François houtart amigo de los pueblos y tejedor de sueños

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FRANÇOIS HOUTART. Amigo de los pueblos y tejedor de sueños i Por Nicolás A. Herrera F. colectivofrenteunido@gmail.com Houtart fue un militante internacionalista y altermundialista comprometido en las luchas revolucionarias por la liberación de los pueblos oprimidos de todos los continentes. Conocida es la afirmación del comediógrafo romano Publio Terencio: “Ser humano soy. Nada humano me es ajeno”. Remendando a Terencio, Houtart bien podría decir: “Revolucionario soy. Ninguna revolución me es ajena”. Juan José Tamayo

François Houtart nació el 7 de marzo de 1925 en Bruselas (Bélgica) en el seno de una familia aristocrática cuyos antepasados tuvieron gran notoriedad desde el siglo XIV en la vida política, cultural y económica de Bélgica. Fue educado en una estricta disciplina familiar de profundos valores católicos, fue el mayor de más de una decena de hijos, y desarrolló su infancia y adolescencia entre el movimiento scout y la instrucción jesuita. Cumplidos los 10 años comienza a sentirse inclinado por la vida misionera de la Compañía de Jesús y la Congregación de San Vicente de Paul, a la que pertenecía su madre. Terminados sus estudios secundarios en 1943 decidió formarse en la vida religiosa y, aunque su interés era vincularse a la Societé Auxiliaire des Missions (SAM), donde los misioneros se ponían al servicio de obispos indígenas, en tiempos en que se consagraron los primeros obispos chinos, terminó ingresando al Seminario de Malinas (Bélgica) para evitar conflictos familiares, por sugerencia de un primo de su madre, Monseñor Étienne Carton de Wiart. A causa de la II Guerra en Europa, la vida cotidiana del Seminario fue suspendida tan sólo cinco días después de su ingreso. Tras el anuncio de los nazis de reclutar a todos los seminaristas para trabajar en las fábricas, en reemplazo de los soldados que iban al frente de guerra, las autoridades decidieron que los seminaristas debían dispersarse y tomar clases dos o tres veces por semana en diferentes lugares: hospitales católicos y escuelas secundarias. Houtart pasó los primeros meses en casa de sus abuelos paternos y luego volvió a la casa de sus padres. En este tiempo, François se vinculó al movimiento de resistencia belga, que hacía frente a la ocupación nazi desde 1940, adelantando tareas militares ofensivas en contra del ejército hitleriano. En septiembre de 1944, liberada Bélgica, retornó al Seminario, aún en medio de bombardeos y ataques aéreos alemanes. Desde su tiempo de seminarista se vinculó a la Juventud Obrera Católica (JOC) y se sintió particularmente atraído por el método desarrollado por ella que sigue tres pasos: Ver, juzgar y actuar, que consistía en ver y analizar las situaciones, hacer un juicio social ético y después actuar en consecuencia ii. Su experiencia en la JOC le permitió descubrir la situación de los obreros y mineros de primera mano y le ayudó a superar “la imagen del socialista como un demonio” (Tablada, 2010, p. 25). A través de la JOC Houtart fue descubriendo la utilidad social de su sacerdocio.


