En Busca de Una Estrella

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En Busca De Una Estrella

Un Mundo de Aventuras


En Busca De Una Estrella Por Luis Fernando Isaza Robledo Esta es una publicación de ShowPlace Cl. 147 # 7-70. Segundo piso Bogotá. Colombia. Tel 633 2920 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS Prohibida su reproducción parcial o total, en cualquier forma, sin permiso previo de ShowPlace. Tercera Edición, Bogotá, Noviembre de 2013 ISBN 958-97496-2-3 Ilustración: María de Pilar Rodríguez Duplat Diagramación: Terry Escobar Contenido Pedagógico Los Valores de la Navidad

Un Mundo de Aventuras


El día que murió su padre, Baltasar, aún siendo un niño, fue coronado como rey de la gran república de Zambia.


Desde aquel día, sin ninguna explicación, el pequeño rey comenzó a salir todas las noches al balcón del palacio a mirar las estrellas, como tratando de encontrar allí las respuestas a las muchas preguntas que su padre ya no podría resolverle.


Muchos años más tarde, siendo ya un hombre casado, Baltasar aún salía por las noches a mirar el cielo. Al verlo allí, la reina se preocupaba, pensando que esta extraña costumbre podría ser causado por una grave enfermedad. - ¿Qué estará buscando? - se preguntaba la reina.


Cierta noche del mes de Diciembre, como era su costumbre, el rey salió al balcón. Pero a diferencia de las demás, esa noche no regresó a su habitación. Allí, permaneció durante toda la noche y durante todo el día siguiente y luego varias noches y días consecutivos, sin dormir, sin comer, sin hablar.


Al tercer día, la reina preocupada se le acercó y con gran afecto le preguntó que pasaba. - Estoy pensando en hacer un largo viaje - contestó el rey. - ¿Para qué? - preguntó ella. - A buscar mi estrella - dijo el rey. - ¿A qué? - replicó la reina. - Ha aparecido una nueva estrella en el cielo y voy a buscarla, pues puede ser la mía - dijo el rey. - ¿Cómo así? - le preguntó la reina.


- Hace muchos años, mientras mi padre sufría su enfermedad, me dijo que pronto yo sería el rey. Yo, siendo apenas un niño le pregunté: - ¿pero cómo voy a ser un buen rey si soy un niño? Él, agonizando me contestó: - Para ser el mejor rey, debes encontrar tu estrella. Recuerda: ”sólo serás el mejor rey y una persona verdaderamente feliz cuando tengas tu propia estrella.”


- ¿Y entonces que vas a hacer? le preguntó la reina. - Pues creo que he encontrado mi estrella y voy a averiguarlo contestó el rey. La reina trató de hacerle entender que su padre hablaba metafóricamente, que esa estrella era la felicidad y que sin duda él ya tenía su estrella pues era un hombre educado, lleno de riquezas, con castillos, oro, camellos, una hermosa familia que lo amaba, una buena salud y ningún problema importante.


Pero aún así, el rey no era feliz y no sabía por qué. - Hay algo que me falta - dijo el rey - pero no sé qué es. Entonces Baltasar, al otro día, organizó la expedición en busca de su estrella.


Después de varias semanas de viaje, siguiendo el camino de la estrella, Baltasar llegó a la ciudad de Jerusalén. Allí, sorpresivamente conoció a otros dos reyes que viniendo también de tierras muy lejanas seguían la misma estrella que él había visto.


- Yo pensé que era mi estrella - dijo Baltasar. - Y yo pensé que era la mía - contestó Gaspar, rey del vecino reino de Siria. - Y yo estaba seguro que sería la mía - replicó Melchor, rey de las tierras bajas del Mediterráneo.


- Y ahora ¿cómo nos vamos a repartir la estrella? preguntaron. Después de debatir si cada uno debía o no regresar a su país, finalmente decidieron que buscarían la estrella juntos. De pronto así podrían encontrar la respuesta que buscaban.


Aquella noche el camino de la estrella los llevó hasta el pequeño pueblo de Belén. Allí la estrella se veía mucho, pero mucho más grande. Y mientras más se acercaban mucho más imponente era su brillo.


Pero al llegar al lugar donde estaba la estrella, los tres reyes quedaron muy confundidos. Habían recorrido medio mundo para encontrar la estrella y ahora estaba justo encima de ellos, como apoyada en la punta de un inmenso árbol, iluminaba con sus más poderosos rayos a un pequeño niño recién nacido en el piso de un humilde establo.


- ¿Y quién es? preguntaron. - Es Jesús contestó la madre del niño y será rey de todos los reyes. - ¿Y ya tiene su propia estrella? replicaron desconcertados. - Este niño, sin riquezas, sin corte, que apenas está naciendo en un pobre establo ¿ya tiene su propia estrella? -


Los tres reyes estaban sumamente confundidos. ¿Cómo era posible que mientras ellos habían tardado toda su vida buscando su estrella, aquel niño recién nacido ya tuviera la suya?


En el piso del establo se esparcían millones de pequeñas semillas luminosas que le daban al pesebre un aire celestial. - Es la semilla de la felicidad - dijo la madre del niño. - Si siembran una de ellas y la cultivan durante toda la vida podrán llegar a tener su propia estrella - Toma una - le dijo la madre del niño a Baltasar - Esta semilla te ayudará a ser el mejor rey del mundo. -


Los reyes entendieron: aquel pequeño niño, en apariencia frágil y débil, les había dado el tesoro más grande que jamás habían recibido: la semilla para cultivar su propia estrella. Sólo un verdadero rey, sólo el rey de reyes podría tener tal gesto de generosidad.


Como acto de inmenso agradecimiento, cada rey ofreció un regalo al pequeño niño. Después cada uno guardó su semilla cuidadosamente entre su bolsillo y regresó a su reino.


Ya en su reino, Baltasar sembró cuidadosamente su semilla al lado del castillo, en el lugar más fértil y hermoso que encontró. A las pocas semanas, la semilla germinó. Con el abono y el agua diaria que el rey le llevaba, fue creciendo y creciendo. Todos los días Baltasar, madrugaba hasta el árbol, lo regaba, lo abonaba, le retiraba las ramas secas y lo limpiaba. Mientras tanto, recordaba las palabras de la madre del niño en el establo, y le pedía que lo ayudara a ser un hombre bueno y un hombre feliz.



Hasta que una noche del mes de Diciembre, una multitud de ciudadanos caminรณ hasta el palacio cargando su hacha, dispuestos a tumbar el gran รกrbol del rey.


Pero justo a las doce en punto apareció un rayo de luz impresionante que iluminó la noche por completo. Nadie sabía que estaba pasando, pero cuando miraron hacia arriba vieron como en la punta del gran árbol había nacido una hermosa estrella resplandeciente y como de su cima caían millones de semillas brillantes que cubrían todo el suelo a su alrededor.


El Rey estaba infinitamente feliz. No sólo había encontrado su propia estrella sino tenía la oportunidad de ofrecer la posibilidad para que todos en su reino empezaran a cultivar la suya propia. - Pero pocos lo lograrán - pensaba - pues sólo aquellos que tengan el tiempo y la dedicación para cultivar su estrella, podrán alcanzar la felicidad y la paz interior.-

fin


Un Mundo de Aventuras

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