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Un lejano horizonte

Venezolanos, colombianos y haitianos ven a Canadá como la última frontera

CIUDAD JUÁREZ, MEX. MARIANELA RODRÍGUEZ.- En un acto de desesperación por lograr un asilo en Estados Unidos, una muchedumbre de migrantes, la mayoría venezolanos, en una estampida humana intentaron cruzar la frontera hacia territorio estadounidense por uno de los puentes limítrofes ubicados en Ciudad Juárez, Mexico.

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En el puente internacional Paso del Norte-Santa Fe, uno de los cinco que comunican Ciudad Juárez con Estados Unidos, los migrantes suramericanos se congregaron atraídos por el rumor de que se les daría paso libre por la supuesta conmemoración del "día del migrante" según constató la AFP.

"Cientos de personas ingresaron hasta la mitad del puente donde desde luego, cerró por protocolo la autoridad estadounidense", comentó Enrique Valenzuela, coordinador del Consejo Estatal de Población de Chihuahua, donde se ubica Ciudad Juárez, quien fue testigo del incidente.

"Insistían en ingresar y los agentes de seguridad estadounidense salvaguardaron esa línea", acotó Valenzuela, quien atiende a la población migrante que llega hasta esta Ciudad Juárez, vecina de las urbes estadounidenses de El Paso en Texas, y Santa Teresa en Nuevo México. Imágenes que se divulgaron en redes sociales revelan el momento en que un grupo de migrantes, incluidas mujeres con niños, corren por el puente gritando.

RIANELA R ODRÍGUEZ .- Roxham Road es un pequeño tramo vial con mucha nieve en el límite de Canadá con Estados Unidos, y para cientos de migrantes haitianos, venezolanos y colombianos significa la última frontera que deben cruzar para poner fin a un largo viaje de exilio.

Ansiosos de llegar, los migrantes apresuran el paso tras descender del vehículo que los llevó hasta el frio lugar donde cumplen la última escala de su travesía en la línea limítrofe que separa Canadá de Estados Unidos en la ruta que está entre Nueva York y Montreal.

"Deténgase, el paso en este punto es ilegal, si lo hace será arrestado", les dicen repetidamente los agentes policiales de Quebec a los migrantes que en

- grupos desembarcan de día y de noche en Roxham Road.

En medio de una fuerte nevada se observan los recién llegados, algunos sin abrigos ni botas, ataviados solo con ropa ligera y zapatos tenis. Mujeres cargan en brazos a sus hijos con algunos juguetes que asoman de sus bolsos de viaje y algunas con coches de bebé que se atoran en la nieve.

Makenzy Dorgeville, quien emigra para escapar de la violencia de las calles de Haití, manifi esta su alegría por haber llegado a Canadá luego de años haciendo esta ruta.

Él describe el viaje como una carrera de obstáculos a lo largo de 10 países de Centro y Suramérica que cruzó desde Brasil. Como muchos otros migrantes de su país, Makenzy sabe que inclusive si su solicitud de asilo es rechazada, Canadá no deporta a los haitianos. Este hombre asegura haber sufrido mucho en su nación debido a la violencia de las pandillas, y para él Canadá representa la esperanza de una nueva vida.

La migración irregular es nueva para Canadá, un país de difícil acceso por su situación geográfica”

Antes de que atraviesen la frontera, varias ONG les entregan mantas, gorros y les dan pa- labras de aliento. "Queremos que sepan que hay personas que los apoyan en su búsqueda de un lugar donde vivir seguros", les dice Frances Ravensbergen, voluntario de la organización "Créons des ponts" (Tendiendo puentes).

Tras haber sido registrados por la policía los migrantes son llevados al puesto fronterizo oficial más cercano para radicar una solicitud de asilo.

Entre el 50% y el 60% de estas solicitudes son aceptadas. Transcurridos unos meses los migrantes logran un permiso de trabajo, mientras, los niños pueden ir al colegio y además se benefician de servicios de salud y son alojados en centros de asistencia o en hoteles durante el tiempo que dura el tratamiento de su solicitud.

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