Reescrivim la història D
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Hipatia - Va con cualquiera -decían, queriendo ensuciar su libertad. - No parece una mujer - decían, queriendo elogiar su inteligencia. Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos y políticos acudían desde lejos a la Escuela de Alejandría, para escuchar su palabra. Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano. Ella enseñaba a dudar y a preguntar. Y aconsejaba: - Defiende tu derecho a pensar. Pensar equivocándote es mejor que no pensar. ¿Qué hacía esa mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de machos cristianos? La llamaban bruja y hechicera, la amenazan de muerte. Y un mediodía de marzo del año 415, el gentío se le echó encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevó lo que quedaba de ella. - Se investigará -dijo el prefecto de Alejandría. Mujeres, Eduardo Galeano
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Safo Poco se sabe de Safo. Dicen que nació hace dos mil seiscientos años en la Isla de Lesbos, que por ella dio nombre a las lesbianas. Dicen que estaba casada, que tenía un hijo y que se arrojó desde un acantilado porque un marinero no le hizo caso, y también dicen que era petiza y fea. Quién sabe. A los machos no nos cae muy bien eso de que una mujer prefiera a otra mujer, en vez de sucumbir a nuestros irresistibles encantos. En el año 1703, la Iglesia católica, bastión del poder masculino, mandó quemar todos los libros de Safo. Algunos poemas, pocos, se salvaron. Mujeres, Eduardo Galeano
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El zapato En 1919, la revolucionaria Rosa Luxemburgo fue asesinada en Berlín. Los asesinos la rompieron a golpes de fusil y la arrojaron a las aguas de un canal. En el camino, ella perdió un zapato. Alguna mano recogió ese zapato, tirado en el barro. Rosa quería un mundo donde la justicia no fuera sacrificada en nombre de la libertad, ni la libertad fuera sacrificada en nombre de la justicia. Cada día, alguna mano recoge esa bandera. Tirada en el barro, como el zapato. Mujeres, Eduardo Galeano
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Olympia Son femeninos los símbolos de la revolución francesa, mujeres de mármol o bronce, poderosas tetas desnudas, gorros frígios, banderas al viento. Pero la revolución proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y cuando la militante revolucionaria Olympia de Gouges propuso la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, marchó presa, el Tribunal Revolucionario la sentenció y la guillotina le cortó la cabeza. Al pie del cadalso, Olympia preguntó: -Si las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por qué no podemos subir a las tribunas públicas? No podían. No podían hablar, no podían votar. El Parlamento revolucionario había clausurado todas las asociaciones políticas femeninas y había prohibido que las mujeres discutieran con los hombres en pie de igualdad. Las compañeras de lucha de Olympia de Gouges fueron encerradas en el manicomio. Mujeres, Eduardo Galeano
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El día de los pueblos indígenas Rigoberta Menchú nació en Guatemala, cuatro siglos y medio después de la conquista de Pedro de Alvarado y cinco años después de la conquista de Dwight Eisenhower. En 1982, cuando el ejército arrasó las montañas mayas, casi toda la familia de Rigoberta fue exterminada, y fue borrada del mapa la aldea donde su ombligo había sido enterrado para que echara raíz. Diez años después, ella recibió el premio Nobel de la Paz. Y declaró: -Recibo este premio como un homenaje al pueblo maya, aunque llegue con quinientos años de demora. Los mayas son gente de paciencia. Han sobrevivido a cinco siglos de carnicerías. Ellos saben que el tiempo, como la araña, teje despacio. Mujeres, Eduardo Galeano