Kuak y la Villa de los Siete Colores

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Kuak y la Villa de los Siete Colores

Judith Mundet Ciriza 1


Judith Mundet Ciriza Kuak y la Villa de los Siete de los Colores Ilustraciones: Eneko Muruzabal Elezcano Curso practitioner PNL. Hobeki 2010

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A Osane e I単aki

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Había una vez en un país muy lejano un pato muy distinto al resto que se llamaba Kuak. Era distinta al resto porque tenía una mancha de color azul en una de sus patas. A Kuak no le gustaba nada esa mancha y cada vez que la veía se ponía de mal humor. Sin embargo era una pata muy simpática y un poco torpe. Tan torpe, tan torpe, que un día jugando con sus amigos se dio cuenta que los había per-

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dido. Sus amigos se encontraban en la Villa de los Siete Colores. Kuak se sentía muy triste, porque los había perdido y no tenía el mapa para llegar hasta ellos. Tan triste estaba que mientras lloraba casi no oía a una dulce vocecita: -¿Para qué lloras pequeño patito?- le dijo una pequeña hormiga muy simpática. Ante la pregunta Kuak se quedó sin respuesta, y se quedó tan sorprendido que dejó de llorar. -¿Por qué me preguntas para qué lloro?- preguntó confundida Kuak. -¿Qué te pasa?- decidió preguntar de otra manera la hormiga. -He perdido a mis amigos en la Villa de los Siete Colores, y no tengo el mapa para llegar hasta ellos. Por cierto, ¿cómo te llamas?, y ¿qué tienes en la mano?-preguntó con curiosidad Kuak. -Me llamo Zul, y casualmente tengo en mis manos el mapa de la Villa de los Siete Colores- contestó la hormiga. -¡Ay, déjame ver!- gritó impaciente Kuak. Mientras miraba el mapa se daba cuenta que no entendía nada y Kuak se puso nervioso.

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-No te preocupes, no puedes entenderlo. Nadie puede si no ha cruzado antes el Bosque Verde Oscuro- se adelantó Zul al nerviosismo de la patita. Kuak sintió la tristeza otra vez por todo su cuerpo, especialmente en su pecho. Era tan intensa como una tormenta en el mar. -¿Te sientes triste por haber perdido a tus amigos, verdad? ¡Quién no! 7


-Sí- asintió Kuak, aliviado de haber encontrado un nuevo amigo que le escuchaba y entendía. -¡No sé en qué momento te darás cuenta de que estarás con ellos jugando otra vez!- le auguró Zul. De repente Kuak, sin saber por qué, se sentía con fuerza y ganas de encontrar a sus amigos. Se estaba imaginando con todos ellos jugando y revoloteando por el lago del parque en el que solían jugar. Y empezó a ponerse alegre y a preguntarle a Zul por esos caminos. Mientras pasaban la tarde los dos tumbados, como si uno fuera el espejo del otro, Zul le explicaba a Kuak dónde estaba el Bosque Verde Oscuro. También le habló del famoso Río de Aguas Vivas que tendría que atravesar para poder leer el mapa. -Sólo si eres positivo, flexible y estás conectado con tus sentidos y sensaciones, serás capaz de saber lo que necesitas. No puedo explicártelo, debes vivirlo, sentirlo. Sólo así serás capaz de leer el mapa- finalizó Zul emocionado. Kuak, no se lo pensó ni un momento y decidió atravesar el Bosque Verde Oscuro. Se despidió de Zul sin más conversación. Era un camino que tenía que hacer sólo.

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A la mañana siguiente empezó a caminar y a caminar adentrándose en el Bosque. Kuak, se cansaba un poco ya que tenía las patitas muy cortas y todavía no sabía volar. De repente Kuak escuchó un ruido extraño y se asustó. Algo se movió entre las hojas secas del suelo. ¡Era una serpiente! Ésta se acercaba cada vez más y más a Kuak. Él, asustado, aleteaba sin parar, pero no conseguía volar. Kuak no sabía qué hacer y veía que la serpiente se le aproximaba más. Su respiración se agitaba en el pecho y tenía el pico colorado. De repente se acordó de Zul, y gritó su nombre. -¡Zuuul! ¿Dónde estás? ¡Te necesito!- gritó desconsolado Kuak. Como por arte de magia súbitamente apareció Zul. -Kuak, no temas a la serpiente, no le des ese poder. Ella sólo puede asustarte si tú le dejas. -¿Pero cómo no me voy a asustar, si es mala y me quiere hacer daño?- respondió nerviosa. -Kuak, pregúntale para qué quiere asustarte. Puede que te lleves una sorpresa.

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Kuak no entendía muy bien a Zul. A veces le decía cosas muy raras, pero estaba tan asustada que no se lo pensó dos veces. -Serpiente, ¿para qué quieres hacerme daño?- titubeaba Kuak. -Yo sólo me defiendo. Estás en mi territorio pato mal educado- gruñó la serpiente.

