El Sistema de Imprentas Regionales es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores.
El Buril de las Acacias © Mariela Lugo El libro hecho en casa. Serie poemas © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana Sistema Editoriales Regionales Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: DC2021001775 ISBN: 978-980-14-4954-6 Plataforma del Libro y la Lectura: Jairo Brijaldo Diagramación Jesús A. Castillo O. Consejo Editorial de Yaracuy Arelis Corona Mariela Lugo García Esylmer Teresita Ruiz Bermudez Moraima América Almeida Escalona Belkis Coromoto Escalona de Moyetones Mario José Salcedo Jesús A. Castillo O.
Mariela Lugo
El Buril de las Acacias
2021
Mariela Lugo El Buril de las Acacias Diseño de portada Mercedes E. Blanco 2021
Te veo jugar Mariela sobre un pentagrama de luz acomodando sentimientos y palabras para conjugar tu alma en todos los tiempos. En tanto, la noche abraza al Valle de las Damas y su pequeña ciudad tricentenaria, duerme… En el cielo oscuro se lucen los papagayos estelares, y en esa esquina de Yaritagua, hay una mágica energía desplegada intensamente, con la pasión de una niña amante del estudio Mariela Lugo, tejiendo la noche, la madrugada, saluda al alba entrelazando letras amorosas, dándoles cuerpo con sentimientos ancestrales y poder de vuelo. En esa esquina fluye la poesía con juicioso afán, mientras los vecinos duermen, la otrora maestra cristaliza sueños en frases, versos, en poemas destilados con el alma de madre que entiende su ciclo y más acá de la abuela que también es, sigue siendo niña que juega en un pentagrama de luz
German Ramos
Afuera hay ruido y aturde, mientras pasa…escribo La acacia de mis tiempos sigue verde en las arenas desérticas de mis horas ... Tu madera siempre incorruptible será parte del paisaje de los principios. El buril estará allí para plasmar mi eternidad...
Mariela Lugo
Tiempo
A dos pasos veo cruzar las veredas es el ayer colmado de estrellas ilusorias, aun brillan los colores decadentes decolorados por el tiempo inexorable. Su piel sudorosa es solo celofán transparente y pálido como la evocación, los libros anuncian la voz espumosa que languidece en el espacio turbio del último suspiro de la memoria fatigada. Las hojas crujen el mecimiento del viento los rumores tiemblan en la quietud, se dibujan manos yertas olorosas a restos de fragancias picantes. Se adormecen los latidos de las píldoras redondas, es la vida atada a la última página del libro azul,
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las letras grandes describen las nubes erizadas de la mañana vestida de novia. La última página encuentra la colina pensativa que entregó su verdor al tiempo que gira sin cesar en el tiovivo sin música...
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No sé
No sé... sí buscar el desierto y extender mis brazos en la arena caliente para volver a vivir. No sé... sí deshelar los témpanos de la montaña blanca. No sé... sí pintar tus veredas con la paleta de colores del paisajista cabizbajo. No sé... sí buscar un piélago tormentoso calmarlo y registrar sus orillas. No sé... sí buscar la luna y vestirla de rosado. No sé... sí tender mi mano y darte el pan que te niegan. No sé... sí juzgar este amor abrupto que quema mis venas.
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No sé... sí recortar palmas y pegarlas a la desnudez del cielo de mi huerto. No sé... sí encender el cerillo Y apagarlo con la mirada. No sé... sí vestirme de novia y trepar la tapia asaltada de yedras. No sé... sí buscar la muerte y arrebatarle tu traje gris. No sé… sí vestir de luto por la defunción de las violetas. No sé... sí deshojar lirios hasta que los números estén fatigados. No sé... sí envejecer contigo en la nube gestante. No sé... sí rezar o si olvidarme de mis manos juntas. No sé... sí buscar las liras y cantar La sinfonía olvidada.
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No sé... sí es la locura acendrada de mi verso la que me lleva a las noches de mil horas. No sé... ¿Por qué?... No sé...
