Sorolla y La Habana

Page 1

Próximas piezas del mes:

febrero ‘11 | Sorolla y La Habana

MARZO

“El bargueño del salón de la Casa Sorolla” ABRIL “Sello de José Capuz para la inauguración del Museo Sorolla”

PIEZA DEL MES


PIEZA DEL MES | febrero‘11 “Sorolla y La Habana”

Por Gretel Medina Sala III Todos los jueves de febrero a las 18.30 h. Duración 30 minutos

[Asistencia libre]


Sorolla y La Habana: Sorolla nunca conoció La Habana. A pesar de haber sido un viajero incansable, reconocido por representar escenas de sus múltiples viajes, el sol perpendicular y bochornoso de la isla caribeña nunca lo deslumbró. No obstante el “luminismo” de sus obras, su destreza como pintor y la placidez de sus composiciones sí deslumbraron a la sociedad habanera de la primera mitad del siglo XX. Prueba de ello es la considerable colección de piezas que del artista valenciano se conservan hoy en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. Hasta los últimos años del siglo XIX la isla de Cuba, la “siempre fiel”, era todavía territorio español de ultramar por lo cual los nexos entre ambas tierras perduraron incluso ya entrado el siglo XX. Una base cultural fundada en lo español, así como el flujo migratorio hacia la Isla, que permaneció incluso más allá del logro de su independencia, hicieron que esta relación metrópoli-colonia se convirtiera en algo más sólido y enriquecedor. En término de gustos y difusión artística sucedía lo mismo, especialmente en el terreno de las artes plásticas. El insular mira a la madre patria como ejemplo y de ahí va creciendo y conformándose su espacio propio de expresión. Gran parte de los jóvenes pintores egresados de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro1 viajaban a Madrid a completar estudios. Igualmente desde España los artistas seguían teniendo en Cuba un destino de promoción, exhibición e inspiración. 4 SOROLLA Y LA HABANA


Asimismo el arte español contó en Cuba con una buena recepción, alentada por un incipiente coleccionismo, que se inclinó por adquirir obras más o menos significativas y por promocionar esta labor. En las principales revistas culturales: Social, Carteles, Bohemia y en periódicos de gran prestigio como el Diario de la Marina2. se publicaban artículos que hablaban del crecimiento de las colecciones de pintura y objetos de arte de los enriquecidos criollos y comentaban las exposiciones de estas piezas. Estrategias estas, que perseguían recolocarlas en el panorama del patrimonio cultural nacional y brindarles a sus poseedores el reconocimiento social. Joaquín Sorolla y Bastida siempre fue de los artistas más admirados y buscados por los coleccionistas y por el gran público. En el Museo Nacional de Bellas Artes de la Habana se conservan hoy treinta y una de sus piezas, que han ido engrosando los fondos de la colección paulatinamente y por diferentes vías. La gran mayoría de ellos pertenecientes a colecciones privadas que pasaron a formar parte del patrimonio estatal después del triunfo de la Revolución cubana en 1959. Destaca la gran variedad estilística y temática de las piezas del autor que se atesoran, incluyendo obras significativas dentro del conjunto de su producción. Se encuentran retratos, sus característicos paisajes marinos, jardines e incluso algunas escenas de género correspondientes a su período de

formación. La gran mayoría de estas enfocadas en la representación pictórica de los ambientes y temas que selecciona y alejadas de lo anecdótico o de las composiciones pomposas. Parecen ser este tipo de obras las que más conquistan al coleccionismo cubano, en las que se detecta como rasgo principal, la concepción de una pintura directa, fresca, vital.

Joaquín Sorolla Niño comiendo sandía Óleo sobre lienzo 1920

Piezas fundamentales Ya a finales del siglo XIX Sorolla había alcanzado una buena reputación como pintor en Madrid, recibía encargos abundantes, especialmente del género del retrato, uno de los más solicitados en la época. Es precisamente uno de estos encargos el origen de la primera pieza que entra a La Habana, Retrato de la Marquesa de Balboa, de 1894. Vemos entonces como el gusto de la alta sociedad criolla va encaminándose en función de las modas imperantes en la península3. Otras de las piezas que se conservan del género son adquiridas por coleccionistas privados radicados en La Habana: Retrato de señora amiga de Mr. Ryan y Retrato de Don Manuel Ducassi. A pesar de que en estos resalta un lenguaje más convencional y académico, Sorolla también ejercita su creatividad en el género, ensaya poses, agudiza los contrastes y utiliza pinceladas más libres, especialmente en los fondos. Pero no solamente la burguesía, a veces

