Suplemento_Especial_Roberto_Romero

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ROBERTO ROMERO

Solo un homenaje a un luchador Una entrega especial de El Tribuno que intenta resumir, en 48 páginas, la vida de un salteño que marcó rumbos y dejó huellas

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o pretende ser este un suplemento autorreferencial de la vida de don Roberto Romero, aunque nos enorgullece mantener hoy, a 20 años de su muerte, el fuego sagrado: el espíritu desarrollista y su visión abierta a los cambios, plasmada no solo en las paredes de esta planta editorial, sino también en cada una de las páginas que se elaboran a diario. En ellas, el pensamiento se mantiene intacto, como hace tantos años, en la tarea irrenunciable de la defensa de los intereses de Salta y de los salteños, la actividad productiva, la generación de empleo genuino y el desarrollo armónico, bases esenciales -y no sólo declamativas- de una verdadera sociedad justa. Este procura ser un sincero homenaje a quien convirtió a El Tribuno en uno de los principales diarios de la República Argentina y puso la misma pasión para conducir a la provincia a un destino de inclusión social y mejor calidad de vida para sus habitantes. La historia demuestra, tal como se verá reflejado en estas páginas, que su figura es recordada con respeto, aún entre quienes fueron, en algún momento, sus adversarios políticos y “nunca enemigos” como el propio Romero aclaraba una y otra vez ante quien quisiera escucharlo. Su vida pública, plena de iniciativas y desafíos, junto a su arrolladora personalidad, desataron pasiones en los extremos del sentimiento humano. Pero él siempre tuvo una actitud democrática, plural y tolerante, incluso frente a sus más férreos detractores. La vocación dialoguista fue su llave maestra para abrir las puertas del consenso en una sociedad fracturada y devastada por el terrorismo. Estas páginas tampoco aspiran a ser un recuento histórico de su vida política, sino un intento para mostrarlo en su forma más auténtica: Romero con su familia, en su niñez y en su juventud, con sus amigos, sus proyectos, sus colaboradores en el Gobierno y su relación con la gente.

Por su infatigable iniciativa, hoy se reconocen en Roberto Romero méritos de gestión del Estado, pero indefectiblemente la historia también demuestra que hubo un fervoroso entramado social, un acuerdo, un pacto solo de palabra, pero de profundo compromiso con la gente más humilde. El valor de una promesa suya tomó dimensiones inconmensurables ante las personas que buscaban una ayuda con desesperación, sea en materia de vivienda, trabajo o salud. Sabía Romero, desde temprana edad, que la pobreza está llena de humillaciones para la dignidad humana y de allí su inclinación por los más desposeídos. Su mirada realista sobre el espacio y los tiempos fue el camino que muchos siguieron para romper los círculos generacionales de pobreza. Roberto Romero tuvo siempre una actitud democrática, plural y tolerante, incluso frente a sus más férreos detractores. La vocación dialoguista fue su llave maestra para abrir las puertas del consenso

Hoy, toda esa gente lo recuerda con fervorosa memoria y lo reinstala permanentemente en la figura de los más necesitados, en niños con hambre, en enfermos, en ancianos abandonados. Este pacto con la sociedad lo llevó a tomar contacto con personalidades de talla mundial como el papa Juan Pablo II y líderes políticos como Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín, solo por mencionar algunos. La activa vida pública de Roberto Romero dejó enseñanzas y anécdotas entre sus amigos y colaboradores, que siempre son motivo de gratas evocaciones, como también lo exponen estas páginas. Leal con sus amigos en la misma forma que con sus adversarios; demócrata; comprometido con los más humildes; tenaz y optimista emprendedor; frontal. Así fue Roberto Romero. Para él, este homenaje.


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Un hombre de su tiempo Roberto Romero vivió la política con el mismo espíritu con que construyó sus empresas. Como hombre de negocios fue un innovador; como gobernante, alguien convencido de que el futuro puede ser mejor que el presente.

FRANCISCO SOTELO Jefe de redacción, Diario El Tribuno

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ace veinte años, Salta despedía a Roberto Romero, un empresario exitoso que se volcó a la política para aplicar desde el gobierno su experiencia y su voluntad transformadora. La historia muestra que fue uno de los salteños más importantes del siglo veinte. Los hombres públicos, cuando se destacan, siempre despiertan amores y rencores; sin embargo, no se puede apreciar a través del cristal de las pasiones la verdadera proyección de un hombre y de una época política. Romero era un convencido, y lo repetía siempre, de que nadie disfruta de la prosperidad personal en una provincia donde a mucha gente le falta lo esencial. Ese principio se observó en la prioridad que otorgó,

desde el primer momento de su gestión, a la ampliación de la oferta educativa y a la construcción de un sistema vigoroso de atención primaria de la salud. Decenas de escuelas primarias y secundarias y la creación del Bachillerato Salteño Para Adultos fueron el reflejo del proyecto educativo, mientras que centenares de agentes sanitarios recorrían la provincia, aplicando una estrategia preventiva. Ese fue el rasgo notable de su política de inclusión social. Como empresario, Roberto Romero creía en el protagonismo del sector privado para la generación de riqueza y empleo, pero pensaba que el Estado debía impulsar proyectos y crear infraestructura para estimular a los inversores. Como político, apostaba al pluralismo. Fue una de las personas con menos prejuicios ideológicos ni de ningún otro tipo que haya conocido

la política de nuestra provincia. Luego de cada victoria política, su reacción fue la de sumar al adversario para la construcción colectiva. En el caso de las luchas internas, incorporando a la minoría a la tarea de gobierno; en las elecciones generales, manteniendo un diálogo respetuoso. Pero, por sobre todas las cosas, RoRomero fue un hombre del siglo XX, nacido entre las dos grandes guerras, quien desde adolescente fue testigo del cataclismo filosófico, político y moral que detonó en el mundo durante los años cuarenta.

mero era un salteño enamorado de su provincia y de la región, y absolutamente convencido de que la Argentina solo podrá alcanzar el desarrollo en la medida que cultive el espíritu federal. El Norte Grande, uno

de los más importantes proyectos estratégicos que compartieron nuestras provincias, trataba de unir las fuerzas de todas para fortalecer la integración regional. Romero fue un hombre del siglo veinte. Forjó su pensamiento político en el modelo del Estado de bienestar y así delineó sus objetivos, contrapuestos a la tradición conservadora. Le tocó gobernar en los años ochenta, cuando la crisis de la deuda externa y del déficit hacían estragos en todo el país. Fueron los años previos a la caída del Muro de Berlín, al primer bombardeo sobre Bagdag y, sobre todo, anteriores a la ilusión de un “nuevo orden mundial” inspirado en el ultraliberalismo económico y el decisionismo político. Romero nunca hubiera comulgado con el Estado ausente de los años ‘90, ni con el Estado asistencialista de esta era de la mágica soja.

El aceptaba las soluciones habitacionales pero prefería los planes de vivienda y los créditos hipotecarios. El creía en la asistencia social, pero prefería generar trabajo en lugar de dar limosnas. La historia lo juzgará como a un hombre de su tiempo. La seudohistoria, que es más fácil de leer, tratará de deshumanizarlo. Sus contemporáneos, amigos o adversarios, lo recuerdan como un político lleno de energía transformadora que invitaba a todos a sumarse al proyecto colectivo, sin preguntar si eran exradicales, trotskistas o peronistas de la ultraderecha. Los documentos, tanto los de sus años de empresario como los de gobernador, exhiben una voluntad de acción y una mirada de futuro capaces de afrontar cualquier obstáculo. Algo es comprobable: todos los que lo conocieron de cerca tienen de Romero un buen recuerdo.


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ROBERTO ROMERO Roberto Romero con su esposa, Elena Di Gangi, y algunos de sus hijos y nietos.

Un paseo en familia durante su niñez. Al lado, Roberto Romero a los dos años.

“Desde chico tuvo ese don de mando” De entre los recuerdos de su hermana Nelly surge un niño muy inquieto y visionario. oberto Romero nació el 22 de octubre de 1927 y pasó la infancia en una pequeña finca familiar. Allí trabajó y dio sus primeros pasos como comerciante. Estudió luego en el Colegio Nacional y desde muy joven se dedicó a la activi-

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dad empresaria. Entre otras cosas, fue agente inmobiliario de Jorge Decavi y Bernardino Biella. A los 22 años se casó con Elena Di Gangi. Nélida Margarita Romero recordó a su hermano mayor con estas pala-

bras: “Nosotros vivíamos en La Pedrera, a unos 7 kilómetros del centro, en una finca.Eramos pobres,pero viviendo en el campo nunca nos faltó nada. Criábamos algunos chivitos para vender, gallinas, huevos, leche, en fin, teníamos prácticamente todo

lo que hace falta para vivir. Esa casa se conserva todavía, la compró la familia López Cabada. Pero he visto con sorpresa hace unos pocos días, en el diario, avisos sobre una futura urbanización con todas las comodidades. Parece que va a ser un complejo tipo country. Hace como un año fuimos con una de mis hermanas de visita a la casa y la familia propietaria fue muy amable, y nos permitió entrar. Nos mostraron toda la casa, que, por supuesto, está totalmente modificada. Pero mi hermana no pudo aguantar el llanto, de la emoción, y me pidió que no la lleve más. Es que allí quedaron recuerdos muy fuertes de toda la familia y, en especial, de mi hermano Roberto,nuestra infancia,todo”. Inquieto y travieso “Desde chico Roberto fue muy inquieto, emprendedor, era un líder nato, siempre quería hacernos notar su

Realmente, de mi hermano tenemos los mejores recuerdos las tres hermanas. El era el mayor, luego venimos las mellizas (Yola y Nely) y por fin Nina, la menor. Este año cumpliría 86, me llevaba cuatro.

condición de varón y de jefe. Claro, éramos tres mujeres más chicas y de eso se aprovechaba un poco. Recuerdo que varias veces se subía a caballo y comenzaba a perseguirnos a la vuelta de la casa y de los árboles del patio, hasta que mi mamá salía al escuchar los gritos y le pegaba una buena paliza con la escoba para que dejara de molestarnos. Pero nunca nos hizo daño, era, simplemente, una forma de divertirse simulando que nos perseguía de a caballo. De hecho, desde entonces, mi mamá le puso ‘cacique’ de apodo, porque siempre decía que nosotras le teníamos que obedecer”.(Risas).


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“Cumplió todas la promesas que le hizo a nuestra madre” Nelly Romero desgranó recuerdos tristes y alegres, y una eterna admiración hacia su hermano mayor. Además, destacó la adoración que él sintió por su madre.

Un anécdota triste que recuerdo fue una vez cuando una de mis hermanas se enfermó y mi madre y él la cargaron 7 kilómetros para traerla al hospital. Y de vuelta, eran otros 7 kilómetros que caminar hasta la casa. Me acuerdo que contaron que había pasado un camión y mi mamá le hizo señas para que los levantara y los acercara hasta la casa, pero el chofer no detuvo su marcha. Al ver llorar a mi madre, desconsolada y exhausta, Roberto la abrazó y le dijo, siendo un muchacho de 12 años:‘No se aflija, mamita, y no llore más. Cuando yo sea grande voy a tener auto y la voy a buscar para llevarla a pasear y a hacer todo lo que a usted le haga falta’. Y cumplió al pie de la letra, porque Roberto tenía adoración por mi mamá. A medida que fue progresando en la vida, más y más le daba a nuestra madre y a nosotras mismas, hasta que mi mamá falleció, hace ya muchos años. Es que nuestra madre fue una matriarca que nos obligaba a hacer todas

Arriba: Una imagen de la juventud. Al medio: Con sus hermanas mellizas, Yola y Nelly. Roberto Romero con la banda de gobernador, junto a su padre, don Bautista.

las cosas de la casa, estudiar y tener nuestra ropa,juguetes y todo lo de cada uno en perfecto orden”. A la escuela, en bici “Recuerdo que Roberto la traía en bicicleta a la menor de mis hermanas hasta la escuela y todos las tardes volvía a buscarla.Cuenta ella que durante el viaje le tomaba las tablas de multiplicar y si no sabía la bajaba de la bici y la hacía caminar unas cuadras como reprimenda. Otra de sus diversiones era obligarnos a tirarnos de la hamaca del algarrobo, cuando él gritara ‘tres’, a un cajón de arena que había en el patio.Y nosotras, como tontas, le hacíamos caso en todo y nos divertíamos mucho entre los cuatro. Esto lo cuento para decir que siempre tuvo ansias de mando y era un visionario total. Siempre dijo, desde que yo me acuerdo, que cuando fuera grande iba a tener mucho dinero. Así fue que,a pesar de ser pobres,vivimos un infancia muy feliz,vivida sanamente y en familia. “Por otra parte,recuerdo que sus ju-

guetes muchas veces fueron una lata de sardinas con ruedas de madera tirada por un piolín y para nosotras nos hacía zancos, con dos palos de escoba a los que les clavaba unos taquitos de madera; nosotros les llamábamos cancanas”. Trabajador incansable “Dando muestras de su espíritu emprendedor, a los 18 años comenzó a traer pan en canastos y quería venderles a los policías, pero se dio con un comisario que no quería dejarlo entrar. Entonces compraba unas masas y se las dejaba al comisario en su escritorio. Santo remedio: pudo entrar todos los días y en un ratito vendía todo. Al poco tiempo teníamos una pequeña sucursal de panadería en la calle Santiago del Estero. Para atenderla se levantaba al alba y al mismo tiempo iba al Colegio Nacional, donde muchas veces el rector le perdonó la vida, porque se quedaba dormido en el banco. Hizo muchísimos sacrificios. Su vida fue trabajo y más trabajo”.

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Roberto Romero, el periodista El exsubdirector de El Tribuno, Carlos Vernazza, describe la personalidad de quien convirtió al diario en uno de los más importantes del país. Destaca la capacidad de Romero para mirar más allá de los límites.

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ue más que insólito mi primer contacto con Roberto Romero. Llevaba nueve años trabajando en el diario y nunca había hablado con él. Jamás. Un día, cuando El Tribuno ya estaba instalado en Limache, una de sus secretarias me llamó para decirme que el director quería hablar cuanto antes conmigo. El encuentro fue en Zuviría 20, donde funcionaba una redacción menor que solo trataba las noticias locales. De más está decir que la citación me sorprendió. ¿Por qué él querría hablar con alguien al que nunca había tratado? En ese entonces, yo era vicerrector del Instituto Franciscano Gabriel Tommasini. Tenía 36 años y fui lleno de incógnitas. Romero, que no era de dar vueltas, se adelantó:“No te conozco, jamás cruzamos una palabra, pero me contaron que te gusta leer y viajar.Además, que no sos salteño”. No hizo falta preguntarle el porqué de la situación, sino que, a boca de jarro, me dijo: “Te llamé porque quiero que seas el nuevo jefe de redacción”. Yo, asustado, le dije que ocupaba el cargo en San Francisco -dirigido por el querido Honorato

Pistoia- y que, además, no tenía ninguna experiencia para una jefatura. Me dijo que eso no le importaba, sino que lo preocupaba una sola cosa: “Tengo miedo, por tu forma de ser, que los viejos de la redacción te pasen por encima”. Asustado, le pedí 24 horas de plazo para contestarle pues estaba más que sorprendido por su ofrecimiento y además no podía dejar, de un día para el otro, “Acepté ser jefe de redacción y lo primero que hizo Romero fue enviarme durante cinco semanas a Buenos Aires para que presenciara en cinco diarios, cómo se trabajaba en los grandes medios nacionales”.

mi cargo de vicerrector. Volví al Instituto, a dos cuadras y media, y cuando llegué, Honorato, que ya me esperaba en la puerta de Lerma 46, espontáneo como buen italiano que era, se lamentaba: “¡Ah, Carlos! Te has dejado convencer por Romero”. Entonces le pregunté cómo sabía, si habían pasado cinco minutos de aquella reunión. Y el

hombre del Lazio confesó que Romero ya lo había llamado para anunciarle que “iba a robar a su vicerrector”. “Y vos sabés -agregó Honorato-, yo no puedo competir con el sueldo que te ofreció”. Al día siguiente acepté ser jefe de redacción. Y lo primero que hizo Romero fue enviarme durante cinco semanas a Buenos Aires para que presenciara, desde la redacción de cinco diarios diferentes, cómo se trabajaba en los grandes medios nacionales. Fue una experiencia inolvidable, pues en todos los casos pude participar, como oyente, en las reuniones de tapa. Su obra como editor La presentación anterior, que puede parecer presuntuosa y egoísta, la cuento para demostrar el poder de decisión que tenía el exgobernador. Que mostró, con hechos, su iniciativa desde la lejana Salta. En 1967, El Tribuno fue el primer diario argentino impreso totalmente en offset. Antes, en 1962, fue uno de los fundadores de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) e integró la Comisión Directiva de ADIRA (Asociación de Diarios del

Interior). Formó parte del Consejo Directivo de Papel del Tucumán, y pocos años después fue el fundador y presidente de la agencia Noticias Argentinas. A los periodistas nos dio otro golpe de efecto cuando en 1974 decidió, ante la sorpresa generalizada de quienes estábamos instalados cómodamente frente a la plaza 9 de Julio, el traslado a 9 kilómetros, a un complejo de 10 mil metros cubierEn 1967, El Tribuno fue el primer diario argentino impreso totalmente en offset. Formó parte del Consejo Directivo de Papel del Tucumán y fue el fundador y presidente de la agencia Noticias Argentinas.

tos. El lo había visto en diarios de Estados Unidos, y fue un pionero en esa decisión. A pesar de nuestras quejas. Hubo más: El Tribuno se dio el lujo, gracias a su implacable poder de decisión, de abrir una agencia en Buenos Aires que tuvo nueve periodistas, fotógrafos y personal administrativo, nada menos que dentro

del edificio de la Prensa Argentina, del cual fue uno de sus impulsores. El Tribuno ocupó uno de sus pisos, y desde allí escribieron James Neilson, Osiris Troiani y Julio Ernesto Vila, entre otros. Como si esto fuera poco, El Tribuno, que en esos momentos era el quinto diario provincial en ventas, decidió designar tres corresponsales en Europa: Luciano Tanto en Roma, Gregorio Caro Figueroa en Madrid y Daniel Isa en París. Todo un lujo, y una admiración (y una lógica envidia) de parte de tantos otros medios argentinos. Conectado con todos Lo demás, su actuación política, es muy conocida como para reiterarla aquí. Solo quise ocuparme del editor, del impulsor del Ateneo Cultural, de aquel que sentía la necesidad de conectarse con todos los barrios, por supuesto hasta el más humilde, y así llegar a quienes llamaba “los desprotegidos”. Tanto entusiasmo dio sus frutos. Tal es así que, a comienzos de la década del 80, El Tribuno vendía más de 50 mil ejemplares dos o tres veces por semana.

A la izquierda, la antigua máquina Chemco, para tratamiento de fotografías. Arriba, revelado de chapas.


