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Trauma craneal
from Revista Salud 2020
by eltiempo
UN ASESINO EN LAS CALLES
El día 15 de febrero del año en curso recibí una perturbadora llamada telefónica en horas de la madrugada, provenía de uno de los centros de salud en donde presto mis servicios, el mensaje era confuso; entre el ruido ambiental y la mala recepción telefónica, sólo atendí a escuchar que se requería de mi presencia en el hospital con carácter de urgencia. Salí apresuradamente de mi casa con el sueño aun marcado en los ojos; a la distancia destellaban vívidamente las luces de las ambulancias, que contrastaban armoniosamente con la oscuridad de la noche, en las afueras de la sala de urgencias el ambiente era tenso, algunas mujeres lloraban, mientras que unos jóvenes, con las ropas ensangrentadas, ofrecían declaraciones las autoridades; la consternación y la confusión ceñían el cuerpo de todos los presentes como un uniforme, como un distintivo. Al entrar a la sala de urgencias el gran reto saltó a mi encuentro, se trataba de un hombre joven, no mayor de 30 años de edad, quien había sido víctima de un aparatoso accidente de tránsito, y ahora yacía, cual largo era, sobre la mesa de reanimación en estado de coma; presentaba múltiples heridas y laceraciones en diferentes partes del cuerpo, sangraba profusamente por los oídos y por la nariz, y su rostro estaba severamente desfigurado; se realizó inmediatamente un estudio de imagen cerebral (tomografía), donde se evidenciaron múltiples fracturas en los huesos de la cara y del cráneo, y como si esto no fuera suficiente, un extenso coagulo de sangre estaba creciendo activamente en el interior de su cerebro y amenazaba de forma agresiva con llevarse aquel paciente del mundo de los vivos.
De forma inmediata, contra el reloj y contra todo pronóstico llevamos al paciente a sala de cirugía con el objetivo de detener la hemorragia cerebral y remover el coagulo; fue una cirugía rápida, abreviada debido a su baja presión arterial y a su estado crítico, un amplio fragmento del cráneo tuvo que ser retirado a fin de acomodar la masiva hinchazón del cerebro, los objetivos de la cirugía se cumplieron a cabalidad, pero su cerebro había sido severamente lesionado, lo cual reducía sus probabilidades de recuperación a cifras muy modestas. Trasladamos al paciente, ya operado, a la unidad de cuidados intensivos donde recibió el abrazo de un calificado grupo de profesionales y todo un arsenal tecnológico, aunque nuestras expectativas respecto al futuro de aquel joven, distaban mucho de ser optimistas.
Aquella noche de sábado, entre las cervezas y la gasolina, aquel joven se topó de frente y sin aviso con el ”comedor de hombres, constelado de muertes, wangol del cementerio y del trueno” a quien los médicos llamamos TRAUMATISMO CRANEAL SEVERO, el cual había venido para reclamar su vida.
El trauma craneal es una grave amenaza para la salud pública, una epidemia silente que cada año cobra miles de vidas y relega a otras tantas a la discapacidad parcial o total. Cada año 69 millones de personas sufren un trauma craneal por diferentes causas, y de estas 1.2 millones morirá, actualmente el traumatismo craneal ocupa el lugar número 9 entre las principales causas de morta-
lidad a nivel mundial y, de acuerdo a las proyecciones estadísticas de la Organización Mundial de Salud, para el año 2030 ya ocupará el quinto lugar. Prefiere a varones jóvenes entre los 15 y 45 años de edad, los cuales constituyen la mayor parte de la fuerza laboral y de la población económicamente activa. En el célebre texto de Neurotraumatologia de Rubiano se establece una relación inversamente proporcional entre el producto interno bruto de las naciones y su incidencia de traumatismo craneal, de manera que mientras más pobre es la región sus números serán mayores, esto profundiza aún más la crisis, ya que el TC no es solo una problemática de salud que genera altísimos gastos económicos, sino que también merma, de forma temporal y otras veces permanente, la capacidad del individuo para generar riquezas. Por concepto de hospitalizaciones, cirugías, manejo de lesiones asociadas, complicaciones, cuidados intensivos, programas de rehabilitación física y neurocognitiva en pacientes traumatizados el estado dominicano gasta anualmente un promedio de 700 millones de dólares (más de 40 mil millones de pesos) de acuerdo a declaraciones emitidas hace algunos años por el entonces Ministro de Economía Planificación y Desarrollo Temisocles Montas. En la República Dominicana, según el Informe Mundial sobre Seguridad Vial publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2015, se estableció una tasa de muertes por siniestros viales de 29.3 por cada 100 mil habitantes, es decir, casi 3 mil fallecidos, lo cual coloca a la Republica Dominicana como líder regional y mundial en muertes por accidentes. El 70% de los accidentes de tránsito en República Dominicana, corresponde a jóvenes y con mayor frecuencia a conductores de motocicletas. Mientras que los acompañantes y peatones representan la otra mitad de los casos involucrados en el choque, según el estudio “Traumatismos y Lesiones por Accidentes de Tránsito en República Dominicana, 2010”.
