El juez de Belén, aburrido de las constantes quejas por los molestos comportamientos de Josué decidió encargarlo de prender y mantener prendidas las antorchas del pueblo. De esta forma estaría ocupado hasta altas horas de la noche y dormiría durante el día. Una noche Josué fue visitado por un ángel quien le contó de una increíble profecía.