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Simples buenos recuerdos Dos anécdotas en la vida de Roberto Romero en la pluma de su amigo Salum Amado

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uando me pongo a escribir sobre don Roberto Romero a 20 años de su muerte, tengo que pensar un rato para asumir el paso de tanto tiempo. Lo conocí cuando El Tribuno se hacía en la vieja casa de calle Deán Funes, primera cuadra, con linotipos, olor a plomo y la incorporación de dos teletipos que recibían la información de las agencias. Pasó mucho tiempo, no puedo precisar cuánto,antes de que se trasladara al edificio en el cual funciona el Hotel Victoria Plaza, donde don Roberto Romero incorporó el sistema offset color y otras maravillas de la tecnología editorial para los medios gráficos. Después vino el traslado al complejo de Limache. Actuó siempre

con interlocutores diversos y poseía una “oreja” enorme. De los que me acuerdo, Martinotti, Fenández Dorré, Mario Ghbara (el Mudo), Lucio Paz Pose, Hugo López Tanco, Dib Ashur, Luis Giacosa (padre) Santiago Torrego, Ricardo Falú,Víctor Martorel, Luis Adolfo Saravia (Obiche), Emilio Cantarero (el Gallego), Pajarito Velarde, Tomás Mena (Tombolito) y otros que escapan a mi memoria. Su talento emprendedor lo llevó a incursionar en áreas ajenas: campeonato de fútbol infantil, Boxeo de los Barrios, Festival Latinoamericano de Folclore y otros que fueron expandiendo la presencia de El Tribuno en la comunidad salteña. Después, desde Central Norte, desembarca en el

mundo del fútbol para luego a reincursionar en política dentro del peronismo. Digo reincursionar pues Romero ya había participado activamente de la UCR durante la La activa vida pública de Roberto Romero dejó miles de enseñanzas y anécdotas entre sus amigos y colaboradores, que siempre son motivo de gratas evocaciones.

gobernación de don Bernardino Biella. No me referiré a lo que fue su accionar político, sobre el cual podrían hacerlo o haberlo hecho, con pluma

más fina que la mía, Luis Giacosa (h) o bien Marelo O’Connor o Daniel Isa, estos últimos también fallecidos. Tampoco hablaré de sus enemigos, que los tuvo y algunos encarnizados. Nadie, que yo sepa, se acuerda de ellos ya. Me limitaré pues a relatar dos anécdotas de don Roberto que pintan una buena semblanza de su persona. La primera ocurrió en ocasión de una visita a una obra pública en ejecución. Se le acera uno de los infaltables paniaguados de la “comitiva” y le pregunta: “¿Por casualidad no tendrá, don Roberto, unas hojas de coca?”A lo que le respondió: “Por casualidad no; tengo porque compro”. La otra fue en un emprendimiento del cual habían llegado algunas quejas

por parte del personal. Romero no mandó a un ministro, sino que fue al lugar donde estaban los trabajadores y directivos en el helicóptero. Uno de aquellos ofició de lenguaraz y expuso el catálogo de las quejas. Al terminar de hablar, Romero preguntó si alguien más tenía algo que agregar a los dichos. Silencio total. Entonces saludó a todos, uno por uno, y se dirigió al helicóptero llevando del brazo al encargado. Con el otro brazo gesticulaba y ahí le dijo al oído: “Usted puede solucionar estos problemas. Ocúpese. Ahora haga como que lo estoy retando”. Pienso en la evocación de estos recuerdos,como un buen homenaje a la memoria del amigo muerto trágicamente.


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Como los mejores diarios del mundo

Arriba: Tomás Mena, Tombolito. Un periodista, símbolo de El Tribuno, que supo expresar la vida salteña con una mirada singular.

Roberto Romero asumió la dirección de El Tribuno el 10 de noviembre de 1957. Tenía 30 años y una personalidad templada con desafíos.

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ajo una línea de pensamiento siempre abierta a los cambios, se sucedieron los principales hitos de El Tribuno, como la instalación del primer sistema offset integral en el país,en 1967. El 2 de junio de 1967, El Tribuno había aparecido por última vez con su antigua vestimenta. Al día siguiente la gente arrebata el diario a los canillitas para ver el milagro. El 9 de junio de 1967 salió a la calle un suplemento de 112 páginas, incluyendo fotografías en color. Era la primera vez que un diario argentino se imprimía al nivel de los mejores del mundo. El ruido de las viejas linotipos cesó junto a la atmósfera ofensiva cargada de plomo. El nuevo sistema “frío” trajo rapidez, silencio, limpieza. Los cambios no se detuvieron en la presentación del diario, pues incluyeron también su contenido: comenzó a editarse El Tribunito, se sumaron

suplementos y notas especiales. Los cambios tecnológicos, periodísticos y de presentación, introducidos entre 1958 y 1968, definieron un claro período de consolidación del diario. Claro que la marcha no fue fácil. Sin embargo, en octubre de 1972 comenzaron a colocarse los cimientos del complejo editorial de Limache. Roberto Romero sostenía que “hay que seguir la tendencia observada por los periódicos en Estados Unidos y Europa: salir de las urbes para instalarse en zonas aledañas, con mayor espacio, luz y aire”. Presencia nacional El 3 de setiembre de 1973, El Tribuno se convirtió en socio fundador de la flamante agencia Noticias Argentinas, cuyo directorio presidió Roberto Romero desde fines de 1981. El 19 de abril de 1980 nació El Tribuno de Jujuy y el 18 de octubre de 2005 apareció El Tribuno de

Abajo izquierda: el antiguo montaje de negativos en fotomecánica.

Tucumán. El 1 de marzo de 1975 asumió la subdirección del diario Juan Carlos Romero, recién recibido de abogado en la Universidad de Buenos Aires, a los 24 años, quién profundizó la apertura del diario en una época difícil para la prensa. El 2 de noviembre de 1983, Roberto Romero dejó la dirección del diario para asumir como gobernador.

Dejó como director a Juan Carlos Romero, que se desempeña hasta el 20 de noviembre de 1986, cuando fue elegido senador nacional. El 21 de noviembre de 1986 asumió la dirección Roberto Eduardo Romero, desempeñándose en el cargo hasta los primeros meses de 2011, cuando asumen el actual director Sergio Romero y el subdirector Marcelo Romero.

Más tecnología El 30 de julio de 1987 comenzó la recepción por vía satélite de los servicios de las agencias noticiosas a las que estaba abonado El Tribuno (NA, Télam, UPI, ANSA, EFE, DPA, Tass y Prensa Latina). Se superó así el transporte terrestre de información cablegráfica. En 1989, la informatización trajo otra etapa con nuevos desafíos.

Más fuerte en el recuerdo Por Carlos Fernández Iriarte, exjefe de Redacción

Resulta bastante difícil hablar o escribir acerca de la personalidad de don Roberto Romero, empresario y político visionario, que no tuvo tiempo para enfermarse, porque cada día estuvo saturado de trabajo, de proyectos. Durante los 28 años que tuve la suerte de pertenecer a El Tribuno, su empresa periodística, lo vi transitar por los pasillos de la redacción, dinámico, infatigable, preocupado por los grandes temas, así como por los detalles más insignificantes. Si el hombre se mide por su capacidad para vencer obstáculos, él fue un maestro. En casi 40 años de ejercicio de este oficio de periodista, con sencillez y humildad, dos momentos marcaron a fuego mi vida: el día que llegó la infausta noticia de la muerte de Romero, lejos de su terruño, y el día que sus restos fueron ingresados al hall de la redacción en medio de un impresionante aplauso de los cientos de personas allí congregadas. Era el vibrante saludo a un lucha-

dor cabal, a un empresario sin parangón y a un periodista de estirpe. Después, a mí me tocó la triste misión, como jefe de redacción en ese momento, de atender los requerimientos del periodismo mundial, interesado en confirmar la muerte del ilustre salteño. Hoy, al cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte, pienso que él, por lo mucho que hizo, sigue entre nosotros,mucho más fuerte en el recuerdo. Don Roberto, emprendedor, infatigable empresario, político de una visión extraordinaria, era dueño de una férrea disciplina de trabajo y de una tenacidad ejemplar para llevar a término sus proyectos. Alma altruista, hizo culto de ayuda al prójimo y tuvo rasgos admirables. A despecho de ingratitudes, sembró el bien por el bien mismo, y estaba seguro de que “los enemigos se destruyen solos”. Sería redundante referirme en esta breve nota a su proficua labor como gobernador, legislador nacional,

empresario o dirigente político, pero sí hay rasgos que destacar en el marco de su condición de conductor del matutino. Jefe comprensivo y exigente al mismo tiempo, era capaz de demorar la salida del diario en busca de la primicia. Largas horas de vigilia compartía con sus periodistas cuando algún militar trasnochado asaltaba el poder o cuando las noticias, tergiversadas, llegaban desde los campos de batalla en Malvinas, o cuando el gobierno nacional de turno anunciaba importantes medidas. En todos los casos, su presencia en la redacción o en el taller del matutino era una especie de sismo. Todos se movían con inusual rapidez. Mi mayor admiración fue verlo pasar de la cumbre al filo del abismo con el paso sereno, con la sonrisa confiada del hombre que no entiende de derrotas. Nadie olvida los terribles años de las dictaduras. Por todo lo que hizo en bien de Salta y el país, Romero será recordado por siempre.


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Una semblanza de el diario El Tribuno El Tribuno nace en una época difícil, llena de incertidumbres, pero indiferente a la situación, marcó su línea desde el primer número. De la rotaplana al offset, pasando por las milanesas y el locoloco. Los primeros tiempos y los sueldos salteados. Un editorial, una revolución y una clausura. Los amigos de siempre y la época de la intervención. Un descuido que pudo cambiar el destino de una empresa. Los nuevos rumbos, la expansión y la S.R .L. la S.A , la primera asamblea y la casa propia. El fútbol infantil, Latinoamérica en Salta, los juegos vecinales y el Ateneo El Tribuno. El Museo Pajarito Velarde, la maquinaria más moderna. Algunos que se fueron”, destaca una especie de copete de la página número 3 del libro de los 20 años de El Tribuno, publicado el jueves 21 de agosto de 1969. Y esa pequeña introducción, contada con espíritu jocoso, pero no lejana a la realidad, brindaría un sorprendente calendario para muchos salteños, repasando -a través de las páginas del diario-, determinados momentos de su vida.

Lo que vendría luego Siguiendo en el estilo de introducción, podría sintetizarse lo que ven-

dría luego, cuando el diario empieza a incorporar una tecnología de punta que lo coloca en la vanguardia de la mayoría de los medios del interior. “Los 70, el período más doloroso y sangriento de nuestra historia reciente, la masacre de Palomitas, la Junta Militar,la restauración de la democracia, la aventura de Malvinas. Diego y

múltiples márgenes y en renovadas plumas, que además de docencia ejercieron con acierto la tarea de retratar parte de la vida provinciana. Ese cosmos tan particular y extremadamente celoso de los valores que nutren día a día el aura provinciano, es patrimonio exclusivo de los salteños.

Con una visión amplia, la empresa desembarcó en Jujuy, luego en Tucumán, con el mismo ideal periodístico de quienes lo crearon, pero con la experiencia de poder timonear diferentes escenarios.

Tombolito, un ícono Desde la columna de “Tombolito” en la última página del diario, hasta el logo, muy pocas veces modificado, más bien apenas retocado en la tipografía, muestran la tradicionalidad a lo largo de la historia. Inclusive se comenta, que muchas veces, importantes empresas quisieron pautar la página completa de la contratapa, pero a pesar de la insistencia, el dibujo que representa a Tomas Mena, con la nostalgia de su flequillo y la vieja máquina Olivetti, subsistió por décadas, aún a pesar de los embates empresarios. Algunas veces lograron su objetivo, pero cuando lo consiguieron, casi siempre fue producto de la necesidad informativa y entonces “Tombo-

la venganza en el Azteca, el Norte Grande, Roberto Romero recibe a su Santidad Juan Pablo II,Austral, bonos y pesos, la aparición de la computadora, los carnavales salteños, la modernización del aeropuerto El Aybal, El Milagro, el caso Rodríguez Laguens, la muerte de José Luis Cabezas, las momias del Llullaillaco. Otros que se fueron”, sin dudas, historias y más historias, que se suceden en

lito” debía ser buscado en las páginas interiores. En otras, el aviso era reducido a cuatro columnas, para que “la hora del cierre”, fiel como todos los días, brinde su particular enfoque de la provincia. Así sucedió hasta la muerte del recordado y querido Tomás Mena, el añorado “Tombolito”. Por todas las épocas El Tribuno nace en una época difícil, llena de incertidumbres, pero indiferente a la situación, marcó su línea desde el primer número: identificación con la comunidad, caracterizado por un espíritu pluralista y firmemente integrado con los valores de la democracia, la dignidad humana y el federalismo. Luego con una visión más amplia, la empresa desembarcó en las provincias de Jujuy, luego en Tucumán, sin dejar de lado el mismo ideal periodístico de quienes lo crearon, pero con la experiencia de poder timonear los diferentes escenarios políticos y económicos que se fueron sucediendo en el país y en el mundo.

A la izquierda, abajo: Romero recorre el sector de rotativas durante el montaje de la planta editorial en Limache.

A la derecha, en la foto superior: Con periodistas durante la inauguración de un estudio de radio. En la inferior: Las rotativas en pleno funcionamiento.


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Un ejemplo para jóvenes de orígenes humildes El exsecretario de redacción de El Tribuno, Oscar Luis Angel Ortín, cuenta cómo era la relación de Roberto Romero con los trabajadores del diario.

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oberto Romero es un ejemplo paradigmático para jóvenes de orígenes humildes. Aunque el nació en un hogar bien constituido, la situación económica no era muy próspera en su casa. Después de una serie de experiencias en pequeños negocios y luego en posesión del diario El Tribuno, su extraordinario despegar en el campo político y económico fue, francamente, notable. Recuerdo que todos los meses Roberto ofrecía un almuerzo a sus periodistas de El Tribuno, una docena de personas tal vez. Todos asistíamos de buena gana, éramos jóvenes, pobres y ansiosos. Ninguno teníamos -creo yo- el secundario completo, pero manejábamos, bajo sus directivas, un periódico aceptable. La reunión, entre chanzas y risas, solo aspiraba a averiguar andanzas de cuando él era joven. “Cuando era joven como ustedes mi mayor pasión era pensar en cómo hacer dinero, lo que no les vendría mal a ustedes”, nos decía don Roberto. También recuerdo que nos contaba: “Siempre tenía en mi lista todos los festejos patronales de la provincia. Me iba de pueblo en pueblo antes de que empiece la fiesta patronal para saber el número de habitantes, el nombre del intendente, la producción de la zona, la ubicación principal de las casas, las principales reyertas de las familias, para que no me mezclaran en ellas y todo lo posible para conocer un pueblo”.

No en vano Romero conocía muy bien a su provincia. Luego, en una camioneta, cargaba una olla grande de hierro, una cocina a querosén, una toalla y una lona que cubría un espacio de cuatro por cuatro. Llegado la fiesta, no escatimaba en hacerse amigo del intendente y de otras personas notables del pueblo. Por otra parte, preparaba un locro pulsudo o comidas de la región, cobraba barato los platos que servía, que aún así le dejaban un considerable monto de dinero. Equipo de luchadores Nuestra pasión por conocer su juventud empresaria era anhelante. Entre otras cosas, nos contaba que había formado un equipo de luchadores de cachascán, que peleaban en todos los pueblos de la provincia, eran peleas de “mentirita”. “Eso me dio fama y bastante dinero”, decía. El hablaba también de que había tenido una compañía de teatro y otras empresas más por el estilo. Fue un viajero infatigable. De todos sus viajes sacaba algo favorable. Si viajaba a España traía comino, azafrán y otras especias; de Italia, pañuelos y mantones. Toda esta actividad lo transformaba en un hombre de mucho requerimiento, un visionario. Su gestión como gobernador y senador nacional es por todos conocida. Su pasión latente por Salta y su gente me asaltan como un sueño recurrente.

Cantando zambas salteñas en medio de una feroz tormenta Son innumerables las veces en que recuerdo una visita de importancia que realizamos a San Ramón de la Nueva Orán y otras localidades de ese y otros departamentos del norte salteño, como parte de un programa de importancia en materia de publicidad por casas que entregaba El Tribuno, gratis, a los lecto-

Arriba: Romero y el exjefe de redacción Mario Ghbara, reciben a los ex gobernadores Ricardo Durand y Félix Remy Solá.

res que reunían cierto número de cupones. En esa oportunidad salíamos en un automóvil con el tiempo justo para visitar también la ciudad Tartagal y otros pueblos del departamento San Martín. Me acuerdo que durante ese viaje se desató una terrible tormenta,

A la izquierda: El inolvidable César Fermín Perdiguero. Abajo: El periodista Oscar Ortín.

como pocas veces había visto. Ibamos conversando sobre Salta y su gente en el auto, conducido por el mismo Roberto. A su lado iba César Fermín Perdiguero, yo estaba en el asiento de atrás. Hablábamos de la provincia, sus habitantes, las necesidades, los problemas, las posibles soluciones y el futuro, mientras la tormenta arreciaba con inusual furor. Ramas de árboles desprendidas que golpeaban los vidrios del auto,

relámpagos que de manera repentina iluminaban la cerrada la noche y Roberto Romero que manejaba a toda velocidad -creo que era su único modo de manejar- por el camino. De pronto empezamos a cantar zambas salteñas a grito pelado. Esta es una secuencia que me asalta constantemente, una de las postales de más de 30 años de recuerdos y anécdotas.


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La apuesta al progreso El director de Radio Salta y exjefe de Redacción de El Tribuno, Bernardo Rabinowicz, relata su experiencia junto a Romero en los primeros años de la democracia.

n diciembre de 1983 nuestro país comenzaba a dejar atrás la dictadura más corrupta y sanguinaria que conoció en el siglo pasado, cuando le tocó a Roberto Romero liderar la transición democrática en Salta. Electo gobernador constitucional, Romero se había preparado durante toda su vida para ejercer esa magistratura. Estaba dispuesto a dejar atrás el espíritu mezquino y sectario de la vieja política aldeana, abonada por antiguos odios y rencores, para renovarla con propuestas y acciones capaces de unificar a la mayoría detrás de un proyecto transformador y progresista. Hablaba de “la Nueva Salta”. Pero no era un hombre al que le agradara demasiado la retórica, o lo que hoy llamaríamos “el relato”. . Le gustaba explicar, sí, con abundancia de detalles y ante auditorios de cualquier condición social, a los que entusiasmaba, cómo llevaría adelante los proyectos que su administración se comprometía a ejecutar. Recuerdo que con un colega cubríamos, todavía en plena dictadura, el cierre de campaña de una de las listas que participaban en la interna peronista de la que saldría el candidato a gobernador para los comicios de 1983. En el acto de esa agrupación con la cual, además, simpatizábamos, uno de los dirigentes, con tono indignado, arremetió desde el palco diciendo entre otras cosas a la multitud: “¡..no venimos a prometer nada, no venimos a dar nada!”, en una clara alusión a Romero que, por el contrario, hablaba en sus actos de los proyectos que encararía si era elegido gobernador, en materia de vivienda, salud y educación. Entre la gente, un machadito de aquellos que, como algún perro, nunca faltan en los actos y desfiles, le gritó: “Entonces, ¡¿para que vienen?!”, lo que provocó la carcajada de algunos. El orador, lejos de amedrentarse, le replicó, ante los aplausos de los militantes: “¡Venimos a plantar la bandera de una patria justa, libre y soberana!”. Mientras que una familia que estaba a nuestro lado se alejaba lentamente del lugar, sin compartir la euforia de los militantes y al parecer poco convencida, mi colega me miró y me dijo:“Estamos perdidos”. Es que, en la plaza 9 de julio, Romero cerraba su campaña desple-

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Romero en Molinos. El entonces gobernador anuncia a la comunidad el proyecto de creación de un complejo hotelero.

gando gráficos donde explicaba cómo serían las viviendas que construiría si llegaba a la gobernación, prometía que se ocuparía de que los médicos no se comporten como aves de paso en los hospitales públicos, mientras privilegiaban a sus consultorios privados y aseguraba que la educación de los niños y la capacitación de los jóvenes estarían entre las prioridades de su administración. El 10 de diciembre de 1983, Roberto Romero subió por las escaleras de la Casa de Gobierno, en Mitre 23, dispuesto a cumplir sus promesas. Tenía 48 meses para hacerlo. Y seguramente amigos y adversarios coincidirían en afirmar que no perdió ninguno. Promesas y proyectos A pesar de su renuencia a explicitar teóricamente sus proyectos y de su desprecio por la retórica exagerada a la que tal vez consideraba una “pérdida de tiempo”, Romero, y lo saben quienes lo frecuentaron en su intimidad política, tenía concepciones estratégicas muy claras. Cuando en 1957 asume la dirección del diario El Tribuno, un editorial plasmaba la idea que lo acompañó durante toda su vida política y que se concretaría durante su gobierno, cuando los gobernadores del NOA y el NEA firmaron en el

