Dominical 8 de julio 2018

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DÍAS EN CAMPAÑA EN PRIMERA PERSONA

Lo mismo sufriendo los rigores e incomodidades de largas giras y actos multitudinarios, que viviendo por primera vez la experiencia de contar cómo se desarrolla un proceso electoral; aquí el testimonio de tres reporteros en campaña

LUCIO BLANCO: ¿LA CUENTA SALDADA? . HOJAS DE PAPEL VOLANDO , JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO PÁG 8

ADENTRO

A CIEN AÑOS DEL ASESINATO DEL ZAR NICOLÁS II Y SU FAMILIA, LOS MISTERIOS Y RUMORES SOBRE SUS RESTOS SIGUEN Pág. 2

AIRBNB ESTÁ A PUNTO DE CUMPLIR 10 AÑOS Y AHORA ENFRENTA LA OPOSICIÓN DE LAS PRINCIPALES CAPITALES DE EUROPA Pág. 7

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NICOLÁS II Y LA FAMILIA IMPERIAL RUSA

AÑOS DE MISTERIOS Y RUMORES REDACCIÓN / FOTOS: ESPECIAL

AUNQUE EL ESTADO RUSO CONFIRMÓ LA AUTENTICIDAD DE LOS RESTOS EXHUMADOS EN 1991, LA IGLESIA ORTODOXA SE HA NEGADO A DAR SU RECONOCIMIENTO, HASTA HOY

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investigador criminal llamado Nikolai Sokolov realizó una intensa búsqueda sin éxito. El rumor era que las cabezas del zar Nicolás y de la emperatriz fueron entregadas a Lenin como prueba de la erradicación de los Románov.

l 17 de julio de 1918, en la ciudad de Ekaterimburgo en Siberia, 12 bolcheviques armados introdujeron a un grupo de 11 exiliados en el sótano de la mansión de un comerciante conocida como Casa Ipatiev. En el grupo de prisioneros, el más pequeño era un niño enfermizo de 13 años de nombre Aleksei, al que su padre llevaba en brazos, a éste su familia lo llamaba Nicky, pero millones de soviéticos lo conocían como el "tirano sangriento" Nicolás II. El último zar de Rusia estaba acompañado además por sus hijas Anastasia, María, Tatyana y Olga; su esposa, Alexandra, y cuatro asistentes. "La revolución se está muriendo y debes morir con ella", leyó el hombre a cargo de los soldados, Yakov Yurovsky, antes de dispararles a todos. Los cuerpos de la familia imperial y sus sirvientes, desaparecieron. Durante la breve ocupación de Ekaterimburgo por parte del Ejército Blanco un

SIETE FAMILIAS DE DOBLES Luego del triunfo de la revolución, el zar Nicolás II abdicó al trono en marzo de 1917. Él y su familia quedaron recluidos en su residencia de Tsárskoe Seló. Posteriormente, se desplazaron a la ciudad siberiana de Tobolsk, no lejos del pueblo en el que había nacido su principal consejero Rasputín. Tras el levantamiento bolchevique de octubre las nuevas autoridades los llevaron a Ekaterimburgo, en los Urales, donde finalmente fueron asesinados. Oficialmente se desconocía el destino de la familia real. Las autoridades soviéticas solamente informaron sobre la muerte de Nicolás II. Durante un tiempo la posición oficial fue que el resto de la familia real había sido evacuada de Ekaterimburgo y que se perdió su pista en el caos de la guerra civil. No fue hasta principios de la década de 1920 cuando se expusieron los detalles de la ejecución, cuando hablaron los involucrados. www.elsoldezacatecas.com.mx www.el soldemexico.com.mx


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Otro rumor insistente fue el de que los Románov tenían siete familias de dobles y una de ellas fue la asesinada. La escasez de información sobre el fin de la familia real provocó la aparición de una ola de Anastasias, la hija menor. Así, tan sólo dos años después de la ejecución, aparece en 1920 la primera candidata a gran duquesa. En Berlín, una mujer llamada Anna Anderson. En total, existieron más de 30 impostoras de Anastasia.

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MUJERES dijeron ser la gran Duquesa Anastasia a lo largo de los años

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FAMILIAS de dobles tenían los Románov

UN LARGO PEREGRINAR En 1979, Geli Ryabov, un cineasta del Ministerio del Interior soviético, después de una larga búsqueda entregó tres cráneos acribillados con balas y azufre a Moscú, y trató de convencer a los sacerdotes ortodoxos de que eran los restos de la familia del zar Nicolás, transportados a Pig's Meadow por sus verdugos después de que los aldeanos descubrieran el sitio original Fue hasta julio de 1991, seis meses antes de la disolución final de la Unión Soviética, que una comisión designada por el presidente Boris Yeltsin para investigar los asesinatos exhumaron los restos de los nueve cuerpos de Pig's Meadow muy cerca de Ganina Yama. La investigación y análisis forenses por expertos rusos e internacionales, incluida la recolección de ADN y las pruebas genéticas de descendientes de Románov confirmaron, siete años después, que los restos pertenecían a la familia del zar y sus asistentes. En 1998 se realizó un funeral de Estado para la familia real, a pesar de esto, el misterio siguió: sólo se encontraron nueve cuerpos, mientras que el número de ejecutados fue de 11. En el año 2000 los Románov fueron canonizados, en representación de todos los mártires de los bolcheviques, los 25 millones de muertos imputables a Lenin, Trotski y Stalin. Sin embargo, la Iglesia Ortodoxa Rusa mantuvo sus dudas sobre la autenticidad de estos restos. En 2001, construyó un monasterio en Ganina Yama, no en Pig's Meadow. En 2007, un grupo estadounidense llamado SEARCH, fundado por emigrantes rusos, descubrió dos cuerpos en otro pozo en Pig's Meadow. A pesar de la abrumadora evidencia forense y de ADN, la iglesia se negó a reconocer estos restos como pertenecientes al príncipe Alexéi y la gran duquesa María. Durante varios años, las cajas que contenían "cenizas" y algunos fragmentos de huesos -todo lo que quedaba de los niñosacumularon polvo en un estante de los archivos estatales rusos. En 2015, una comisión creada por el primer ministro de Rusia, Dmitri Medvedev dictaminó que esos restos son auténticos. Pero el funeral, programado para octubre, no sucedió, ya que los restos fueron entregados a la Iglesia "para pruebas adicionales". Ni la naturaleza de tales pruebas ni ninguna fecha límite para su finalización han sido reveladas.

