El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche
Colección: Rafael Rodríguez Barrera
Una historia de intramuros
Arón Enrique Pérez Durán
El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche Una historia de intramuros
Arón Enrique Pérez Durán
San Francisco de Campeche, México. 2014
H. AYUNTAMIENTO DE CAMPECHE 2012-2015 Lic. Ana Martha Escalante Castillo Presidente Lic. Carlos Román Moreno Hernández Secretario Dr. José Manuel Alcocer Bernés Cronista Lic. Ricardo Miguel Medina Farfán Director General de la Fundación Pablo García
El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros. Arón Enrique Pérez Durán Primera edición 2014 Colección: Rafael Rodríguez Barrera © H. Ayuntamiento de Campeche 2012-2015 Arón Enrique Pérez Durán ISBN: 978-607-96394-1-9 Impreso en México Printed in Mexico Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal de Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes. San Francisco de Campeche, Cam., enero de 2014
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Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 La Escuela de Misericordia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 La Cárcel Pública de Campeche. 1842-1983 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Fama y poder: internos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133 La Remodelación del inmueble de 1993 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145 La llegada de los Acervos Documentales del Archivo Municipal . . 159 Las Remodelaciones del 2009 y 2011 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Conclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 ANEXOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anexo 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anexo 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anexo 3 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anexo 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Anexo 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 FUENTES DOCUMENTALES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201 HEMEROGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
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Hoy comprendo cuantas cosas he logrado gracias a ti, y quisiera tener más de una vida para devolverte todo lo que me diste. Me enseñaste a encontrar mi propio camino y me has hecho mucho más feliz de lo que pudiste imaginar… Gracias por todo… A mi madre, Guadalupe Durán, (q.e.p.d.)
La libertad, Sancho, es uno de los mĂĄs preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, asĂ como por la honra, se puede y debe aventurar la vida. (El Quijote. Miguel Cervantes Saavedra)
Agradecimientos
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urante todo el periodo para la realización del libro siempre conté con el valioso punto de vista y consejo de varias personas que de una u otra manera me ayudaron a enriquecer esta investigación. Merece un pleno reconocimiento y agradecimiento especial al Gobernador del Estado, Lic. Fernando E. Ortega Bernés; a la Presidenta Municipal de Campeche, Lic. Ana Martha Escalante Castillo; al Dr. José Manuel Alcocer Bernés, Cronista de la Ciudad; al Lic. Ricardo Miguel Medina Farfán, Director General de la Fundación “Pablo García”; al Lic. Carlos A. Vidal Angles, Secretario de Cultura del Gobierno del Estado; a la Mtra. Juana E. Rodríguez Delgado, Subsecretaria de Cultura y Artística y al Lic. Felipe de J. Vázquez Castro, Director Estatal de Fomento a la Lectura, por sus valiosos apoyos para este compromiso y sobre todo por creer en mí. Al Lic. Rafael Vega Alí por su pronta información al inicio del trabajo y sus comentarios personales, gracias. Mi pleno agradecimiento a la Dra. Rosario Domínguez Carrasco y a la Dra. Pascale Villegas por todos sus consejos y aquellos personales cuando más lo necesité. Agradezco también a Victoria M. Presuel Cú, estudiante de la Licenciatura en Literatura por sus valiosas correcciones. A mi hermano Manuel Pérez Durán y a Rodolfo Pérez Maldonado por sus excelentes fotografías, gracias. A mis amigos de años, y aquellos que durante la realización del trabajo fueron de suma excelencia como a don Abel Santa Cruz Menchaca, a doña Gladis Domínguez Castillo y al Profr. Fernando Pumares Martínez: gracias por aquellas exhortaciones y buenas charlas sobre el pasado que enriquecieron el libro y mi vida personal; y a mi colega Laura Isabel Caamal Pacheco por toda su ayuda y buen atino en la hemeroteca. A todos mis informantes, fundamentalmente a don Nico, a la familia Briceño y a don Vicente Poot y a todos mis compañeros de trabajo
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del Archivo Municipal, mi reconocimiento. De igual manera agradezco al personal que labora en la hemeroteca “Lic. Enrique Hernández Carbajal” de la biblioteca central “Gral. José Ortiz Ávila” de la Universidad Autónoma de Campeche por su ayuda en los periódicos. Por último, debo reconocer que escribir un libro de esta dimensión se logra consumiendo parte del valioso tiempo familiar; por este motivo deseo reconocer una vez más la comprensión de todos mis hermanos, gracias por todo su apoyo y cariño, a todos mis sobrinos, sobrinas y cuñadas, y a ti madre que donde quieras que estés en el cielo, estás orgullosa de todos nosotros tus hijos. Te amo. A ti, Señor, que aunque figuras al último, siempre serás el primero.
Gracias a todos.
L.H. Arón Enrique Pérez Durán. Campeche, Campeche, año del 2013.
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Prólogo
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esulta interesante rescatar la historia de un edificio que ha sido parte de nuestra historia local, pues ha sido protagonista de hechos que de una u otra manera marcaron un hito en la ciudad de Campeche. El edificio que alberga actualmente al Archivo Municipal ha sufrido varias transformaciones tanto en funcionalidad como arquitectónicamente. Fundado inicialmente para albergar la Escuela de Misericordia en el año de 1804 gracias a las disposiciones testamentarias de don Agustín de la Rosa Zenteno, quien generosamente decidió crear una escuela primaria donde se diese educación gratuita a niños y niñas. Esta forma de apoyo de particulares no era nada inusual pues se actuaba conforme a las normas del antiguo régimen y en Campeche, a lo largo de este tiempo, existieron generosos donantes que cedieron dinero o propiedades a favor de los más necesitados. Este “Hospicio” como se le conocía fue puesto bajo la encomienda del Ayuntamiento hasta el año de 1839 en que desapareció dejando un vacío en esta labor humanitaria. El edificio permaneció abandonado pero el crecimiento de la ciudad y por la necesidad de ubicar a los presos se decidió que el inmueble fuese cedido para que ahí se les situara, convirtiéndose el antiguo hospicio en la cárcel municipal, el cual prestó sus servicios por 141 años, pues hasta el año de 1983, los reos fueron trasladados al nuevo penal ubicado en las afueras de la ciudad en San Francisco Kobén. Las olas de historias de este sitio formaron parte de las leyendas urbanas, ciertas o no, de la ciudad y algunas de ellas fueron recogidas y dadas a conocer por primera vez. Sin duda alguna este edificio fue más conocido —dada su permanencia— como cárcel que como había sido fundado originalmente. A pesar de que los reos ya no ocupaban el local, a la salida de éstos, nuevamente quedó abandonado el inmueble, ocupándose con algunas oficinas municipales hasta que se decidió remodelarlo para que ahí se ubicara
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el acervo histórico del Ayuntamiento. Esta nueva función permitió que toda la documentación que el Ayuntamiento había generado por años ocupase un sitio digno, aunque hay que mencionar que con muchas deficiencias y la falta de un equipo que permitiese la conservación de ellos. Toda esta historia ha sido recogida por un joven historiador interesado en que la historia del edificio se conserve y conozca: Arón Enrique Pérez Durán en su trabajo El vetusto edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros. El investigador, empleando una bibliografía especializada junto con la hemerografía del momento, usando información inédita como fuentes primarias históricas fue lo que le permitió construir una línea del tiempo sobre la historia de este sitio, —que repito— es emblemático en la memoria de nuestra ciudad. Resulta muy confortante ver cómo los jóvenes historiadores están interesados en la reconstrucción de nuestra memoria, de ir rescatando poco a poco lo que se desconoce o se conoce muy poco, un ejemplo de ello es este trabajo, pues ahora podemos tener una historia mucho más completa del Archivo Municipal. Sin duda alguna la publicación de este libro contó con el respaldo de la Licda. Ana Martha Escalante Castillo, quien está consciente de la importancia de dar a conocer a través de estas páginas, la historia del Archivo Municipal, y que siempre ha sido un soporte en estas manifestaciones culturales que desde siempre el Ayuntamiento ha apoyado. Reitero mi apoyo y celebro la publicación de este trabajo que formará parte de los acervos bibliotecarios de la ciudad.
San Francisco de Campeche, marzo de 2012.
José Manuel Alcocer Bernés. Cronista de la ciudad de San Francisco de Campeche.
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Introducción
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ue a fines del siglo XVIII y principios del XIX cuando en México, dentro de su política educativa, se fortaleció el concepto ilustrado de que la instrucción de la infancia era un deber público, encarnado en las instituciones políticas, cuyo fin era inculcar en los niños la fidelidad al Estado, privilegiando a la religión como una mediación para ese objetivo. La escuela era concebida por los ilustrados como el sitio idóneo para enseñar a los niños a comportarse debidamente en la sociedad, fundamentalmente urbana, de acuerdo con el lugar que le correspondiese a cada uno; la instrucción pública era para ellos el medio de aprender a respetar las normas, a obedecer y amar a la patria; consideraban que a través de la educación institucionalizada sería posible mantener la paz y alcanzar el progreso social. Fue así como se robusteció la conformación de un sistema de instrucción pública, uniforme, gratuita y obligatoria. Para el caso de Campeche, esta idea de política pública en educación llegó muy tardía. Ante la falta de un centro educativo en la ciudad, en 1775 se autorizó a la orden de los Jesuitas que fundaran un colegio, y puesto bajo la advocación de San José inició sus funciones el 4 de noviembre de 1756. En 1767, al ser expulsados de todos los territorios del dominio español, la dirección de la educación recayó en manos de la orden de los hermanos franciscanos. ¿Pero qué ocurría con aquellos niños y niñas pobres de la ciudad que no tenían un lugar en donde estudiar? Primeramente, este trabajo intenta recuperar la trayectoria de la enseñanza de la educación primaria en Campeche a través de la Escuela de Misericordia, también conocida como “El Hospicio”. Obra de particulares con una profunda visión filantrópica en pro de la instrucción de jóvenes campechanos. Algo significativo de mencionar es que en el capítulo primero no existieron fuentes primarias que nos hablaran sobre
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la escuela, pero una fuente valiosa que se utilizó para el análisis fueron los Anales Históricos de Campeche, de don Francisco Álvarez Suárez. En el caso del inmueble de la escuela presentamos cuestiones que van desde la fecha de la edificación de los primeros cimientos, así como su fundación por don Miguel Duque de Estrada y el capital económico que se destinó para su funcionamiento. Abordamos también, la cuestión de los nombres de algunos primeros alumnos y maestros, y exponemos de manera detallada la desavenencia entre el H. Ayuntamiento de Campeche y el Sr. Duque de Estrada como administrador de la escuela, que conllevó a su desaparición en 1839, al ganar el Ayuntamiento el litigio que determinó el embargo del inmueble educativo después del desembolso de $459.00 a que ascendieron las querellas. Referente al apartado del estudio de la Cárcel Pública de Campeche, éste se centra en un enfoque minucioso del análisis de diversos documentos del siglo XIX y XX que ayudó a escribir su historia. Se exponen legajos de primera mano como: el presupuesto de las reformas que se hicieron en la Casa Hospicio para trasladar a ella la Cárcel Pública, de 1884, relaciones de herramientas, acuses de recibos de pagos del capataz del presidio, informes de la Comisión de Cárcel de 1856, solicitudes de licencias, renuncias, nombramientos e informes de Alcaides, gastos de manutención, entradas, salidas y listas diarias de nombres de presos. Presentamos cuestiones que van desde el envío de piedras para el enlozamiento de la cocina, infracciones a meretrices, informes de regidores, de irregularidades y mejoras del inmueble, libros de registros de procesados y partes de actividades diarias, pasando por permisos para festivales, fiestas de carnavales y comités pro navideños. Prestamos igual importancia a cartas personales de internos, fugas, asesinatos, enfermedades, detecciones de drogas y vales de compras de medicamentos en la farmacia “Vila”. Finalmente detallamos con suma minuciosidad el motín de presos acaecido aquella tarde del 31 de enero de 1983, que fue el gran detonante para emprender el traslado de los reos al nuevo penal de San Francisco Kobén y terminar con la existencia de la vieja Cárcel Pública. Cabe mencionar que durante la realización de este trabajo se contó con entrevistas personales de ex reos, y que a petición de algunos
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entrevistados, sus verdaderos nombres fueron cambiados argumentando mantener en secreto una vida pasada pero que a través del anonimato dejan una clara experiencia de vida, la cual muchos de ellos aún llevan escrito en sus corazones la soledad de una galera. El capítulo de “fama y poder: internos” se centra en dar a conocer la vida de dos de los más famosos reos que habitaron el antiguo edificio que albergó la cárcel de Campeche y el penal de San Francisco Kobén, el ”Ganso” y el “Perro López”. Exponemos artículos de periódicos, entrevistas a familiares, amigos y ex reos de Kobén. Personajes que marcaron su propio destino con la sociedad. Dos hombres marcados por una vida atropellada, en donde sus cuerpos tatuados reflejaban aquellos duros años de vivir en una cárcel. Hombres que un día llegaron a ser los jefes, los capos, los mandamás. Hacemos mención de la remodelación del inmueble en 1993, en donde presentamos cuestiones de la reconstrucción y transformación total del edificio, como costos de la inversión de la obra, empresas contratistas, descripción de fachada, datos y medidas de áreas, excavaciones, reconstrucción de pilastras y el rescate de arcos tapiados. Todo un análisis de parámetros y arquitectura del edificio. De igual manera hacemos hincapié de la llegada de los acervos documentales del Archivo Municipal al edificio que hoy en día lo alberga, donde detallamos su historia a través de la obra de Juan de Dios Pérez Galaz, Diccionario Geográfico e Histórico de Campeche y de fuentes hemerográficas. Abordamos cuestiones como la primera organización y clasificación de documentos, el importante rescate histórico por parte del Gobernador Héctor Pérez Martínez, la descripción del Archivo Público, el abandono y rescate de los documentos municipales del viejo edificio del Comité del Carnaval en 1981, así como la entrega de todos los acervos municipales al H. Ayuntamiento de Campeche, por parte del Archivo del Estado. Finalmente se exponen las remodelaciones del edificio en el año del 2009 y 2011, prestando total importancia a gastos erogados en las faenas, trabajos de tapiado, desmantelamiento y demoliciones de techos. En el 2011, a través del programa de “Mejoramiento de la Imagen Urbana de San Francisco de Campeche”, y en coordinación de la Secretaría de
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Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Gobierno del Estado, detallamos las labores preliminares, de albañilería, pintura, carpintería y herrería. La ciudad de Campeche guarda entre sus muros el repicar de recuerdos, lugares y sitios que son llamados así porque representan parte de la historia del pueblo y su sociedad. El análisis y estudio del espacio del inmueble de lo que hoy alberga al Archivo Municipal de Campeche constituirá adentrarnos en un microcosmos por las distintas etapas de su historia, como lugar de educación, en donde a través de sus aulas, niños campechanos de reales nombres alcanzaron a ser protagonistas de su sociedad, y que al paso de los años, ya como Cárcel Pública de la ciudad, lugar de fugas, asesinatos, pleitos, ventas de agua, posesión de drogas, golpes, quejas contra alcaides, personas con trastorno mental, motines e historias de reos que luchaban por su existencia día a día en la soledad de una galera o en la celda de castigo llamada la “Bartolina”.