Cabildo de Salta, en octubre de 1986, el acta de creación del Norte Grande. “Si Salta quiere salir de su aislamiento - decía - para defenderse mejor del centralismo, debe romper su cerrazón informativa y cultural. Queremos (desde El Tribuno) ser los portavoces de un regionalismo moderno e integrador”. Aseguraba también que “atrás seguramente quedará la sociedad patriarcal y retraída a su círculo. Que mandaba y tenía vasallos para obedecer”. Desde estas convicciones, Romero apostó a las posibilidades productivas que tenía la provincia en las áreas donde podía competir con mayores posibilidades: el desarrollo turístico, la modernización agraria y la expansión de la frontera agropecuaria, junto al impulso de la actividad minera sustentable. Cuero duro Siempre dijo que tenía el cuero duro, aludiendo al espíritu con que enfrentaba las injurias y calumnias de alto voltaje que le dedicaban sus adversarios. Frente a cada agravio, a cada injuria, a cada calumnia, respondía con una propuesta. Sabía que ese era el camino. A una sociedad canibalizada por los enfrentamientos y las mezquindades, anclada en el pasado, le ofre-

cía una propuesta de futuro. Reconocía como único adversario de su gobierno al espíritu quietista y conservador, enemigo del cambio y en consecuencia del progreso. Jamás respondía al agravio con agravios o a la injuria con injurias. No creía en la teoría de la “acumulación de fuerzas por la vía de la confrontación”. Pensaba que las divisiones contribuían solamente a perpetuar el atraso y la decadencia. Fue el primer gobernador que impulsó, el 18 de julio de 1984, un “Acta de coincidencia democrática”, incorporando a la iniciativa a sus colegas del NOA y NEA, quienes firmaron un compromiso de gobernabilidad con la administración nacional, anclado en banderas federales y en acuerdos sobre los instrumentos de coparticipación federal. Enfrentó duramente los intentos golpistas contra la administración de Raúl Alfonsín y llegó a sostener que un golpe militar implicaría, de hecho, la ruptura del Pacto Federal y en consecuencia pondría a la República a las puertas de una guerra civil, como lo dijo públicamente durante las sublevaciones militares de Semana Santa de 1987. La mirada de futuro Ya en 1985 creía que el etanol, uno de los mayores potenciales en biocombustibles que tiene hoy Brasil, brindaría posibilidades para el desa-

rrollo de una capa de medianos y pequeños productores agropecuarios de caña de azúcar, en el norte de la provincia, con cupo de molienda asegurada y vinculados al plan Alconafta. Esto promovería el surgimiento de una suerte de clase media agraria y una gran demanda de mano de obra. Para ello había que invertir en canales de riego y regular la utilización del excedente del agua que volvía al río Pescado, luego de regar las tierras del ingenio Tabacal. Romero soñaba. “¿Si uno no sueña en grande, como puede concretar los proyectos más chicos?”, decía en una reunión con un grupo de militantes de su partido en 1986, cuando se proponía construir un tren elevado que transversalmente y enlazándose con cochemotores urbanos y los colectivos, contribuyera a solucionar el tema del transporte entre la ciudad de Salta y el Valle de Lerma. Estuvo a punto de concretarlo, pero el plazo de 48 meses le puso un límite a su gestión, mientras el gobierno que lo sucedió, en vez de darle continuidad a las políticas de Estado, optó por volver a la vieja política de la confrontación, el agravio, los rencores y las venganzas ancestrales. También, sea dicho, a la vagancia y la ineficacia en materia de gestión. Pero esa es otra historia.


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Arriba: Semana Santa de 1987. Una multitud en la plaza 9 de Julio repudia a los “cara pintada”. Abajo, a la derecha: Reunión de todos los partidos políticos en Mitre 23, a la espera del desenlace de la sublevación. A la izquierda: Roberto Romero durante una ceremonia oficial, con su hijo Juan Carlos, por entonces senador.

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“Eramos los hijos del carbonero y del lechero” Vicente Fili, empresario, rememora su amistad con Roberto Romero, las vivencias de la niñez y los esfuerzos por superarse. sus 88 años,Vicente Fili sigue atendiendo su heladería de Sarmiento y Güemes. Su empresa es una de las más reconocidas de Salta y su figura es respetada por todos los que se acercan hasta el mostrador. “He trabajado toda mi vida, porque mi vida ha sido el trabajo”, aclara. “Con Roberto Romero fuimos amigos desde chicos. Cuando fuimos jóvenes era muy bueno, muy deportista.Y qué casualidad: mi madre era de Pettineo, de la provincia de Messina, en Sicilia, Italia, y con el padre de Elena di Gangi se habían criado en el mismo pueblo. Estuvieron en la guerra juntos. Después, por coincidencia, vinieron a Salta. Con Roberto y su padre teníamos una amistad familiar. Pasamos mucho tiempo de la infancia juntos. Mi padre fue amigo de Bautista, el padre de Roberto. Eramos muy humildes y todos trabajábamos. Nosotros vivíamos a mitad de cuadra, hasta que mi padre compró el terreno donde estamos ahora. Hicimos una pieza primero, con cortezas de árbol que dejaba el aserradero. Eran otros tiempos, donde el esfuerzo para mejorar en la vida era reconocido, tenía resultados. A esa época pertenecía Roberto Romero”, dice Vicente Fili.

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Tiempos de niños “De chicos fuimos cultivando esa amistad. Tendríamos unos diez años cuando le sacábamos la jardinera a don Bautista y nos íbamos a La Pedrera. Comprábamos zapallos, choclos capia, y veníamos a venderlos al centro. Esa era nuestra vida.A la madrugada, mi padre me llevaba al mercado para que cuide las jardineras porque las estacionaban afuera del mercado, con la carga del día. Si no las cuidábamos, siempre te sacaban alguna fruta. Pero nunca pasó nada.Y entre esas jardineras estaba la de Bautista. Con Roberto hacíamos de todo, para poder ganarnos la vida de manera honesta. Una vez teníamos 200 naranjas y las vendíamos en la cancha, que entonces eran abiertas. Cuando fuimos más grandes, a

Roberto le dieron la concesión del bufet del Club Argentino. Entonces nos vimos más. Incluso venía con los chicos y con Elena. Y como ya éramos más grandes, nos conocimos más profundamente”, recuerda Vicente Fili. En su remembranza, rescató que “Roberto era un hombre muy humilde. Se hacía respetar cuando era necesario, tenía personalidad, pero eso es algo que conservaba junto a su humildad. Sabía lo que realmente es la necesidad. Creo que por eso no tenía soberbias. O al menos yo no se las he conocido. Más bien, estaba siempre atento a las necesidades de los demás. Eran otros tiempos: la palabra tenía un valor que había que cumplir cuando se daba. Nosotros trabajábamos todo el tiempo para superanos. Muchos no podrían creer lo que pasamos. Lo que más duele de la pobreza, es la humillación de la necesidad. Nos marginaban mucho; nos hacían diferencia porque éramos el hijo del carbonero y el hijo del lechero. Y la única manera de cambiar esas cosas, era trabajando con rectitud. Muchos no han querido reconocerle eso, pero Roberto era especial, una máquina de trabajar, que sin embargo se daba tiempo para ser amigo de sus amigos”, subrayó Fili. En su opinión, “Roberto debería servir como ejemplo de superación. Cuando él creía que una cosa debía hacerse, no descansaba hasta que se hacía. Los jóvenes de hoy no tienen ese espíritu, tal vez porque no creen que haya algo valioso. Y sin espíritu, no hay progreso. Ahora los chicos lo tienen todo hecho y hemos retrocedido como sociedad. Se cerraron escuelas que enseñaban artes y oficios y los chicos de hoy no saben hacer nada por sí mismos: ¡Pobrecitos!, piensa uno, ¡cómo no van a caer en la droga! Es muy difícil que de esta manera salga gente con iniciativa, con visión, con esa capacidad distinta para saber hacer negocios. Por eso digo que puede ser un ejemplo. Ojalá hoy tuviéramos dos o tres como Roberto Romero. La cosa sería muy diferente”, concluyó Fili.

Arriba: Reunión de gobernadores de las provincias hidrocarburíferas.

A la derecha: Romero, en 1964, durante una reunión con empresarios de la TV.

1986. En el Grand Bourg, durante la incorporación del nuevo directorio de La Casualidad.


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“Hablaba de cosas en las que nadie pensaba todavía” El empresario Juan José Soler destacó muchos aspectos de la vida pública de Roberto Romero, como gobernador y como hombre de negocios.

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l titular de Cerámica Soler, Juan José Soler, destacó muchos aspectos de Roberto Romero. Siendo muy joven, cuando Romero era gobernador, yo era presidente de la Unión Industrial y eso hizo que tuviéramos un trabajo conjunto muy activo, en el que a veces hemos intercambiado opiniones desde el consenso y otras veces, desde el disenso. Hay que ubicarse en aquel monento histórico, cuando el principal objetivo era consolidar la democracia. Y todos los dirigentes de esa época estábamos muy consustanciados de lo importante que era consolidar la democracia.Yo destaco que Romero, en su gobierno, comenzó a marcar hitos y a hablar de cosas de las que nadie hablaba, como el Norte Grande, el turismo, la Confederación General Económica, el desarrollo regional,el Geicos,etcétera. Un sólido demócrata También hay que destacar que junto a Romero hubo un grupo de dirigentes con sólidas bases democráticas y federales que trabajaron con él. Pero su semilla fue la que nos hizo ver a todos por dónde pasaría el futuro. Hoy vemos la crisis de Europa y de los países del Atlántico, cuando hace ya 30 años él hablaba del Pacífico, del Paso de Sico y esas cosas. Un verdadero visionario. Por otra parte, hay que recordar que Salta no lideraba el NOA ni mucho menos el Norte Grande, pero él tenía la visión de que a la provincia le

correspondía ejercer ese liderazgo y trabajó de manera incansable para posicionar a Salta ese orden y logró cosas importantes. Visita presidencial Consiguió la visita del presidente Ricardo Alfonsín y organizó para la ocasión un almuerzo muy concurrido, en el balneario municipal. Allí, me invitó a su casa, junto a un puñado de otros dirigentes. Grande fue mi sorpresa cuando me enteré de que el presidente estaba descansando en la casa del entonces gobernador y con un grupo de dirigentes empresarios pudimos tener un aparte con Alfonsín, quien nos atendió muy bien y nos concedió una audiencia a los pocos días en Buenos Aires, en la cual le pudimos plantear todas nuestras inquietudes. Defensor de los recursos Es que era básicamente un hombre ejecutivo y también fue un gran defensor de los recursos naturales no renovables. Por eso comenzó a hablar de generar un polo petroquímico en Salta, para darle valor a los recursos que aquí se explotan. Una muestra de esa defensa del federalismo tuvo lugar en 1985. Hubo un chisporroteo entre la Nación y la provincia por cuestiones presupuestarias. Romero se plantó en ese septiembre, sacó una solicitada a toda página en el diario y le advirtió a la Nación que si las cosas no se solucionaban iba a cerrarle las válvulas de gas a Buenos Aires. Es que como tenía una formación

Grandes logros El empresario Juan José Soler agregó que aquel -el de la gobernación de Romero- fue un período de convicciones fuertes, en el que cada uno actuaba en función de sus ideas y desde el rol que tenía.“En ese momento, la partidocracia era fuerte. Me acuerdo que en la capital Romero perdió las elecciones en 1985 y no se derrumbó nada. Se ajustó lo que había que ajustar y todo siguió su rumbo normalmente”, dijo. “En cuanto a obras, durante su mandato como gobernador, en materia de construcción, se hicieron muchas viviendas y de muy buena calidad, se defendió el federalismo a ultranza y, en la reforma constitucional de 1986, Romero se mostró como un adelantado, porque las intendencias toman un cariz mucho más importante. Además, por esa reforma se creó también el Consejo Económico y Social, que era colegiado, tenía representación de todos los sectores y la mira en todos los aspectos. Nunca se reglamentó”, destacó. Finalmente, Soler recordó que cuando ocurrió el episodio de los carapintadas de Semana Santa, “Romero reunión a políticos y dirigentes en su despacho y les advirtió que corría peligro la democracia, por lo que sacaron una fuerte proclama en respaldo del presidente Ricardo Alfonsín”.

personalista, empresaria y sumamente ejecutiva, nunca pudo congeniar mucho con la burocracia del Gobierno central, y cuando algo no se le solucionaba o no le prestaban la suficiente atención saltaba por encima del protocolo y armaba alguna jugada importante para poner las cosas blanco sobre negro y conseguir lo que quería o necesitaba para nuestra provincia. Pero, como demócrata que era, siempre tuvo una buena relación con el presidente de la Nación con el que, a pesar de ser de un signo partidario distinto, tenía muchos puntos de vista coincidentes desde lo político y económico. El respeto por el otro Otro punto para destacar es que también hubo en la provincia, en ese momento, una Legislatura muy activa. El equilibrio de poderes existió, como corresponde.Y cuando se disentía no había problemas; cada uno podía defender su postura con tranquilidad o con vehemencia, hablando unas veces más bajo y otras más alto, dependiendo de las circunstancias, pero no había problemas con nadie por lo que decía. Es que todos teníamos el convencimiento de que cada uno debía cumplir el papel que le cabía en ese momento, desde la política, desde lo gremial o empresarial y cada uno así lo hizo,en un marco de respeto. Claro ejemplo de lo que acabo de afirmar fue la cena del Día de la Industria de 1986. Romero, como gobernador, y yo, como presidente de la Unión Industrial, fuimos muy firmes

en nuestros discursos y nos tiramos con munición gruesa en nuestras respectivas alocuciones. Reconozco que, tal vez por mi juventud y formación netamernte industrialista, estaba un poco cegado. Pero lo destacable de aquella oportunidad fue que cuando bajamos del estrado, el entonces gobernador me tomó del hombro y me dijo que todo estaba bien y que fuéramos a tomar champán. Eso, a pesar de que había una diferencia de edad de casi una generación entre los dos. Colaboración frecuente Por eso nunca dudamos en colaborar cada vez que nos llamaba. En una oportunidad, cuando Romero ya no era gobernador sino diputado nacional, un sector gremial estatal hizo una huelga de hambre frente a la plaza 9 de Julio. Y me convocó a mí y a otros presidentes de entidades empresarias y nos pidió que oficiáramos como mediadores. Allí fuimos y nos instalamos en una oficina en la sede de Dinar Líneas Aéreas, que hizo las veces de búnker, a pocos metros de la manifestación. Y desde allí negociamos con los obreros en huelga.Ya se venía el Milagro y estuvimos negociando hasta las 2 de la mañana. Luego de muchas idas y venidas,logramos firmar un acta acuerdo con los huelguistas. La firma se hizo al frente de la catedral, con el Señor de Milagro como testigo. Eso permitió que tuviéramos unas fiestas patronales importantes y en santa paz.

Romero, durante la inauguración de la Central Eléctrica de Joaquín V. González.


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El primer canal de cable del país funcionó en Salta El abogado Víctor Martorell, exapoderado de Horizontes, recuerda su relación con el empresario. Alonso López, a su turno, rememora el nacimiento de la Confederación General Económica.

A Romero lo conocí -cuenta Martorell-, cuando él tenía un autito Rubi o Ford. Llegaba por donde yo vivía, en Pueyrredón y Güemes, porque creo que era amigo de los Benavente o de alguno de los changos del barrio. Le empujábamos el autito, y yo trepaba cuando podía, porque tenía diez u once años y me dejaban a pie muchas veces. Así conocí a Roberto, cuatro o cinco años mayor que yo, cuando llegaba manejando su autito. Bueno, es un decir porque manejaba unos 100 metros y nosotros empujábamos el resto. Después me fui a estudiar a Buenos Aires y lo perdí de vista.Nos volvimos a ver cuando yo era asesor de la Delegación del Trabajo de Salta,durante el gobierno de Bernardino Biella. Me fue a ver por un problema que tenía. Charlamos un rato y se fue. Al poco tiempo me vino a ver de nuevo para ver si lo podía ayudar como abogado de Horizontes. El presidente de la sociedad era Bernardino Biella y el director del diario, Jorge Decavi. Romero era ejecutivo de Horizontes como de la inmobiliaria de Biella, que en Salta se movía con el trabajo personal, de 24 horas al día, de Roberto Romero. Bueno, el asunto es que me fue a ver para que fuese abogado en Horizontes y le dije que sí. El no podía ser director del diario porque ese cargo lo tenía Decavi. Entonces ocurrió aquello de la asamblea de 1961 o 1962, cuando Romero dividió las acciones de forma tal que todas tuvieran -de acuerdo con la ley-, el cien por cien de los votos. En esas condiciones llegó al final de la asamblea con el 30 por ciento de los votos, mientras que las otras dos partes, que habían presentado en conjunto sus acciones, tenían el 20 por ciento. Ganó la asamblea y fue designado presidente. Y cuando asumió el nuevo directorio,lo designó director. Roberto era un hombre completamente normal. Era una persona que sabía negociar, ágil, despabilado, vivo para plantear los negocios. Era realmente un visionario. Había negocios que los veía él y nadie más. Había cosas que las sometía siempre a opinión mía, de Dorré o de Martinotti. Noso-

tros éramos como sus consejeros dentro de la empresa. Nos consultaba, y a veces nosotros no le veíamos la pata a la sota y él decía:‘A este asunto lo vamos a sacar por tal lado’. En realidad,era un visionario como pocos”. La televisión “Un buen día Romero -continúa Martorell-,apareció con la idea de que había que hacer televisión en Salta. Bueno, yo instrumenté los contratos para poder conversar con los empresarios a los que invitó. Intervine en las conversaciones, sobre todo con Pipino que ya estaba con la firma Moschetti, representante de la Chevrolet, con la firma Sabantor, con Maluf y, por supuesto, con Domingo Saicha que fue con el primero con quien habló Romero sobre la posibiMartorell: Y como amigo era incondicional. Romero nunca dejó a un amigo en la estacada. Era un hombre que estaba al lado de uno incondicionalmente, en las duras y en las maduras. Conmigo fue así. Cuando me retiré del diario me compró las acciones a buen precio y seguimos siendo amigos. Por eso lloré su muerte. Porque era un amigo de verdad y yo lo recuerdo con mucho cariño. Fui un ratito al diario, al velorio y me mandé a mudar porque no aguanté el dolor.

lidad de hacer una estación de televisión en Salta. Saicha se plegó inmediatamente y, bueno, se hicieron todos los contratos y se organizó Sonovisión, que fue la primera emisora por cable de televisión del mundo. Hasta ese momento había televisión por cable solo adentro de los edificios. Tal como se transmite ahora por cable, Sonovisión lo hizo en Salta hace unos cincuenta años”. “No pasaba desapercibido” Alonso López, el empresario cofundador de la Confederación General Económica de Salta, no tuvo más que palabras de reconocimiento. “Todos sus emprendimientos fueron concretados gracias a su empuje y al entusiasmo que ponía en cada

una de sus actividades. Era un hombre con actividades muy diversas: empresarias, gremiales, culturales y deportivas, ya que por varios años presidió el club Central Norte. Y como empresario, su historia es muy destacada, muy rica. Hay que recordar que con Roberto Romero a la cabeza, acá en Salta se fundó la Confederación General Económica. De esa iniciativa participaron empresarios de la talla de don Jaime Durán, Fernando Fazio, Conrado Marcuzzi, Pedro Félix Remy Solá, Francisco ‘Pancho’ García, Marcos Levín, Roberto Briones, Daniel Patrón Costas, Víctor Martorell, Francisco ‘Buby’ Martín, José Collado, Víctor Hanne y muchos otros. El hecho es que por 1973, con Romero a la cabeza, organizamos veintitrés cámaras con delegados. Y después, a nivel nacional, participamos como CGE del Acuerdo Social que convocó el presidente Perón. Fue ese trípode del que participaron Julio Broner por la CGE; José Ignacio Rucci, por la CGT; y el Gobierno nacional. La entonces CGE, hoy Federación, hizo muchísimas cosas porque Romero era muy inquieto y tenía muchas iniciativas. Participamos de varios planes de vivienda financiados por el Banco Hipotecario Nacional y ejecutados por empresas constructoras salteñas. Instrumentamos la obra social de empresarios APS, armamos un mecanismo muy novedoso por entonces, a través de tarjetas de créditos, y levantamos nuestro edificio en Sarmiento y Alsina. Fue, además, un movimiento que se proyectó a nivel regional y apoyó al grupo Geicos,que sigue vigente. Por otra parte, el gobierno de Roberto Romero fue de mucha concertación, al menos con el sector empresario. Respetó las cartas orgánicas de las entidades y en los directorios del Banco Provincia, del IPS, de Vialidad, hubo delegados gremiales y empresarios. Y en lo personal, un profundo respeto. Fue un ejemplo de laboriosidad. Era un hombre que trabajaba muchísimo y le conocí pocos momentos de descanso, estaba siempre en actividad. Era buen amigo y respetuoso de las ideas de los demás”.

