo palo de agua, hecho que hizo más dificultosa la llegada del arregla muerto que tenía como nombre Alcides Barragán, un carajo que había sido Guardia Nacional en su época de mozo, pero ahora estaba todo bejuco, vejete y torcido . La noche llegó con chillido de grillos, cantares de zapos, ranas, batracios y anuros, así como las lechuzas y los búhos aunque algunos decían que eran pavitas, también hacia de la suya con aquellos ruidos. La lluvia proseguía a cántaro lo que aunado a los relámpagos y truenos daba una sensación de temor y miedo, algo así como las películas de demonios y vampiros, pero la gente seguía rezando sobre todo un grupo de viejas y vejetes que son los que normalmente continúan con esta tradición, ya que los jóvenes les gusta más el embuste y la contadera de chistes. En la amplia sala de la casona vieja habían como 30 bejucos entre hombres y mujeres, los demás estaban en la parte de afuera en un corredor dándole a la lengua parejo. De pronto se hace sentir un fuerte trueno que hizo que el más pintado pelara los ojos, el fenómeno natural al parecer fue una centella que calló cerca y fue a dar nada más y nada menos que en un poste volviendo leña el transformador, cableado y por ende se fue la luz en todo el pequeño pueblo. Todos pegaron un grito y comenzaron a persignarse o santiguarse, como si presagiaran que algo malo iba a suceder. En estos pueblos la gente tiene la costumbre de tener guardada sus velas y comenzaron a colocar algunas en ciertos sitios, esto le daba un aspecto muy feo al velorio, como dije anteriormente mas lúgubre,


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sombrío y luctuoso, ya que se reflejaban sombras extrañas en las paredes y las cara de los asistente eran muecas. No sabemos qué pasó, ya que se hizo un silencio sepulcral y como la puerta principal que da hacia la calle estaba cerrada para que no entrara el agua de la lluvia, de pronto esta se abrió violentamente dándole paso a un tipejo todo mojado, lo que obligó a la gente a pegar un grito a unísono. La calma reinó nuevamente porque el bicho que entró era el gandul de Alcides Barragán, o sea el preparador de mortadela. De inmediato y como ya era tarde y debía devolverse a su lar, le dijo a todos los presentes que desalojaran el recinto mientras se hacia el respectivo embalsamiento, ya que era una técnica que poseía mucho elementos en cuestión y se requería tranquilidad y era menester que todos salieran. Como estas palabras fueron pronunciadas con mucha alocución, todos se lo creyeron y dejaron solo al embalsamador y al muerto. Barragán, al ver que estaba solo con el fulano Ramón que se veía pálido, jipato, amarillo y acongojado, inmediatamente peló por unos frasco de cierto líquidos y una jeringa bastante vieja de las que usaba mi amigo Marcelino Jiménez “el pequeño”, aquellas jeringas que no eran desechable, que se lavaban luego de usarla y después se seguían usando, pero antes le metió la mano en los bolsillos buscando algo de valor ya que ese oficio no era muy remunerado y había que bandearse con lo que se le lograba quitar al muerto. Para su sorpresa en el mismo instante en que metía la mano en el bolsillo de atrás donde usualmente va la cartera, el muerto abrió los ojos y se sentó en la urna


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a la vez que le preguntaba con una voz de cajón, ya que tenia la garganta seca de tanto estar allí acostado sin pronunciar palabra, ¿que estas buscando? A Barragán se le desorbitaron los ojos y se le pusieron como dos pepas de zamuros, pegó un horrible grito y salió gritando de la casa el muerto está vivo, el muerto está vivo, perdiéndose entre la lluvia y oscuridad de la noche, nunca más se supo de ese bicho. Los familiares al escuchar aquel espaviento entraron a la casa todo temerosos y vieron en verdad que Ramón estaba sentado en la urna y nuevamente se persignaron acercándose al pariente quien le manifestaba que estaba sucediendo, porque estaba metido en aquel cajón. Luego vino la calma, las explicaciones y alegría por el familiar que no había fallecido, cuando de improviso surge un metiche o como le decimos nosotros salíos y dice que él sabe que fue lo que sucedió a Ramón, ya que cierta vez lo leyó en algún sitio, que lo que le había pasado a Ramón fue un ataque de epiteleccia, a lo que le corrige otro que estaba allí, será epilepsia no burro, a lo que otro aclara, mas burro ere tú esos se llama catalepsia que es un estado biológico en el cual la persona yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos vitales, cuando en realidad se encuentra viva en un estado que podría ser consciente o inconsciente. Bueno eso mismos, dijeron al unísono los dos tildados de borricos. De todo esto hoy por hoy nuestro amigo Ramón, con edad entre los 70 años sigue su vida en Guaríco y desde ese momento todos le llaman el Muerto Ramón. Si usted no me cree, vaya a que lo lamba un sapo


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y lléguese hasta Guaríco y pregunte por el Muerto Ramón.