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La Escuela de Misericordia
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l impulso que recibió la educación en Campeche en los albores de la vida del México independiente fue de un gran progreso en la materia. La Escuela de Misericordia, para niños y niñas pobres, también conocida como “El Hospicio”, fue obra de particulares con una profunda visión filantrópica en pro de la instrucción de jóvenes campechanos: “El Sr. Don Miguel Duque de Estrada, albacea del finado don Agustín de la Rosa Zenteno, cumpliendo con una cláusula de su disposición testamentaria, por la cual legaba una suma considerable para fomentar la enseñanza primaria, hizo levantar, intramuros de esta ciudad, a principios del año de 1804, un edificio que tomó el nombre de “El Hospicio” por estar destinado para establecer una escuela gratuita de instrucción primaria para ambos sexos. Tres años después, en 1807, el mismo señor Duque de Estrada fundó en el citado edificio la expresada escuela y por escritura pública, otorgada en 25 de septiembre de 1810, aseguró un capital de $20,000 veinte mil pesos para su estabilidad, encomendando al Ayuntamiento la vigilancia del plantel”1
La mencionada escuela abrió sus puertas en marzo de 1807 nombrando al Rey de España como protector de la institución dentro de la escritura de fundación otorgada al Ayuntamiento en 1810 por el mandatario fundador. Al siguiente año de su instalación, concurrían doscientos veinte seis niños a recibir los beneficios educativos de la escuela. Su primer profesor fue don Juan Pedro de Vargas, y entre sus aulas albergó a estudiantes que llegaron alcanzar un alto estatus social en Campeche y otros Estados como el Dr. don José María Guerra, Obispo de Yucatán; don José Julián Osullívan, don José Jesús Frayre, don Antonio Chacón, don Manuel Cosgaya, don Teodoro Arbízua y Armado y otros muchos 1
Álvarez Suárez, Francisco. Anales Históricos de Campeche, tomo. II, p. 15
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más, que recibieron en este plantel los primero rudimentos del saber.2 A los veinte años de abierta la escuela, se presentó un motivo de desavenencia entre el H. Ayuntamiento y el Sr. Miguel Duque de Estrada, como administrador de la institución. El primero de febrero de 1827, impuesto el Ayuntamiento de que vacaba la plaza de 2º. Maestro, acordó que el Sr. Duque de Estrada ingresara a la caja municipal el superávit de veinte pesos procedente de este sueldo que había dejado de pagar. Don Miguel se negó a cumplir el acuerdo por desconocer en el Ayuntamiento tal facultad, la que estaba limitada, según la escritura de fundación: “A ejecutoro de su voluntad, debiendo él explicar esta misma voluntad en caso de duda a virtud de los derechos de fundador que se reservaba,”3 agregando que había necesidad del superávit para invertirlo en reparaciones del edificio. A la razón, don José de Echartea, primer maestro de la escuela, elevó al Ayuntamiento una exposición solicitando la provisión del segundo maestro o ayudante, ya que le era necesario, e invocó preceptos de la escritura de fundación, para combatir las razones en que se fundaba el Sr. Duque de Estrada para mantener vacante la plaza de maestro. El Ayuntamiento, no limitándose ya al superávit, acordó el 5 de febrero que el señor Duque de Estrada hiciera entrega de $83.2 ½ reales, que importaba la renta del capital de fundación para que la Comisión de Instrucción Pública distribuyera tal cantidad. Don Miguel Duque de Estrada se opuso rotundamente a dicho pago alegando que revocaría todas las facultades que en la escritura de fundación le confería al Ayuntamiento. De esta manera se inició un litigio con incidentes en la marcha de la escuela, pues dejó de ser libre hasta que se logró la disolución de ésta como institución educativa. El 29 de septiembre de 1830, el Ayuntamiento en sus tentativas de fundar una escuela por el método de Lancaster, pretendió disponer de todos los elementos de la Escuela de Misericordia, donde el fundador de la misma se opuso, fundamentándose en que su oferta de contribuir a esta institución, lo limitó a ceder el edificio y no la renta del capital, fundación cuyo principal objetivo era instruir en la religión católica a la 2 3
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Ídem. Lanz, Manuel A. Compendio de historia de Campeche, p. 329. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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juventud pobre de ambos sexos, y en lo posible de otros ramos. El 7 de febrero de 1834, el profesor de la escuela don José Cenobio del Campo, se presentó demandando al señor Duque de Estrada ante el H. Ayuntamiento, en pago de sus haberes vencidos, y por su negativa en proveer de tinta, papel y plumas para los alumnos. El Ayuntamiento se declaró incompetente y designó al demandante la vía judicial.4 De la misma forma el administrador de la escuela se opuso a la implantación de la escuela Lancasteriana y al pago de trabajo del señor Cenobio Campos, alegando el atropello a sus derechos al interferir de nuevo el Ayuntamiento. Si estos disturbios no fueron suficientes para interrumpir las labores de la escuela, vino el estancamiento del capital. En la cláusula 5ª de la escritura de fundación, don Miguel Duque de Estrada, había dado la facultad de nombrar maestros a la escuela, pero tal facultad la había revocado ya el 10 de febrero de 1827, en la cláusula 6ª se reservaba los derechos de fundador y resolver las controversias que se suscitara en dicha escuela, y en la 7ª cláusula declaraba que, extinta la escuela, el capital pasaría a manos de sus sucesores. En marzo de 1835, la plaza de 2º. Maestro fue dada a don Manuel Argumedo, no sin que el Sr. Duque de Estada protestara contra tal nombramiento. Elevada la protesta ante el Superior Gobierno del Estado, éste dispuso pasar el asunto a estudio del Senado, ordenando el 19 de mayo de 1835 al Ayuntamiento de Campeche que, hasta tanto se dictase resolución definitiva, cesara su intervención en actos de la administración de la escuela, inclusive en la provisión de maestros. Y como la Corporación alegara sus derechos, el Gobernador de Yucatán Sebastián López de Llergo, reiteró el 26 de mayo su orden. Argumedo renunció a su encargo y se ofreció dar gratis una clase de lectura pública. El Ayuntamiento acordó el 4 de junio extraer a los alumnos de la escuela de Misericordia, y distribuirlos en las otras escuelas públicas. Don Miguel Duque de Estrada falleció durante el litigio, que terminó por el embargo de las casas que constituían el legado del Sr. Zenteno, y de las que se posesionó el Ayuntamiento, después del desembolso de $459.00 a que ascendieron las querellas y de los que $55.00 percibió el 4
Ibid, p. 330.
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27 de agosto de 1839, siendo el Lic. Don Mariano Brito apoderado legal del Ayuntamiento en el curso del litigio.5 Así desapareció la Escuela de Misericordia en 1839, lugar de enseñanza pública que tuvo un sinfín, no sólo de niños y niñas pobres como rezaba su denominación, sino que por igual a infantes campechanos que lograron despuntar en la vida social, política y religiosa, gracias a la generosidad del filántropo don Agustín de la Rosa Zenteno.
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Ibid, p. 331. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
La Cárcel Pública de Campeche. 1842-1983
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al vez una de las instituciones más controvertidas desde su creación, sea la prisión. Con momentos de brillo y esplendor en el panorama mexicano y sin duda con un permanente cuestionamiento ya sea por quienes estaban recluidos o por los disturbios que al interior de ella se suscitaban. Protagonista de muchas historias, de célebres fugas, de motines impactantes, de muertes misteriosas y de un sinfín de anécdotas y por la triste fama que la acompañaba. En 1578, el rey de España Felipe II (1560-1597), dispuso que: “Todas las ciudades, villas y lugares de Indias debían hacerse cárcel para custodia y guarda de los delincuentes.”1 En 1812, al jurarse la Constitución de Cádiz, ordenaba el Gobierno interior de los pueblos, por medio de Alcaldes, Regidores, un Procurador y un Síndico, los atributos en materia de policía, salubridad, instrucción primaria, beneficencia, puentes, caminos vecinales, construcción de obras y cárceles, entre otras. La historia señala con precisión que el advenimiento de la prisión en México fue en el año de 1857, bajo el mandato del Presidente Benito Juárez García, cuando la Constitución mexicana fue reformada y se abolió la pena de muerte, para dar paso a una nueva sanción.2 Sin duda, al hablar de la aparición de la prisión en México, resulta inevitable asomarnos al Panóptico, del latín (pan-todo; ópticovisión), de Jeremías Bentham, un modelo de cárcel en la cual todo se podía vigilar desde un único punto. Se ha dicho que este modelo fue adoptado en todos los proyectos de reforma penitenciaria del siglo XIX. Nuestro país no fue la excepción y en el año de 1848 el arquitecto Lorenzo de la Hidalga, presentó el proyecto de la Penitenciaría de México inspirado en las ideas de Bentham: 1 2
Citado en Archivo Municipal, Guía, 1736-1940. Jacqueline Briceño Fuente, p. 175. Véase la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, en Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus Constituciones, t. II, p. 318.
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“Una casa de penitenciaría , según el plan que se propone, debería ser un edificio circular, o por lo menos decir, dos edificios encajados uno en otro. Los cuartos de los presos formarían el edificio de la circunferencia con seis altos, y podemos figurarnos estos cuartos como unas celdillas abiertas por la parte interior, porque una reja de hierro bastante ancha los expondrá enteramente a vista. Una galería en cada alto servirá para la comunicación, y cada celdilla tendrá una puerta que se abrirá hacia esta galera. Una torre ocupará el centro, y ésta será la habitación de los inspectores; pero la torre no estará dividida más que en tres altos, porque éstos se dispondrán de modo que cada uno domine de lleno sobre dos líneas de celdillas…”3
Tal vez la característica principal de este modelo de prisión haya sido su arquitectura, la cual respondía a un edificio circular o polígono, con celdas rodeando esa circunferencia y con una vigilancia constante al centro. El gobierno mexicano fue atraído por esta innovación en el marco del advenimiento del positivismo, a través de una generación presidida por el Dr. Gabino Barreda, doctrina en la que se instruyó a la juventud dentro de un eje ideológico que tenía como fin primordial asegurar el orden social. En Campeche, no se tiene noticia de la fecha de cuándo se estableció la Cárcel Pública en su antiguo local, que ocupó durante años la esquina oriente de la plaza principal, y que para decir verdad, distó mucho de ser un modelo al de Bentham. El ángulo correspondiente al terreno, tenía un muro alto y ruinoso de cuarenta metros aproximadamente, que partiendo de la casa número 4 de la calle Independencia, hoy calle 55, y terminando en la que fue la “Lonja Campechana” y después “Salón Popular” marcada con el número 43 de la calle llamada del Comercio, hoy calle 10, cercaba el solar en cuyo centro estaba el edificio de la cárcel dando entrada a dicho solar un portón colocado con vista al norte frente a la plaza principal:4 “El edificio estaba distribuido en cinco departamentos o salas: 1ª.- de Detenido, 2ª.- de Encausados, 3ª de Presidiarios, 4ª.- de Corregidos y 5ª.- de Distinguidos”.5
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Bentham, Jeremías. Panóptico. Archivo General de la Nación. p. 15. Abreu de la Torre, M. P. Reminiscencia Históricas Campechanas, p. 143. Álvarez Suarez, Francisco. Anales Históricos de Campeche, tomo. I, p. 313. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Desde inicios de 1842, el Ayuntamiento de Campeche ya tenía planes de trasladar la cárcel a otro lugar lejos de la plaza, con el propósito de darle una mejor imagen a la ciudad. Para tal empresa, se nombró una comisión para que estudiara el proyecto y presentase dictamen y propuesta del lugar más apropiado para este espacio. El 3 de marzo del mismo año, el síndico procurador de la corporación, don Manuel Oliver, hizo presente que el lugar idóneo para el traslado de la Cárcel Pública era la Casa Hospicio construida para fundar la Escuela de Misericordia. El maestro mayor de alarifes don José de la Luz Solís diseñó el plano de edificación, el que fue presentado en sesión el 18 de agosto de 1842 y aprobado sin observación, disponiendo el Cuerpo se presupuestasen los trabajos para la ejecución de la obra y que se hiciera el avalúo del edificio que ocupaba la cárcel en la plaza.6 Rotas las hostilidades entre las fuerzas de Campeche y las tropas mexicanas posesionadas del cerro la Eminencia, en el conflicto bélico de la guerra contra el gobierno centralista del General Antonio López de Santa Anna, el Ayuntamiento de Campeche suspendió el procedimiento para ocuparse de otros asuntos urgentes que imponía la situación quedando paralizado el proyecto, y sin formularse los presupuestos ni el avalúo dispuestos en el último acuerdo. La separación de la Cárcel Pública del centro de la ciudad, no sólo se impuso para el mejoramiento del decorado de ésta, sino que ese inmueble había sido testigo de los trágicos asesinatos de la noche del 13 de febrero de 1843, crímenes que atestiguó Francisco Álvarez Suárez en su infancia y que formó en sus Anales Históricos: “En la tarde del 13 de febrero, cuando las primeras sombras de la noche principiaron a envolver en tinieblas la ciudad, un grupo de hombres, reunidos con anticipación en el muelle se arrojó sobre la cárcel y los cuarteles en que estaban los presos políticos pidiendo su muerte. En ninguna de las prisiones encontraron resistencia, y una vez que los asesinos penetraron en ellas, se arrojaron puñal en mano sobre los desgraciados y mataron inicuamente a cuantos pudieron alcanzar, fuesen o no reos políticos, como sucedió con el Pbro. D. Joaquín Zavalegui, detenido por asuntos de familia.
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Ibid, p. 144.
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Algunos pudieron salvarse merced a que el alcaide de la cárcel, D. Mariano Mayoral, les facilitó la fuga. El asesino de los señores Esteban Valay y Joaquín Zavalegui, se llamaba Pascual Joseph, de nacionalidad extranjera, soldado de la brigada de artillería fija de Campeche. El departamento de mujeres del hospital de San Juan de Dios sólo se extendía hasta la terminación de la primera enfermería llamada “Sala de Dolores”, contigua a ésta había una casa de zaguán, bastante arruinada, conocida con el nombre de San Cristóbal, en la cual estaban establecidos los enfermos leprosos traídos del hospital de San Lázaro. Serían las ocho de la noche cuando precipitadamente entraron a la casa y sin detenerse pasaron al patio dos hombres sin sombrero, en mangas de camisa y en completo desorden; estos fueron los señores Pablo Pascual y José María Corrales. Momentos después penetró un grupo de sus perseguidores, casi desnudos pues solamente vestían calzoncillo y éste arrollado, armados con puñales o machetes, alumbrándose con una tea encendida que llevaban en la mano izquierda. Después de registrar en todos los sentidos y sin dar con los fugitivos, abandonaron la casa, y dando vuelta por la esquina inmediata, fueron a registrar un solar yermo situado detrás del hospital, creyendo que hubiesen saltado la tapia para refugiarse en él. Entretanto los perseguidos que habían conseguido treparse a uno de los varios y copiosos naranjos que llenaban el patio, se salvaban de la muerte entre las espesas ramas, favorecidos por la obscuridad. En ese escondite permanecieron hasta la madrugada que, abandonándolo, descendieron a refugiarse en el fondo de un pozo donde pasaron todo el día remojados en el agua. A las seis de la tarde salieron de ese segundo escondite, y después de darles de comer la matrona de los lazarinos, Doña Lorenza Suárez, madre del autor de estos anales, les facilitó vestidos de su propiedad, con los cuales, disfrazados de mujer, los pintó de negro-humo y cargados con bateas y trastos de cocina, como si estuviesen mudando de domicilio, atravesaron las calles, consiguiendo salir de la ciudad por la Puerta de Tierra e internándose en el barrio de Santa Ana, pudiéndose fácilmente ausentarse de la población”.7
Aquel edificio de la vieja cárcel tenía que desaparecer, porque de no ser así, hubiese sido un imperecedero monumento de tan lamentable tragedia que atestiguaron los campechanos.
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Álvarez Suárez, Op. Cit, pp. 351-354. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Terminado el conflicto bélico de 1843, en sesión del 15 de enero de 1844, el regidor Juan Francisco Cicero, removió el asunto del avalúo y remate del edificio de la antigua prisión, aprobándose de igual manera en dicha sesión, los presupuestos de la nueva cárcel. El 29 de febrero se fincó la venta del solar y el edificio que constituían la prisión a favor de don Juan Francisco Mac-Gregor por la suma de $4,231.00 quien edificó en aquel solar una de las más hermosas casas de la ciudad. El 14 de marzo, se hizo la invitación a los maestros albañiles, carpinteros y pintores para que dieran sus proposiciones, disponiéndose trasladar de manera provisional la prisión al edificio del Cuartel del Batallón 16, situado frente al templo de San José. Recibidas las propuestas, el Ayuntamiento contrató los servicios de albañilería del alarife don José de la Luz Solís, de carpintería a don José Dolores Baledón y al de pintura a don Laureano Ruiz, dando inicio de esta manera la conversión del antiguo edifico de la Escuela Misericordia para la nueva cárcel: Para destechar y techar de nuevo lo que estaba antes___ 1,100 Para hacerles todos los suelos de nuevo remendar lo roto de las paredes y escarpa de la calle inclusive el empedrado del zaguán __________________________ 470 Por ponerles todas las soleras de cantería____________ 220 Por reforzar y levantar al alto de los techos el muro del fondo ____________________________________ 510 Por colocar todas las puertas y ventanas que sean necesarias ____________________________________ 100
““
““ ““ ““ ““
Por 534 vigas de soporte para los techos a dos pesos una ____________________________________ 1,068 “ “ suma, pesos L.E. 3,468 “ “
Nota: Debe de entenderse que es a favor de este presupuesto todas las vigas que produzca esta composición y sus materiales Campeche, marzo 4 de 1844
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José de la Luz Solís Maestro mayor de alarifes Sigo la carpintería 1.