LOS ÚLTIMOS MESES DE LOS ROMÁNOV CARMEN NARANJO / EFE

A punto de cumplirse los cien años de la ejecución del zar Nicolás II y su familia, una selección de cartas, telegramas y diarios permiten asomarse a la cotidianidad de los Románov en sus últimos meses de vida en forma de "novela epistolar", que publica una editorial española. Crónica de un final: 1917-1918 Románov. Correspondencia y memoria de una familia, es un libro que "no existía, ni siquiera en ruso", asegura Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, la editorial que ha puesto en marcha este recorrido por los meses convulsos en los que los Románov vivieron tres encierros y en los que la correspondencia y los diarios fueron su vía de escape. Documentación de archivos de San Petersburgo y mucha bibliografía, con traducción de Tatiana Alekseevna y Ezra Alcázar, han sido la base de este libro que intercala cronológicamente fragmentos de diarios, telegramas y cartas escritas desde la intimidad por el zar, su esposa e hijos o su profesor, que retratan tanto la atmósfera cotidiana como la histórica en la que transcurrieron los últimos meses de los Románov. Los textos, escritos también por personas allegadas a la familia o responsables de los cautiverios, se suceden en una construcción cronológica con un hilo narrativo, al estilo de una novela epistolar, señala el editor. Además incluye numerosas fotografías, cartas y documentos oficiales así como un dibujo realizado por el heredero al trono, el zarévich Alekséi, al que en las cartas sus padres apodan como Baby.

BELLOS Y ENCERRADOS

LA IGLESIA DICE El patriarca de Moscú, Kirill confirmó la convocatoria del Sínodo de los obispos de la Iglesia ortodoxa Rusa en Ekaterinburgo, del 14 al 17 de julio, durante el centésimo aniversario de la trágica muerte del último zar, Nicolás II, y de los miembros de su familia exterminados por los bolcheviques. Para la ocasión se tratará de concluir la disputa sobre los despojos de los “mártires reinantes”, reconocidos por el Estado, pero que ha dejado a la Iglesia la última palabra sobre la proclamación de su autenticidad. Se sabe que el patriarca Kirill está más bien poco dispuesto al reconocimiento. Del Sínodo se espera una solución final al “asunto de los despojos”. (Agencias)

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Entre la revolución de febrero 1917 y la ejecución de los Románov en julio de 1918 tuvieron lugar varios sucesos que marcaron el destino. En las cartas y diarios de Nicolás II y la zarina Alejandra Fiódorovna se revela su incertidumbre e incomprensión ante la situación que viven y la evolución de su vida cotidiana, estrictamente vigilados al principio y bajo llave más tarde. Actividades como talar árboles para acumular leña, las lecturas que hacían, la fe religiosa de la zarina y sus referencias al ya fallecido Grigori Rasputin o la preocupación por la salud del heredero son algunas de las constantes en estos textos. Conforme pasaba el tiempo las privaciones y las limitaciones de movimientos son cada vez más grandes. "En la noche oímos cómo mandaban a los guardias a vigilar atentamente cualquier movimiento en nuestra ventana. Desconfían otra vez desde el día en que abrimos la ventana. Ahora ni siquiera nos permiten sentarnos en el alféizar", escribe desde Ekaterimburgo la zarina en su diario el 15 de junio de 1918. La edición reproduce el comunicado oficial del Soviét sobre la muerte del zar y varias entradas del diario de su madre zar en las que expresa su dolor por los rumores: "es muy doloroso vivir sin noticias verdaderas", dice. Una muerte que se convirtió en un mito: "eran todos extremadamente bellos y acabaron en un sótano sucio tiroteados", indica el editor. Ocho días después de los asesinatos, Ekaterimburgo fue ocupada por el Ejército blanco y comenzó la investigación.

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DÍAS EN CAMPAÑA En el pasado proceso electoral, los reporteros que cubrieron las actividades de los tres principales candidatos a la Presidencia de la República fueron testigos privilegiados. Aquí nos cuentan en primera persona lo que padecieron y gozaron; lo mismo sufrieron los rigores e incomodidades de largas giras y actos multitudinarios, que vivieron por primera vez la experiencia de contar a los demás cómo se desarrollaba esta campaña, que resultó para ellos, única e irrepetible www.elsoldemexico.com ESCANEA

mira el video sobre los candidatos y los reporteros durante la campaña

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UNA MÁS EN LA PEJEGIRA

“ES QUE MI JEFE ES RARO”

Cubrir al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, en su tercer intento, fue una oportunidad única

La personalidad del candidato de la coalición Por México al Frente sorprendía a reporteros y colaboradores RAFAEL RAMÍREZ

