El gallo maíz Septiembre - Noviembre 2013

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Contenido

La Serpiente Luminosa

Del Bien y del Mal 29

Larga vida o buena muerte para SalarruĂŠ

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Xibalbaila

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de Akanarlang

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“La Gran Señora, Salarrué y Yo”

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El Mar 22 Recordando a Salarrué 25

La pintura en Salarrué

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Editorial

Segunda edición 2013

El 11 de junio del 2013 la Alianza Francesa de El Salvador y el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI) organizaron el conversatorio “La pintura de Salarrué”, actividad que reunió a reconocidas figuras de la plástica y el estudio de las artes como Roberto Galicia, Edgardo Quijano, Mario Castrillo y Ricardo Aguilar “Humano”, quienes profundizaron en el universo creador de Salvador Salazar Arrué; el MUPI, por su parte, instaló la exposición “El Legado de Salarrué”. Christine Matos, directora de la Alianza Francesa, coordinó el conversatorio. De este evento reproducimos las intervenciones de Roberto Galicia y Mario Castrillo. En el transcurso de este conversatorio Mario Juárez propuso que la revista El Gallo Maíz dedicar su próximo número al escritor salvadoreño nacido en Sonsonate en 1899 y fallecido el año de 1975. Así es como hemos reunido una selección de textos de diversa índole de Salarrué y una selección de obras plásticas del mismo autor. Valga decir, para los que por desgracia no conozcan obras de este artista, que Salarrué es un autor originalísimo tanto en la pintura como en la literatura. En ambos géneros ha sido pionero: en la pintura, Salarrué, antes que nadie, y aquí discrepo del maestro Carlos Cañas (1924-2013) que se autodenomina el introductor del abstracto en El Salvador, Salarrué, decía, introdujo el abstracto no académico en El Salvador, y en la literatura, introdujo en Centro América el género del realismo mágico. De Salarrué hemos tomado en la literatura obras inspiradas en el Popol Vuh, la historia

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que da cuenta del nacimiento de los hermanos gemelos Hunahpu e Ixbalanqué (Xibalbaili, del libro Oyarkandal, 1929). De igual manera, obra en la cual el lenguaje coloquial y costumbrista se hace patente en la historia de dos campesinos hondureños que nunca han visto el mar (El mar, Trasmayo, 1954). De libro Conjeturas en la penumbra, ensayo publicado en 1934, hemos escogido la reflexión “Del bien y del mal” en la cual Salarrué discurre en cavilaciones filosóficas sobre este punto de vista desde su peculiar manera de observar y apreciar la vida. Del libro Remotando el Uluán (1932) escogimos un pasaje inspirado en la Odisea, en los viajes de Ulises, sólo que este viaje transcurre en un universo fantástico ubicado en otras latitudes, esta narración se denomina La serpiente luminosa de Akanarlang. . De su obra plástica escogimos pinturas de índole costumbrista (paisajes, bodegones, tradiciones y costumbres) como obra de imaginación desbordante. Incluimos un poema de Roque Dalton García (1935-1975) a Salarrué, un poema incluido en el libro Historias prohibidas de Pulgarcito publicado en 1974, un año antes del asesinato del poeta. Agradecemos la colaboración del Centro Cultural de España que nos brindo apoyo en la reproducción de obras gráficas y a Delmi González en la reproducción de los textos. Este no es más que un humilde intento de aproximarnos al universo amplio de uno de los más grandes artistas de El Salvador: Salarrué.

Mario Castrillo

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Xibalbaila

El narrador dijo:

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Cuenta el Tatolav sagrado, que la ciudad de Xibalbay era negra y misteriosa y enroscada a modo de serpiente. Su calle única subía en espiral hasta la cúspide, en donde sobre alta roca erguíase el palacio del grande v terrible Hun-Came. Estaban allí en orden escalonado, los cuatro palacios del castigo: el palacio de las tinieblas, el del frío, el de los tigres y el de los vampiros. El palacio de las sombras estaba construido de obsidiana y murakita traslúcidas, pero de una transparencia tan torpe, que la luz, arrastrándose como una sierpe, llegaba jadeante al interior y desmayada, relajada y herida de muerte quedaba sobre el mármol negro en agonía. El techo en forma de araña era de carbón cristalino; las columnas en escuadrones desordenados sosteníanlo como un bosque virgen sostiene una tempestad y eran de chalchihuite, de chaskatle, de metate y de Xicalquita, siendo respectivamente: verdes, cárdenas, azul osas y sanguinolentas, pero todas con un color anegado, ennegrecido, frío y como mentido por un negro húmedo. Las sombras se coagulaban en apretujamiento, tomando fornas elipsoidales y triangulares, y al contemplar algún filo de moribunda luz nacida acaso del brillo en

las pulidas convexidades, no se sabía decir si era algún rio en lontananza o si era el hilo de una araña; si era la boca de una caverna que bostezaba frente al cielo, o el hilo de una pestaña frente al ojo.

Tétrica era la casa de las sombras y pestilente como el interior de un drago encortinado de vísceras, decorado de carnes sanguinolentas y palpitantes. Los condenados al suplicio de las sombras eran arrojados allí, y allí deambulaban sedientos y hambrientos hasta morir. Podían, por avanzar en una galería, caer en un abismo terrible; por penetrar en una estancia, romperse la cabeza contra el filo de un muro; por reclinar su transido cuerpo en las paredes, rodar rebotando por una escalinata que desciende hasta la muerte. El palacio del frío era en su interior de un amarillo brillante que producía vértigo; hacía arrodillarse y agotarse en vómitos incontenibles y en escalofríos, dando a los hombres condenados la sensación de que muchas tarántulas andaba por el interior del cuerpo: dentro del esófago, alrededor del corazón y los pulmones, cerca de la laringe, en el estómago, dentro