Sin embargo, su interés por las misiones se mantuvo, lo que lo llevó a establecer contactos y correspondencias con misioneros en Europa, África, Asia y América Latina. También se relacionó con seminaristas y sacerdotes de otros países europeos, principalmente con dos sacerdotes polacos que estudiaban Teología en Roma pero pasaban sus vacaciones en Bélgica, siendo uno de ellos Karol Wojtyla, luego nombrado Papa Juan Pablo II. Mantuvieron una estrecha amistad durante varios años. En 1949 fue ordenado sacerdote, profesando los votos de obediencia y castidad, e ingresó en Los Amigos de Jesús, una asociación sacerdotal fundada por el arzobispo de Malinas, el cardenal Mercier, en la que, profesó voluntariamente el voto de pobreza y la promesa de hacer una hora diaria de meditación. Al mismo tiempo, el Seminario de Malinas le concedía el Diplomado en Teología y Filosofía. Tres meses después de su ordenación recibió la autorización para ingresar en la Universidad Católica de Lovaina. Durante tres años estudió Ciencias Sociales y Políticas alcanzando en 1952 el título de Licenciado (equivalente al de Sociología en la actualidad). Lo que más le interesaba era el vínculo entre la teoría y la práctica, y alcanzó destacadas calificaciones. Los dos profesores que más influyeron en él fueron Jacques Leclerq y Franz Grégoire (que también influyeron en Camilo Torres). Desde estos tiempos, François Houtart se interesó por la sociología urbana, principalmente los procesos de urbanización e industrialización. Tomó cursos particulares y clases en Bruselas en el Instituto Superior Internacional del Urbanismo Aplicado, fundado por Gastón Bardet, el gran adversario de Le Corbusier. Particularmente le inquietaba que los obreros vieran al cristianismo como su enemigo, cuando para él era un mensaje de emancipación humana. Su hipótesis era clara: “la pastoral de la Iglesia no se había organizado para la clase obrera” (Tablada, 2010, p. 31). Al finalizar sus estudios fue ganador de una beca Fulbright para adelantar estudios de posgrado en sociología urbana y sociología de la religión en Chicago e Indiana que realizó entre 1952 y 1953. En la Semana Santa de este último año, viajó a Cuba para participar en el Congreso de la JOC para Centroamérica y el Caribe. Y luego, fue invitado a Haití. Fue su primer contacto con América Latina. Al finalizar su estancia en Chicago viajó a Canadá, donde fue profesor de sociología urbana y sociología de la religión en la Universidad de Montreal. Durante este tiempo recibió una querella para comparecer ante el Comité de Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy, porque la Universidad de Chicago había sido uno de los lugares ordenados a investigar. Finalizados sus estudios realizó un viaje alrededor de los Estados Unidos y Latinoamérica que duraría dos años, en los cuales dictó conferencias e impartió clases en diferentes universidades. Fue en aquel viaje que conoció a Camilo Torres Restrepo y a Gustavo Pérez Ramírez, dos colombianos con los que trabaría relación de amistad, con el primero hasta su caída en combate (1966) y con el segundo hasta su propio deceso (2017). Regresó en septiembre de 1954 a Bélgica. Entonces se graduó del Diplomado del Instituto Superior Internacional de Urbanismo Aplicado de Bruselas. A su regreso a Bruselas fue nombrado secretario en la Curia Arzobispal de Malinas, responsable de presupuestos y cuentas de las parroquias de la diócesis. Durante su