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La locomotora de media noche Cuento corto Diversos relatos extraños se suceden en los pueblos que nadie le da explicación porque en verdad nadie lo sabe, hechos que no tienen razón de ser en muchos de los casos que nos fueron contado de generación en generación y muchos de estos se quedan en el olvido. Pero bueno la vetusta Yaritagua de origen indígena, población que inicia su formación aproximadamente en el año 1630 cuando el capitán Tomás de Ponte, trasladó de la encomienda de su esposa Felipa de Mora y Alvarado, en San Antonio de los Naranjos del Valle de Humocaro, más de 40 familias de indígenas Coyones al sitio de Yaritagua, para fundar una hacienda de caña, trigo, maíz y otros productos, según consta en expediente del Archivo Arquidiocesano de Caracas de 1.699, en el cual los mismos indígenas afirman que hace ya más de 30 años que viven en Yaritagua. De eso ya hace más de 314 años, cuantas cosas no han sucedido por estos lares, asesinatos, gente que murió de extraña manera, secuelas que van a permitir que hayan animas en pena desatando en cualquier parte. Este relato me lo contó Tito Mendoza, si ese mismo que ustedes conocen, aquel que desde hace varias centurias se viene dedicando a un tipo muy especial de fotografía con su respectivo diseño. Bueno en ese entonces habitaba en la carrera 6 esquina de la calle 17. Así dice la historia, cierta noche a eso de las once más o menos, se encontraba Mendoza con su señora esposa conversando en la sala de la residencia


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materna, allí donde habita la colega escritora Mariela Lugo, nos imaginamos que estaban hablando sobre los viajes que ha realizado Tito hacia otros mundos, ya que visitó el legendario Egipto donde entró a la tumba de Tutankamon, así mismo en Europa y otros lares. Apenas habían señalando el reloj las once de la noche, se siente una vibración así como un fuerte ruido de que algo se acerca a gran velocidad por toda la carrera 6 en sentido oeste- este. Algo tan fuerte y estruendoso, ruidos como el de una locomotora que viene a toda velocidad y una incandescente luz que iluminaba toda la arteria vial. Nuestro amigo sale hacia la calle por su puesto como buen fotógrafo con su cámara y al asomarse observa que a cierta distancia más o menos como a 200 metros por los lados de donde está la licorería del Chino Jaime, se ven unos reflectores y una locomotora que viene a millón, hace unas graficas y como es natural se introduce a su casa junto a Odalis que su conyugue, ve a través de la ventana como pasa una cosa rara a toda velocidad dejando un ruido a su paso y al rato todo fue silencio. Como ustedes sabrán, esto causó mucho estupor y por el sector nadie más escuchó ni vio la especie de espectro mecánico, pero hay quienes dicen que esto ha ocurrido en otras arterias viales de la localidad.


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El exorcismo Según mis conocimiento y lo indagado, se denomina exorcismo a la acción sobrenatural de expulsión, realizada contra una fuerza maligna, utilizando un método religioso para expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona u objeto que se encuentra poseído por la entidad maligna, como ejemplo, posesión demoníaca. Estos entes dependiendo de las creencias de los implicados, pueden ser demonios, espíritus, brujos, etc. El objeto de la posesión puede ser una persona o animal, objetos e incluso lugares como pueblos o casas a estos se le denomina poltergeist. La posesión puede ser total cuando el ente toma control de las funciones del poseído, puede moverse, hablar, etc., a través de la víctima o parcial, en la que el ente utiliza al poseído para alguna actividad concreta, como los íncubos o súcubos, que mantienen relaciones sexuales con la víctima mientras ésta duerme. Chanfle. Bueno quizás ustedes mis temerosos y jocosos lectores creen que estas cosas solamente suceden en aquellas grandes urbes de Europa o Estados Unidos, pero no es así, los hechos sobre naturales también embargan a cualquier persona común y corriente por estos pueblos y calles yaracuyanas. Aquí es donde entramos nosotros en nuestro vetusto pueblo yaritagueño. La información me la medio aportó el panzón Coromoto Castillo quien desde hace varios lustros venia dedicándose a la crónica, claro está, no se sobre que escribió ya que de esto no hay nada en ningún manuscrito o papiro ya que Castillo