Arriba: Roberto Romero, con el empresario Roberto Briones, de la Camara de Comercio Exterior . Abajo: Con un grupo de empresarios salteños.


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Arriba: Una multitud se reuni贸 para la inauguraci贸n del Barrio El Tribuno, un proyecto de Roberto Romero como empresario. En la misma ceremonia, el ministro de Bienestar Social, Francisco Manrique , monse帽or Pedro Lira y Roberto Romero.


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La carrera con la que empezó la restauración democrática en la provincia

Arriba: Roberto Romero, flanqueado por Raúl Alfonsín y Carlos Menem.

El octubre de 1983, tras ocho años de dictadura, Roberto Romero era elegido gobernador por el voto popular.

Abajo: La plaza 9 de Julio en el día de su asunción.

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l 30 de octubre de 1983 unos 390 mil salteños retornaron a las urnas tras ocho años de una oscura y sangrienta dictadura que había paralizado toda actividad política. El advenimiento de la democracia abrió paso en la provincia a las internas partidarias, y en pocas semanas se registraron alrededor de 130 mil afiliaciones en diez partidos reconocidos. En este contexto, Roberto Romero ingresó en la lucha por el liderazgo del PJ, lo que no le fue fácil, por la oposición de la dirigencia tradicional del peronismo, empeñada en mostrarlo como un advenedizo, pese a que había sido tesorero del Comando Electoral en 1973, designado por el candidato a gobernador Miguel Ragone. En mayo de 1983 un fallo de la Justicia Electoral, ante la impugnación de un triunvirato normalizador, confirmó la validez de la afiliación de Romero al PJ, y destacó que ésta nunca fue cuestionada antes. En agosto de 1983 la Cámara Nacional Electoral ratificó el fallo. La interna peronista, con un padrón de 85.891 afiliados, se centró fundamentalmente en dos sectores: la Lista Roja, alianza entre Unidad y Renovación, fundada por Romero, y la Lista Azul y Blanca “17 de Octubre”, de Horacio Bravo Herrera. También se presentaron las listas AmarillaUnidad Peronista, que presidía Carlos Caro, y la Azul y Blanca, de Dante Lovaglio,como principales fórmulas. Las internas se hicieron el 14 de agosto de 1983 y el 27 de ese mismo mes el justicialismo proclamó la fórmula Roberto Romero-Jaime Hernán Figueroa, para gobernador y vice. En las elecciones del 30 de octubre, con 152.718 votos (50,67%), Romero alcanzó la gobernación de Salta a los 56 años. En su mensaje ante la Asamblea Legislativa remarcó que en ese momento concluían ocho años de una dictadura nefasta que había enfrentado y enlutado a los argentinos e hipotecado por largos años el patrimonio nacional. “Recibimos un país destruido económicamente y también, lo que es más grave aún, destruida la fe de su pueblo”, advertía en referencia a la

difícil empresa que le aguardaba a él en Salta y a Raúl Alfonsín en la Casa Rosada. Aquel 11 de diciembre de 1983 instó a los salteños a levantar las banderas de la integración y a afianzar las potencialidades de una provincia que carecía de establecimientos educativos en más de dos terceras partes de su territorio, que tenía más de 200 escuelas rancho en sus 23 departamentos y una deserción escolar alarmante. Por esos días el índice de mortalidad infantil por desnutrición llegaba al 120 por mil, y Salta estaba a la cabeza de las lacerantes estadísticas. Apuntó a que los esfuerzos para reactivar la economía generaría trabajo y aumentaría el consumo, generando una movilización del comercio y de la industria,paralizados en aquel momento. Cerca de la una de la tarde, en el Sa-

lón Blanco de la Casa de Gobierno, recibió la banda y el bastón de mando, para luego tomar juramento a los miembros de su gabinete. Una multitud colmó la plaza 9 de Julio, que lo ovacionó cuando saludó desde el balcón. Un área a la que Roberto Romero brindó especial atención fue la agropecuaria. Uno de los objetivos de su gestión fue incorporar 3 millones de hectáreas al sistema productivo. Con ese fin promovió la explotación de tierras fiscales y privadas, y proyectó el sistema de riego La Quena-Morillo. Estimuló, además, nuevos cultivos, entre ellos el del café y la jojoba. Multiplicó en general planes y programas de apoyo y estímulo a diferentes sectores. La democracia había abierto las puertas a la participación política y la modernización de las instituciones se volvió una prioridad.


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Un hombre polémico que marcó rumbos Jorge Nelson Montoya, exsecretario de Hacienda de la Provincia, aseguró que muchas de las obras concretadas por el gobierno que se inició en 1983 son cada día más importantes.

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llas e insólitas, hasta ocupar la primera magistratura de la provincia”,puntualizó. Para Montoya,“Romero no fue un gobernador más: marcó rumbos, fue polémico y muchas de las cosas que concretó son cada vez más trascendentes. Su paso por la gobernación dejó huellas profundas.A nivel regional gestó el Norte Grande, una idea innovadora cuyo objetivo no era enfrentar al centralismo sino contrarrestar los efectos y los vicios que este generaba y sigue generando. Luchó por la industrialización del gas que se extraía de los yacimientos del norte y también por la radicación de una planta de urea, pero pudo más la miopía del centralismo y la mezquindad de varios de aquí”, observó el exfuncionario. Subrayó, además, que Romero,aunque tuvo problemas con los docentes, nunca dejó de preocuparse por la educación pública,como tampoco descuidó el desarrollo industrial y la integración con otras provincias y países vecinos.“El percibió los primeros momentos de la globalización con increíble claridad, mucho antes que otros gobernantes. Concibió iniciativas como la del teleférico, para mejorar la oferta turística de Salta. Vislumbró los problemas del tránsito. “Cuando habló de un tren elevado, muchos ridiculizaron la idea, pero 15 años después la red troncal del autotransporte de pasajeros se concibió sobre el itinerario propuesto para el tren elevado”, concluyó Montoya.

na mañana, en tiempos de dictadura, Jorge Nelson Montoya caminaba por el centro de Buenos Aires. Alguien lo tomó por el brazo: era Roberto Romero.“No lo veía desde que me había ido a estudiar a Buenos Aires, unos 20 años antes.Aún me sorprende que me haya reconocido”, recordó el economista que se desempeñó como secretario de Hacienda en 1983 y presidió el Congreso Provincial del PJ en 2005. “Conversamos, se interesó por mi situación laboral y profesional; yo acababa de salir de la cárcel, adonde había ido a parar por razones políticas. Le conté que había concluido mis estudios y que había hecho algunas especialidades. Me escuchó atentamente y, de golpe y porrazo, me invitó a trabajar en su empresa en Salta. Le salió del corazón, como sucedía con la mayoría de sus arranques”, reseñó. Después de reflexionar sobre la oferta, Montoya regresó a Salta y comenzó a trabajar en El Tribuno. A partir de allí, creció una gran amistad y una confianza mutua. “Observé que con la gente que trabajaba en el diario tenía una actitud protectora. No actuaba como un patrón de estancia y nunca vi maltrato alguno con los empleados. El se sentía como un hermano mayor, quizá porque nunca olvidó su origen, porque nadie le regaló nada y porque conocía la adversidad. Trabajó siempre, desde las actividades más modestas, senci-

Arriba: Reunión de gobernadores del Norte Grande, en 1986. Izquierda: Construcción del Delmi. Derecha: Una cabina del teleférico.


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ROBERTO ROMERO

Un defensor cabal de los derechos de las provincias El exgobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá, describe a Roberto Romero como “un gobernador y un peronista ejemplar, y un pilar del federalismo”

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oberto Romero y yo iniciamos juntos nuestros mandatos en 1983. Yo tenía 36 años y descubrí en él una figura nueva. Yo también era nuevo, por razones de edad, pero Romero era nuevo por una razón más significativa: era empresario y, como empresario, había tomado la política como proyecto. Y fue exitoso en ambas actividades. La imagen que me quedó grabada de esos primeros tiempos fue la de la autoridad. Se hacía oír, y su palabra era muy escuchada. A los gobernadores nos sorprendía por la originalidad de sus ideas. Era un hombre de vanguardia; un transgresor inteligente,diría. Era un precursor en todo sentido. ¡Si hace casi treinta años ya inició las campañas contra el cigarrillo!. En esa época ya exigió que se respetara en las reuniones su derecho de no fumador, y lo consiguió Tenía pensamientos políticos muy claros. Era un defensor a ultranza del federalismo; un convencido de la imperiosa necesidad de consolidar el poder y la autonomía provincial, sin pretensiones secesionistas. Todavía lo estoy viendo con su poncho sobre el hombro y su tonada salteña, defendiendo a las provincias y a las regiones a rajatabla. Por ejemplo, cuando anunció que iba a emitir bonos provinciales para financiar el crecimiento de la provincia sin endeudarse con el poder central. Romero fue el primero en anunciar la decisión -en medio de la sublevación carapintada- de que Salta rompería el Pacto Federal si se llegaba a producir un nuevo golpe de Estado. Yo lo veía en nuestras reuniones como un hombre alegre, trabajador e innovador. El fue un pilar para los 14 gobernadores justicialistas que iniciamos la gestión con la presidencia de Raúl Alfonsín. Tenía la cualidad de la transparencia y de saber escuchar. Sabía escuchar y sabía persuadir. El Norte Grande fue una muestra de su mirada profunda, impregnada de federalismo.

la opinión

Político realista y adversario leal NESTOR SALVADOR QUINTANA, PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO

La idea de consolidar las regiones no era nueva, pero del dicho al hecho hay una distancia. Romero era un visionario y motorizó una iniciativa que aún hoy tiene plena vigencia, como modelo y punto de referencia para consolidar e integrar a las provincias cercanas y con problemáticas afines. En el Norte Grande confluían los gobernadores de diversos signos políticos, amalgamados por los objetivos comunes. Hoy, el federalismo ha sufrido serios retrocesos, se degradó, y las provincias han perdido espacio. No puedo dejar de imaginarlo poniendo el grito en el cielo por la no coparticipación del Impuesto al Cheque, la discrecionalidad en el manejo de recursos por parte del poder central y por esta cruda realidad donde cada 10 pesos de recaudación, las provincias reciben por coparticipación 2,40 pesos. Yo siempre me sentí plenamente identificado con Roberto Romero. Compartí y sigo compartiendo su visión de la realidad provincial y del rol de los gobernadores. Era avasallante, en el mejor sentido de la palabra, y esa fuerza nos fortalecía a todos en las luchas que teníamos en común. Fue un gobernador ejemplar, un peronista ejemplar y un ferviente defensor del federalismo. Quiero rendirle el más sincero y profundo homenaje a este hombre, cuyo ejemplo debería iluminar a todos los que tienen la tarea de gobernar.

Con una personalidad polifacética, Roberto Romero reunió en sí una serie de profesiones y actividades que lo posicionaron como figura clave de una estructura de poder que comenzó a perfilarse en 1946 y perdura hasta estos días. Ese entramado político, social, económico y cultural lo tuvo como celoso guardián en horas críticas y le posibilitó llegar a la gobernación en 1983. Romero llevaba la política en la sangre, encarnada en su doble dimensión, ya que era un hombre práctico y de acción. Con una mirada inteligente y realista, supo interpretar los hechos y adaptarse a las circunstancias. Em-

presario exitoso y decidido, en él se manifestaron los síntomas de la nueva política, pues fue un hombre de negocios y no un dirigente clásico de comité el que llegó a la gobernación sin improvisaciones y con un discurso inclusivo. Como oposi-

tor, me tocó varias veces enfrentarme en contiendas políticas, y cuestioné decisiones de su gobierno, como supe reconocer también en otros momentos esa actitud leal y dialoguista con la que sabía distinguir que estaba frente a adversarios políticos y no de enemigos. Mantuvo esa misma postura conciliadora ante el gobierno de Raúl Alfonsín, al que apoyo resueltamente en difíciles momentos. Con todas las posibilidades de buscar su reelección, rechazó los ofrecimientos de una reforma constitucional, lo que muestra una actitud democrática que se reflejó también en otros pasos institucionales de su gobierno.

Arriba: Romero, de campaña por los barrios. Abajo: en 1985, con María Estela Martínez de Perón, Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá, Carlos Juárez, José María Vernet y otros gobernadores peronistas.


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ROBERTO ROMERO

“Tenía la virtud de saber escuchar y tomar decisiones sabias”

“Era un optimista asombroso”

Walter Luna, exintendente de la ciudad de Salta, resaltó las virtudes de Roberto Romero en el trato con sus colaboradores y en la toma de decisiones que tendían a mejorar la calidad de vida de los salteños.

A

l recordar a Roberto Romero, el ingeniero Walter Luna expresó que lo primero que le viene a la memoria es el momento en que lo conoció. Fue a través del intendente Eduardo Sángari, junto a quien se desempeñó como secretario de Obras Públicas. “Al principio fue una relación algo distante, pero de a poco entramos en confianza. Primero me designó en el Instituto de la Vivienda, luego en AGAS y, al final, como intendente de Salta”, reseñó. La propuesta Luna comentó que un día, mientras sobrevolaban en helicóptero la cisterna del cerro San Bernardo, Romero le propuso: “Walter, ¿querés ser intendente de Salta?”. La respuesta afirmativa no se hizo esperar: “Sí, le dije, pero con la condición de que cambies todas las cañerías de agua y

cloaca del microcentro”. El microcentro para Romero comprendía las calles Ameghino al norte, Siria y Moldes al oeste, San Juan al sur e Yrigoyen y Virrey Toledo al este.“Y tenía razón, todas las instalaciones eran obsoletas. Pero claro, era un trabajo de largo aliento y muy costoso, por lo que le sugerí: Roberto, dejame en AGAS nomás, ya es una obra que le compete a este organismo. Me respondió que no, que en todo caso le diga quién debía quedar en AGAS para trabajar en equipo”. Desde entonces, cada día, Romero llamaba para interiorizarse sobre el estado del proyecto técnico hasta que estuvo concluido. “Lo primero que me dijo fue ¿cuánto sale? Le contesté: unos 20 millones de dólares, y puso el grito en el cielo, pero, luego de escuchar atentamente las explicaciones técni-

cas, entendió perfectamente las razones del costo de la obra. Lamentablemente había serios problemas económicos en el país y la obra no se puedo concretar, pero casi 30 años después, aquel problema que tenía tan claro sigue siendo una materia pendiente que se agrava con el paso del tiempo”. Amplio criterio Sobre el trato cotidiano del exgobernador, Luna aseguró que “era cordial, igualitario y respetuoso”. Muchas veces los funcionarios discutían con él, “pero siempre nos exigía exponer razones. Podíamos discutir dos horas, pero al final siempre nos poníamos de acuerdo: tenía un criterio muy amplio y las reuniones sucedían en cualquier momento. Eran sorpresivas y las convocaba hasta en las horas más insólitas”, remarcó el exintendente capitalino.

Eduardo Sángari, exintendente de la ciudad de Salta y exministro de Gobierno de la Provincia, contó que en 1972, en las elecciones internas del peronismo salteño, fue adversario político de Romero, porque simpatizaba con Carlos Caro. “Yo sostenía que Roberto no tenía concepción peronista; más bien lo tomaba como un liberal. Por supuesto, con el tiempo me di cuenta de su esencia peronista y me incorporé a su equipo de trabajo”, recordó. Con el advenimiento de la democracia, Sángari retornó a Salta desde Santiago del Estero, hacia donde había emigrado durante el proceso militar, y concertó una cita con el entonces go-

bernador. “Ese día descubrí en él una personalidad avasallante, valiente para plantear las cosas. Me sorprendió su optimismo para llevar adelante cualquier emprendimiento y me asombró ver en él tanta humildad, a pesar de que ya era gobernador”, señaló. Según confesó Sángarí, luego de reflexionar sobre cuánto se había equivocado al prejuzgar a Romero, comenzó a descubrir sus lineamientos peronistas. “Lo demostraba a través de sus actos solidarios, de su búsqueda permanente de mejorar la calidad de vida de la gente. Todo eso me hizo acercar a él y después pasé por casi todos los cargos de gobierno”, concluyó.


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Un antes y un después en el turismo salteño Jorge Vidal Casas, expresidente de Emsatur, recordó las bases que afianzaron el desarrollo del turismo en la provincia.

ROBERTO ROMERO

El ex director de Turismo Jorge Vidal Casas conoció a Roberto Romero comenzó en 1982, cuando lo convocaron para armar un plan de turismo para ser incluido en la propuesta electoral. “Lo que Roberto deseaba era saber qué se podía hacer por el turismo en Salta. Después de resultar electo gobernador, de inmediato se abocó a conformar su gabinete. Entonces fui invitado a participar, y por supuesto acepté con mucho gusto. Hasta ese momento, yo era guía y, por lo tanto, estaba vinculado con las cámaras de hoteleros y restaurantes”, contó Jorge Vidal Casas. Tras la asunción de Romero en 1983, comenzó a trabajar como director de Turismo y allí empezó a conocer más a fondo su personalidad. “Era una máquina de gestar ideas e iniciativas. Yo sabía algo de turismo, pues estaba en la actividad desde 1974, pero la verdad es que con él aprendí muchísimo más. Una de las primeras cosas que logramos

fue que Aerolíneas Argentinas implementara los vuelos entre Salta y la ciudad chilena de Antofagasta”, recordó. También rememoró el viaje a Roma, organizado para pedirle al papa Juan Pablo II, que incluyera a Salta en su viaje a la Argentina.“Pero anHasta 1983, la Dirección de Turismo de la Provincia era una repartición más de la burocracia estatal. Luego, se convirtiría en un ente autárquico. .

tes de eso, que ahora parece simple y sencillo, hubo que hacer una infinidad de trámites. Debimos vencer barreras burocráticas que parecían infranqueables, y se salvaron gracias al empuje, al empeño y al entusiasmo que Romero ponía en cada uno de sus emprendimientos. Fueron muchos los desafíos, puesto que había

que hacer llegar por primera vez a Salta un Jumbo Boeing 747, una máquina que hasta ese momento había aterrizado únicamente en los aeropuertos de Ezeiza y Pajas Blancas, en Córdoba”, contó Vidal Casas. Cuando obtuvieron todas las autorizaciones, hubo que trasladar desde Córdoba una escalerilla para el avión, porque en Salta no había una para tamaño porte. Un visionario En materia de turismo,“con Romero hubo en Salta un antes y un después”, aseguró el exfuncionario. “Durante mi gestión, que duró los cuatro años del mandato de Romero, se organizó el Festival Latinoamericano del Folclore, se construyó el teleférico, el Delmi y se creó Emsatur, un organismo autárquico que permitió que por primera vez trabajaran mancomunadamente el sector privado y el Estado. Don Roberto fue, sin duda, un visionario”, concluyo Vidal Casas.