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-Pero si yo no quiero hacerte daño, ni tan siquiera sabía que ésta es tu casa. ¡Cómo iba yo a molestarte! Qué torpe soy a veces. ¿Serás capaz de disculparme? La serpiente se quedó sorprendida. Escuchaba al pato y mientras lo hacía, se dio cuenta que no tenía nada que temer. Incluso le parecía un animal muy simpático. En ese momento Zul le susurró: -Kuak, acabas de aprender una de las cosas más importantes. Detrás de todo lo que hacemos existe una intención positiva. Es importante que te acuerdes de esto para el resto del viaje. Kuak reanudó la marcha tranquila. Se había dado cuenta de qué la serpiente sólo quiso hacerle daño porque se sentía amenazada. A la mañana siguiente, Kuak proseguió su viaje. Ese día estaba un poco más cansada, había tenido un día duro. Pero para su alegría, las sorpresas no acaban ahí. Sin darse cuenta se encontró de golpe con el Río de las Aguas Vivas. Kuak sintió que el viaje había llegado a su fin. -¡Pero si no sé nadar!- sollozó Kuak. -¿Y cómo harías si supieras?- susurró Zul.

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-隆Ay! Me has asustado hormiguita. -Kuak, no importa que no sepas nadar. Todos tenemos los recursos necesarios para hacer lo que deseemos. Yo te animo a que pruebes a nadar como si supieras. Kuak le mir贸 at贸nita, fijamente, con los ojos como dos platos y el pico abierto.

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-Este Zul cada día está más loco. Pero por probar…- pensó para sus adentros. Kuak, temerosa, decidió meterse en el agua. Lo hizo poco a poco. Primero sintió el frescor del agua en sus patitas, una de ellas la de la mancha azul, y luego por su blanco plumaje. A medida que se iba sumergiendo se acordaba de cómo nadaban los patos que conocía. Se acordaba que solían mover las

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patitas con suavidad, como si disfrutaran y jugaran con el agua. Sin darse cuenta, Kuak empezó a nadar en el agua. No se lo podía creer. -¡Qué alegría Zul, estoy nadando! ¡Estoy nadando!- gritaba llena de alegría en sus plumas mientras cruzaba el Río de Aguas Vivas. -¡Lo ves Kuak! ¡Enhorabuena!- le gritó de alegría Zul, que volaba a su lado, rumbo a la otra orilla. -¿Cómo sabes volar Zul? ¿Pero si las hormigas no vuelan?- preguntó atónita al verlo. -Eso es lo que tú te crees. A ver si os pensáis que sólo los patos sois buenos voladores- respondió orgullosa la hormiga. -Pero si yo no sé volar, Zul- murmuró Kuak. -¡Tampoco sabías nadar y mira! Tras cruzar el río juntos, Zul se acercó a Kuak y le explicó: -Kuak, este momento ha sido muy importante. Has sido muy valiente y has creído en ti. Es necesario que nunca te olvides de lo que eres capaz. Para ello, para que no te olvides de este momento, acuérdate de esa mancha azul que tienes en tu patita. Sí, esa que tan poco te gusta. Cada vez que veas tu

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mancha azul, siente este momento en el que hiciste algo que creías que no lograrías. -¡Uau! Nunca me había imaginado que la mancha azul pudiera traer tan buenos recuerdos- pensó Kuak- ¡Gracias Zul! Eres un buen amigo. -Ahora te queda el último tramo Kuak. Volar hasta lo más alto del Valle de los Siete Colores.

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Kuak, no sabía nadar y nadó. Ahora no sabía volar, pero sentía un su interior una fuerza que le impulsaba abrir las alas. Se acordó de todo lo que le había pasado hasta entonces y de lo que había logrado. Se dio cuenta de que había creído en ella. Imaginó a sus amigos jugando y revoleteando en la Villa de los Siete Colores.

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En ese momento miró la mancha azul de su patita. Sin duda, Kuak, se disponía sin remedio alguno a alzar el vuelo. Kuak, abría en ese mismo instante el plumaje de sus alas dispuesta a retar el peso de la gravedad y el de sus creencias. -¡Gracias Zul!- dijo Kuak en las alturas- veo a mis amigos a lo lejos. Ya sé leer el mapa Zul. ¡Gracias! ¡Hasta pronto! Y ahí volaba Kuak, mezclándose con el azul del cielo, y el calor del Sol, dejando atrás el Bosque Verde Oscuro y el Río de Aguas Vivas. Conquistando el horizonte del Valle de los Siete Colores. Y por qué no, conquistando diferentes valles, diferentes horizontes, diferentes mapas… Al fin al y al cabo… ¿qué se lo impide?

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