estancia se crearon el Centro Interdiocesano para los servicios comunes (p.e. Cáritas, la Federación de hospitales católicos y la Federación de la enseñanza católica). A partir de este trabajo, los obispos belgas le encargaron la fundación de un Centro de Investigaciones Socio-religiosas dentro del Centro Interdiocesano. El Centro de investigaciones fue fundado en 1955 y trabajó intensamente sobre la diócesis de Malinas (la más grande del mundo, con cerca de 800 parroquias) y la isla de Malta los siguientes cuatro años. A mediados de la década de 1960, el Centro de Investigaciones se integró a la Universidad Católica de Lovaina. En 1956 fue nombrado secretario de la Conferencia Internacional de Sociología Religiosa, cargo que ocupó durante diez años, en el tiempo en que se creó la Federación Internacional de Institutos de Investigaciones Socio-religiosas (FERES). Como parte de sus actividades estableció la revista Social Compass en Bruselas, convirtiéndola en una revista internacional con más de cien mil suscriptores, y la dirigió hasta 1999. Al mismo tiempo, inició su carrera docente en la Universidad Católica de Lovaina con sus cursos de sociología de la pastoral y sociología de la religión que duró más de tres década (1958-1990). Como Secretario del arzobispado fue nombrado secretario en el comité preparatorio del Pabellón de la Santa Sede en la Exposición Universal de Bruselas en 1958. El comité era dirigido por un millonario conde belga. Camilo Torres, quien era estudiante de la Universidad Católica de Lovaina y había sido Vice-rector del Colegio para América Latina (un seminario para formar sacerdotes que harían misión en nuestro continente) perteneciente a la Arquidiócesis de Malinas, fue nombrado secretario adjunto en representación del CELAM. Su vinculación duró poco tiempo porque el proyecto “quería mostrar una Iglesia triunfante, con una estatua del Papa Pío XII frente al Pabellón y resaltando los museos del Vaticano. Evidentemente esta concepción era totalmente diferente, digamos opuesta, a la que nosotros teníamos y al cabo de seis meses ambos renunciamos a nuestras responsabilidades” (CFU, s.f., inédito). Por este mismo tiempo fue convocado por el cardenal Luigi Ligutti para realizar un estado del arte de la situación socio-religiosa en América Latina. A su llegada a Rio de Janeiro para iniciar la investigación, monseñor Hélder Câmara le contó que la Santa Sede advertía a las Conferencias Espicopales Latinoamericanas de “los estudios de Houtart” (Tablada, 2010, p. 79). La investigación se desarrolló entre 1958 y 1962. La sistematización de esta experiencia se adelantó en Bogotá en el año 1960, en las oficinas del recién creado CELAM, y arrojó un resultado de 43 volúmenes, donde Camilo Torres aportó su estudio sobre Radio Sutatenza. Durante este tiempo François Houtart trabajó estrechamente con Camilo Torres, Orlando Fals Borda y Gustavo Pérez Ramírez en los inicios del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional y de la Asociación Colombiana de Sociología; de hecho, sirvió de mediador ante el cardenal Luis Concha Córdoba para que Fals Borda fuera nombrado director del Departamento debido a su profesión presbiteriana. Cuando el Papa Juan XXIII anunció el Concilio Vaticano II, François Houtart fue convocado por Monseñor Larrain (chileno) y Monseñor Câmara (brasilero), presidente y vicepresidente, para que asesorara a los obispos latinoamericanos, alcanzando el estatus de Experto. Allí sirvió de enlace entre distintos obispos y cardenales progresistas, principalmente del Tercer Mundo, y entre ellos y sus respectivas diócesis. Dom Câmara lo llamó “Opus Angelorum” (el mensajero), parafraseando al Opus Dei.


Durante la década de 1960, François Houtart desarrolló una intensa labor de catedrático en la Universidad Católica de Lovaina. En este tiempo Monseñor Ligutti, vinculado a la FAO, consiguió financiación para adelantar una investigación tricontinental (Asia, África y América Latina) sobre el aporte de la Iglesia cristiana al desarrollo de los países del sur. Este proyecto fue coordinado conjuntamente con el protestante holandés Egbert de Vries. A pesar de haber estado en el Congo belga en 1959, fue a partir de este proyecto que Houtart se relacionó mayormente con el África (trabando amistad personal con Julius Nyerere de Tanzania) y Asia (principalmente India, Sri Lanka, Vietnam y Filipinas). De estos contactos surge su investigación “Religión e ideología en Sri Lanka” que le permitió obtener su título de doctorado en Sociología por la Universidad Católica de Lovaina (1973); pero también su giro radical hacia la adopción de un enfoque sociológico y un método de análisis marxista, a través de su participación en actividades militantes de rechazo a la guerra de Vietnam y de solidaridad con las luchas de liberación de las colonias, las luchas contra el apartheid y la revolución cubana. Él mismo lo expresa en los siguientes términos: “Me rebelé contra la hipocresía de Occidente, gran defensor de los derechos humanos y al mismo tiempo explotador del trabajo y de las riquezas del Sur; protector de la religión e identificado con el cristianismo, que sin dudar utiliza la guerra y la violencia para conservar sus ventajas. Todo esto me llevó a considerar a los que se afirmaban sus adversarios, con una mirada positiva. Sin duda, yo no identificaba el socialismo con el reino de Dios, sabiendo que la ambigüedad hace parte de la condición humana (lo que en la tradición cristiana se llama el pecado original). Pero en realidad, el problema no es encontrar situaciones sin ambigüedad, pues estas no existen, sino elegir entre sus ambigüedades” (Tablada, 2010, p. 125).