Zaguán de clavazón de 4 varas largo, y 2 ½ ancho en _________________________ 60 “ “ 1. Lo de tres varas con su reja de hierro de 5 ¼ de alto y ancho correspondiente _____ 50 “ “ 6. Portones de jabín para incomunicados de 2 ½ varas 1 ½ ancho __________________ 260 “ “ 8. Ventanas recogiendo eran viejas para aprovechar el hierro que tienen ____________ 220 “ “ 10. Más chicas de dos varas y su ancho correspondiente marcos y hojas ______________ 290 “ “ 2. Ventanas de 2 ½ varas y su ancho hojas partida, rejas de hierro ______________ 64 “ “ 2 Pares de puertas de clavazos de 3 varas de largo 1 ½ de ancho buena cerrada ________ 40 “ “ 1 Par con reja de hierro de ¾ de largo su reja y 2 ½ varas la hoja con su ancho _____ 26 “ “ 13 Para de 2 ½ varas de largo y su ancho correspondiente de clavazos _______________ 200 “ “ 1. Par de hojas para el oratorio de tableros rejas de hierro de 3 ¼ y 2 de ancho ____________ 37 “ “ 3 Tablas para el lugar común de 3 ¼ varas Largo ___________________________________________ 1. ero. Para chimenea de 5 ½ varas de largo 3 pulgadas de grueso en ___________________ 16 “ “ ________________ Total 1,263 “ “8
Los trabajos duraron quince meses. Concluida la obra se le autorizó al Ayuntamiento de estar terminado y habitable el inmueble para que trasladase a los presos con las debidas seguridades, inaugurándose la nueva Cárcel Pública el 27 de junio de 1845. 8
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Presupuesto de las reformas que han de hacerse en la Casa Hospicio para trasladar a ella la Cárcel Pública, en lista de los gastos diarios de la cárcel durante el periodo de enero a noviembre. Fondo Histórico, caja 5, exp. 255, 24 fs, 1844. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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A partir de esa fecha, la vida en el penal transcurría en un ir y venir de constantes acontecimientos. Se compraban: “Ropa para los presidiarios, varas de coleta azul de 1 ½ varas, sombreros, leques para tortillas, barriles, palas, candados”,9 entre otras cosas. En febrero de 1856 se contaba con una población de 74 presos incluyendo a tres mujeres: Petrona Hipólita, Teodosia Campos y María González, todos distribuidos en Sentenciados, Jefatura Política, Juzgado de lo Criminal, Juzgado de la Vara 1-a, Juzgado de la Vara 2-a, Juzgado de la Vara 3-a.10 El Ayuntamiento era el encargado de absorber los gastos que erogaba la manutención de toda la cárcel, esto generaba altos costos al erario municipal: “La caja de este municipio a duras penas sostiene el crecido gasto de doscientos diez pesos mensuales que cuesta la manutención de presos y presidiarios a que deben de agregarse veinte pesos mensuales del sueldo del Alcaide, diez del Capataz del presidio además de los vestuarios y herramientas”.11 Esto llevó a que años más tarde las condiciones de vida en el penal empeoraran dando pie a quejas y reclamos, a través de oficios, hacia el Alcalde del Ayuntamiento por parte de los presos. Al interior del presidio, los reos buscaban la menor oportunidad para poder escaparse; discretamente fabricaban sus propias herramientas que les permitían cumplir con sus planes de fuga. Así sucedió durante el amanecer del 18 de septiembre de 1856 cuando se dio la noticia de la fuga de cinco reos: “Entre ellos uno a quien está sentenciado a diez y ocho años de presidio. De las diligencias practicadas resulta que horadaron los cimientos del calabozo en cuya operación emplearon algunos días paliando para el recodo de la muralla a la calle cuyo lugar se haya
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Cuenta documentada y recibos por gastos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 6, exp. 259, 5 fs. 12 de marzo de 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Relación de los presos de la Cárcel Pública correspondiente al mes de febrero. Fondo Histórico, caja 6, exp. 269, 2fs. 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Informe de la Comisión de la Cárcel Pública, de la ciudad de Campeche. Fondo Histórico, caja 6, exp. 270, 1f. 7 de febrero de 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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cubierto de yerbas tan crecidas y tupidas que fácilmente puedan ocultarse los reos que se evaden mientras terminan el rumbo premeditado”.12 En agosto de 1860, al establecerse el nuevo cuerpo del Ayuntamiento al mando de su Presidente don Eduardo Berrón, se dispuso que se construyese un garitón en la puerta de la prisión, a fin de que el centinela, pudiese vigilar la puerta de entrada y tener a la vista la calle de ambos lados del edificio. Los gastos ocasionados por esta construcción fueron de $27.00 pesos.13 (Fig. 1) El inmueble del presidio empezaba a sufrir los embates del tiempo y deterioro para 1883. El 1 de abril, don Salvador Dondé, Jefe Político del H. Ayuntamiento, envió a la Cárcel Pública, trescientas piedras labradas para enlozar la cocina de dicho establecimiento.14
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Notificación de los cinco presos que se fugaron y horadaron los cimientos del calabozo donde se encontraban. Fondo Histórico, caja 6, exp. 324, 1f. 18 de septiembre de 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Álvarez Suárez, Op. Cit, p. 551. Envío de 300 piedras labradas para enlozar la cocina de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 7, exp. 389, 1f. 1883. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Figura 1. Garitón de Guardia. Foto: Arón Durán.
Con el devenir de los años, los cargos públicos del presidio se suprimían, se creaban y dimitían. El 16 de enero de 1885, el cargo de Capataz era abolido, deber que desempeñaba en ese entonces José de la Luz Sánchez. El señor Bernardo de Meza y Goger solicitaba el puesto de sobrestante de la cárcel en el mes de marzo, y en julio del mismo año, renunciaba el Sr. Ángel S. Hernández, segundo Alcaide por problemas de salud.
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El 4 de junio de 1889, a iniciativa del Sr. José Méndez Estrada, Presidente del H. Ayuntamiento y en sesión de cabildo, se tomó el acuerdo de establecer en el penal una escuela de primeras letras: “…para dar enseñanza de Lectura, Escritura, Gramática y Aritmética, asignándose al profesor que la desempeñe el sueldo mensual de diez y seis pesos, y dos pesos para gastos de tinta, papel y demás útiles. Fue nombrado profesor don José Hilario Morales, dando principio a sus labores el día 11 de julio de 1889”.15 El plantel fue cerrado a fines de 1890, ya que los presidiarios argumentaban que no les era posible asistir a las clases después de dedicar todo el día a los trabajos públicos. En sesión del día 14 de noviembre de 1889, el regidor Salvador Espínola, propuso al Ayuntamiento hacer construir un aljibe en el patio del presidio como parte de las mejoras al inmueble. En un principio el mismo regidor dispuso que fuesen los reos los encargados de la excavación, pero teniendo éstos que trabajar en los servicios de las obras públicas del municipio, ocasionó que la obra se retardase consideradamente. El 22 de abril de 1890, el Ayuntamiento aprobó el gasto de $96.00 pesos, valor de dos quintales de pólvora, tomada para el bombeo de la excavación del aljibe, y en noviembre del mismo año, se aprobó otro gasto de $25.00 pesos invertidos en el propio objeto. Terminado estos primeros trabajos y debiéndose contratar los servicios de albañilería, se convocó a los del ramo, presentando sus proposiciones José de la Cruz Chablé, José Jesús Chávez, Francisco Aguilar, Liborio Escamilla, Francisco Rabanales y José Inés Chávez, aceptando el Ayuntamiento el presupuesto de este último por la cantidad de $1,100 pesos y por ser el más económico de todos; y creyendo que éste podía reducirlo a $ 900 pesos, resolvió el 3 de noviembre de 1891, solicitar al Gobierno Estatal la aprobación de esta suma.16 Dicha aprobación no se recibió hasta el 23 de enero de 1892. La demora ocasionó el atraso de la construcción ya que el alarife José Inés Chávez contrajo otros compromisos y desistió de su proposición. La obra permaneció en ese estado hasta el mes de mayo, en que el maestro albañil José del Carmen Ruiz planteó al Ayuntamiento encargase de terminar el aljibe por la cantidad aprobada, siempre y cuando 15 16
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Álvarez Suárez, Francisco. Anales Históricos de Campeche, tomo. II, p. 256-257. Ibid. p. 296. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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se le suministrara las vigas necesarias para cerrar el aljibe. La Comisión de Hacienda, integrada por los síndicos Enrique Novelo y Juan E. Angli, dio cuenta de la firma del contrato con Ruiz, por la cantidad de $1,125 pesos, debiendo de cerrar el aljibe con bóveda de piedra y no con techo de vigas, siendo de cuenta del albañil todos los materiales, con excepción de las piedras que tomaría de las extraídas por el bombeo. El albañil contratista José del Carmen Ruiz, abandonó la obra al poco tiempo de iniciada y sin razón alguna, desapareció de la ciudad después de haber recibido en partes la cantidad estipulada en el contrato. El 27 de octubre se acordó en sesión de cabildo, solicitar al Gobierno la aprobación del gasto de $300 pesos más para terminar la obra. La Comisión de cárcel y de Hacienda del Ayuntamiento, recurrieron ante las estancias del Gobierno Estatal para manifestar la necesidad de concluir el aljibe de la Pública para no perder lo invertido en ella.17 El 30 de mayo de 1893, a iniciativa del Presidente del Ayuntamiento, José Benedicto López, se acordó recurrir nuevamente al Gobierno pidiendo la aprobación del gasto de los $300 pesos, solicitados anteriormente. Fue hasta el 21 de junio en que se recibió la aprobación del mismo, en donde el Regidor Salvador Espínola, contrató a los albañiles necesarios para iniciar los trabajos del aljibe siendo él mismo el encargado y director de la obra. A pesar de los cálculos económicos realizados, no fue suficiente la cantidad solicitada al Gobierno del Estado; y con el fin de evitar un nuevo retardo, se resolvió emplear la cantidad de $166.67 pesos, que la Jefatura de Hacienda había dispuesto desde el mes de mayo al Ayuntamiento, tercera parte de una multa de $500 pesos que había hecho efectiva y que, con arreglo al Código Penal del Distrito Federal, destinaba a mejoras materiales de las prisiones. En sesión del día 6 de septiembre de 1893, el regidor Espínola dio cuenta ante el Ayuntamiento de estar terminada la obra de la construcción del aljibe, cerrado con una tapa de madera y puesto una bomba para la extracción del agua. La construcción del aljibe de la Pública duró cinco años con una inversión de $2,012 pesos. 18 (Fig. 2) 17 18
Ibid. p. 297. Ibid. p. 298.
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Figura 2. Aljibe de la ex Cárcel Pública. Foto: Arón Durán.
El 18 de marzo de 1903, el regidor Lorenzo Martínez de Alomía, comisionado de cárcel, presentó en sesión de cabildo que en vista de las dificultades frecuentes presentadas por los enfermos al intentar trasladarlos al hospital para su curación, por la falta de seguridad en aquel establecimiento y teniendo en cuenta el informe del médico, donde manifestaba no era posible hacer en el salón destinado a los enfermos una desinfección en la forma en que lo exigía la higiene, propuso al Ayuntamiento una reforma a la prisión, con el fin de instalar en ella una enfermería que reuniera todas las condiciones de higiene y seguridad necesarias:
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“Con dispensa de trámites fue aceptada la iniciativa y aprobado el gasto de $786, valor de los presupuestos por trabajos de carpinteros, albañiles y herreros que debían de hacerse. Los trabajos verificados para la implantación de esta mejora dieron un nuevo aspecto a la fachada del edificio al colocársele ventanas altas y uniformes, en substitución de las que tenía, presentando el conjunto un aspecto más agradable a la vista a la vez de ser más apropiado para la incomunicación con las prisiones”. 19
Un año después en 1904, el mismo Regidor Martínez de Alomía, volvía a manifestar al Ayuntamiento la necesidad de hacer mejoras al edificio del presidio: proponía pavimentar el piso de la sala de justicia, ya que en ésta se pasaban las visitas semanales de las autoridades y se practicaban las diligencias procesales. El 20 de julio, en sesión de cabildo, el Regidor planteaba la necesidad de construir seis calabozos aislados para la seguridad de los presos incomunicados, siendo el fondo del patio el lugar idóneo; primero por ser el lugar donde podían los procesados tener un verdadero aislamiento e incomunicación; y segundo, porque quedando frente al cuerpo de guardia podían ser vigilados con toda precisión. Asimismo se hizo la proposición de la construcción de excusados para evitar las aglomeraciones de los reos. El 21 de julio se aprobaron los trabajos de las mejoras a la prisión, y dos días después iniciaron las obras encomendadas al maestro alarife Federico Cañetas: “El gasto fue de dos mil cuatrocientos cuarenta y cinco pesos. Se construyeron los seis calabozos que existen en el patio del establecimiento; se unieron por medio de arquerías los antiguos calabozos con los corredores formando amplios salones destinados para los trabajos manufactureros y se construyeron excusados que reúnen condiciones higiénicas”.20
Conjuntamente con estos trabajos, se reconstruyó un techo que se desplomó al rasgarse los arcos de unión con los corredores. Esta operación costó $900 pesos más, por el valor de las vigas, siendo el total de toda la obra $3,345 pesos. 19 20
Ibid. p. 372. Ibid. p. 389.
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El 7 de diciembre de 1905, el Ayuntamiento de Campeche aprobó el proyecto de Reglamento para el régimen interior de la Cárcel Pública de la ciudad, acordando elevarlo al Superior Gobierno del Estado, por conducto legal, en solicitud de su aprobación y firmado por Adolfo G. Gual, 3er. Regidor y Francisco Álvarez, Regidor Secretario. El Reglamento comenzó a tener vigor el 1 de enero de 1906. En él se prohibía al Alcaide emplear a reos en trabajos que repercutieran en beneficio propio, bajo la pena de la destitución de empleo. Cuando los presos hicieran algún escándalo o desorden, el Alcaide podía hacer uso de la fuerza que prestaba el servicio de guarnición de la cárcel para reprimir o avisar al Juez del ramo para los efectos correspondientes. Los reclusos podían ser visitados los domingos de ocho de la mañana a cinco de la tarde, no debiéndose consentir visitas de más de una hora, a excepción de los Defensores, Médicos y Ministros de Culto, que en casos de enfermedad, podían entrar cuantas veces fueran necesarias. Quedaba prohibida la entrada al presidio a las seis de la tarde en verano, y en invierno a las cinco; los internos que cumplían su condena y hubiesen sido reincidentes en delitos graves, no podían visitar a sus antiguos compañeros de celdas. Los detenidos o procesados, desde su ingreso a la prisión, se les recogería el dinero, alhajas u otras cosas que llevaran consigo, las cuales quedaban depositados en poder del Alcaide, quien registraría en un libro en forma de actas todo lo recogido y serían recibidos en el presidio con la boleta de la autoridad competente que lo remitía. En los casos de fallecimiento, el Alcaide comunicaría la muerte a la autoridad respectiva y al Juez del Registro Civil de su demarcación, detallando el nombre y apellido del fallecido, el día, la hora y el motivo de la muerte que acreditaría con el certificado del médico encargado del establecimiento, donde las pertenencias y bienes del difunto se sujetarían a las disposiciones del Código Civil del Estado en vigencia. De los reos sentenciados a muerte, desde el momento en que la autoridad del ramo penal fijaba la fecha para la ejecución, éste quedaría bajo la jurisdicción política y sería puesto en una celda aparte de los demás internos bajo estricta vigilancia, en donde llegado el momento el Alcaide entregaría el preso al Comandante de la guardia, lo daría de baja en los libros de la prisión, debiendo dicho Comandante recabar
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del médico que asistiría a la ejecución, el certificado del fallecimiento que entregaría al Jefe Político a fin de que éste lo trasmitiera al Juez de lo Criminal para que cerrara el proceso como era de ley y al Juez del Registro Civil.21 Toda persona que se hallara cumpliendo una pena en el presidio, estaría obligada a trabajar a excepción de los sentenciados por delitos políticos, pero que al igual podían trabajar si no tenían formas económicas para subsistir, en donde el producto de su trabajo se le concedería en su totalidad, después de descontarle los gastos de su manutención y materia prima. Ambos tipos de reos se podían emplear en trabajos económicos y de policía del establecimiento, en un horario de seis a diez de la mañana y de doce a cinco de la tarde; ellos tenían por objeto el disminuir los gastos diarios de la manutención y facilitar el servicio de aseo para mantener el establecimiento en perfecto estado de limpieza y decencia. El producto de lo trabajado por los sentenciados a arresto mayor, prisión ordinaria y extraordinaria, el Reglamento dictaba que se podría distribuir de la forma siguiente: la primera cuarta parte para el mejoramiento y conservación de la prisión, la segunda cuarta parte para formarles un capital durante el tiempo de su condena, la tercera cuarta parte se les daría en especie para vestidos y otros gastos, y la última cuarta parte para la amortización de la responsabilidad civil del reo, siempre y cuando si ésta procedía con arreglo a derecho, y en caso de no existir, la misma parte se entregaría en especie a su familia, y si no tuviese, se acumularía al fondo del capital. Los presos que enfermaban se atenderían en el penal u hospitales de la ciudad; tendrían los mismos derechos de alimentación, no así en las ropas, ya que cada uno podía usar los que sus recursos económicos les permitiesen. Las obligaciones del Alcaide consistirían en la guarda y custodia de los reos, cuidaría el orden y disciplina del penal, llevaría el control y registro de los libros donde se asentaría las entradas y salidas de los delincuentes, nombres y motivos de ingresos, folios para cada preso, las actas de registro de alhajas de los detenidos, la contabilidad correspondiente a la caja y manufacturas de las cuentas, la cantidad diaria de presos y novedades que 21
Cabe mencionar que durante el trabajo de revisión de los documentos de la época, no se encontró ningún caso de ejecución de reos por penas de muerte en Campeche.