GABRIELA JIMÉNEZ

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uisiera tener claro el inicio, una estampa de cómo fue cubrir la campaña del hoy virtual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pero no existe, todos son recuerdos que en su conjunto me hacen pensar: lo logramos Peje. Sí, él logró ganar las elecciones después de 18 años y yo, a mis 25 de edad, llegué al Estadio Azteca el día de su cierre de campaña, escuché su discurso en el Zócalo con la voz entrecortada y lo vi ejercer su último voto como candidato a la Presidencia de la República. DOS TORTAS AL DÍA Dicen que a mi edad nos caracteriza la ansiedad por devorarnos el mundo. Yo diría que más bien lo idealizamos, pero pocas veces tenemos la certeza de que esos pasajes en nuestra mente van a ser el futuro, mucho menos el presente. Aún recuerdo cuando sonó el celular debajo de mi almohada, eran las ocho de la mañana, no esperaba una llamada a esa hora en mi descanso, menos de mi jefa. "Avisa en tu casa que no te van a ver en los próximos tres meses porque te vas a cubrir la campaña de Andrés Manuel. Eso es todo lo que te quería decir". No recuerdo más detalles de la conversación con Elena Michel. Colgué y me quedé recostada en mi cama media hora más. A mi cabeza llegaron los mensajes de Twitter, los fraudes electorales, el presidente legítimo en el Zócalo y la advertencia de López Obrador hace unos meses: "La tercera es la vencida, al Zócalo o a la chingada". Era una oportunidad única, tan cierta como poco probable de que sucedería otra vez en mi vida. Decidí guardar ese momento para mí, no se lo conté a nadie durante ese mes. Los directivos podían cambiar de parecer mañana o pasado. La incredulidad permeaba en mí, pero al mismo tiempo, hacía un recuento de los comentarios de un amigo hace un año: "Si él llega, va a haber un antes y un después". De los reporteros se dice que somos testigos de la historia en tiempo real. Con los años los expertos van a los archivos y sin falta recurren al registro de los periódicos para enterarse de los cómos. En esa

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milésima de segundo la única pregunta clara era ¿cómo se tenía que contar? Mi primera encomienda fue ir a su antigua casa de campaña ubicada en la calle de San Luis Potosí, en la colonia Roma, alternando con mis otras fuentes y los eventos que llegaba a tener Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México. Todas las mañanas llegaba entre las nueve y diez de la mañana, cuando abrían las oficinas. Nadie llegaba, ni César Yáñez ni Yeidckol Polevnsky, la presidenta nacional de Morena. o alguno de los coordinadores de campaña. Entraba a la tortería de Los Güeros, me conectaba al wifi, comía dos tortas al día y un litro de agua de fresa para pasar el rato. En San Luis Potosí aún no empezaba la mudanza a la actual casa en Chihuahua 216, pero todos estaban dispersos en los estados. La gente de Morena se escondía y en los pocos eventos que tenían en la ciudad, todos reservaban la información porque en época de intercampaña no se podía hablar. Comenzaba a desesperarme: nadie visitaba la casa de campaña y cuando los veía en los eventos tampoco querían hablar conmigo. NI SOLAPADA NI EXCLUIDA Recuerdo que un día hablé con una de las reporteras con más tiempo en la fuente, sin conocerla le comenté a grandes rasgos lo que pasaba y después de escucharme me dijo: “No sé si felicitarte o compadecerte, porque te tocó la difícil, pero ya estás aquí y aprovéchalo”. El primer reto fue conseguir los chacaleos de la intercampaña en otros estados, conseguí el teléfono de César Yáñez, todos los días le llamaba entre siete y diez veces al día, no me contestaba; le enviaba mensajes de Whatsapp todos los días y siempre recibía la misma respuesta: “El candidato tiene actividades privadas, la información te llegará más tarde al correo”. Estaba al borde de la desesperación, en menos de una semana me mandarían a los viajes de Andrés Manuel López Obrador durante la intercampaña y lo más certero que tenía eran los mensajes en visto por Yáñez. A veces dejaba que se marcara solo

el celular en altavoz, mientras hacía otras cosas. Había días que sólo marcaba por obligación, para que no me quedará en la conciencia que ese día no lo había hecho. La primera vez que me contestó, estaba lavándome los dientes, corrí al teléfono cuando escuché una voz distinta a la señorita del buzón; con el dentífrico escurriéndome por la boca, contesté lo mejor que pude. “Vamos a estar en Monterrey, Chihuahua y Coahuila, más tarde te mando la agenda detallada en un mensaje”. Ese día dormí tranquila, con el sueño pesado, ya no me iba a quedar varada y tenía la primera respuesta para mi editora. Los días siguientes me subí a la intercampaña. No sabía cómo iba a llegar al primer evento en Cintermex, pero ya tenía direcciones y nombres. Cuando llegué, me presenté con ellos e hicieron lo propio; sentía que el protocolo estaba de más. Yo los leía todos los días o los escuchaba, era como atravesar las pantallas y las firmas de los periódicos ya tenían rostro, venían sobrando las presentaciones. Fui una más en el pool de prensa de la Pejegira, como bautizamos un grupo de whats, donde compartíamos información de agenda, de coyuntura o memes del momento. A pesar de ser la reportera más joven y con menos experiencia, nadie me solapo ni me excluyeron. Me brinque las vallas de seguridad cuando el equipo de logística no quería dejarnos pasar al templete. Hablamos con los artesanos que le llevaron la silla presidencial a Andrés Manuel en Veracruz, justo el día en que Meade estuvo a punto de ver su caída en un foro. Casi alcanzamos los 180 kilómetros por hora para llegar 15 minutos antes del abordaje del último vuelo de Tabasco a Veracruz. Aprendí que Andrés Manuel vive en un mitin constante. En el último día, el día de la elección, la gente corre por las calles como si hubiera ganado la Selección, hasta convoca de la misma manera: “Vámonos al Ángel, vámonos al Ángel…”. Y cuando el del Uber me pregunta qué va a hacer mañana el Peje, comprendo que esto apenas inicia.