El rey de oros, 1940

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del cerebro y bajo la lengua; ya empujando el cuero cabelludo, ya cosquillando y enredándose en los haces de venas o deslizándose a lo largo de los huesos. Espantosa era la casa del frío; pulida y lisa como algo enmantecado o gelatinoso. Por todos lados resonaban los gritos y quejidos de los que estaban en el suplicio. La luz que allí entraba era más bien un resplandor estallante como el de los espejos al sol; hacía dilatarse las pupilas hasta echar sangre y acababa por cegar produciendo además todo aquello un frío intenso y convulsivo que procedía de un calor pasmado inconcebible. En cambio la casa de los tigres era un antro pestilente, hediondo a fieras, agujereado de luces mortecinas y manchas de mugre que en conjunto imitaban la piel del felino siendo imposible distinguir los tigres que por todas partes se escurrían confundiéndose con el fondo engañoso y delatándose únicamente por sus rugidos. Pero como el eco falsificábalos encogiendo o agrandando su terror, difícil era huir de aquellas fauces, siendo el tercer palacio un trágico parterre de mordidas donde el demonio cultivaba sus flores de sangre y sus enredaderas de llanto salpicadas de gritos y lamentos. El palacio de los vampiros era más bien un lugar subterráneo. Parecía que por sus estancias corriera, en vez de aire, silencio; un silencio sólido y reptante salpicado de tábanos. La luz que allí entraba, caía a través de un agujerito minúsculo, como cae una gotera de cisterna o la arena de una clepsidra, y luego iba expandiéndose; diluyéndose en la sombra con la pereza con que se mueven las montañas dentro de los siglos.

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El que entraba en aquel sitio advertía pronto que las sombras de las bóvedas se desgajaban en racimos de pequeñas sombras que venían p el aire ondulando y se pegaban a él vorazmente, chupando la sangre de su cuerpo hasta saciarse con a última goa de vida.

Estos eran en Xibalbay los cuatro palacios de la tortura y de la muerte que hacían la delicia del pérfido Hum-Came” Lo soñadores tenían en las frentes el sello del disgusto y sus ojos se fijaban en el suelo cual si hubiese sido transparente. Saga hizo una pausa intencionada que les tenía como hipnóticos y luego arrancólos de su ensueño continuando su relato de esta manera: “Se cuenta, mas nadie hay que lo pruebe, que habiendo llegado un día a Xibalbay el príncipe Hum-Batz, emisario de Huaara el Gran Rey, con poderes sobre Hum-Came, éste le hizo preso y le condenó a muerte. Hum-Came tenía una hija virgen, que se llamaba Xquic. Squic se enamoró de Hun-Batz y


arriesgando la cólera de su padre, salvó tres veces al príncipe: la primera vez del antro del frío, la segunda de l casa del tigre, la tercera del lugar de los vampiros; pero en la casa de las sombras Hun-Batz perdió la vida y su cabeza fue entregada al rey en señal de muerte. Y cuenta que en el jardín real un árbol raro brotó de la cabeza hermosa de Hun-Batz y que éte árbol daba unos frutos grandes y esféricos como calabazas, un de las cuales habló un día a Ixquic y díjole: -¿Qué es lo que deseas; acaso aún me amas? Y ella repuso: -Sí, ¡oh príncipe! Aún te amo. Y se dice que Xquic comió de aquella fruta y a poco quedó encinta.

El dios del fuego, 1920

Paisaje nevado

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Cuando el terrible Hum-Came advirtió que su hija estaba encinta, hizo llevarla lejos a matar y ordenó a los verdugos traerle en una copa el corazón. Y se cuenta que ella rogó a los verdugos que no la matasen a lo que ellos se negaron por haber pedido Hum-Came el corazón; pero la princesa les indicó un árbol del bosque diciendo: He allí el Torumbala sagrado, llenad la copa con su sangre que se cuajará y llevadla a mi padre diciendo que es mi corazón. Y ellos obedecieron. La savia del Turumbala era roja como la sangre y al recibir el aire se coagulaba dentro de la copa; y recogieron un coágulo como un corazón. Luego dieron libertad a Xquic que huyó hacia la ciudad de Tulanzú en Ñan. Cuando el rey Hum-Came recibió la copa de los verdugos reunió a sus nobles en el templo e hizo quemar el corazón de su hija. Entonces una fragancia deliciosa llenó la sala del templo, y todos cayeron de rodillas diciendo solemnemente: —¡Era en verdad una virgen, y has pecado, oh señor! Hum-Came subió a la cúspide de su ciudad espiral y se arrojó al abismo del profundo rio Coa. Luego vino de Tulanzú el hijo de Xquic, el hermoso y bueno Ix-Balan-Ke y reinó en Xibalbay hasta el día del fin.

La iglesia y el mercado de Chalchuapa, 1934

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La cruz


Sin título

Larga vida o buena muerte para Salarrué Roque Dalton

Dios lo bendiga y lo haga un santo don Salarrué Chas gracias por sus dulces guáshpiras por los tentuntazos de ternura con que me ha zomatado las arganillas del corazón que si se muere mañana es viernes las Animas Benditas los cundundeyen y lo hagan seguir camino que San Pascual Bailón me lo ampare y me le tape las veredas del chimbolero y que la Virgen del Perpetuo Socorro y la Virgen de Candelaria me lo manden bien a la llama para el cielo caballero en un caballo bien maiciado

