Casas de Maracaibo 1674 * 1930
Casas de Maracaibo 1674 * 1930
Alexis Pirela Torres
Alexis Pirela Torres
Casas de Maracaibo 1674 - 1930
Alexis Pirela Torres
Casas de Maracaibo 1674-1930 © Alexis Pirela Torres, 2006 © Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad del Zulia (FADLUZ), 2006 ISBN: 980-6992-45-8 Depósito Legal: lf18520067003413 Coordinación editorial: Alaisa Pirela Torres Ilustraciones de portada y portadillas: Hilda Benchetrit Diseño de portada: Alaisa Pirela Torres Concepto gráfico: Bárbara Carroz Montaje y pre-presa: Nubardo Coy Una publicación de la División de Estudios para Graduados de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad del Zulia. Impreso en Maracaibo, Venezuela, 2006.
INTRODUCCIÓN Y es que conviene hacer una salvedad inicial: el interés del arquitecto -aprendiz de las Ruinas- es bien diverso del interés del historiador, del arqueólogo, del pintor o del poeta. Frente a visiones objetuales, inmóviles, clasificatorias, descriptivas o líricas, que congelan o fetichizan estas piedras auténticas, el arquitecto reencuentra en ellas, por paradójico que parezca, las leyes del arte de construir el modo analógico más bello para discurrir cómo es y qué es la arquitectura. ¿Por qué esta fascinación por estos fragmentos del pasado? Porque ellos nos convierten en una especie de dioses cuando los miramos, recordamos o soñamos desde nuestro presente: Ellos son nuestra memoria y crear es sólo recordar. Sólo el recuerdo nos salva del caos. Recuerdo que en las Ruinas se torna conocimiento –o más bien reconocimiento- de un lugar, de unos modos de hacer, un oficio, un lenguaje que ha nombrado para siempre las cosas en sus bellos términos griegos y latinos que crean un mundo; un modo de correspondencias infinito que puede establecerse entre estos recuerdos, estas memorias que las Ruinas hacen aparecer sugestivamente vestidas de formas e ideas construidas. Signos de la memoria, cenizas a modo de esperanza, recuerdos inventados que intentan reconstruir lo que sentimos como perdido, ausente y necesario en cada momento: un sueño de este pasado en manos de la presencia imperturbable de estos fragmentos. Alberto Ustárroz. La lección de las Ruinas. Barcelona, España, 1997.
Monumento, ruinas y casas, son tres distinciones lingüísticas que quiero sugerir al lector de este libro cuyos contenidos acotan una porción de los resultados de un trabajo desarrollado por largo tiempo, y que augura tener una continuidad futura. Comenzaré por la palabra monumento, la cual en sí misma viene cargada de significación, así más lo está el monumento en cuanto tal, pues cotidianamente hemos aprendido a distinguir qué cosa es un monumento con relación a los otros edificios. En una de sus acepciones, el vocablo monumento alude a un objeto o documento de utilidad para la historia.
en tales valoraciones. En el siglo XIX, Viollet-Le-Duc reconoció la importancia de la “historicidad” del monumento, destacando con ello la necesidad de la investigación histórica tanto para validar la obra en su dimensión simbólica, cuanto para destacar la importancia del conocimiento profundo de las técnicas específicas del estilo de la obra, a fin de lograr una apropiada restauración. Por su parte Ruskin, sumido en el romanticismo de la época, promulgaba el culto a las ruinas. Era otra visión, pero con ambos se inauguraba el alerta contemporáneo acerca de la importancia del patrimonio edificado.
A par tir del nacimiento del interés cientificista por las antigüedades arquitectónicas, se pasó gradualmente de la conservación monumental al campo de la conservación del patrimonio, poniendo en relevancia que muchos otros objetos histórico-artísticos merecían ser incluidos
Con el culto a las ruinas los europeos se lanzaron a recorrer los caminos explícitos de las rutas griegas, romanas y egipcias en un comienzo, para convertirse en una imparable fiebre de detección de todas las posibles ciudades y lugares de los antepasados.Y es que el culto a las ruinas llevó al descubrimiento
del nexo emotivo entre presente y pasado, teniendo como canal la memoria y las resonancias inducidas por las creaciones artísticas de las comunidades precedentes. Proclamaciones, legislaciones,restauracione s,rehabilitaciones, intervenciones, siguieron como decurso de la historia patrimonial del siglo XX. A la luz de las casas de Maracaibo surge para mi esta cuestión: ¿será necesario volver con Ruskin a instaurar un culto a las ruinas? En esta ciudad hemos asistido a la demolición de las mayoría de las casas antiguas, porque en aquellos momentos no se las consideraba monumentos en cuanto tal. Hemos tardado académicamente en comprender estas dos distinciones: qué es un monumento y qué es patrimonio histórico. Veinte años después de aquella primera acción sobre el casco histórico, fuimos testigos de una intervención restauradora en las que algunas de las casas refaccionadas ya no eran las antiguas, pero aún así, plenas de imprecisiones técnicas y figurativas, allí quedaron unas pocas y mientras pasa el tiempo, seguimos siendo testigos de rupturas, de nuevas demoliciones, de sustituciones, y en modernas palabras, seguro que en siglo XXI alguna idea de “reanimación del centro histórico” deberá estarse gestando. Este proceso de la vida y acción humana es imparable. La cuestión clave es aclarar si esas casas son un monumento, y, si como dice el diccionario, serían en cuanto tal de utilidad para la historia, de mi parte creo que sí lo son. Al respecto señala Fernando R. de la Flor: …el monumento fija la memoria de la colectividad, detiene la hemorragia en deriva y la conciencia perdida, asegurando una imago de continuidad en el seno de un flujo esencialmente
destructor. Pero, además, el monumento se ofrece como único lugar posible donde practicar las ceremonias simbólicas de la renovación y aclimatación del presente.1
Sin poder escapar al espíritu de mi tiempo, las ruinas devienen en la noción del fragmento, y tengo que proponer esta otra cuestión, ¿para que podría servir la exaltación del valor de estos retazos de antigüedad que nos van quedando, y además, será posible con ellos reinventar un nexo para la memoria? Creo que las pocas huellas que de estas casas puedan quedar, son fragmentos cargados del aura histórica que les confiere el tiempo, pasando a convertirse en instrumentos para una reinvención de la herencia patrimonial local. En un giro de pensamiento hacia una nueva acepción, las casas tradicionales marabinas devienen monumento a nuestra memoria, una frase de Vicente Verdu me lo aclaró un día, “De la peor biografía la casa obtiene un monumento.”2 La casa, la habitación como refugio y cosmos de la humanidad, comenzó con la revolución burguesa su protagonismo para equipararse a los otros edificios notables de las historias clásicas del arte. Con la modernidad, la vivienda, esa masa corporizadora del tejido de la ciudad, devino objeto y sujeto de la acción profesional, para con la posmodernidad augurar la reinvención de su discurso, pasando con Ryckwert3 y otros teóricos, a servir como la cápsula esencial que explica el origen primigenio del arte de construir. Así, la teoría y la praxis del último tercio del siglo XX, redundaron en la redefinición poética de la casa, con sus valores trascendentales de morada, símbolo y belleza.