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es más viejo que María Castaña al igual que el bejuco Chucho Delgado. Había una vetusta casa ubicada en la carrera 9 esquina de la calle 14, y según la información hace mucho tiempo en la misma se venían suscitando hechos extraños, ruidos, quejidos, susurros y cualquier otro sonido raro, la gente manifestaba que en dicha estructura al parecer reinaba el mal, ya que las paredes en su interior estaban cubiertas de insectos, creo que cucarachas, pero miles y millones de estos repulsivos bichos. Lino Droez, que también estaba en el sitio y quería ver de cerca lo que estaba pasando, se asomó una ventana para comprobar si era verdad lo de las zurupas como también les dicen a estos bichos por estos lares. Quedó perplejo cuando un chirrete de estas asquerosas alimañas le cayó en la cara, claro primero se había puesto unos anteojos de seguridad para evitar cualquier mal. En tal sentido invitan al párroco para que se haga sentir en el sitio en cuestión y haga su mejor esfuerzo para librar aquella casa de este maleficio, donde algunos avispados que habitaban en el sector, consideraban que era el mismísimo demonio que había hecho de aquel tugurio su vivienda. El nombre del párroco no nos los informaron, pero para resguardar la integridad de ciertas personas tampoco quisimos indagar mucho de quién era, así como el sitio exacto de la vivienda y sus propietarios. Cierta tarde el representante de Dios en la tierra se llegó a la cita con el demonio, estaba aun claro


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porque eran como la seis, pero de pronto todo se oscureció como presagiando que algo iba a ocurrir. Todos estaban informados que lo que se quería que hicieran allí era un exorcismo y echaran del lugar cuanto demonio, fantasma, espectro, duende o pavita hubiesen, porque en las oscura noches eran tanto los ruidos que los vecinos sentían mucho incomodo para conciliar el sueño. Como es costumbre los curiosos se aglomeraron en los alrededores, no muy cerca para evitar que fuesen poseídos en el instante en el que cura echara afuera al maligno, pero si estaban a la expectativa. Cuando dicho sacerdote comienza a proferir cierto ritual con lo que pretendía cumplir con dicho sortilegio, se le aparece una extraña figura, horrible con mucho parecido al policía que vende empanadas en el cafetín Santa Lucia, que le dicen el caimán, la cosa extraña le toca su parte íntima posterior, o sea las nalgas a la vez que soltaba una serie de palabras que no podemos traducir por aquello de la Ley Resorte. El cura sin mediar ningún tipo de palabra salió a toda marcha por toda la carrera 9 y se perdió del sitio, claro está los curiosos que vieron y escucharon todo aquello igualito lo hicieron poniendo pies en polvorosa.


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El Billete de Lotería La ambición no tiene límite, muchas veces nos lleva a cometer actos que van en contra de los más nobles principios. En este caso un bejuco de nombre Tirso Rojas, compra un billete de lotería con lo que tiene esperanza de pegar el gordo, cuando hablamos de gordo, no nos referimos a Juan Carlos, o Regumelle. Bueno el asunto es que este tipejo tenía fe en que ganaría y con ello se resolverían muchos de sus problemas, como por ejemplo para comprar harina Pan, Mazeite, papel sanitario, leche en polvo, chimó, cocuy la Pastora y cualquier otro comestible y bebible o adminiculo. Tirso Rojas, un elemento de los bajos mundo que era mecánico y después se graduó de pica pleito a fuerza de copiarse y chuleta, tenía un solo familiar, un hijo que le decían Ricardito que se llamaba Ricardo Linares. Bueno nuestro bejuco le cuenta a su hijo lo del billete y le da los números anotados para que esté pendiente cuando se haga el sorteo, esta rifa no se parece en nada a los que hacia Jesús María Parada, que nunca se sabe quien se la gana. El asunto es que Ricardito a quienes sus amigos les decían así hizo lo convenido y anotó aquella serie de números y la fecha en que se A pocos días para la fecha de que se efectuara aquella tómbola, nuestro amigo Tirso, estiró la pata así de repente, un fulminante infarto lo puso a mirar para adentro. Como no había recursos para un honorable velorio, le quitaron fiado un Sarcófago a los hermanos Duque de la Funeraria Mateo, allá en la carrera 7 de Yaritagua, quienes son