Sin embargo, también vino una ruptura metodológica, pues el enfoque funcionalista resultaba insuficiente para explicar la complejidad y la totalidad de los fenómenos sociales y, dentro de éstos, el fenómeno religioso. Tras una lectura rigurosa de los Grundisse refirmó su decisión de adoptar el enfoque marxista de investigación. Este giro lo define claramente cuando hace su propio balance: “Puedo afirmar que la fe cristiana me llevó al análisis marxista y que el análisis marxista me ayudó a conservar la fe. Por una parte, la búsqueda de un instrumento adecuado para leer las sociedades con la mirada de los oprimidos, era una exigencia de fidelidad a la opción cristiana, y por otra, el enfoque sociológico crítico me ayudaba a relativizar tanto el papel de la institución, como la función ideológica del cristianismo en la historia y las relaciones entre clases sociales, sin atribuir al mensaje original, la causa de estas contradicciones” (Tablada, 2010, p. 131).

La vinculación personal de François Houtart con las luchas de los pueblos, incluido el mayo de 1968, y su contacto con el Tercer Mundo le llevaron a replantear el rol del Centro de Investigaciones Socio-religiosas. Se hacía necesario un nuevo espacio institucional que permitiera el desarrollo de centros de documentación, investigaciones y publicaciones, y que además permitiera que estudiantes de posgrado e investigadores del tricontinente pudieran alojarse (como Rafael Correa e Isabel Rauber). Así, con el apoyo de su madre, el dinero heredado de su padre, y la colaboración estrecha de intelectuales comprometidos como el egipcio Samir Amin, en 1976 fundó el Centro


Tricontinental (CETRI), cuyo nombre se inspiró en la Conferencia Tricontinental celebrada una década antes en La Habana. El CETRI desarrolló un sinfín de actividades y fue foco de intercambios y resistencias. Así, en la década de 1970 sirvió de escenario para el primer encuentro entre la guerrilla y senadores de Filipinas, cuyo resultado fue un acuerdo de negociaciones que incluía la no renovación del acuerdo estatal de bases militares con Estados Unidos. Durante la década de 1980 acogió por dos años a la base europea del Movimiento Popular de Resistencia de El Salvador. Durante la década de 1970 mantuvo contacto con los jesuitas nicaragüenses, que fructificó luego del triunfo del Sandinismo en 1979, de tal suerte que en la UCA (Universidad Cntroamericana jesuita de Managua) participó en la fundación del Centro de Análisis Sociocultural (CASC), desarrollando amplios estudios sobre las mentalidades de varios grupos sociales. También tuvo mucho diálogo con el gobierno revolucionario en relación a la reforma agraria. En el gobierno sandinista habían tres sacerdotes ministros: Miguel D’Escotto y los hermanos Cardenal (Ernesto y Fernando), lo que le permitió comprender que, a diferencia de Cuba y Vietnam, “en Nicaragua la espiritualidad fundada en el cristianismo se proyectaba de una manera muy contrastante” (Tablada, 2010, p. 227). A comienzos de la década de 1980, producto del fenómeno de Camilo Torres, la Teología de la Liberación y las experiencias nicaragüense y salvadoreña, en Cuba se abrió un clima de muchas discusiones sobre la orientación del partido comunista frente a la religión, alimentado por una visión dogmáticamente atea y antirreligiosa heredada del período de influencia y hegemonía soviética. En medio de estas discusiones, el Comité Central del partido comunista invitó a François Houtart a impartir un curso de 15 días a los cuadros políticos del partido sobre sociología de la religión. “Lo primero que yo les dije fue: “Si ustedes son realmente marxistas no pueden ser dogmáticos, porque el marxismo es un método de análisis que parte de los hechos y no de un pensamiento dogmático; entonces, vamos a pasar 15 días analizando el fenómeno de la religión en la historia y en varias religiones y vamos a ver a cuáles conclusiones llegamos”. Al final llegamos a la conclusión de que en muchos casos la religión sí era “opio del pueblo”, pero que en muchos otros casos no lo era y, al contrario, se convertía en una motivación para un compromiso social y revolucionario. Ellos aceptaron las conclusiones y publicaron mi curso en Cuba” (CFU, s.f., inédita).