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pudiesen ocurrir durante el día y la noche y entregaría diariamente al Oficial de la Guardia la prisión a la hora que debía cerrarse. El Alcaide estaría bajo la autoridad del H. Ayuntamiento, quien podía removerlo de su cargo si fuese necesario, y vigilado por la Comisión de Cárcel. Las funciones del segundo Alcaide consistirían en vigilar el orden y custodia de los reos. En las faltas temporales o absolutas del Alcaide primero, lo supliría el segundo con todas sus obligaciones, hasta que el Ayuntamiento nombrase un nuevo Alcaide primero. Las puertas del penal se cerrarían a las ocho de la noche y no podían abrirse durante ella, más que a las personas que dieran aviso y seña al Jefe de la Guardia que se encontrara cargo. Véase anexo 1. Lo cierto de este reglamento, es que durante el transcurso de los años de vida de la prisión y sus internos, muy poco o casi nada se puso en práctica en cuanto a sus artículos haciendo de los reclusos una sociedad dispuesta a levantar la voz contra toda autoridad. En sesión de cabildo del día 14 de noviembre de 1906, como una mejora más al inmueble del penal y a la vida de sus reclusos, Agustín Merodio, quien había sustituido a Lorenzo Martínez como primer Regidor, planteó al Ayuntamiento el proyecto de establecer en la cárcel un molino de viento para abastecer de agua a la cocina y demás servicios de la prisión. En sesión del 21 de noviembre, fue autorizada la compra del molino con todos sus accesorios al Lic. Prudencio P. Rosado por la cantidad de $430 pesos. El 26 de diciembre, se dio parte al Ayuntamiento de haberse terminado la instalación del molino, así como de un gasto más de $200.97 pesos originados por la compra de tubería y trabajos de instalación.22 El Alcaide se encargaba de todos los trabajos de oficina que generaba el penal, además de atender las compras del consumo diario, la vigilancia de la enfermería, talleres, compra de materiales, venta de artefactos y demás atenciones anexas a su cargo, razón por la cual planteó al Ayuntamiento la adquisición de una máquina de escribir con un costo de $200.23 Para 1941, dicha máquina dejó de funcionar siendo el Alcaide Primero del penal, Pablo Arrocha Marín. La vida y el trabajo en la prisión continuaba con sus reglas, la lucha por sobrevivir día a día era la constante de cada interno, el especular 22 23
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Álvarez Suárez, Op. Cit, tomo II, p. 426-427. Ibid. p. 466-467. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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con un futuro reformado o contemplar la idea de fugarse, como aconteció aquella mañana del sábado 1 de abril de 1911, cuando la alarma se propagó entre las familias campechanas al darse la noticia de que los presos de la Cárcel Pública se habían sublevado y que, después de asesinar a varias personas, trataban de avanzar hacia la Plaza Principal de la ciudad para apoderarse del Palacio de Gobierno y deponer a las autoridades constituidas. Los hechos que dieron margen a esta inquietud tuvieron lugar a las seis de la mañana de ese día, al entregar la prisión a su cuidado desde las seis de la tarde del día anterior, de el Oficial de Guardia Bernardino Medellín al segundo Alcaide de la cárcel Vicente Moreno, en los momentos en que se abría la celda y se pasaba lista a los sentenciados que habían permanecido recluidos durante la noche, con armas punzo cortantes que se habían forjado con anterioridad, agredieron e hirieron gravemente a los funcionarios; en seguida todos ellos se arrojaron sobre la guardia que tomada por sorpresa no pudo hacer resistencia alguna por estar desarmada, ocasionando la muerte de José Mercedes Manrique y Francisco Gutiérrez, y lesionando a Fructuoso Vidal, Etanislao González, Higinio Puga y al capataz de presos Mónico Alcocer, todos los cuales fueron remitidos al hospital Manuel Campos para suministrarles los auxilios necesarios. El Lic. Domingo Rico Rodríguez, Jefe Político del Ayuntamiento, al tener noticia de lo que estaba aconteciendo salió de su casa para dirigirse a la cárcel. Pero una cuadra antes de llegar a la prisión fue detenido por Miguel Núñez, sentenciado a más de quince años por un crimen en la finca Yalnón, del municipio de Hecelchakán, quien le manifestó se abstuviera de llegar al lugar de los hechos pues peligraba su vida en virtud de que los presos estaban ya en posesión de las armas y parque de la guardia, y que ya deliberaban el rumbo a tomar, el Palacio de Gobierno o poner tierra de por medio. En vista de la gravedad del caso, el Lic. Rico Rodríguez optó por encaminarse a la Central de Policía ordenando como medida precautoria el acuartelamiento de la fuerza pública y que fueran tomadas las alturas del Palacio, azoteas de la Catedral y Aduana Marítima.24 Los sublevados, ya con parque y armas, lograron salir a la calle y, dirigiéndose a la estación del Ferrocarril Campechano y embarcándose 24
Quintana Bello, Nazario. “El trágico sublevamiento de presos de 1911” en Ah Kin Pech, Revista Mensual, Historia, Literatura y Variedades, Año 2, Núm.14. 12 de abril de 1938. p. 149.
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en el carro y plataformas que partían en esos momentos, huyeron con dirección al pueblo de Chiná, apoderándose del tranvía que salía para la finca Uayamón. Sin medios de conducción, la fuerza que se previno para la persecución al mando de su comandante Vidal Beltrán, se retardó en su salida y no pudo dar alcance a los prófugos que en su fuga iban destruyendo los tramos, las vías y los alambres telefónicos. En Mucuychakán, asesinaron a Juan Bautista Rodríguez, mayordomo de aquella finca, que esperaba como todos los días el paso del tranvía. De igual manera asesinaron ese mismo día, entre Nohacal y Uayamón, a don Onésimo López, quien montando un caballo blanco de la propiedad de don Alberto Palmira, llevaba la misión de informar a don Fernando Carvajal Estrada acerca de la proximidad de los prófugos a fin de que tanto él como su esposa e hija que residían en la finca, se pusieran a salvo. Como consecuencia de la muerte del Sr. López, el aviso no llegó a su destino donde el Sr. Carvajal se vio seriamente amenazado en su persona sufriendo graves perjuicios en sus intereses. Como al marcharse los presos manifestaron su resolución de regresar a la ciudad por la noche, el Gobierno hizo un llamamiento al vecindario, quien con una voluntad digna de elogio acudió al llamado, presentándose más de trescientos hombres a tomar las armas en defensa y previsión de un ataque. Tanto el Gobernador interino del Estado, don José García Gual, como el Jefe de las Armas, Coronel don Rafael Ramírez y todos los empleados y funcionarios permanecieron, durante la noche, en el Palacio de Gobierno y en las oficinas inmediatas, después que el Jefe Militar apostó guardias en los caminos públicos, en la planta eléctrica y en las alturas, pero los prófugos no se presentaron.25 En ocasión del sublevamiento de los presos de la prisión, el primer Alcaide Juan Ibarra, rindió al Ayuntamiento la siguiente parte diez días después: “Libertad y Constitución.—Campeche, abril 10 de 1911.—Tengo el honor de poner en el superior conocimiento de usted que en los momentos de pasar lista a los presos de este establecimiento acometieron al Alcaide Segundo, C. Vicente Moreno, de guardia
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Álvarez Suárez, Op. Cit, tomo III, p. 17. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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la noche anterior; al oficial de la guardia Bernardo Medellín, a los gendarmes Estanislao González, José Mercedes Manrique, Francisco Gutiérrez y a los demás soldados de la guardia, hiriéndolos con armas blancas y de fuego, fugándose luego de esta prisión, tomando el camino de Chiná. De la lucha resultaron muertos José Mercedes Manrique y Francisco Gutiérrez, y heridos gravemente el Alcaide Segundo Vicente Moreno, el oficial de la guardia Bernardo Medellín y el capataz de presos, Mónico Alcocer; los demás lesionados fueron Fructuoso Vidal, Higinio Puga y el gendarme Estanislao González, todos los cuales fueron remitidos al hospital Manuel Campos, para que se les suministraran los auxilios necesarios”.26
Los nombres de los presos que se fugaron eran: Francisco Cervantes, Martín Cruz, Víctor Pech, Diego Canché, Buenaventura Chablé, Marcelino Carrera, José María González, Desiderio Rodríguez, Desiderio Canul, Miguel Núñez, Alejandro González, Domingo Andrade, José Carrasco, Benjamín May, Ruperto Cerbín, Antonio Mex, Amado Loeza, José Ramos, Victoriano Vargas, Ruperto Gómez, Juan Rangel, Bernabé Canul, Félix Velázquez, Francisco Hernández, Rafael Dzib, Pedro Can Leiva, Victoriano Yah, Teófilo Torres, Rafael Bojórquez, Concepción Moreno, Rafael Pacheco, Anastasio Gómez, Porfirio Cibrían, José D. Canul, Joaquín Torres, Serafín Esquivel, Ceferino Romero, Enrique Arias, Andrés Lima, Dionisio Carrión, Ignacio Ortiz, Felipe Martínez, Aniceto Rodríguez, Andrés Botello y Jacinto Rosado.27 Mes y medio después de los acontecimientos de la fuga de los internos, éstos se incorporaron al núcleo revolucionario del señor Manuel Castilla Brito, quien en el municipio de Champotón inició el movimiento maderista en el Estado, acampando sus fuerzas, después del armisticio celebrado con los representantes del Gobierno, en la villa de Hecelchakán, en donde se licenciaron unos y los otros entraron a formar parte del batallón “Aquiles Cerdán”.28 Cabe aludir que algunos otros reos fueron aprehendidos y devueltos a la cárcel de la ciudad.
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Ibid. p. 15-16. Ibid. p. 16. Quintana Bello, Op. Cit,. p. 155.
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Para diciembre de 1931, la Cárcel Pública contaba con una población de 35 presos, 6 sentenciados, 25 procesados y 4 detenidos, todos ellos de diferentes lugares de origen como: Campeche, Chiná, Tixmucuy, Bolonchén Cahuich, Champotón, Ciudad del Carmen, Mérida, Macuspana, Tabasco; Córdova, Veracruz; México, D.F. y Real del Oro, México. La manutención de los 35 reos generaba un costo de $17.50 pesos, $0.50 pesos por cada uno, el Alcaide Primero de la Institución era Rafael Zumárraga y los delitos más comunes para ese año eran las faltas a la moral, embriaguez, robos y evasión de presos.29 En cuanto a los casos de mujeres, existían asuntos de procesadas o detenidas por diversos delitos, quienes eran trasladadas a cumplir sus condenas a los hospitales de San Juan de Dios, y años después, al Hospital Manuel Campos, en donde trabajaban al cuidado de enfermos y como cocineras. Uno de las detenciones más comunes era el de las Meretrices:30 “En parte de novedades que con fecha de ayer rinde el Oficial de Servicio Cno. Gaspar Sánchez, comunica haber sorprendido a la meretriz Alicia González expendiendo cervezas a la una de la madrugada, en la casa de asignación que tiene”.31 Las actividades y bienes en la prisión aumentaban en proporción con los años: para 1937 el Alcaide Leopoldo Reyes poseía un lote de herramientas que se utilizaban para los trabajos diarios en la carpintería y que consistían en una piedra de afilar de $ 3.00 pesos, una piedra de asentar de $.50 centavos, un garlopín de madera con fierro de $4.00 pesos, un cepillito de hierro de $1.50 pesos, un serrucho chico de $1.50, un serrucho grande de $4.00 pesos, un serrucho de costilla de $2.50, un juego de 4 sierritas de punta de $2.00 pesos, una cuchilla de hierro $1.00 peso, un formón de una y media pulgadas $2.00 pesos, un formón de media pulgada de $ 1.50 pesos, un formón de un cuarto de pulgada de $1.00 peso, una escuadra de hierro de $2.00, dos barrenos 29
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Expedientes. 6-116 y 36. Informes de la Cárcel Pública correspondiente al mes de agosto y diciembre. Fondo Histórico, caja 16, exp. 773, 115 fs. 1931. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Nombre que se utilizaba como sinónimo de prostituta. Se comunica infracción al Regidor de Cantinas cometido por la meretriz Alicia González. Fondo Histórico, caja 35, exp. 1198, 1f. 1935. Departamento Histórico del Archivo Municipal. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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chicos de 1.25 pesos, un martillo grande de $2.50 pesos, un compás de $.75 centavos, una sierra de voltear de $.75 centavos, un alicate de $.75 centavos, un barbiquí y un desatornillador viejo.32 El Alcaide mantenía una lista de compras para la alimentación de los internos que consistía en chorizos, puerco, lentejas, azúcar, frijol, calabazas, café, tomate, chile, cebollas, masa, pan, achiote, vinagre y manteca. El botiquín de medicinas era surtido de paquetes de cafiaspirina, ungüento 666, agua oxigenada, pastillas de clorato, yodo, bicarbonato de soda, sal de Inglaterra, frascos de elíxir pedagógico y algodones, todos ellos adquiridos en la Farmacia Lanz, propiedad de don Manuel Lanz que se situaba en la esquina de la calle del Comercio con calle Independencia, hoy en día calle 10 por 55 del Centro Histórico de Campeche. De acuerdo con el Programa Educacional de la Secretaría de Educación Pública del Gobierno del Estado, en 1938 se les impartía a algunos reclusos enseñanza de primaria elemental y muchos otros trabajaban en el cultivo de hortalizas, en la fabricación de curiosidades con materiales de carey y coco y en la industrialización del hilo de henequén. A través del Secretario General de la Unión de Reclusos del país, José F. Arjona, los internos intentaban organizarse en la solicitud de permisos para realizar bailes en el interior del penal, autorizaciones que casi siempre les fueron negadas por el Ayuntamiento. Elevaban la voz quejándose por los alimentos que se les suministraban, alegando que sólo les proporcionaban huesos sancochados. En el interior de la prisión, la fuga de reos se daba de manera constante; se proporcionaban las solicitudes para que el médico visitara la cárcel los sábados a las diez de la mañana con el fin de que los reclusos no se quedaran sin servicio de medicina; se instruía a los Comandantes de Guardia para que no permitiesen durante la noche la permanencia de mujeres al interior del presidio por más de tres horas y se confinaban en los calabozos a soldados 32
Relación de las Herramientas de mi propiedad que existen en la Cárcel Pública de esta ciudad, Leopoldo Reyes. Notificaciones de las actividades de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 43, exp. 1317, 88fs. Febrero de 1937 a diciembre de 1939. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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que eran castigados con 15 días de arresto por parte de la Comandancia de la 33 Zona Militar de la ciudad. 33 El 7 de febrero de 1938, Eugenio Cán, Regidor de cárcel del Ayuntamiento, solicitó a la dependencia la reconstrucción de la cocina del presidio, incluyendo el suelo y la hornilla, con la adquisición de 7 tarcas de sascab, 30 sacos de cal, 2 saquillos de cemento, 3 kilos de pintura roja, 1 kilo de azul, 6 cepillitos de raíz, 1 kilo y medio de sosquil, 120 pies de tabla de cedro, 18 pies de alfarda de 3 por 2, 1 kilo y medio de clavos de 2 pulgadas, para la construcción de dos mesas y cuatro bancas de 14 pies de largo, además de dos bancas para cada galera.34 Dentro de dicha solicitud se demandaba una gratificación económica para cada uno de los reos que participara en los trabajos de reconstrucción. Con estas mejoras se trataba de mantener en orden y buen estado el inmueble que albergaba a los 41 reclusos de la prisión. Para octubre del mismo año, se propagó entre la población de presos un brote de gripa y paludismo, razón por la cual el Alcaide Leopoldo Reyes daba la alerta de auxilio al Presidente Municipal Domingo Granados M, para dar a conocer los hechos en el penal: “No omito manifestarle que hay varios enfermos de gripa y paludismo, y que ayer vino el Dr. Eduardo Arceo y les recetó. Ayer siendo las trece horas tuve que llevar personalmente al procesado José Jesús Quevedo al Hospital Manuel Campos, por encontrarse de gravedad de fiebre palúdica. Siendo las diez y nueve y media horas del día de ayer me comunicó el Comandante de Guardia que el procesado Bernardino Hernández (a) El Pelón, se encontraba en estado de gravedad y que inmediatamente se le mandó avisar al Primer Alcaide, y él lo condujo al Hospital Manuel Campos para su curación, pero como a las una y media del día de hoy 26 de octubre telefoneó el Administrador del Hospital que a esas horas había fallecido el referido Bernardino Hernández”.35
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Notificaciones de las actividades de la Cárcel Pública. Referente a todo lo que se incluye en el establecimiento del 19 de febrero de 1937 al 4 de diciembre de 1939. Fondo Histórico, caja 43, exp. 1317, 88fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informe del Regidor de la Cárcel Pública. 7 de febrero de 1938. Fondo Histórico, caja 49, exp. 1407, 2fs. 1938. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informes de novedades ocurridas durante las 24 horas de servicio en el penal. 19, 20 y 26 de octubre de 1938. Partes de novedades y relaciones de la Cárcel Pública de esta ciudad. Fondo Histórico, caja 50, exp. 1420, 49 fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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La cárcel era todo un microcosmos de ideas, asuntos y acontecimientos, al igual se daban las fugas, peleas, quejas contra alcaides, ventas de agua, posesión de drogas, golpes, peticiones de bailes y hasta casos de agresiones de personas con trastorno mental: “Pongo en conocimiento que el procesado Salvador Muñiz, (a) el Misterioso, por estar fumando yerbas en el fondo del patio, se trastorna más de lo que está. Presentaba una herida en la costilla derecha, haciéndosela él mismo con una navaja de afeitar, pues desde su ingreso a este Establecimiento ha demostrado algo de desequilibrio mental porque anda registrando en el fondo del patio, que porque en un caño hay un tesoro enterrado. Ayer andaba por el patio, y como le está prohibido, el vigilante le llamó la atención y se puso a insultarlo, me avisaron y fui a regañarlo, y también a mí me faltó, mande a meterlo a un calabozo y después de mucho trabajo e insultos se le llegó a meter, pero como es un loco, rompió la puerta del único calabozo que había útil, y como en esta prisión no hay manera de imponerles ningún otro castigo, nos estuvo insultando tanto a mí como a la policía”.36
Muchos de los casos de asesinatos eran por razones de pleitos entre los mismos internos, por mantener aquella lucha constante de sobrevivencia y defensa propia: “En la galera No. 1 había ocurrido un escándalo en el que los reclusos dieron muerte a Eleuterio Pech (a) León Toral. Encontrando en el suelo el cadáver del procesado, los presos de la galera manifestaron que dicho Sr. Pech agredió con una pala del servicio de limpieza al celador Jesús Macías Macías y éste en defensa propia sostuvo una lucha momentánea porque al darse cuenta los demás presos y en defensa del celador se le tiraron todos encima dándole muerte.”37
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Informes de novedades ocurridas durante las 24 horas de servicio en el penal. 21 de octubre y 29 de septiembre de 1938. Partes de novedades y relaciones de la Cárcel Pública de esta ciudad. Fondo Histórico, caja 50, exp. 1420, 49 fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informe del Alcaide Primero, 5 de octubre de 1940. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Y aunque sonara extraño, también existían casos de personas ajenas a la prisión que ofrecían dinero a los guardias para solicitar el asesinato de algún reo: “He recibido del Cno. José Felipe Arjona R. celador auxiliar de la Cárcel lo siguiente: Tengo el honor de poner en el superior conocimiento de usted que siendo las 15 horas se me presentó un señor llamado Demetrio Mena, de oficio albañil ofreciéndome una cantidad de 500 pesos para que le diera muerte al C. Candelario Noz, quien se encuentra en este Establecimiento Penal, que esta proposición me la hizo el viernes diez y seis del actual, a las diez y seis horas, diciéndome que el sábado me iba a traer la mitad de dicho dinero, pero viendo que el día se había pasado le di cuenta al C. Alcaide de este establecimiento penal”.38
El aljibe de la cárcel contaba con una capacidad de almacenamiento de 170,000 litros de agua razón por la cual el Alcaide Job Herrada planteaba la necesidad de la venta de pipas de agua en las temporadas de lluvias al Presidente Municipal, Lic. Eduardo J. Lavalle Urbina, donde el producto de la venta se destinaría a gastos de mejoras del penal: “Por el presente tengo a bien comunicar a usted, que por disposición del Departamento de Salubridad en esta capital, un empleado del mismo cumpliendo dicha disposición se presentó en este Establecimiento Penal hacer la cubicación de la cantidad de litros de agua que contiene el depósito, dando por resultado que contiene 170 metros cúbicos. Con tal motivo y considerando que la cantidad de agua mencionada es demasiado para el gasto de este Establecimiento me permito sugerirle a usted si a bien lo tiene ordene sean vendidas por lo menos 50 pipas por estar próximas las lluvias y en el supuesto caso de que esta cantidad fuera dejada en el depósito sería en perjuicio del mismo en virtud de que tendría que tirarse, al mismo tiempo el producto de la venta de este liquido podría dársele para gastos de algunas mejoras del propio Establecimiento o para lo que usted crea conveniente”. 39 38