Arriba: Izquierda, con el presidente indio Zail Singh, de visita en Salta en 1984. A la derecha: Poco antes de la transmisión del mando, en 1987. Abajo: Durante una reunión en Tolar Grande.


ROBERTO ROMERO

“La UNSa contó con todo el apoyo de su gobierno” Juan Carlos Gottifredi, exrector de la Universidad Nacional de Salta, contó que Roberto Romero tenía una personalidad avasallante, a la que definió como “la de un hacedor pragmático”.

E

l exrector de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), Juan Carlos Gottifredi, conoció personalmente a Roberto Romero en 1983, luego de las elecciones generales.“Nos visitó en la Universidad y lo recibimos junto a Arturo Oñativia y miembros del Programa de Tecnología de Alimentos”, recordó el catedrático . En esa oportunidad, el gobernador se interiorizó de la situación nutricional de la provincia y se mostró preocupado.“Inmediatamente, quiso saber de las posibles soluciones y lo pusimos al tanto de los remedios que se estaban proponiendo, fruto de los trabajos de investigación desarrollados en el mencionado programa. Pocos días después me convocó a su casa para ofrecerme ser parte de su equipo de gobierno, como secretario de Industria”, reseñó. En palabras de Gottifredi, en aquella reunión “Romero mostró a pleno la personalidad avasalladora de un hacedor pragmático”. No aceptó el ofrecimiento porque se había comprometido a normalizar la Universidad.“No fue fácil convencerlo, pero comprometí mi colaboración para concretar la puesta en marcha de una fábrica de alimentos a base de soja”, manifestó. Agregó que, siendo Romero gobernador, una de las primeras medidas que tomó fue la firma de un convenio de colaboración con la UNSa y se comprometió a crear la empresa provincial Somasa (Soja, Maíz de Salta). Lamentablemente, no se encontró un grupo inversor privado para la producción de alimentos de interés

Su palabra valía Romero será discutido por la historia de Salta. Tuvo aciertos y errores, como cualquier gobernante. Nunca supe si se había preparado para gobernar la provincia o si esa fue una empresa nacida del seno de su entusiasmo y optimismo. Creí siempre en esta segunda opción. Fue muy querido por muchos amigos comunes que merecen el mayor de mis respetos. También tiene detractores. Pocos han permanecido indiferentes. Su amor y orgullo por Salta y los salteños fueron innegables. Fue un adversario duro pero leal. Su palabra tenía valor. Con el correr del tiempo nos conocimos mejor. social. “Hoy creo, desde la perspectiva actual, que tendríamos que haber puesto en marcha la fábrica como una empresa estatal. Nos hubiera sacado de apuros en muchas oportunidades y habríamos recuperado con creces esa inversión”, reflexionó Gottifredi. En esa misma época, el doctor Salum Amado le comunicó al exrector de la UNSa que debía viajar a Buenos Aires con el gobernador, porque tenían una entrevista con el doctor Alconada, ministro de Educación. El objetivo del encuentro era la viabilidad de un proyecto educativo experimental en la Universidad, destinado a innovar la estructura y los métodos de la enseñanza media.

De regreso, el mandatario provincial pidió una reunión urgente con el rectorado, porque había que tomar una decisión urgente para crear un instituto de enseñanza media.“Esos eran los tiempos de Romero. Ofrecía todo el apoyo del gobierno provincial. Así nació el IEM en la Universidad Nacional”, resaltó. Como rector de la UNSa, Gottifredi tuvo coincidencias y disidencias con Romero, pero mantuvieron siempre un trato cordial. Pujas políticas “Comencé a actuar como dirigente de la UCR en Salta en 1986. En esos tiempos muchos creímos que habíamos derrotado a Romero, por lo que nos dedicamos a atender las disputas internas pensando que la elección de 1987 ya la habíamos ganado, pero mientras nosotros gastábamos energía en esa lucha, él salió a trabajar redoblando esfuerzos; inventó un candidato a gobernador e hizo cuanto era posible para lograr nuevamente el apoyo de la población salteña” que había perdido en parte en 1985. Fueron años de extrema tirantez. “Nos desconocimos y se suspendió el diálogo; Romero jugó su carta mayor, fue personalmente a la lucha electoral, asumió la candidatura de diputado nacional y desde esa posición fue cambiando la tendencia de las encuestas; dos meses antes de la elección el ambiente era ya favorable para el candidato justicialista gracias a la tracción que provocaba la postulación de Romero”, recordó Gottifredi.

Un luchador que no se rendía jamás El exrector de la UNSa recordó a Romero como “un luchador en todos los terrenos, que no se rendía jamás”. Después de varios años de diferencias, dijo que comenzaron a encontrarse en diferentes localidades de la provincia y retomaron el diálogo. “Con más de 60 años, Romero recorrió todos los pueblos. No hubo lugar que yo visitara, en el que él

no hubiera pasado antes, al menos, un par de veces”, contó Gottifredi. Manifestó que en aquel entonces, “me decía que la política económica podía traer problemas a la industria nacional. Me pareció reconocer a un clásico peronista que guardaba algunas ideas desarrollistas. Los nuestros fueron diálogos privados e interesantes”, confió el referente del radicalismo.

“El 4 de febrero de 1992, vaya paradoja del destino, propuse la redacción de un documento conjunto en repudio del intento del golpe de Estado en Venezuela, por parte de quien hoy es presidente casi vitalicio de ese país hermano. Me dijo que estaba viajando a Brasil por unos pocos días con su familia y convenimos una reunión al regreso que nunca le permitió el destino.

23 Arriba: En Cachi, probando un generador. Centro: En Rosario de la Frontera, para relanzar el Hotel Termas. Abajo: Con una niña bagualera en San Carlos.


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Roberto Romero y la gran minería en la provincia Ricardo Alonso, doctor en Ciencias Geológicas y exsecretario de Minería de Salta, destacó el impulso que tuvo la actividad en la Argentina y Salta tras la restauración democrática en la década de los ochenta.

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s sabido que, a partir de la década de 1990, la minería argentina, hasta entonces casi inexistente, despegó con la puesta en marcha de proyectos de clase mundial (Vanguardia, Alumbrera, Veladero, Manantial Espejo, etc). Durante siglos, nuestro país eligió como directriz del desarrollo económico la fuerza del trigo y las vacas de la Pampa Húmeda. Las provincias montañosas a lo largo del eje andino, desde La Quiaca a Tierra del Fuego, vivían de pequeñas economías domésticas tales como dulces, vino, lanas, frutas y cueros, por mencionar algunas. El potencial metalífero estaba intacto y escondido en los núcleos montañosos, esperando que la mente de los geólogos lo descubriera y las grandes inversiones de capital lo desarrollaran. Equilibrar el asimétrico balance económico entre la Pampa y los Andes constituía un desafío que se venía postergando desde las ideas pioneras de Sarmiento, Alberdi, Joaquín V. González y otras grandes mentes decimonónicas. Para ello, había que trabajar en un marco jurídico que, como el chileno, se adecuara a los nuevos tiempos y a los nuevos desafíos que imponía saltar desde las vetas metalíferas artesanales a los grandes yacimientos de cobre y oro diseminados. Esto significaba pasar del barreno y la dinamita del viejo minero a las maquinarias pesadas y los molinos de la tecnología moderna. En los 80 En la década de 1980, se comenzó a trabajar en ese tema durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Para entonces, don Roberto Romero era diputado nacional y ocupaba el cargo de vicepresidente primero de la Comisión de Minería de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Dicha comisión estaba integrada, además, por el Dr. José Alberto Furque, como presidente; Eleo Pablo Zoccola, como vicepresidente segundo, y Felipe Zingale, como secretario. Romero había sido electo diputado nacional por Salta en 1987, luego de haber gobernado la provincia en el

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ROBERTO ROMERO

Motor de desarrollo Lamentablemente, aquel luctuoso accidente en Brasil nos dejó en 1992 sin Roberto Romero como impulsor de la actividad minera. Más tarde, su hijo primogénito, el gobernador Juan Carlos Romero, tomó la posta e impulsó la actividad posicionando fuertemente a Salta como productora y exportadora de minerales, llevando energía a la Puna a través del gasoducto minero, captando importantes inversiones de exploración, entre otras realizaciones. Hoy, cuando provincias como Santa Cruz, San Juan y Catamarca han despegado con la gran minería metalífera, conviene recordar el trabajo silencioso de aquellos impulsores de la actividad en la década de 1980, entre los que don Roberto Romero tuvo un papel destacado y que tal vez constituye la faceta menos conocida de su vida y de su obra. periodo 1983-1987. Como gobernador, conocía la realidad minera oficial, más aún cuando su vicegobernador era Jaime Hernán Figueroa, un geólogo metanense recibido en la Universidad Nacional de la Plata, con destacada actuación en la vieja Dirección de Minas de la Provincia. Pero además, don Roberto, como empresario, había incursionado en la minería con la explotación de yacimientos de sal, dolomita, producción de ácido bórico y otros emprendimientos en Salta y Jujuy. Conocía así la problemática minera, tanto en la faz privada como oficial. De allí entonces que, desde su cargo en la Comisión de Minería en la Cámara de Diputados, se preocupó por esta temática largamente postergada. Para ello, nombró entre sus asesores a Emilia Cincione, geóloga de la Universidad de Buenos Aires, que había realizado una pasantía y su tesis profesional en Salta, de la cual fui codirector. Don Roberto invitó generosamente

a colaborar a la Cámara de la Minería de Salta, que designó a Agustín Pérez Alsina como representante oficial y al suscripto, en su carácter de profesor de la Universidad Nacional de Salta e investigador del Conicet en la temática minera y, especialmente, en lo referente a los yacimientos de boratos. Trabajo coordinado Las comisiones de trabajo se integraban con la participación de abogados, mineros, legisladores, geólogos, ingenieros en minas y otros técnicos y profesionales del sector. El Dr. Edmundo Catalano, decano de los abogados mineros de Argentina, junto al Dr. Pérez Alsina tuvieron una brillante y destacada actuación en los temas legales, con un rico aporte de ideas nuevas, muchas de las cuales quedaron incorporadas. Por su parte, entre los técnicos participaba el geólogo Angel Maza, de La Rioja, que más tarde ocuparía el cargo de secretario de Minería de la Nación durante el gobierno de Carlos Saúl Menem y sería el encargado de poner en marcha el nuevo ordenamiento minero, que intentaba captar la atención de las inversiones en los yacimientos del país. La nueva minería Todos aportaron entonces al nacimiento de la nueva minería que alcanzó uno de sus momentos sobresalientes con la organización de las Primeras Jornadas Parlamentarias Nacionales de Minería, realizadas durante la Semana de la Minería, en mayo de 1989, que Romero, con su reconocida fuerza, tenacidad y empuje, ayudó a organizar. Contó en aquella oportunidad con la colaboración del profesor Alfredo Sánchez, en el Comité Ejecutivo. Don Roberto me invitó a dichas jornadas en carácter de expositor a los efectos de brindar una conferencia sobre la situación global de los yacimientos de boratos de la Puna argentina, tema de mi tesis doctoral en 1986. Todavía conservo el diploma de expositor que me dieron entonces, con la firma de Roberto Romero y expedido por la Cámara de Diputados de la Nación el 5 de mayo de 1989.

Una generación de gobernadores comprometidos José María Vernet, exgobernador de Santa Fe, evoca el papel que tuvo Roberto Romero en la creación del Norte Grande. La Declaración para la Integración del Norte Grande Argentino, firmada por los gobernadores de Catamarca, Corrientes, Chaco, Formosa, Jujuy, Misiones, Tucumán, Salta y Santiago del Estero el 10 de octubre de 1986, trató de instituirse como ejemplo para otras regiones del país. Acompañando esa visión, a lo largo del proceso estuvo presente el entonces gobernador de Santa Fe, José María Vernet. Con 39 años, Vernet se había constituido en el gobernador más joven de la historia de Santa Fe. Sin embargo, su aporte político sería reconocido fuera de las fronteras provinciales, lo que lo llevaría a desempeñarse como ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Esto, durante la gobernación de Cafiero. Luego fue ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia parlamentaria de Adolfo Rodríguez Saá. Sobre todo, su figura marcó a la opinión pública argentina como el primer gobernador democráticamente electo de Santa Fe, luego del retorno a la demo-

cracia en 1983. Sin abandonar nunca la política, recientemente, en las elecciones de 2011, conformó la candidatura presidencial junto a Alberto Rodríguez Saá. Actualmente se encuentra recuperándose de una operación. No obstante su dolencia, se dio un tiempo para recordar la figura del viejo compañero.“Romero pertenecía a una generación de mandatarios provinciales que creían que al país se lo construye desde adentro, y lo ponían en marcha. No eran meros administradores locales del poder central como sucede en la actualidad”, reflexiona Vernet. Aunque su provincia pertenece a la región Centro, Vernet -impulsado

también por Mendoza, que en esos años gobernaba Bordón- vio en la constitución del Norte Grande la posibilidad de que su provincia alcanzase mercados del Oriente sin la intermediación del puerto de Buenos Aires. Vernet asegura que los gobernadores de esa primera etapa democrática eran verdaderamente gobernadores. “Representaban a sus pueblos en las relaciones nacionales e internacionales.Y sus decisiones tenían un peso real. Es que había una visión muy diferente a la actual acerca de lo que es el ejercicio de una gobernación”. No olvidó que en ese período se recuperó para las provincias la coparticipación, se armó el Consejo Federal, los estados provinciales tenían representantes que decidían acerca del destino de las reservas federales y se devolvían los recursos económicos que generaban las zonas marítimas. “En esos años estaba Alfonsín y todavía éramos un país federal. A esa raza pertenecía Roberto Romero”, acotó.

El presidente peruano, Alan García, durante su visita a Salta, en 1986. A los 36 años era el mandatario más joven de la región.

Acto de inauguración de la nueva Casa de Gobierno, en el Centro Cívico del Grand Bourg, en 1987.


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El día que Roberto Romero fue detenido por defender a un periodista El 20 de julio de 1962 un fiscal ordenó apresar al director de El Tribuno por desacato.

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poco de hacerse cargo de la dirección de El Tribuno, Roberto Romero fue detenido por desacato el 20 de julio de 1962. El conflicto se había iniciado días antes cuando un agente fiscal, el doctor Carlos Vázquez, intentó obstaculizar la labor de dos periodistas del diario en un procedimiento judicial. La reacción del diario no se hizo esperar y denunció públicamente la actitud del magistrado, quien no se quedó atrás y ordenó el procesamiento del periodista y su detención. El Tribuno no se silenció ante este atropello y advirtió que la medida era “violatoria a la Constitución Nacional y del derecho universal de la libertad de prensa...”. La apreciación del artículo molestó aún más a Vázquez, quien de inmediato solicitó al fiscal Juan Manuel Achával el procesamiento del director de El Tribuno por desacatos reiterados en perjuicio del agente fiscal Carlos Vázquez. En la tarde del 19 de julio, la noticia del procesamiento de Roberto Romero era vox populi. La información había trascendido por comentarios del propio Vázquez. El viernes 20, a la mañana, todos sabían que la orden de detención ya estaba en la Jefatura de la Policía de Salta. Finalmente, a media tarde, la

medida se efectivizó. Un agente irrumpió en la redacción del diario y detuvo a su director, que fue trasladado en un automóvil a la Central de Policía, junto a sus abogados Víctor Martorell y Farat Sire Salim. Solidaridad No habían transcurrido veinte minutos de la detención de Roberto Romero, cuando arribó a la redacción de El Tribuno, el interventor federal de la Provincia, Julio Castellanos. Allí se interiorizó de los pormenores del hecho y expresó que “el gobierno de la intervención era respetuoso de la libertad de prensa y que por eso estaba sumamente preocupado”. Por su parte, el secretario general de El Tribuno, Luis Mario Ghabara, denunció el hecho telegráficamente ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el Ministerio del Interior. “Hágole saber que en la fecha, horas dieciséis y treinta, fue detenido nuestro director Roberto Romero injustificadamente acusado de desacato como consecuencia publicaciones nuestro diario criticando actuación funcionario público en violación de libertad de prensa”. La libertad La pronta solidaridad expresada por el interventor federal y la denuncias hechas por Ghabara, sobre la detención del director de El Tribuno, surtieron efecto de inmediato en el ámbito judicial de Salta.Tanto,que aproximadamente a las 20, el fiscal penal, Manuel Achával, el mismo que había ordenado el procesamiento de Romero,“por reiterados desacatos”, dio a conocer una sorpresiva resolución, en la que tiraba por la borda todo lo que había sostenido horas antes. Decía así: “1º) Ordenar la libertad del señor Roberto Romero. 2º) Solicitar al señor juez de Instrucción dicte auto de sobreseimiento definitivo con la expresa declaración que la formación del sumario no afecta el buen nombre y honor que hubiere gozado el prevenido. (Artículo 340, inciso segundo, del Código Procesal Penal).

Arriba: Hotel Victoria Plaza sede de El Tribuno. Izquierda: El Dr. Farat Sire Salim con Romero, rumbo a la Jefatura de Policía. Derecha: La sede policial.


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27 El Teleférico, 25 años de vigencia


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El duelo entre Romero y el jefe de Gendarmería El comandante de la fuerza se sintió ofendido por notas de El Tribuno y retó a duelo a su director.

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sabilidad por los folios faltantes, sino que además le advirtió que le iniciaría un sumario, pese a que Flores se había dado a conocer como juez. El magistrado no toleró la insolencia y cuando intentó retirarse personal uniformado le impidió que saliera y tomándolo de los brazos lo obligaron a retroceder, reteniéndolo en la repartición. En pleno forcejeo estaba el ministro con los gendarmes, cuando llegó el juez Herrera y un escribano para labrar un acta. Finalmente, muy disgustado Flores se retiró.

ranscurría octubre de 1961, y Salta vivía momentos de gran turbulencia política. El militarismo intentaba seguir controlando con mano de hierro la vida nacional, definiéndose como “las reservas morales de la patria”, en la que la prioridad continuaba siendo borrar todo vestigio de peronismo. Por tal motivo, si un gobernador se mostraba remiso a ejecutar las tropelías políticas urdidas para burlar la voluntad popular, de inmediato los personeros del partido militar lo tildaban de comunista, marxista o castrista. Por lo tanto, a la mayor brevedad debía ser extirpado del Estado, de la política y hasta de la sociedad. Eso ocurrió en Salta con Bernardino Biella. Aquí, el general Edgar Landa, no bien se hizo cargo de la guarnición, le exigió al gobernador que echara a más de 40 funcionarios porque eran comunistas. Pero como Biella no acató la exigencia de Landa, se desató una andanada de ataques de baja estofa tendientes a desprestigiar al Gobierno provincial y resquebrajar su institucionalidad.

