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El Río Piedras posible

Desireé Rodríguez Otero

Yo nací en Arecibo y me crié en Hatillo, mientras que Salvador nació en Carolina y se crió en Canóvanas. Ambos contamos con formación académica; él cuenta con un Grado Asociado en Reparación y Programación de Computadoras y yo cuento con un Grado Asociado en Cosmetología. Vivimos en Río Piedras y somos dueños del negocio Necromancy Cosmética, una marca de cosméticos vegana y libre de crueldad animal con alcance global. Decidimos establecer nuestro negocio en Río Piedras, ya que siempre nos hemos identificado con la demográfica del lugar. Además, desde muy jóvenes, frecuentamos sus calles y, no por casualidad, nuestro primer evento para dar a conocer nuestra marca fue aquí, durante un Jueves de Río Piedras. En cuanto a nuestra experiencia como comerciantes con el municipio, la comunidad y otros comerciantes, tristemente, no ha sido la mejor. De hecho, ni siquiera contamos con lo más básico por parte del municipio, que debería ser la limpieza. Hemos tenido muy pocos vecinos comerciantes y, de esos pocos, la mayoría ha cerrado sus negocios a nuestro alrededor. A pesar de esto, aún tenemos la esperanza de que las cosas mejoren en un futuro no muy lejano. Para lograr esto, se necesita más compromiso por parte del municipio, incentivos para comerciantes nuevos, apoyo para comerciantes viejos y, sobre todo, la agilización de la permisología para el casco urbano. Dentro de los atributos que le vemos a Río Piedras se encuentran su accesibilidad, su potencial para tener espacios comerciales en áreas peatonales y la diversidad enorme en su hermosa comunidad. ¡Queremos ver un Río Piedras lleno de comercios locales!

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Necromancy y La Tertulia representan la diversidad rica de negocios disponibles en Río Piedras.

José Rodríguez

Alfredo Torres Otero

Nací en el pueblo de Orocovis y, a los 15 años, fui a vivir al barrio Capetillo de Río Piedras, donde hice la escuela superior en dos años en la Ramón Vilá Mayo. En agosto de 1970, tuve la fortuna de ingresar a la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras; pero ya en 1972, la había abandonado. A finales de los 70, terminé un grado asociado en ingeniería electrónica y trabajé varios años en ese campo. Al inicio de la década de los 90, adquirí la Librería La Tertulia, que permaneció abierta hasta el 2017, cuando el deterioro del casco urbano de Río Piedras hacía casi insostenible su operación, luego de casi 50 años ininterrumpidos. En 1952, Río Piedras pasó de municipio independiente a ser parte de San Juan mediante un plebiscito. Desde 1968, año en que el Partido Popular Democrático pierde su control, San Juan y, particularmente, Río Piedras, han sufrido el vaivén de administraciones municipales que no logran desarrollar un plan estable que garantice el desarrollo y mejoramiento de Río Piedras. Cada cuatro u ocho años se empieza casi de cero, con muy escasa continuidad en los proyectos que darían alguna estabilidad a los barrios, comunidades, comercios e instituciones que componen Río Piedras. Las posibilidades de un Río Piedras nuevamente vivo dependen de una sana administración municipal, de la toma de decisiones adecuadas para crear mecanismos fiscales y urbanos que contribuyan a un repoblamiento del casco urbano, con incentivos reales que inviten a la población a quedarse o a instalarse allí, y de una sensibilidad especial de las agencias municipales para las comunidades de todo tipo que se han mantenido viviendo y trabajando a pesar de las adversidades. Es necesario que se escuche el sentir de los que, por décadas, mantienen viva la llama de la esperanza con su esfuerzo y trabajo. Nadie está sugiriendo volver al pasado por bonito que lo hayamos imaginado. Todavía existe un núcleo sólido de gente emprendedora y trabajadora, y una universidad que necesita de una comunidad viva que la ayude a seguir brindando su excelente labor de formación de los nuevos ciudadanos que el país requiere. Esto solo será posible si existe un compromiso serio para que los tantos planes prometidos se conviertan en realidad.

Salvador Pérez y Desireé Rodríguez Otero son cofundadores de la marca de cosméticos Necromancy Cosmética. Alfredo Torres Otero fue dueño de la librería La Tertulia, que quedaba en la avenida Ponce de León.

José Rodríguez

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