En las disertaciones posmodernas, cuando la arquitectura rebuscó en si misma su redefinición disciplinar fue entonces la casa, la morada por excelencia, origen y principio de la construcción habitacional, la que sirvió de cláusula metódica para la reflexión. Particularmente me he interesado en la casa histórica, pero también he trabajado largos años con la casa suprahistórica y en este sentido encontré un apoyo fundamental en la casa narrada por Bachelard4; en la dimensión poética intrínseca a la fenomenología del habitar, cuya investigación es generadora de nuevos niveles de proyectación. Esto aunado a lo que MarinaWaisman5 denominó el espesor histórico, en el caso de la casa patrimonial, son dos fundamentos que guían mi trabajo. A ciencia cierta no sabemos como fueron aquellas primeras casas de los españoles a orillas del lago. Los comienzos de ellas pueden ubicarse entre el imaginario y las suposiciones, pero nos aferramos a construir en nuestra memoria lo perdido y en colectivo, algunos estamos haciendo el esfuerzo por lograrlo. Tratando de sobreponerme al eufemismo, y con los materiales disponibles, tuve el propósito con este trabajo de ensamblar la modesta arquitectura doméstica marabina dentro del lenguaje más universal posible,el cual consigue su estructura y patronimia en el campo de la Historia de la Arquitectura Occidental. Interesada en resaltar las nostálgicas sensaciones que genera complementariamente la disciplina histórica, e inmersa en los tiempos de la tan mentada “muerte de la historia”, manifiesto la creencia en las resonancias que proporcionan las huellas y los fragmentos arquitectónicos en su elocuencia como testigos del pasado; y
cómo, a partir de esa nostalgia son capaces de provocar ensoñaciones que devienen póiesis y creación. Ellas desde su ruptura son capaces de devolvernos sobre nuestros propios pasos. Dice Fernández-Galiano que a través de exploraciones fragmentarias se puede comenzar a construir la arqueología elemental de lo cotidiano, permitiendo que los edificios y palabras se contemplen en sus espejos mutuos6. Hasta aquí he aclarado porqué mi interés en las casas, porqué repensar las ruinas, porqué su historia, toca ahora aclarar la acotación temporal, 1674 y 1930, años que aluden una precisión que no es totalmente exacta. La historia en cuanto ciencia tiene sus menesteres, y en este trabajo se ha seguido el curso de sus rigores. Así que, se ha fundamentado en documentos, en las huellas y datas, relevamientos, testimonios y otros instrumentos de la ciencia social de la historia.7 Pero como quiera que la historia en cuanto motivo poético fortalece a la imaginación, como decía Bachelard, la imagen poética tiene un ser propio que procede de una ontología directa, que en el resplandor de una imagen, resuenan los ecos del pasado lejano.8 Entonces ante la dificultad de fechar las casas analizadas y en actitud de dar cabida a una nueva visión, no desestimo al imaginario ni a los a priori implícitos en la selección de esas fechas-hitos de la Historia, y me figuro aquel día del 1674, cuando se fundó Nueva Zamora. Justo en aquel mediodía como señalado por un reloj de sol, nació Maracaibo y comenzó la gestación de la casa hispana, acotándose un ciclo hasta 1930, tomado aquí en el sentido de una década y un proceso que habrá de ser develado apropiadamente por los seguidores de la tarea de la construcción de la memoria y la historia de Maracaibo, donde se estudiaría
en detalle la cancelación del modo de construcción heredado y que fuera sustituido por las tecnologías de la modernidad. Es así como este discurso se propone construir la evolución de la casa de origen hispano que llegó hasta el siglo XX. Varios proyectos de investigación se han venido ejecutando, propuestos como aporte de la historia local al cuerpo de la historia de la arquitectura venezolana, acumulando en los últimos veinte años un conjunto de publicaciones, documentos, materiales gráficos e ideas9 que han reforzado esta línea de investigación, y que nos han derivado en los últimos años hacia enfoques que profundizan la relación de la arquitectura de Maracaibo con la cuenca caribeña. El contenido de esta obra fue objeto de mi disertación doctoral sostenida en la Universidad Politécnica de Madrid, cuando partía de la hipótesis que la arquitectura residencial marabina es predominantemente de implantación española. Me ocupé entonces de demostrar cuales eran los elementos hispanos que aún seguían vigentes en las casas tradicionales del casco histórico, y cómo había sido su evolución a pesar de las influencias posteriores también de origen europeo, haciendo énfasis en aspectos de composición. En mi trabajo en general me he concentrado en aspectos de ornato y decoración, o sea en el lenguaje formalista, pues particularmente me interesa reivindicar los valores del canon, la simbología, la poética de la obra arquitectónica, la nomenclatura de las partes y su sintaxis, dado que todo ello a mi entender, consigue su expresión en la figuración; en la contundencia de su materialidad; sus uniones y partes físicas, al respecto dice Monestiroli:
…a través de la relación con el ornato y por consiguiente a través de la decoración el sistema de construcción se traduce en arquitectura.10
Para lograr aquellos primeros objetivos de investigación hubo que localizar un conjunto significativo de casas en el casco antiguo, en la poligonal comprendida entre los límites de las avenidas Padilla y Libertador y entre las avenidas Las Delicias y EL Milagro. Sólo aquellas casas ubicadas dentro de esos límites podían servir a mis propósitos, partiendo de la hipótesis que por ser aledañas a la plaza Bolívar o sea el corazón de la ciudad colonial, las allí ubicadas, serían la muestra más cercana al objetivo de investigación. Para 1986 la calle Carabobo era el único sector central con continuidad y pervivencia de huellas y casos de estudio. Hacia 1989 había quedado reducida la calle a nueve frentes de manzana más o menos compactas entre la avenida El milagro y hasta la avenida Páez. En ese fragmento del centro histórico estaban contenidos los fragmentos de las casas, los que a pesar de todo estaban llenos de mensajes y lecturas, sobre todo en lo referente a su crónica social de los últimos años, cargada de manifestaciones de añoranza y nostalgia por el viejo barrio derribado. Mi tarea entonces fue recoger lo que quedaba como muestra asignándole su validez como símbolo de lo perdido, como señala Gadamer, En cambio, el símbolo, la experiencia de lo simbólico, quiere decir que este individual, este particular, se representa como un fragmento de Ser que promete complementar en un todo íntegro al que se corresponda con él; o, también, quiere decir que existe el otro fragmento, siempre buscado, que complementará en un todo nuestro propio fragmento vital.11