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Informe del Segundo Alcaide, Jorge Cárdenas, al Presidente Municipal, 20 de junio de 1939. Notificaciones de las actividades de la Cárcel Pública. Referente a todo lo que se incluye en el establecimiento del 19 de febrero de 1937 al 4 de diciembre de 1939. Fondo Histórico, caja 43, exp. 1317, 88fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Comunicado de la cubicación de la cantidad de litros de agua existentes en el aljibe de este Establecimiento Penal, 9 de mayo de 1941. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 531, 50fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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El 12 de mayo de 1941 se autorizó la venta de 125 pipas de a 800 litros con un precio de $3.00 cada una y el día 20 se anunciaba al Presidente Municipal la recaudación de $207.00 pesos por el importe de l69 pipas de agua lluvia vendidas a los expendedores del Sindicato de Aguadores de la ciudad.40 Para los casos de ciudadanos extranjeros que eran detenidos por agentes del Servicio de Población de Campeche, el Presidente Municipal Lavalle Urbina remitía dichos asuntos al Alcaide del penal para su custodia mientras la Secretaría de Gobernación dictaba las órdenes al respecto: “Me permito remitir a usted al extranjero norteamericano Josep Williams, a efecto de que sea detenido provisionalmente en la Cárcel Pública de esta Ciudad, quedando a disposición de esta oficina mientras tanto resuelve lo procedente la autoridad”.41 Cabe mencionar que las autoridades no indicaban las infracciones por la cual se detenían a extranjeros, pero se podría especular que los procesados se encontraban de manera ilegal en el Estado. Los casos de arrestos por el Departamento de Policía de la ciudad para 1942 seguían siendo por embriaguez, faltas a la moral, robo y escándalos en vía pública con Meretrices, pero existían casos de arrestos de menores de edad y algunos de índole curiosos que ingresaban al penal: “Se remite a los menores Alonso Jiménez y a Manuel Ángel Segura, por haberlos sorprendido jugando y destruyendo el pavimento con el trompo, remitiéndole además tres trompos que le fueron recogidos. Remito el ingreso del menor Humberto Duarte M. por queja de su tía Josefa Duarte, manifestando que se fugó de su hogar y le faltó el respeto a sus padres. Remito al C. Héctor Rodríguez, por andar dando serenata sin el permiso correspondiente, faltas y amenazas a la policía. Se remite a la Sra. Guadalupe Cardoso, por queja de la Sra. Hortensia Chán, quien manifiesta haberle comprado una gallina en la cantidad de $2.70 y se niega la Cardoso haber recibido el dinero”.42 40
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Oficios Núm. 531, 4741 y 546. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. 1941. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 6169, expediente 333.2. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. 1941. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informes del Oficial Ayudante Encargado del Departamento de la Inspección General de Policía. 25 de mayo, 8 de julio, 2 y 13 agosto. Fondo Justicia, caja 3, sin número de expediente, 370 fs. 1942. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Cabe aludir que la mayoría de estos casos de arrestos de menores, de pleitos y serenatas los detenidos sólo purgaban algunas horas o días de encierros como castigos. El problema de la drogadicción y los juegos de azar entre los presos era motivo de quejas e informes de los alcaides, quienes pretendían implantar nuevas reformas de erradicación contra los vicios de los internos: “Al hacerme cargo de esta alcaldía, tuve la impresión de las costumbres en los que los anteriores habían acostumbrado, pues al interior de la prisión se jugaba a todas horas del día y de la noche, se fumaba marihuana, en fin que estaba convertido en un centro de vicios”.43 “A las 2 horas de haber ingresado el día 25 de los corrientes a esta Cárcel Manuel Ríos Pérez, lo sorprendí en la galera No. 1 fumando un cigarro de marihuana. Siendo las 15 horas 30 minutos habiéndose extraviado una pieza de ropa interior a un recluso de la Galera No. 2 procedí a un registro encontrando dentro del pantalón de Juan de Dios Cob un paquetito con hierba de marihuana”.44
El 17 de diciembre de 1945, el Lic. Francisco Álvarez Barret, Presidente Municipal, con fundamento en el artículo 40 de la Ley de Hacienda Municipal y tomando como base el informe que proporcionó a la autoridad municipal el Jefe de Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia en el Estado, con oficio número 837 del mismo año, donde se informaba que la mayor parte de los reclusos de la Cárcel Pública estaban afectados de pelagra y que el padecimiento obedecía a la deficiente alimentación que se les proporcionaba, notificó la creación de la cuota de $1.00 peso diario por estancia de reos y enfermos internados en la prisión y hospital “Manuel Campos, ya que la cuota que se cubría no era suficiente para las necesidades, medicinas y alimentación de los 43
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Oficio Núm. 690. Informe del Alcaide Román Reyes de lo que acontece en el interior del penal. 28 de julio de 1942. Fondo Justicia, caja 9, sin número de expediente, 4fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Comunicado del aislamiento de los reclusos Manuel Ríos Pérez y Juan de Dios Cob. 27 de enero y 10 de febrero de 1941. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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reos.45 La cuota aplicaba a los reos del orden común, no así a los del orden federal, quien era la Secretaría de Gobernación la encargada de fijar su cuota de alimentación. El período de 1947 marcó considerables acontecimientos en el presidio por sus internos para con el Alcaide José Job Herrada. Las compras de escobas, cubetas y otros utensilios de cocina y limpieza se hacían al Sr. Emilio Hernández y el material de papelería de oficina al Sr. Manuel Amaya. La pared del costado norte del patio se encontraba dañada con un hueco de treinta centímetros de largo por diez de ancho, lugar por donde se había fugado el recluso Rafael Cerón, alias el “Xuley” y mientras tanto se pedía la solución al problema de los inodoros de los guardias ya que se encontraban rotos: “En vista de que toda la suciedad se pasa del bacín al pavimento del cuarto trascendiendo el apeste hasta la cuadra de descanso al hacer la limpieza de la suciedad que se estanca, tienen que sacarla por la misma por no tener otra salida, dejando al mismo tiempo estas piezas con una pestilencia insoportable”.46 Los reos se amotinaban en sus celdas, quemaban los petates donde dormían, destrozaban las bombillas de corriente para luego pegar los cables y producir cortos circuitos: una manera de escandalizar y atraer la atención del Alcaide. Los disparos de armas de fuego eran una constante acción de todos los días. El 2 de julio, el sub Oficial Manuel Jiménez Aguilar informaba en su reporte de novedades que estando como Comandante de la Guardia de la cárcel el día 28 de junio y que siendo las 10 horas con 20 minutos, hallándose de servicio en el garitón número 3 el Agente Santiago Borges Borges, hizo un disparo al aire con la pistola que portaba y al preguntarle al suscrito cuál fue el motivo de haber disparado, contestó haberlo hecho porque el procesado Francisco Gallegos Osqueda se estaba trepando a la mata de aguacate que hay 45
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Circulares Remitidas, Secretaria. Expediente 06-A/45. 17 de diciembre. Oficios relativos a afectaciones de reos, constitución de sociedades, licencias y nombramientos, elecciones internas del PRM. Fondo Justicia, caja 9 sin número de expediente, 137 fs, 1945. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 366, Departamento de Gobernación, 19 de febrero de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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dentro del penal y que se encontraba pegada a la galera número 4. El sub Oficial Jiménez argumentaba que dicho árbol constituía una amenaza para la seguridad del presidio, ya que podría facilitar una fuga.47 El Alcaide Job Herrada tampoco se escapaba de las grillas y quejas de los internos. Un caso muy mencionado fue el del reo Anselmo Damián quien lo culpó, ante el Presidente Municipal, Profr. Rafael Alcalá Dondé, por robo de dinero: “Fui traído de Candelaria por el delito de homicidio y llevado a la Cárcel Pública después de las diligencias practicadas por la Judicial, al llegar a dicho establecimiento me fue esculcado entregando al Sr. José Job Herrada la cantidad de $130.00 pesos en billetes de banco, más adelante me sacaron para traerme a Ciudad del Carmen y al recoger mi dinero ya no me entregó completo el Sr. Alcaide la cantidad mencionada, diciéndome que los había tomado para su gasto, pero que no lo pensara que llegando a ésta me los giraría, entregándome solamente $90.00 pesos. No tengo recibo alguno con su firma de él, pero sí me dio un papelito que puso con su puño y letra donde está la dirección de la Cárcel y su nombre. Sr. Presidente como en ésta no tengo a nadie necesito esos $40.00 pesos para comprarme algo y mandarle a mi familia mi correspondencia. Sr. Presidente quiero que usted intervenga en este penoso asunto que desdice la honradez del Sr. Alcaide y que mancha su honorable administración”.48
Además de robos y otros asuntos, el Alcaide era señalado también por el mal estado del penal, mala alimentación, falta de atención médica e higiene, abusos de autoridad y monopolio en trabajos de internos. Ante tales acusaciones el Alcaide remitió un informe para su defensa al Presidente Municipal Alcalá Dondé: “De acuerdo con el informe que se 47
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Oficio Núm. 2297, Departamento de Gobernación, 2 de julio de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Carta de Anselmo Damián al Presidente Municipal, 28 de marzo de 1947. Ciudad del Carmen, Campeche. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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sirve usted pedirme rinda a esa H. Superioridad referente a un memorial calzado con 26 firmas de los reclusos que se encuentran en esta Cárcel Pública, de la cual soy el Alcaide, digo a usted lo que sigue: Referente al primer punto que se basan en manifestar en EL ESTADO DE ABANDONO EN QUE SE ENCUENTRA EL PENAL EN PARTE es razonable lo que exponen consistente en el mal estado que se encuentran los techos de las galeras 3 y 4, la falta de servicio de agua por descomposición de la veleta, único elemento del cual se puede surtir el mencionado líquido, pero de esto en oportunidad y por oficio y verbal como a usted le consta, he dado cuenta a esa Superioridad, sin que hasta la presente se haya remediado el mal que se menciona. Referente al segundo punto, a los que ellos llaman DESNUTRIDA ALIMENTACIÓN, igualmente manifiesto a usted que con la asignación que se proporciona a razón de $1.00 un peso por recluso, de acuerdo con la situación de carestía de los artículos de primera necesidad para darle las tres comidas del día, usted considera que hay que darles hasta donde alcanza haciéndole a usted presente que si se pudiera en condición dudosa mi conducta referente al manejo de esos fondos, yo no tengo ningún interés y tampoco inconveniente en que usted pueda nombrar si a bien lo tiene o si así lo quiere un proveedor a cualquiera otra persona para que sea el encargado de proporcionar los alimentos a los reclusos, pues yo me concreto a hacer los gastos de acuerdo con la condición del tiempo. Referente al tercer punto por la falta como ellos mencionan de ATENCIÓN MÉDICA no es en concreto la falta de atención médica que ellos mencionan porque el Gobierno del Estado tiene hecho un compromiso con el departamento de Salubridad y Asistencia Pública en el Estado, para que dos veces por semana venga un doctor y una enfermera a hacer los reconocimientos y curaciones respectivas a los mencionados reclusos, pero cuando por alguna razón o fuerza mayor ha tenido el Departamento aludido algún retraso, he puesto comunicación al Gobierno del Estado, y él mismo ha transmitido mi oficio al Jefe del mencionado Departamento mismo que ha sido atendido, pues si como dicen que algunos presos han sido llevados al hospital para su atención en estado agónico, es mentira, pues únicamente se ha tenido que hacer trámites legales de acuerdo con las condiciones de cada recluso porque no es la primera vez que un recluso
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fingiéndose enfermo se ha tratado de tenerlo en algún departamento fuera del alcance y cuidado de quienes lo custodian y se ha fugado del Hospital y es por esta razón se tienen que correr todos los trámites legales para no comprometer la situación tanto del Administrado del Hospital mencionado, así como tampoco la del Alcaide de la cárcel que por su cuenta y riesgo se atreve demandar ingresar a un recluso enfermo sin antes recabar el certificado legal del médico legista. Referente al cuarto punto que ellos exponen LA FALTA DE HIGIENE, no me explico qué higiene pretenden estos señores que se les tenga, toda vez que las galeras son limpiadas por ellos mismos y lavan los suelos cada ocho días, que el suscrito mismo les proporciona algún desinfectante económico como lo es la creolina para echarle a los suelos después de lavados, higiene que reclaman que ni ellos mismos a su propio cuerpo ni cuidan ni mucho menos le dan. Referente al quinto punto DE LAS IRREGULARIDADES Y ABUSOS DE AUTORIDAD COMETIDOS POR EL SUSCRITO, menciono a usted lo que sigue: en cuanto a las irregularidades que ellos dicen cometo en este Establecimiento Penal a mi cargo, como usted considera que no siendo esto un colegio de monjas he tenido la imperiosa necesidad de proceder a imponerles disciplina y respeto a quienes así se lo merecen, pues no todos los reclusos son merecedores a consideraciones que otros con tendencia de regeneración aun cuando son delincuentes, se les debe guardar, siendo el suscrito Jefe de la prisión, no permitiré ni estoy dispuesto a permitir que ninguno de los aludidos que firman el memorial que estoy contestando se salga de disciplina del reglamento, pues por esa razón ellos no pueden tenerme a mí, ninguna estimación y forzadamente como es natural me respetan y me hago respetar, pues de no serlo así sería un maniquí en la prisión cosa que no estoy dispuesto aun a costa de lo que sea, como ellos dicen que vivo metido en las casas de asignación y en las casas de juego, referente a lo primero no es verdad y aun así lo fuera soy un hombre libre no siendo ellos los llamados a intervenir en asuntos de mi vida privada, pues en ese caso están mis superiores facultados a ellos por ser quienes me pagan el desempeño de mi trabajo o servicio, y en cuanto a las casas de juego como ellos dicen que pierdo hasta la camisa, nadie más que usted como Presidente Municipal de la
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ciudad, sabe y le consta que hasta hoy nunca se ha recibido de mi un mal informe callejero pues siempre he sido cumplido con mis deberes y obligaciones en los empleos que he venido desempeñando y nunca he dado motivo a que me sea llamado la atención por cualquier irregularidad cometida por el suscrito por ninguno de mis superiores, sabe usted también que en esta ciudad, no funciona ningún garito o casa de juego de los que prohibe la ley con autorización o sin ella del Gobierno del Estado, puesto que al ser esto el Gobierno faltaría a las disposiciones dadas por el Sr. Presidente de la República, siendo esto completamente falso tratando los mismos reclusos que como delincuentes son desvirtuar la buena labor que el Gobierno viene desarrollando en pro del engrandecimiento del Estado. Referente al último punto de vista, o sea, el sexto, DEL MONOPOLIO DE LOS TRABAJOS, manifiesto a usted que efectivamente yo tengo negocios de hamacas, los cuales trato con algunos de ellos pero con ninguno de los que me acusan he tratado trabajos como lo son la única industria de la confección de hamacas de hileras, pues a todos le he pagado las cantidades en las cuales he tratado con ellos en la confección de las referidas hamacas sin que puedan quejarse de mí que los forzo a trabajar sin su consentimiento de acuerdo con el trato que hacemos, mismos que al terminármelos le son pagados religiosamente, pues éstos que se quejan son los llamados parásitos del presido que no tienen ocupación y que sí viven inventando maldades y ratiando a sus compañeros que trabajan parte o alguna de las cosas que son de sus propiedades, cosas que cuando alguno de los afectados llegan a quejarse a mí, he castigado con encalabozamiento a los culpables de estas raterías, pues no hay otra manera de hacerlos regenerar, a más de esto puedo citar a usted como lo hago a reclusos que aun cuando son delincuentes tienen facultades para trabajar las hamacas también en la forma que ellos crean convenientes siendo serios en sus tratos con personas de la calle y que son los siguientes: Roque Jacinto Balam, acusado de homicidio es uno de los tantos que trabajan por su cuenta, Primitivo Chuc, acusado de homicidio trabaja por su cuenta y sostiene a su familia, Manuel Aké, por el mismo delito, trabaja por su cuenta y ayuda también a su familia, Anastasio Canché, homicida quien también trabaja por su cuenta sosteniendo a su familia, Gumersindo
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Caamal, por el mismo delito trabaja por su cuenta y con tendencia todos estos a regeneración, no soy yo quien le ponga ninguna taxativa para sus trabajos que tratan directamente y que son también acreedores a guardarle consideración por dignificarlos el trabajo y que a las claras se ve que tienen a regenerarse a la vista, así mismo han llegado algunos reclusos a cumplir sentencias más o menos cortas o regulares de oficio carpintero, los cuales le he proporcionado maneras de ayudarse en el taller de carpintería que existe en este Establecimiento Penal, cosa que no podría hacerlo con los que me acusan y como es natural se sienten posiblemente ofendidos por no permitirles hacer lo que ellos quieran como son sus deseos, pues usted tiene las suficientes facultades para mandar investigar por medio de la Comisión de Cárcel o personal cuando guste sobre la acusación que me hacen los firmantes en el memorial que se menciona”.49 Ante lo relevante del informe el Alcaide Herrada remitió al Presidente Municipal los antecedentes de cada uno de los presos que lo acusaban: “DANTE MAYNON GARCÍA O ALBERTO GARCÍA GARCÍA, oriundo según él del estado de Veracruz, que siendo soldado de 36 batallón uniformado con la vestimenta que el ejército nacional le proporciona, cometió un robo de más de mil ochocientos pesos en una joyería, el cual la Policía Judicial del estado lo aprehendió en el pueblo de Hampolol huyendo a la ciudad vecina de Mérida posiblemente. PEDRO PUGA CUEVAS, ex soldado pero que siéndolo cometió el delito de robo en compañía de otros paisanos, descubriéndose después de este delito que tenía varios asuntos pendientes de robo que confesó en la Policía Judicial del estado y que hasta hoy cumple cuatro sentencias, no omitiendo manifestarle que habiendo salido bajo de fianza fue acusado nuevamente por las autoridades de vago y mal viviente y portador de arma prohibida. OLIVERIO SANTIAGO, quien ya está en libertad ha cumplido en el término de 4 años más o menos que hace que me hice cargo de esta cárcel, dos sentencias y que después de haber quedado en libertad 49
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Oficio Núm. 253. Informe del Alcaide José Job Herrada, 28 de julio de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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de una de las últimas que cumplió, fue traído de Ciudad del Carmen, por haber cometido el delito de robo y tráfico de “marihuana”, quien vive de eso y a expensa de una meretriz. ANTONIO MANZANILLA, con récord policial en la ciudad de Mérida, habiendo cometido en Campeche más de 8 robos, hasta que la Policía Judicial del Estado pudo descubrir sus fechorías habiendo inclusivamente hecho un robo en la casa del señor Procurador General de Justicia. FRANCISCO GALLEGOS OSQUEDA, oriundo según él de Costa Chica, Estado de Guerrero, quien en el año de 1945 cumplió una sentencia de dos años y meses por robos acumulados y quien actualmente cumple con una sentencia por el mismo delito cometido en otras personas. DELFINO VÁZQUEZ BARRAGÁN, de Mazatlán Sinaloa, y PASCUAL LÓPEZ GARZA quien dice ser de Querétaro, soldados del 36 Batallón. Ambos cometieron el delito de HOMICIDIO con un compañero de ellos, crimen que causó asco en Campeche por la hazaña en que se cometió a más de esto haber violado el cadáver. ROBERTO MEX CANUL, de Celestún, Yuc; ex soldado quien habiéndose dado de alta en el Cuerpo de Seguridad Pública del Estado, fue descubierto por el suscrito y acusado ante el Cno. Inspector General de Policía por traficar Marihuana entre los propios reclusos el cual se le formó causa en el Juzgado de Distrito habiendo cumplido ya sus sentencias y encontrándose en libertad. FERNANDO DUARTE GUTIÉRREZ, con récord delictuoso en la ciudad de Mérida, Yucatán, quien ha cumplido varias condenas en ese Estado, quien cumplió una condena a causa de robo también en la cárcel de Chetumal, Quintana Roo y quien actualmente en esta ciudad cumple sentencia por el robo de una pistola. ORLANDO PÉREZ, de 18 años de edad, con récord delictuoso en Mérida, Yucatán, como vago mal viviente y ratero, acusado en esta ciudad por robo. ENRIQUE DZUL, de 24 años de edad, de Campeche, acusado por el delito de estafa al contratista chiclero Rodolfo López. MARCELINO RAYGOZA, con más de 10 entradas por briago y desocupado en los años del 34 al 35, cumpliendo una condena por el delito de estafa en la persona del señor Rodolfo López.
