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Exaltación Clavariesa Mayor
Exaltación de Dª Mª Carmen García Sentandreu como Clavariesa Mayor del Altar del Mar
- Sr. Rector de esta Iglesia de S. Juan del Hospital, Don Carlos Cremades. - Honorable Clavariesa de las Fiestas Vicentinas 2019. - Clavariesa Mayor 2019 del Altar del Carrer del Mar. - Junta Central Vicentina. - Componentes del Altar del Mar. - Honorables Clavariesas de años anteriores. - Presidentes de Altares y Clavarios Mayores 2019. - Reinas de Altar. - Representantes del Muy Ilustre, Leal y Virtuoso Capítulo de Caballeros Jurados. - Damas de San Vicente. - Seguidores de la Virgen y Presidente. - Representantes de Lo Rat Penat. - Clavariesa Mayor del Santo Cristo de la Fe del Barrio de Sagunto. - Autoridades religiosas, civiles y militares. - Vicentinos todos. - Señoras y señores. - Bona gent.
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Qué venimos a celebrar aquí. Qué tendríamos que llevarnos esta tarde en nuestros corazones. San Vicente recorrió media Europa con un único fin: cumplir el mandato del Señor de predicar su Palabra y difundir su Caridad, de mover y remover conciencias y llevarlas a la conversión real a la única Verdad.
Por tanto, el mismo san Vicente hoy nos pide, a todos, por su gloriosa memoria, nos pide no hacer de este acto algo meramente social. Hermanos hagamos de este acto algo realmente vicentino y, por ello, algo fructífero para el alma. A san Vicente no le gustaban las palabras, las acciones vanas. Qué tendríamos que llevarnos, cada uno de nosotros, en nuestros corazones esta tarde. Que este acto sea realmente vicentino en lo más profundo de nuestras conciencias. Mi hermana Maricarmen me ha insistido que este acto no se centre en ella. Que este acto sea ante todo exaltación a san Vicente y a la familia, a una familia vicentina en concreto, pero en definitiva, a cualquier familia vicentina. Porque Maricarmen, como todos sus hermanos, ha sido bautizada en la bendita pila de la Parroquia de Santo Tomás, donde como sabemos Vicente también lo fue. Ella, como sus hermanos, ha bebido desde pequeña de las aguas benditas de la pila del Pouet, junto a la cual, muy cerca, nuestra querida abuela Carmen quiso vivir y morir. Qué hermoso recordar la voz de la abuela que, desde muy pequeños y repetidamente, nos exhortaba: “San Vicente, de tu mano siempre”. Y después de ella, nuestra querida madre y nuestra querida tía. Qué hermoso
recordar la ilusión infantil con la que en cada Navidad nos acercábamos, desde nuestra calle de la Paz, a contemplar extasiados el magnífico Belen del Pouet. Belén con el que, durante tantos años, colaboró en su montaje nuestro querido padre.
Sí, una familia y unos hermanos vicentinos que, a medida que iban teniendo uso de razón, iban entendiendo cada vez más, y cada vez que cruzaban el umbral de la capilla del Pouet, el sentido del dedo vicentino. Una clara enseñanza de… hacia dónde se debían dirigir nuestras miradas y nuestros corazones. A Deu doneu-li gloria. Sólo a Dios. Sólo a Dios.
Por eso, rememorando la fuerte voz de San Vicente, nos preguntamos, nos debemos preguntar todos, una vez más, qué podemos hacer en nuestras familias, en nuestra sociedad valenciana, española y europea para que Dios vuelva a ser Señor de estas tierras, Señor de nuestras familias, auténticamente Señor.
Porque igual que nuestro santo no se inhibió de los asuntos familiares y eclesiásticos, sociales y políticos de su época, tampoco nosotros. Desde el milagro del mocadoret hasta el compromiso de Caspe, pasando por el gran cisma de su tiempo, San Vicente nos recuerda hoy que no podemos, no podemos enajenar-
nos de los problemas familiares, sociales, políticos o eclesiales que nos rodean y nos acechan. Hasta con violencia nos acechan. Pero la gran pregunta es cómo San Vicente pudo llegar tan lejos e influir tanto en su época. Porque de la respuesta a esta pregunta sacaremos luz para lo que también nosotros deberíamos llegar a realizar. Porque, ¿somos realmente conscientes de lo que, muchos de nuestros políticos y demás líderes sociales, están haciendo con nuestra patria valenciana y española? ¿Somos conscientes de lo que algunos pastores, falsos pastores, están haciendo o dejando de hacer en nuestra Santa Madre la Iglesia? ¿Nos duele, nos duele eso y el sufrimiento de tantas y tantas familias, confundidas, perdidas?
Sí, San Vicente siempre tuvo una palabra atinada y vehemente ante tanto problema. Pero no fue su elocuencia su arma más poderosa. No. Y vivió inmerso en oración profunda y sincera, por supuesto, diaria. Pero no sólo esa oración es lo que le llevó tan lejos. Cuál fue el detonante de tan amplia autoridad moral y de tanta eficacia evangelizadora y taumaturga. Qué le hizo ser una figura tan inmensa en su época, para su época. ¿Cuál fue el detonante? La coherencia. Una vida coherente. Sacerdote, religioso coherente. En definitiva un cristiano coherente. Fiel a su norma y principios, austero y penitente, rechazando honores, conciencia insobornable y caridad permanente. Por eso, San Vicente, nos reclama hoy, en este su año Jubilar, nos reclama coherencia. A la madre, al padre, al hijo y al hermano. Al empresario, al obrero, al político y al pastor. A ese, al que se dice cristiano. Coherencia. Urgen vidas coherentes, cristianos de verdad. Porque los tiempos no son buenos, porque el tiempo apremia, apremia y mucho. Timete Deum. Timete Deum.
Por eso quiero agradecer públicamente a mi hermana que, en lo que le toca, se esté preocupando continuamente de la familia. En eso también es vicentina. Y le pido que siga yendo a donde el mocadoret le guíe, como le ha guiado hasta esta ceremonia.
Eso deseo hoy a todos los presentes, que seamos vicentinos, vicentinos de los de verdad. Que nos dejemos llevar siempre del mocadoret de San Vicente, que sabrá guiarnos hacia lo mejor. Y por eso, que no nos falte ni un solo día de nuestras vidas una obra, un gesto, tan si quiera una palabra de auténtica caridad cristiana. Que seamos vicentinos de verdad. Vixça Valencia y Vixça san Vicent.