Un Mundo de Aventuras
Por Luis Fernando Isaza Robledo
Esta es una publicación de ShowPlace
Calle 147 # 7-70 Local 39 Bogotá. Colombia. Tel 633 2920
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
Prohibida su reproducción parcial o total, en cualquier forma, sin permiso previo de ShowPlace
Primera Edición, Bogotá, Febrero de 2008
ISBN 958-97282-9-4
Ilustración: María de Pilar Rodríguez Duplat
Diagramación: Terry J. Escobar G.
Contenido Pedagógico
La familia
Un Mundo de Aventuras
egún cuenta la leyenda, el Tesoro de James Morgan, aquel malvado y tenebroso pirata del Caribe, es el tesoro escondido más enorme y valioso que existe.
icen que mientras transportaba su tesoro hacia el viejo continente, su barco pirata naufragó en el arrecife coralino de alguna de las tantas islas caribeñas. Morgan, que milagrosamente fue el único sobreviviente del ataque de los más de mil tiburones que llegaron al lugar del naufragio, cargó todo el tesoro hasta tierra firme y construyó una cueva donde lo dejo sepultado, mientras regresaba a Inglaterra en busca de un nuevo galeón.
in embargo, estando en Inglaterra, Morgan enfermó gravemente y nunca tuvo la oportunidad de volver por su tesoro.
Así que pocos días antes de morir, entregó a sus tres hijos, James II, William y Caroline un pequeño mapa, donde él mismo, de su puño y letra, había señalado el lugar donde lo había enterrado. Pero Morgan, hombre avaro y astuto, partió su mapa en tres, y como previendo el destino, entregó a cada uno de sus hijos una parte .
ames II, digno hijo de su padre, fue el más afortunado. En su parte del mapa figuraba la posición exacta del tesoro. Pero como faltaban las otras dos, no podía descifrar la forma cómo llegar hasta allí. Sin embargo, guiado por su codicia y por ese afán de gloria de la siempre vivió, quiso probar fortuna y a escondidas de sus hermanos salió hacia América, pocos días después de la muerte de su padre, en busca del gran tesoro que quería para él sólo.
illiam y Caroline, sin poder encontrar a James II, decidieron como buenos hermanos unir sus dos pedazos del mapa. Pero la falta del tercero hacía imposible descifrar la ubicación exacta del tesoro. Ayudados por Mary, la esposa de William y Alexander Cook el esposo de Caroline, trabajaron durante largos años estudiando cartografía de las islas del Caribe, tratando de encontrar alguna que se pareciera a las que su padre había dibujado. Pero no obtuvieron ningún resultado. Así, que con el paso de los años, se olvidaron del tesoro y de los mapas.
lgunos años después, John Cook, el hijo mayor de Caroline y Alexander, mientras jugaba con su hermana Sandra, encontró aquellos mapas en el altillo de su vieja casa. Los guardó celosamente y todos los días los estudiaba con la fascinación que le traía ese espíritu aventurero que había heredado de su abuelo, el pirata James Morgan
na tarde, estando John Cook en compañía de su primo Andrew, hijo de sus tíos William y Mary, decidieron emprender la aventura de su vida en busca del tesoro del abuelo. Tenían dos de las tres partes del mapa y trabajarían duramente para seguir el rastro de su tío James, de quién nunca habían vuelto a saber nada. Organizaron su barco y partieron hacia el Caribe.
n su travesía por el océano fueron atrapados por un huracán de proporciones bíblicas. Olas gigantes de veinte metros de alto, acompañadas de vientos huracanados, embistieron al pequeño bergantín que por poco queda destrozado e inútil. Muchos marinos murieron. Andrew, atemorizado, quería regresar a Inglaterra, pero John Cook, hombre valiente, lo convenció para que continuaran con su misión: encontrar el tesoro del abuelo.
su llegada a la isla de Cuba, fueron atacados y heridos gravemente por unos indios salvajes que los obligaron a salir de aquel lugar. John Cook, convaleciente, escribió a su hermana una carta en la que le decía: "...el viaje no ha sido del todo bueno. Además, a nuestra llegada a las indias, fuimos atacados con flechas ungidas con veneno de serpiente. Tu primo Andrew ya está recuperado. Yo, muy pronto tendré las fuerzas para seguir con nuestra aventura....”
e Cuba viajaron a la isla de Santo Domingo y a sus islotes vecinos, donde por muchos años buscaron y buscaron sin encontrar nada. Allí, John Cook recibió carta de su hermana donde se enteraba de su matrimonio con el capitán Bertol Tachome y el nacimiento de su sobrino Peter. Su cuñado Bertol había sido buen amigo suyo en la escuela por lo que John quedó emocionado y contento de su nueva familia.