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Estuche blanco
Di la espalda al momento gris, pasaron las gaviotas no escuché su canto, estaba entretenida en disimular tu ausencia. Era tarde, el desconcierto quebró mis sentidos. ¿Cuántas campanadas sonaron en la noche moribunda vestida de seda inútil? No lo sé, el recuerdo se cansó de esperar. Ahora mi corazón solo sabe correr en búsqueda del estuche blanco donde las letras amarillas disponen los números de la vida… 9
Escribo
Escribo para buscar las caracolas moribundas y llevarlas a los espacios vacíos donde descansa el alma, escribo para contar las gotas azules que hacen reverdecer la vida, escribo para que la luz no se apague y las hogueras desprendan los chispazos tibios del hogar, escribo para dejarte mi afecto en cada fonema…
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Calor y vendaval
El suelo arde con fuego obligado el mundo convulsiona ante el desastre, virus, calor, vendavales, hacen estragos en la gente pequeña. El hogar fenece tras el viento furioso el agua sigue su curso de llanto y miseria. La simetría perdió su estructura ante el asombro, se fue la paz con los materiales oblicuos, no se sabe si la semana traerá domingo de oración, solo tiempo de dolor en una horma de luchas perennes. Afuera el tercer plano levanta sus manos derecha e izquierda ellas, adolecen de equilibrio
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en la línea divisoria de los escenarios de caos. Hiriente es el tiempo de los vendavales que arrasan con el pensamiento y la integridad de los que claman por los senderos ciegos.
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Humo
Risa perpetua de búsqueda inútil encendida en bancos roídos y formas débiles. La luz se guarece en las puertas cerradas con sus manos ásperas de los trajines cotidianos. Los instantes perduran y comienzan a respirar en el andén detenido por los arácnidos Mis pulsaciones aceleran la marcha creo verte detrás del postigo de una celosía muerta allí se cayó tu nombre y el polvo citadino la cubrió de mudez. Humo y tinieblas quiebran mi voz, sus cristales yacen en el piso rustico de los ensueños.
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Cierro con esmero las portezuelas oxidadas, atiendo el lamento de tu paso andariego de caminos sin grama. Quedo a oscuras en el patio de los precios altos donde compramos el azar de la existencia. Allí el mutismo cobra vida tus palabras trajeadas de lienzo oscuro no tienen sonoridad, en mi garganta dejan de fluir las palabras del amor. Recojo de tu mano la soledad las estrellas no titilan ni la gente critica el amor deshilado que sentí por ti. Mi voz murió con el nombre exiguo del adiós. El silencio es ceguera de sombras Tejidas por la araña gris de cuerpo abultado que merodea por tus ropajes.
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No leerás mis versos el celofán del tiempo se confundió con las mortales campanadas hechas de humo y lobregueces.
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Huellas perdidas
Quedó en la antesala el color blanco de la pared húmeda, aun huele a tierra seca, mis pasos buscan tus huellas, la muerte transita mis correrías se ríe ante mi faz al saber que jamás he de verte… Te fuiste con las petunias marchitas del jardín solitario, tu luna se quebró al escuchar las décimas del abuelo. Juntos destruimos el amor de los cristales, la guadaña sonrió ante los cuentos inventados en la playa peregrina.
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La lumbre apagó su luz ante el sol de las verdades. La madrugada rosa se tornó oscura al ver rayos envidiosos de auroras cuando escaldaba estallidos amorosos que solo existían en el exterminio de un amor fantasioso.
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Oscuridad
Recuerdo el final de la comisura de tu boca, jugaba con ella mientras la ficción de lo nuestro merodeaba nuestros cuerpos. La mentira no detuvo la lujuria de tu presencia. Fueron mis manos las provocadoras del fingimiento de los momentos envueltos en la oscuridad de aquella habitación ocre. Escuché tus palabras, siempre las mismas, quebraban mis fuerzas, me hacían olvidar tus ausencias. El sopor desvistió mi entrega entre sollozos y silencios el dolor de tu amor a medias no tuvo cabida en mi memoria. Dibujaste mi cuerpo con besos enmarañados de quimeras … 18
Vi el crucial momento del embeleso disfrazado de espasmos amorosos, las sábanas blancas del lecho robado no se enteraron de la traición de tu compromiso… La simbiosis del relámpago apaciguó la prisa de tus horarios. El sello de nuestra cita sangró en la rotura de mis uñas en aquella madera rustica. La desnudez y el olor a jazmín seco fueron testigos de la tarde de falsedades Cansancio, silencios, agua cristalina, toalla sin iniciales… Volver a la realidad… Salimos de prisa hacia otra mentira.
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Ocaso del viento Mi corazón abatido como rosa pausada de emociones fustiga la erosión perpetua de tu ausencia ¿Por qué quererte? en esta vertiente de soledades donde mi copa astillada observa llorosa los pedazos de cristales, que aun yacen en el piso gris de las querellas. Hundo mis anhelos en la cima de los lamentos tiernos ¡Nadie oye mi grito…! El gorgoreo de las aves escoltan la postrimería del viento de horas eternas. Mi mano se viste de poesía blanca disfraza las lágrimas de tu desamor.