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los únicos que celebran cuando hay un muerto porque de eso vive, o sea como los zamuros. Pocas personas se hicieron presentes en las exequias, ya que comúnmente en aquellos velorios y entierros donde no hay bebidas espirituosas y algún comestible nadie va, por eso lo llaman velorios de pobre y así fue el de Tirso Rojas, su hijo, los sepultureros, algunos zopilotes que revoloteaban el sitio y uno que otro cuervo parado en los antiguas mausoleos. Luego de estos pasaron tres días y llegó el sorteo, Ricardo se había dedicado a la bebida más que antes, le hacía mucha falta la presencia de su padre, ya que el viejo era quien le mantenía a pesar de que ya era un hombre bastante maduro, nunca había trabajado, solo se había dedicado a ser chulo y mujeriego y prestar dinero.. Estando en uno de estos bares, taguara o ventorrillo, a eso de las nueve de la noche observa en el televisor que estaba encendido que están anunciando los premios y recuerda el papel que tenía en la cartera donde había anotado las cifras. Para su sorpresa el anunciante mencionó la siete cifras y todas coincidían con lo que su padre le había dicho, pego un grito de alegría y sale gritando de la taguara que era rico, que se había sacado el premio gordo, abrazaba a todo el que encontraba por la calle quienes le devolvían el gesto con improperios y todo lo demás insultos habidos y por haber. Al llegar a su casa para buscar el billete y contarle su padre lo ocurrido, vuelve a la realidad y se da cuenta que todo es una ilusión, porque su padre no está, pero se llega hasta la habitación del viejo y comienza


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a revolver todo a su paso, tira gavetas por el suelo, así como el colchón todo lleno de pulgas y no consigue nada. Luego de meditar un rato comienza a hacer una retrospectiva desde el momento en que su padre le manifestó lo del billete y su muerte, lo que le da como conclusión que su padre fue sepultado con los mismos calembés que cargaba, (o sea una braga roja rojita que no se quitaba) y entre estos trapos está el billetes de lotería, lo que significa que todo está perdido. El tormento para nuestro amigo se inició a partir de ese momento, ya que siendo el único dueño del aquel billete no lo podía cobrar y esto le causaba ciertos trastornos que lo inducían a tomar algunas drogas baratas para poder conciliar la calma. En la noche era peor ya que las pesadillas le carcomían lo poco que tenia de cerebro y veía cosas horrible que le decían el billete, busca el billete no lagarto, busca el billete, no seas pendejo. Así era cada noche. Hasta que decide dejarse sentir en los predios del cementerio y recuperar lo que consideraba que era suyo por herencia, no le importaba un comino nada, pero para evitar que lo trataran de sacrílego, profanador de tumba, apostata e impío, lo intentaría hacer en horas nocturnas y solo. Al igual que todos los cementerios, se podía observar y captar una gran calma, aunque hay algunos donde se dejan sentir uno que otro malandro o palero a profanar tumbas y vender huesos y similares. Pero en este no había nadie, ni siquiera Pino el enterrador o algún borracho pasando la pea. Primero se echó unos cuantos tragos de un aguardiente barato, al parecer cargaba una botella de táparo y una


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carterita de chola de joso. Luego de estos comenzó a escarbar a pico y pala, labor que se le hacía bastante dificultosa en vista de que la noche estaba muy oscura, las tinieblas adornaban todo, sentía un fuerte temor por la profanación que estaba realizando, sobre todo porque la tumba era de su amado padre, quien le había mantenido toda la vida y ahora después de muerto no le daba descanso en paz a su restos. Un agonizante aullido se dejó sentir en el ambiente, parecía el de un animal o también podría ser del mismísimo demonio que reinaba en aquellos desolados parajes, Ricardo mira hacia todos los lados, no ve nada, se vuelve a sentir nuevamente dicho chillido como si estuvieran ahorcando un chivo, que no es el chivo Alejo. Nuestro amigo ya casi se orina y se dé vacua, pero no lo hace ya que cuatro dedo de cocuy le vuelven a dar ánimo y prosigue escavando, luego de hacer aquella tarea dificultosa siente el ataúd, le quita toda la tierra que tiene encima como dice la canción de Antonio Aguilar, écheme la tierra encima. Se persigna, la hediondez es insoportable, pero sigue y cuando logra abrirlo se le desorbitan los ojos, siente como que se le va a salir el alma y pega un espeluznante grito que baña todo el cementerio. Se lleva las manos a la cara, los ojos se vuelven lánguidos, las piernas se le van y cae al suelo como un fardo completamente desmayado por un buen rato. Una tenaz llovizna comienza a caer y al bañar el destartalado rostro del miedoso profanador de tumba, lo vuelve a la realidad, se da cuenta por lo que ha pasado y se decide hacer a lo que venía, que era