n su carta, Sandra le rogaba "...estoy preocupada por tí. Quisiera tenerte aquí con nosotros y no en esas selvas tropicales llenas
Pero John siempre contestaba sus cartas diciéndole: "...yo tengo una misión, y es la
de encontrar el tesoro del abuelo. Para mí, no hay nada más
de peligro..." importante...”
ierto día, mientras buscaban el tesoro en medio de una selva tropical, John Cook fue atacado por una coral, serpiente letal y hermosa de colores negro, rojo y amarillo. Pero, gracias a las lecciones recibidas alguna vez de su padre después de un viaje por la India, pudo hipnotizar al animal y salvarse de tan penosa y súbita muerte.
u primo Andrew le pedía una y otra vez que regresaran a Inglaterra. Le decía que debían visitar a sus hermanos, a sus primos, a sus tíos, a su sobrino y a su abuela quién aún vivía después de tantos años.
Pero John Cook, hombre valiente y decidido tenía de luchar por ella.
una misión y por nada ni por nadie dejaría
e Santo Domingo viajaron hacia las islas Bahamas. Fue allí, en aquellas islas del norte, donde John enfermó gravemente. Era paludismo, aquella terrible enfermedad transmitida por los mosquitos del trópico. Recostado, noche y día en una hamaca, delirando y moribundo, divisó un día en el horizonte un pequeño brillo que se encendía y apagaba con el reflejo del sol. Cansado y débil pero con la misma valentía de siempre John Cook se levantó y caminó hasta la colina desde donde salía aquel resplandor.
ra una cueva cerca a la playa, con una pequeñísima entrada que apenas se dejaba ver cuando uno se acercaba. Adentro, se topó con un grandioso descubrimiento. Era un tesoro magnífico, mucho, mucho más grande de lo que él había imaginado. Era inmenso. Tenía que ser
el tesoro del abuelo.
sa noche Andrew celebró en grande. Por fín era un hombre rico. Pero John Cook estaba triste.
Aunque emocionado, este hombre valiente y decidido se dio cuenta por primera vez que su misión no era encontrar el tesoro de su abuelo. Entendió que su misión y su felicidad había sido vivir la aventura de buscarlo. Y esa aventura había terminado. Triste y deprimido, tomó las dos partes del mapa que había guardado con tanto esmero durante tantos años y las rompió
por todo el piso de la cueva. en mil pequeños pedazos que se desparramaron
l otro día, mientras terminaba de sacar el tesoro, vislumbró por un pasadizo oscuro lo que parecía ser el esqueleto de un hombre que había sido atravesado por una flecha en el corazón. Se acercó a él. A su lado, como desprendiéndose de la mano derecha del difunto, había un pequeño mapa carcomido por el tiempo donde se marcaba la ubicación de un tesoro. Recogió el mapa y realizó un feliz descubrimiento: era la tercera parte del mapa que tanto les había faltado durante años. Sin ninguna duda, aquel era el esqueleto de su tío James II.
ohn Cook estudió el mapa y a los pocos minutos soltó un grito de alegría. Según aquel mapa, el tesoro que habían encontrado allí, en esta cueva, no era el tesoro de su abuelo.
Gritó y salto de emoción. Estaba feliz, pero no por el gran tesoro que lo esperaba. Estaba feliz pues la aventura continuaba.
egresó corriendo al campamento para contarle a su primo. Pero Andrew estaba llorando. Acababa de recibir una carta en la cual su tía Caroline les contaba sobre la terrible enfermedad de la abuela Sara, esposa del pirata Morgan.
ohn Cook se sentó. Sabía que si regresaba a la cueva y unía el fragmento del mapa de su tío con los mil pedazos que él mismo había recortado la noche anterior, encontraría sin ninguna duda el tesoro del abuelo. Pero, sin pensarlo por mucho tiempo, acordó con Andrew que regresarían a Inglaterra inmediatamente para acompañar a su abuela. Ya tendrían tiempo después para regresar y encontrar el verdadero tesoro.
ohn y Andrew tuvieron la suerte de acompañar a la abuela Sara durante sus últimos días. Durante este tiempo John Cook se reencontró con Mary Peters una hermosa amiga de su juventud, quién ayudaba como enfermera de la abuela. Se enamoraron perdidamente y al poco tiempo se casaron. No muchos años después John y Mary tenían siete hermosos hijos.
urante aquellos años, Andrew le insistió a John que regresaran a buscar el tesoro de su abuelo.
- ¿Y eres tú el que quiere regresar? - le preguntaba John a Andrew con sarcasmo.
- El tesoro nos espera, John. Antes que alguien más lo encuentre - decía.
ero finalmente, John Cook nunca regresó a América. Con su esposa Mary y sus siete hijos descubrió, que había encontrado el verdadero tesoro de Morgan. El tesoro de una familia unida y feliz, que jamás se podría reemplazar por todo el oro y las piedras preciosas sepultadas en alguna cueva ubicada en el Caribe y que sólo él y su primo tenían la capacidad de encontrar.