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El pasmoso hastío que dejaste calma el luto de las petunias solitarias símiles de mi existencia…
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Río Seco
La fronda había guardado tu imagen peregrina donde página a página revoloteaban los instantes vividos. ¿A qué volví a ese lugar? ¡No sé!... Las riberas del rio seco me hicieron volver a estrechar tu mano recia, tomé el mundo atrapado en la dureza del tiempo. Cerré los ojos vi tu mirada café confundida con las hierbas secas de esperanzas mustias.
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Allí encontré el aroma de aquella fragancia que cada mañana irrumpía los espacios de soledad. Afuera está la risa de los locos del tiempo que apedrean.
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Horas prestadas
Recuerdo el final de la comisura de tu boca, jugué con ella mientras la muerte de las horas prestadas merodeaban nuestros cuerpos La doble vida no detuvo la lujuria del encuentro. Fueron mis manos las que provocaron el idilio del fingir una felicidad ajena, en momentos envueltos en un escondite oscuro. Allí en cuatro paredes de una habitación pagada a bajo precio nos entregamos al compromiso banal sin mañanas.
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Escuché tus palabras, siempre las mismas, tu voz baja acompañaba mil caricias impúdicas, ellas quebraban mis fuerzas me hacían olvidar tus ausencias perpetuas. El sopor bañó mi ropa, me despojé de ella en el ritual prohibido de la entrega. Entre gemidos y silencios, cabalgamos las veredas ajenas. El dolor de tu amor robado no tuvo cabida en el instante de ver las nubes en la fatiga sublime del placer. Dibujaste mi cuerpo con besos enmarañados de espejismos que siempre creí.
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Nuestros cuerpos cual volcanes cobijaron el éxtasis del instante de destellos húmedos y sofocantes. El espasmo amoroso se carcajeó de la infidelidad tatuada en las sábanas alquiladas. Sofoco, gemidos, gritos, convulsiones, ríos con cauces condenados no atendían la emergencia de tu horario vencido. La cita prohibida sangró en mis uñas rotas por la fuerza del amor. La desnudez y el olor a jazmín seco fueron los testigos de otra tarde de falsedades. Pocas palabras, cansancio, agua cristalina, una toalla sin iniciales, una despedida y la prisa de llegar a tiempo a otras estancias… 26
Tu mirada
Ventanal de alma cristalina, vi en tus ojos café bordeados por las pestañas que protegían hermosa mirada. En un leve abrir y cerrar cual lucero titilante envolviste mis días en un firmamento de detalles que aún mi memoria no ha borrado. Tu mirada fue mi laberinto de sueños y planes, de risas y llantos, de esperas y madrugadas. ¿Cuánta ternura quedó en mí a través de tu mirada? No lo sé, quizás el viento logre llevarse la picaresca mirada de tus ojos.
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Ahora, en el silencio de las cumbres altas están quietos, están quietos en el silencio. Busco la noche de la dulzura y las cicatrices desaparecen con tu mirada color café. No olvidaré nunca tu mirada…
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El beso que me robaste
La música envolvía el ambiente, de una noche silenciosa donde solo las notas de aquella canción en otro idioma dejaba traslucidos pensamientos al compás de una danza que se tornó eterna. Mi brazo circundaba tu cuello, y las miradas y los suspiros eran solo destellos de luz para seguir bailando los últimos minutos de un año que sucumbía lleno de inquietudes juveniles.
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Cual ave viajera pasó el roce sutil de tus labios con los míos, el sabor y el aroma de ti quedaron impresos en el instante sublime. El beso no solicitado hizo temblar mi cuerpo ante una experiencia nueva y sofocante… Miré tus ojos cafés, los susurros tomaron fuerza para disculpar el atrevimiento. Sentí tu mano férrea como una cadena de explicaciones que no quería escuchar. Te habías robado el beso guardado en mis esencias. La música siguió su curso y el beso inoportuno se tornó largo y desprevenido. El beso robado fue el comienzo de las quimeras entre tú y yo…
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Verdades
¿Dónde encontrar tu faz? Mi memoria no la registra miles de veces signé tu estructura con mis dedos de plumas, ellos poblaron tus campos del asombro sutil de la primera vez. La coraza cayó de bruces al pavimento tibio de la locura y nada importó la tumba del miedo que cercenó el yunque de la persistencia. Labios y palabras, promesas y vaivenes, oscuridad y silencio, chasquidos y bromas 31
consumaron las blasfemias que desunían nuestros cuerpos. Floreció la mañana y el grito gutural de tus sueños muchas veces despertó mis miedos. Eran los adioses agoreros de los tiempos de soledad rubricados en mi camino. Hoy la yedra creció en los barrotes de las esperanzas mi rostro solemniza los momentos que vivimos en el monacal marfil de los tiempos…
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Primaveras
Anoche recordé tus pasos lentos contrarios a la prisa de tus calles. Eran míos unos instantes porque los sueños me pertenecen como la lluvia de besos del ayer. Olía a jazmín, la floración caprichosa invadía los espacios de mi alma ansiosa cual siringa callada. Brilló en mí ser la límpida diamantina y corrí contigo a buscar las fresas de la fiesta de los ensueños. Vi renacer las petunias muertas y las mimosas intercambiaron sus colores inocentes 33
El cedro cambió su olor picante por el de la rosa fresca. Caminamos juntos en la utopía de un amor que solo fue un sueño de primavera en una roca donde se me antojó sembrar un lirio blanco.