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Sin tĂ­tulo

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que no sea sombristo ni tan entelerido como el de mi genera Claramount y que para mientras tanto en la vida me lo tenga galán y chelón que no le falte la salud el pisto ni el amor necesario que coma sus tres tiempos y le sobren amigos la pura mar y sus conchas como si hubiera obtenido la piedra azul que vomita la zumbadora cuando es derrotada por un hombre de bien que me le caiga también la bendición del Cipitillo y la del Cadejo Blanco no liunque que ahora estén un poco caídos de la moto frente a los cantantes peludos de la Televisión todos ellos medio miráme no me tentés y que también le lluevan y le valgan las bendiciones de don Gerardo Barrios y doña Adelaida de los indios Anastasio Aquino y José Feliciano Ama de don Pedro Pablo Castillo y el maishtro Felipe Soto de Catuta y el Choco Albino del Negro Lagos de María Jacobo Firuliche y el viejo cascarita de Don Chico Gavidia todas ellas entre una tronazón de cohetes de vara y la silbazón de las buscaniguas y de gritos de viva Romero hijos de puta santo remedio para que se pueda echar a la rabadilla otros setenta años y allá para su ciento cuarenta aniversario yo pueda disponer de algunas maracandacas ( y de permiso para entrar al país ) y nos podamos enzaguanar juntos un par de talaguashtazos del mejor chaparro de Oriente con boca de chacalines y chimol de jícama de Cojutepeque cutuquitos de caña y una pailada de pedazos de marañon japonés Seguro que para entonces habrá ya en el mundo menos truncias y nadie dirá ya que aparten a la Catapulta a un lado para continuar siguiendo y la señora Guaramba aún irá diciendo por los caminos “ ! Ve pué ! “ pero de pura contentura y sabiduría y nadie les pegará en las nalgas a los cipotes

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por ispiar por los hoyitos de la carpa del circo más bien todo el país será una chulada de circo para niños con payasos cosmonautas y mistiricucos de Saturno con repartición de sorbetes de mora y caramelos de leche de burra de puro choto para todos y chilate con nuégados para los papases y las mamases a la salida y bolsas de alboroto quiebradientes y güishte vitaminado y panes con chumpe de tres chunchucuyos y pupusas de loroco automáticas envueltas para llevar a las casas de cada quien casas bien pintaditas y tiperías contraspatio para jugar escondelero y aprietacanutos y los hombres serán milagreros exactos no tan desproporcionados como San Isidrito el hijuepuerca y considerarán el “ para vos nuay “ como un insulto incomprensible usado allá en un tiempo viejo y más cuico que el cuico Goméz en una época más gedionda que un muerto gediondo nacido de la terrible reprimenda de la papamama papamama tiempo y época felizmente finados para siempre ? y sabe desde cúando don Salarrué? desde el momento en que alguien aunque sea aquel cipote aprietado y cabeza de huizayote ponga en manos del pueblo la honra de la Juana el puñal con mango de concha y el Tata Pueblo mira la hoja puntuda con cara de vengador y diga “ pues es cierto “ y cierre la noche Así que ya le digo don Salarrué Y ya con ésta me despido entre triste y alegre como currunchiche mareño me aparto revira contra clubis por las dudas y ahí lo dejo en la felicidad de su cumpleaños ( Las Historias Prohibidas del Pulgarcito )

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La Serpiente Luminosa de Akanarlang

Las changas habían desaparecido cuando salimos antes de amanecer. La luna habíase elevado y el Uluán estaba un tanto más claro que al principio. Fuerte brisa mecía las cañas de boje que se estremecían con un ruido de cortina del Yechán. Por primera vez desde los remotos tiempos de la Ferra desaparecida y de la Columbia más remota aún, hombres de Ilerán se atre-vían a viajar difundidos en el vasto territorio del Bundulupane terrorífico. El Bundulupane estaba colocado a 3.000-09 myopís del totragrodanergón de onda espiral. La condensación se hacía por lo tanto en elferontes de 15.000 sexies y muchas veces, no siendo éstos suficientes se empleaban elferontes de 20.000 y para el caso de nuestro viaje, por tratarse de una remotación positiva y no de reflejo, para evitar posibles statibraciones que pudieran terminar en viaje sin retomo, se ocuparon elferontes amstrusos, de formula secreta, sólo conocida por Asoskara, Braktis y Estrenio. Las remotaciones negativas hechas en toda

la región del Uluán, hasta Ombaya y Chalsinakard, eran sumamente confusas, comparadas sobre todo con las tomadas del Yelán y de Piococoa, por ser éstas tierras de configuración rocoemotiva y no broctoemotiva como la de Bundulupane. Las pocas remotaciones positivas hechas hasta entonces habían producido resultados casi nulos. La expedición MagrotUmba, en 93. S.T., había terminado con la inexplicable intercepción cosmoática que a poco cuesta la vida de los audaces navegntes hipereteinos y la reciente expedición YaskarEstenio de veinte años atrás (65 S.L.), cuando Estrenio apenas contaba con 18 años, solo dio por resultado una ligera aparición de Tordosa, Ambul, las islas Il-Yana, las fotovarticiones del extenso mar Maracol y sus tierras y el desgaje de Okok, que fue providencial por la oportunidad que daba para guiar futuras expediciones proyectadas con mejores totragrodanergones de ondas cada vez más intensas. El día 86 S.L., por fin, cuando el chelche marcaba exactamente 3.-K 3 se hacía la condensación del bioyo “Haron” con todosu con-

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tenido, habiéndose entonces logado los resultados más espléndidos, gracias sin duda alguna, al cálculo exacto de aquellos grandes hombres de Ilerán. El punto escogido, causa, sobre todo, dela facilidad que ofrecía la circunstancia de que Okok era de allí, fue la costra occidental de Bundulupane; y como los cálculos habían sido precisos bajo todo concept, nos encontramos en la boca del Uluán, como se había esperado. La autenticidad del sitio fue probada en parte por las aseveraciones de Oko y en parte por las muestras inequívocas de las fotovorticiones tomadas poco tiempo antes. Aspiramos el aire puro de la madrugada con un deleite indescriptible. La luna no lograba iluminar las orillas del río, tan solo el agua llevaba boyando en su corriente una transparencia de vidrio oscuro. El bosque se hacía cada vez más espeso, cerrando como un gruta el ramaje sobre el río. Empezaba a sentirse un marcado aroma que producía en todos los hombres una dulce certeza de maldad, y en Gnarda una exasperación extraña que al obligó a bajar al aspax del barco. Okok fue requerido por Estrenio: -¿Qué es ese olor?preguntó el sabio.

