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Un show memorable
Rihanna no decepcionó en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl
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G LENDALE , AZ. S ARA P ACHECO/AFP.- Riri no decepcionó. Su espectáculo fue uno de los más esperados por sus fanáticos y quienes disfrutan cada año el Halftime del Super Bowl. Pero Rihanna dio más que un show memorable.
Vestida completamente de rojo, en el descanso del encuentro entre Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles, Rihanna ofreció su primer concierto en siete años.
Para esta retransmisión, vista por más de 100 millones de espectadores, la artista barbadense que en mayo pasado fue madre de su primer hijo, cantó media docenas de canciones, entre ellas «Bitch better have my money», «We found love», «Work» o «Diamonds».
Subida en una de las varias plataformas suspendidas por arneses que sobrevolaron el State Farm Stadium de Glendale (Arizona) y arropada por decenas de bailarines vestidos de blanco en otras plataformas y en el suelo, lo más comentado fue la barriga que dejó ver el buzo abierto desde la cadera y un cinturón que acentuaba su embarazo, confirmado por sus representantes.
La estrella del pop espera su segundo hijo.
El pasado jueves en una entrevista con Apple Music, patrocinador del espectáculo, aseguró que había aceptado el reto porque quería mostrar sus raíces caribeñas y representar a inmigrantes y mujeres negras.
«Esa es una gran parte de por qué es importante para mí hacer este espectáculo: representación. Representación de los inmigrantes. Representar a las mujeres negras de todo el mundo. Es fundamental para que la gente vea las posibilidades», contó Robyn Rihanna Fenty, su verdadero nombre, convertida en exitosa empresaria de cosméticos, lencería y alta costura.
Rihanna incluso tuvo tiempo para promocionar su marca de cosméticos, arreglándose el maquillaje a mitad de la actuación, algo que se convirtió rápidamente en otro de los momentos virales de la noche. Tras rechazar en 2019 participar en este espectáculo en solidaridad con Colin Kaepernick, el ex 'quarterback' de los San Francisco 49ers que se convirtió en un símbolo de la lucha contra el racismo y la brutalidad policial arrodillándose durante el himno estadounidense previo a los partidos, dijo que este año había aceptado porque «es importante que mi hijo vea esto».
Desde que dejó los San Francisco 49ers en 2017, el jugador no volvió a ser contratado por ningún otro equipo.