Por: Luis Fernando Isaza Robledo
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Segunda Edición, Bogotá, Mayo de 2008
ISBN 958-97496-6-6
Ilustración: María del Pilar Rodríguez Duplat
Diagramación: Terry J Escobar G.
Contenido Pedagógico El campo
Accidentes Geográficos
Un Mundo de AventurasEl concurso de cometas estaba próximo a comenzar. Se veían cometas de todas las formas y colores.
Wilbur y su hermano tenían las cometas más extrañas. Eran enormes y parecían grandes pájaros voladores decorados por hermosos arco iris. Estaban felices y seguros que ganarían el concurso.
Pero cuando inició la competencia sucedió algo verdaderamente extraordinario. Estaba volando.
Wilbur no pudo controlar su cometa y poco a poco fue levantado por ella hacia el cielo. Sosteniéndose del cordel gritaba del susto. Trataba inútilmente de halar la cometa hacia abajo pero al final, sólo logró quedar sentado encima de ella.
Desde arriba pudo ver el parque donde estaban los otros niños,y poco a poco, mientras subía, pudo ver toda la ciudad.
Las calles de piedra y las carrozas se veían pequeñitas. Todo se veía muy lindo y organizado.
Un poco tiempo después, las personas ya casi no se veían.
¡Cuidado! gritó cuando pensó chocar contra una nube. Pero sin sentirlo, la atravesó y comenzó a volar sobre un tapete como formado por un algodón blanco, húmedo y esponjoso, que nunca imaginaría estaba fabricado de pequeñas gotas de agua.
Al comienzo quedó maravillado.
- Estoy volando, por encima de las nubes- decía.
- ¡Estoy volando, no puede ser!Pero un rato después Wilbur estaba horrorizado.
Trató de hacer bajar la cometa pero no pudo. Mientras tanto, el viento lo empujaba rápidamente. Ya no veía la ciudad. Ahora, podía ver sólo el campo, con sus grandes praderas llenas de vacas y pequeños pueblos rodeados de sus tierras con cultivos multicolores.
Gritó, lo más duro que pudo, pero nadie lo escuchaba. Pronto, al acercarse a la cordillera se encontró con un grupo de aves que se le acercaron.
- ¿Y tú que haces aquí en el cielo? - preguntaron.
- No lo sé- contestó Wilbur - no he podido hacer que mi cometa baje. ¿Me podrían ayudar?Pero las aves no le creyeron. Pensaron que era un brujo volador y se alejaron rápidamente de allí.
Más adelante, Wilbur vio un lugar fascinante. Era una gran montaña con un gran pico blanco que brillaba intensamente con los rayos del sol.
Era un nevado.
Un poco más abajo, vio una hermosa laguna desde la cual salía un pequeño arroyo que poco a poco se convertía en una gran serpiente de agua, un río.
Se dio cuenta que estaba volando muy pero muy alto y comenzó a sentir mucho frío y mucho miedo.
- Trataré de empujar mi cometa hacia el río - se dijo - así caeré sobre el agua y no me haré mucho daño. -
Con gran esfuerzo pudo maniobrar la cometa para seguir el curso del río. Pero el viento, que todavía era muy fuerte, no lo dejaba bajar. Así que después de seguir el curso del río por mucho tiempo llegó hasta el mar.
Al llegar al mar sintió un poco de alivio pues pensó que allí sería más fácil aterrizar.
- Aterrizaré en aquella playa - pensó Wilbur mientras veía una hermosa bahía de arenas blancas y finas.
Pero no acabó de pensarlo cuando una ráfaga de viento lo atrapó y lo llevó rápidamente mar adentro.
Su cometa iba tan rápido que en poco tiempo atravesó el mar hasta llegar a una pequeña isla totalmente circular, rodeada de unas playas hermosas.
En su interior, sólo podía verse una selva espesa con grandes ríos que bajaban desde una gran montaña ubicada en
el centro, desde donde salía un humo amarilloso con olor a huevo podrido. Era un volcán.
De repente el volcán explotó y sin saber cuándo ni cómo Wilbur cayó inconsciente en una de las playas de la isla.
Su cometa se había quemado y él estaba sólo, completamente sólo en este lugar deshabitado.
- Despierta, despierta - le dijo un pelícano mientras lo empujaba con su enorme pico.
- ¿Donde estoy? - preguntó Wilbur mientras abría los ojos con gran trabajo.
- En la isla del gran volcán - contestó el pelícano.
El pelícano llevó a Wilbur de nuevo hasta el continente.
- Hasta aquí te puedo llevar - le dijo el pelícano a Wilbur - pues sólo puedo volar junto al mar-
Estaba en un desierto. Sólo veía arena.
Entonces apareció una gaviota.
- ¿Y tú que haces en el desierto? - le preguntó a Wilbur, un poco brava pues el niño estaba invadiendo su territorio.
- Aquí me dejó el pelícanocontestó - ¿me ayudarías a ir hasta la ciudad? -
- Te llevaré hasta el bosque, pues sólo puedo volar cerca al marcontestó la gaviota.
Al caer en el bosque, Wilbur despertó un búho que estaba dormido.
- ¿Quién es el que me despierta a estas horas del día? - gritó el búho enfadado.
- ¿Y a quién se le ocurre dormir a plena luz de día?preguntó Wilbur.
- Es que no sabes que yo vivo de noche y duermo de díacontestó el búho enojado.
Pero después de pedir disculpas el búho se compadeció del niño y lo ayudó.
Lo llevó hasta la cordillera y allí se lo recomendó al gran cóndor, el rey de todas las aves, el maestro del vuelo sobre las nubes y el único pájaro que podría cruzar la cordillera y llevar a Wilbur hasta la ciudad.
Wilbur se montó sobre el cóndor y tuvo la mejor experiencia de su vida. Ahora, mientras volaba, no sentía ningún miedo.
Volar con el cóndor era maravilloso.
- ¿Hacia dónde vas? - preguntó el cóndor.
- A la ciudad - contestó Wilbur.
- Yo no puedo llevarte a la ciudad - dijo el cóndor angustiado.
- ¿Porqué no? - preguntó Wilbur con cierto nerviosismo.
- Porqué los hombres de la ciudad nos maltratan. Tendré que bajar para que busques con quién llegar hasta la ciudad. -
- Pero si tú eres el único pájaro que me puede llevar hasta allí - dijo Wilbur.
- Lo sé, pero no puedo arriesgarme - contestó el cóndor.
- ¿Y yo qué hago entonces? – replicó Wilbur.
- No lo sé – dijo el cóndor con cierta tristeza por el niño.
Pero al dar la vuelta, Wilbur alcanzó a divisar en el horizonte una cometa igual a la suya.
- Es la cometa de mi hermano. Cóndor, déjame sobre esa cometa - dijo Wilbur.
El cóndor llevó al niño hasta la cometa. El se agarró de ella muy fuerte y poco a poco bajó por su cordel, pudiendo regresar al parque de donde
había salido.
Sin ninguna duda los hermanos Wilbur y Orville eran los ganadores del concurso. Todos quedaron sorprendidos y fascinados con sus cometas. Además, desde ese día, se dieron cuenta que el hombre podía volar como los pájaros.
Algunos años más tarde Wilbur y su hermano construyeron el primer aparato volador, un pájaro gigante, que abrió la imaginación de todos los hombres, acortó distancias e inició su dominio de los cielos.