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LEOBARDO BAUTISTA, oriundo de Pital, Veracruz, acusado por el delito de homicidio, vicioso en la prisión quien ha sido encalabozado por el delito que menciono e irrespetuoso al reglamento. PEDRO RUIZ GONZÁLEZ, soldado del 36 batallón quien cumple una condena de 8 ocho años y medio de prisión por los delitos de robo. DESIDERIO CONCHA ROSEL, oriundo del pueblo de Tenabo, cumpliendo una condena de 9 años y meses por haber cometido el delito de incendio en el mencionado pueblo. CARLOS CARVAJAL PAAT, de 19 años de edad, de los años 34 al 35 cumplió dos sentencias por haber cometido los delitos de robo, en el año 35 fue acusado y comprobado en su contra los delitos de robo en bienes del señor Julián Ortiz y otras personas, con récord policial en Progreso y Mérida, Yucatán. JUAN MEDINA RAMOS, cumple su sentencia por haber asesinado a un compañero de él en las monterías chicleras. MARIO PÉREZ ROMERO, oriundo de Ciudad del Carmen, quien ya está en libertad, cumplió una sentencia acusado por el delito de robo en el estado de Campeche. FRANCISCO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, de 19 años de edad, oriundo de Progreso, Yucatán, con récord natural judicial en su estado natal en varias ocasiones y que ahora cumple una sentencia acusado por el delito de robo. EMILIO GARCÍA JIMÉNEZ, quien cumplió una sentencia de dos años de prisión por el delito de robo, habiendo quedado en libertad el 11 de junio del año pasado y a las 6 de la tarde del mismo día estaba detenido en los separos de la Policía Judicial por haberse robado un cochecito con su caballo de la propiedad del señor Mario Sotelo R. JOSÉ DEL C. SERRANO, borracho consuetudinario quien el día 30 de diciembre del año de 1946, asesinó villanamente al C. Fernando Díaz de una puñalada en el barrio de San Francisco, cumple una sentencia por ese delito de 8 años no ocupándose en nada en la prisión. DONACIANO CRUZ AKÉ,50 quien cumple una sentencia de 21 años de prisión por haber asesinado en su domicilio al comerciante 50
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Ingresó al penal el día 12 de octubre de 1943. Contaba con 24 años de edad, de oficio terracero, natural de Campeche, hijo de Donaciano Cruz y Guadalupe Aké. Libro de registro de procesados que se encuentran en la Cárcel Pública de la ciudad de Campeche. 1943. 96 fs. Fondo Justicia, caja 21, sin número de expediente. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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PRICILIANO CHUC, dándole más de 13 trece mortales puñaladas, más del saqueo en el propio establecimiento. Habiendo sido también condenado a cumplir la pena de 6 meses de prisión por haber golpeado al sentenciado Juan de la Cruz Solana aquí en el Establecimiento Penal, por haberle ocasionado la ruptura de 2 costillas, habiéndose fugado también el día seis de octubre del año de 1945 siendo reemprendido 4 días después en compañía de otro prófugo de nombre Pablo Sarlat Carrillo, ratero, asesino, vicioso y traficante de drogas enervantes, actualmente cumpliendo el mencionado Sarlat Carrillo sentencia de 8 años por haber cometido los delitos de robo y homicidio en la persona del honrado trabajador Antonio Vázquez. ANTONIO TUN QUIJANO, asesino de un compañero de él en las monterías chicleros del contratista Félix Rodríguez, habiendo cometido este delito en el domicilio de éste”.51 Conjuntamente con las quejas, durante el mandato de José Job Herrada, se dieron numerosos casos sobre consumo y tráfico de drogas en la prisión: “La celda que ocupa el sentenciado Donaciano Cruz y Alfonso C, se encontró dentro de un poco de carbón cigarrillos al parecer droga. En la Galera Núm. 3 se encontró unos diez o doce cigarrillos de la misma, así como un paquete como de 100 gramos y otro más pequeño”.52 El 19 de noviembre de 1948, José Job Herrada abandonaba el cargo como Alcaide Primero de la Cárcel Pública de Campeche dejando atrás una marcada época de represión, golpes y clamores de aquellos internos esclavos de sus pasiones y sueños. En substitución llegó el Sr. Faustino Escamilla Amábilis, quien a su llegada a la Alcaldía presentó de manera inmediata un informe al Presidente del Ayuntamiento, Profr. Rafael Alcalá Dondé sobre las condiciones en que recibía el inmueble del presidio:
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Oficio Núm. 253. Informe del Alcaide José Job Herrada, 28 de julio de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 420. Informe de novedades ocurridas durante las 24 horas de servicio en el penal. 20 de noviembre de 1945. Fondo Justicia, caja 8, sin número de expediente, 28fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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“Con todo respeto me permito informar a usted las anomalías encontradas en la Cárcel Pública hoy a mi cargo: el techo de los corredores, en su parte central, así como el de la galera de arrestados, están sumamente malos y próximos a desplomarse, poniendo en peligro la vida de alguna persona. La letrina está llena y el segundo patio donde se encuentra ésta, está llena de basura y suciedad a tal grado que despide un apeste terrible. La tubería de los baños está rota y picada por la acción del tiempo, dando como resultado la falta de agua constantemente”.53
Desde la Alcaidía, Faustino Escamilla implantó nuevas medidas disciplinarias, buscó mejorar las condiciones de vida de los internos y el mantenimiento del inmueble, ejemplo de ello fue que el 11 de enero de 1949 solicitó al Ayuntamiento de Campeche el cambio de la veleta que abastecía de agua al penal para el consumo de los reos, ya que se encontraba inservible, y como costaría mucho dinero al Erario Municipal su reparación, pedía la autorización para desarmarla e instalar una bomba de mano hecha con las fragmentos de la misma veleta. De acuerdo con el artículo 22 del reglamento interior del penal que indicaba que los presos durante sus horas de descanso podrían gozar de recreaciones, los reos a través de su Alcaide, solicitaban al Presidente Municipal permisos para bailes como el que se les concedió el día 16 de septiembre de 1949 para conmemorar un año más de la Independencia de México, comenzando la fiesta en punto de las siete de la noche hasta las once, en donde los familiares de los reclusos fueron los invitados al presidio. Para el buen trabajo de los internos, el taller de carpintería de la prisión contaba con 5 serruchos de diferentes tamaños, 6 dragones, 9 formones, 3 gurbias, 4 brazos, 2 cuchillos, 2 tenazas, 1 compás, 1 tijera, 1 suela, 1 hacha con su cabo, 6 cepillos de madera de diferentes tamaños, 3 cepillos de fierro, 4 escuadras, 1 llave Stilson, 1 piedra de Scentar, 1 escantillón, 2 martillos, 8 molduras de madera, 1 canelador con 6 fierros, 1 gramil, 3 cinceles, 8 limas planas, 11 limas triangulares, 3 limatones redondos, 1 escorfina, 5 llaves españolas, 3 desarmadores, 34 barrenos, 1 barreno de 53
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Oficio Núm. 415. Informe de irregularidades. 25 de noviembre de 1948. Fondo Justicia, caja 8, sin número de expediente, 28fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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mano, 2 máscaras de hule, 6 serruchos lengua de pájaro, 1 gramil graduador, 7 discos sierra, 4 filos de canelador, 2 choquet para graduar, 1 motor completo de H.P. 4-5 caballos de fuerza tipo CT-4, marca “Stover Engine”, 1 máquina sinfín, 1 torno, 1 moldudera, 1 mesa de sierra, 1 garlopa, 2 árboles de poleas de 6 ruedas y 3 bancos de madera con 2 prensas.54 Herramientas que contribuían para el trabajo artesanal de los internos, cuyas artesanías eran vendidas por los presos en el interior del penal o por sus familiares afuera en la ciudad para subsistir económicamente. Para la administración de Escamilla, Donaciano Cruz Aké seguía siendo un reo de suma peligrosidad. Éste recluso había participado en las quejas que se le imputaron al ex Alcaide José Job Herrada, seguía manteniendo el control y tráfico de drogas en el interior del penal, participaba en fuga de reos, asesinatos y amenazas. Ante tal situación don Faustino Escamilla solicitó al Gobernador del Estado, Lic. Eduardo Lavalle Urbina, el traslado a otro penal del peligroso recluso con la finalidad de dar una mejor tranquilidad y control a la cárcel: “En virtud de que el sentenciado Donaciano Cruz (a) el diablo se encuentra purgando una sentencia de 21 años de prisión y multa de $500.00 pesos por haber cometido el delito de robo y homicidio en la persona que en vida respondiera al nombre Priciliano Chuc y el de lesiones en la persona de Juan de la Cruz Solana, mismo que cometió en este penal, desearía a bien tuviera trasladarlo a otro penal, ya que el mencionado es un elemento malo en esta cárcel, pues fue uno de los reclusos que facilitó la fuga a los últimos presos que se evadieron de este penal, y por ser éste un marihuano empedernido falta a todos los reglamentos carcelarios y amenazando al suscrito en unión de dos o tres compañeros más. Varios reclusos se han dirigido al suscrito pidiendo garantías ya que piensan que sus vidas peligran”.55
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Inventario del equipo completo de herramientas del taller de carpintería del penal. 20 de agosto de 1948. Generales de la Cárcel Pública, de enero a diciembre de 1949. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 49fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 09. 1-1-49. Solicitud del Alcaide Faustino Escamilla al Gobernador del Estado. 4 de enero de 1949. Generales de la Cárcel Pública, de enero a diciembre de 1949. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 49fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Para mala fortuna de Escamilla, el traslado de Donaciano a otro penal nunca se llevó a cabo, siguió manteniendo su liderazgo entre los internos. Con el paso de los años este recluso se convirtió en parte del Comité que solicitaba bailes en el interior de penal, trabajó en la cocina y alcaldía en el periodo de 1968 con el Alcaide Abel Santacruz Menchaca. El 12 de octubre de 1964 logró su libertad, pero retornó a las galeras del penal el 10 de octubre de 1966 por delinquir de nuevo. Donaciano Cruz Aké se hizo viejo en las rejas de un calabozo, su nombre aparece por última vez en la lista de presos de 1972, nunca más se supo de él, jamás regresó, probablemente lo asesinaron, ya que fue un hombre que a lo largo de toda su vida edificó un mundo de enemigos que querían verlo muerto, o quizás falleció de anciano con sus recuerdos en una vieja cama. ¡Jamás lo sabré! Como parte de las mejoras de las arcas municipales y para una mejor alimentación de los internos de la cárcel de la ciudad, el 1 de marzo de 1950 el Profr. Fernando Rosado Reyes, Presidente Municipal de Campeche, en atención a la Ley de Hacienda en el Estado y en los acuerdos tomados el día 11 de enero en la H. Junta de Presidentes Municipales ante el Gobernador del Estado, Manuel Jesús López Hernández, informó que todos los reos internados en la Cárcel Pública de la Ciudad, según al municipio que pertenecieran, sus jurisdicciones municipales pagarían por ellos un peso diario a las autoridades correspondientes por el tiempo que durara el sentenciado en la prisión. Del municipio del Carmen existían 23 reos, 14 sentenciados y 9 procesados de las comunidades de la Esperanza, El Naranjo, Escárcega, Río Candelaria, Pital y Carmen. Calkiní tenía a 3 presos, 1 sentenciado y 2 procesados, de Bécal, Calkiní y Tancuché. Champotón tenía 6 reos, 4 sentenciados y 2 procesados, de Paraíso, Seybaplaya, Champotón, Villa de Guadalupe, Silvituc y Sacakal. De Hecelchakán, había un reo sentenciado de la comunidad de Pomuch. Hopelchén tenía 10 reos, 6 sentenciados y 4 procesados de las comunidades de Bolonchenticul, Hopelchén, Ixpujil, Nosaya, Xmabén, Ixcumpil y Bolonchén. Tenabo mantenía en la prisión de Campeche solamente a un reo sentenciado de la misma comunidad.56 56
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Relación de los sentenciados y procesados que corresponden a los distintos municipios del estado. 31 de enero de 1950. Estancias en la Cárcel y Hospital (Pueblos) de enero El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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La vida en el penal era una constante por sobrevivir, luchar y obtener la libertad a costa de lo que fuera. Dentro de la población de internos había quienes solicitaban hasta la ayuda directa del Alcalde del Ayuntamiento para obtener su liberación a través de cartas personales, como el caso de Pascual Jiménez del municipio de Champotón, preso desde el 25 de abril de 1949: Cárcel Pública febrero 17 de 1950. Sr. Fernando Rosado Reyes: Mi muy estimado y fino amigo. Deseo que al recibo de la presente se encuentre gozando de salud y felicidad en unión de tu respetable familia, pues te dirijo la presente con el objeto de decirte lo siguiente: deseo saber si siempre estás dispuesto a sacarme de este lugar en donde me encuentro preso como me prometiste, pues hasta estos momentos que te escribo ésta, ya tengo de estar preso 10 meses, y por este momento que te escribo estoy enfermo desde hace varios días, y sabes que en este lugar no hay ni quien te dé un poco de agua. Estoy sin dinero y en la miseria más grande, pues las medicinas que me han dado no me han aliviado, por ese motivo no le he escrito a don Alfonzo Durán a que venda algunas casitas que tengo haya en esa mi casa para que me mande unos centavos, ahora bien si no te parece mal deseo que tú me ayudes en facilitarme 2 pesos, y sin más perdona tantas molestias. Tu amigo: Pascual Jiménez. Rúbrica.57 Véase anexo 2.