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uando uno decide ser reportero sabe los sacrificios que implica la profesión. Sin embargo, la cobertura de una campaña presidencial acota, aún más, los espacios para ver a los seres queridos ya que la agenda personal queda sujeta a la del candidato. Durante los tres meses que seguí a Ricardo Anaya, candidato de la coalición Por México al Frente, dejé de ver varios fines de semana a mi hija de cinco años, eso me dolió, pero cada vez que tocaba tierra, si la hora me lo permitía, le llamaba para saludarla. La última vez que coincidí en un vuelo con el candidato, al aterrizar fuimos transportados a la terminal, desde ahí llamé a mi hija para darle las buenas noches mediante una videollamada, Anaya tuvo el curioso detalle de colocarse detrás de mí para salir en el video y saludar a mi pequeña; al cortar la transmisión comentamos que los cinco años son la mejor edad infantil. Era ya el ocaso de su campaña y se veía un candidato más relajado. Muchos suponían que se había hecho a la idea que la batalla estaba perdida. Durante la campaña, los reporteros sólo teníamos la certeza de que lunes y martes Anaya permanecería en la Ciudad de México y de ahí, los otros días, podía salir a cualquier estado de la República; siempre para volver en el vuelo de la noche. Rara vez pernoctaba en otra ciudad, y siempre mantenía secrecía en su agenda. Su casa de campaña la conocimos un mes antes de que concluyera la campaña, mediante una invitación muy selectiva que hicieron sus es-

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trategas a los periodistas. En sus conferencias matutinas, para los reporteros era un misterio total saber cuáles serían sus eventos de cada semana; él siempre respondía que sus asistentes nos los darían. En una de esas mañanas tortuosas en que llegamos a la conferencia de prensa de las siete de la mañana (y digo tortuosa porque difícilmente daba una declaración contundente), Anaya me vio con mi casco de ciclista afuera de la sala, eran cerca de las 6:45 de la mañana —él siempre fue muy puntual— y noté cierto entusiasmo en él al inferir que yo llegaba en mi vehículo no contaminante a la sede del evento en un hotel de la colonia Anzures. Y es que uno de los pasatiempos favoritos del panista, además de la meditación, es la bicicleta; hace unos años, cuando era diputado federal, organizó una rodada ciclista de Bellas Artes a San Lázaro. Incluso en Playa del Carmen, Quintana Roo, quiso organizar una rodada como parte de su campaña, pero una tremenda lluvia frustró el acto y se quedó con ganas de pedalear allá. Anaya se transforma cuando toma el micrófono. Antes es pausado, cuidadoso en cada detalle, ensimismado, parece un robot. La mayor parte del tiempo luce introspectivo. Pero cuando sube al escenario sonríe todo el tiempo. Recuerdo que mi primer trato directo con él, más allá de las entrevistas banqueteras, fue en el período de intercampaña, el 19 de marzo, al final del registro de Diego Sinhué Rodríguez —virtual gobernador electo de Guanajuato—,


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único estado que dominó el PAN en este proceso electoral. En esa ocasión apenas cruzamos un saludo, y sólo dos medios nacionales lo seguimos hasta la capital de Guanajuato. En el lugar, había un puñado de medios locales y, al final del evento, me lo encontré de frente, cuando él ya estaba a bordo de una camioneta blanca tipo Suburban, sólo con su chofer y a punto de salir del Instituto Electoral guanajuatense rumbo a la Ciudad de México. Me llamó la atención que no llevaba escolta ni a su asistente particular Osiris Hernández, que lo apoyaba en todo. Incluso, Santiago Creel que lo acompañó en la mayoría de los eventos durante los tres meses de campaña, tampoco viajaba con él, pese a haber estado en el evento. Anaya de pronto solía estar solo cuando llegaba a algún mitin. Al verlo de frente, mientras yo esperaba un milagro para salir de enmedio de la nada, él bajó el cristal de su ventanilla y se detuvo un momento. Me saludó como si me conociera de tiempo atrás. —¿Qué pasó cabrón?— dijo enérgico y sonriente. Me extrañó su exagerada confianza, pues era prácticamente el primer trato que tenía con él, dado que no lo cubrí cuando fue presidente del PAN. —¿A dónde vamos mañana? —dije, correspondiendo la familiaridad y dando a entender que teníamos el mismo rumbo. —No sé— respondió como imprimiendo simpatía y sinceridad. —Bueno, quedo pendiente, cuídate candidato— le respondí, suponiendo que si ocultaba algo tan simple como su agenda del siguiente día, menos me diría algo más importante de su estrategia de campaña. Su equipo de campaña tampoco soltaba prenda y únicamente a quienes nos conocían por haber cubierto al Partido Acción Nacional años atrás nos confiaban una agenda previa del candidato. En una ocasión, un compañero reportero con bastante experiencia me dijo: “lo que mal empieza mal acaba, y vas a ver cómo termina este cabrón”. Sólo una vez lo vi salirse de su guión frente a los medios, y fue en la ciudad de Saltillo, Coahuila: una reportera, corresponsal de la televisora del Ajusco, lo increpó al grado de reventar la rueda de prensa; le cuestionaba si le daba miedo ir a España, debido a que supuestamente el PRI había buscado revivir las acusaciones del caso Barreiro en ese país mediante una denuncia anónima. A cada respuesta que trataba de dar Anaya frente a las cámaras, la reportera preguntaba lo mismo, arrebatándole la palabra, al grado que el candidato, casi le suplicó que lo dejara continuar, dado que ya le había respondido con su clásica frase sobre ese tema: “el PRI quiere que me dedique a hablar de ello y no lo voy a hacer”. Acto seguido, el panista salió a dar quizá uno de los discursos más enérgicos de su campaña, y aseguró que iba a ganarle al PRI “a punta de votos”, rompiendo la tibieza que le había caracterizado en sus actos de campaña hasta entonces. Cuando Ricardo Anaya demostró cierta contundencia en el primer debate presidencial del INE, le pregunté a una asistente muy cercana a él —cuya labor, entre otras, era hacer las fichas nemotécnicas para recordar los nombres de los políticos locales a quienes tenía que saludar al inicio de algún evento—, si su jefe estaba feliz de haber ganado ese primer debate, y ella me contestó que no sabía: “es que mi jefe es raro”, describió la joven.

