El Presente del Pasado 28

Page 1

P

El del

resente resente asado

boletín del observatorio de historia, a.c.

elpresentedelpasado.com número 28, 25 al 31 de marzo, 2013 l Lunes 25

Marzo de la liberación Alejandro Herrera Dublán 1. urante lo que se consideró como el primer acto de su rectoría interna en la uacm, el viernes 8 de marzo, Enrique Dussel dijo: “el pueblo es quien paga los estudios a los alumnos y los salarios a los profesores” y que por eso hay una responsabilidad con esa comunidad, pues la universidad es “un proyecto comunitario”. Argentino de nacimiento, exiliado en México desde 1975, Dussel se declaró “esclavo de su conciencia ética”. Aunque la circunstancia en que asumió su cargo se presta a suspicacias, el sentido de sus palabras coinciden con los planteamientos de la filosofía de la liberación, de la que es fundador y que comparte con sus hermanas la pedagogía de la liberación y la teología de la liberación, en algunos sentidos, la “opción preferencial por los pobres”.

D

2. El próximo jueves, 28 de marzo, se cumplirán dos años del asesinato de Juan Francisco Sicilia. Este hecho marcó el inicio, en Cuernavaca, de una las más grandes movilizaciones civiles de nuestro país en la época reciente. Encabezadas por su padre, el poeta Javier Sicilia, éstas lograron visibilizar a las víctimas de “la guerra contra el narcotráfico” que emprendió el gobierno de Calderón. Más de un año después, al anunciar que finalizaba su ciclo como líder del movimiento por la paz con justicia y dignidad, Sicilia aseveró: “Yo creo que el tiempo de los líderes ya pasó. El hecho de que los movimientos mantengan a un líder es perder el sentido de la historia; hoy, los actores principales ya no pueden recaer en una sola persona, deben ser colectivos, tener estructuras más horizontales y sólidas.”

3. Sicilia reconoce en Iván Ilich a un mentor. Ilich, como fundador del cidoc, junto con Gregorio Lemecier y el obispo Sergio Méndez Arceo, creó

en Cuernavaca “uno de los principales centros del pensamiento crítico mundial” durante los años setenta del siglo xx (como afirma Lya Gutiérrez Quintanilla en esta nota del Diario de Morelos). Méndez Arceo, que fue miembro de la Academia Mexicana de la Historia entre 1954 y 1972 —aunque ahora la amh no lo reconoce—, era considerado un “obispo rojo” por sus acciones y pronunciamientos tales como éste que Elena Poniatowska recordó con motivo del centenario de su nacimiento: “Las revoluciones violentas de los pueblos pueden estar en algunos momentos de la historia absolutamente justificadas y ser totalmente lícitas, porque la revolución en el propio sentido de renovación es finalizar lo inacabado o aquello que se puede perfeccionar” (el artículo puede verse aquí). En 1979, durante la tercera conferencia de la celam en Puebla, Méndez Arceo buscaba encontrarse con Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, quien había rehuído encuentros previos con el obispo —según cuenta María López Vigil en un artículo que puede consultar aquí—


diciendo “mejor no, monseñor Méndez está muy quemado”. Cuando por fin se reunieron, un testigo cuenta que “don Sergio estuvo extremadamente solidario con él y él mucho se lo agradeció. Se dio una relación de apoyo personal, pero no de identificación ideológica”. 4. El domingo de ramos, 30 de marzo de 1980, en la catedral de San Salvador, la misa de cuerpo presente de monseñor Romero, asesinado en la víspera por órdenes de Roberto D’Aubuission, fue interrumpida por el ataque que, con bombas y balas, realizaron fuerzas paramilitares sobre los miles de asistentes al sepelio. El obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, y el cardenal mexicano Ernesto Corripio, cocelebrantes en la liturgia buscaban afanosamente, sin encontrar, el vino y el pan necesarios para continuarla, en medio de muertos y heridos. Una sobreviviente relató: —Dénme hostias para continuar la misa —dijo Corripio. —No hay hostias, excelencia. —Dénme vino. —No hay vino. —Pues entonces un libro para rezar al menos los responsos. —Tampoco hay libro, excelencia. Samuel Ruiz se sacó entonces un librito de oraciones del bolsillo, y eso sirvió para al menos rezar algo antes de enterrar el cuerpo de Romero. Todo se hizo de prisa. Estaba ya la tumba abierta. A las carreras metieron allí el ataúd. Y más ligeros, los albañiles empezaron a poner cemento y ladrillo, ladrillo y cemento. Hasta que lo repellaron todo. 5. Monseñor Óscar Arnulfo Romero llegó a ser obispo con el beneplácito de la oligarquía salvadoreña. Censuraba a los curas que manifestaban ideas 2