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buscar el billete de lotería que tiene su padre muerto en la cartera. Al llegar a su casa todo sucio, mojado y maltratado por toda la experiencia vivida, se dirige al baño y al observarse en el espejo queda espantado por la grotesca figura que ve, como el destino y su mala acción lo ha puesto, ya que todo el rostro lo tiene desfigurado. El tiempo pasó, el cobro del millonario billete de lotería se consumó, se adquirieron propiedades lujosas, toda una vida de glamor, y fiesta con hermosas mujeres, pero siempre con el rostro cubierto por una bella máscara de fina cerámica china que le daba un aspecto de mucho interés al Ricardo, que por ser rico dejó de hablarle a su carnal el pelón Wilfredo. En sus tiempo asolas, se quitaba aquel antifaz que causaba cierto malestar por su prolongado uso y de esta forma descansaba, pero volvía a la realidad de saber que era un tipo muy feo y horrible, pero solo él sabía de esto, ni su servidumbre habían logrado verlo sin las mascara ya que se cuidaba recelosamente para que nadie se enterara de su gran secreto. Pero entre Cielo y tierra nada quedara oculto, conoció el amor y esto lo fue llevando a descuidarse ya que creía muy adentro que su amada con la que había pasado ratos inolvidables quizás no le pararía bola a su fea cara y como tenía todo el dinero del mundo a lo mejor lo aceptaba. Un día por petición de su amada se la quitó y hasta ahí llego la felicidad. Por más que nuestro feo amigo le rogó su amor, que con todo el dinero que tenía la iba a ser muy feliz, la asustada mujer no acepto ruego y se marchó


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lejos para nunca más ver aquel ser que parecía una patada en las mochilas. Todo esto volvió a crearle la depresión, mandó todo al infierno y terminó por suicidarse exactamente al lado de la tumba de su padreRicardo tomo la decisión de los cobardes, poner fin a su existencia, como lo hizo Judas Iscariote, se colgó por el cuello de una mata de cajuaro, árbol donde vivían y pernotaban una iguanas viviendo, al igual que una matajea de avispas, cigarrones y pegones. Algunos avispados dicen que también había unos lagartos.


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El carro del malandro Cuento corto Ocurren hechos que a simple vista no se le ve ningún tipo de explicación pero pasa y afectan al ser humano de una u otra forma. Digo esto para que no se ponga a estar buscándole la lógica al siguiente relato que ocurrió y nadie sabe porque, ya que son hechos provenientes del mas allá y del más acá. Había un tipejo de los malos mundos que tenia por nombre Luis George, no ese Luis que usted conoce, tampoco es aquel que quisiera conocer, el tipo es un elemento que se desenvuelve en los bajos mundos, en las cloacas, albañales, antros, tugurios, ventorrillos y cualquier otros sitio donde puede sacar provechos de sus andanzas maquiavélica. También hay quienes dicen que es un gandul, truhan y facineroso. Bueno un tipejo de la peor calaña. Nuestro amigo, a pesar de todo es mi amigo y le honro cada vez que puedo tiene un carro de color morado que parece un forro de urna. Es una perola que se parece a su dueño por lo feo. El asunto es que como Luis, que es mi compadre de paso andaba en malos asuntos tanto con el gobierno como con la oposición, perdón la mafia caminaba en una cuerda floja y en cualquier instante podría recibir lo suyo como así ocurrió. Cierta noche cuando se encontraba en un suburbio le sorprende, no sabemos si fue la policía o el hampa, el asunto es que al carro lo volvieron un colador a fuerza de plomo parejo, al igual que Luisito que lo pusieron a mirar para adentro y se fue al más allá.


