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La Guerra del Huachicol
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Febrero 2019
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Huachicoleo
Los motivos de una guerra
Por Alfonso Martí/ ENFASIS
A
pesar de ser uno de los estados con menos superficie territorial, Hidalgo es uno de los que mayor incidencia tiene en el robo de combustible. Por eso no es extraño que el pasado 18 de enero un ducto que pasa por Tlahuelilpan, un poblado cercano a Tula, explotara mientras cientos de pobladores del lugar extraían combustible de él.
El accidente sucede en medio de la guerra que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador realiza contra los huachicoleros o ladrones de combustible, que han generado pérdidas por lo menos de unos 2 mil millones de dólares para Petróleos Mexicanos. Esa es la cantidad que fue enviada al extranjero y detectada durante las investigaciones, pero el robo de combustóleo es una práctica que tiene 30 años, aunque en los últimos 18 se intensificó.
En principio, el huachicoleo surge como un robo hormiga practicado por la gente de las poblaciones por donde pasan los ductos, y que aprovechaban las fugas para extraer gasolina. Pero luego entró el crimen organizado, con más recursos para instalar tomas clandestinas donde se llenaban pipas para luego vender la gasolina a precios más económicos. Esto permitió formar una red muy extensa donde entraron desde delincuentes hasta empresarios, y obviamente,
funcionarios que lo permitieron con su complicidad.
Un informe presentado por Petróleos Mexicanos señala que de enero a octubre de 1918 las tomas clandestinas se incrementaron 103.5% en comparación con cifras de 2017, y que Hidalgo es el segundo estado, sólo después de Puebla -cuna del huachicoleo- en robo de combustible.
El documento, presentado el pasado 20
de enero, detalla que en el lapso señalado se realizaron mil 726 perforaciones ilegales en esa entidad, muy por encima de las que se detectaron en estados con mayor índice delictivo, como Tamaulipas y Sinaloa.
Del 1 de diciembre al 16 de enero pasado, se decomisaron en Hidalgo 568 mil 403 litros de hidrocarburo, pero sólo se detuvo a 68 personas y 29 más están en libertad pero vinculadas a proceso.
Con 17 mil kilómetros de ductos a lo largo del territorio nacional, es muy difícil mantener una vigilancia permanente de todo.
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El primer lugar en el delito de robo de combustible se lo lleva Puebla, con mil 815 perforaciones a ductos y un crecimiento de 44 por ciento más. Hidalgo es el segundo y Guanajuato ocupa el tercer lugar con mil 547 tomas, Veracruz con mil 338 y Jalisco con mil 263. Como trabajan Mientras se trató de robo hormiga, el huachicoleo consistía simplemente en aprovechar las fugas naturales que se formaban en los ductos, pero luego el crimen organizado vio una fuente inagotable de ingresos.
Empezaron con asaltos a los camiones cisterna de Pemex para vaciar la carga en otro vehículo. O se llevaban la pipa completa.
Luego llegaron a los ductos, un proceso más complejo y peligroso, pero también más productivo. Utilizan una retroexcavadora para desenterrar el ducto que suele estar a 2 metros de profundidad. Luego con válvulas y llaves de pasos traspasan el combustible a camiones cisternas para venderlos a personas, empresas o gasolineras.
Los 17 mil kilómetros de la red de oleoductos facilitan encontrar lugares idóneos para robar gasolina sin ser detectado durante un buen tiempo. El informe de Pemex indica que en 2018 había 12 mil 581 tomas clandestinas de oleoductos, principalmente en lo que llamaron el “Triángulo Rojo o
Explosiones de PEMEX
19 Noviembre 1984 Planta San Juan Ixhuatepec (San Juanico): 600 muertos
19 Diciembre 2010 Ductos de San Martín Texmelucan, por toma ilegal: 29 muertos
31 Enero 2013 Torre Ejecutiva de Pemex de CdMx: 37 muertos.
11 Agosto 2015 Maniobras en Santa Catarina y García. NL: 16 muertos
20 Abril 2016 Planta Pajaritos por incendio de buque tanque: 8 muertos
19 Enero 2019 Toma clandestina en Tlahuelilpan, Hidalgo: Más de 120 muertos
El huachicoleo es una cultura en algunos poblados del centro del País, donde argumentan su necesidad para robar combustible.
Triángulo del Huachicol”, formado por los estados de Puebla, Hidalgo y Guanajato.
Con el gasolinazo que vivimos en los últimos años, se incrementó el robo en los ductos en un 915 por ciento, y se sustrajeron unos 20 millones de barriles de combustible durante el año.
La gente optó por comprar gasolina barata, sin preguntar de dónde venía, en una complicidad tácita que ayudó a elevar el problema. Octavio Romero Oropeza, titular de Pemex, explicó que en los últimos tres años el promedio diario de robo de combustible fue de 26 mil barriles aproximadamente. Durante 2017, superó los 43 mil barriles diarios, y en 2018 se elevó 58 mil 200 barriles diarios.
“En dinero, esto significa, a precio de hoy de la gasolina, para el 2016, más de 30 mil millones de pesos; para el 2017, 50 mil 100 millones de pesos y para el 2018, 66 mil 300 millones de pesos”. Combustible para la violencia En el Triángulo del Huachicol el robo de combustible es una actividad permitida y justificada por la gente. En mayo de 2017, militares se enfrentaron a presuntos huachicoleros en Palmar de Bravo, Puebla. El saldo fue de 10 muertos, cuatro de ellos militares. La Sedena informó fueron detenidas 12 personas que confesaron pertenecer a una banda local dedicada al huachicoleo.