TESTIGO DE LA CAMPAÑA DE UN NO POLÍTICO En las giras del candidato de Todos por México hubo de todo, desde botargas hasta llenos en la Arena México ENRIQUE HERNÁNDEZ

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a idea de ver a José Antonio Meade Kuribreña como político me llamó la atención, y acepté sin remordimiento seguirlo por México mientras trataba de convencer al país de que contaba con el mejor proyecto de gobierno para los próximos seis años. Al momento de tomar la oportunidad de perseguir al candidato de la coalición Todos por México y estar en sus mítines, recordé lo vivido en 1994, cuando nos llevaron con torta y frutsi en mano a mirar a Ernesto Zedillo, quien llegó a Santiago de Anaya, Hidalgo, un municipio muy cerca del pueblo donde viví por 15 años. Fue mi primer acercamiento con un futuro presidente. Ahora las circunstancias fueron otras. Nunca dudé en ir a buscar y encontrar los hechos y momentos del sueño presidencial del exsecretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Esos 90 días de campaña no los esperaba al inicio del año, ni siquiera imaginé estar un día junto al mar del Caribe y al otro volando al desierto, en ver plazas llenas, como la de Toros de Pachuca, con puros militantes priistas. En los días previos al arranque —en Mérida, Yucatán, hasta donde se desplazó la alegría y el amor de su esposa, Juana Cuevas, quien siempre puso ese toque jovial y de fuerza a la campaña, y fundió su apoyo en un gran abrazo—; pasé por la librería Porrúa de la Alameda, en donde compré un texto escrito por Enrique Ochoa Reza y, junto con otro libro sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio y unas revistas, lo eché en la mochila que usé en todos los viajes de campaña. Quería conocer algo más de lo que vería en los siguientes 90 días. No logré leer nada por los viajes de madrugada y noche, sólo daba tiempo para dormir lo suficiente para estar listo. En los inicios de la campaña las ganas y la energía sobraban; viajaba solo y veía cómo se alejaban las camionetas blancas con los compañeros del resto de los medios de comunicación, especialmente con tres colegas (Marco, Arturo y Génaro) del Canal 11 con quienes después hice amistad y compartimos momentos de efervescencia política. Los días pasaron y los viajes eran maratónicos. El abanderado siempre viajaba con sus tres confidentes, amigos y animadores:

Alejandro Cossío, coordinador de giras; Arturo Téllez Yurén, coordinador de Fiscalización de la campaña, y Emilio Fueyo Saldaña, creador de los discursos. Además, ellos eran los que le abrían paso entre la multitud. Pepe Meade, como lo llaman sus amigos, mostraba siempre ganas, ímpetu, y hasta aprendió a tomarse selfies con los militantes que llegaban a sus eventos, como el de San Pedro de las Playas, Guerrero, donde en el día de plaza, el agua fresca de sandía sabía a gloria. O los sopes, que no los disfrutaba así desde hace más de 20 años cuando me los servía mi abuela. Fue gratificante estar detrás del abanderado del PRI, porque se comía y deleitaba desde un rico panucho, una corte de carne o hasta un burrito del Oxxo. Aunque claro que hubo veces en que no daba tiempo ni para echarse un taco hasta el último evento del día. El candidato dada discursos y mensajes y su equipo organizaba la gira; su gente de prensa enviaba a través del Whatsapp un mapa de la República Mexicana con estados iluminados. Ahí empezaba la batalla por encontrar el detalle de en qué ciudad estaría, porque no precisaban. Había días que los traslados eran de madrugada, pero valía la pena la desvelada por el hecho de estar en la mañana en un lugar diferente a la Ciudad de México. Los días pasaban y todos buscamos métodos para combatir el cansancio. El candidato dormía profundamente en los asientos de la clase turista de los aviones. Despertaba para leer su manual y las frases claves de Avanzar Contigo, esa estrategia que buscaba darle una viabilidad a la vida de los mexicanos. Las desveladas me hacían extrañar esas mañanas cuando dormía hasta las ocho. Había días que llegaba a las 12 de la noche y tenía que estar listo a las 4 o 5 de la mañana para volar a cualquier ciudad del país. Las pláticas con los compañeros de