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Vine a buscar tu silencio
He venido de lejos, donde nacen las quimeras vestidas de cristal rosa, de allí donde las palabras se registran como soldados en regimientos numerosos, de donde el sol no se oculta de la luna intrusa, de allí donde los sueños vuelan en nubes multicolores y su transparencia enceguece las conductas de los amantes. Vengo de un lugar donde las siembras florecen a capricho del aire que dejó sus alas en la cima 35
donde el cóndor acunó su cría, He venido a buscar tu silencio y a envolverlo en el celofán de los ayeres para qué juntos viajemos sin edades, sin leyes ni mandatos. Te mostraré el camino de ruidos redondos, las púas se fueron a la profundidad del mar tras el canto de la última Alfonsina vestida de gris. Te llevaré a las blandas entrañas del horizonte naranja allí saltaremos el arcoíris con las cuerdas de la libertad, Nadie escuchará nuestros pasos porque contigo me llevo el silencio eterno…
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Campana El címbalo jocundo acompañó el crujir de las copas del tiempo, él no se enteró de las ausencias ni del silencio de tu adiós, sólo siguió el baile ancestral de las castañuelas sordas, y el taconeo invadió los espacios del frenesí amoroso de tú sombra bacante sátira de horas nuevas que quebraron tu sonrisa. La luna parva supo de mi tristeza y de tus mieles regadas en la playa solitaria. Duerme mi llanto en los Dionisos donde el polvo enmudeció mi grito. Las agonías tomaron el disfraz del estoicismo. Volví a oír tu canción Llené la copa de champagne le di de beber a las águilas pequeñas 37
ávidas de la cima que las acunó. Busqué las termas perpetuas y el ruido del agua calmó los lamentos ...
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Tesoro de Papel
Eres mi silente amigo guardas mil palabras que llenan mi savia, acompañas mis horas de silencios. …paso una a una la blancura de tus hojas rasgadas de letras combinadas para enseñarme los caminos, sinuosos o rectos, sembrados o desérticos. En ti encontré el misterio, la intriga, los paisajes, las despedidas, fantasías, realidades, los encuentros, la tragedia, el triunfo. Todo el bagaje de una humanidad que deja vivencias para llenar tu existencia en los estantes repletos de las bibliotecas. 39
Encontré paz a mi alma en compañía de tus horas calladas tus paginas abarrotadas de gente te he abrazado tantas veces y no me preguntas el motivo de mis lágrimas o de mis regocijos. En la noche has reposado a mi lado Con tu lomo cansado de sostener mis tazas de café oscuro. Eres mi compendio de hojas llenas de vida. Eres mi libro tesoro de papel.
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Barca
Las astromelias, las chirimoyas y las guayabas aromaron el sendero de nuestros pasos andariegos, colmados de nuevos días arropados de peregrinas verdes y embriaguez de amor. La arcada del enamoramiento daba fuerza al clamor de un abismo que no divisé. Los cantares y el ruido aturdieron las palabras que escuché de cerca crecieron en torrentes de vida en noches encendidas con las lumbres de los espejismos.
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El cielo nos regaló la luna cóncava y las manos andariegas buscaron el lino y la seda de la entrega de un campo maduro. Hice mío el esquife en las turbulencias vi pasar los designios del aire que poco a poco te alejó de mi… Pasaste por aquella calle incolora tu mirada impactó mis momentos. Creí tus falsedades de porte impecable El fino tul de tu lenguaje envolvió las lágrimas futuras. Habías sembrado petunias al final del camino, otras manos las regaron mi tez perdió brillo en las esperas frente a la ventana rosa… Las madrugadas ilusorias se habían marchado tras la mocedad 42
disfrazada de éxtasis. La fiebre envolvió tu espíritu cuando despertaste el sol se había marchado tras la colina que conocía tus pasos ligeros.