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Claro el carro luego de varios trámites fue recuperado por sus familiares y amigos, creo que aquí estaba metido el pelón Wilfredo Álvarez, y lo vendieron a otro elemento de nombre. Joseito Colmenarez, quien entre otros oficios también se dedica al alquiler de sillas, mesas, toldos, sonidos y similares, un verdadero guiso que le repara abundantes ganancias con la que compró el perol que de paso también se parece a su persona por lo vetusto, obsoleto, viejo y feo. Nuestro pinche buscó uno recursos y reparó el motor, tapó con papel periódico los agujeros de las entradas de bala, les echó masilla y lo repintó del mismo color ya que consideraba que el morado de su perola era bello y todas las tarde salía a pasear por esta calles dándole de gran señor y dandi, gomoso y presumido a la vez. Siempre era lo mismo, periplo que se extendía hasta las nueve de la noche, que era cuando regresaba a su casa recorría toda Yaritagua y zonas aledañas, no sabemos si es que estaba enamorado del carro, alguna bicha o de la vida. No había sector yaritagueño donde no se le viera, la gente le gritaba forro de urna de donde sacaste este carro fúnebre. Esto era el ir y devenir, pero cierta noche cuando cruzaba por una vieja vía que hay en la Encrucijada, adyacente al cementerio viejo, por donde hay un taller mecánico, frenó porque hay un policía acostado, se le apareció una imagen burda al lado de la ventanilla de atrás del carro, un carajo parecido a Cayama Reyes, feo como él mismo. Una especie de espectro que lloraba y le decía, ese es mi carro no guaro, ese es mi carro, mi lora a la que


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yo quería mucho donde siempre montaba hermosas y tiernas damas, ese es mi carro carajo, dame aunque sea la cola para el infierno ya que estoy penando por estos lares, dame un aventón Joseito, te lo suplico, ustedes tienes un carro que se parece al carro de Drácula, donde cargan las sillas, mesas y similares.


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A veces los juegos nos salen caro Tómame una foto como si estuviera muerto Muchos me acusan de embustero, inventador, que mí cerebro está descalabrado y lleno de iniquidad, así como otros epítetos con respecto a la apariciones que publico en mis libros, pero no se dan cuenta que existe algo mas allá después de la vida. A lo que refutan quién ha regresado de ese sitio para decir que hay otra cosa después de que la pelona nos lleva. Bueno, no soy ninguna eminencia en materia de espectros, tampoco soy pitoniso , ni médium, medio loco puede ser o medio bolsa, pero el asunto es que estaban dos tipos en el cementerio, unos dicen que aquí en Yaritagua, otros avispados manifiestan que en Trujillo, de todas formas mis atolondrados y miedosos lectores, en todos los cementerios ocurren hechos similares, ya que como en esos sitios hay tantos entierro, no, no me refiero a ese tipo de entierro, eso es harina de otro costal, estoy hablando donde nos llevan en el ultimo paseo mirando para adentro, cuando doblamos la esquina y batimos la gorra, o sea cuando fenecemos y morimos, cuando echamos el último suspiro. Uno de esta burlista que estaban echando palo le dice al otro que se va a acostar sobre la tumba como si estuviera muerto, que le tome una foto y siguen con la tomadera de bebidas espirituosas. El tipo se acuesta con las manos entrelazadas, igualito como ponen a las mortadelas en las urnas agarrando una cerveza, toman la foto y cuando la observan se dan cuenta que detrás se ve una imagen como de un


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fantasma, una horripilante figura vestida de negro. Esto fu suficiente para que estos gandules dejaran la peluca todo espantados y esa misma foto es la que ustedes ven publicada, nada que ver con el fotoshop o cosa parecida. Ustedes al igual que en otras ocasiones sacaran sus conclusiones.