Publicación de El Tribuno A raíz de este episodio, El Tribuno publicó los artículos titulados: “Gendarmería atropelló a un ministro de la Corte”, “Gendarmería atropelló a la salteñidad”, “No se puede silenciar ninguna extralimitación” y “Aduana; en el sumario por tráfico de drogas no hay ningún funcionario provincial comprometido”. Por estas publicaciones, el jefe de la VII Agrupación de Gendarmería, comandante Juan Carlos Olivero, dijo sentirse ofendido y de inmediato designó padrinos a los coroneles Francisco Martínez y Raúl Báez, quienes plantearon una cuestión caballeresca al responsable del diario, es decir a Roberto Romero. Por su parte, Romero designó padrinos al Dr. Víctor Martorell y a Santiago Torrego.

Golpe brutal Una de esas maniobras fue la detención por parte de Gendarmería del secretario General de la Gobernación, Bernardo Biella. Sucedió cuando se encontraba de luna de miel en Bariloche. El juez de la causa, Dr. Eduardo Herrera, había ordenado no solo su detención sino también su inmediata remisión a Salta. El magistrado lo acusaba de presunto “abuso y usurpación de autoridad”, delito que en la mayoría de los casos, apenas si tiene una penalidad leve. Ante semejante atropello, el Dr. Alfredo Ladrú Arias presentó ante la Justicia local un recurso de hábeas corpus que debió atender el Dr. Reynaldo Flores, ministro de la Corte de Justicia.

Intimidades del trámite

Ataque al ministro Así fue que el Dr. Reynaldo Flores se apersonó en Gendarmería para solicitar el expediente del proceso iniciado contra el Bernardo Biella y resolver el recurso planteado por Ladrú Arias. Cuando el escrito estuvo en su poder, al hojearlo advirtió que le faltaban tres hojas. Le comunicó entonces la anomalía al gendarme y éste, irrespetuosamente, no solo le insinuó su respon-

El doctor Victor Martorell, padrino del director de ElTribuno, Roberto Romero, en el duelo con el jefe de Gendarmería Nacional, comandante Juan Carlos Olivero.

De inmediato, los padrinos de Romero se interiorizaron de las aptitudes del comandante Juan Carlos Olivero que quería lavar su honor a los tiros con pistola calibre 45. A poco, el Dr. Martorell, un experto en el Código de Honor, se enteró de que el gendarme ofendido era un eximio tirador, capaz de hacer pasar una bala por el ojo de una cerradura a 60 metros de distancia. Con ese dato, Martorell y Torrego se reunieron con su ahijado. Allí, el Dr. Martorell fue claro, crudo y preciso: “Mira Roberto le dijo-, sospecho que los milicos te quieren matar. Nosotros trataremos de llevar esto para largo”. Y así fue, al final un Tribunal de Honor dilucidó la situación y resolvió que no había causal de duelo.


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29 Juan Pablo II en Salta - 1987


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Los logros en salud que la historia recordará por siempre La recuperación sanitaria de la provincia, a través de un plan que hoy es modelo en varias partes del mundo y que fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud, se gestó a través de una fuerte decisión política.

DANIEL CHOCOBAR Subjefe de Redacción, Diario El Tribuno

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oviembre de 1982. El calor en el norte de la provincia se hace insoportable. Un ventilador en el techo es el único refugio. Afuera todo es más difícil. Un médico mira los registros estadísticos y se desespera: 80 por mil de mortalidad infantil; paludismo; tuberculosis; enfermedades endémicas. No hay especialistas, no hay centros de salud.Los pocos enfermeros miran al cielo sin nubes y rezan. Todo es difícil; todo es agobiante. De repente alguien llama a la puerta. El doctor Enrique Tanoni, médico sanitarista a cargo de la atención primaria de la salud, atiende mientras hace un repaso mental de sus pacientes en esa jornada. Seguro es otro caso con el mismo diagnóstico: pobreza y enfermedad; miseria y dolor. Pero se equivoca. Alguien le acerca un papel. Tanoni lo lee y la historia comienza a cambiar desde ese mismo instante, como si fuera un designio, como si fuera el destino.Hoy,30 años después, Tanoni recuerda:“Yo ni siquiera había escuchado hablar de elecciones. Un día me llega un papelito a mi casa donde un señor que se llamaba Roberto Romero pedía hablar conmigo en el diario El Tribuno”.Así comienza el pequeño relato de una gran histo-

ria. Así comienza un camino que la crónica científica se encargó de resaltar, años después, como un proceso único en el mundo de recuperación sanitaria que traspasó los límites de la provincia, la región y el país y se convirtió, desde la crisis, en un modelo de gestión en materia de Salud Pública. Tanoni sigue el relato:“Me presento y me hacen pasar a la oficina.Yo no sabía que ese hombre era el director del diario. Me siento y me dice esta frase: ‘Mire doctorcito necesito que me dé una mano.Yo voy a ser el gobernador de Salta y tengo que preparar un plan Al poco tiempo de la implementación del plan “Ramón Carrillo” , Tanoni fue convocado por la OMS a una reunión en Washington. Habían tomado como modelo de desarrollo ese plan en Salta.

de salud para mi gobierno’. Yo lo miré sorprendido y le pregunté primero, pero... ¿cuando va a ser gobernador? ‘Y cuando gane las elecciones’ me dijo. Pero... y con qué partido va a ir. ‘Claro que con el Partido Justicialista’ me respondió”. Tanoni era afiliado a ese partido desde 1958 cuando estaba estudiando medicina en Tucumán. En 1982 comenzó a elaborar un plan que le llevó cerca de un mes.“Eran 30 páginas escritas a máquina donde estaba esbozado un plan de salud para cuatro

años, con los objetivos, las metas y los problemas más urgentes a solucionar en Salta”. Unos días después, Romero lo volvió a llamar:“Esto es justo lo que hay que hacer por la Salud Pública de la provincia. Doctor, vamos para adelante”le dijo. “En diciembre de 1983 asumimos y comenzamos a trabajar con un plan de salud que en ese momento se llamó “Ramón Carrillo”. Le pusimos así porque era un médico santiagueño que había sido el ministro de salud de Perón. Fueron cuatro años de trabajo muy intenso muy duro.La meta y objetivo eran idénticos para el norte argentino porque empezamos a trabajar y teníamos un 47 por mil de mortalidad infantil en la provincia Hoy eso es una tasa africana. Había departamentos donde llegaba al 80 por mil. Cuando terminamos de trabajar en diciembre del ’87 habíamos colocado esos índices por debajo del 30 por mil”. Tanoni no hace pausa. Se emociona al recordar todo aquello, pero no se olvida de señalar el punto más importante de este proceso. En aquellos años la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Oficina Sanitaria Panamericana se habían fijado metas en América Latina para el año 2000, entre ellas colocar la mortalidad infantil en el 30 por mil.“Nosotros, 13 años antes, en el año 87 ya habíamos conseguido esa meta luego de superar índices muy difíciles. Realmente fue un trabajo impresionante”

La mortalidad infantil y materna, la desnutrición, la tuberculosis y una serie de enfermedades como el chagas se contaban entre las decenas de problemas sanitarios en la provincia. Además el problema más grande era la insuficiencia del sistema de atención médica. Faltaban centros de salud, médicos, laboratorios, de todo. “Realmente era muy doloroso”, recuerda Tanoni. “Con Romero íbamos a una salita a las 4 de la mañana y había 70 personas: madres, mujeres y niños tirados en la vereda, esperando conseguir un turno”.

Romero inaugura el servicio de agua en Cnel Cornejo. Abajo, con Tanoni en una salita en la Puna y en una recorrida por el Hospital de Niños .


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Atención Primaria, la estrategia de prevenir Los centros de salud fueron la estrategia para combatir la desnutrición y la mortalidad infantil y anticiparse a las enfermedades. l plan sanitario del gobierno de Roberto Romero tuvo que elaborarse desde la misma emergencia. Quien fuera su ministro de Salud, Enrique Tanoni, recuerda que esa misma urgencia es la que condujo a la firme determinación de Romero de acercar la asistencia a miles de salteños desprotegidos. “Tuvimos que construir decenas de centros de salud porque la situación era desesperante. Cada 45 o 60 días, estábamos inaugurado una salita y había que construirla. No quedaba otra. Nunca me voy a olvidar de la primera que hicimos; fue en el barrio Autódromo. Fue lo primero que inauguramos dentro del plan a los 2 o 3 meses de comenzar el gobierno”. Tanoni asegura que Romero tenía una particularidad: era un trabajador incansable que no paraba nunca. “Los cuatro años que lo acompañé en su gobierno fueron tremendos. Todos lo meses, yo tenía que ir a una reunión privada en su despacho en la que preguntaba si íbamos perdiendo o ganando la batalla. Todos los meses, yo tenía que llevar el resumen para ver cómo íbamos con la mortalidad, la tuberculosis, la cantidad de consultas”, recordó. Tanoni sostiene que el parámetro de medición era de fácil razonamiento: “El número de consultas marcaba la calidad de la cobertura. Si tengo en la población cubierta por el sistema público 1,5 consultas por persona por año, eso es Africa. Teníamos que llegar a 3,5 consultas por habitante por año”. Dedicación exclusiva. Paralelo a la construcción de centros de salud y hospitales, se impuso el sistema de dedicación exclusiva de los médicos. Todos los profesionales designados en el Estado, ya sean especialistas, bioquímicos u odontólogos, debían cumplir con la dedicación exclusiva. “Mañana, tarde y noche trabajaban para el sector público y así multiplicamos por cuatro el número de consultas. De este modo, nos pusimos en los estándares de atención, pero sobre todo en los ni-

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veles de justicia social; privar de salud a la gente es la peor de todas las injusticias sociales”, asegura Tanoni. Conseguida la meta de mejorar el número de consultas, el otro gran objetivo del plan fue mejorar la infraestructura a niveles impensados para la época. “Queríamos tener un centro de salud en un radio de 600 metros. En cada círculo de 1.200 metros dibujado en un plano de la ciudad, teníamos que construir un centro de salud con médico clínico, pediatra, tocoginecólogo, enfermería y odontología. Eran rarísimos los servicios de atención odontológica que había en aquel momento”, “La atención primaria de la salud que desarrollamos en todos los departamento de la provincia fue emblemático en el ámbito panamericano de la salud. Sin el compromiso de Roberto Romero no se podría haber hecho nada de esto que le cuento. El apoyo, el esfuerzo de don Roberto en la organización sanitaria fue enorme y eso tiene un solo nombre: dedicación y compromiso con la gente que más lo necesita”. Enrique Tanoni, ministro de Salud 83-87.

señaló. Pero existía otro tema más complejo y problemático: llevar todo ese esquema al resto de la provincia. “Si eso pasaba en la ciudad capital, ¿usted se imagina lo que pasaba en los pueblos del interior?”, pregunta Tanoni. Recuerda la zona del Chaco, Orán, Anta... donde directamente no había médicos ni servicios. Poblados sin ningún tipo de servicio de salud, donde tuvieron que comenzar de cero. “Tuvimos que construir en los pequeños pueblos y poner un medico para que atienda todos los días. Realmente, fue una gran batalla”, concluye el doctor Tanoni.

El plan sanitario de Romero se basó en un fuerte compromiso con la gente. Arriba, inaugurando la salita de barrio San Remo, en noviembre del 86. Abajo: En una recorrida por la Maternidad Provincial, a fines de ese año.


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Un ícono tecnológico en la salud pública de Argentina

Romero en el hospital de Apolinario Saravia y en la salita de Finca Independencia. Abajo: En una reunión en Bienestar Social

Luego de la infraestructura, Romero buscó fusionar la salud salteña con la tecnología más moderna. Los ecógrafos comenzaron a ser más populares en hospitales y centros de salud, hasta que llegó la máxima adquisición: el tomógrafo computarizado

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l 14 de agosto de 1986 quedará en la historia como el día en que, por primera vez en la Argentina, la salud pública incorporó tecnología de última generación. La inauguración de un tomógrafo computarizado no se hizo en La Plata, Capital Federal, Córdoba o Sante Fe. Se hizo en la ciudad de Salta. La apertura del Centro de Tomografía Computada contó con la presencia de importantes autoridades nacionales, entre ellas Conrado Storani, ministro de Desarrollo Social de la Nación. El primer paciente que ingresó al habitáculo fue un bebé, el 15 de agosto de 1986. El pequeño -primero de los 2.600 pacientes que accedieron gratuitamente ese año a la atenciónfue operado posteriormente y evolucionó con éxito. El ex ministro de Salud, Enrique Tanoni, no tiene dudas: fue un hecho histórico. “Un orgullo de los más grandes en esa gestión fue cuando inauguramos el primer tomógrafo del sector público en el país. Lo inauguramos acá en Salta; no en Buenos Aries, La Plata, Córdoba ni en ninguna otra ciudad. El aparato todavía está en funciones y atiende a unos 1700 pacientes por mes”.“Cuando necesitábamos hacer

una tomografía a un paciente, sea del sector privado o público, teníamos que llevarlo a Tucumán, trasladarlo 400 kilómetros. Para hacer una topografía en la parte privada había que pagar y encima trasladar al enfermo en un extenso recorrido. Muchos no llegaban. En toda la Argentina nadie lo tenía en el sector público. Eso está más allá de cualquier visión en materia de salud pública”,afirma Tanoni. Hay algo que el médico destaca en su relato: el nivel de compromiso de En la actualidad, la mayoría de los pacientes que acuden al Centro de Tomografía Computada no cuentan con cobertura social. Se atienden a unas 1700 personas por mes

la conducción, que era parejo en todos los servicios. “La clave fue el compromiso, la dedicación y el esfuerzo que pusieron los profesionales y trabajadores de la salud, médicos, bioquímicos, enfermeros y agentes de salud que dedicaron su esfuerzo a resolver los problemas ajenos con una mirada responsable. Eso era lo que exigía Romero”, afirma.

“Para mí fue lo más grande que me ocurrió en la vida. Fue la satisfacción más grande de mi existencia porque acompañar a ese hombre durante 4 años, en que todos los meses evaluaba si ganábamos o perdíamos la batalla contra la enfermedad, era tremendamente gratificante. Era ganar o perder. Fue un orgullo muy grande llegar a 1987 con las metas sanitarias que muchos países se habían fijado recién para el año 2000”. Equipos y formación Como si trazara una línea histórica en su relato, Tanoni hace una pausa y reflexiona sobre la tecnología y el avance del plan de salud que tantas satisfacciones le dio a él personalmente y a la provincia. Compara y luego concluye: “Romero era una persona tremendamente capaz para la organización administrativa y el gerenciamiento, pero su visión iba más allá. Fíjese; en la facultad a los médicos no nos enseñaron nunca. A nosotros jamás nos hablaron de la mortalidad infantil. Las médicos éramos formados para curar enfermedades. Después, mucho después, llegó el concepto de prevención y promoción de la salud, pero Romero ya sabía de antes que eso era justamente lo que la gente necesitaba”.

La historia de los agentes sanitarios Desde su humilde origen, casi de oficio, hasta su proyección académica, los agentes sanitarios marcaron el rumbo en una época de cambios en materia de salud en la provincia. Fueron la pieza clave del plan “Ramón Carrillo” y el andamiaje de una sólida estructura en materia de prevención que hoy se desaprovecha. “La primera experiencia que se hizo fue en Tilcara; yo era médico allí en el hospital en el 69” dice Tanoni.“Un día me avisan en mi consultorio que había un doctor que quería hablar conmigo. Era Alberto Alvarado quien fue el líder de la lucha antipalúdica con Ramón Carrillo. Me mostró 3 números. Me acuerdo que uno era 133

por mil de mortalidad infantil; el otro era de tuberculosis y el otro de desnutrición. Me dijo: ‘Esto es una mierda con todas las letras; esto es de Africa. No puede existir en mi provincia’ y se puso a explicarme su idea. ‘Vamos a tener que ir casa por casa a hacer promoción y prevención’. Yo le dije: doctor no puedo ir casa por casa, tengo que atender en el hospital. ‘Vamos a buscar paisanos y los vamos a capacitar para que eduquen y hagan promoción y prevención de la salud’, me contestó”. Esa fue la primera experiencia de atención primaria en toda América. Se hizo en Tilcara y Tumbaya y se formalizó en Salta.


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El tomógrafo fue una obra emblemática e inimaginada para una provincia argentina en esa época. Romero lo inauguró el 14 de agosto de 1986. Abajo, a la izquierda: Romero entrega un moderno ecógrafo en el Hospital de Niños, en febrero de 1985.


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Educación pública: un objetivo estratégico para la inclusión social El primer tramo de la vida democrática en el país fue escenario de un gran debate educativo. En Salta se crearon escuelas primarias y secundarias, y comenzó el BSPA.

uando Roberto Romero asume la gobernación en 1983, la situación del sistema educativo era preocupante. En el interior de la provincia no había escuelas secundarias, salvo en dos departamentos, la poca concurrencia escolar alarmaba, y la situación de los docentes era crítica. Tampoco existían las escuelas técnicas y Argentina atravesaba por un contexto económico y social golpeado por la inflación. Poco antes de que llegara al poder, convocó a un reducido grupo de docentes para ofrecerles que diseñen y planifiquen, a partir de las necesidades que observaban en el sistema, un plan de educación integral. “Roberto me llamó un día temprano, alrededor de las 7 de la mañana y me dijo: quiero que el proyecto educativo para toda mi gobernación, tenga tres pilares: que abarque a todos los que están excluidos; que los docentes reciban capacitación de manera constante y la enseñanza del federalismo y su importancia”, comentó una docente que formó parte

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de la elaboración del plan. El plan educativo que Romero junto con la asesoría de los maestros se logró implementar sin tapujos, hizo hincapié en la jerarquización docente, generación de nuevos planes de estudio, decenas de nuevos establecimientos educativos en el interior, creación de escuelas secundarias, de cooperadoras escolares y gabinetes de apoyo psicopedagógicos. Además, la creación de los bachilleratos para adultos fue un tema que interesaba bastante a Romero. “Siempre insistía con los bachilleratos para adultos, quería que los que no tuvieron la posibilidad de estudiar, pudieran hacerlo. El quería que la gente tenga las oportunidades que él no tuvo” aseguró Juanita Solís, una de las colaboradoras más importantes con que Romero contó en la parte educativa. Con el surgimiento del Centro de Estudios y Proyectos Educativos, se logró que los docentes tuvieran una capacitación continua, y se prepararan para mejor sus conocimientos

para la enseñanza. Ya en 1987, existían 57 establecimientos primarios más que en 1983. La cantidad de niños que concurrían a clases también había aumentado, llegando a 189.900 alumnos, luego de estar en 160.183 en el año en que asumió. También 2000 nuevos docentes se sumaron a trabajar en las escuelas. Para el fortalecimiento de las enseñanza media, se crearon 46 estableci“En el interior de la provincia se desarrollaba una tarea de prevención, a través de una asistencia integral al niño y a la familia en todo lo relacionado con su desempeño escolar”, Dina Felisa Taritolay.

mientos secundarios, 11.795 jóvenes se sumaron para estudiar, junto con 600 nuevos docentes secundarios. Romero dispuso la necesidad de que las escuelas tuvieran enseñanza técnica aplicable a los distintos proyectos que pudieran surgir. Insistió

en el aprendizaje de manualidades y demás tareas que posibiliten la inserción en el mercado laboral. La regionalización de la enseñanza fue interesante de aplicar por la particularidad de que era importante que en el interior de la provincia se adapte el proyecto, considerando las características de cada pueblo y para que el gobierno pueda controlar la aplicación de los distintos programas a través de los supervisores regionales. Otros dos proyectos que tomaron trascendencia fueron la enseñanza en las escuelas aborígenes y el programa de enseñanza domiciliaria, a través del cual los niños con enfermedades transitorias y permanentes podían recibir clases en el domicilio, sin diferencias respecto a quienes concurrían a la escuela. “Los resultados alcanzados en el área educativa fueron enormes. No nos imaginábamos que se podrían lograr tantas cosas.Vi en Roberto, voluntad política, ganas de hacer las cosas y preocupación por llegar a la mejor educación para todos los niños y

14/6/1986 El gobernador Roberto Romero entrega guardapolvos y útiles en una escuela en Tartagal. Romero impulsó la educación en la provincia de acuerdo a las regiones y propició que los adultos terminaran sus estudios.

jóvenes de Salta”,comentó Taritolay. El federalismo en la educación Romero bregó para que se insistiera en remarcar la importancia de que se enseñara en las escuelas el federalismo, además de practicarlo en los hechos con las escuelas del interior. Reclamó y levantó la voz de la provincia ante las injusticias que observaba a nivel nacional y logró muchos avances en sus pedidos, cuando demostraba firmeza y convicción. La educación anticíclica El contexto nacional, particularmente en el ámbito económico era malo y difícil de sortear para la mayoría de las provincias. No obstante, Romero se las ingenió con la implementación del bono para continuar apostando más recursos para educación y salud. “Eso impidió que nos quedemos atrasados y que suframos consecuencias no queridas en aquel momento. Eramos una máquina de trabajar, No parábamos nunca, y llegamos lejos”, dijo Juanita.