políticas y era considerado como un conservador que vivía alejado de la realidad de su país. Un proceso de conversión que parece increíble le suceda al papa consagrado el pasado 19 de marzo le ocurrió a quien Pedro Casaldáliga nombró “San Romero de América”. El lunes 24 de marzo de 1980, después de haber leído la parábola del grano de trigo que, al morir, se multiplica, y de coincidir con San Pablo en su homilía en torno a que “es necesario no amarse tanto a sí mismo que se cuide uno para no meterse en los riesgos de la vida que la historia nos exige”, un disparo segó su vida durante la consagración. Monseñor Romero había declarado al periodista José Calderón, dos semanas antes de su asesinato: “como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección. Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño.” Hoy, a treinta y tres años de su muerte, además opino que Óscar Arnulfo Romero vive. ❦ l Martes 25, miércoles 26, y jueves 27

Historias de secundaria Rubén Amador Zamora, Mario Vázquez Olivera y Luis Fernando Granados

E

l “calendario del proceso de evaluación y autorización de los libros de texto de educación secundaria para el ciclo escolar 2013-214” fue anunciado por la Dirección General de Materiales Educativos de la sep el 13 de marzo, 2012, y apareció en el Diario Oficial de la Federación el 28 de marzo, ese mismo año. De ese modo quedaron establecidos los términos y los plazos para la última fase del concurso que debía normar, entre otros, la elaboración de los nuevos libros de texto de historia “universal” e historia mexicana para la enseñanza de los adolescentes. Las fases anteriores habían incluido talleres con editores

y autores, así como una serie de rumores, que eventualmente se confirmaron, relativos al momento en que la SEP recibiría y evaluaría los nuevos libros de texto, correspondientes a la adecuación de los programas de estudio de 2011. Como la “adecuación” modificaba de manera significativa tanto la estructura como los contenidos de los libros, la sep decidió entonces que en 2012 sólo evaluaría los textos correspondientes al primer curso de historia y que dejaría para el año siguiente los libros que se ocupan de la historia de “México”. Un año después, esta segunda parte del proceso todavía no ha iniciado de manera formal. Ni siquiera circulan rumores sobre las fechas en que la sep comenzará a avaluar los libros “actualizados”. Es sin duda posible que este retraso no sea más que consecuencia de las sacudidas burocráticas que suelen acompañar el inicio de un nuevo sexenio. Y sería todavía más comprensible que lo fuera en este caso, visto que la caída de Elba Esther Gordillo implicó una alteración considerable en el modo en que, durante la era panista, se gobernaba la educación pública en nuestro país. Ojalá, sin embargo, el motivo de esta demora —que comienza a poner en peligro la realización de los libros de texto para el ciclo 2014-2015— tenga que ver más bien con una evaluación rigurosa de la “reforma integral de la educación secundaria” de 2006 y su corolario de 2011; es decir, con la intención de enmendarle la plana al sexenio calderonista y emprender una reforma de la reforma que corrija los muchos errores conceptuales, pedagógicos, editoriales e historiográficos que la estructuraron, y con los que tienen que lidiar, de manera cotidiana, autores, editores, profesores y estudiantes. Porque, tal y como están pensados actualmente, los programas de los dos cursos de historia son a un tiempo absurdos, inaplicables y perniciosos.