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Sin título

- Akanarlang – fue la respuesta. Al mismo tiempo señalaba el guía la corriente del Uluán en donde pudimos ver asombrados, nadando entre dos aguas, una serpiente luminosa, de un color azul eléctrico. Medía dos o tres dranas de largo y ondulaba lentamente siguiendo el curso del río. -¿Es aquella serpiente la que produce ese olor tan especial? –interrogó el sabio. -Sí, -dijo el guía y se tapó los oídos con los dedos índices, invitándonos a hacer lo mismo. Con gran asombro escuchamos entonces perfectamente una música triste, como de órgano, un rumor grandioso de mística orquestación. Así permanecimos atónitos, embebidos, casi en éxtasis, hasta que la música divina fue perdiéndose a lo lejos y desapreció. También había desaparecido la serpiente luminosa de Akanarlang y con ella las sombras últimas de la noche. El cielo se había puesto azul y el viento acarreaba la luz del día en oleadas sucesivas.


Sin tĂ­tulo

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Cihuanahuat, 1940

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con criterio objetivo de pintor, están meditados de acuerdo con las leyes de la perspectiva y el volumen, y de ahí la comunicación directa y el hecho de que los lectores “vean” lo que usted está diciendo, o pintando”. (A propósito de “Trasmallo”. Carta pública a Salarrué. Alfredo Cardona Peña. Cultura No 1. Ministerio de Cultura. El Salvador, enero-febero de 1955).

La pintura en Salarrué Mario Castrillo*

Y la escritora Matilde Elena López nacida en 1919 y fallecida en San Salvador en el año 2010 lo expresa de la siguiente manera: “Sus cuentos son pinturas magistrales, envueltos en diáfana poesía y llenos de un noble amor y comprensión del destino humano y sus cuadros extraños, son como emergidos del abismo de las edades prehumanas o relatos de un mundo sobrehumano de luz y oscuridad como los dioscuros”.(Crayones. La pintura de Salarrué. Matilde Elena López. Cultura No 4. Revista del Ministerio de educación. El Salvador, octubre-noviembre-diciembre de 1967).

Salarrué (1899-1975) es un artista que pinta en su literatura. Su lenguaje suele ser gráfico y metafórico. Alcanza una situación en la cual las cosas inanimadas y aquellas animadas: los minerales y los objetos, los vegetales, los animales, sin excluir al ser humano, incluso el agua y el aire y lo que en éste transita, como el olor y el sonido, todo aquello que normalmente nos rodea, asumen otra personalidad, otra naturaleza y otra virtud. Peculiar sustancia los transmuta transportándolos a una especie de zona intertidal entre la realidad y la ficción, entre lo concreto y lo ilusorio y lo abstracto, entre lo filosófico y lo esotérico también. Alfredo Cardona Peña, escritor costarricense nacido en 1917 y fallecido en México en 1995, lo expresa así: “Porque usted es un acuarelista sin llegar a cromo, que es el defecto de los que buscan el color. Sus cuentos están producidos

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Al alcanzar esta cualidad en su literatura, Salarrué inicia una elaboración plástica de la imagen literaria, colmándola no sólo de las cinco partes en que Leonardo da Vinci divide la pintura: superficie, figura, color, sombra y luz, vecindad y lejanía, sino, indudablemente, de espiritualidad.

Alegr´jia, departamento de Usulután en 1868 y fallecido en el exilio en Honduras, después de la matanza de 1932, el 8 de septiembre de ese mismo año. Masferrer elabora planteamientos filosóficos a partir de la sociología y Salarrué de la metafísica. “Me ha preocupado siempre la naturaleza

Cito nuevamente a Salarrué para graficar lo que acabo de exponer: “El bosque cobraba, así al sol, un tono profundo de pedernal. El color gris oscuro era monótono pero aquí y allá surgía una grieta imprevista, en tono rosa o amarillo, debido a las copas de guarumos, palisandros y guachipilines que sobresalían del palmar. Únicamente allá muy al fondo, donde las ramazones eran ya un solo coágulo prieto aparecían ligeras peladuras moradas o azules que denotaban la presencia del agua”. ( La virgen desnuda. La espada y otras narraciones. Hugo Lindo. Editorial Universitaria. Universidad de El Salvador. El Salvador, 1969).

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Voy a hacer hincapié en una contradicción. Salarrué, como podemos apreciar, asigna cualidades pictóricas a elementos diversos -de los más diversos- de la naturaleza. Sin embargo, para Salarrué, el “Artista moderno es un pintor introvertido y esta pintando IDEAS y no FORMAS.” En Salarrué, pues, la pintura es la concreción de una idea, una especie de ejercicio intelectual y espiritual. Así, en otra ocasión nos dice: “Creo que el aspecto más característico de mi pintura actual es el sentido de síntesis. No siempre es de carácter abstracto y algunas cosas aun parecerán un tanto realistas. Cuando lo son, lo pintado pertenece al realismo de un mundo de mi propia invención.” (Salarrué. Obras Escogidas. Hugo Lindo. Editorial Universitaria. Universidad de El Salvador. El Salvador, 1969). E ahí su dialéctica, porque la contradicción es una de las leyes de la dialéctica. Y Salarrué, además de artista, es un filósofo. Dos filósofos importan ha tenido El Salvador: Alberto Masferrer, nacido en

entera del hombre en su tremenda dualidad, la naturaleza de su alma y de su cuerpo y sus aspectos de Bien y de Mal,- afirma Salarrué-. He meditado mucho sobre este abstruso problema y he escrito más de una página en mi afán de llamar la atención sobre el misterio de misterios que preocupa a muy conta-


dos individuos. Para la mayoría todo es obvio e intrascendente y no saben por qué se han de romper la mente dilucidando una cosa tan elemental.” (La Lumbra, El Libro Desnudo. Estancias del camino. Salarrué. Obras escogidas. Hugo Lindo. Editorial Universitaria de El Salvador, El Salvador, 1969).

Así nos dice Salarrué: “En este mundo tenido por nosotros como algo real, hay un camino y este camino no es un camino sino El Camino. Este es el camino del cual habla El. No es un camino que conduzca a alguna parte, sino a dos partes como dos parajes perdidos en la bruma incosutil del Universo: el Bien y el Mal.