Con las casas existentes en la calle Carabobo y con los documentos disponibles de las inexistentes se organizó el proceso de estudio, la reconstrucción de la huella histórica y la deducción tipológica. Cuando elaboré el trabajo doctoral ya mencionado, su justificación se fundamentaba en la importancia que la calle Carabobo en sí representaba como testimonio documental, basando este argumento en el hecho de que en 1972 por decreto presidencial se declaró la zona histórica como “afectada por la realización de un programa de renovación urbana en la ciudad de Maracaibo”.12 Es así como se produjo el derribo de un área de seis hectáreas que comprendía ciento ochenta inmuebles, casi todos viviendas, creándose en su lugar un parque y como consecuencia quedaron muy pocas casas en pié. En los años ochenta con los nuevos enfoques conservacionistas, se puso en evidencia en los círculos académicos, políticos y profesionales, la destrucción del casco histórico, y comenzó una labor por rescatar lo que todavía quedaba. En marzo de 1989 otro decreto presidencial13 afectó de nuevo al área con un programa de renovación, pero esta vez bajo los supuestos de la “recuperación”. Es así como en 1990, una buena parte del conjunto de las casas de la calle Carabobo que había sido seleccionado como muestra de mi investigación fue objeto de una intervención restaurativa, donde con el criterio de volver a fabricar imitando lo antiguo, las viviendas fueron remodeladas en un acto que atentó principalmente contra la originalidad de las fachadas. Para este trabajo por tanto, he contado con relevamientos previos a esa intervención, así que buena parte del material que aquí se presenta es testigo del aspecto que entonces tenían las casas, de las cuales algunas ya desaparecieron.
Por lo dicho anteriormente opino que esta obra es un documento en sí misma, pues las casas que eran preexistencias para hacer la historia, son ahora sujeto de la reconstrucción histórica, así, los dibujos y detalles recopilados se llenan de sentido y como señala González Moreno, la irrenunciable condición del monumento como “documento histórico” hace que su lectura desde el análisis histórico sea imprescindible para su conocimiento profundo y fundamental para plantear la intervención en él .14
Posiblemente el lector encuentre una gran diferencia entre el estilo de estas palabras introductorias y el contenido del libro, al respecto debo aclarar que desde comienzos de la investigación mi intención ha sido producir un libro técnico, de allí que su discurso es directo y cuantificador. Igualmente se debe tomar en consideración que este es un trabajo que ha querido compilar los pedazos dispersos de una vivienda fragmentada, aspirando que el lector en cada argumento estructure su propia imagen, la sugerida por esos componentes que pertenecieron una vez a una completitud. Partes que son estilemas y modos de ordenar y adornar que han discurrido por vertientes diversas desde las profundidades greco-latinas e hispano-islámicas, sumando a ellos todo el discurso posterior del siglo XIX. Así que existe el propósito que cada argumento de estas páginas contribuya a configurar otras visiones, pequeños eslabones en el intelecto de los que hacen y piensan la arquitectura, para contribuir con ello con la ética de la disciplina y en los asuntos de la conservación del patrimonio. Por último debo advertir que este libro no contempla la integridad del fenómeno
de la casa, muchos aspectos de ella a propósito, no se tocan en esta investigación, y según lo dicho antes, luego de colectar componentes he querido trabajar comenzando desde el que sea posiblemente el modo más primario del conocimiento, el de los nombres. Ejecutar la tarea de nominar cada parte constitutiva en función de la gran colección lexical que la disciplina acumula por siglos. Partiendo del hecho que mi relación con la arquitectura ha sido la enseñanza desde la crítica y la historia, doy por sentado, siguiendo lo que arriba señala Ustárroz, que el valor y fin de este conjunto de pensamientos y de dibujos, es el de convertirse en un aporte al conocimiento de la arquitectura como teoría, lo que podría llegar a colaborar en el tiempo con un proyecto de reconstrucción del pasado marabino. La obra se ha dividido en cinco partes. La sección primera se titula: La historia y la ciudad de Maracaibo consistente en un recuento histórico que hace énfasis en el aspecto físico-espacial a partir de una sinopsis de la historia general de cómo se construyó Venezuela. Luego se presenta un esquema del proceso histórico de la región zuliana se completa con una sinopsis de las etapas de la ciudad. En la sección segunda, Los referentes de las antiguas casas de Maracaibo, con un carácter descriptivo presento un conjunto de casos que nos proporcionan un marco de referencia en la tarea de comprender los emparentamientos históricos y morfológicos de nuestra arquitectura doméstica en su desarrollo durante la Colonia y el siglo XIX. En la sección Análisis histórico de la casa del centro de Maracaibo, se relata la evolución de la casa marabina fundamentada