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Presagio
En mí quedó el miedo y la soledad, cuando el presagio oscuro de la muerte me enseñó el amor agonizante. Corrí por las frondas a buscarte el aire, corté para ti las petunias moradas, encendí la llama de nuestros encuentros. Busqué las palabras frescas de aquella tarde, tejí un lucero con seda de cristal, tomé tu mano y la coloqué sobre la mía, era como renovar los votos rotos, en una ilusión que solo vivía en mí. De nada valió buscarte, no estabas, habías partido tras la pompa colorida de los años nuevos, el presagio me llenó de sales y bálsamos para aliviar la pena eterna.
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Voz
Uno a uno escuché de tu voz los versos del tiempo. De cada soñador del mundo, sentí la paz en tu palabra viajera de quienes, con versos, rimas, sonetos, relatos, cuentos e ilusiones salieron de tu voz a recorrer caminos nuevos. He ido contigo a lugares remotos y oigo los aplausos que tu onda poética hizo para los juglares esparcidos en los estratos de la literatura. Desde allí alzo mi canto para brindar contigo en el festín 45
del primer año en el verso de todos te dejo mi corazón lleno de poesía.
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El eje del tiempo
Es tarde… No has visto el eje encorvado de la ternura cuando saltó las barreras de los umbrales revestidos de mimosas rosadas. Llevaba su traje oloroso al mastranto de los tiempos, sus azahares brillaban con los minutos tácitos que guardaste en el saquillo de los olvidos. Quieto, observó el camino plantado de violetas solitarias. las abrazó con el yermo escarbado de las piedras mansas, embadurnadas de rigidez ocre. Solo divisó el escudo del alma barroca de los siglos y el desierto de los espejos 47
que irradian sombras de finales turbios. El eje se durmió de cansancio, su alma sucumbió ante la inclemencia del sol persistente perdido en el cielo de las quimeras.
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Un día como hoy
Hoy me cansé de verte triste y sola con tu traje de novia guardado en las promesas que una vez creíste. La lluvia deja estragos en tus entrañas y tus hijos se guarecen en las hendijas que dejaron los que se llevaron tu alegría, filas de personas adornan tu soledad interior y tu llanto no tiene un pañuelo solidario. Rostros largos de carencias, niños con sonrisas plenas, 49
respiradores agotados, presión alta sin medida. Eres el rostro de mi pueblo quieto plasmado en el mutismo de una esperanza gris. las ruinas invaden la historia de tus pasos y los adobes caen uno a uno sobre los dictámenes de un casco de historia olvidada. Tus hijos marcharon tras el sol de la mañana, en tus entrañas queda un número de muchas cifras que cambia el nombre de los que habitaron tu vientre. La voz callada de ellos es el grito que ahoga mi verso…
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Regreso
Me desnudé ante el camino, mis ropas pesadas no podían volver conmigo a la casa grande. Entre gredas y espinos corrí siempre, sin entender las noches sempiternas. Mi regreso deja huellas húmedas en el crispar de las horas futuras, mis pasos ahora son soslayos quebrados de ayeres. Tú llegarás a mi tras la niebla de la oscuridad de mi sombra perpetua. No me busques en la tristeza,
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de allí me fui con mi mochila henchida de sueños. Ando por el lecho de las calles que guardaron mis años tempranos y las carcajadas que compartí contigo. He regresado a la mansión magna donde la música es de todos, y mis zapatos multicolores saltan de alegrías compartidas. En este regreso no traje mi cámara, para que tomes el registro del mañana que no veré… has regresado a la casa grande. Se agotaron tus pasos de tanto andar recojo tu bandera de principios y tu palabra seguirá viva en los verdes caminos de nuestras vidas. No hubo aire para tu cansancio Fue allí donde el amor
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cobijó tus días postreros y la diestra de tu gente levantó la seda blanca del hasta luego Has regresado a la casa grande, allí los ángeles cantan las aleluyas a Dios. Mi agotamiento acompaña tu ausencia He pasado una a una las cuentas del rosario En la novena de oración hoy guardaré el altar de tu memoria. No te buscaré en la tristeza. Se oye la oración por los que como tú buscan el oxígeno de la vida. Atrás quedaron las gredas y los espinos, solo flores van contigo al nuevo destino. Has regresado a la casa grande… Algún día me reuniré contigo.