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

vana y caprichosa, se inclina hacia la paleta del valenciano. Sus innegables dotes artísticas y su “buena mano” son reconocidas también por el círculo de intelectuales y artistas de la isla. Tan es así que en el año 1920 el entonces director del Museo Nacional, Antonio Rodríguez Morey, pintor e intelectual, adquirió la pieza Niño comiendo sandía. El precio que pudo pagar a Sorolla era inmensamente menor al que acostumbraba a vender el pintor, lo cual evidencia un interés de este en figurar dentro de la colección de la naciente institución. Con esta adquisición comienza entonces a forjarse la amplia colección que posee hoy. La piezas compradas por los criollos adinerados ofrecen gran diversidad tipológica, algunas se enmarcan dentro de un

costumbrismo que se interesa por los tipos populares, especialmente los de la región del pintor. Tal es el caso de Valenciana recogiendo naranjas, de 1908, obra que se inscribe dentro de su madurez pictórica, donde se elimina la narratividad de las escenas de género y el motivo se convierte en punto de partida para el estudio de los encuadres y la aplicación de técnicas más propias de representación. También se adquirieron piezas ambientadas en la playa, ya sea imágenes de la costa levantina, con los personajes de la alta sociedad como protagonistas o las escenas de Valencia donde son los pescadores, niños y barcas los elementos que más se representan, y en las que generalmente se constata un mayor interés por la experimentación.

5

6 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y LA HABANA


Joaquín Sorolla Verano Óleo sobre lienzo 1904 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

7

8 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y L A HABANA


Joaquín Sorolla

Joaquín Sorolla

Regatas

Tres barcas

Óleo sobre lienzo

Óleo sobre lienzo

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

1908 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

Dentro del conjunto destacan Regatas y Verano. La primera, por los exaltados matices de color y por las grandes dimensiones que presenta y la segunda porque pertenece a los comienzos de su interés por el tema de la playa. Regatas, de 1908, llamada inicialmente Día de regatas, es el panel central de un tríptico que es encargado por Artal para un club de regatas de Buenos Aires y evidencia los coqueteos del pintor con las tendencias expresionistas europeas, especialmente con el fauvismo4. Explota las capacidades expresivas del color y la soltura de las pinceladas en una composición abierta que deja a los veleros el protagonismo de la obra. Áreas de materia pictórica empasta-

das trasmiten la sinuosidad del vaivén del mar y aportan a la escena sensación de movimiento. La obra pasó en la década del treinta a ser propiedad de uno de los coleccionistas privados de la capital cubana.

adquirida por Madame Bryce. En 1915 fue subastado en la Galería Christie de Londres, pasando más adelante a la colección de una de las principales figuras sociales de la ciudad de La Habana.

Verano, óleo sobre lienzo, 1,49cm x 252cm, una de las más importantes que se mantiene en exhibición en el M.N.B.A de la Habana fue pintada en 1904, período fecundo dentro de la producción de escenas de playa donde también se incluyen La hora del baño, El niño de la barquita y varias otras piezas que representan imágenes de niños jugando en la playa. La obra es exhibida en París en el salón de 1905 y en 1906 en la primera exposición personal que realiza en la capital francesa, donde es

En las piezas de este período Sorolla invirtió mucho de sus empeños en la resolución de dos intereses básicos: la captación de la luz como moduladora de las imágenes y el dinamismo compositivo, que le añade movimiento y frescura a las obras. Los niños se convierten en protagonistas, son los sujetos con los que logra una mayor libertad representacional y pictórica, le ofrecen la posibilidad de captar la soltura de los movimientos así como la oportunidad de representarlos desnudos, haciendo contrastar

las texturas de las pieles, con la calidad textural del mar o la arena. Se ha asociado a esta obra con la estética clásica7 aunque lo evidentemente expuesto es una estudiada composición que no resta espontaneidad a la escena. Esta obra además se relaciona con toda una serie de estudios de figuras8 en actitudes y poses, que hacen pensar en ella como la conclusión de una recia y continuada observación del natural. Con lo que se evidencia uno de los puntos neurálgicos de la obra del pintor: la obsesión por captar la naturalidad de los momentos y traducirla al leguaje pictórico, y por tanto manejar los elementos que componen esta realidad, la luz y el movimiento.