El camino conduce en cierto rumbo a un lugar muy sombrío que es el Mal y en otro rumbo a un lugar muy bello que es el Bien, y estos dos caminos no son sino uno solo: el Camino.” (Un Camino. El Libro Desnudo, Estancias del camino. Salarrué. Obras escogidas. Hugo Lindo. Editorial Universitaria de El Salvador, El Salvador, 1969). Así se expresa del color, “pretexto” para discutir sobre el Bien y el Mal: El color está dotado en Salarrué de materialidad, de vibración pura, de igual manera de esencia sutil y espiritual. Salarrué nos dice, aun del negro y el blanco: “No hay color que pueda llamarse malo. Todo el Universo, después de todo, funciona a base de lo que se denomina relatividad. Si hace calor, el blanco refresca. Se hace frío, el negro calienta. El blanco refleja, rechaza los rayos de luz y, no obstante, se tiene generalmente por un color bueno. En cambio, el negro absorbe la luz y se considera, en cierto modo, un color indeseado. ¿Quién puede decir que la luz no sea lo mejor?... ¿Quién ama la luz, el que la rechaza o el que la absorbe y la difunde en su interior?” Y más adelante, en el mismo texto, nos dice: “Todo es relativo. El blanco rechaza la luz, no porque no la quiera, sino porque no la necesita. El es la luz. El negro es la ignorancia y por

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eso absorbe la luz, para mejorarse”.( La Lumbra, El Libro Desnudo. Estancias del camino. Salarrué. Obras escogidas. Hugo Lindo. Editorial Universitaria de El Salvador, El Salvador, 1969). Nada llenó mi vida tanto de complacencia como cuando advertí que el Mal no era malo, que no era sino el aspecto pasivo, tozudo, del Bien integral. Nada me aligeró tanto las espaldas del alma como la comprensión de que lo único que aspira en la existencia es el Mal; de que el Mal crece y crece de la sombra abismada, bus¬cando inconscientemente la luz altísima, para entregarse pasiva y femeninamente y ser poseído y fructificado. La oposición que el Mal desarrolla es resultado de su propia dificultad en asimilar el Bien. Es la oposición de la sombra tenebrosa que rechaza y ahoga la luz que desciende y que jadea en la iluminación de tan irresponsivo medio. En la narración Del bien y del mal, de su libro Conjeturas en la penumbra trancribo lo siguiente: “El Mal pues, podría, visto de cierto modo, llevarse los lauros del esfuerzo, porque es más esfuerzo, subir que descender, empinarse que sumergirse. Sólo Dios mismo es capaz de semejante esfuerzo y por eso en el Mal vemos patente la presencia de Dios recreán-

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dose a sí mismo por misterioso motivo que nadie osaría compren¬der desde el punto de vista humano, pero que a la in-tuición parece evidente, aunque no basten las palabras a expresarlo ni los signos a comprimirlo, acertando cuando mucho a grabado en monogramas de dudoso poder, como aquel de la cósmica serpiente mordiéndose la cola”. Sobre el arte de pintar es categórico en sus apreciaciones: “Creo que no hay pintor que no tenga una percepción consciente o inconsciente del mundo astral, porque el ojo se va haciendo a medida que uno trabaja en la pintura; se va tornando capaz de percibir el color como lo ve uno directamente en el mundo astral. Entonces, por lo menos en gran parte, el que domina el color y sus afinidades, es porque tiene el ojo mejor construido que cualquiera otra persona que no se haya ocupado de los temas pictóricos. Uno empieza pintando del natural, y pronto se da cuenta, de lo que la demás gente, ni aun uno mismo, había visto nunca.” (Salarrué. Obras Escogidas. Hugo Lindo. Editorial Universitaria. Universidad de El Salvador. El Salvador, 1969). *Charla impartida junto a Roberto Galicia, Ricardo Aguilar y Edgardo Quijano en junio de 2013.


El Mar

Los indios viejos se pararon en una sombra y apiaron sobre el borde los cacastes vacíos. A lo lejos, el mar dormía... Allí cerca venían arreando ganado. “¡To, to, to, to! ¡Acá!...” —¡Tá bravo el sol, vos! -¡Aja!... Rafáil sacó una cabuya de puro y la prendió. Se quitó los caites, los golpeó sobre una piedra y se acu¬rrucó contra el troncón. —¡Agüen, quiazul siá puesto el cielo allá por las llanazones! —Alabá: de veras, vos, qué bonito! —Mesmamente parece que juera un llano azul! —¡De veras, pué! —¡Adiós, vos! ¿qué serán potreros? —¡Jueran verdes! —Por lo lejoso... ¡Porque veya, mano, nués cielo! —¡Eeee?... Rafáil y Chente, indios viejos de Honduras, no

habían visto nunca el mar. Pasaba uno de a caballo. —¡Perdone, ñor, ¿ques aquella llanada azul?!! El hombre paró, miró el mar dormido, dejó colgando la sonrisa en pausa generosa. —Ese es el mar. —¡Agüén!... —¿No lo conocen? —¡Sernos dionduras! —¡Ah, vaya! —¿Ta retirado? -No... Unas ocho o diez leguas diaquí. El hombre se alejó, con la sonrisa aún colgante. —¡Mano!... ¿qué dices? Si quiere, nos bajamos a conocer. Ya salimos de la venta. —¡Como diga, Chente!

Se oiba un ruido de aguacero. Sin embargo, el cielo taba bien chulo. Los dos indios iban

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Tritón, 1950

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llegando al mar. De pronto, desembocaron frente a la tumbazón, Rafáil se paró en seco y dejó quér el cacaste con el alma. Chente paró. —¡Degüelvase, mano, degüelvase; viene una tempesta por el suelo! —¡Santo Dios, santo juerte! ¡Huygamos, quésesto!... Los dos viejos indios se treparon al mismo palo. —¡Viene un aguazal con espumarajos!