en las huellas preexistentes tanto coloniales como republicanas, así como, los documentos de archivos detectados. Se ha hecho uso aquí de todo el material local disponible como registros de inmuebles, crónicas, fragmentos de edificaciones y testimonios que certifican una aproximación a la vivienda histórica en aquellos períodos. La cuar ta sección, Análisis morfológico de las casas de la calle Carabobo de Maracaibo, tiene como objetivo establecer los parámetros teóricos de lectura bajo los cuales se aborda el análisis morfológico. Operando a partir del despiece de la edificación, se estableció una matriz compuesta por una serie de categorías que integran el total de las variables edificatorias determinantes de la tipología en estudio. En la quinta sección, Descripción y lenguaje compositivo de la casa tradicional en calle Carabobo, se presenta el análisis de los componentes y el resumen de los resultados, para lo cual se despliega un inventario de los elementos, buscando su definición compositiva y lingüística, así como, sus relaciones sintácticas dentro del sistema. La primera parte está constituida por el conjunto de láminas contentivas de la data, el despiece de cada caso con sus dibujos, y en la segunda parte, se despliega el discurso que sintetiza categóricamente los resultados.
Notas 1. Fernando R. de la Flor. Presencia de una ausencia: la dimensión aurática del monumento y la ciudad histórica de la edad moderna, en Astrágalo Nº 10, pág. 86. 2. Viente Verdu. Simulacro de salvación, en A & V. Monografías de Arquitectura y Vivienda, 12, 1987. 3. Ver La casa de Adán en el Paraíso, de Joseph Rykwert. 4. Gaston Bachelard. La poética del espacio, pág. 8. 5. Marina Waisman. El patrimonio en el tiempo, en Astrágalo, Nº 7. 6. Luis Fernández-Galiano. Arquitectura, cuerpo y lenguaje. Páginas de un diccionario de fragmentos, en A & V, 12, págs. 3 y 4. 7. Para esta investigación se realizaron arqueos en los fondos documentales de los siguientes centros: en Maracaibo, el Archivo Histórico del Zulia, Sección Acervo; El Centro Zuliano de Investigación Documental, Coordinación Audiovisual; El Archivo del Registro Principal de Maracaibo; El Archivo del Centro Rafael Urdaneta. También fueron consultados en España, El Archivo General de Indias, Sevilla y El Archivo Histórico Militar de Madrid. La Biblioteca del Instituto de Cooperación Iberoamericana, la Biblioteca Nacional en Madrid, la biblioteca de la E.T.S.A.M., la biblioteca del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, la biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 8. Gaston Bachelard, op. cit.,pág.8. 9. Entre 1989 y 1996 fueron desarrolladas dos investigaciones financiadas por CONDES/LUZ y una en 1998-2000 por la FAD/LUZ. 10. Antonio Monestiroli. La metopa y el triglifo, en Astrágalo, N° 3, pág.20. 11. Hans-Georg Gadamer. La actualidad de lo bello. pág.85. 12. Decreto N° 975 13. Decreto N° 104 14. Antoni González Moreno-Navarro. Investigación histórica y proyecto de investigación, en Astrágalo, N° 3, pág.57.
ÍNDICE PRESENTACIÓN.............................................................................. INTRODUCCIÓN.......................................................................... I La historia y la ciudad de Maracaibo
Venezuela.......................................................................................... Cuenca del Lago................................................................................ Maracaibo hispana............................................................................ Maracaibo post colonial..................................................................... Notas...............................................................................................
II Los referentes de las antiguas casas de Maracaibo
Referentes españoles peninsulares...................................................... La herencia musulmana................................................................ La construcción andaluza.............................................................. La cubierta..................................................................... La ventana andaluza.......................................................... El interior de la casa......................................................... Casas de Andalucía...................................................................... Un aporte vasco......................................................................... Puerto Real, ciudad análoga........................................................... Referentes españoles del Caribe......................................................... La casa hispano-habanera.............................................................. La casa hispano-cartagenera........................................................... La casa hispano-venezolana............................................................ Referentes caribeños del siglo XIX...................................................... Aportes de Inglaterra, Francia, Países Bajos y Norteamérica.................... La casa antillana......................................................................... El color en el Caribe................................................................... Referentes historicistas venezolanos decimonónicos............................ Notas...............................................................................................
III Análisis histórico de la casa del centro de Maracaibo
Casas de Maracaibo entre 1674 y 1830 .................................................. La obra de bahareque .................................................................. La obra de mampostería ............................................................... La casa de enea .......................................................................... La casa de tejas .......................................................................... La casa de tradición hispana entre 1830 y 1930........................................ La etapa de 1830 a 1870................................................................ La etapa de 1870 a 1890................................................................ La etapa de 1900 a 1930................................................................