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Ayeres
He llegado tarde, el sol se despide de la rancia antesala, quiero contar los ladrillos rojizos de piso rústico, separados como el tiempo inexorable que hizo encrucijadas diversas. Mis ojos se humedecen de conteos, camino lento por el corredor de los ayeres… Oigo voces de silencios, los listones de la techumbre alta, semejan soldados oblicuos al soportar la vejez y la carga de voces que custodia en cada caña brava. Los pilares blancos archivaron 54
las huellas de las manos pequeñas de la sucesión grande. Unos se fueron tras una nube cargada de agua, otros transitan los espacios lejanos y dan esperanzas a los que se quedaron. El altar cóncavo duerme en la pared de adobes ancestrales, se escucha el rosario perpetuo de la madre peregrina detrás de la virgen yacente. Otoños y primaveras. Veranos de ausencias inviernos de piso mojado, tránsito de oración rosas cultivadas, lágrimas perpetuas, mimosas floreadas, helechos caprichosos, manos juntas, cuadros estáticos risas prometidas, abrazos de siempre observan con sigilo la poltrona que espera los regresos… 55
Artista viajero
La tarde se encargó de envolver la vida. Sacó las brochas de los gabinetes, los lienzos secos crujían en la huida; la laca y el pincel temían de sus probanzas nuevas. Dejaron atrás los cambios mansos de la plaza quebradiza de finales. Los paisajes y los rostros se durmieron de temor. El artista se había ido a perseguir el sol...
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Cómo evadir tu sol, si es mío
Cuando te busco y el sendero no habla de ti, sé que fuiste quien evadió mi mano justa, el miedo atrapa mis huesos al saberte tan lejos de las quimeras que ahora quiero volver a oír. La calle mórbida me habla de tus pasos lejanos, me azota las cienes aturdidas de tu desdén. Tomo tu caja de pinceles, otra vez te ayudo a imaginar los ojos del payaso en el lienzo blanco…. Evades mi ayuda y mis cabellos agotados se sueltan para volar con la misma prisa que te fuiste. El alba me hace andar, busco la caracola, el tren, la gaviota, los amigos de siempre, los testigos del beso atrapado en mí. El andén duerme la siesta y yo espero borrar tu evasión y recuperar tu mirada café… 57
Dos ruedas Tomo tu mano pequeña y me voy contigo de viaje de sueños, allí en el mundo mágico de tu presencia me envuelve en tus años tempranos. Busco una muñeca de trapo, y tú le colocas los ojos negros como el azabache que colgué de tu pie cuando naciste, vamos juntos a elevar el papagayo en la colina verde, buscamos el sol de la tarde y lo amarramos de su gran cola, reímos al verlo volar allí van tú mañana y tus sueños que delicia contar tus deditos yo los custodio día a día, bebo contigo un poco de atol dulce,
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y limpiar tus oídos para que oigas mis canciones, tu eres la luz de la casa y tu pelota cada tarde acompaña la soledad de la calle. Saltamos juntos el aro multicolor vamos en bicicleta a visitar la lagartija del jardín…
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Ave
Perseguí el ruido de los pasos dormidos en la reminiscencia del tanatorio de las cenizas esparcidas en mi mente. Las cartas revoloteaban alrededor del azar de la vida y los disfraces de rostros pintados acompañaban el silencio de la urbe que se llevó la risa. Los espacios cremaron las palabras y el concreto selló la hiriente mueca de los tahúres de la rueda que mareó las pasiones… La ruleta no soportó la demencia de las ausencias quiso acompañar los osarios que cubrían los tules del ayer con el mutismo de la lluvia que cae sobre el césped exánime.
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Escucho una voz húmeda de rondas acaricio la faz etérea de huesos blandos, bordeada de violetas solitarias cabizbajas como el silencio del ave sin plumas congelada de tiempo, horadando las espinas de la caverna de las horas que crispan los sueños, enredados entre los dedos fríos. Recorro el tiempo oloroso a eternidades un ave pequeña merodea el hipogeo.
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Perdón
Siento los suspiros envueltos en silencios tibios pasión y dolor enlazados en palabras, miradas nulas laceran el latido de la vida, nuestras almas fundidas en celdas azules. Solo la luz tenue del rocío envuelve los adioses persistentes, ahora te has ido al silencio de brazos extraños donde los goces engullen los fonemas. El amor clama respuestas mudas, siento el equilibrio de la paz. No te he perdido, aun vives en las quimeras que nadie ve en las palabras que nadie oye, en el lugar donde trasciende el tiempo de perdón...