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la fuente siempre versaban sobre si Meade realmente iba en tercer lugar y sobre su equipo de seguridad que nos impedía acercarnos a cuestionarlo. Las estrategias para atraer la atención del electorado se sucedían, por ejemplo, en una ocasión, en el aeropuerto de Manzanillo, fue uno de los últimos pasajeros en abordar tras saludar de mano a cada uno de los que ahí viajaban; en Ixtapaluca, Estado de México, apareció una botarga arropada por militantes del Movimiento Antorchista. Aquel día Meade les solicitó frenar a AMLO. En Morelos estuvo fugazmente el SuperPRI, o en Querétaro y en otros estados Los Chepes, esos jóvenes cuya misión era animar a los asistentes, aunque hacia el final de la campaña ya no salían a escena. Una sorpresa para mi, que ocasionalmente voy los viernes a la Arena México, fue que ni Místico ni Atlantis ni el Negro Casas lograron lo que hizo José Antonio Meade: llenar ese templo de la lucha libre. Convocados por el Partido Nueva Alianza llegaron miles y miles de profesores del SNTE. Ese día nos dieron acceso a las gradas cómodas donde había chilaquiles, pan y refrescos gratis. Entonces se dio el cambio. Por primera vez se vio al candidato con una chamarra color rojo priista, aunque sin el logo del partido, y les pidió a sus simpatizantes salir a la calle a jugársela a muerte para frenar las visiones autoritarias. Ese día de relanzamiento, Meade saltó a las gradas para tocar la batucada junto a René Juárez Cisneros, el nuevo presidente del PRI, quien lo acompañó hasta final de la campaña. Pero las cosas ya no iban bien. Entre quienes cubríamos la campaña, y creo que también entre el equipo del candidato, se sentía que las cosas ya pintaban para otro lado. Saltillo, que fue la última ciudad visitada en campaña, arropó a Meade, pero la banda musical que le llevaron sus organizadores nadie la vio.


8 DE JULIO DE 2018

LA PLATAFORMA CUMPLE DIEZ AÑOS

LAS CIUDADES EUROPEAS SE ORGANIZAN

CONTRA AIRBNB

El 11 de agosto de 2008 se lanzó el portal Airbed & Breakfast, valorado el año pasado en 31 mil millones de dólares, actualmente enfrenta la oposición de autoridades municipales

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MIL millones de dólares valía la empresa según una estimación realizada en 2017

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CIUDADES europeas buscan controlar y limitar la actividad de la empresa

REBECCA FRASQUET / AFP

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rente al formidable éxito de Airbnb, que este verano cumplirá diez años, metrópolis europeas como París, Ámsterdam, Berlín o Barcelona se están organizando para evitar que los precios y los alquileres se disparen o que disminuya la oferta inmobiliaria. El 11 de agosto de 2008 se lanzó el portal Airbed & Breakfast para "hacer frente a la saturación del mercado hotelero". Diez años después, Airbnb, una empresa recelosa de comunicar sus datos financieros, estaría valorada en 31 mil millones de dólares, según

una estimación realizada en 2017 con ocasión de una recaudación de fondos. La compañía, que pasó rápidamente de ser una empresa emergente a un gigante de la economía colaborativa, como Uber, por ejemplo, propone casi cinco millones de alojamientos en 81 mil ciudades en cerca de 200 países. Airbnb supo captar "una demanda en ascenso, turística y profesional, para un alojamiento más libre y espacioso en el corazón de las grandes ciudades", resume la asociación Atelier Parisien d'Urbanisme (Apur). Pero, especialmente para la hotelería, el éxito de una actividad de alquiler en línea no

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sometida a las mismas obligaciones legales y fiscales constituye una pérdida futura de ingresos. Y, por parte de los ayuntamientos, surgieron "numerosas preocupaciones", pues esos alquileres estimulan el alza de los precios y de las rentas de pisos, señala Apur, lo que llevó a varias metrópolis europeas — pero también Nueva York o Tokio— a reglamentar cada vez más esta actividad. Así, París, primer mercado mundial de Airbnb con unos 60 mil alojamientos para rentar, llevó a la empresa ante la justicia, así como a su competidor Wimdu. Además, el Parlamento francés votó en junio una serie de sanciones contra los propietarios que

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actúen ilegalmente o las primeras multas para las plataformas, con el fin de limitar la actividad relacionada con ese tipo de empresas. En España, las ciudades dan cuenta de un ingenio creciente --limitación a las plantas bajas, entrada independiente exigida-- para contener estos alquileres, mientras que Palma de Mallorca se prepara para prohibirlos simple y llanamente, después de que éstos hubieran aumentado un 40% entre 2013 y 2017. En Madrid, donde habría unos 9 mil apartamentos en alquiler con fines turísticos, 2 mil de los cuales sin licencia, el ayuntamiento —dirigido por la izquierda radical— se fijó el objetivo de reducir la oferta de este tipo de alquileres un 95% antes de 2019. Y en Barcelona, donde los habitantes protestan contra el ruido a altas horas de la madrugada de la gente que sale de fiesta, ya no se concederán más licencias a apartamentos aislados en el centro histórico. En Holanda, Ámsterdam firmó un acuerdo "único en Europa" en diciembre de 2016 con Airbnb para que ningún piso pueda alquilarse más de 60 días al año. En Alemania, el ayuntamiento de Berlín, donde los precios del mercado inmobiliario subieron fuertemente en los últimos años, aprobó en mayo de 2016 una política particularmente estricta: sólo se permitirá alquilar una habitación dentro de cada piso, so pena de 100 mil euros. Una medida que la alcaldía suavizó desde elww 1 de mayo. 12 EN CONTRA El pasado 15 de junio, responsables de Lisboa, Madrid, Barcelona, Ámsterdam y París se reunieron por primera vez para "estudiar la envergadura del fenómeno y comparar (sus) políticas públicas", explicó Ian Brossat, concejal para Vivienda en el Ayuntamiento de París. Aunque no asistió ningún representante berlinés a la reunión, la capital alemana también está asociada a las cinco ciudades citadas. El 5 de julio, 12 ciudades europeas se reunieron en Bruselas antes de encontrarse, en otoño, con la comisaria europea de Mercado Interior, Elzbieta Bienkowska. "Nos enfrentamos al doble lenguaje de la plataforma, que por un lado interpreta al alumno bueno y dice que va a respetar la ley y por otro, dirige una intensa presión en Bruselas", explica Brossat. Las plataformas de pisos turísticos presentaron denuncias ante la Comisión Europea para recurrir las legislaciones nacionales de Francia, España, Bélgica y Alemania, pero esta no prevé, de momento, abrir ningún procedimiento de infracción hacia ninguno de esos países. Con todo, Airbnb ha ayudado a que el sector del turismo evolucione positivamente, admiten los profesionales. "Han hecho un trabajo remarcable, facilitando las reservas, la preparación del viaje, la puesta en contacto y una comunicación muy rápida con el anfitrión", indicó Fabrice Collet, director general del grupo B&B, tercer grupo francés de hotelería económica. Y sus precios "han permitido que familias que hasta la fecha no viajaban, lo hagan".


