LA ÚLTIMA NAVIDAD
Por Luis Fernando Isaza Robledo
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Primera Edición, Bogotá, Diciembre 2.005
ISBN 958-97127-6-2
Texto: ShowPlace
Ilustración: María de Pilar Rodríguez Duplat
Diagramación: Terry Escobar G.
Contenido Pedagógico
La Navidad y Los Valores
Muy pronto sería el día de Navidad.
Por esta razón, Papá Noel seguía recibiendo muchas cartas y trabajaba sin descanso para cumplir con el pedido de aquellos niños obedientes que este año también merecían su regalo.
Pero faltando sólo un día para Navidad, llegó una carta especial. Una carta diferente a todas aquellas que Papá Noel había recibido.
- ¿Qué pasará con Rubén?- se preguntó Papá Noel.
- ¿Quizás tiene un recuerdo triste de la última Navidad? - pensaba.
- ¿O quizás es un niño pobre que no recibe ningún regalo y por esto no quiere la Navidad?-
Entonces, después de reflexionar dijo: - debo visitarlo.-
Así, esa misma noche viajó rápidamente hasta el lugar desde donde venía la carta del niño.
Pero al llegar, se llevó una gran sorpresa: en aquel lugar había un enorme castillo y Rubén, el niño, era hijo del rey Fidias.
Allí en el jardín estaba el niño, quién sorprendido, lo invitó a subir a su cuarto.
Allí entendió el origen del problema: el rey, había decidido eliminar la Navidad.
- ¿Y por qué?- le preguntó.
Pero el niño no pudo explicarle.
Entonces Papá Noel pidió audiencia con el Rey.
Aunque tenía muchos regalos que terminar y la Navidad sería al otro día, sentía la obligación de conocer la razón por la cual aquel hombre había decidido terminar su celebración.
En su visita, el Rey, quién permanecía siempre acompañado de su Mayordomo, le dio sus razones:
- ¿Acaso no sabe que ya sólo se ha vuelto una época de fiestas y diversión?-
- Sólo changa y pachangaagregó el Mayordomo.
- ¿Acaso no sabe que ya sólo es una época de compras y regalos y ya nadie se toma unos momentos para rezar y agradecer lo que tiene? -
- Las personas solo quieren regalos y regalos. -
- Ahora dime, ¿a qué has venido?- preguntó el rey.
- Tu hijo me envió esta carta- contestó Papá Noel -y está muy triste por tu decisión.También agregó - la Navidad es de todos, especialmente de los niños, pues su origen está
en el nacimiento de un niño-
- ¿Pero qué tiene que ver mi hijo en todo esto?- interpeló el rey empecinado en prohibir la Navidad - el problema no es de mi hijo, es de todos en el pueblo, quienes han olvidado los verdaderos valores de la Navidad.-
Entonces Papa Noel, buscando ablandar el corazón del rey le recordó la bella historia de la primera Navidad: el nacimiento de Jesús en un pobre pesebre, la humildad de María, el amor de San José y la bondad y generosidad de los pastorcitos que llegaron hasta allí para entregarle al niño Dios todo lo que tenían. Actos de gran generosidad en medio de un mundo de pecadores, que cambiaron el mundo.
- Su majestad, ¿acaso no sabe que en Navidad no hay nada imposible?- le recordó Papá Noel.
- Pues hay algo imposible - dijo el Rey - y es cambiar mi decisión. -
- Y si no que venga una tormenta- dijo el Mayordomo burlándose de Papá Noel, mientras miraba arriba el gran cielo azul que resplandecía en esa tarde de verano.
- Su majestad. - agregó Papá Noel
- En Navidad no hay nada imposible.
Recuerde como hace muchos años, en alguna Navidad, decidí entregar toda mi fortuna para ayudar a los más necesitados, fomentando así el valor de la generosidad durante esta época del año. Si se lo propone, usted será capaz de cambiar la forma de pensar de su pueblo. -
- Usted está loco- replicó el mayordomo - es como pretender parar una tormenta con un campanazo -
- Cállate. - dijo el Rey al Mayordomo.
Y luego mirando a Papá Noel le dijo - ¡No quiero oír más! Ahora, vete de mi reino. -
- Jamás lograré encontrar personas piadosas, agradecidas y orgullosas de su Rey -
- Sería como encontrar estrellas que brillen más que el sol
- agregó el Mayordomo.
En silencio, Papá Noel salió del castillo. Pero justo, después de su partida aconteció lo inesperado. Grandes nubarrones aparecieron desde el norte oscureciendo rápidamente la noche que se acercaba. Era una enorme tormenta, en plena noche de Navidad. El pueblo estaba acostumbrado a las tormentas, pero en el mes de Diciembre jamás había ocurrido alguna.
El Rey, que no entendía lo que estaba sucediendo le recordó a su mayordomo: -¿qué decías de las tormentas en verano?-
El viento derrumbó las líneas eléctricas y todo el país se quedó sin luz. Su sonido llegaba hasta todos los rincones del reino. Era un rugido ensordecedor.
Y la lluvia caía sin compasión hasta el punto que los ríos y arroyos comenzaron a desbordarse.
La tristeza, por no tener las fiestas de la Navidad se convirtió en miedo. Hasta el rey estaba asustado.
Súbitamente, justo cuando sonó la campana de media noche, llegó la calma, el silencio absoluto.
Cuando las personas de los pueblos salieron de sus casas y miraron hacia arriba, como buscan-do hacia dónde se habían escondido los grandes nubarrones, vieron una estrella brillante, mucho más grande que el sol.
Era hermosa y parecía estar suspendida, alumbrando hacia un sólo lugar.
Inmediatamente todos se sintieron atraídos por aquella magnifica luz deslumbrante y comenzaron a caminar hacia el lugar donde apuntaba su brillo.
Entonces descubrieron que la estrella alumbraba exactamente al palacio del rey, quién hasta ese momento no conocía de su existencia.
- Es un mensaje divino - pensaba la gente.
Pronto, frente al palacio, estaba la mayor multitud jamás vista. Estaban arrodillados, rezando, como dando gracias al rey por el milagro ocurrido.
-¡Señor, Señor, hay una enorme multitud en la plaza! - gritó el Mayordomo al rey.
El Rey, que no había visto la estrella, salió a la terraza y quedó desconcertado. Nunca jamás había visto tanta gente alrededor de su palacio. Mientras observaba, llegaban más, muchos más y todos parecían rezar al mismo tiempo.
Después, cuando miró hacia arriba y vio la gran estrella, aquella que brillaba mucho más que el sol, recordó las palabras de su Mayordomo. Entonces se dio cuenta de su gran error.
Inmediatamente llamó a su hijo al balcón. Ambos se arrodillaron y con el pueblo comenzaron a rezar y a dar las gracias por el milagro sucedido.
Fue una Navidad muy especial.
Con una tormenta, una gran estrella y con todo su pueblo rezando y dando gracias con él.
Minutos más tarde, al volver la vista hacia arriba, vio a aquel hombre de barbas blancas volando en su trineo, quién lo miraba como recordándole algo que nunca jamas habría de olvidar: que en la época de Navidad
no hay nada imposible.
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