El curso de Houtart coincidió con la famosa entrevista de Frei Betto “Fidel y la religión” que tuvo un impacto. Sin dudas, su participación incidió para que, al año siguiente, el Congreso del Partido suprimiera los artículos donde se decía que era imposible para un creyente ser miembro del Partido. Durante la década de 1990, desde el CETRI François Houtart se preocupó por los movimientos sociales, las realidades del sur (cambio climático, deforestaciones y agroenergía) y el altermundismo (articulación de resistencias y relación pueblo-pueblo entre el Norte y el Sur). Con Pablo González Casanova desde la UNAM (México) habían sostenido discusiones e intercambios sobre los llamados antiguos y nuevos movimientos sociales. En este contexto fundó la revista trimestral Alternatives Sud, que buscaba transmitir las discusiones del pensamiento crítico del sur y promover el diálogo


intelectual Sur-Sur, en 1994, y dos años después, en el XX aniversario de la creación del CETRI, Houtart planteó la necesidad de crear una asociación internacional que enfrentara al Foro Económico Mundial, dando origen al Foro Mundial de Alternativas (FMA) que fue fundado en 1997 en El Cairo, con la participación de Samir Amín (Presidente del FMA), Pablo González Casanova, entre otros; François fue nombrado Secretario Ejecutivo (cargo que mantuvo hasta 2009). La primera actividad pública se dio en enero de 1999, cuando se convocó en Zúrich (Suiza) al foro El Otro Davos, simultáneamente al Foro Económico Mundial de ese año. Este espacio de articulación permitió varios seminarios y la publicación de artículos y libros. Al año siguiente, militantes del Movimiento de Trabajadores rurales Sin Tierra (MST) de Brasil propusieron al FMA celebrar en Porto Alegre un Foro simultáneo al de Davos, que a la postre será conocido como el Foro Social Mundial. A partir de un diálogo sostenido con Miguel D’Escotto, en julio de 2008, recién elegido presidente del 63 Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, Houtart trabajó el fenómeno de la crisis financiera (a propósito de la crisis de2007-2008) e integró una comisión de Naciones Unidas para la reforma del sistema financiero y monetario mundial dirigida por el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Houtart estaba convencido que era necesario ampliar la perspectiva para comprender la crisis planetaria en toda su dimensión. Entonces, planteó que la Comisión debía proponer que la ONU declarara el Bien Común de la Humanidad. Su propuesta estaba apoyada en los paradigmas de la vida colectiva de la humanidad en el planeta en armonía y relación con la naturaleza. En esta perspectiva trabajó conjuntamente con Leonardo Boff. Cuando en 2009, François Houtart fue galardonado por la UNESCO con el premio Madansheet Singh por la promoción de la tolerancia y la no violencia, insistió en la del Bien Común de la Humanidad. Esta propuesta estuvo alimentada por comentarios y ampliaciones de Miguel D’Escotto y fue presentada en la Cumbre Climática de Cochabamba (2010), acompañado de los presidentes Evo Morales y Hugo Chávez. Y posteriormente, fue presentada una nueva versión en la Cumbre de los Pueblos paralela a Rio+20, celebrada en 2012 en Rio de Janeiro. El nuevo paradigma civilizatorio del Bien Común de la Humanidad fue la tarea central a la que se abocó François Houtart durante su última década de vida, teniendo como base principal la Fundación Pueblo Indio del Ecuador, fundada por Monseñor Leonidas Proaño y dirigido por la compañera Nidia Arrobo Rodas. En Ecuador se desempeñó como profesor del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) desarrollando dos líneas de investigación: Agricultura campesina y Economía Social y Solidaria (IAEN, 2017). En 2015, el IAEN inauguró la “Cátedra François Houtart” como un homenaje a su cumpleaños 90. Así mismo, fue profesor de la Maestría en Sociología de la Universidad Central del Ecuador y miembro activo del Grupo de Pensamiento Alternativo, en compañía del sociólogo ecuatoriano Napoleón Saltos y su entrañable amigo Gustavo Pérez Ramírez, entre otros (Saltos, 2017). Escritor incansable, publicó cerca de 70 libros y varios millares de artículos y ponencias. Cercano a los gobiernos progresistas, supo acompañar sus procesos, “entre el apoyo vigilante y la crítica serena. Una característica de su pensamiento fue la crítica con la presentación de alternativas”, como lo señala Napoléon Saltos (2017).