El Presente del Pasado, 28, 25-31 de marzo, 2013


Sin entrar siquiera a la discusión de por qué los programas sólo consideran “estudiable” la historia del mundo moderno, o sea la que comienza en el siglo xv de la era común; o por qué se insiste en considerar el pasado de México como un objeto de conocimiento distinto del pasado del mundo, o —en fin— por qué la historia no mexicana sigue siendo, en el programa del primer curso de historia (el que se enseña en segundo de secundaria), fundamentalmente una historia de Europa y el primer mundo, es tan torpe y deficiente la “adecuación” de 2011 que resulta indispensable discutirla, analizar lo que son y pueden ser los libros elaborados bajo sus directrices, y también apelar a los profesionales de la historia —hasta ahora lamentablemente omisos— para que se involucren en su reelaboración. De los muchos, gravísimos problemas que presentan ambos programas, aquí vamos a ocuparnos sólo de un puñado, que hemos dividido en dos grandes categorías: por un lado, sus aspectos pedagógicos, en particular la manera en que se relacionan los contenidos con los aprendizajes esperados, y por otro sus rasgos propiamente historiográficos, relativos a los temas que deben enseñarse, aunque eso inevitablemente supone una reflexión sobre los productos editoriales esperados (o sea los libros mismos). Por razones de la exposición, privilegiaremos ejemplos del segundo curso —el que se ocupa, precisamente, del pasado mexicano.

E

l enfoque de “competencias” fue adoptado como principio rector de la educación secundaria desde 2006, pero sólo en la adecuación de 2011 se incorporó plenamente a los programas de historia. Esto quiere decir que cada uno de los bloques en que se divide el programa, y cada uno de los temas que componen los bloques, está ahora asociado con una “habilidad” específica,

cuyo cultivo o enseñanza —dado el instrumentalismo del modelo de competencias— es el verdadero objetivo del proceso educativo. En principio fue una decisión acertada y coherente, pues de otro modo los objetivos generales de los programas de historia —la “comprensión del tiempo y el espacio históricos”, el “manejo de la información histórica” y la misteriosa “formación de una conciencia histórica para la convivencia”— no podían ser sino enunciados huecos, demagógicos. El problema es que el emparejamiento de “aprendizajes esperados” y contenidos se hizo al parecer sin una idea general del sentido de los dos cursos de historia. En efecto, las habilidades no se enseñan —o promueven— de manera organizada y progresiva. Esto es, en el programa se presume que cada aprendizaje es autónomo y no tiene relación con el conjunto de ambos cursos. Para empezar, el objetivo pedagógico de cada uno los bloques de ambos cursos es exactamente el mismo, lo que implica, inevitablemente, que los cursos de historia deben ser repetitivos (y aburridos): cada bimestre, efectivamente, los estudiantes deben aprender la misma cosa aunque el vehículo —la información histórica— sea distinto. Y después de dos años, machaconamente, se espera de ellos exactamente lo mismo que se esperaba de ellos al final del primer bimestre. Más todavía, la naturaleza de cada uno de los objetivos particulares, o sea los asociados con los temas, no refleja ningún sentido de conjunto, a tal punto que no es posible presumir que han sido pensados como parte de una secuencia pedagógica. Así, por ejemplo, el primer objetivo del curso bianual es valorar “los aportes de las civilizaciones de la antigüedad y la edad media” europea en la conformación del mundo moderno, lo cual es manifiestamente imposible toda vez que “valorar” es un aprendizaje de carácter actitudinal y por ello requiere el desarrollo previo

El Presente del Pasado, 28, 25-31 de marzo, 2013

de otras habilidades analíticas y éticas de las que el programa no dice nada. Los demás aprendizajes son todavía más difíciles de alcanzar. Después de explicar las “características de las sociedades asiáticas y europeas, y sus relaciones en el siglo xv” y explicar las “características de las sociedades del antiguo régimen y su proceso de formación”, se espera que los estudiantes reconozcan la influencia de las ideas humanistas en los cambios políticos, culturales y científicos de los siglos xvi y xvii”. Dicho de otro modo, la expectativa es que los estudiantes desarrollen un conjunto de habilidades intelectuales —“valorar”, “explicar” y “reconocer”— para las que no están preparados, que son hasta cierto punto repetitivas, y que demandan habilidades intermedias para las que el programa no los prepara. Al mismo tiempo, la propuesta pedagógica está todavía subordinada a los contenidos que deben aprender los estudiantes; es decir, son los temas los que organizan en los hechos cada uno de los bloques y de los cursos anuales y no los aprendizajes. Aunque al parecer la idea era subordinar los aprendizajes a los contenidos, el efecto de organizar los libros de texto cronológicamente es que los aprendizajes esperados existen de manera aislada y sin relación entre sí. Y si a eso se le suma la ingente cantidad de asuntos que deben ser abordados, discutidos o “enseñados”, es fácil comprender cómo el conjunto de los programas no puede sino reproducir una idea del pasado y del porvenir que no refleja el modo el que se construye el conocimiento histórico ni tampoco la manera en que el pasado se relaciona con el presente.