9

10 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y LA HABANA


Joaquín Sorolla Estudio para la vuelta de la pesca Óleo sobre lienzo Hacia 1894 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

La obra titulada Barcas en la arena, de 1908, conocida en sus inicios como Tres barcas formó parte de la colección del futuro primer Conde del Rivero, desde 1911, después de haber sido vendida en los Estados Unidos en 1909, año de su exitosa muestra en varias ciudades norteamericanas. Pertenece a la serie de temas de playa ejecutados en El Cabañal de Valencia durante el verano de 1908. Esa temporada realiza varias escenas marinas donde las barcas y las velas henchidas resultan el principal atractivo. Se amplía el punto de vista y mezcla varios elementos: los pescadores, la arena y el agua arremolinada del mar se funden creando composiciones vigorosas. Ensaya nuevas calidades de lu-

minosidad en estas piezas, se conoce que fue un verano de temporales en Valencia lo que le plantea a Sorolla nuevos retos. El uso de los ocres por sobre los blancos y los azules, así como la disposición de figuras a través de manchas hacen de las piezas de este período peculiares ensayos de rapidez en la pincelada. La colección de La Habana se compone también de varios bocetos rápidos y estudios para obras que ayudan a completar la visión de las técnicas de Sorolla y a comprender un poco como era el proceso de conformación de una pieza. Una de las más notables es Estudio para La vuelta de la pesca de 1894. La obra final9 conserva-

da en Musée d´ Orsay de París fue concebida para participar en el Salón de los artistas franceses, con ella Sorolla buscaba seguir labrando su carrera en la capital irradiadora del arte en esos momentos. Finalmente la pieza obtuvo el reconocimiento esperado y constituyó un impulso a la floreciente reputación del pintor. El boceto que guarda el museo representa un estudio de la figura del pescador que guía uno de los bueyes. Han sido reconocidos también dentro del desarrollo de su obra, sus retratos familiares, los cuales utilizaba como espacio para probar nuevas ideas. Solía aprovechar sus viajes y excusiones para captar a su familia, sobre todo a su esposa y sus hijas en los espacios que visitaba y que más le atraían como entorno para retratarlas, el mar y los jardines. De éste último tipo cuenta con tres lienzos: Elena entre rosas, María en el puerto de Jávea e Idilio (exhibida en 1909 en Nueva York). En estos retratos la pincelada es más suelta que en los que realizara por encargo para personas ajenas al marco familiar. Trabaja las veladuras para lograr efectos de iluminación, así también destacan la naturalidad con la que son retratadas las figuras, usualmente en momentos de reflexión y ensimismamiento. Los jardines son, como reconoce la crítica, otros de los espacios de exploración pictórica para Sorolla. La diversidad formal dentro de este gran tema también se hace múltiple. El artista selecciona distintas locaciones para ensayar su pintura al aire li-

bre, a la vez que utiliza encuadres novedosos y pinceladas muy sueltas, casi manchas de color cuando retrata la vegetación de estas locaciones. En algunas de estas piezas, Sorolla se decide por pequeños espacios que le permitan impregnarle intimismo a la escena y que le facilita estudiar los efectos de la luz y el movimiento en momentos puntuales. Captar una fluorescencia mínima o un reflejo de agua se hace mucho más veraz cuando se cierran los planos. En cuanto a las locaciones retratadas también la pluralidad se hace visible, haciendo latente una vez más el gusto de Sorolla por los viajes y por dejar su impresión de los lugares que visita. En los últimos años de su vida pintó los rincones del jardín de su casa, en los cuales sitúa también los últimos retratos que realizara. Uno de los retratos familiares que escoge como telón de fondo el jardín es Clotilde paseando en los jardines de la Granja realizado en 1907 en el Sitio Real de San Idelfonso de La Granja. En ella Clotilde aparece en un primerísimo plano, con el rostro ladeado y mezclándose en un ademán, ciertamente melancólico, con el entorno. El negro del elegante traje que viste la retratada se recorta contra los empastes de color verde que esbozan las plantas del frondoso jardín y la fuente, donde el espejo de agua aporta esa fugacidad del instante que a Sorolla le interesa captar. Su primer dueño fue Huntington, uno de sus coleccionistas más asiduos, y luego pasa a la colección de Gómez Mena en La Habana.