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Misiva Ayer le hablé a la luna mandarina de lo que eras tú en mi vida, le dije que tenía añoranzas azules y plateadas, por ello estoy segura, qué estoy hecha de recuerdos, donde mi existencia es nada más que un verso triste sin sinalefas ni asonancias. A lo mejor, algún día tendrás un poco de tiempo y leerás las cosas que he escrito, y las que he aprendido durante esta ausencia que se hace cada día más lenta. Allí, en las líneas torcidas de mis poemas encontrarás mis temores, mis angustias, mis dioses, la desnudez espiritual que a veces se cubre con los pétalos de rosa que se secaron por falta de agua. Vivo en un océano oscuro, a veces asomo la mirada a la inmensidad y puedo captar a los lejos las luciérnagas que me dejaste como lumbre, ellas vuelan alrededor de mi silencio, pero no logran alumbrar el camino de regreso. Con ellas, cercanas a mi memoria, te invoco, cualquier tarde color opaca para no olvidar de un todo tus huellas ancestrales. Esas, que me hirieron hasta el cansancio y han querido quedarse en mí, adheridas a mi piel y a mis sentidos. Te invoco, para no recordarte, y a la vez para gritar el olvido… Aquí estoy, en la mitad de la paz, en el centro de la nada, cobijada por las sordinas eternas, quiero ser nadie, contigo 63
me lleno de silencios y la armonía se torna moribunda… ¡No! ...¡¡¡no!!! No creas que hablo de amor, a ese se lo llevó el cóndor de las alas oscuras a vivir con una roca silente en lo alto de la cumbre de tu angustia... La soledad es el motivo de un cielo multicolor que aún entiende que existo y me brinda la lucidez, para escribirte versos en la arena de una playa que solo tiene palmeras sin hojas y caracolas muertas de espera.
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Mis Estrellas Difuntas en las calles de Buenos Aires... fip-festival internacional de poesía
Estrellas Difuntas
¿Por qué insistir en buscar el espejismo de tu voz entre los bordes de los momentos incoloros que viví a tu lado? La hilera de hormigas andantes de rígido negro semejan mi búsqueda entre los soles que arroparon tus días interminables de espacios colgados en vidrios quebradizos de amores fugaces. Tiempo y espera… 65
acompañaron el viaje de un tren que no se detuvo a ver mi llanto, ni a contar las estrellas difuntas de un cielo prometido que se tornó, en cartón humedecido repleto de palabras repetidas en madrugadas olorosas al café de los insomnios… Las nuevas palabras renacieron en el lienzo de la casa ajena ... Conté tus pasos peregrinos ¡No sé cuántos! No sé de qué color No sé si son transparentes o turbios, húmedos o secos, ligeros o pausados. El amor perdido borró las veredas que luego quise transitar sin ti. 66
Sé que tu nombre yace en el silencio y me empeño en buscar las petunias, las riego cada tarde. ¡No hay vuelta atrás! Han muerto en el jardín de la soledad donde el gallo madrugador de auroras murió de ausencias...
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Ausencias
Voy rasgando la pluma del tiempo y escribo en el papel de la vida, Quisiera entender las ausencias perpetuadas en la calma de mis versos y el tormento del abedul que se queja de su soledad. Oigo cantares lejanos se ríen de los espacios vacíos donde los inicios quedaron plasmados en las paredes gruesas que siguen inspirando palabras en rima con la compañía de tu despedida. Como dibujar en el horizonte aquella tarde sin sol que vive marcada en el aire caprichoso que baila las mimosas multicolores del jardín hecho desierto. 68
Siento la piel rasgada de horas continuas de un anhelo que sigue vivo por el vergel de los pensamientos azules.
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Eres
¿Por qué quererte? sí solo eres hierba seca en un paraje talado de afonías. Eres niebla en las noches de lluvia. Sombra irregular de una calzada sinuosa. Eres espejo sin luz, no te percibo. Eres vigilia de una pasión mirria. Eres miosotis de un sueño henchido de adioses. Eres narciso del ave sin plumas. Eres olvido y humo…
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Jornal
Y el sol abrazaba tu espalda morena, relucía en ella los días incontables de brazos y puntas afiladas para cortar el vástago de la caña madura. La ensordecedora caída de miles de hojas plenaban el cañaveral de Albarical y Santa Cruz. Paso a paso tu rostro se encendía del calor sofocante, el picor de la plumosa hacia arder tus entrañas fatigadas. Jornal heredado desde la edad temprana, pasos aprendidos por la herencia de ganar el pan con la virtud del trabajo. El rancho en Agua Negra sonreía
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al verte llegar con tu marusa llena de amasijos para la prole abundante que corría por el camino polvoriento... Era el jornal de la vida… de allá vengo con mi carga de recuerdos...