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El Comegente Esto de comegente ha ocurrido en muchos países, Venezuela no escapa de eso, pero lo peor del asunto es que en Yaritagua también tenemos un caso similar. Por ejemplo en república Dominicana cuentan las crónicas, que a finales del siglo XVIII, existió un sanguinario asesino a quien por la índole de sus crímenes, sospecharon antropófago y sobre nombraron el Comegente. Durante mucho tiempo, las atrocidades que cometía el Comegente aterrorizaron a la población, y se urdieron en torno a el las mas oscuras especulaciones. Se dijo que había ido a Haití, donde aprendió la hechicería; que podía estar en muchas partes a la vez; que recorría largos caminos en una sola noche valiéndose de medios sobrenaturales. La gente aseguraba que mataba a sus víctimas con una especie de garrocha, y afirmaba que no se podía atrapar pues en cuanto sus pies tocaban un río o arroyuelo, desaparecía en el aire dejando un olor nauseabundo tras de sí. Lo cierto fue de acuerdo a las crónicas- que el aborrecible asesino, tras muchas noches de búsqueda por las comarcas, finalmente lo atraparon, hazaña que se le atribuyen a un campesino conocido como “seno Antonio”, quien el día de San Antonio, haciendo uso de un “bejuco de brujas”, ato al Comegente y lo trajo a la capital donde se condeno a muerte y se ejecuto sin que quedaran registrados históricamente los detalles criminológicos del proceso. En nuestros días, el Comegente es un ser legendario. Se afirma todavía que deambula por los caminos con su garrocha... En Venezuela también se habla de un Dorangel Vargas


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Gómez, que utilizaba un tubo de aluminio como cerbatana o lanza y se daba a la tarea de cazar a sus víctimas previa selección, trotadores, obreros, niños. Al no tener ninguna forma de refrigeración, mataba dos personas por semana, se comía casi todo menos los brazos y pies. Aunque en una entre vista aparece textualmente que “¿Usted ha comido... ha comido... peras? Bueno, igua.Claro que como gente. Cualquiera puede hacerlo pero hay que lavarla bien y condimentarla bastante para evitar el contagio de enfermedades... yo sólo me como las partes con músculos, particularmente los muslos y las pantorrillas. Con la lengua hago un guisado muy rico y los ojos los utilizo para hacer sopa”.


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Robert Durán El comegente yaritagueño Caso Yaritagua Esta es una historia que me la hizo llegar a mí cuchitril que me sirve como espacio para encontrar la musa Chico Castro, como conozco Chico, considero que es verdad y por lo cual la relato. Desde hace algún tiempo por los alrededores del Puente Tononó, dicen que sale un espanto, se oyen gemidos, quejidos y llantos, hecho que nadie había podido explicar, hasta que un día consiguieron enterrados unos huesos, muchos de diversos tamaños, lo único cierto es que eran huesos humanos. Por cierto las osamentas las encontró un tipejo de nombre Francisco Suarez que es pintor y andaba por esos lares buscando la musa, la inspiración en la naturaleza, en el trinar de los avechuchos, en el sun sun de las moscas y en el olor nauseabundo que salen de las aguas putrefactas de un rio que pasa por debajo del puente, allí también se la pasaba fransua, pero era la primera vez que escudriñaba debajo del vetusto armazón de hierro que era el tradicional puente de guerra. Este bicho se trajo unos huesos ya que tiene como costumbre pintar en piedra, cocos, tablas de urnas viejas, puertas de escaparates y consideraba que en un hueso también era factible. Claro no dijo nada a los investigadores policiales que se había traído estos huesos. El tiempo siguió transcurriendo y había muchas denuncias de desapariciones de todo tipos de personas jóvenes, maduras y ancianos, hombres y mujeres, que salían desde sus casas y jamás regresaron, más


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o menos unas diez. Los que transitaban por el sector en cuestión a ciertas horas, seguían teniendo encuentros con seres extraños, y muchos otros también decían que veían a Robert Duran, saliendo por los alrededores del puente, pero pensaban que se metía allí a orinar, claro nadie se imaginaba que este bicho en verdad era el comegente y ya se había engullido unos cuantos. Un día sale Fransua a vender una pintura sobre un hueso, con tan mala suerte que le salió un comprador que era un paco, tombo o policía, este se da cuenta que es un hueso humano y reventó todo aquel peo, se llevan preso al pintor que echa el cuento donde consiguió la osamenta, el sitio es rodeado por los sabuesos de la policía, escarban consiguen esqueletos como de 10 personas. Buscan a Duran lo meten también en la chirola, sueltan a Fransua, que ya se había vuelto loco de tanto hablar en la cárcel, como casi no lo hace. El comegente dice que el hambre lo llevó a eso ya que cargar mocosos en la camioneta no era rentable. La policía se llevó como 50 talegas llenas de huesos. Robert estando en los calabozos de la cuarta en San Felipe como es muy astuto se fugó por el túnel, al igual que lo hicieron los presos políticos del Cuartel San Carlos, otros dicen que se salió por el hueco donde estaba el aire acondicionado como lo hizo un político en otrora. Pero lo único cierto es que todo quedo así, mas nunca buscaron a Durán, aún sigue por estas calles cargando tripones para el Colegio Hermanos Martínez y en el Green Sport viendo y jugando softbol y criticando a todo el mundo, porque la lengua la tiene


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morada de tanto hacerlo. Recuerden mis vetustos lectores, cuando vean al anofeles este por estas calles yaritagueñas grítele “Comegente”. Dios te de lagar vida mi estimado.