—¡Luey visto, mano; esera el ruido! —Dios nos valga, tamos perdidos! Media hora después, ya repuestos del susto, Rafáil dijo: -Si quiere, nos bajamos, a trepar los cacastes. —¿Nos bremos quivocado vos, no será eso el mar? —Pues veya, eso taba pensando mesmamente. Por¬que como qués el llano que vimos azul. ¿Se fijó? Es un gran llano, con cola


Árbol de Jiote

Sin título

diagua. —¿Siabrá salido algún riyo? Yo vide un cuento con chimineyas como beneficio, que jumiaba y taba entre lagua. —iDe juro ques el mar vos! véngase, démole una ispiada! Los indios viejos se bajaron, cogieron sus cargas y se fueron acercando al mar, con recelo. Cada tumbo que rodaba, los hacía recular. Así, avanzando y retrocediendo, estuvieron

los dos, agarrados de las manos, cosa de media hora. Una mujer acertó a pasar. —Oiga, ñora quiasiés siempre el mar de bravo? —Nunca ha stado más manso. La mujer siguió su camino; y los dos indios viejos de Honduras, que no habían visto nunca el mar, siempre cogidos de la mano, se arrodillaron en la playa, y rezaron quedito y en lengua.

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Sin tĂ­tulo, s.f.

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Sin título, s.f.

Un jardín mágico, s.f.

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Tunel del ojo de la vaca


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Recordando a Salarrué Roberto Galicia Director del Museo de Arte de El Salvador

La curiosidad me llevo también a convertirme en un visitante asiduo de las exposiciones que por esos años se presentaban. En una de ellas descubrí al Salarrué el pintor pues, por mis lecturas, ya lo conocía como escritor. Cuando vine a San Salvador a principios de la década de los sesenta del pasado siglo aparte de conocer la ciudad empecé a descubrir o a encontrar los lugares que me ofrecían, en alguna medida y de acuerdo a mis posibilidades, lo que buscaba y me interesaba. Aunque debo de reconocer que en esos años no sabia exactamente que era lo que andaba buscando. Así ubique la Academia del Maestro Valero Lecha, el local que por el ex Cine Central ocupaba la Direccion General de Bellas Artes, en el que enseñaba Benjamín Saúl.

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También ubique y visite el Palacio Nacional y el Teatro Nacional dos de nuestros monumentos más emblemáticos, que en los años siguientes tuve la oportunidad de dibujar bajo la direccion de Carlos Cañas. A esos sume la Biblioteca Nacional cuyo edificio fue demolido después del terremoto de 1986 y otros lugares de interés cultural. También las librerías de entonces, más de alguna cafetería y algún bar.

Me corrijo. Eso de conocerlo como escritor es relativo. Su obra, con la que luego me encontré, en los dos tomos de sus obras escogidas publicadas en 1969 por la Universidad de El Salvador y prologada por Hugo Lindo, me vino a demostrar lo poco que sabia de él. De su pintura ni hablar. Para mi era prácticamente desconocida y a la cual me enfrente, por primera vez, en la sede del Instituto Salvadoreño de Turismo. Ese interesante edificio ubicado en la Calle Rubén Darío que así siempre ha estado anulado por el comercio informal. He seguido las pistas para ubicar en el tiempo dicha exhibición pero no lo he logrado. Lo que si no he olvidado es que entre las obras expuestas había una que cambio la visión que tenía, en esos años iniciales, de lo que era pintar. La obra que menciono es de pequeño formato y tiene como título “Luna y Rosa” la cual esta realizada con muy pocos recursos. Su composición es sencilla, en ella dominan las formas curvas y una paleta muy limitada.


con mayúscula, en el que todavía su apariencia nos recordaba la imagen que de él teníamos gracias a una estupenda fotografía que, si no mal recuerdo, aparecía en el libro del Padre Landerech. Aunque ya la ubique en una colección privada no la he vuelto a ver. A simple vista y sin el título, la obra quizás no me hubiera cautivado pero al unir la palabra con la imagen, Salarrué me permitió descubrir el poder de la síntesis y confirmar años después que para hacer o decir las cosas no es necesario rebuscar o recargar innecesariamente nuestras propuestas. Esto es fácil de decir. Yo lo sigo intentando. Salarrué lo hizo magistralmente a su modo y antes del tiempo, ya que no solo fue “un gran creador sino también un radical innovador” para decirlo a la manera de Ricardo Lindo curador de la exposición “El último Señor de los Mares” que el Museo de Arte de El Salvador y el Museo de la Palabra y la Imagen presentaron en 2006.

Esta exhibición demandó un gran esfuerzo ya que era la primera vez que se reunía la obra pictórica del artista en un esfuerzo que pretendía ubicarla en el tiempo, con el agravante de que, salvo contadas ocasiones, Salarrué fechaba sus obras. Antes ya se habían hecho intentos. El más memorable, la exposición que se realizó en 1971 en la Sala Nacional de Exposiciones con obras de la colección del artista. Luego de Luna y Rosa tuve la oportunidad de conocer más su obra y también a él. Su gran presencia contrastaba con su humildad. Por esos años seguía siendo un señor. Un Señor

Lo recuerdo siempre mesurado, a bordo de un gran carro y con un lazo de vaquero al cuello. También lo tengo presente cuando se emociono con la exposición de Rufino Tamayo en la Sala Nacional a quien le ofreció esa cueva que, gracias a su obra, se iluminaba en esa ocasión. Quiero confesarles que, de manera providencial, en los días previos a la cordial invitación de la Alianza Francesa para participar en esta actividad, llego a mis manos un ejemplar de la Revista ARS No. 2, correspondiente a enero marzo de 1952. En ella se encuentra una entrevista hecha a Salarrué por el escritor hondureño Rafael Heliodoro Valle. Dicha entrevista es, como su nombre lo indica un “Dialogo con Salarrué”, y nos revela aspectos importantes del artista a los 53 años de edad. Con el escritor hondureño se conocían desde 2018 cuando Salarrué estudiaba en Corcorán, luego menciona encuentros con él en nuestro país “en su casita con árboles florecidos e inmenso cielo azul, en las orillas de San Salvador”. Ahora, dice el escritor, es agregado cultural “con residencia en un apartamento neoyorkino en donde continua trabajando, soñando, ojo avizor siempre, enamorado de su trabajo, feliz entre sus meditaciones y sus sueños y seguro cada vez mas de su obra con el resplandor del Nuevo Mundo que lo envuelve.” Luego nos dice: “Me enseña su pintura mejor, y como también le seduce la escultura,