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La regionalización de la educación La implementación de este proyecto requería adecuar y entender las necesidades educativas del interior.

Sabíamos que el timón estaba conducido por buenas manos, lo que nos daba la libertad de crear y crear proyectos que se ejecutaban y que traían muy buenos resultados al ministerio”, señaló una maestra que formó parte del Consejo General de Educación de Salta durante esos años. En virtud de esta idea, es que se implementó el proyecto para regionalizar la educación. Para ello se crearon las supervisiones regionales en el interior de la provincia. Desde estos centros se garantizaba que el proyecto se ejecutara conforme a la situación de cada lugar. “Lo importante de este proyecto es que pudimos regionalizar la enseñanza y encararla metodológicamente, de manera que era posible adecuar las estrategias a las posibilidades del medio sociocultural, del alumno y de la comunidad”, comentó Dina Taritolay, docente asesora del exgobernador. Al utilizar este sistema, se podía valorar la forma de vida en las distintas comunidades del interior, y fortalecer “el enraizamiento del niño en su propia comunidad, como resorte de promoción social, cultural y económico”, agregó Taritolay. “Viajábamos al interior constante-

Arriba: El gobernador Romero visita una guardería infantil en Finca Independencia. A la derecha: Romero en la inauguración de la obras ejecutadas en la escuela Mariano Castex. A su izquierda, la docente Dina Felisa Taritolay, en noviembre de 1986

mente a supervisar el trabajo que hacían los docentes allí. Era toda una sorpresa para los que vivían en el interior que vayamos con noticias sobre aperturas de escuelas secundarias o respuestas a los problemas”, indicó Juanita Solís, otra de las colaboradoras de Romero en el área educativa. Educación para los aborígenes Se creó el Proyecto de Regionalización Educativa Area Aborigen, con el fin de “lograr que la escuela se transforme en un ente integrador y dinamizador de la cultura para lograr su desarrollo armónico y sostenido en el marco de una comunidad organizada”. Así reza su carta introductoria. Alrededor de 70 escuelas primarias atendieron a 18.000 aborígenes, pertenecientes a diferentes etnias, como matacos, chorotes y tobas. Los planes educativos no intentaron borrar sus identidades, sino que, por el contrario, las potenciaron con fuerte énfasis en sus raíces y la integración a la vida con el resto de la sociedad. Se capacitó a docentes en los idiomas de los distintos pueblos originarios, y se les brindó capacitación para que los aborígenes pudieran enseñar ellos mismos.

Dos docentes claves para Romero Se llaman Juanita Solís y Felisa Dina Taritolay, quienes entregaron sus vidas a la educación. Ambas fueron grandes colaboradoras de Roberto Romero en el área educativa, y compartieron una enorme cantidad de anécdotas con él durante 1983 y 1987. Cumplieron tareas claves para el desarrollo educativo y fueron creadoras de la mayor parte de las iniciativas que se implementaron en la enseñanza. “La cantidad de colegios secundarios que creamos era sorprendente. Trabajábamos duramente porque los objetivos planteados había que cumplirlos, cueste lo que cueste”, indicó Juanita a El Tribu no.“Roberto supervisaba todo.

Estaba muy al tanto de lo que se hacía en nuestra área”, comentó Dina. “Yo podía ver en él, un cierto afán para que las demás personas pudieran tener lo que él no pudo; una educación completa. Pero la vida lo educó con unos valores que jamás se olvidarán”, afirmó Juanita. Por su parte, Dina Taritolay sostuvo la importancia de entender la educación, partiendo de un planificación seria.“Eso ya no veo en estos días, cuando aún hay más posibilidades económicas que antes. La educación se piensa estratégicamente para que exista un futuro que incluya a todos. Eso buscamos. Y llegamos lejos”, señaló Dina.


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Enseñanza e integración: el Ateneo Cultural

1960 Roberto Romero inaugura las primeras jornadas del Ateneo Cultural El Tribuno. Abajo: Hombres y mujeres participan del taller de oficios. Primer festival en el marco de las actividades que se desarrollaban en el Ateneo Cultural. Durante 27 años, este ateneo fue un símbolo de integración para los salteños. Miles de ciudadanos participaron activamente.

Con la creación del Ateneo Cultural, Romero despliega los dos ejes a través de los cuales centraría su gobierno.

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asaron 52 años de aquella vez cuando se inauguró el Ateneo Cultural El Tribuno, reconocido como el centro cultural y recreativo más grande que hubiera existido en Salta. Romero era consciente de la falta de un espacio de participación para todos los salteños, que funcionara como una herramienta que permitiera desarrollarse en los distintos ámbitos de la educación y la cultura. La participación y las ganas de progresar no se quedaron atrás cuando este centro abrió sus puertas. Miles de salteños participaban a diario de esta propuesta. Una amplia gama de actividades diarias formaban parte de la agenda del Ateneo. Allí se podía aprender desde cocina, ajedrez, baile, y demás oficios que pudieran darle al salteño la posibilidad de conseguir trabajo. También brindaba clases de gimnasia, mecanografía y una amplia gama de talleres. Coronaban todas estas actividades, las tareas sociales que se llevaban adelante, como la ayuda que se organizó, en colaboración con la Sociedad Italiana, con el fin de ayudar a la escuela de Pozo del Sauce. No quedaron afuera las maratones barriales, los campeonatos de boxeo, de pesca,de baile y muchos otros,cuyo nivel de participación reflejaba el interés de muchos por formar parte de esta organización. Los festivales imprimieron un sello particular en el Ateneo, junto con la comercialización de los productos que los alumnos realizaban en clases. De esta manera, la empresa que dirigía don Roberto se embarcaba en una fuerte tarea social que no tenía más intenciones que la de promover la inclusión a través de los oficios y de tareas artísticas variadas. En 1987, el Ateneo cerró sus puertas, dejando un gran vacío en la sociedad salteña. Doce años más tarde, Lucía y Silvia Romero, hijas de Roberto, crean la Fundación Roberto Romero, y logran con éxito darle vida nuevamente a una serie de actividades de las que el Ateneo Cultural El Tribuno

fue en aquella época un referente. Con eje en lo social, lograron construir esta institución por la que pasan alrededor de 10.000 salteños por año para aprender una amplia cantidad de oficios, idiomas y actividades de las más variadas. Educando con integración Los docentes que conocieron personalmente al exgobernador sostienen que sus discursos sobre la educación siempre incluían la necesidad de integrar a todo el universo poblacional, sin distinciones de ningún tipo. Beatriz, una docente, recuerda que Romero solía repetir una frase que le quedó en mente: “Que la educación no sea nunca más un privilegio del dinero”. Si bien es una frase de gran calce para cualquier discurso, se implementó en la práctica con la fuerte insistencia de quienes trabajaron en este sector. El Ateneo era la expresión de lo que Salta necesitaba y aún hoy demanda: la importancia de la educación popular abarcativa y sin exclusiones. V Festival Latinoamericano del Folclore Fue un festival de gran importancia para Salta, principalmente por la participación de 11 delegaciones de distintos países que vinieron a la provincia a participar a través del baile de las danzas más tradicionales del folclore. Este tipo de iniciativas se encuadraba dentro del área cultural que el Gobierno pretendía llevar adelante. Por el canto,las costumbres y la cultura, los salteños vivieron este festival con gran alegría, aún recordada en estos tiempos. Congreso de Poetas Otra de las actividades que se organizaron en el marco de la difusión de la educación y la cultura fue el Congreso de Poetas, hecho que marcó un importante paso en el ámbito literario por la posibilidad de que Salta conociera otros autores, ya que participaban poetas de los países de toda Latinoamérica, en un encuentro de fuerte raíz cultural.

Respeto y afecto Varias personas que se desempeñaron en el área cultural y educativa en aquellos tiempos, remarcan la calidez, respeto y afecto con que se desarrollaban las actividades. Recuerdan que se llevaron adelante tareas que no se habían implementado anteriormente. “Existía algo especial, más aún cuando el Ateneo Cultural comenzó a funcionar. Recuerdo que era un ámbito para toda la familia, de allí salieron cantantes, bailarines y sobre todo, personas que aprendieron un oficio, hecho suficiente para ayudar a alguien”.


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Con el Delmi, coronó el gran impulso que le dio al deporte En tiempo récord construyó, en 1986, el primer escenario deportivo de envergadura. Los salteños aún lo siguen disfrutando

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ara el profesor Oscar Nieto Balverdi los tres años (1985, 86 y 87) en los que acompañó como director de Deportes de la Provincia la gestión de Roberto Romero “fueron imborrables”, porque se hicieron cosas que quedaron definitivamente incorporadas en las costumbres de los salteños. En ese sentido, Nieto Balverdi remarcó que “Romero no escatimó esfuerzos y le dio una gran proyección al deporte, porque lo consideraba una herramienta válida para defender la vida, pero simultáneamente disfrutaba viendo jugar a los niños o se esforzaba por generar nuevas actividades que sirvieran de contención a la juventud”, las que ya había propiciado desde el diario y que intensificó desde que se constituyó en el primer gobernador de la democracia. “Solo esa gran visión, de la que hacía gala, le permitió proyectar la

construcción del estadio Delmi en apenas 120 días, un tiempo récord, y darle a la provincia el primer escenario deportivo de gran envergadura”, resaltó el entonces director de Deportes del gobernador Romero. El Delmi (nombre que le impuso el recordado Tombolito, que con ingenio achicó la frase “del milagro”) fue construido para ser escenario del campeonato argentino de básquetbol y de la pelea entre Rubén Condorí y el mexicano Román, por el título mundial a mediados de 1986, y posteriormente sirvió para que Salta sea sede del Mundial de básquetbol de 1990 y de otros eventos de gran magnitud. “No conforme con ello, Romero trabajaba en conjunto con las entidades rectoras del deporte de la provincia, o apoyaba grandes emprendimientos, como pasó con la tres ediciones de los mundiales de motocross que encaró el Auto Club

Salta y que se realizaron en el autódromo durante su gestión”, continuó relatando. Agregó que para esa ocasión hizo preparar un trazado especial y mejoró las instalaciones del autódromo. Nieto Balverdi remarcó que Romero tenía políticas muy definidas sobre el deporte y la recreación. “Implementó las excursiones de los niños a Embalse de Río III y a Chapadmalal, junto a sus familias. Más de 200 chicos conformaban cada contingente. También puso en marcha las actividades deportivas comunitarias para discapacitados e impulsó el torneo de Cebollitas, que hoy en día lleva su nombre”, reseñó Nieto Balverdi. Sabido es que Romero, antes de ser mandatario provincial, ya impulsaba desde el Ateneo El Tribuno numerosas acciones deportivas, como una manera de ayudar a los jóvenes con problemas de adicciones.

Arriba: Roberto Romero en el Delmi. Abajo: Su llegada al estadio el día de la inauguración.


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Romero disfrutaba mucho con las grandes figuras del deporte mundial. Aquí, con el quintuple campeon mundial de la F1, Juan Manuel Fangio, y el expresidente de Boca, Alberto J. Armando, en Salta.

En el estadio Delmi desfilan las delegaciones de los Juegos Latinoamericanos de 1986.

José Dib Ashur, por un lado, y el Beto Rajal, por otro, fueron los pilares en la organización del Boxeo de los Barrios.


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Revolucionó el fútbol de Salta y organizó el Campeonato Escuela Roberto Romero asumió como presidente de Central Norte el 3 de febrero de 1968, y con visión y calidad ejecutiva llevó al equipo cuervo a los primeros planos del fútbol nacional. En esa misma década ya había lanzado el Campeonato Escuela de El Tribuno.

Fue un dirigente distinto, único, un lujo para aquella época, ya que, tras la apertura de la AFA al fútbol del interior, con una gran visión y ejecutividad impulsó la presencia de Salta en el contexto del fútbol nacional”, comentó Bruno Iezzi al rememorar la gestión de Roberto Romero como presidente de Central Norte desde febrero de 1968 hasta mediados de la década del 70, lo que le permitió al entrenador recalar en la provincia. Romero, flamante titular azabache, sostuvo entonces que “para competir con los profesionales, hay que traer a profesionales” y tomó la decisión de reforzar al equipo cuervo con futbolistas de Buenos Aires. Recurrió a Alberto J. Armando, en esos años presidente de Boca y su amigo, quien, a su vez, lo conectó con el titular de Atlanta, León Kolbowsky. Allí logró la contratación de un técnico joven (recién recibido) como Bruno Iezzi y cuatro jugadores de la entidad de Villa Crespo: el arquero José Caffaro, el defensor Fernández Vázquez, el mediocampista Ricardo Sassone y el delantero

Raúl Savino, revolucionando el fútbol salteño que hasta aquella década del 60 era muy amateur y apenas si se nutría con jugadores de Tucumán o Santiago. En ese mismo 1968 Central salió campeón de la Liga, y si bien no alcanzó la plaza para el Regional del año siguiente, por este título asumió la representación de Salta en la primera Copa Argentina, que se disputó en el país en 1969. Ingenioso, Romero ahí nomás habló con Kolbowsky y se ofreció a ser sede del primer partido de ese torneo, proponiendo incluso que él mismo estuviera a cargo de Atlanta y el conjunto azabache. La intervención de la AFA aceptó la idea y así el puntapié inicial se dio en Salta con el cotejo que Central le ganó a Atlanta por 1 a 0.“Ganamos con un gol de Raúl Palavecino, un delantero de Juventud que vino como refuerzo, junto a Pablo Cárdenas. Después Atlanta nos ganó en la revancha y siguió en carrera. Pero volvimos a jugar la Copa Argentina en 1970, ocasión en que eliminamos a Tesorieri de Catamarca, y jugamos con Chacarita la primera fase”, evocó Iezzi.

Para entonces y sin estar vinculado todavía a Central Norte, Romero ya había hecho muchas cosas importantes por el fútbol salteño, como lanzar desde El Tribuno el recordado Campeonato Escuela, una iniciativa que tuvo un gran respaldo popular y el apoyo incondicional del Consejo General de Educación por sus fines formativos, amén del surgimiento de jóvenes promesas. La Escuela Juan Carlos Dávalos, de Villa Primavera, fue el primer campeón (1960) y el Colegio San Francisco, el segundo (1961). El Campeonato Escuela se jugó de forma ininterrumpida por más de 20 años, siempre bajo la organización de El Tribuno. “El corazón de Villa Primavera siempre estará con Romero, porque popularizó al barrio con esos electrizantes partidos del campeonato escuela”, recuerda siempre el profesor Humberto Cajal Vaca, entonces conductor del equipo campeón. Del mismo modo lo remarca Bruno Iezzi.“Soy un eterno agradecido a Romero, porque aquí formé mi familia (tengo cuatro hijos salteños) y me pude afianzar como profesional”, dice.

El primer torneo internacional y más 1971: Roberto Romero acondiciona y dota de tribunas tubulares el estadio Dr. Luis Güemes (elevando su capacidad a unos 15 mil espectadores) para que Salta sea una de las sedes del torneo internacional de fútbol Sol y Turismo, con la presencia de Boca Juniors y el Botafogo de Ribeirao Preto, Brasil. 1977: Se retira de Central Norte, pero impulsa a El Tribuno a organizar en Salta la Reunión Cumbre del Fútbol del Interior, en la que se

aprobó la Resolución 1.309, que le permitió a los clubes del interior acceder a los torneos oficiales de la AFA. Talleres y Racing de Córdoba, ahora en el Argentino A junto a Central, Juventud y Gimnasia fueron, precisamente, los primeros beneficiados. 1984: Le da una gran proyección al fútbol del interior de la provincia con la organización del torneo Juventudes del Norte. Orán fue el primer campeón.

Arriba: Con dirigentes deportivos en la cancha de Central Norte. Abajo, izquierda: Durante la presidencia del club azabache. A la derecha: Entregando un premio en el Boxeo de los Barrios.


ROBERTO ROMERO

El boxeo de los barrios como escuela de vida La problemática del alcoholismo en los jóvenes de los barrios y el incipiente, por entonces, flagelo de la droga preocupaban de sobremanera a Roberto Romero. Y desde El Tribuno comenzó a proponer acciones para contener a la juventud salteña. Por eso no dudó en lanzar en 1965 los primeros Juegos Deportivos Vecinales, descubriendo que el boxeo, una de sus disciplinas, había captado el interés de los muchachos y tenía mucha adhesión popular. Ante tamaña repercusión y viendo que el boxeo podía ser una excelente vía de contención para los jóvenes en conflicto, convocó a un experto en la materia: Andrés Mozota, quién venía de ser el brazo derecho de Tito Lectoure en el Luna Park. No solo afianzaron su organización, sino que impulsaron la creación de gimnasios vecinales y de este modo el boxeo de los barrios pasó a ser una escuela de vida. “Lo que Roberto Romero quería era poner KO el flagelo del alcoholismo en los barrios”, evocó Beto Rajal, quién fue el asistente de Mozota en la tarea y colaboró estrechamente con José Dib Ashur, cuando éste prosiguió con la organización de la actividad años después.

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Cumbre del Boxeo. Roberto Romero junto al recordado Tito Lecture y Andres Mozota, quienes fueron claves para que el boxeo de los barrios cumpliera una función social. También en un agasajo al recordado Alberto J. Armando, entonces presidente de Boca y amigo personal, junto al excrack xeneize Ubaldo Rattin.


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Un hombre fecundo en ideas e iniciativas Roberto Romero contagiaba con su trajín y alentaba a trabajar con su exigente ejemplo y sentido de la responsabilidad.