11

12 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y LA HABANA


Poco a poco en el transcurso de su obra el jardín irá dejando su papel de fondo e irá adquiriendo protagonismo. Se enfrenta abiertamente con su representación como tema pictórico, que venía tanteando a partir del paisaje. Generalife, Granada y Habitaciones de los Reyes Católicos son dos magníficos ejemplos de incursiones en esta temática, en Granada, y más específicamente en la Alhambra, las cuales se inician a partir de 1909. En ambos jardines, como acostumbra en este tipo de temas, desecha las vistas panorámicas y les da un tratamiento intimista cerrando los planos y empastando la figura orgánicamente con el entorno seleccionado. Ambas piezas pertenecieron a colecciones privadas de cubanos. Los coleccionistas, los caminos del mercado Uno de los más importantes promotores del arte español en tierras americanas, fue el catalán José Artal y Mayoral, radicado en territorio argentino. Comercializó pintura española del momento, en su mayoría de primer nivel y que, además, contaban con gran éxito de público y de crítica en los salones europeos. No obstante, los coleccionistas americanos, alejados un tanto del centro irradiador del desarrollo cultural y pictórico, mostraban en ocasiones gustos un tanto anquilosados y una visión apegada a lo tradicional. A pesar de lo cual la obra de Sorolla, que supo congeniar bien

los gustos más conservadores con la representación de sus intereses artísticos, tuvo un considerable éxito dentro de estos grupos. Artal se convierte entonces en uno de los principales marchand del arte sorolliano, impulsor del gusto en tierras americanas por la obra del pintor. Fue el intermediario más efectivo entre los potenciales clientes cubanos y Sorolla. Insistió en ocasiones en realizar exposiciones en varias ciudades del continente entre ellas La Habana, pero estos esfuerzos se truncaron luego de que Sorolla se embarcara en la misión de los paneles para la Hispanic Society. A través de este, fueron solicitados muchos encargos desde La Habana y, posteriormente, algunas de las obras de su propia colección pasaron a manos de los criollos. Sobre todo al tesauro del magnate azucarero Gomez Mena10. Figura notable dentro del panorama social, económico y también cultural, su colección de Sorollas era la más nutrida y de mayor calidad. En ella están representadas las principales temáticas que aborda durante su carrera: costumbrismo, retratos, jardines y paisajes. Gitana, Fiesta en alquería valenciana, Valenciana recogiendo naranjas, Regatas, Verano, el estudio para La vuelta de la pesca, Barcas en un canal, Regatas en Valencia, Barcas en la playa, Sacando la barca, Playa de Valencia, Pescando jaibas y Mar plateado. Al estar relacionado con los círculos de interés cultural de la isla, Mena se muestra interesado en propiciar el reconocimiento de su colección como una

de las más sobresalientes del país, así como un tímido aporte al desarrollo cultural de la isla prestando a exposiciones en varias ocasiones y permitiendo que estas sean estudiadas por destacados especialistas. La colección de María Ruiz, Marquesa de Pinar del Río, quien, en el período republicano, se encargó de engrosar la iniciada por sus suegros, también figura entre las más destacadas. Otro miembro de la aristocracia habanera, Nicolás Rivero y Muñiz, Conde del Rivero, conforma la nómina de los coleccionistas. Director del periódico El Diario de La Marina, organizaba frecuentes exposiciones, esencialmente de arte español, en sus instalaciones. Desde las páginas del diario se colaboraba también con la difusión artística y cultural en general, favoreciendo el gusto hacia esta zona de la pintura. Otros fondos que contaban con piezas importantes eran los de Julio Lobo Olavarría y Oscar Benjamín Cintas. Ambos figuras cumbres de la sociedad habanera con exitosos negocios azucareros y de comercio, pero a la vez activos dentro del campo de la animación y difusión cultural. Este grupo de personalidades podían considerarse los mecenas de las artes y la cultura en Cuba, aunque cierto es que sus gustos no iban encaminados hacia la mas resuelta innovación de los artistas locales.