De acuerdo a datos publicados en los Registros administrativos de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre, los accidentes de viales mortales son 4.5 veces más frecuentes entre hombres en comparación con sus contrapartes femeninas, y el día de la semana en el que más muertes se producen son los días lunes. El Dr. Alejandro Soto, Subdirector del Hospital Traumatológico Ney Arias Lora, declaro que el 85% de los paciente accidentados que reciben en este centro de salud son motociclistas y que dentro de las lesiones que padecen el 90% corresponden a traumas craneales, muchos de ellos requieren de unidades de cuidados intensivos con costos diarios que sobrepasan los 70 mil pesos y entre los sobrevivientes un 20% quedan con algún grado de discapacidad, la primera causa de muerte entre los motociclistas accidentados es el trauma craneal. Quizás el dato más triste de toda esta narrativa es que la mortalidad relacionada con los accidentes de tránsito y traumas craneales es prevenible en más del 90% de las veces, simplemente acatando las normativas expresadas en las leyes: Evitar el exceso de velocidad, utilizar el casco protector, respetar las luces del semáforo, no admitir más de un acompañante en las motocicletas, evitar el uso de bebidas alcohólicas y no utilizar el celular. Sólo el uso del casco ha demostrado disminuir la severidad de las lesiones craneales en un 70% y bajar los índices de mortalidad en más de un 40% de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud; sin embargo, en nuestra república Bananera, el 85,9% de los motociclistas accidentados no usaban el casco al momento del siniestro, de acuerdo a una investigación realizada por el Dr. Lizardi de la Cruz et al.
Nos enfrentamos a un monstruo que desangra nuestra sociedad y se lleva lo mejor de nosotros, esto se traduce en años de vidas perdidas y familias siniestradas que jamás volverán a ser las mismas. Es menester promover la educación, la responsabilidad y el apego a las leyes, y por otro lado, desarrollar programas agresivos de educación vial con un impacto mediático equivalente al utilizado para promocionar a figuras políticas o bebidas alcohólicas.
Luego de 15 días en cuidados intensivos, ventilación mecánica y soporte vital, 10 días más de hospitalización, dos cirugías, y años de terapia física, neuropsicológica y de habla, nuestro paciente finalmente volvió a su familia y a su trabajo con mínimas secuelas, el comedor de hombres y constelado de muertes no pudo reclamar su vida, pero esta suerte privilegiada no es para todos, pues cada 24 segundos en algún lugar del mundo, alguien muere producto de algún accidente vial con el consiguiente trauma craneal.
LA CUARENTENA PUEDE AFECTAR
Ante la situación actual generada por la pandemia de COVID-19 y las medidas establecidas por los organismos oficiales, la salud mental y emocional de niños y jóvenes puede verse afectada.
Es un gran desafío para los padres tomar las medidas adecuadas para minimizar el impacto psicológico.
CADA NIÑO Y ADOLESCENTE REACCIONA DE MANERA DIFERENTE A LAS SITUACIONES DE ESTRÉS
La cuarentena puede traer consigo diversas emociones en niños y adolescentes de todas las edades. Tras una reacción inicial de posible entusiasmo por la suspensión de las clases, puede empezar el aburrimiento, la ansiedad, el enojo, la incertidumbre, la tristeza.
Pero no todos los niños experimentan la misma tensión ante la crisis, dependiendo de su edad y de su experiencia antes del encierro. En este sentido, es probable que un bebé acostumbrado a un ambiente limitado no note la diferencia. El problema aparece en los que ya iban al jardín/colegio y deben enfrentarse a cambios abruptos en sus vidas: ruptura del contacto con sus compañeros y maestros, nuevas modalidades de aprendizaje, suspensión de eventos. IMPACTO DEL AISLAMIENTO PREVENTIVO OBLIGATORIO
Los psicólogos Mireia Orgilés y José Pedro Espada, profesores de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de la ciudad de Elche, coordinaron el primer estudio en España para examinar por primera vez el impacto emocional de la cuarentena en niños y adolescentes de Italia y España. Participaron 1.143 padres de niños de entre 3 y 18 años, respondiendo un cuestionario online en el cual informaron cómo el encierro en el hogar había afectado a sus hijos.
El 85.7% de los padres percibieron cambios en el estado emocional y el comportamiento de sus hijos durante la cuarentena. Los síntomas más frecuentes fueron: dificultad para concentrarse (76,6%), aburrimiento (52%), irritabilidad (39%), inquietud (38,8%), nerviosismo (38%), sensación de soledad (31,3%), inquietud (30,4%) y preocupaciones (30,1%).