3 7 10 13 19 23 25 29 30 31 32 33 35 36 39 40 43 46 51 53 56 58 59 63 67 68 69 70 71 75 75 76 79
El color en la casa tradicional de Maracaibo.......................................... Notas...............................................................................................
IV Análisis morfológico de las casas de la calle Carabobo, Maracaibo
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Categorías de análisis......................................................................... Los componentes de la fachada........................................................ Los componentes interiores............................................................ La disposición volumétrica.............................................................
87 89 92 92
Análisis gráfico................................................................................. Notas..............................................................................................
93 94
V Descripción y lenguaje compositivo de la casa tradicional en 201 calle Carabobo.............................................................................. El entablamento................................................................................ El muro............................................................................................ Los vanos......................................................................................... El conjunto ..................................................................................... El interior........................................................................................ Los pabellones.................................................................................. Notas.............................................................................................. BIBLIOGRAFÍA................................................................................
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3 La Historia y la Ciudad de Maracaibo
Venezuela Una de las características más destacables de la cultura renacentista fue la de impulsar empresas para la expansión territorial. Europa se lanzó al mar en una intensa campaña de descubrimientos, una práctica moderna que sobre todo España impulsó a lo largo del siglo XVI, definiendo con ello un nuevo y complejo estadio histórico para Occidente, la anexión del continente americano al mundo europeo, suceso de múltiples repercusiones para ambos mundos. El proceso de ocupación del continente americano hizo que en un principio aparecieran puntos muy aislados geográficamente, comenzando por la fundación de poblados de establecimiento con sus consecuentes áreas de influencia. En la medida en que se especializaban las relaciones entre estos asentamientos, se iba articulando una red de ciudades menores organizadas políticamente en torno a una de mayor jerarquía, bajo la fórmula administrativa de provincias y audiencias dependientes de un virreinato. Una vez demarcadas las fronteras provinciales y armado el sistema de defensas, la época colonial hispana protagonizó su florecimiento con la dinámica propia de cada región, partiendo de su articulación interna y teniendo como protagonista la “ciudad de fundación”. Este proceso de implantación de una sociedad europea en América se desarrolló por espacio de tres siglos y medio, configurando un paisaje civilizatorio que en muchos casos no fue modificado sino hasta el siglo XX. La huella de la “ciudad de fundación” constituye el corazón histórico de casi todas las ciudades hispanoamericanas. Así, la impronta colonial hispana quedará
impresa dentro del repertorio formal de estas comunidades, tanto en su traza como en su arquitectura. La América española era un vasto territorio diferenciado por extensas áreas geográficas, una de las cuales la constituye la cuenca del Caribe, conformada principalmente por el sistema insular antillano y las zonas costeras de Mesoamérica, a las cuales se suma el frente marino norte de la América del Sur. Por otra parte, se encuentra el área andina que recoge la cultura de montaña y altiplano. Una tercera área, comprende la región selvática del Amazonas. Venezuela delimita un territorio que contiene una porción de cada una de estas tres áreas geográficas. La primera etapa de lo que más tarde sería Venezuela se define a partir de la fase Cubagua o de los asentamientos insulares en el siglo XVI. Esta etapa se caracterizó por la explotación económica de un conjunto de islas ubicadas al noreste del país, ricas en bancos perleros; ello determinó una economía de rescate consistente en la explotación de la perla. Esta actividad dio origen a un incipiente asentamiento llamado Nueva Cádiz, el cual puede considerarse la etapa más arcaica del país entre 1517 y 1604. De esa época relataba Fernández de Oviedo, “Dicen que salen de aquella isla de Cubagua muchos indios, que allí están en cuadrillas de señores particulares, vecinos de Santo Domingo y Sant Juan y en una canoa o barca vanse por la mañana (...) donde saben ya que es la cantidad de las perlas, allí se paran y échanse para abajo a nado los dichos indios”1. Entre 1580 y 1590 se dio el máximo de la explotación perlera, esto trajo consigo el establecimiento de tres caseríos primige-
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nios: Nueva Cádiz, Nuestra Señora de los Remedios, y La Asunción. Nueva Cádiz tuvo vigencia económica entre 1520 y 1540 pero, a partir de 1541 la explotación pasa a Nuestra Señora de los Remedios. En 1604 entra en crisis la economía del rescate de perlas. Así el agotamiento de los bancos perleros, que apenas duró para cincuenta años de explotación intensiva; la falta de agua; el aislamiento y aridez del microclima insular, pusieron fin a esta etapa2. Después de Cubagua la conquista del territorio continental comenzó por el occidente, desde la ciudad de Coro que había sido fundada en 1527. Un factor de dinamización para la penetración de la conquista hacia el continente lo constituyeron los mitos, de los cuales se tienen noticias tempranamente ya desde el tercer viaje a América en 1498 cuando Colón expresó, al referirse al río Orinoco, que un caudal así sólo podía proceder de las entrañas mismas del Paraíso “…de donde brotan los cuatro grandes ríos de que habla el Génesis”3 y cuando ante la riqueza del paisaje y la nueva raza, la nombró como “tierra de gracia”. La extensa costa venezolana era la entrada a “Tierra Firme” que conduciría, seguramente, al Meta y El Dorado, los mitos de las ciudades de oro que se ubicaban en el corazón de la selva, continente adentro. La búsqueda de El Dorado fue un móvil definitivo en la penetración del territorio de Tierra Firme donde se afincaría Venezuela, la concesión a la firma alemana Welser por Carlos V en 1528, no fue sino la puesta en práctica de un plan cuyo fin era conseguir la mítica ciudad. El Alemán Ambrosio Alfinger inició sus famosas correrías, partiendo de Coro en 1529 con 180 hombres hacia las tierras del río Magdalena en busca
de las ciudades del Meta y El Dorado. Esta empresa, junto a su empeño en encontrar “el mar del sur”, fueron las causantes de las primeras alteraciones ambientales foráneas en el frente norte del continente suramericano. El duro proceso de penetración tomó dos siglos en los que el futuro país venezolano quedó conformado por Nueva Andalucía al oriente y la concesión Welser que abarcó desde El Cabo de LaVela en la actual península de la Guajira, hasta el punto de Maracapaná, al oriente y sobre la costa.