E

l programa de estudios para el segundo curso de historia contiene por lo menos 132 subtemas de conocimiento histórico, agrupados desigualmente en cinco bloques, que deben ser desarrollados en libros no mayo3


res de 272 páginas. Como además de los subtemas de conocimiento el libro debe incluir diez temas “para analizar y reflexionar”, cinco “panorama[s] del periodo” y por lo menos diez evaluaciones, así como unas 15 páginas de preliminares, bibliografía y otros elementos —por no hablar de imágenes y mapas—, el espacio disponible para desarrollar cada subtema difícilmente puede ser mayor que una cuartilla de texto. En otras palabras, el afán enciclopédico del programa y los requisitos editoriales de la sep invitan inevitablemente a la creación de libros que abarcan demasiado y que deben hacerlo de manera superficial. (En términos del tiempo disponible en el salón de clase, el efecto es todavía peor, pues supone que en cada una de las semanas de clase tienen que abordarse, discutirse y “aprenderse” poco más de tres subtemas.) La superficialidad intrínseca del programa se ve todavía más acentuada porque algunos de los subtemas reúnen un número considerable de asuntos; por ejemplo, “La decadencia del poderío naval español y las reformas borbónicas” (bloque 2), “Rebeliones rurales, pronunciamientos, leva y bandolerismo” (bloque 3) y —acaso el más desorbitado— “Explosión demográfica, migración interna, demanda de servicios y contaminación” (bloque 4). Todo invita a pensar que muchos de los subtemas lo son por haberse fundido en ellos algunos de los subtemas del programa de 2006, no porque respondan a un propósito pedagógico-historiográfico claro. En general, peor aún, no es claro por qué algunos asuntos constituyen un subtema de estudio, por qué otros se funden en uno combinado y por qué hay otros que simplemente no existen. Por ejemplo, en el primer bloque —que se ocupa de la historia colonial hasta mediados del siglo xviii—, la “creación de la universidad y la casa de moneda” se presume lo suficientemente importante como para 4

constituir un subtema independiente, mientras que fenómenos tan complejos y tan diversos entre sí como la trata de esclavos africanos, la migración europea y la formación de las pequeñas comunidades chinas y filipinas se agrupan en un subtema titulado “la inmigración española, asiática y africana”. Es todavía más ridículo que uno de los subtemas de esa porción del libro se dedique al estudio de las “mercedes de tierra” del siglo xvi —en un subtema que además debe ocuparse del tributo indígena y la encomienda—, o que, con gran ignorancia de la historiografía económica y social del último medio siglo, se dedique un subtema al “peonaje y [las] haciendas”, toda vez que el programa no dice una sola palabra, ni una sola, acerca de las epidemias que causaron la mayor crisis demográfica que haya conocido el Nuevo Mundo, y que al mismo tiempo pretende que la “cosmovisión” mesoamericana se aborde en el breve espacio de un subtema. Con todo, lo que resulta más grave es que, en conjunto, el programa no construye un relato coherente del pasado mexicano. Pertinentes o no, es imposible percibir la lógica subyacente a la existencia de estos subtemas de conocimiento histórico; dicho de otro modo, no se advierte la existencia de ejes discursivos o analíticos integradores de la imagen de conjunto —la “historia de México”— que se supone el curso intenta construir. Ello debe producir en los docentes y los autores de los libros problemas de exposición acaso irresolubles: por ejemplo, si la migración mexicana a Estados Unidos no ha sido objeto de conocimiento en los apartados dedicados al porfiriato y la Esta newsletter es una publicación semanal del Observatorio de Historia, A. C., donde se recogen los textos aparecidos en elpresentedelpasado.com Sus editores son Halina Gutiérrez Mariscal y Luis Fernando Granados. Toda correspondencia debe dirigirse a observatoriodehistoria@gmail.com

revolución, y el programa Bracero ha merecido apenas una mención —medio oculta además en el subtema “políticas sobre migrantes mexicanos”—, ¿cómo se espera el abordaje de un fenómeno como “la cultura mexicana en Estados Unidos” en el bloque 5?

