- ¿Cómo, se demora sólo un segundo?preguntó de nuevo la profesora, ciertamente desilusionada de su mejor alumno.
- Sí - contestó él con toda tranquilidad.
-Una historia en un segundo,
Los demás niños se rieron. Hans se volvió loco. -
Pero Hans pidió el favor que todos cerraran sus ojos y en ese momento comenzó a leer.
Aqu ella mañana, como todas l as mañana, el sol apenas comenzaba a salir.
Las grises nubes que aún quedaban, después de la corta lluvia que había caído, parecían hacer lo posible por ocultarlo, para que nadie lo viera.
Seguramente le tenían envidia.
Empezaba a hacer calor y el viento que soplaba, parecía el rugir de un gran gigante, logrando que aquellas nubes testarudas se alejaran lentamente, invitando a un hermoso día soleado de campo.
So bre las verdes hojas de los frondosos árboles, pequeñas gotas, que brillaban bajo el sol, creaban maravillosos arco iris miniatura. Y lentamente rodaban hasta caer al prado, verde y parejo como el tapete de un gran salón. Había un ambiente húmedo y pegajoso por la lluvia que había caído.
Las abundantes flores, que se veían a todo el alrededor, abrían lentamente sus pétalos con sus fantásticos colores, como s aludando el nuevo día y agradeciendo al sol, los rayos de luz que les regalaba.
El aire, tenía el olor típico del campo. Era olor a vida, a naturaleza.
Parecía pesado, tan pesado y húmedo que en un instante pensé que de pronto podría escalarlo como si allí
uviera frente a mí, una escalera invisible.
Sentado a mi lado estaba Fox, mi perro, como qu eriendo descansar del paseo que habíamos re alizado desde temprano en la mañana. Estaba medio dormido, pero pude ver como c onservaba esos ojos entreabiertos que mantienen siempre esos pícaros sabuesos del campo.
En mi mano izquierda tenía una deliciosa galleta cuadrada que habia sacado de mi bolso. Estaba untada con mantequilla fresca y con mermelada de fresas, aquella mermelada de verdad, preparada con las fresas del campo. Parecía deliciosa, la mantequilla derretida pero aún consistente y el almíbar de la mermelada cayendo lentamente por los huequitos de la galleta hacían irresistible la tentación de comérsela de un solo mordisco.
ví como una pequeña mariposa, Pero tan pronto como iba a comérmela revoloteando sus alas, se posó sobre mi galleta y quedando totalmente estática f rente a mis ojos, me miraba como preguntando si podría compartir c onmigo aquella deliciosa merienda q ue tenía entre mis manos.
Su alas eran hermosas. Ondas amarillas se entremezclaban con ondas azules y violetas creando una verdadera obra de arte voladora por naturaleza. El viento que aún soplaba, hacía que tuviera que abrir y cerrar sus alas para conservar el equilibrio, mientras trataba de encontrar el momento preciso para dar su mordisco a mi mermelada.
En ese instante, sin saber de dónde había venido, vi un enorme sapo, sentado justo al lado de la cola de mi amigo Fox. Miraba a la mariposa en la misma forma como yo miraba a mi galleta. Y mientras abría y cerraba su boca en silencio, dejaba caer una saliva espesa que mojaba la punta de la cola del perro.
Inmediatamente, al voltear mis ojos hacia el horizonte, pude también ver un pato que corría rápidamente en dirección al sapo. Seguramente lo había estado persiguiendo toda la mañana y había encontrado en éste, el momento exacto, para iniciar su captura.
De repente, ya cuando el pato estaba muy cerca al sapo, un ruido lo asustó y lo hizo frenar en seco.
El ruido venía de allí cerca, desde las ramas del árbol justo frente a mí, dónde efectivamente pude ver un búho que dormido, pero con los ojos abiertos, espiaba con la quietud y la calma de un profesional.
Allí, en ese pequeño instante, en la mitad del campo en aquella soleada mañana estábamos todos.
La mariposa, esperando
el momento preciso para comerse mi mermelada.
El sapo, esperando la oportunidad para lanzarse sobre la mariposa. El pato, corriendo para atrapar al sapo. Yo, preparándome para
comerme mi deliciosa galleta. Y el búho, haciéndose el dormido mientras miraba de reojo lo que estaba sucediendo.
- ¿Y qué pasó, qué pasó?preguntaron los niños.Una obra de ShowPlace
contestó desde atrás Mateo.
- ¡Yo sé qué pasó! -
- Sí, yo creo saber lo que pasó, lo estoy viendo - repitió Mateo.
- ¿Lo estás viendo? - preguntó la profesora. - ¿de verdad lo estás viendo? -
- Sí contestó. Veo la galleta, está deliciosa. Veo la mariposa, veo el sapo y veo el pato. Veo al búho y veo al perro. -
Todos quedaron sorprendidos pues Mateo era un niño ciego. Y aún sin poder hacerlo, estaba viendo y estaba si ntiendo todo lo que Hans había narrado.
Porque lo que Hans había leído era tan poderoso, que aún Mateo lo podía ver.
- ¿ Y qué pasó? - le preguntaron.
Mateo quedó en silencio y Hans tampoco quiso contestar la pregunta. Por esto la profesora pidió a todos que para el día siguiente debían escribir una historia en otro segundo, contando el final de la historia q ue Hans había iniciado.
- ¿Una historia en un segundo?preguntaron todos al principio pensando que sería algo fácil y rápido. Pero después se dieron cuenta de todo lo que puede pasar en un solo segundo.
y aprenderás a hacer el mago más grande del mundo.
Porque con las palabras podrás viajar con tus amigos por el gran mundo de la imaginación, como si lo tuvieras
Aprende a escribir allí, frente a tus propios ojos.