Como era de esperar, los hábitos de los niños cambiaron durante el aislamiento. Antes de la cuarentena, solo el 15% de ellos usaba pantallas (iPad, computadoras, teléfonos celulares) más de 90 minutos al día, frente al 73% durante la cuarentena. El sedentarismo también aumentó, ya que antes de la cuarentena el 66% de los niños practicaba actividad física al menos 60 minutos al día (tiempo que recomienda la OMS), mientras que durante la cuarentena tan solo el 14% superó ese tiempo.
BRINDE APOYO A SU HIJO DURANTE LA CUARENTENA
Frente a la situación de aislamiento social, UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) preparó algunas recomendaciones para los padres:
R eforzar la comunicación con los hijos. Al igual que las personas adultas, es normal que los niños sientan ansiedad, miedo o tengan dudas ante algo que no conocen. Por eso es vital escucharlos y animarlos a que expresen sus miedos, así como dedicar tiempo a aclarar sus dudas en un lenguaje que puedan entender y sin engaños. También es importante ser pacientes y permanecer en calma, ya que si las personas adultas están ansiosas o en pánico, este estado va a ser percibido y reproducido por los niños.
Reforzar las medidas de prevención integrando a toda la familia. En todo momento asegurarles que todo irá bien, y que además de quedarse en casa, su familia está tomando las medidas necesarias para evitar el contagio. Aprovechar para reforzar las medidas de prevención.
R educir la exposición de niños y adolescentes a información falsa o alarmista. Conversar con ellos sobre el coronavirus de acuerdo con su edad, remitiéndose solo a la información verificada de fuen
tes oficiales y aclarando dudas o malentendidos. Controlar el acceso a noticias, videos e imágenes sensacionalistas que puedan afectarles negativamente. No hacer comentarios alarmistas frente a ellos. Reforzar el vínculo afectivo con sus hijos. Recordarles en todo momento lo mucho que los quieren. Integrar actividades familiares y juegos para unir la familia y liberar el estrés. En lo posible, hacer juegos incluyendo a todos los miembros de la familia y utilizar el arte y la creatividad para fortalecer la comunicación, los vínculos afectivos y estimular el desarrollo en los más pequeños. No importa la edad, el juego libera las tensiones y une a la familia. Promover la realización grupal de aquellas actividades y hobbies que a sus hijos les guste, por ejemplo: pintura, baile y coreografías, cocina, lectura, películas y series, juegos de mesa, etc. Tomar medidas para prevenir la violencia en el hogar. Los niños y adolescentes deben contar con un ambiente familiar seguro y sin violencia, mucho más aún durante una situación de inseguridad generalizada por la pandemia. Aunque en algún momento, por el estrés del confinamiento, los niños puedan estar alterados, es responsabilidad de padres, madres y cuidadores mantener siempre la calma y evitar reacciones violentas contra nuestros hijos e hijas, como gritos, golpes, amenazas o cualquier otro tipo de castigo físico o emocional. • A segurar la comunicación y vínculo afectivo con familiares. Recordarles lo importante que es respetar la distancia física de otros familiares que no viven en casa para evitar el contagio, especialmente de las personas mayores. Es importante mantener la comunicación virtual frecuente con los abuelos, tíos y otros familiares. • M antener la comunicación y vínculo afectivo con los amigos. Para los niños y adolescentes es fundamental mantenerse conectados con amigos y compañeros de estudios. Muchos de ellos se comunican a través de las redes. • Ac ordar rutinas en el hogar para y con toda la familia. Es importante que entre todos los integrantes de la familia acuerden rutinas, horarios y espacios de la casa para que se puedan ordenar las actividades individuales y grupales durante los días de cuarentena. • P romover la actividad física y evitar la sobreexposición a las pantallas. No permitir que los niños y
adolescentes pasen todo el día conectados a las pantallas. Proponer y acordar en familia nuevas rutinas para asegurar el tiempo de estudio, de interacción familiar y de actividad física en la casa, tan necesarias para mantener un buen estado de salud física, mental y emocional.
ESTÉ ATENTO A LOS CAMBIOS DE CONDUCTA DE SU HIJO
Los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de los Estados Unidos aconsejan prestar mucha atención a los siguientes cambios de comportamiento: Llanto o irritabilidad excesiva.
Regresión a comportamientos ya superados (lloriqueos, no llegar al baño a tiempo, orinarse en la cama).
P reocupación o tristeza excesiva.
H ábitos de alimentación o sueño poco saludables.
Irritabilidad y «berrinches» en adolescentes.
Problemas de atención y concentración. Ab andono de actividades que antes disfrutaba. Dolores de cabeza o dolor corporal sin motivo. Consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias.
Recuerde que la situación actual no va a durar para siempre, tuvo un inicio y va a tener un final.
Mientras tanto, preserve la salud mental y emocional de sus hijos siguiendo las recomendaciones sugeridas.