A

menudo se critican los planes y programas de estudio a partir de la orientación ideológica del gobierno en turno. Hace años, cuando los “niños héroes” fueron suprimidos del santoral narrativo priista, se dijo que ello era consecuencia de que tanto el presidente como el secretario de Educación habían estudiado en Estados Unidos y que la negociación del Tratado de Libre Comercio requería la reescritura de la historia nacional para consumar la entrega de la soberanía. Hace menos tiempo, cuando se advirtió que la guerra cristera, la “consumación” de la independencia o el imperio de Maximiliano figuraban con mayor prominencia que antes en los programas escolares, se arguyó que eso se debía a la filiación católica y reaccionaria de los gobernantes panistas de principios del siglo xx. Un análisis detallado del programa de historia para la educación secundaria —del que estas líneas son apenas un fragmento— muestra que esas críticas, si acaso correctas en lo político, confunden la naturaleza del problema y por ello ayudan poco a resolverlo. Porque poco o nada indica que el problema del programa de historia sea de carácter ideológico. Por el contrario, la confusión pedagógica e historiográfica del programa sugiere que estamos ante un caso de improvisación e incompetencia. Algo que puede corregirse porque no es resultado de una posición política sino, simplemente, de no trabajar con seriedad. Ello permite —exige, de hecho— el involucramiento activo de quienes nos dedicamos a la investigación y la docencia, con independencia de qué

El Presente del Pasado, 28, 25-31 de marzo, 2013


tanta admiración nos merecen estos o aquellos héroes o sucesos militares. ❦ l Viernes 29

Palestina de Bush a Obama Aracely Cortés Galán

A

lo largo de la ocupación israelí en Palestina, las visitas de los presidentes estadounidenses a la zona han sido difundas en los medios de comunicación como posibles soluciones al conflicto. No obstante, desde las propuestas de Campo David las resoluciones han sido una constante demagogia que no da una salida real a los problemas. El gobierno de Bill Clinton formuló un propuesta de paz que marcaba una dominación directa de Israel sobre el 10 por ciento de los territorios palestinos, conservando además el control del 65 por ciento de Cisjordania. Los planes no pudieron llevarse a cabo porque los palestinos, encabezados por Yasser Arafat, consideraron que las condiciones no eran propicias para hacer algún tipo de propuesta ni aceptar las que se vertían en la mesa de negociaciones. El antecedente de los acuerdo de Oslo en 1993, que habían generado conflictos internos no podían repetirse; la postura de la Autoridad Nacional Palestina fue neutral. La cumbre de Campo David no representó un cambio sustancial, aunque dejó el antecedente de la participación de las facciones políticas en cuestión. La política de George W. Bush fue directa sobre el liderazgo de la anp: “Cuando el pueblo palestino tenga nuevos líderes, nuevas instituciones, y nuevos acuerdos de seguridad con sus vecinos, Estados Unidos apoyará la creación de un estado palestino cuyas fronteras y ciertos aspectos de su soberanía serán provisionales, hasta que la cuestión se resuelva dentro del contexto de un acuerdo final para todo Oriente Medio” (el discurso está aquí). Esto impidió que las cosas avan-