En los días siguientes, los habitantes del Palmarito bloquearon la carretera Puebla- Orizaba, en protesta por las acciones de los militares.
En Tlahuelilpan la gente descarta que hayan sido huachicoleros las víctimas de la explosión. Era gente del pueblo que robaba combustible, según ellos, por necesidad.
“Nosotros somos de los municipios más olvidados del estado y del país. Sí, yo venía aquí, lamentablemente no tengo carro, si yo tuviera un auto por necesidad lo hubiera hecho”, narró Jesús César, habitante de Tlahuelilpan, en entrevista a medios de comunicación nacionales.
El municipio tiene menos de 20 mil habitantes, que en su mayoría trabajan en el campo. La pobreza es evidente en sus calles, y por eso, cuando supieron que había una fuga de gasolina, todos acudieron a llevarse un poco de combustible. Algunos sin necesidad, porque ni carro tenían.
Sin embargo, hay otra verdad. EL ducto que explotó estaba en proceso de llenado luego de su última reparación, pues había sido perforado en por lo menos diez ocasio-
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nes en los últimos tres meses.
La última vez fue el 18 de diciembre, cuando se provocó un incendio que tardó 12 horas en ser controlado, informó el director de Pemex, Octavio Romero.
Cuando hay una baja en la presión por una perforación clandestina se cierran las válvulas para que deje de fluir el producto. Pese a ello, el volumen de carga que quedó en la tubería hizo que la gasolina Premium brotara como una fuente. Entre la refinería de Tula y el punto de la fuga hay 13 kilómetros, equivalentes a un volumen de 10 mil barriles de gasolina. La Guerra del Huachicol Si Felipe Calderón tuvo su Guerra del Narco, Andrés Manuel López Obrador inició su Guerra del Huachicol con el fin de erradicar el robo de combustible, que genera pérdidas millonarias.
En los primeros días, el Presidente informó que se ahorraron cerca de 2 mil 500 millones de pesos, que de otra manera hubieran ido a parar a los bolsillos de la Delincuencia Organizada.
El saldo en las primeras semanas fue de 435 personas detenidas y 114 empresas investigadas, cifras que seguramente aumentarán con el paso de los días.
La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público informó bloqueó las cuentas bancarias de 37 personas morales por participar en el comercio ilegal de hidrocarburos.
En uno de los casos, la empresa tuvo ingresos netos por 86 mil 961 millones de pesos, con una utilidad marginal por 6 mil 758 millones de pesos que no fueron reportados al Servicio de Administración Tributaria (SAT), pues presuntamente procedían del comercio de combustible robado.
Entre las particularidades se encontró que Monterrey, Nuevo León, es la ciudad donde mayor
Para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el combate al robo de combustible fortalecerá las finanzas Petróleos Mexicanos (Pemex), y ayudará a generar un ambiente de confianza a nivel nacional e internacional.
Por lo pronto, sin embargo, las medidas aplicadas han provocado incertidumbre, desabasto en algunas entidades provocadas por las improvisación en nuevas redes de distribución y las compras de pánico. Efectos colaterales perjudiciales a terceros que toda guerra tiene. E
Un país sin gasolina
Como toda guerra, la emprendida por el Presidente Andrés Manuel López Obrador contra los los huachicoleros afectó a terceros, que en este caso, fueron los mismos mexicanos de por lo menos 7 entidades donde el abasto de combustible lo dejó literalmente a pie.
Para el ciudadano común representó la molestia de no tener gasolina, hacer largas filas o caminar bidón en mano para poder encontrar combustible, y para las empresas significó inmovilidad, retraso en sus sistemas de distribución, y todo eso se reflejó, en diferente medida, en pérdidas económicas.
La Confederación Patronal de la República Mexicana, COPARMEX, calculó que en la primera semana se perdieron unos mil 250 millones de pesos tan sólo en los estados de Michoacán, Querétaro y Guanajuato.
A cambio, López Obrador aseguró que se generó un ahorro de 2 mil 500 millones de pesos, unos 132 millones de dólares.
La estrategía del Gobierno Federal para combatir el robo de combustible consistió en cerrar las válvulas de cuatro de los 13 oleoductos de Pemex y realizar la distribución con camiones pipa, lo que obviamente retrasó todo el proceso.
Se evitó que los huachicoleros robaran combustible, pero también se suspendió el suministro a decenas de ciudades en los estados de México, Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, Jalisco, Querétaro y Tamaulipas.
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El problema llegó a Monterrey. Durante tres días se desataron las compras de pánico y cientos de gasolineras se quedaron sin combustible, mientras los regiomontanos se preguntaban qué pasaría al día siguiente. Afortunadamente, al cuarto día todo se normalizó.
Sin embargo en otras entidades la gente no pudo llegar a sus centros de trabajo, hubo retrasos en la entrega de mercancías, despidos, pérdidas en clientes y dinero.
Cuando las autoridades aseguran que no hay desabasto seguramente tiene razón, pues el problema -igual de gravees la deficiente distribución.
Los oleoductos llevan rápidamente la gasolina a lo largo de 17 mil kilómetros, y los huachicoleros instalaron redes paralelas para extraer permanentemente los hidrocarburos. Los tubos son poliductos que trasladan distintos tipos de combustible, y los ladrones saben exactamente cuando pasará el que necesitan, casi siempre gasolina, y es cuando abren sus válvulas. Esto necesariamente implica complicidad de algún personal de Pemex.
Al distribuir con camiones pipa se reduce el riesgo, pero Pemex sólo tiene mil 600 vehículos y aunque rentó 3 mil 400, no alcanzó a repartir toda la gasolina a los expendios.
Es decir, gasolina sí hay, pero no hay forma de distribuirla eficiente y rápidamente. E