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he aquí que en un ángulo de su estudio, se yergue un bello tritón que parece arrancado de las algas y las rocas marinas”. Luego la conversación se decanta por los temas literarios y surge Cuentos de Cipotes, que el mismo Salarrué califica como “los cuentos mas estúpidos del mundo” para apuntar inmediatamente ”pero esa es la gracia que tienen”. Son dice para concluir “los que mas quiero”. Al ser preguntado si podría ilustrarlos con sus dibujos. Responde “Mi señora ya los ha ilustrado. Y puedo decir que están muy bien esas ilustraciones, porque ella tiene el sentido de la ingenuidad indispensable.” Estos aspectos de la entrevista nos aproximan al Salarrué de esa época que es, me atrevo a expresarlo, el Salarrué de antes y después. Luego responde al hablar de una novela que dice estar preparando “Es en parte realista y hasta histórica, y en parte fantástica como todo lo escribo”. A esta respuesta yo me atrevo a añadir: y todo lo que pinto. Pero de todo lo expresado hay un comentario que lo retrata a mi juicio de manera magistral

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Sin título

“Tu sabes mi particular cariño por las conchas marinas: son por un lado toscas y deslustradas, pero por el otro…..están encantadas” Al traer a cuenta estos aspectos de la mencionada entrevista realizada hace más de sesenta años, lo que quiero es destacar que esos son los rasgos que hacen grande a Salarrué. Aparte desde luego de su extraordinario talento.

El Cipitío

A veces me pregunto si ese mundo pintado, esa realidad imaginada era el escenario que él habitaba y que al pintar o escribir lo único que hacia era registrar en colores o palabras lo que el sentía, vivía, veía y oía. Ya que pasa, de lo real a lo imaginado, con una facilidad asombrosa. Manteniendo, en el caso de la pintura, un oficio de la mas alta calidad y una seguridad propia de los grandes maestros.

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Del bien y del mal

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En ponerse en armonía con la naturaleza no hay adquisición sino inteligencia y comprensión. La virtud no está a la venta ni a la conquista, no es sino la consecuencia insospechada de una inteligente actitud ante la vida. El bueno es bueno sin querer serlo. No fue él a ponerse en el Bien, sino el Bien vino a ponerse en él. Aquello que puede adquirirse puede también, perderse. El Bien tiene al hombre y no el hombre al Bien. Y lo mismo, por supuesto, puede decirse del Mal en beneplácito del Hombre, que nunca es en sí malo sino que el Mal lo tiene. Si él hubiera adquirido el Mal podría de golpe soltarlo librándose de él y bien sabemos que no es así: ¡cuántos se retuercen en poder del Mal, cargados de vicios y maldades sin lograr liberarse! Aquellos a quienes el Bien ha logrado tener, son lanzados contra el Mal para libertar a aquellos que el Mal tiene y utiliza. No podemos en términos terrestres, racionalistas, materialistas y anti imaginativos, concebir gráficamente lo que en realidad, en un campo de más de tres dimensiones está sucediendo a los seres de la Creación, empeñados en una guerra eterna, combatida a medio espacio entre el Antro y la Gloria; entre la sima y la cima, por huestes angélicas armadas con espadas centellantes y huestes satánicas armadas con tridentes al rojo. (Guerra, guerra, guerra!...; campo de batalla máximo, digno del lápiz de Doré, donde innumerables Jeremías del Bien y del Mal se empeñan en cósmico combate, pero que acaso a los ojos de un dios, de los innumerables dioses galáxicos, aparezca como aparece a un hombre medi-

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tativo la pequeña lucha entre un rayo de sol penetrando por un agujero del techo, contra la sombra de un cuarto cerrado. La consigna moderna no es ya el “haceos virtuosos” sino el haceos inteligentes”; no es el “tener fe, esperanza y caridad” sino el “comprender, tener certidumbre y justicia”. Buen comprendedor hace buen justo. ¿Quién es más bueno entre los buenos: el bueno que está lleno de piedad para todos los seres o el bueno que está lleno de justicia? La piedad es hermosa porque es la más alta cualidad humana, la primera grada de oro hacia la gloria, pero la justicia es mayor porque es una cualidad divina. El bueno piadoso es como el gallo tuerto que sólo ve de un lado, del lado del bien. El bueno justo, ve claro cuando hay que repartir una caricia o un mandoble, por el bien mismo. Pero será bueno entender que el hombre justo nunca es violento. La comprensión y la violencia no congenian. La violencia ofusca, enceguece y es siempre madre de la injusticia. La justicia no se venga ni castiga nunca aunque por su acción a veces el Mal, herido en lo vivo por la espada de luz, trate, de engañar al hombre haciéndole creer que el herido es él. Nada llenó mi vida tanto de complacencia como cuando advertí que el Mal no era malo, que no era sino el aspecto pasivo, tozudo, del Bien integral. Nada me aligeró tanto las espaldas del alma como la comprensión de que lo único que aspira en la existencia es el