zaran en términos de paz y de posibilidades de construir un estado palestino independiente, así como de respetar las fronteras consideradas en 1967 y retomar lo que se había conocido como “hoja de ruta”, cuya base política se centraba en que “sólo se alcanzará una solución al conflicto palestino-israelí a través del fin de la violencia y el terrorismo, cuando el pueblo palestino tenga una dirección que actúe con decisión contra el terror y tenga voluntad de construir una democracia activa basada en la tolerancia y la libertad; a través de la disposición de Israel a hacer lo necesario para que se establezca un Estado palestino democrático; y con una clara e inequívoca aceptación por ambas partes de la meta de un arreglo negociado tal y como se ha descrito” (véase aquí el texto completo). La postura de Barak Obama respecto a la ocupación israelí de Palestina no ha variado en los hechos; incluso desde que era candidato, durante los días del operativo en la franja de Gaza conocida como plomo fundido, su discurso fue explícito en el sentido de que respetaría irrestrictamente el derecho de Israel a defenderse de los ataque provenientes de la Gaza. En la visita más reciente de presidente estadounidense, las cosas no han cambiado del todo, ya que se parte de un principio que no es del todo cierto: no hay dos naciones en conflicto, hay ante todo una ocupación de la fracción dominante, con uno de los ejércitos más poderosos del mundo, contra una población que no cuenta con recursos militares ni economía propia. La postura de Obama, pese a lo que se dice en los medios, es absolutamente parcial, ya que el trata a las partes como iguales, cuando sabemos de antemano que no hay posibilidad de comparar a quien, por un lado, tiene una tecnología armamentista de primer nivel, contra quien a lo sumo hace cohetes caseros, como los que se envían de los territorios palestinos y que tienen como principales armas piedras que

El Presente del Pasado, 28, 25-31 de marzo, 2013

lanzan contra los buldozers. Mientras los organismos internacionales y los medios de comunicación no den un trato real a lo que pasa en la zona, no habrá posibilidad de tener un acuerdo, ya que las partes estén en condiciones desproporcionadas para cumplir los acuerdos que se tomen. l Sábado 30 y domingo 31

Presente y futuro del petróleo Wilphen Vázquez Ruiz

M

arzo tiene en su haber fechas que nos remiten a dos figuras, cada una de las cuales, en su momento y contexto, tomaron decisiones que definieron el rumbo y el carácter del país en el corto, mediano y largo plazos. La primera es la Benito Pablo Juárez García, quien lograría lo que muchos consideran como la consolidación de la independencia del país y el triunfo del proyecto político liberal sobre la alternativa conservadora, cuando menos en materia constitucional. La segunda nos remite a Lázaro Cárdenas del Río, quien quizá como ningún otro estadista mexicano del siglo xx, y lo que va del siglo xxi, supo encauzar las sinergias que envolvían a diferentes conglomerados sociales en el México posrevolucionario a fin de lograr lo que muchos consideran como la mayor gesta de independencia económica alcanzada por el país. La expropiación petrolera de 1938 no sólo consiguió la pretensión de que el estado lograra el control de la renta petrolera; también marcó la pauta para que ese mismo estado tuviera en ello uno de sus mayores elementos de legitimación política y social. No hablaremos más acerca de tal expropiación, pues este comentario no puede aportar nada nuevo; sí en cambio echarle un vistazo al significado que aún hoy tiene el oro negro y nuestro papel al respecto. Este compuesto se extrae de cerca de 30 mil pozos alre5


dedor del mundo, aunque sólo unos cientos permiten que su obtención sea redituable. En el caso de México, por ejemplo, en 2010 su mezcla promedió un costo de producción de 5.22 dólares por barril, vendiéndose en arriba de 72 con una ganancia del 1 395 por ciento —noticia buena sin duda pero que hay que observar de cerca. Si tomamos en consideración las reservas totales a nivel mundial, se cuenta con más de 2 350 055 584 000 barriles de petróleo, de los cuales cerca de 114 millones de barriles se consumen diariamente. De estos, México produce poco más de 2.5 millones y exporta un millón 256 mil. Es así que en tanto nuestro territorio produce el 2.24 por ciento de la demanda mundial diaria. ¿Tal producción es sensata? De las reservas mundiales, México posee menos del 1 por ciento, en tanto que su rango de extracción está entre los primeros siete. Extraemos el equivalente al 30 por ciento del total que producen Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos por separado; al 85 por ciento de Canadá y poco más del 100 por ciento de lo que extraen los Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Sin embargo, nuestras reservas son equivalentes tan sólo al 3 por ciento de las de Arabia Saudita, al 5, 6 y 10 por ciento de las que pertenecen a Venezuela, Canadá y los eau —por lo que agotaremos nuestras reservas antes que otros países. Lo anterior, por supuesto, no sugiere que se deba eliminarse la venta de crudo, como algún político llegara a creer, al menos en tanto no pasemos de una economía que finca más del 30 por ciento de su recaudación fiscal en el impuesto a Petróleos Mexicanos. Sí en cambio llama a analizar la situación de la paraestatal con relación a la posible apertura de la misma al capital privado. Cabe decir que la presencia del mismo no es nueva: desde el sexenio de Miguel de la Madrid, Pemex ha ido desincorporando de su control tareas antes consideradas como estratégicas 6