Joaquín Sorolla Clotilde paseando en los jardines de La Granja Óleo sobre lienzo 1907 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

La Asociación de Pintores y Escultores de La Habana organizaba las ediciones de los Salones de Bellas Artes, a la vez que expo-

13

14 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y LA HABANA


Joaquín Sorolla

Joaquín Sorolla

Habitaciones de los Reyes Católicos en La Alhambra, Granada

Generalife, Granada

Óleo sobre lienzo 1910

Óleo sobre lienzo 1910 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

siciones colectivas de artistas cubanos y/o extranjeros. En estas se puede constatar la reiterada presencia de los peninsulares con gran éxito de público, aunque no así mismo de ventas. Las piezas expuestas –pinturas, esculturas y objetos suntuarios– eran propiedad de los coleccionistas privados habaneros. En estos eventos fue que la obra de Sorolla y otros coterráneos fue ganando adeptos entre el público general y los artistas e intelectuales del momento. Lo más valioso de dichas colecciones permaneció en las ciudades de New York y Miami. Las obras que estaban en Cuba conforman hoy los fondos del Museo Nacional de Bellas Artes. 15 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

La pintura cubana y Sorolla Se ha especulado mucho acerca de los puntos de contacto entre la obra de Sorolla y los movimientos finiseculares de vanguardia europea, el impresionismo, el expresionismo, y el simbolismo son algunas de las tendencias pictóricas que con mayor o menor intensidad se detectan en el quehacer del artista valenciano. Su lenguaje está siempre más apegado a lo tradicional pero sin desconocer los nuevos derroteros marcados desde los centros emisores de arte. El aspecto formal, el cómo representar, era una de sus principales preocupaciones a la vez que resalta su apego por los temas que, de una forma u otra, le recuerden su entorno, lo español y dentro de esto, lo valenciano. Estas preocupaciones se ven apoyadas por

técnicas de pintura exploradas por el impresionismo. Asimismo se destaca el libre uso del color que se relaciona a las líneas expresionistas y simbolistas. Igualmente, en algunas piezas -las menos dentro del total de su producción- se encuentran composiciones más libres, usos de contrastes, chorreados y mayor gestualidad en el trazo lo que corrobora que el pintor también gustaba de la experimentación. Por otra parte sus muchos viajes y contactos con pintores de renombre como Manet evidencian su conocimiento de las mismas. A través de la mirada de los artistas españoles, y entre ellos Sorolla como una de los más valorados, es que van llegando a Cuba y Latinoamérica estas nuevas visiones. Si bien no es fácil notar una influencia direc-

ta del artista valenciano en las obras de los pintores cubanos de la época y posteriores, si es cierto que comparten una sensibilidad común. El espíritu finisecular que se plantea poner en crisis las estrategias seguidas hasta el momento y enfrentar con nuevas actitudes al siglo XX , el desarrollo de los conceptos artísticos y la búsqueda de caminos expresivos cada vez más libres y autóctonos. Todo esto desde una visión aún apegada a los lenguajes de representación realista de la Academia que pondera y ensalza lo “bien hecho” y encuentra en el oficio del pintor todavía sus máximos valores. La importancia que se le concede al goce estético de los sentidos en la obra de Sorolla así como su gusto por la luz y las maSOROLLA Y LA HABANA

16


rinas hace que especialmente esta zona de su producción encuentre simpatía entre los cubanos. Isla de mar y de sol, el cubano encauza su experiencia vital y estética a través de los elementos que tiene más presentes. Es precisamente mediante estos que se comienza a introducir las primeras muestras de la búsqueda de un lenguaje propio en la pintura cubana. El color local, la luz brillante del trópico y la representación de paisajes propios son los primeros pasos en la pintura cubana por reflejar lo autóctono, que luego será profundizado en las vanguardias que irrumpirían en la segunda década del XX. Los maestros de la pintura cubana de este tránsito de siglos, antecesores y maestros, que permitió el florecer de la vanguardia,