Considerado “cura rojo” y “Papa antiglobalización” Houtart mantuvo estrechos vínculos con la Teología de la Liberación latinoamericana. Juan José Tamayo recuerda que François Impulsó encuentros de teólogas y teólogos del Sur, entre los que cabe destacar su participación en las reuniones preparatorias en Bruselas para la creación de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo (ASETT), que celebró su primer Encuentro en 1976 en Dar-es-Salam (Tanzania) y reúne a teólogas y teólogos de la liberación de África, América Latina, Asia y de la teología negra estadounidense. Cuarenta años después, la ASETT sigue viva y activa y celebra su próximo Congreso este año en Yogyakarta (Indonesia) en torno a “Visión ecológica y supervivencia planetaria. Ecología, espiritualidad, liberación”. Sus análisis críticos del capitalismo y su interpretación ética de las religiones contribuyeron a dar soporte sociológico y dimensión económico-política a la teología de la liberación, muchos de cuyos cultivadores lo consideran su maestro. La ética es, para él, la teología primera; las ciencias sociales, la palabra primera; la revolución, inherente al cristianismo; la praxis de liberación, concreción del amor cristiano; la utopía, el horizonte histórico y la meta hacia la que caminar (Tamayo, 2017).

Así mismo, François fue entusiasta preservador y difusor de la memoria de su amigo y discípulo Camilo Torres Restrepo, siendo galardonado en 2004 por la Universidad Nacional de Colombia con el Premio “Camilo Torres Restrepo”. Todos los años participaba de la conmemoración de su memoria en La Habana (Cuba) con los compañeros y compañeras del Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr. En noviembre de 2015 participó de una celebración ecuménica convocada por el Arzobispo de Cali para exigir la aparición de los restos de Camilo Torres (aún en poder del Estado colombiano) y en febrero de 2016 asistió a los diferentes actos conmemorativos del cincuenta aniversario de la muerte de su amigo, desarrollados en Colombia. En este empeño escribió ponencias, artículos y libros, y con estos fines acompañó activamente desde 2008 la investigación del Colectivo Frente Unido-Investigación Independiente. François Houtart, el cosmopolita de la liberación falleció en la madrugada de 6 de junio de 2017 en la Fundación Pueblo Indio del Ecuador, su casa, donde fue acogido los últimos años. Pocas horas antes de su muerte había denunciado el ignominioso genocidio del Pueblo Tamil del 18 de mayo de 2009 en Sri Lanka y clamaba al mundo por verdad y justicia. Su pensamiento acompañó a intelectuales y militantes en universidades, sindicatos y movimientos sociales. El MST brasilero lo tuvo como profesor de la Escuela Nacional Florestan Fernandes, pero también impartió charlas y conferencias a lo largo del Tercer Mundo. Este pensamiento que camina, una verdadera praxis, tiene por lo menos seis características, que constituyen sus aportes al servicio de la humanidad: (a) Es un dialógico. Sirvió de puente para “traducir” y actualizar debates desde diferentes generaciones, saberes, luchas y territorios. Privilegió el diálogo Sur-Sur, nutriéndose de la savia popular, sin raptos ni saqueos de las ideas generadoras. (b) Es abierto y complejo. Alejado de dogmatismos y esquematismos, adoptó el criterio marxiano de totalidad para pensar los problemas en función de la vida, vinculando ciencia y política, cristianismo y marxismo, dulzura y radicalidad, saber académico y saber popular, sentimientos y categorías.