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Mal; de que el Mal crece y crece de la sombra abismada, buscando inconscientemente la luz altísima, para entregarse pasiva y femeninamente y ser poseído y fructificado. La oposición que el Mal desarrolla es resultado de su propia dificultad en asimilar el Bien. Es la oposición de la sombra tenebrosa que rechaza y ahoga la luz que desciende y que jadea en la iluminación de tan irresponsivo medio. El Mal pues, podría, visto de cierto modo, llevarse los lauros del esfuerzo, porque es más esfuerzo, subir que descender, empinarse que sumergirse. Sólo Dios mismo es capaz de semejante esfuerzo y por eso en el Mal vemos patente la presencia de Dios recreándose a sí mismo por misterioso motivo que nadie osaría comprender desde el punto de vista humano, pero que a la intuición parece evidente, aunque no basten las palabras a expresarlo ni los signos a comprimirlo, acertando cuando mucho a grabado en monogramas de dudoso poder, como aquel de la cósmica serpiente mordiéndose la cola. ¿Que es blasfemia ver a Dios en el Mal? No, es que no hay Mal en la concepción vulgar del mismo. Se trata de ver a todos lados, por encima y por debajo, en derechos y reveses, en anversos y reversos, en lo blanco como en lo negro, en la luz como en la sombra, a Dios: Dios en todas partes; la vida entera llena de Dios; Dios con plenitud de existencia, llenándolo todo, siéndolo todo, creándolo y destruyéndolo todo; Dios, el único posible Ser, del que las cosas y los seres todos no son sino aspectos, aunque por milagroso modo


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seamos también la totalidad en la médula, puesto que Dios —como reza el aforismo—: “es una esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna”. Otra paradoja, otra posible verdad. Oigamos de paso a San Agustín que dice: “¿Y cómo he de invocar a mi Dios y Señor? Llamándole para que venga a mí, esté dentro de mí mismo. Pues ¿qué lugar hay en mí a donde pueda venir y estar mi Dios? ¿Por ventura hay en mi alguna cosa donde podáis caber Vos? ¿Acaso cabéis en los Cielos y la Tierra que Vos hicisteis, y en que me criásteis? ¿O es mejor el decir que estáis en todo lo que tiene ser, por

cuanto ninguna cosa pudiera existir sin Vos? Pues si yo también existo y tengo ser, ¿para qué os suplico que vengáis a mi, no pudiendo yo existir y tener ser, si no estuviérais ya en mí? En todas partes estáis, y aún en el infierno, donde yo no estoy, pues como dice David: “aunque bajara al infierno, allí os hallara también”. Así los vasos que están llenos de Vos, no son ellos los que os contienen, haciéndoos allí estable y permanente; pues aunque ellos se rompan, Vos no os derramaréis”.

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“La Gran Señora, Salarrué y Yo” Entrevista a Antonio Bonilla por Mario Juárez. 27-08-2013.

El artista pictórico Antonio Bonilla ha culminado una pieza en homenaje a Salarrué, la cual está expuesta en la Asamblea Legislativa, desde el día de ayer, 28 de Agosto de 2013. Realzamos esta entrevista en el marco de un desayuno amistoso, en un centro comercial de San Salvador. Estas fueron sus palabras: La idea surgió porque yo soy un gran admirador de Salarrué. Por ejemplo, en su velorio estábamos unas 25 personas nada más, en aquella época. Para esta obra se me ocurrió la imagen de Salarrué en su mundo, pero después lo cambié y ahora se llama: “La gran señora, Salarrué y yo” en donde la “gran señora” es La Cigüanaba. Ahí está Salarrué vestido de blanco, con un caracol azul en la mano. También está su alter ego, de nombre “Sagatarra” detrás de él en un ambiente tropical. Detrás también aparece Ell Cipitillo, pero todo es un ambiente de trópico, con el volcán de

Salarrué, 2013

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Izalco hacieno erupción, un caballito de mar en el cielo, es un cuadro “muy de acá”. A Salarrué le gustaban mucho los caracoles, hay color azul en el cuadro porque representa el día y la noche, pero también porque en uno de sus cuentos de OÝarkandal habla del color “azur”, que no existe pero que se basa en el azul. Yo creo que Salarrué tenía influencia de “los malditos” y él decía que tenía influencia de Lord Dunsany (http://es.wikipedia.org/ wiki/Lord_Dunsany) yo tengo un libro con los cuentos de él, quien era un escritor, poeta, dramaturgo y cuentista, simbólico romántico. Conocido especialmente por sus Cuentos Maravillosos. Yo creo que en la obra de Salarrué, los colores son todo ellos, en los cuadros abstractos sobre todo. Hay un paisaje que yo no lo conocía que acabo de ver en la Asamblea Legislativa, que lo compraron para su colección, es un paisaje maravilloso, extraño completamente, pero lindísimo, que te atrae. En las ilustraciones de O´Yarkandal, todo esto crea su mundo, su otro país, su otro mundo...

yo creo que Salarrué lo hace muy bien, crea mundos paralelos, mundos artificiales, que muchos simbolistas utilizaron. Como anécdota puedo contar que a Salarrué le gustaba mucho la música clásica, él quería que en su funeral pusieran música clásica, entonces con un amigo subimos un equipo de sonido a la funeraria La Auxiliadora, pero la familia no permitió poner música clásica. Otra cosa paranormal, extraña, es que él creía en la vida después de la muerte, y una vez fuimos con Colette Joquinot a visitar a Don Chepe Mejía Vides, (gran pintor salvadoreño) cuando ya estaba ciego y tenía Alzheimer, también estaba Francisco Hasbún y nos dijo que llegaban a visitarlo a él (Mejía Vides) Salarrué y Pedro Geoffroy Rivas (en ese entonces ya fallecidos) y que Salarrué le contaba que le iban a pasar los cuentos en la BBC de Londres. Nadie sabía eso pero fue cierto, como 6 meses después la BBC de Londres transmitió los cuentos de Salarrué. Yo creo que la obra de Salarrué es un patrimonio para El Salvador y se merece todos los homenajes.

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Créditos EQUIPO COORDINADOR:

Mario Castrillo, Claudia Chita, Tania Primavera Presa, Mario Juárez AGRADECIMIENTO ESPECIAL:

Museo de la Palabra y la Imagen - MUPI DISEÑO GRÁFICO:

Claudia Chita COLABORADORES:

Antonio Bonilla, Roberto Galicia, Delmi González y el CCESV

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