D.

OPINIÓN

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8 DE JULIO DE 2018

NOMBRE COLUMNA JOEL HERNÁNDEZ SANTIAGO

Voy a cantar un corrido… Lucio Blanco: ¿La cuenta saldada?

L

ucio Blanco, seguido por varios de sus oficiales, fue en busca de Álvaro Obregón a su cuartel para reclamarle su perfidia militar y política. Blanco alza la voz. Se desconcierta Obregón. Enmudece. Blanco, enardecido, golpea con el puño cerrado el pecho del divisionario sonorense retándolo. - ¡Ni para eso eres bueno, Álvaro!- le espetó, y su mano cayó sobre el rostro de Obregón. Quienes presenciaron la escena, oficiales de estado mayor de ambos jefes se estremecieron. Obregón, dice Ramón Puente, permaneció impávido, pero lívido. Lucio dio media vuelta y se fue a su cuartel general. Había transcurrido poco tiempo después de la toma de Matamoros, Tamaulipas, por el general Lucio Blanco, en 1913. Se había firmado ya el Plan en la Hacienda de Guadalupe, Coahuila. De ahí en adelante la relación de ambos sería difícil y peligrosa. Blanco era de carácter fuerte. Obregón vengativo. Ambos eran dos de los hombres más relevantes de la Revolución Mexicana. Quienes lo conocieron afirmaban luego que Lucio Blanco, era muy querido por la gente, y por su gente; carismático, generoso, idealista y al mismo tiempo indeciso y soberbio. Para Blanco, la razón de la lucha era el cumplimiento de una reforma agraria que permitiera al campesinado disfrutar del resultado de su trabajo en tierra propia. Para Obregón, lo militar, político y social deberían estar sujetos al poder acumulado en un grupo específico y el resto de la Nación someterse a ese orden institucionalizado. No es difícil encontrar los orígenes sociales y revolucionarios de Lucio Blanco Fuentes. Nació en Nadadores, Coahuila, el 21 de julio de 1879, era presidente del país Porfirio Díaz. Sus antecedentes liberales le venían de su bisabuelo, Víctor Blanco, quien había sido gobernador de Texas… Su abuelo paterno, Miguel Blanco, fue ministro de Guerra en el gabinete de Benito Juárez durante la Intervención Francesa. Aprendió a leer y escribir en su lugar de origen y muy joven se fue a Saltillo y luego a Texas, de donde regresó todavía muy joven para ocuparse, junto

con sus nueve hermanos y hermanas, de “Los Ojos de Maria”, el rancho de su padre. De 1900 a 1906 Blanco mantuvo correspondencia con Ricardo Flores Magón, lo que lo llevó a un primer intento de participación activa cuando, junto con tres amigos, quiso hacer contacto con los magonistas en Las Vacas, Villa de Acuña; hoy Ciudad Acuña. El impulso fracasó al ser delatados por un falso correligionario por lo que regresó a sus ocupaciones rancheras. Los oaxaqueños Enrique y Jesús Flores Magón afirmaron que un número considerable de revolucionarios habían sido miembros del “Partido Liberal Mexicano”. En sus listas estaban Lucio Blanco y Manuel Chao, Salvador Alvarado, Adolfo de la Huerta, Benjamín Hill, Pascual Orozco, Pablo González, Benjamín Argumedo y más. Blanco se afilió al maderismo y para 1911 alcanzó el grado de teniente coronel en el sector de caballería. A la muerte de Madero acudió al llamado de Carranza, y fue uno de los principales firmante del Plan de Guadalupe el 27 de marzo de 1913. Enseguida a Lucio Blanco se le designó jefe de las operaciones militares en Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, con el grado de Coronel de caballería, quedando como jefe de operaciones. El 1 de junio de 1913 con la toma de Matamoros, las fuerzas del coahuilense aportaron el primer gran triunfo militar al carrancismo. Y fue ascendido a General Brigadier por Carranza. EL PRIMER REPARTO AGRARIO La tarde del 30 de agosto de 1913, Lucio Blanco llevó a cabo el primer reparto de tierras en nuestro país. Emocionado afirmó ese día “Por fin, después de muchos esfuerzos, de tres años de lucha y sacrificios, la Revolución comienza a orientarse en la manera de resolver uno de los grandes problemas que constituirá, sin duda alguna, el eje principal de la prosperidad de nuestra patria: la repartición equitativa de la tierra”. Ese día un grupo de campesinos recibió por primera vez los títulos de propiedad de sus parcelas, firmado por el ranchero que había hecho crecer Los Ojos de María.