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Abismo
No fue fácil decirte adiós cuando los tambores aturdían las primeras horas del día de fiesta y mi llanto por tu viaje dejó huella perpetua que la gente no cesa de murmurar. Mi verdad deambula los parajes solitarios de mis silencios. Solté tu mano cuando la mentira envolvió las madrugadas turbias de faros moribundos y de sirenas ajenas. Explicaciones y palabras mudas se confundieron con el café humeante de las primeras horas del insomnio eterno. El vuelo del ave sin plumas carcomió las promesas de la playa de caracolas rosadas 73
que murieron asfixiadas de falsedades. No pretendí llenar tus soledades solo que creí en tus abrazos congelados, no percibí tu frialdad, el heno de las historias ficticias creció sin darme cuenta la solapa de un amor que nació perdido se arraigó en pensamientos ilusorios. Culpa sempiterna por haber amado la quimera de tus sendas de abismos en la búsqueda de un horizonte que se tornó lóbrego y sosegado por la distancia sin retornos…
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Ruinas
La oscuridad obligada de las últimas horas deambulaba imprudente ante la mirada de rencor compañera postrera de la canción de los adioses. Pronto te veré en el carril del andén detenido en la terminal donde los condados perdieron las llaves en los abismos. No creas que han desparecido mis lágrimas ¡No! Se secaron en la pared roída con sus fisuras cómplices, allí semejan esfinges y clepsidras, mientras la luz toma su mochila de silencios y viaja en mi locura con las gotas de lluvias que huelen a huesos de cauces quiméricos. Y este amor no muere ni con el olor a cenizas… 75
Ha vuelto el pasado siempre con su traje de lino gris, sus plumas han crecido para arropar las horas de fiesta y las reuniones de poca gente, sus llantos están callados sus ecos se han quedado en los pasillos del cementerio de la ciudad despoblada. Tus zapatos traen arena. Vuelves a andar por las calles moribundas, con tu máscara sonriente de labial negro. ¡Cuánto silencio traes! ¡El cruzar desiertos dejó en ti palabras cortas!
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Oración final
El ave voló los senderos grises, la perpetuidad del amor fue quimera de imposibles. Se agotó el pacto de las palabras coloridas. En su adiós dejó la cuenca oscura de un apego enterrado entre petunias púrpura. Ellas sobrevivieron al entusiástico sol de las auroras. Desdibujaste mis días, hoy mis rayos se apagan ante la oscuridad de una piel cansada de añorarte. ¡Siento el calor en mis entrañas!
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Encuentra pausas en la evocación de fantasear tu imagen en el aluvión de los tiempos… Este amor es análogo a la rama quebrada que añora el aire en el árbol de abedul.
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Mariela Lugo Mariela Josefina Lugo García, San Felipe, estado Yaracuy. Venezuela. Vive en Yaritagua desde niña. Maestra, profesora jubilada, poeta, promotora cultural y narradora. En su labor de promotora cultural se ocupa de enseñar a los más pequeños a desarrollar su potencial literario, formando una nueva generación de poetas. Ha ganado diversos premios nacionales e internacionales de poesía. Su obra aparece recogida en varias Antologías, así como en numerosas publicaciones individuales. Es una de las poetas más reconocidas y laureadas de la región y es conocida como “La Dama de la Poesía”. En la actualidad y desde hace varios años, es presidente de la Asociación de Poetas y Escritores de Yaritagua (ASOPEY). Bajo su presidencia la asociación ha cobrado mucho prestigio, editado varios títulos conjuntamente, con la editorial el perro y la rana y establecido diversos contactos e intercambios con asociaciones literarias de diferentes países latinoamericanos. 79
Índice Tiempo
4
No sé
6
Estuche blanco
9
Escribo
10
Calor y vendaval
11
Humo
13
Huellas perdidas
16
Oscuridad
18
Ocaso del viento
20
Río seco
22
Horas prestadas
24
Tu mirada
27
El beso que me robaste
29
Verdades
31
Primaveras
33
Vine a buscar tu silencio
35
Campana
37
Tesoro de papel
39
Barca
41
Presagio
44
Voz
45
El eje del tiempo
47
Un día como hoy
49
Regreso
51
Ayeres
54
Artista viajero
56
Como evadir tu sol, si es mío
57
Dos ruedas
58
Ave
60
Perdón
62
Misiva
63
Estrellas difuntas
65
Ausencias
68
Eres
70
Jornal
71
Abismo
73
Ruinas
75
Oración final
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Semblanza de la Autora
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