Armando G. Menocal Retrato de Lily Hidalgo Óleo sobre lienzo, 1893 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

fueron Leopoldo Romañach y Armando G. Menocal, ambos profesores de alto prestigio de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro y en diferentes momentos directores de la misma, en sus años de estudios culminaron su formación con el paso por las academias europeas. En el año 1884 coinciden Sorolla y Menocal en la Academia de San Fernando, de Madrid, ambos fueron discípulos de los maestros Francisco Jover y Francisco Pradilla. En la Exposición Nacional de Madrid de ese año vuelven a coincidir como concursantes y obtuvieron sendas medallas de segunda clase, Sorolla por El Dos de Mayo y Menocal por Generosidad castellana. De esta época se consolida una amistad que dura largo tiempo. Se conoce que el

Leopoldo Romañach Marina Óleo sobre lienzo, 1880 Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba

artista cubano mantenía en su habitación una obra de Sorolla como único objeto artístico. Pero además, es posible reconocer fácilmente entre ellos afinidades estéticas -al menos durante esos años- sobre todo en su interés luminista. Es a través de Menocal y Romañach que debe haber entrado en Cuba de modo más directo el gusto por el realismo luminista español finisecular. Estos dos pintores además jugaron un papel importante en la formación de los jóvenes artistas que asistían a la Academia de San Alejandro en La Habana y que renovarían nuestra pintura hacia el año 1925. Esa preocupación por la luz, y sus consecuencias sobre el color, aunque quedó lastrada fundamentalmente por un apego excesivo a formas del pasado, constituye un factor innegable de desarro-

llo. Jorge Mañach, destacado crítico de artes visuales en la Cuba del momento señala Romañach es, antes que nada, un valor histórico. Representa un hito importante en el desarrollo incipiente de la pintura cubana. Hablando en términos de escuela, podemos decir que señaló el tránsito del realismo convencionalmente académico, al impresionismo… Romañach fue el primero en irse de la escuela tradicional, del estudio y hasta de Cuba, en abrir las puertas por donde habían de entrarle a nuestra pintura aire y luz. Fue el primero en desasirse. Lo que vino con él, sin embargo, no fue todavía el impresionismo trémulo y rutilante de los franceses. Fue más bien el crepúsculo italiano; pero un crepúsculo ya mañanero. Después, se fue haciendo

17

18 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y LA HABANA


cada vez más matinal, más alegre, pero siempre osciló un poco entre el documentismo realista del medio siglo y los claros apuntes finiseculares. Fue Romañach, pues, el puente acceso al impresionismo: un poco lo que Sorolla en España…11 Menocal también conoce a Sorolla personalmente y comparte alguna de sus inclinaciones estéticas. Se encuentran en piezas como La echadora de cartas, que refleja la luminosidad mediterránea española o sus paisajes campestres y marinos que son reflejo de los vínculos que tiene su quehacer con la línea marcada por Sorolla. Principalmente en lo relativo a la iluminación y a una cierta preocupación por el tratamiento de temas locales. Son ellos los que inician en Cuba una mirada a lo autóctono desde el arte, como también hiciera Sorolla con los elementos típicos de la visión española. Difusión de las piezas Después que se conformara la colección que hoy se guarda en las arcas del Museo la institución ha organizado varias exposiciones donde ha exhibido los cuadros de Joaquín Sorolla dentro y fuera del país. La primera muestra tiene lugar en el año 1971 dedicada íntegramente a Sorolla. A esta le siguieron otras dos, en 1985 y 1991. Por otra parte, desde el año de 1987 el Museo mantiene como parte de su exposición permanente, la Sala Joaquín Sorolla, integrada por quince cuadros de los más logrados. La institución también ha sido agente colaborador en muestras de carácter internacional, donde se han exhibido los Sorollas que se conservan. Ha sido España, uno de los destinos hacia los que más han viajado estas obras. La exposición “Los Sorollas de La Habana” se realizó en Valencia en 1985 y estuvo itinerando por otras ciudades del territorio español durante más de tres años. Por primera vez se veía en la tierra natal del pintor el conjunto total de piezas del artista que se conservan en la isla. Luego en 1997 se realizó otra muestra12, esta vez más amplia que incluía la pintura valenciana perteneciente a los fondos de la institución habanera, dentro de la cual Sorolla tenía un rol esencial. Estas muestras suscitaron gran expectativa y placer dentro del público valenciano, ya que les ofrecía la posibilidad de entrar en contacto directo con piezas que se mantienen del otro lado del mar. En pleno siglo XXI, la obra de Sorolla ha sido objeto de varias revisiones y análisis de tono reivindicativo. La idea es recolocar su obra dentro del panorama del arte español y mundial y reconocer su aporte como uno de los escaños fundamentales hacia las concepciones de vanguardia. En el año 2009 el Museo Nacional del Prado dedicó a Sorolla una gran exposición personal.