Mapa de Juan de la Cosa Año de 1500. Tierra Firme y Antillas (María, 1973)
5 La Historia y la Ciudad de Maracaibo
El siglo XVII es escenario del surgimiento de una economía capaz de sustentar una cierta unidad política. El agotamiento de los bancos perleros de las islas y la expulsión de los alemanes en 1556, marcaron el fin de la primera etapa, dejando ésta las bases necesarias para los primeros poblados. Los españoles reiniciaron el proceso de penetración y establecimientos. En el siglo XVII,Venezuela era apenas un conjunto de gobernaciones separadas dependientes de las audiencias de Santa Fe y Santo Domingo. El territorio estaba conformado por las provincias deVenezuela al centro, Cumaná al oriente, Guayana abarcando todo el sur, y Margarita y Trinidad como provincias insulares. La economía fue de subsistencia hasta el momento en que surgió un producto estratégico de interés comercial para la Europa barroca, el cacao, cuya producción llegó a proporcionar el numerario que rompió con el estancamiento y dio paso al comienzo de un movimiento mercantil. El cacao fue el motor de expansión junto con la sal de Araya, la ganadería lo fue al occidente, sumado a una pequeña explotación de oro en el centro del país, así como la comercialización de cueros, algodón y tabaco. Estos productos incorporaron el marginado territorio venezolano al circuito comercial colonial. La consecuencia de esos años es una serie de poblados de fundación española, casi todos bordeando la costa, que tienden hacia la determinación de la futura provincia. Hacia la segunda mitad del siglo XVIII el país estaba compuesto por una región política y económica que abarcaba Caracas y sus valles más los Valles Centrales; a ello se añadía una periferia oriental conformada por Cumaná, Barcelona, el hinterland ganadero del Delta del Orinoco y la cuenca del río Unare; completada con una periferia occidental que incluía los Andes,
Coro, las llanuras de Barinas y Cojedes. En la práctica eran tres subsistemas independientes cuyas relaciones se daban hacia el exterior principalmente. Esta relación era posible a través de tres puertos de salida que cubrían la totalidad regional: Caracas por la Guaira, el oriente por Cumaná y el occidente por el Lago de Maracaibo. Hacia 1730 el proceso misional había penetrado las tierras del sur por debajo del río Orinoco. Una segunda fase misional fue completada más tarde por los Capuchinos, incorporando así la Guayana y el Amazonas al resto del país. Al prosperar la economía prosperaron los centros administrativos, sobre todo Caracas. Allí, con sede en el puerto de La Guaira, se instaló la Compañía Guipuzcoana para el monopolio del cacao. Esta instalación determinó el carácter burocrático de la ciudad, pasando a ser asiento también del Consulado, la Intendencia y la Cámara de Comercio. La necesidad de defensa de esta Venezuela que era en realidad un conjunto de gobernaciones separadas, determinó la creación de la Capitanía General en 1777, jurisdicción de carácter administrativo y político que consolidó las provincias de Tierra Firme en una unidad con centro en Caracas, lugar de asiento de la autoridad. A comienzos del siglo XIX Caracas había logrado un avanzado estado de burocratización y por ello, de fortalecimiento político y de crecimiento urbano. Había alcanzado una madurez social compleja en la que la élite criolla, compuesta por los más adinerados y cultos capitalinos, pasó lentamente a detentar el control. De esta esfera social habrían de nacer los intereses que procurarían la gesta independentista.
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un novedoso urbanismo, con viviendas prefabricadas o diseñadas especialmente para el trópico y con un concepto cerrado y una organización jerárquica de la comunidad. Alrededor de ellos se ubicaron servicios como clubes, tiendas por departamento, hospitales, que actuaron como polos de atracción y ocasionaron la plusvalía de los terrenos de la zona norte. El auge económico de la ciudad petrolera fue un factor muy negativo para la ciudad tradicional, pues ésta tuvo que recibir el 23% del incremento de población intempestivamente, nuevos habitantes entre 1920 y 193531, que representaban más de la mitad de la población de Maracaibo, en una estructura no preparada para ese contingente. Es con la expansión económica petrolera que penetraron los más violentos factores dinamizadores del cambio urbano. Cambio que apuntaba desde el primer momento hacia la creación de nuevos ensanches, que fueron promovidos mayormente por las localizaciones de los enclaves residenciales de las compañías holandesas y norteamericanas. El centro histórico fue desplazado en importancia, la movilidad de la población se produjo hacia las urbanizaciones modernas. La obsolescencia atribuida a la vieja trama del casco central, su insuficiencia para satisfacer las demandas del violento crecimiento poblacional, la promoción del automóvil, pero sobre todo, las nuevas tecnologías que acompañaron la puesta en moda del Movimiento Moderno en Arquitectura, ocasionaron hacia 1940 la cancelación del sistema tradicional de construcción. Notas 1. Fernández de Oviedo en: Historiadores de Indias, pág. 189. 2. Manuel Lucena. La conformación del núcleo socioeco-