Pero Carranza no pensaba igual. A José Santos Chocano le dijo “el problema agrario carece de importancia”; José Vasconcelos recordó que Carranza decía con frecuencia que “por qué se hablaba tanto del problema agrario si ese no era el verdadero problema de México”. … Y cuando se enteró del reparto de la Hacienda Los Borregos, que había sido de Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, Carranza castigó a Blanco porque “Nuestra única misión es destruir a la dictadura e implantar el gobierno de la Revolución. El sentido común -añadióaconsejaba no alarmar a terratenientes, industriales y capitalistas. Un ataque frontal a la propiedad habría inquietado a los Estados Unidos”. Y Carranza infligió una doble humillación a Blanco. Una, al ponerlo a las órdenes de Álvaro Obregón, un general con el que nunca se llevaría bien; y la segunda, al nombrar en su lugar a un militar de escasos méritos y poca inteligencia: Pablo González. Blanco se disciplinó. Pero todo esto lo llevó a simpatizar con la causa zapatista, aún desde las filas del carrancismo. Y por ello, estableció contacto con los jefes del movimiento del sur a fin de iniciar un intercambio de opiniones y unificar los ideales de ambos bandos; al enterarse Carranza y Obregón se despertó una severa desconfianza hacia su fidelidad constitucionalista. En tanto Zapata veía con recelo el acercamiento de Blanco por sus orígenes carrancistas, aunque le tenía tal consideración que en 1914 le escribió: “Yo le diré a usted con toda franqueza que este señor Carranza no me inspira mucha confianza, le veo muchas ambiciones y dispuesto a burlar la obra del pueblo” John Womack Jr. En 1915 Convencionistas y Constitucionalistas dividían al país. La indecisión e indefinición de Blanco lo llevaba a guardar fidelidad al constitucionalismo, pero sus simpatías personales estaban del lado convencionalista. Al ser nombrado presidente provisional por la Convención de Aguascalientes, Eulalio Gutiérrez nombró a Blanco secretario de Gobernación, mientras que José Vasconcelos fue designado ministro de Instrucción Pública. A la renuncia de Eulalio Gutiérrez, Blanco quedó inerme, teniendo enfrente a un enemigo rencoroso: Álvaro Obregón. Aquel golpe; aquella humillación; aquella preferencia popular; aquella confianza en los ideales sociales; aquellos deslices convencionalistas serían cobrados pronto. El 18 de septiembre de 1915, Rafael Cepeda, a las órdenes de Venustiano Carranza informó a éste que con esa fecha se hizo prisionero al general Lucio Blanco y al coronel Francisco Álvarez, por fuerzas del general Maycotte, en Saltillo, Coahuila. Obregón insistía en el fusilamiento, mientras que Carranza sugirió la expulsión del país. “Hipólito, Coah., septiembre 20 de 1915. Primer Jefe del E.C. Veracruz. Enterado su mensaje cifrado de ayer, relativo a jefes detenidos en Saltillo. Lucio Blanco será juzgado por el tribunal militar. Firma "Álvaro Obregón”. La acusación: responsable de la defección de las caballerías del noroeste y que por ello se perdió la ciudad de México en el mes de octubre del año anterior. Desobediencia, traición

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y malversación de fondos. El 22 de septiembre de 1916 se inició el juicio popular del exgeneral Lucio Blanco en el salón de jurados del palacio penal de Belén. El 25 del mismo, se reforzó el jurado con elementos de franca filiación obregonista, ya que el primero había resultado muy “blando”. Lucio Blanco fue declarado culpable. Se le impuso una pena de cinco años nueve meses en prisión, los que fueron sustituidos por su expulsión a Laredo, Texas. ‘Junio 6 de 1922: el licenciado Gustavo Figueroa, juez de distrito de Nuevo Laredo, ve pasar en Laredo, Texas, a Lucio Blanco acompañado del general Marciano González y de un desconocido. Este es Ramón García, agente del servicio secreto mexicano, quien se hace pasar por desterrado político para que Lucio tenga confianza en él. ‘Van hacia donde se encuentra la mueblería Dubin y van hacia el Hotel Saint Anthony al cual penetran. Momentos después salen ya sin el general Marciano González, pero con el mayor Manuel Escalante. ‘El agente Ramón García los invita a pasear con unas muchachas y luego habla al general Lucio Blanco de que en Nuevo Laredo está un coronel del Ejército Mexicano que tiene deseos de hablar con él, por lo que debe cruzar el Río Bravo para reunirse con los revolucionarios que lo esperan impacientes. ‘Junio 7 de 1922: Lucio Blanco cruza en una barca el Río Bravo con Ramón García y el coronel Aureliano Martínez. A eso de las 7 de la noche entran en un esquife atracado en la ribera estadounidense, atado a una cuerda tendida a lo ancho del Río y que termina en la orilla mexicana; ya cerca de ésta, García preguntó al general Lucio Blanco: “¿Sabe usted nadar, mi general?, casi nada, contesta Blanco”, García le advierte: “pues va a tener que hacerlo porque ha llegado al fin de su viaje”. ‘La escena la ven desde el lado americano el alguacil Duke Caver y Jim Hozelring. García es el primero en desembarcar. Tiende la mano a Lucio Blanco para aparentar que trata de ayudarlo a pisar tierra, pero rápidamente le pone una esposa en la mano derecha. El otro aro lo coloca en la mano izquierda de Martínez. ‘Se esperaba el cruce de ambos militares a las 7:30 p.m. en el Paso del Indio, a cinco millas de Laredo. Veinte hombres montados del 40 Regimiento, con el comandante de la aduana, Jesús Anaya Terán, acuden y en esos momentos, cae al agua Lucio Blanco arrastrando al coronel Martínez y a Ramón García. ‘Anaya Terán y los soldados disparan sin importarles matar a García. Éste y Martínez reciben varios balazos mientras Lucio Blanco sin poder nadar debido a que su mano está unida a la de otro sujeto, muere ahogado y su cadáver, con los otros dos, aparece flotando sobre el Río Bravo días después…’ Al final Lucio Blanco quedó a la orilla de la historia. ¿La cuenta quedó saldada? jhsantiago@prodigy.net.mx


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