Como Alcaide de la Cárcel Pública de Campeche, don Faustino Escamilla Amábilis consiguió realizar mejoras a las instalaciones del penal, así como también logró implantar nuevas reformas en materia penitenciaria. Prueba de ello es que se facilitaron algunos bailes de carnaval y noche buena dentro de la prisión organizados por los
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a marzo. Clas. E/V-08/1.50. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 38fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Carta personal de Pascual Jiménez. 17 de febrero de 1950. Exp. C-8. Cárcel Pública. Asuntos Generales, contiene de enero a diciembre. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 42fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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reos, quienes invitaban hasta al propio Presidente del Ayuntamiento. Escamilla realizaba actividades para contribuir con entretenimiento, mejoras y gastos de manutención de los internos, como peleas de box en beneficio del penal. Instaló motores eléctricos en el taller de carpintería para que los presos tuviesen una mejor herramienta de trabajo, activó el servicio de la enfermería, contribuyó, junto con el Inspector General de la Policía, Manuel Lavalle Urbina, a implantar nuevos reglamentos a la prisión como el de no dejar entrar al penal en los días en que no estén señalados como visitas a los familiares de los reos. Estableció que el cabo de guardia de turno debía revisar todas las canastas y bolsas de comida que se le traían a los presos, vigilar y controlar las entradas y salidas de personas ajenas a la prisión a fin de evitar fugas y cerciorarse de las boletas de libertad para justificar la libertad de los detenidos. Faustino Escamilla logró su más grande éxito el 17 de abril de 1950 al concluir la construcción de un horno de panadería dentro penal, el cual entró en funciones el mismo día para entregar pan al Hospital Manuel Campos y a la Clínica Infantil de la Ciudad (Fig. 3). Con esta construcción y fuente de trabajo, don Faustino logró erradicar una de sus mayores preocupaciones cuando tomó posesión como Alcaide de la prisión en 1948. Les proporcionó trabajo a todos aquellos reos que no laboraban y que en la administración del ex Alcaide Job Herrada violaban a los presos menores de edad. Consiguió que con el trabajo en la panadería los internos obtuvieran su propio dinero y con ello pudieran tener acceso a los servicios sexuales de alguna prostituta los domingos que eran los días de visitas. Así mismo, construyó la fosa séptica para atender el problema del rebosamiento de los baños: “Pongo a conocimiento el material explosivo para terminar la fosa, 30 cartuchos de dinamita, 40 piezas de fulminante y 25 metros de mecha negra”.58 De igual modo solicitó que las paredes de las galeras sean reparadas, razón por la cual informaba 58
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Oficio Núm. 14. Exp. 12-1-49. Informe de la dinamita que hace falta. 12 de enero de 1950. Cárcel Pública. Asuntos Generales, contiene de enero a diciembre. Sección Justicia, caja 11, sin número de expediente, 42fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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al Presidente Municipal Rosado Reyes, que en la pared del fondo de la Galera No. 1 se estaba cuarteando a consecuencia de que junto a dicha pared se habían construido dos sumideros de la casa propiedad del Sr. Apolonio Boldo Castillo. Finalmente estableció a Joaquina Tello Buenfil, como encargada de la revisión de todas las mujeres que ingresaban al penal a visitar a sus familiares, y así erradicar que siguieran siendo los varones quienes hacían esta tarea.
Figura 3. Antiguo horno de pan. Foto: Arón Durán. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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La práctica de la sodomía59 y los casos de reos que intentaban suicidarse se proporcionaban con frecuencia en la gestión del Alcaide Escamilla: “Me permito informar que siendo las 8.5 horas de hoy encontré en el gimnasio de este penal a mi cargo, pendiendo de una soga al arrestado Francisco Dzul Coyoc. Como inmediatamente lo levanté y dimos aire logrando volverlo a la vida.”60 En cuanto a los casos de sodomía, Escamilla Amábilis buscó los medios correctos para poder combatir estos comportamientos sexuales entre los presos del penal: “Con el objeto de evitar la sodomía entre los reclusos, los he autorizado para que cada martes pase a servirlos alguna meretriz.”61 Para agosto de 1950, la cárcel de la ciudad poseía bajo su resguardo a 122 presos. Se mantenía a Rafael Quevedo, reo de la prisión, como el encargado de desempeñar la comisión de mandadero del penal. Faustino Escamilla seguía admitiendo en los calabozos de la prisión a todos los soldados que enviaba el Décimo Batallón Militar por infringir en faltas militares, castigándose con 10 o más días de arresto, siendo los soldados mismos quienes pagaban su manutención alimentaria durante su estancia en el penal. Implantó la creación del cobro de $5.00 pesos por cada hamaca de hilera que se tejiera en la prisión para las mejoras del inmueble, cuyo monto de ingreso de enero a octubre de 1951 fue de $407.00 pesos, tejiéndose un promedio de tres a cinco hamacas por mes. Del dinero obtenido, el Alcaide adquirió para las mejoras del penal, cinco docenas de escobas de raíz de a $48.00 pesos la docena, una docena de cubos No. 14, 4 docenas de cepillos de a $24.00 pesos la docena y 10 metros de jerga para trapear a $2.00 pesos el metro.62 59
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Término de origen religioso que hace referencia a determinados comportamientos sexuales. Comúnmente utilizado para describir el acto del sexo anal entre heterosexuales u homosexuales y las demás prácticas homosexuales masculinas. Oficio Núm. 240. Solicitud de investigación por parte del Alcaide Faustino Escamilla al Jefe de la Policía Judicial Humberto Richaud Ortiz. 2 de julio de 1951. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 17fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 338. Exp. 12-1-49. Informe del Alcaide Faustino Escamilla al Presidente Municipal. 19 de septiembre de 1950. Cárcel Pública. Asuntos Generales, contiene de enero a diciembre. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 42fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 384. Exp. 12-1-49. Relación de ingresos por el urdido de hamacas. 25 de octubre de 1951. Cárcel Pública, asuntos varios de enero a diciembre de 1951. Fondo El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Julio y diciembre de 1952 fueron los meses de muy mala fortuna para don Faustino ya que se proporcionaron fuertes fugas de presos en la cárcel bajo su dirección: “Hoy que llegué a la Cárcel Pública, siendo la una horas, me informó el Comandante de Guardia Oficial José González Sánchez, que a las nueve de la noche de ayer se fugaron del Departamento de Menores, los procesados José Dolores Centurión, Deogracio Rodríguez, Ignacio Madero Camal, Francisco Manuel Santamaría, Luís Ceballos Vázquez, Jorge Ayuso Bojórquez y Rafael Rosado, el primero a disposición del Procurador Gral. de Justicia y Juez 1º. los restantes. La fuga la efectuaron los mencionados menores saliéndose por un tragaluz de la azotea.”63 “Siendo las 6 horas con 45 minutos del día de hoy y encontrándome camino del Mercado Público para hacer las compras de la alimentación del Presidio, tuve conocimiento que se acaban de fugar los presos de la Cárcel. Inmediatamente y con la urgencia que el caso requiere me constituí en el Penal y procedí a recabar los informes correspondientes, procediendo a pasar lista de presencia pude comprobar que se habían fugado los sentenciados Félix Hernández Balderrama, Onésimo Reyes Santiago, Alfredo Cala Siu, Lorenzo González, Roberto Reinosa, Carlos Luis Peche y Manuel Amaya, así como los Procesados Álvaro Navarro, Eloy Yam, Abelardo Cajún, Felipe Dzec, Ignacio Pérez y Juan Asencio Pérez. De los informes que recogí se desprende que a la hora indicada el Cno. Comandante de la Guardia Manuel Méndez Cruz, pasó al interior hasta el segundo patio y ya de vuelta se le echaron encima, se dice que los mencionados Balderrama y Onésimo Reyes lo desarmaron y al provocar el escandalo se salió el grupo mencionado habiendo resultado herido en la calle el Cabo de la Policía Juan de Dios Quintal. El sentenciado Primitivo Chuc tratando de prestar ayuda al Comandante de Guardia e impedir la fuga de los presos fue objeto de un balazo que afortunadamente no lo tocó, por lo que solicitó la ayuda del procesado Ex-Oficial Gaspar Sánchez Carballo quien mirando que la guardia había abandonado sus puestos echó mano a la pistola ametralladora que dejó el Comandante abandonada,
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Justicia, caja 11, sin número de expediente, 17fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 220. Exp. 12-1-40. Fuga de reos. 3 de julio de 1952. Cárcel Pública. Clas. C/III-02/L.52. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 10fs. 1952. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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y ya en unión de Chuc y del sentenciado Juan Tapia Hernández, evitaron la fuga de los demás presos.”64
Un año después, el 5 de diciembre de 1953, el Alcaide Escamilla notificaba al nuevo Presidente del Ayuntamiento, Dr. Alberto Ferrer Ferrer, la captura de los reos fugados aquel 9 de diciembre del año anterior, lo cual informaba haber puesto a los sentenciados Alfredo Cala Siu y Roberto Reynosa en aislamiento por ser los cabecillas de la fuga, por altaneros, agresivos y ser considerados peligrosos para la seguridad del penal. Siete años y un mes, Faustino Escamilla Amábilis permaneció como Alcaide de la Cárcel de Campeche. El 31 de diciembre de 1955 dejó la administración del penal, ante los cambios del Gobierno Municipal de Leovigildo Gómez Hernández y del Gobierno Estatal de Alberto Trueba Urbina, con una población de 191 reos. Personaje con carácter que alcanzó a implementar nuevas reformas carcelarias en favor de la población de internos. El 2 de enero de 1956, Nicanor Cuc era elegido el nuevo Alcaide de la Cárcel Pública de Campeche. Bajo la intendencia de Nicanor Cuc la manutención de los internos generaba un alto costo para el Ayuntamiento de Campeche, razón por la cual los reclusos sentenciados que pertenecían a otros municipios eran apoyados por sus autoridades, siendo así que el Municipio de Tenabo contribuía con $525.00 pesos para la manutención de 17 reos, Hecelchakán, con 4 reos, pagaba $165.00 pesos, Hopelchén, con 5 reos, $160.00 pesos, Calkiní con 11 reos, aportaba $341.00 pesos, Carmen, con 38 presos, $1178.00, Champotón, con 15 reos, pagaba $465.00 pesos y el Ayuntamiento de Campeche, pagaba por los 37 reos de otros estados, $1138.00 pesos.65 64
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Oficio Núm. 430. Informe de fuga de reos. 9 de diciembre de 1952. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 10fs. 1952. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Relación que manifiesta el número de reclusos sentenciados y procesados que se encuentran en la Cárcel Pública, los cuales pertenecen a los distintos Municipios del Estado, durante el mes de diciembre de 1956. Relación de los reclusos sentenciados, a disposición del Ejecutivo del Estado, El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Para 1957 la prisión contaba con un portero de nombre Álvaro Chávez y con una Trabajadora Social de los Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia para el control de enfermedades y colaborar en el registro de los familiares de los presos a cargo de Aida Aguirre Santos. El tráfico de drogas al interior del penal se modernizaba durante el mandato de Nicanor, casos de personas que lo introducían en bolsos, comidas, ropas y hasta en sus partes íntimas: “Siendo las once horas cuarenta y cinco minutos del día 10 del actual, se presentó a este establecimiento penal, hacer su acostumbrada visita la Sra. Margarita Echazarreta, esposa del Procesado Joaquín Pat Cruz, (a) El Chino, quien está a disposición del Juez de Distrito por el delito contra la salud, y habiéndose encontrado en el local donde se acostumbra hacer el registro, fue llamada por la C. Sra. Aida Aguirre Santos y C. Sra. Ernestina Calderón, registradora oficial de este Establecimiento Penal, para ser esculcada, se opuso a tal, y en vista de la resistencia y de la exposición de que se encontraba enferma le entró a la citada C. Sra. Aguirre Santos. sospechas y procedió hacerle un registro minucioso delante de la registradora Oficial de esta Cárcel, habiéndole encontrado en sus partes íntimas debajo de sus piezas interior dos envoltorios, uno de cinco carrufos y otro de 50 gramos aproximadamente de yerba al parecer de Marihuana o “Cannabis Índica”.66
El Alcaide puso a todos los involucrados en la detección de la droga a disposición de la Policía Judicial para sus consignaciones al Ministerio Público Federal, siendo condenada a dos años a la culpable Margarita Echazarreta por el proceso que se le siguió, pero obtuvo su libertad saliendo bajo fianza condicional al momento. El día 25 de marzo, se presentó de nueva cuenta a las puertas del penal dicha mujer argumentando llevarle comida a su esposo Joaquín Pat Cruz, pero ante
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a quienes se le suministró alimentación durante el mes de diciembre. 31 de diciembre de 1956. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1956. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 475. Exp. 1-11-57. Parte de novedades suscitadas en la Cárcel. 11 de enero de 1957. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1957. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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aquel antecedente de las drogas, el Alcaide le negó la entrada arguyendo que según el artículo 17 del Reglamento Interior de la Cárcel Pública de Campeche, indicaba que las personas sospechosas o los reos que hubieran cumplido su condena y hubiesen sido reincidentes en delitos graves, no podrían visitar nunca a sus antiguos compañeros de prisión. En vista de lo citado en el artículo, Margarita Echazarreta arremetió en contra del Alcaide en un plan desafiante, amenazador y con alardes de poder, siendo retirada por el cuerpo de guardia del penal y permitiendo sólo la comida y ropa para su esposo Joaquín. Uno de los problemas que luchaba por erradicar Nicanor Cuc en la prisión eran las enfermedades que padecían los internos como la gonorrea, sarna, tuberculosis pulmonar, prolapso rectal que consistía en la salida o exteriorización del intestino grueso a través del orificio anal produciendo mucosidad o sangrado, la enterocolitis: infección en el revestimiento del intestino delgado por consumir alimentos contaminados por la bacteria salmonella, la papera y disentería, todas ellas relacionadas por la falta de higiene y reportadas por el Dr. Manuel González Quijano, comisionado por los Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia, para la atención de los enfermos de la Cárcel Pública. Ante las adversidades y padecimientos los reclusos se organizaban. Existía una Sociedad de Reos encargada del “bienestar” de los internos, en donde muchos de los casos requerían medicinas para los enfermos y pagaban las curaciones: “Hubo una epidemia de papera en este Penal y la Sociedad de Reclusos ha costeado íntegramente la curación de los afectados, además de las curaciones que siempre se hacen de la sarna y disentería”.67 La Sociedad de reos, en algunas ocasiones, era la responsable de enviar los oficios de las quejas de los internos al Presidente Municipal cuando el Alcaide tomaba represalias o maltrataba algún preso. Para abril de 1957, dicha Sociedad estaba integrada por Ramón Alamilla P. Secretario General, Abraham Abraham D. Secretario
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Oficio Núm. 001. Se solicita ayuda económica para compra de medicamentos o en su caso traslado al Centro Médico Campechano de los enfermos que ameritan hospitalización. 26 de abril de 1957. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1957. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Tesorero, Candelario Vázquez, Secretario de Higiene, Abelardo T. Osorio, Secretario del Interior y Joaquín Pat Cruz, Secretario de Actas. Dada la soledad y tristeza durante la época navideña los reos se constituían para crear su Comité pro navideño, encargado de solicitar al Presidente Municipal del Ayuntamiento la autorización de bailes y fiestas de noche buena dentro del penal para la convivencia con sus familiares. Una forma de llevar esperanza y concilio para muchos internos que soñaban con una libertad y un perdón. Las detenciones de extranjeros y las multas a detenidos continuaban a la orden del día: James Hubert de España, Hugo Glenn de Belice y Francisco Mijangos de Guatemala, aparecían en la lista de presos del mes de diciembre de 1958 quienes trabajaban a la par con sus compañeros reclusos para su subsistencia.68 Quienes eran detenidos por infringir en el Reglamento de Policía de la ciudad o algún otro delito menor y llevado a los calabozos, eran multados con $17.25, $23.00 o $34.50 pesos, o cumplir con cinco, ocho o quince días de arresto como castigo. Los pleitos, agresiones y rebeldía entre los reos eran a menudo muy seguidos, ante tales circunstancias el Alcaide Nicanor Cuc mantuvo durante su administración un fuerte régimen de custodia y castigos en celdas aisladas a los presidiarios por espacios de 72 horas o días como medida de seguridad para llevar control del penal dando pie a fugas y suicidios entre los propios internos: “Siendo las 20 horas con 16 minutos fui avisado que en la enfermería estaba el procesado Miguel Caraveo Que, en completo estado de coma, por haber ingerido ácido muriático.”69 El sistema estricto y represivo del Alcaide despertaba las quejas de los procesados ante las autoridades por las ofensas y aislamientos, como el caso del menor José Dolores Ríos Vásquez:
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Número de reclusos existentes en la Cárcel Pública, a quienes se les suministró alimentación. 31 de diciembre de 1958. Fondo justicia, caja18, sin número de expediente, 13fs. 1958. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 1053. Exp. 2-58. Parte de novedades suscitadas en la Cárcel. 15 de mayo de 1958. Ref. “C”-III-03. Cárcel Pública. Asuntos en General correspondientes al mes de mayo y junio. Fondo Justicia, caja 18, exp. 742, 183fs. 1958. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Con copia al Presidente municipal. Abril 27 de 1957 Al C. Procurador General de Justicia. El suscrito José Dolores Ríos Vásquez de 17 años recluido en la Cárcel Publica desde el 28 de marzo de 1956 acusado del delito de robo expone lo siguiente. Al tomar posesión de la alcaidía el C. Nicanor Cuc en esta cárcel empecé a trabajarle urdiéndole hamacas de hilo de henequén y hace aproximadamente cuatro meses fastidiado ya de tantos meses de urdir solicito para descansar unos días y buscar otra clase de trabajo puesto que ya sentía dolores en la espalda de tanto urdir. Esto motivó que me remitiese al aislamiento de castigo por negármele a seguir trabajando. Al cumplir mi castigo dio orden de que nadie me diera trabajo y a mí me prohibió mezclarme con mis demás compañeros. De esa fecha hasta la presente por cualquier motivo me castiga pegándome y mandándome al calabozo basándose en que tiene orden de pegarme. Puesto que soy menor de edad esto está contra la Carta Magna artículo 19 de la constitución. Casualmente hace diez días que estoy encerado en mi celda día y noche. Ayer día 26 que me negué a comer me pegó y dio orden al recluso Donaciano Cruz a que me maltratara cosa que ejecutó con saña y brutalidad. Por lo que pongo a su conocimiento a usted señor Procurador para que se me trate como a los demás presos y no se me trate como a un niño puesto que tengo edad suficiente para que se me pase a la galera de mayores como hay varios que tienen mi misma edad y se encuentran en las otras galeras. Atentamente José Dolores Ríos Vásquez.70
Cuatro años duró el mandato y la represión. El 23 de febrero de 1960, Nicanor Cuc dejó el puesto de Alcaide de la Cárcel Pública de la ciudad para dar paso a la administración de Abelardo Calderón Herrada como nuevo Alcaide el día 28 del mismo mes. Cabe aludir que cuando no existía Alcaide en el penal y mientras el H. Ayuntamiento designaba a uno nuevo, quien se encargaba de todo lo administrativo del inmueble y firmaba los reportes de novedades diarios era el Comandante de Guardia en turno. 70
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Carta personal de José Dolores Ríos Vásquez al Procurador General de Justicia. 27 de abril de 1957. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1957. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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La regencia de Abelardo Calderón Herrada duró 17 meses y 25 días. Los problemas y asuntos del penal se lograron controlar de manera moderada, tanto en su población como en la fuga de reos. No se dieron mejoras en cuanto a construcciones y remodelaciones del inmueble. Calderón Herrada dejó la alcaldía ante el cambio de administración del Gobierno Municipal del Ing. Ricardo Castillo Oliver el 25 de agosto de 1961. Sesenta y nueve días después, el 2 de noviembre de ese mismo año, Eduardo Ganzo Sánchez71 era el nuevo Alcaide de la prisión de la ciudad. Con la nueva administración, el asunto de las medicinas para atender las enfermedades de la población interna eran compradas a la Farmacia Vila a través de la Tesorería Municipal del H. Ayuntamiento, situación que cuatro años después llegó agravarse por el abandono del material médico. Cuadro 1. Lista de compras de la Farmacia “Vila”. 1 Lata. 1 Frasco. 1 Frasco. 1 Tubo. 1 Frasco. 1 Frasco. 1 Lata. 1 Lata. 1 Lata. 1 Caja. 1 Amp. 1 Frasco. 6 Tab. 1 Amp. 6 Tab. 1 Frasco. 2 Amp. 1 Amp.
