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La Disciplina del Retiro y el Silencio Basado en el “Ejército de Rodillas”
La Disciplina del Retiro y elSilencio
Al hablar del silencio no podemos hacerlo sin pensar en lo que produce ruido: por un lado, el propio y por otro, el del entorno.
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No es fácil encontrar momentos de silencio en nuestra rutina cotidiana; aun si vivimos solos, siempre hay ruidos a nuestro alrededor, y a veces son inevitables (el ruido en la calle, el de la naturaleza, etc.). Pero también es cierto que a veces provocamos “ruidos” a nuestro alrededor. Puede ser para desconectar del estrés del trabajo, poniendo música, viendo un programa de televisión, etc. Estos nos hacen olvidar por un momento de los problemas, las preocupaciones, etc. Estos ruidos no hacen que desaparezcan las situaciones, sino que nos distraen de las mismas. A veces nos da un poco de miedo quedarnos en silencio, ya que podemos empezar a escuchar a nuestra mente o nuestro corazón expresando lo que le pasa, lo que necesita.
Apagar el ruido externo nos puede significar tener que apartarnos a un lugar solitario, quizás un ambiente de la casa donde por un determinado tiempo no haya personas circulando. De allí que surge esta idea del retiro, que sería alejarnos de la rutina por un momento, y así lograr el silencio externo. Una vez que logremos desconectarnos del ruido exterior, lograremos algo así como el primer silencio.
Luego viene el silencio interno, este es el silencio más difícil de conseguir, en el que debemos apagar nuestra propia voz. Estamos acostumbrados a hablar, y siempre tenemos algo para decir, incluso a Dios. En nuestras oraciones no suelen haber muchos momentos de silencio. Nos enfocamos más en lo que nosotros tenemos para decirle, que en lo que podríamos escuchar de Él. Por ello lo más difícil es saber cuándo hablar y cuándo callar.
Como estamos más acostumbrados al ruido, conseguir el silencio significará un esfuerzo de nuestra parte.
Pasar un tiempo en silencio en la presencia de Dios puede redundarnos en un gran beneficio, incluso para nuestro cuerpo. El hecho de “silenciar” nuestros pensamientos para escuchar los de Dios, nos aliviará de estar constantemente buscando la solución a las muchas preocupaciones que nos generan estrés, y, hasta dolencias.
Como toda disciplina requerirá acciones concretas para alcanzarla, pero una vez que logramos darle continuidad, veremos cómo anhelaremos ese tiempo a solas con Dios. Aquí te dejamos una idea de cómo tener un tiempo de retiro y silencio:
» Asegúrate de estar físicamente cómodo. Para algunos puede ser el caminar una distancia, para otros podrá ser el permanecer sentados. Presta atención a tu ambiente, pero permanece interiormente calmado. Trata de sentir la presencia de Dios dentro y fuera de vos.
» Meditación de la Escritura: leer lenta y deliberadamente el Salmo 139 (adjunto), como una oración (una conversación entre vos y Dios).
» Da gracias a Dios por su tierno cuidado por vos. Sé lo más detallado posible. Piensa en todas las evidencias específicas del cuidado de Dios por vos.
» Pide a Dios que te revele los tesoros que posees y el propósito para el cual te creó. Quizás lo haga a través de un pensamiento, una imagen, una frase que alguien te haya dicho. Medita en ellos. Reflexiona sobre el amor de Dios por vos.1
SALMO 139: 1- 6
1. Oh SEÑOR, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí.
2. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos.
3. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa.
Sabes todo lo que hago.
4. Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga, SEÑOR.
5. Vas delante y detrás de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza.
6. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!
DERECHOS DE LOS NIÑOS
DERECHO A NOMBRE Y NACIONALIDAD
DERECHO A LA PROTECCIÓN
DERECHO A LA SALUD
DERECHO A LA EXPRESIÓN
DERECHO A LA ALIMENTACIÓN
DERECHO A UNA VIVIENDA DIGNA
DERECHO A LA OPINIÓN
DERECHO A LA EDUCACIÓN
DERECHO AL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO
DERECHO A LA NO DISCRIMINACIÓN
La visión que Dios tiene de los niños y las niñas:
Dios declara el valor y la dignidad de todos los seres humanos, los cuales fueron creados a su propia semejanza (Génesis 1:27). Dios afirma que son miembros de su pacto y uno de sus más preciados dones (Génesis 17:7; Salmos 127:3). Dios prioriza el desarrollo espiritual de ellos al delinear las responsabilidades y esfuerzos que las comunidades cristianas deben dedicarles (Deuteronomio 6:4-9). La misma vida de Jesús demuestra el amor de Dios por ellos, colocándolos en el centro de su Reino (Marcos 10:1314; Lucas 18:17). Jesús reserva sus palabras más duras para los que no los valoran como es debido. Jesús reprendió públicamente a sus discípulos con justa ira cuando trataron de evitar que los niños se acerquen a Él (Marcos 10:14) y pronunció la desgracia más grave sobre cualquiera que haga tropezar a un niño. El acto de hacerles daño es una afrenta directa a Dios, quien los ha creado a su imagen divina.