nómico venezolano. Resumen sobre borrador de Tesis. 3. Ángeles Masia en: Historiadores de Indias, op. cit., pág. 25. 4. Germán Carrera D. Una Nación llamada Venezuela, pág. 112. 5. Belín Vázquez de Ferrer. El puerto de Maracaibo: Elemento estructurante del espacio social marabino. Siglo XVIII, págs. 9 - 42. 6. Germán Cardozo. Maracaibo y su Región Histórica, pág. 24. 7. Belín Vazquez de Ferrer, op. cit., pág. 44. 8. Eduardo Galiano. Memorias del Fuego. TI. 9. Germán Cardozo, op. cit., pág. 22. 10. Ileana Parra Grazina. Proceso de formación de la provincia de Mérida, La Grita y Maracaibo, pág. 111. 11. Germán Cardozo, op. cit., pág. 22. 12. Ileana Parra Grazina, op. cit., pág. 131. 13. Ibidem, pág. 79 y ss. 14. Belín Vázquez de Ferrer, op. cit., pág. 118 y ss. 15. Ibáñez Edgardo y otros. La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana: El caso Maracaibo, pág. 62. 16. Este punto está tratado en detalle en sección segunda, aparte “Puerto Real, ciudad análoga”. 17. Germán Cardozo. Maracaibo y su Región Histórica, op. cit., pág. 14. 18. Belín Vazquez de Ferrer. El puerto de Maracaibo…, op. cit., pág. 11. 19. Ethel Rodríguez y otros. La estructura social y la organización espacial de la ciudad de Maracaibo, pág. 17. 20. Ibidem, pág. 14. 21. Belín Vazquez de Ferrer, op. cit., págs. 20 - 17. 22. Ibidem, pág. 76. 23. Germán Cardozo, op. cit., pág. 149. 24. Arlene Urdaneta y Nury Pineda. Acuerdos, Leyes y Decretos de la Asamblea Legislativa del Estado Zulia. Un decreto del 9 de noviembre de 1860 sobre Código de policía, deroga las ordenanzas de Policía urbana de 1857, pág. 36. 25. Germán Cardozo, op.cit., pág. 156. 26. Ibidem, pág. 163. 27. Arlene Urdaneta. El Zulia en el Septenio de Guzmán Blanco, pág. 67. 28. Ibidem 29. Ibidem, pág. 40. 30. Gaceta Municipal, año XX, No 291. 31. Ethel Rodríguez y otros, op. cit., pág. 17.
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Análisis morfológico de las casas de la Calle Carabobo de Maracaibo En la vivienda tradicional del centro de Maracaibo existen dos lecturas superpuestas: una que tiene que ver con la época colonial y otra relacionada con las tendencias modernistas; lo colonial se manifiesta en el programa integral de la casa. El modernismo, se expresa en el conjunto de sus añadidos decorativos y compositivos. Así que en el esfuerzo por establecer una lectura académica actual, se propone su estudio a partir de esas dos maneras de mirarla. En esta sección se establecen las categorías desde las cuales se aborda el análisis de las casas. Casas urbanas que desde sus orígenes fueron construidas con un sistema rudimentario y en condiciones extremas de escasez de recursos. Una arquitectura doméstica que hunde sus raíces en una tradición constructiva más que en formalizaciones sofisticadas.
Categorías de análisis En la actualidad, a primera vista, en la casa tradicional llama la atención el colorido, cualidad que produce un estridente impacto ambiental y perceptivo. Esto junto a los apliques decorativos, díganse medallones, cuerpos áticos, gárgolas y demás apliques, conforman una piel superpuesta que ha definido la cara “modernista” del modelo. La otra lectura revela su aspecto austero y expone una imagen de obsolescencia sugerida por un sistema arcaizante desde el punto de vista plástico; un caserón de apariencia robusta donde la ventanería y portada establecen el ordenamiento compositivo, con aleros no muy refinados y muros toscos, en lo
que se puede interpretar su origen colonial de sabor andaluz. Esa lectura puede definirse como la “huella colonial”, la cual perdura toda vez que una serie de características bondadosas le permitieron ser el sistema arquitectónico más practicable en su contexto. Esta huella es en sí la estructura esencial de la casa, tiene que ver con su organización interior, su comportamiento ambiental, la tradición de factibilidad de su sistema constructivo y la composición de origen clasicista de la fachada, en la cual se ha expresado la ordenación tripartita clásica. Las características del caserón de huella colonial son: una fachada de cuerpo apaisado, con un arreglo en juego de vanos, donde las ventanas, aparecen horadadas dentro de paños resaltados de paramento, los que vienen a ser los vestigios últimos del intercolumnio. Éste espacio se abstrae convirtiéndose en relieve y dejando vacío el lugar de la columna, la cual totalmente desvanecida, produce una caladura en el muro equivalente a una pilastra en negativo. El volumen se completa arribacon una cubierta de tejas rematada en alero y en la base aparece un zócalo articulador con el suelo. En la organización interior el zaguán, la disposición en torno al atrio, el aljibe, y la vegetación, terminan por completar el caserón hispanocolonial. Obsérvese en la fotografía un ejemplo de pervivencia de la huella colonial en un caserón de la calle Carabobo. En él, la techumbre remata en alero con ristrel decorado en caladuras, la fachada es amplia con rejería de ventana de madera de aspecto tosco; tiene
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óculos para la ventilación y está fabricada con bahareque. A fines del siglo XIX en Maracaibo se preferían las techumbres fabricadas en teja plana. Se modificaron las alturas de las casas adoptándose la modalidad de pabellones. Se rompió así la uniformidad del techo colonial a partir de elevar las alturas de las cumbreras. Hubo preferencia por esconder el tejado eliminándose el alero, para sustituirlo por el cuerpo ático que sirve de remate o sobre cornisamiento, el cual dio espacio a una gran gama de posibilidades ornamentales. Se arregló decorativamente toda la fachada, se rompió la planitud del muro con el artificio de pintar los paños de paramento. Además se aplicaron decoraciones de variada gama sobre los vanos con objetos de diversas temáticas. Estos una vez clasificados pueden ser relacionados con emblemas del neoclasicismo, con atauriques árabes o con orlados barrocos. También se desplegó una variada gama de componentes de cerramientos de madera como las romanillas y los tímpanos calados, entre otros. En resumen, al cuerpo colonial se añadieron los complementos del modernismo decimonónico y de la premodernidad.