LUIS ANDOLFI Diario El Tribuno

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ue fecundo en ideas e iniciativas, y desbordante su vitalidad. Entre los muchos y ricos rasgos de su personalidad, esos fueron los primeros que nos impresionaron. Y también, a la par de su calidez en el trato, su riguroso sentido de la responsabilidad. Cuando en diciembre de 1985, por sugerencia y pedido de nuestro amigo, el poeta Hugo Roberto Ovalle, el entonces gobernador de la provincia, don Roberto Romero, nos designó para que secundásemos a aquél en la recientemente creada Dirección General de Difusión, entramos en un mundo laboral, si no opuesto, por lo menos diferente al que estábamos habituados. Veníamos de la bohemia de las vie-

jas redacciones periodísticas, y el “nuevo orden” -por así decirlo- fue una novedad a la que nos adaptamos con entusiasmo. Y damos por cierto que ello no hubiese sido posible sin el cotidiano y exigente ejemplo de don Roberto. Nos contagiaba con su trajín, que comenzaba con las primeras luces del día, después de una jornada que se prolongaba hasta pasada la medianoche.Y más,en ocasiones. De ello tenemos vivo el recuerdo. Si algún asunto quedaba pendiente en el día, y urgía ser tratado o resuelto, con frecuencia nos hacía buscar en nuestra casa en horas impensadas. El nos esperaba, con otros colaboradores, en su oficina de la calle Boedo, ya ocupado en el problema. Dijimos que era un hombre pleno de ideas e iniciativas. Un hombre de acción. Muchas de esas inventivas, dirigidas todas a mejorar la calidad de vida de

sus comprovincianos,solían caer en la interesada y deliberada incomprensión de algunos personajes. Eso sucedió, para dar un solo ejemplo, con el proyecto del tren elevado Si algún asunto quedaba pendiente en el día, y urgía ser tratado o resuelto, nos hacía buscar en nuestra casa en horas impensadas para la gente común.

que, atravesando de norte a sur la ciudad, acabaría con un viejo problema capitalino todavía vigente. Fuimos testigos de sus afanes por disminuir la mortalidad infantil, la materna y la hospitalaria, y por dotar de elementos de alta tecnología al sistema de salud. Y así fue creado el Servicio de Tomografía Computada, que era el único en el país perteneciente al Estado, aumentando de esa manera el material de lucha contra la enfermedad y la

mortalidad de origen social. Y no omitamos que su programa de medicina social y sanitaria fue terreno de práctica y experiencia docente para las escuelas de salud pública de la Universidad de Córdoba y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. En ese entonces, Salta recibía pasantes y observadores de Brasil, Perú, Bolivia,Ecuador y España. Fueron muchos más los logros concretados en esa materia durante el gobierno de Roberto Romero. La cultura no fue descuidada. Para no abundar, veamos un hecho cultural sobresaliente. Entre el 6 y el 9 de noviembre de 1986, se realizó en nuestra ciudad el Primer Congreso de Poetas y Narradores Latinoamericano Literatura Viva, organizado por el Gobierno salteño y por un grupo de poetas y prosistas locales. Participaron de esa reunión algunos de los más destacados y representati-

vos creadores del país y del extranjero, como el chileno Nicanor Parra (reciente Premio Cervantes), la boliviana Yolanda Bedregal, el paraguayo Elvio Romero, y argentinos como Abelardo Castillo, Edgar Bayley, Juan José Hernández, Miguel Briante, María Granata, Ana Emilia Lahitte y Néstor Groppa. Ese congreso significó el definitivo lanzamiento de la provincia a los más altos niveles de la consideración intelectual del continente. Concluida su gestión de gobernante, don Roberto Romero nos llamó a integrar el equipo periodístico de El Tribuno, tarea en la que aún permanecemos. De él guardamos muchas de sus enseñanzas de vida y de trabajo, y atesoramos la fortuna de haber participado, aun desde nuestro pequeño lugar, en su formidable labor de intentar el engrandecimiento y bienestar general de la provincia y de sus habitantes.

Con Pajarito Velarde y la incipiente generación de grandes folcloristas.


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“Alguien que sabía ser amigo de sus amigos” Eduardo Falú recordó a Roberto Romero como “un hombre con gran disposición para darle una mano a los artistas”. duardo Falú, es una de las más admiradas figuras de la cultura nacional, por la coherencia estética e intelectual que desarrolló a lo largo de su obra. Actualmente vive en Buenos Aires, donde es dirigente de SADAIC. Mientras se recuperaba de un malestar, perfiló para El Tribuno sus recuerdos junto a Roberto Romero.“Sobre todo, se trataba de un hombre que era muy buen amigo de sus amigos. Un hombre, en ese sentido, muy humano; si estaba dentro de sus posibilidades darle mano a la gente, lo hacía sin dudarlo. Siempre estaba atento a esas cosas Y creo que entró a la política por circunstancias que tenían que ver con eso. Un gran tipo, de orígenes modestos, y que con una gran capacidad de trabajo llegó a ser gobernador de Salta. Todo un hecho”. La de Falú con Romero, fue una amistad de personas ya maduras.“Lo conocí antes que sea gobernador. Hicimos juntos algunas cosas en Salta, auspiciadas por la Secretaría de Cultura de la Provincia. Romero era muy entusiasta para estas cosas”, reseñó el músico. “El hombre tenía una gran disposición para darle una mano a los artistas y a la gente en general, que estaba surgiendo. Por eso creo que se hizo el Festival Latinoamericano,del que fue el autor, me parece”, destacó Falú. “Cuando fue gobernador, amplió las posibilidades para toda esa gente. El era un político y se manejaba con eso,pero sobre todo ha sido un hombre que se inclinaba por la gente modesta, atendía a los que estaban surgiendo, abría posibilidades para los otros”,describió el compositor. Falú cuenta que sus recuerdos con Romero están tenidos de una cariñosa nostalgia.“Me tocó estar en la última campaña que hizo. Hemos viajado mucho, a muchas partes juntos.Y bueno, recuerdo esos días con mucho afecto. Me acuerdo del entusiasmo que tenía Romero, las ganas de seguir dando lo que podía. Pero perdimos esa elección. De todas maneras, uno lo recuerda como una gran época”.

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Eduardo Falú compuso piezas folclóricas de inestimable valor musical y estético, con letras de notables poetas como Jaime Dávalos. Entre las canciones más conocidas se cuentan la célebre “Zamba de la Candelaria‘, “Trago de sombra”, “Tonada del viejo amor”, “La Caspi Corral”, “Renacer”, “Amor, se llama amor” y “Milonga del alucinado”. En la campaña electoral de 1991 iba a acompañar la candidatura de Roberto Romero para la gobernación, como aspirante a vicegobernador, pero finalmente una maniobra política impidió su postulación. La Justicia le negó la autorización aduciendo que no cumplía el requisito de residencia, porque tenía el domicilio legal en Buenos Aires. Una ironía frente a una figura que honra a Salta en el mundo.

Notable figura Eduardo Falú nació el 7 de julio de 1923 en El Galpón, pequeño pueblo del departamento Metán, situado a unos 150 kilómetros de la capital salteña. Con un admirable talento y una digitación impecable en la guitarra, es uno de los máximos compositores de nuestro país. Ha trabajado con grandes creadores como Manuel J. Castilla, Jaime Dávalos, también con Ernesto Sábato -con quien hizo Romance de la Muerte de Juan Lavalle- y Jorge Luis Borges. Su infancia la vivió en Metán, donde sus padres, inmigrantes sirios, tenían un negocio de ramos generales. Su serie de la Suite Argentina, donde reunió estilos como bailecitos, zambas, estilos, malambos, chamamés, entre otros, fueron interpretadas por la Sinfónica de Londres. Y sus canciones, se han constituido en clásicos del cancionero popular mundial, por la belleza e identidad que la identifiquen.

Arriba, en la casa de Pajarito Velarde, Jorge Luis Borges, Coco Botelli y Ricardo Fernández Dorré , de El Tribuno. Al centro, Eduardo Falú y José Ríos. Abajo, Romero con Mirtha Legrand en el Ateneo El Tribuno.


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Don Roberto Romero y el cálido recuerdo de los vecinos de su Salta En los barrios lo recuerdan como una gran persona, abocado a esta entrañable provincia y a su gente, que jamás lo olvidó. El Tribuno recorrió distintas zonas de la ciudad y se encontró con las anécdotas de su andar cotidiano por sus calles.

TRILSE LOVISOLO

Diario El Tribuno

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as calles guardan historias y no hay mejor que la gente para contarlas.A 20 años del fallecimiento del exgobernador Roberto Romero, El Tribuno salió a recorrerlas para recordar con los vecinos quién era ese señor que estuvo al frente de la provincia y que, indudablemente,marcó un camino a nivel político y social,fundamentalmente. Un mandatario muy querido. Charlar con la gente, indagar sobre su obra y sobre los rasgos de su personalidad arrojó respuestas que ayudan a ilustrar el retrato de “don Roberto Romero”, como aún hoy le dicen algunos para referirse a él. “¡Claro que me acuerdo de don Roberto Romero! Yo lo conocía personalmente y sóolo puedo decir que fue una buena persona y un gran gobernador porque hizo muchas cosas para la gente humilde”. Esas son las palabras que el vecino Vidal Farfán, de Villa Soledad, encontró para ordenar los sentimientos, mezcla de nostalgia y alegría, que le vienen cuando le preguntan por Roberto Romero.

Lo mismo le pasa a Zulema,una vecina del barrio Intersindical que demora en ordenar los recuerdos de aquellos años.“Romero era muy humilde, eso es lo que más valoro de él. Miren sino hasta dónde llegó. Creo además que como gobernador hizo cosas buenas, aunque a veces la prensa lo haya querido desprestigiar.Yo estoy convencida de que fue una gran persona”,expresó la mujer. Sencillez y humildad Un hombre sencillo, una persona muy humilde. Esos conceptos son algunos de los que más aparecen entre los recuerdos que relata la gente. Francisco Cruz, por ejemplo, es un vecino de Villa Cristina que lo conoció a Roberto Romero pero desde otro lugar. Cruz trabajó como periodista de la sección deportes en el diario El Tribuno durante los años en los que estaba a cargo de Roberto Romero. “El trato que tenía con nosotros, los empleados, era excelente, nos trataba de igual a igual,es que era muy humilde, el vino de abajo. Creo que por eso El Tribuno es los que es, no creo que en Salta vuelva a haber otro diario como este nunca más”,expresó Cruz. Elsa Pastrana, una señora de Villa Las Rosas, coincide con el testimonio anterior.“Romero era muy sencillo y

pese al importante cargo que ocupaba en la provincia, era una persona íntegra”, dijo y agregó luego:“Como gobernador ha tenido muchos logros. Por ahí uno empieza a enumerarlos y se olvida de muchas cosas muy importantes. Ha querido mucho a la provincia y ha luchado mucho por ella”. Esther Rodríguez, de barrio Los Lapachos también recuerda a Roberto Romero con admiración.“Era muy bueno,muy humilde”,coincidió la señora.“Tengo un montón de recuerdos sobre él... Una vez estaba sola en el aeropuerto y no tenía en qué volverme. El llegaba con su ponchito al hombro y me preguntó si tenía cómo regresar a mi casa.Le dije que no e inmediatamente le dijo a su chofer que me lleve a donde yo le diga.Así era él: pura generosidad”,concluyó la mujer. El contacto con la gente es otro de los rasgos distintivos de su personalidad. Muchos vecinos destacaron eso: su carisma y su modo de ser, siempre atento a las necesidades de la gente, siempre dispuesto a escuchar a todas las personas que se le acercaban a contarle cuáles eran los problemas de su barrio o cuáles las inquietudes que los aquejaban. Por todo eso era “Don Roberto”, porque la gente lo sentía cerca.

“Un gran señor, así fue Romero. Lo recuerdo como una buena persona, con muy buen humor y muy respetuoso. Lo quería mucho”. PATRICIA, Bº El Tribuno

“Lo conocí bien porque trabajé en diario El Tribuno. Con los empleados era muy amable, muy correcto y tenía muy buena relación con todos”. FRANCISCO CRUZ, Villa Cristina

“Romero fue un hombre con una fuerte personalidad y una capacidad ilimitada de trabajo. Era muy sencillo, una persona íntegra y muy carismática”. ELSA PASTRANA, Villa Las Rosas

“Recuerdo que como gobernador hizo una muy buena gestión. También es destacable que tenía mucha llegada a la gente”. EDUARDO PEREZ, Ciudad del Milagro

“Tengo muchos recuerdos lindos de él en política. Ha sido un hombre que estaba cuando uno lo buscaba. No hay muchos mandatarios como él”. ESTHER RODRIGUEZ, Los Lapachos


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ROBERTO ROMERO “A mí y a mi familia nos ayudó un montón. Lo mejor que hizo durante su gestión fue crear barrios y darle a la gente un lugar donde vivir”. JOAQUIN LOPEZ, Bº El Tribuno

“Romero fue un señor que, por empezar, tuvo la gran idea de hacer este barrio (El Tribuno) que fue una solución para muchas personas”. HAYDEE DE MARRUPE, Bº El Tribuno

“Fue un gobernador que hizo muy buenas obras para la gente. Principalmente hizo muchos barrios, cuando hoy cada vez hay más asentamientos”.

“¡Hizo tanto por la gente más humilde!”

MARCOS CASIMIRO, florista del cementerio de la Santa Cruz

El exgobernador Roberto Romero, durante su gestión, trabajó mucho en políticas habitacionales. Eso -destacó la gente- fue una de las cosas más valiosas de su gobierno.

El viejo Romero, como le dicen algunos, hizo mucho por el pueblo. Muchas obras, muchos barrios. ¡Hizo tanto por la gente pobre!”, expresa Oscar Flores, un vecino de villa Cristina, mientras ve pasar una tarde de domingo con un amigo, desde la plaza Francisco de Gurruchaga. Roberto Romero trabajó mucho en políticas habitacionales, no por nada es uno de los aciertos políticos que más le ha reconocido la gente durante el recorrido que El Tribuno hizo por los barrios salteños, para escuchar las opiniones de quienes lo vieron gobernar, allá por la década de los 80. Todas las personas consultadas manifestaron recordarlo como un gran mandatario, muy accesible y dispuesto al diálogo con la gente. Pero respecto a su gobierno, fundamentalmente, destacaron una cosa: hizo muchos barrios y mucha gente, de los sectores más bajos de la sociedad, pudo tener un lugar donde vivir y desde donde empezar a proyectarse junto a sus familias. El barrio El Tribuno (ver foto) es ejemplo de eso. Joaquín López, quien vive allí hace más de 20 años, cuenta: “Yo no tenía casa y Roberto

nos ayudó con materiales para construirla. Creo que durante su gestión lo mejor que hizo fue crear muchos barrios y darle a la gente un lugar donde vivir”. “Actualmente, las cosas son muy distintas. Hoy en día mi hija, por ejemplo, alquila y hace muchísimos años que está anotada en el IPV, pero no pasa nada. En la época de Romero hubo más y mejores políticas habitacionales”, destacó don López. “Romero fue un señor que, por empezar, tuvo la gran idea de hacer este barrio (El Tribuno) que solucionó el problema de vivienda de muchas personas”, dijo Haydeé de Marrupe, otra vecina de ese barrio de la zona sur de la ciudad. Esther Rodríguez, de barrio Los Lapachos, también destacó el tema de la creación de viviendas y concluyó: “Romero tenía mucho carisma con la gente y, además, conocía Salta y detectaba las necesidades de su gente. Las políticas habitacionales seguramente no fueron azarosas”. Una persona muy querida La recorrida por los distintos puntos de la ciudad nos encontró también con dos personas que nos ha-

blaron de esos días de 1992, cuando Roberto Romero falleció: Carmen Flores y Marcos Casimiro, ambos floristas del cementerio de la Santa Cruz. Ellos volvieron sobre el tema del cariño que la gente tenía hacia el exgobernador.“Era una persona muy querida. Recuerdo que el día del entierro había muchísima gente.Yo no lo había conocido personalmente y pese a eso, ese día, pude sentir que era un gran hombre, una buena persona”, dijo la mujer. Casimiro, quien tiene un puesto de flores hace más de 20 años, también se acordó del día del funeral. “Me llamaba la atención que la gente venía de todos lados, fue un día bien triste”, contó. El hombre recordó que cuando se cumplió el primer aniversario también fue similar.“Es que era un hombre bien querido, por su gobierno y por todo lo que hizo por la gente. Sus obras fueron muy importantes, ya no hay mandatarios como él”, concluyó el señor. Pasaron 20 años y lejos del olvido, muchos tienen presente a Roberto Romero, quizás por haber sido atravesados por este capítulo tan marcado de nuestra historia provincial.

“Hizo un muy buen gobierno y muchas cosas buenas por Salta, entre ellas ordenar la provincia. La ciudad mejoró mucho durante su gestión”. ROSARIO AGUILAR, Ciudad del Milagro

“Nunca lo vi en persona, pero estoy segura de que era muy bueno porque hizo muchos barrios y entregó muchas casas a gente que no tenía un lugar en donde vivir”. CARMEN FLORES, florista del cementerio de la Santa Cruz


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Un período de convivencia y confianza en la democracia Una singular relación unió a Roberto Romero y Raúl Alfonsín. María Fernanda Justiniano, doctora en historia, rememora el legado con una mirada desde el presente.

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l 30 de octubre de 1983, la ciudadanía salteña votó mayoritariamente a Roberto Romero para gobernador de la provincia y a los electores de Raúl Alfonsín para presidente de la Nación. Hecho novedoso en la historia político institucional argentina y salteña. Era la primera vez que un peronismo sin proscripciones resignaba su hegemonía electoral y la provincia se encontraba ante un presidente radical y un gobernador justicialista. Esta configuración política se constituyó, sin embargo, en un exitoso ejemplo de convivencia democrática, ejercicio republicano y respeto al federalismo. La calificación adquiere mayor envergadura si el lente con el que se la mira es el presente. Tanto Romero como Alfonsín se enfrentaron a un mundo que al fin de sus respectivos mandatos ya no existía.Ambos compartieron los últimos tiempos de la Guerra Fría, de crisis del Estado de bienestar y de avance del neoliberalismo. Este clima de época, la herencia de la dictadura y la ilusión democrática marcaron los límites y desafíos que moldearon la nueva experiencia constitucional que emprendía la sociedad argentina, los discursos y las acciones de los dirigentes políticos. La democracia, el federalismo, y la convicción de que Latinoamérica era la patria grande fueron las banderas que cobijaron dichos y hechos. Mientras Alfonsín exigió juicio a los dictadores y convenció de que con la democracia se come, se educa, se vive, Romero apeló a la “unidad de los hombres de Salta”, y persuadió a los salteños de que “los enemigos a vencer eran el descreimiento, la decepción, la desocupación y la miseria”. De este modo, tomó distancia de la propuesta de otorgarle una amnistía a los militares,que propulsaba el candidato a presidente del justicialismo, Italo Lúder. Esta demanda democrática fue acompañada de un espíritu republicano, que en el caso salteño quedó plasmada en la letra del texto constitucional provincial de 1986. Por estos años era imposible que las ideas de “poder eterno”, o de reelección indefinida fueran concebidas. El artículo 137 de la reformada constitución salteña fue explícito en su concepción republicana y estableció que el gobernador y el vicegobernador “duran cuatro años en sus funciones, no pueden ser reelectos en el período si-

Arriba: En agosto de 1967, en pleno gobierno militar, se entrevista con Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro (España) para analizar la política nacional. Abajo: En 1985, recorre la ciudad junto con el presidente Raúl Alfonsín, durante un homenaje a Martín Miguel de Güemes.

guiente a su elección ni sucederse recíprocamente y cesan el mismo día en que expira el período legal,sin que por ninguna causa pueda prorrogarse ni completarse”. Estas afirmaciones democráticas y republicanas se sostuvieron en los poderes legislativos, cuyo rasgo de época fue la fuerte identidad partidaria de quienes lo integraban, el número y presencia de opositores, tanto en el nivel nacional como en el provincial. La debilidad de esta democracia de partidos políticos quedó en evidencia con la reforma de la Constitución nacional de 1994. El federalismo constituyó otra bandera que Roberto Romero enarboló y defendió en distintos espacios.Así, las regalías petroleras enfrentaron durante su gobierno a la provincia y a la Nación, en un juicio cuyo fallo favoreció a Salta. No obstante, las diferencias no fueron obstáculo para que en momentos como los levantamientos militares o la consulta popular sobre el Beagle, el Ejecutivo provincial acompañara con su apoyo al Gobierno nacional. El 15 de febrero de 1991, Roberto Romero falleció en un accidente de tránsito en Río de Janeiro (Brasil).Alfonsín murió casi dos décadas después. Ambos dejaron en la vida institucional de nuestro país un ejemplo de convivencia democrática.


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