(c) Es un situado y éticamente comprometido. Partía siempre de la realidad mirando los problemas con los ojos de los de abajo, abandonando la pretensión positivista de la objetividad y la neutralidad. Su “locus enuntiationis” fue siempre –al decir de Dussel- la exterioridad de la Modernidad capitalista: el explotado, humillado, ofendido... el condenado de la tierra. Su opción por la exterioridad le imprimía ética y esperanza al pensamiento. (d) Es crítico, en sentido marxiano. Aldo Casas (2017) refiere tres características de tal pensamiento: (a) desentraña los mecanismos de la maquinaria capitalista, (b) demuestra que no es natural, eterna e inmodificable tal maquinaria, y (c) propone caminos para una sociedad distinta. (e) Es dialéctico del campo político. Era impulsor, promotor y apasionado por el poder popular y la organización de “abajo y a la izquierda”, sin ser anti-estatista o basista. Era consciente de la potencialidad de gobiernos aliados o amigos de los movimientos, mientras ellos mismos no gobernasen. (f) Es generoso y humilde sin medida. Inusual en el mundo académico y político, donde reina la arrogancia, la soberbia y la mezquindad, a Houtart le gustaba servir y dar, más que ser servido y recibir. Pretendió siempre ser más útil que importante. Martha Harnecker (2017) señaló que “a pesar de su intensa actividad y múltiples compromisos, era capaz de leer los trabajos de otros y dar su opinión sugiriendo ideas que los harían más completos”. Isabel Rauber (2017) indicó que con François se fueron gran parte de los secretos del mundo, porque era un hombre que vivió prácticamente un siglo “entretejiendo relaciones personales que lo tuvieron a él como centro. (…) Fue un trabajador incansable por la paz, la unidad y la búsqueda de alternativas”. Sus semillas, como granos de mostaza, siguen animando y reencantando las luchas y los horizontes emancipatorios. Por ellas y en ellas seguirá viviendo. Fuentes Casas, Aldo (2017). Karl Marx, nuestro compañero. Buenos Aires, Argentina: Editorial Herramienta. Colectivo Frente Unido (CFU) (s.f.). Entrevistas a François Houtart. Inédito. Harnecker, Martha (2017). “Palabras sobre François Houtart”. Disponible http://www.cronicapopular.es/2017/06/marta-harnecker-palabras-sobre-francois-houtart/

en:

Herrera Farfán, Nicolás Armando (2017). “Evocación de François Houtart”. Disponible en: http://zur.org.uy/content/evocaci%C3%B3n-de-fran%C3%A7ois-houtart Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) (2017). “Perfil académico de François Houtart”. Disponible en: http://www.iaen.edu.ec/teachers/francois-houtart/ Rauber, Isabel (2017). “Recordando a François Houtart”. Intervención radial disponible en: http://radiocut.fm/audiocut/recordando-a-francois-houtart/# Saltos, Napoleón (2017). “François Houtart. Una vida dedicada a la lucha por la liberación de los pueblos”. Disponible en: https://lalineadefuego.info/2017/06/06/francois-houtart-una-vidadedicada-a-la-lucha-por-la-liberacion-de-los-pueblos-por-napoleon-saltos-galarza/


Tablada Pérez, Carlos (2010). El alma en la tierra. Memorias de François Houtart. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales – Ruth Casa Editorial. Tamayo, Juan José (2017). “François Houtart. La emancipación de los pueblos oprimidos”. Reelaboración del artículo publicado en El País el 12 de junio de 2017. Recibido por correo electrónico. i

Una versión preliminar de esta semblanza y balance apareció en Herrera Farfán (2017). La JOC había sido fundada por Joseph Cardjin, un sacerdote de la diócesis de Malinas -luego nombrado cardenal- y licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Aunque al final de su vida Cardjin fue socialcristiano y anticomunista, su método estaba influido, en cierta medida, por las ideas prácticas del marxismo. ii


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