Caserón de huella colonial en calle Carabobo No.4-23
Otro rasgo morfológico muy destacado en la progresiva modificación fue la reducción dimensional del modelo colonial. Esto puede explicarse a partir de observar que en el proceso de ocupación del suelo el cuerpo de la casa se comprimió hasta el nivel máximo, modificando esencialmente su disposición. La casa republicana es angosta, su atrio se ha reducido a una franja longitudinal y algunas estancias pasaron al traspatio al no poder rodear al patio.
Caserón de huella republicana, calle Carabobo
Planta y corte de la casa No.7-21 de la calle Carabobo
La fachada a la calle, el programa
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interno de habitaciones y las techumbres, son las tres categorías de análisis que sugiere este tipo de arquitectura determinado por la construcción compacta del bloque de la manzana.
Los componentes de la fachada En este estudio la fachada se analiza distinguiendo dos zonas. Una zona superior o remate configurada por la terminación del tejado, el que a su vez se resolvió de dos modos: en alero y en cuerpo ático; y otra consistente en el cuerpo o plano completo de la fachada. En esta sección se establece la definición de los componentes que integran estas zonas. El alero o tejaroz es la terminación de una estructura de cubierta a dos vertientes, cuando la cumbrera corre paralela al plano de la fachada frontal. Es una de las dos formas de remate más común en el modelo en estudio. Es la terminación lógica y necesaria en la casa cubierta de eneas y en el techo de tejas de amplio alero de la época colonial. El acabado final del alero es un tejado en voladizo que se presenta de dos tipos: el tejaroz cubierto con teja árabe o española, y el tejaroz cubierto con teja holandesa o plana.
Cómo deben formarse las cornisas según Diego de Sagredo. 1549
La cornisa bajo alero es un componente lineal moldurado a modo de repisa o ménsula, sobre la que apoya el alero cuando al llegar éste a su punto de descarga cambia su ángulo de caída y descarga normal a la fachada. Siendo la cornisa un elemento de mucha importancia en el conjunto decorativo del encuadre de la fachada, es necesario para su análisis la observación minuciosa de su diseño. Para la lectura correcta de sus partes se ha acudido al tratado de Diego de Sagredo1, quien establece la importancia del sabio juego de las líneas y claroscuros de las molduras y de los modos tipificados dentro de la tratadística clásica. Diego de Sagredo en su capítulo (Cómo se deben formar las cornisas y cuáles son las molduras que las componen), ha establecido el siguiente repertorio: “Gola”, del latín “gula” (garganta) y del griego Syma; Bocel, en latín “rudon” (rudena), maroma o soga gruesa; Corona la moldura principal cuya figura es cuadrada; Equino es medio bocel; Escocia, del griego “escotis”, oscuro, mediacaña o nacela; Talón, de tobillo. Filete o tira, tirillas o “ribetes”2. Se llamará cuerpo ático o acroterio al conjunto formado por una franja de friso decorado que retranqueado apoya sobre una ménsula moldurada, todo a modo de parapeto anterior al remate del tejado, el cual truncado en su apoyo en la solera, forma un canal por detrás de todo el parapeto. El cuerpo ático se compone de tres partes: un remate en molduras, una franja decorada o friso, a menudo modulada con pilastrillas que van a veces coronadas con acróteras, y una ménsula sobre la que descansan la pieza de friso y su moldura. Este sistema se completa con su aparato de desagüe mediante gárgolas o imbornales.
Se analizará el modo de uso del recu-
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Lámina 1: Casa Nº 7-90 Localización: Conjunto 6, manzana NORTE. Archivo: Carpeta 6-32. Registro fotográfico: 1989, foto color fachada. Data de registro catastral: 1919 Fecha de construcción registrada: 1910. Planilla: Estado de construcción para 1974, Banco Obrero. Relevamiento disponible: Copia de plano, relevamiento CRU. Área total de ocupación: 193,17 m2. Obra: Teja y tapia. Plano de localización.
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Lámina 2: Casa Nº 7-80. Localización: Conjunto 6, manzana NORTE. Archivo: Carpeta 6-31. Registro fotográfico: 1989, foto color fachada. Data de registro catastral: 1919. Fecha de construcción registrada: 1935. Planilla: Estado de construcción para 1974, Banco Obrero. Relevamiento disponible: Copia de plano, relevamiento CRU. Área total de ocupación: 139,00 m2. Obra: Teja y bahareque. Plano de localización.
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Lámina 3: Casa Nº 7-68. Localización: Conjunto 6, manzana NORTE. Archivo: Carpeta 6-30. Registro fotográfico: 1989, foto color fachada. Data de registro catastral: 1919. Fecha de construcción registrada: 1935. Planilla: Estado de construcción para 1974, Banco Obrero. Relevamiento disponible: Copia de plano, relevamiento CRU. Área total de ocupación: 129,40 m2. Obra: Teja y ladrillo. Plano de localización.
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Lámina 4: Casa Nº 7-58. Localización: Conjunto 6, manzana NORTE. Archivo: Carpeta 6-29. Registro fotográfico: 1989, foto color fachada. Data de registro catastral: 1906. Fecha de construcción registrada: 1948 Planilla: Estado de construcción para 1974, Banco Obrero. Relevamiento disponible: El presentado. Área total de ocupación: 304,27 m2. Obra: Teja y ladrillo. Plano de localización.
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