que incluyen entre otras la exploración, la extracción y la petroquímica básica, llegando al grado de que, con la reforma de 2008 y bajo el disfraz de contratos integrales de exploración y producción, se rehabilitaron los contratos de riesgo que Jesús Reyes Heroles (padre) lograra eliminar de la paraestatal en los años sesenta.

C

on toda razón puede aducirse que Pemex requiere de una reforma integral que, de justificar su necesidad y conveniencia, permita la entrada plena de la iniciativa privada; se llega incluso a sostener que la privatización o control de las petroleras por parte del capital privado marca la pauta y el ejemplo a seguir a nivel mundial. Lo cual no es del todo cierto pues los gobiernos de diferentes países que han visto en el manejo del petróleo un asunto de interés nacional han rechazado la incorporación de capitales procedentes de diferentes entidades económicas, incluyendo estados y compañías privadas. A ese respecto basta con observar los casos de España, Venezuela, Estados Unidos, Noruega y Brasil. Acerca de este último, se piensa que el modelo seguido por Petrobras tiene mucho que enseñarnos. Y así es, pues Fernando Siqueira, vicepresidente de la Asociación de Ingenieros de dicha compañía, señaló que a partir de la apertura de la empresa, en 1997, Brasil perdió el control de su riqueza petrolera; incluso, en un foro reciente en el Senado de la República, Siqueira sugirió que Brasil debería seguir el marco constitucional mexicano vigente a fin de recuperar el control pleno de la compañía. Otorgando el beneficio de la duda y aceptando sin conceder que la entrada del capital privado a Pemex es ventajosa, esto, de cualquier manera, bajo las condiciones actuales, no es conveniente, dadas las condiciones del estado, pues sus tres instituciones principales a nivel federal no

se han caracterizado propiamente por defender los intereses de la nación a la que en principio representan. En relación con la cuestión petrolera, los tres poderes mencionados juegan, cada uno en su campo, papeles fundamentales e interrelacionados para lograr o desvanecer el interés nacional. En la historia reciente, salvo muy contadas y extraordinarias excepciones, ninguno de ellos ha destacado en tal sentido y para recordárnoslo están la pérdida del bono democrático que otorgó la elección presidencial de 2000, así el manejo y resolución de la de 2006; las leyes del IMSS e ISSSTE y las afores; la aprobación de la “ley Televisa” y de la reforma energética de 2008; las concesiones mineras, los casos “Pemex-gate” y “Amigos de Fox”; la consuetudinaria aprobación de presupuestos federales leoninos y la exención de impuestos al gran capital, y qué decir de la liberación de una ciudadana francesa que ante fallas en el debido proceso fue exonerada de los cargos que se imputaban, a pesar de que se le identificó como miembro de una banda de secuestradores. La lista es interminable pero su última intención es Petróleos Mexicanos. La reconsideración de la más grande e importante paraestatal como exclusiva al control del estado pasa no por un nacionalismo atávico sino por la experiencia directa de la propia empresa en su conjunto: la carga fiscal que se le impone, el abandono de la investigación científico-tecnológica y de la petroquímica básica al tiempo que su endeudamiento crece de manera inconmensurable y depende de la importación de tecnología. Parece difícil que en lo individual seamos capaces de generar algún cambio pero no es así. En la medida en que nos comprometamos con el quehacer diario podremos hacer algo, por más pequeño que sea. Atender a las posibilidades que ofrece e implica la reforma energética nos lo permite. No rehuyamos esa responsabilidad. ❦

El Presente del Pasado, 28, 25-31 de marzo, 2013


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.