Por: Luis Fernando Isaza Robledo
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Prohibida su reproducción parcial o total, en cualquier forma, sin permiso previo de ShowPlace Primera Edición, Bogotá, Febrero 2008 ISBN 958-97667-7-3
Ilustración: María de Pilar Rodríguez Duplat Diagramación: Terry Escobar
Contenido Pedagógico La Familia Los hermanos
Un Mundo de Aventuras
¡Hola! me llamo Cata y ésta es la historia que viví con un horrible monstruo.
Una mañana, hace algunos años, mamá enfermó. Había engordado Pero era entendible pues de un momento a otro comenzó a comer dulces y dulces y dulces y no se cansaba de comerlos.
Cuando visitó al doctor, él le dijo -felicitaciones, está embarazada-
- ¿Está qué? - pregunté yo.
- Embarazada - repitió el doctor, sin que yo pudiera entender de qué me estaba hablando.
Desde ese momento comenzó mi pesadilla. Fue como si aquel doctor hubiera iniciado el maleficio.
Mamá ya no volvió a pensar en mí.
Permanecía acostada y ya no jugaba conmigo.
Estoy cansada, Cata - me decía todo el día.
Sin duda, había sido atacada por un monstruo, un horrible monstruo. Y ese doctor era el culpable.
Poco a poco su barriga fue creciendo aún más, hasta que pronto, casi no podía ni moverse.
No sólo eso, estaba muy extraña. Reía y al poco tiempo lloraba y al poco tiempo reía de nuevo.
- ¿Qué te pasa? - yo le preguntaba cuando la veía tranquila.
Pero cuando le preguntaba empezaba a llorar.
- Es el monstruo -le decíaes el monstruo que nos trajo ese doctor y voy a deshacerme de él.-
Pero mi mamá no me entendía de qué le estaba hablando y lloraba aún más.
Una noche mamá enfermó gravemente, por lo que papá tuvo que llevarla al hospital en una enorme ambulancia.
Dos días después regresó a casa. Estaba más delgada y parecía feliz.
- Me deshice del monstruo - me dije llena de felicidad.
Pero no fue así. Desde aquel día, allí a su lado, permanecía un horrible monstruo que ahora la atacaba, mordiéndola sin piedad todo el día y toda la noche.
Ahora, mamá dormía aún menos que antes por lo que sus ojos se volvieron como dos grandes uvas pasas, sal-picados por unas manchas rojas horribles.
Para protegerme, papá y mamá decidieron encerrar al monstruo entre rejas. Así, no se escaparía ni me haría daño.
Era horrible. lloraba, lloraba y lloraba todo el día y toda la noche.
Un día le abrí la reja para que se escapara y nos dejara en paz. Pero el monstruo, queriendo saltar, no logró hacerlo, pues papá y mamá rápidamente lo encerraron de nuevo.
Mamá y papá me regañaron.
Que injusto, pues solo trataba de ayudarles con aquel horrible animal.
Comenzaron a llamarlo Pablito. ¿Cómo iban a ponerle nombre a semejante monstruo?
Definitivamente, mis papás estaban locos.
Con el tiempo, el monstruo comenzó a balbucear y poco a poco después a hablar.
¡Era espantoso, un monstruo de pura verdad!
- Ca...Ca - decía, mientras tomaba mi mano con una de sus pequeñas garras.
Un día, dijo mi nombre.
- Está jugando conmigo para que lo deje escapar - pensaba.
Era un monstruo muy inteligente. Mientras decía mi nombre y cogía mi mano se reía con aquella boca vacía de dientes, como buscando mi amistad.
- Pero debo estar loca para quererlo - me decía.
Pero con cada día que pasaba, veía como Pablito más me buscaba y más compartía conmigo unos momentos deliciosos.
- Definitivamente este monstruo está lindo - pensé, aquel día en que Pablito me ofreció un poco de sopa.
Es mi hermano, mi amigo y será mi eterna compañía y apoyo en este mundo.
Ahora, Pablito es el monstruo que yo más quiero en el mundo.