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Cajamarca – Colombia – Universidad – El Mundo – Diciembre 10 de 2016

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¿UN ALCALDE PARA ANGLO GOLD?

Cajamarca es un pueblo con una extensión aproximada de 52 mil hectáreas de tierra, alrededor de 23 mil habitantes entre zona urbana y rural. Es un municipio montañoso y su temperatura promedio es de 18 grados centígrados. Algunas temporadas su temperatura se eleva a 28 grados, pero son temporadas muy cortas. La mayor parte del año, los cajamarcunos y quienes visitan estas tierras, deben caminar entre las nubes que, suavemente, se posan sobre las montañas. Cajamarca es conocido popularmente como “La Despensa Agrícola de Colombia”. Las condiciones climáticas, su variedad de suelos, la cantidad de nacimientos de agua que brota de lo alto de sus montañas; hacen estas tierras muy productivas. Cajamarca es el primer productor de arracacha y el segundo productor de frijol a nivel nacional. Produce y procesa un café especial de alta calidad, (CAFESCA). Además de producir otra gran variedad de cultivos. Los campesinos dicen que en Cajamarca todo se da. El paisaje de cada una de sus veredas varía bastante. Así quienes visitan el municipio desde todas partes del país y del mundo, deseosos de encontrar un lugar

tranquilo para explorar, encuentran que en Cajamarca, algunas veredas son muy frías, montañosas y la nube casi siempre está presente; otras en cambio, son cálidas y planas. La gente de este pueblo siempre ofrece una sonrisa, un ¡bien pueda siéntese y tome esta aguapanelita con queso! Mientras se asan las arepas, ofrecen al foráneo, historias germinadas a sol y lluvia, cocinadas en fogón de leña. Don José, cuenta las acrobacias de la vaca que salta las cercas, mientras la señora Inés espanta a las gallinas que se van comiendo el arroz del plato de la visita. Los campesinos de este pueblo, no sienten envidia, la tierra les ha enseñado a compartir. En el año 2007, llegó al municipio una empresa multinacional llamada Anglo Gold Ashanti, que pretende realizar una explotación de oro a cielo abierto en estas productivas montañas. Las consecuencias ambientales, sociales y culturales pueden ser terribles. Es así que habitantes de Cajamarca, se han venido organizando para no permitir que se haga dicha explotación, que acabaría con la cultura campesina del municipio; y


organizaron el Comité Ambiental y Campesino de Cajamarca y Anaime. La posibilidad de realizar una Consulta Popular en Cajamarca, para que sus habitantes decidan mediante un voto, si quieren minería o no, despertó actuaciones muy cuestionables por parte del Alcalde William Poveda. Luego de que el Tribunal Administrativo del Tolima declarara constitucional la pregunta presentada por el equipo promotor de la consulta, Poveda ha venido tomando decisiones que favorecen a la multinacional. Según el Comité Ambiental, al día siguiente de que se aprobara la consulta, solicitaron ante la inspección de policía del municipio, un permiso para hacer perifoneo anunciando la gran noticia. El permiso no fue emitido. No hubo argumentación alguna, lo único que se llevó claro la gente del comité ese día, es que el alcalde no permite hacer perifoneo sobre nada que tenga que ver con el asunto de la mina, porque según él, hablar de consulta es engañar al pueblo. El ambiente político comenzó a cambiar de tono, cuando el Comité Ambiental presentó la propuesta de Consulta Popular de iniciativa ciudadana. El hecho de que algunos revolotearan por aquí y por allá recogiendo firmas, incomodó al alcalde, quien rascándose la cabeza del desespero, se le ocurrieron varias ideas. Primero, debía limpiar la entrada para la Anglo a las veredas, así se dispuso a acomodar a su gente en las Juntas de Acción Comunal. Luego debía asegurarse de que los presidentes electos estuvieran entendiendo bien el propósito de su cargo. Entonces en la elección de la Asociación de Juntas, el alcalde nuevamente sugirió su candidato. El señor Pedro Escobar, quien era una opción obligatoria de votar, si se querían ayudas para las veredas y barrios y quien, entre otras cosas, se entendía muy bien con el alcalde. Ya abonado el terreno el Alcalde de los cajamarcunos, empezó a hacer reuniones por las veredas, en las que participaban funcionarios de la multinacional. Las integraciones eran muy amenas, el alcalde le contaba a la gente de lo mucho que ha hecho y de cuanto pensaba construir con el apoyo incondicional de la empresa privada. “Pero hay quienes se oponen y no me quieren dejar trabajar”, decía el alcalde. “Los que se hacen mal llamar

ambientalistas, están haciendo es politiquería, engañando al pueblo con esa Consulta Popular, se la pasan fumando marihuana, por eso piensan así, son unos subversivos al igual que los concejales del Polo, y ni hablar del senador Jorge Enrique Robledo”, agregó con un tono de voz que Pavarotti se asustaría. Luego de que el Tribunal Administrativo del Tolima, emitiera el fallo a favor de la consulta, el alcalde tenía ocho días hábiles para decretar la fecha de las votaciones. Dijo Poveda eufóricamente, “¿quieren consulta?, pues háganla rápido y déjenme trabajar en paz”. Así pues, propuso que las votaciones se hicieran el domingo 27 de noviembre, seis días después de haber emitido el decreto. Decisión ilógica y errada del alcalde, la de citar las votaciones de manera tan apresurada. Pues en tan solo seis días, la registraduría no alcanzaba a sacar los tarjetones para votar, ni se podía designar jurados de votación, ni testigos electorales. Además era imposible informar esa decisión a casi 17 mil electores, para garantizar su participación en una decisión tan importante. La registraduría del municipio y el Comité Ambiental, exigieron al alcalde, decretar una nueva fecha. Una fecha pensada para garantizar la participación real de los cajamarcunos. Fue así que Poveda se vio obligado a decretar las votaciones de la Consulta Popular para el domingo 22 de enero de 2017. Excusas van, excusas vienen. El alcalde siempre tiene una disculpa para atentar contra la democracia de los habitantes y burlar a su pueblo. Regalos van, regalos vienen. Llueve dinero por parte de la empresa hacia la población. Algunos miran aterrados, otros abren sus brazos y bendicen al cielo, como quien se hubiera ganado la lotería. Y al final de esta historia, ¿para dónde van a coger los campesinos de Cajamarca cuando la tierra no produzca? y ¿Qué será lo que va a comer el alcalde si se explota la mina?


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