En las palabras de presentación sus curadores afirman: …la indiscutible dimensión artística de la figura de Sorolla dan la perspectiva y el estímulo suficiente para abordar ahora desde el Museo del Prado la revisión de su figura como uno de los maestros indisolublemente unidos a la mejor tradición pictórica española...13 Así quedó revalidado el aporte del pintor a la consolidación de un lenguaje pictórico y una tradición cultural propiamente española. Se mostraron al público un conjunto amplísimo de sus piezas, y entre ellas una buena parte de las habaneras, reubicándolas en su contexto y en coherente dialogo con el total de su producción. Todo lo expuesto demuestra que la conexión entre Joaquín Sorolla y Bastida, su obra y la isla de Cuba va más allá de la posesión de sus piezas. Es una relación que se ha consolidado con el paso del tiempo y que se ha producido en ambo sentidos. Sorolla nunca visitó La Habana pero sus obras ya forman parte del patrimonio artístico y cultural del país caribeño.

Notas: Fundada en 1818. Sus primeros directores fueron artistas europeos. Diario de La Marina” periódico cultural de carácter conservador, se publicó por primera vez el 1 de abril de 1844. Se mantuvo en circulación diaria por toda la Isla durante más de cien años y se ganó el calificativo de “El decano de la prensa cubana”. 3 Otros retratos que realiza a personajes de las altas clases de la aristocracia colonial cubana son del Marqués de La Habana, 1906 y el de Margarita de Foxá, Marquesa de Casa Calvo, 1908. 4 Movimiento pictórico francés caracterizado por el empleo provocativo del color. (aprox. 1905-1908) 5 Colección particular. 84x 119 cm. 6 Colección Museo Sorolla. 7 Véase Díez, José Luis, Javier Barón: “Joaquín Sorolla, pintor” en Catalogo de la exposición Joaquín Sorolla. Museo Nacional del Prado, Madrid, 2009. 8 Uno de estos estudios preparatorios también forma parte de los fondos del M.N.B.A. 9 La vuelta de la pesca, 1894, oleo sobre lienzo, 265 x 325 cm. 10 José Gómez Mena Vila. Propietario y presidente de 4 centrales azucareros, inm1

2“

19

20 PIEZA DEL MES DE FEBRERO

SOROLLA Y LA HABANA


uebles y obras de arte formaron parte de su patrimonio. Fue uno de los principales organizadores de la Unión Social Económica de Cuba, resultando electo en 1939 como vicepresidente de la Asociación Nacional de Hacendados de Cuba. Benefactor de la Academia de Historia de Cuba, y Socio Titular del Instituto Cultural CubanoNorteamericano. Se desempeñó como Vocal del Patronato de Bellas Artes y Museos Nacionales. 11 Mañach, Jorge “Glosas.”en: “Diario de La Marina. El decano de la prensa en Cuba”. 12 Pintores valencianos en el Museo de La Habana. Puerto de Valencia, Valencia, España, 1997. 13 Díez, José Luis, Javier Barón. “Joaquín Sorolla, pintor” en Catalogo de la exposición Joaquín Sorolla. Museo Nacional del Prado, Madrid, 2009.

Bibliografía: • AA.VV; Joaquin Sorolla (1863-1923), [Cat.exp]. Madrid, Museo Nacional del Prado, 2009. •Calvo Serrallerr, F;“Los orígenes de la modernización artística española” en Centro y periferia en la modernización de la pintura española (1880-1918), Barcelona, Àmbit Servicios Editoriales, 1993. •Crespo, Manuel; Sorolla, el pintor de la luz. Museo de San Carlos. Litógrafos Unidos, S.A. Ciudad de México, 1992. •Laffita Menocal, Barbara Beatriz. El coleccionismo privado de pintura moderna catalana y valenciana en La Habana. Trabajo de Diploma, Tutor: Tutor: MSc. Delia María López Campistrous, Co-tutor: MSc. Anelys Alvarez Muñoz. Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, 2009 (inédito).

21


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.