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Epílogo De acuerdo con lo investigado al hablar de lo paranormal, se relaciona con la aparición del espíritu de una persona recientemente fallecida que visita a alguien con quien tenía una estrecha relación emocional, por lo general para decirle adiós. Estos encuentros sugieren que el vínculo que existe entre los seres queridos no se borra con la muerte. Es verdad no podemos afirmar ni negar la existencia de algo palpable. No sabemos realmente que es lo que sucede con estas historias donde algunas personas dicen que son prueba de que hay vida después de la muerte. Cierta teoría indica que alguien que está gravemente enfermo o muerto telepáticamente transmite una imagen de sí mismo a una persona que tiene estrecha relación con el pero que por lo general no sabe que le están enviando un mensaje. Otra teoría dice que todo es un truco del cerebro, y que en forma inconsciente las personas en duelo imaginan estas apariciones luego de perder a un ser querido No podemos obviar que en los años 40 y principios de los 50, en la mayoría de los pueblitos, no había señales de luz eléctrica, apenas si se alumbraban con lamparitas de kerosene, donde la gente se acostaba temprano así como las gallinas. Eso sin mencionar que los sancudos llegaban como nubes en busca de sangre para su organismo. El silencio de la noche, los aullidos de los perros eran frecuentes así como una luna clara, que era aprovechada por una que otra bruja para montar sus trabajo, sortilegios y hechizos por encargos. Fue una época donde los espantos, fantasmas y


aparecidos que deambulaban por las desiertas callecitas atemorizaban a los pocos habitantes, entre ellos borrachitos y enamorados que desafiaban la oscuridad de la noche o la claridad de la luna para disfrutar sus parrandas. Se cuenta de fantasma o aparecido con figura de hombre o mujer que se atravesaban en los caminos, a los pocos conductores que se atrevían a circular de noche por estas solitarias carreteras. Estos espantos se le abalanzaban al carro y desaparecían violentamente, donde el conductor aterrorizado aceleraba la marcha buscando poner pie en polvorosa dejando el pelero, pero a los poco segundos observaba a la aparición sentada a su lado como acompañante, lo que le ocasionaba al malogrado y temeroso chofer severa crisis de nervio. Si hablamos de la estadía en el mundo fantasmal de estos seres, se puede decir que fueron muy fugaces, ya que la aparición de la luz eléctrica ha cambiado mucho el asunto, aunque hoy en dia muchos dicen que ya no existen espantos ni aparecidos, muchos otros dicen que sí, y los más avispados consideran que existe el terror de la inseguridad y la violencia por parte de los choros, que tiene atemorizados y encerrados a sus habitantes.


Se termió de imprimir en febrero de 2018 en el Sistema de Imprentas Regionales San Felipe estado Yaracuy República Bolivariana de Venezuela La edición consta de 300 ejemplares.


Colección el Libro Hecho en Casa Serie poesía

Cuentos de Fantasmas “La Muerte Puede Esperar III” Cuentos de camino, leyendas, creecias, como se puedan llamar, demuestra con un lenguaje totalmente coloquial, para el entendimiento del mundo criollo y natural. Narraciones con un sentido real en cada una de sus páginas. Sistema de Editoriales Regionales

Yaracuy

Carlos Jiménez Como Pintor se dedica a realizar cuadros en carboncillo, así como caricaturas y una que otra pintura. Ha participado en diversas exposiciones en el Museo Carmelo Fernández de San Felipe, Casa de la Cultura de Yaritagua, Biblioteca Oswaldo Méndez, Alcaldía. Día del Artista Plástico, Día del Periodista, Homenaje al Maestro Armando Reveron. Otros Como Escritor, ha escrito y publicado varios libros de cuentos, ensayos y crónicas, es Integrante de la Asociación de Escritores del Municipio Peña. Tesis de grado para graduarse como Lcdo en Comunicación Social. Ministerio del Poder Popular para la Cultura


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