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Leche Nido Grande Persantín Tabletas Tonserol Pomada Fetonina Gevrín Redoxón Leche Nido Grande Leche Nido Grande Leche Nido Grande Ampolletas Foi-Ber Socitrol B Ampolleta B 112-F Magnopyrol Dicristicina Magnopyrol Ospidiazol Benepen V-400 Fórmula S/n
$ 41.00 $ 2.50 $ 27.20 $ 3.60 $ 28.75 $ 10.05 $ 41.00 $ 41.00 $ 41.00 $ 39.60 $ 2.40 $ 84.00 $ 5.40 $ 4.70 $ 7.20 $ 10.50 $ 24.00 $ 3.00
El apellido “Ganzo” es respetado en su contexto original de sintaxis.
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2 Amp. 1 Amp. 1 Frasco. 1 Frasco. 2 Amp. 1 Amp. 1 Frasco. 10 Sobres. 2 Amp. 1 Caja. 1 Frasco 4 Amp. 1 Frasco 2 Frascos. 1 Equip.. 1 Litro. 4 Frascos. 1 Caja. 3 Amp. 1 Frasco. 1 Frasco. 1 Caja 1 Frasco 1 Frasco 6 Amp. 1 Frasco. 3 Amp. 1 Frasco. 1 Frasco. 1 Frasco. 2 1 Amp. 1 Frasco. 1 Amp. 1 Litro. 1 Caja.
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Benepén V-400 Benepén V-400 Jarabe Codofán Jarabe Codofán Benepén V-400 Fórmula #7513 Caps. Multibersol Magnopyrol Cloromisan Sobres Boracina Pasta Grande de Terramicina Penprocilina Yodex Salicisto Bristaciclina Venópac Suero Glucosado Amp. Piolina Anaroxil Novocaina Amp. Umesa B. Fuerte Guantes Sedivac Amp. Neomelubrina Susp. Alphosil Cápsulas Gavral Sayavit A. Jarabe Codofán Piolina Jarabe Cetina Amp. Trisulkan Jarabe Codofán Supositorios Amigdobis Adulto Hidropat Complejo B Vino Buco-Hepato Fólico Conbevita 10 cc Alcohol Amp. Multibersol
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$ 24.00 $ 24.00 $ 5.80 $ 5.80 $ 24.00 $ 5.00 $ 43.50 $ 18.00 $ 46.50 $ 37.05 $ 13.25 $ 11.40 $ 4.50 $ 24.30 $ 9.60 $ 9.60 $ 9.60 $ 28.80 $ 1.80 $ 13.80 $ 3.10 $ 18.60 $ 28.80 $ 25.60 $ 11.05 $ 5.80 $ 8.55 $ 23.05 $ 8.30 $ 5.80 $ 7.75 $ 16.80 $ 15.55 $ 19.20 $ 12.00 $ 34.50
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2 Amp. 2 2 Amp. 1 Frasco. 1 Caja. 1 Frasco. 1 Frasco. 1 Caja. 2 1 Frasco. 3 Amp. 1 Frasco. 1 Frasco. 1 Caja. 1 Frasco. 1 Tubo. 1 Tubo. 1 Frasco. 4 Pastillas 4 Pastillas 1 Frasco. 2 Amp. 1 Amp.
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Terramicina Supositorios Amigdobis Adulto Focedoco Pastillas Artano Amp. Hapatrol Perlas Puravit Tabletas Puravit Cardiosedín Supositorios Amigdobis Adulto Susp. Ledermicina Soladek Píldoras Wits Intracto Castaño de Indias Hepato Carnina Perlas Acon Tirodiazina Dosenex Crema Dosenex Polvo Terramicina Desenfriol Colantyl Susp. Penelgín Adultos Fórmula #7536
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$ 19.00 $ 7.75 $ 66.00 $ 27.25 $ 39.00 $ 36.00 $ 20.25 $ 8.00 $ 7.75 $ 30.60 $ 36.60 $ 3.55 $ 10.50 $ 15.25 $ 41.60 $ 6.20 $ 11.40 $ 2.00 $ 2.00 $ 2.00 $ 16.50 $ 19.20 $ 5.00
______________________ Suma………………………:. $1,503.60 Descuento 10%………….…. $ 150.00 Suma Total…………………. $1,353.2472 Uno de los problemas del Alcaide, tiempo después de tomar la administración de la prisión, fue su eterno lidiar con el control de reos que padecían de sus facultades mentales y que eran arrestados por infringir los 72
Reg. Hacienda. FVI-611110. Lista de compras de medicamentos. Tesorería Municipal. 27 de noviembre de 1962. Fondo Justicia, caja 22, sin número de expediente, 59fs. 1961-1962. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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reglamentos de la Policía de la ciudad como eran los pleitos y escándalos en la vía pública; muchos de ellos eran personas vagabundas y alcohólicas. Ante tales asuntos, Eduardo Ganzo solicitaba persistentemente la ayuda al Ayuntamiento alegando que las instalaciones del penal no eran aptas para mantener a individuos con deficiencias mentales y mucho menos que se relacionaran y mezclaran con la población general de reos por considerarlo peligroso para la seguridad física y el buen orden: “El arrestado Jaime Gamboa, en virtud de encontrase afectado de sus facultades mentales ha sido necesario encerrarlo en el “calabozo” desde el día que lo trajeron, porque se quitó la ropa y se puso a pegar de gritos en el patio y por la noche no dejaba dormir a sus compañeros de galera, pues les quería pegar con un pedazo de madera; durante el tiempo que ha estado en el calabozo, no ha querido comer y se pasa todo el día y la noche pegando gritos y sacudiendo las rejas, además no es posible encerrar a nadie más con él, por el peligro de que vaya a ocasionar una desgracia”.73
Algunos de los internos, como aquellos con delitos menores, trabajaban en la llamada “talacha” en la cuadra de la guarnición del penal o el Alcaide los enviaba a la residencia del Gobernador en turno, Gral. José Ortiz Ávila, a trabajar en la limpieza de los patios, adonde eran entregados en custodia a los escoltas de Seguridad del Gobernador. Cabe recalcar que muchos de estos presos que laboraban en el domicilio del Gobernador se escapaban ante la falta de vigilancia que tenían por los escoltas. El Ayuntamiento de Campeche erogaba los gastos mensuales del personal que laboraba en el penal: el conserje ganaba $150.00, la registradora o celadora $100.00, el panadero $60.00, el cocinero y ayudante $60.00, 2 canasteros $60.00 y el corneta de órdenes $20.00. Para las tareas administrativas se contaba con una máquina de escribir marca “Underwood Standard”, modelo 11. Ésta funcionaba con su teclado de pasta y rodillos alimentadores de gomas y funda doble. 73
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Oficio Núm. 692. Exp. 12/64. Solicitud del traslado o libertad del arrestado Jaime Gamboa. 25 de noviembre de 1964. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General, año de 1962, 1963, 1964. Fondo Justicia, caja 26, sin número de expediente, 30fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Para el 11 de octubre de 1964 el Alcaide Ganzo custodiaba una población de 134 reclusos erogando $247.00 pesos diarios por gastos de alimentación de los internos. Aquella fecha fue el día en que el muy famoso y conocido reo, sentenciado a 21 años de prisión por el homicidio del comerciante Prisciliano Chuc y asesinado de 13 trece puñaladas, encargado de golpear a reclusos, inmiscuido en fugas, robos, tráfico de marihuana, escándalos y un sinfín de actividades ilícitas cometidas en el penal, Donaciano Cruz Aké logró su libertad junto con otros compañeros como Juan de Dios Pacheco, Alberto Tek Aké, Florencio Tek, Dámaso Silva, Juan Velázquez y Rubén Reyes.74 Donaciano fue un personaje que marcó toda una vida delictiva dentro y fuera de la prisión, se convirtió en un reo muy temido por sus compañeros y de suma peligrosidad. Ingresó al penal el 13 de octubre de 1943 por orden del Jefe de la Policía Judicial y a disposición del Juez 2º del Ramo Penal como presunto responsable de varios hechos delictivos. De 24 años de edad, soltero, de oficio terracero, originario de Campeche, Campeche, hijo de Donaciano Cruz y Guadalupe Aké, el 4 de septiembre de 1944 se fugó de la cárcel siendo reaprendido el día 10 del mismo mes, quedando el 2 de noviembre formalmente preso.75 La vida de Donaciano continúo en acciones delictivas después de su salida de la prisión en 1964, ya que el 10 de octubre de 1966 ingresó de nueva cuenta a los calabozos del penal. Para 1968 y con 53 años de edad, aún se mantenía preso pero con una conducta y actitud mucho mejor en la administración del Alcaide Abel Santa Cruz Menchaca: “Donaciano fue una gente que estaba aquí como oficinista, hubo que darle cierta atención especial ya que querían asesinarlo gente de afuera, era inteligente podía darle ciertas cosas de tipo administrativo, me ayudó en cuestión de papeles, de alimentos, participaba en cuestiones de provisiones y en ver lo que necesitaba cada uno”.76 74
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Oficio Núm. 615. Exp. 2/64. Solicitud de boletas. 12 de octubre de 1964. Ref. “C”-III-03. Cárcel Pública. Partes Diarios, mes de septiembre y octubre. Fondo Justicia, caja 26, sin número de expediente, 349fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Libro de registro de procesados que se encuentran en la Cárcel Pública de la Ciudad de Campeche. 1943. Fondo Justicia, caja 21, sin número de expediente, 96fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Abel Santa Cruz Menchaca, ex Alcaide de la Cárcel Pública de Campeche. Entrevista
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Para 1968 el problema de las enfermedades de los presos y la falta de medicamentos empezaban a hacer estragos en la población de internos y en el régimen del Alcaide Eduardo Ganzo, condiciones que llevaron a los reclusos a enviar una notificación al Gobernador del Estado Gral. José Ortiz Ávila, del estado del penal y sus ocupantes, en donde se manifestaba la falta de medicinas para aliviar la más pequeña enfermedad, en cuyos casos veían morir a sus compañeros por falta de atención y se propagaba la intranquilidad ya que especulaban que en cualquier momento les podía tocar a algunos de ellos. El oficio enviado el 3 de septiembre de 1965 y firmado por 134 presos, informaba que se debería de atenderse el aspecto de la higiene, salubridad, educación y alimentación adecuada bajo el control de facultativos y técnicos para lograr los propósitos de rehabilitación de los reclusos. Véase anexo 3. Los acontecimientos de la falta de atención al interior del penal no lograba disminuir los intereses de los reos hacia las fiestas. El 24 de abril de 1966, a través del Comité de festejos de la cárcel y conformado por internos, nombraron a esa fecha como “día del preso”, razón por la cual sus miembros organizaron una celebración en el penal con invitación al Gobernador del Estado. Dos años tardó el Alcaide Eduardo Ganzo para conseguir que el Ayuntamiento situase su interés en la Cárcel Pública. El 20 de abril de 1967 Ángel Aguilar Gómez, séptimo Regidor Suplente del H. Ayuntamiento, realizó un inventario de los bienes muebles del edificio que albergaba la prisión pormenorizando las carencias de cada departamento para exponer las mejoras de las mismas ante el Cabildo: “Entrada: pozo, dos horcones y 1 carrillo. TUBERÍA Potable: una llave. 1a. Galera: 1 TAMBOR, 1 foco, 3 escobas, 2 LATAS QUINTALERAS, 1 CEPILLO PISO, FAB Y DESINFECTANTE. Nota: la galera se limpia cada mes-lavado. 2da. Galera: 1 TAMBOR, 3 ESCOBAS, 1 cepillo, 1 tabla para un tinajero con medida de 1 metro de largo x ½ metro de ancho, 2 latas quintaleras, jabón y desinfectante. 3o. BAÑOS: son 4 Regaderas: de las cuales 1 nada más sirve. La tubería no es la única. 4o. COCINA: una cuchara grande para caldo. Una olla mediana y dos latas quintaleras. personal, 6 diciembre de 2010.
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5o. INODOROS: consta de 8 VACINES, de las cuales una llave no sirve. 6o. LAVADEROS: son tres la bateas donde lavan ropa de las cuales dos no sirven, fuesen que sean más las bateas porque son como 200 presos donde lavan sus ropas. 7o. La tubería del agua para el lavado de la ropa son dos de las cuales una está a la derecha y una a la izquierda, la de la derecha está destruida, favor de repararla. 8o. Horno de pan: las paredes están malas y el piso tiene muchos hoyos, urge bloques refractarios. 9o. Enfermería: no tiene los medicamentos de primeros auxilios como alcohol, yodo, mejórales, esparadrapo y paños. También necesita que le reparen una parrilla eléctrica donde hierben las agujas su desinfección o en su defecto comprarles una nueva que vale de $40 a $60.00. 10o. El médico de la enfermería, dicen que cuando menos dé una visita cada 8 días para ver cómo se encuentran, pues dicen que cada mes casi se aparece, y cuando lo llaman porque urge su presencia se molesta. Es necesario que de vez en cuando haga sus visitas” [Sic].77 Véase anexo 4.
Algunas mejoras empezaron a llegar. Se enviaron 12 focos de 100 watts, para corregir el alumbrado interior, 12 escobas de raíz, 8 cubos del número 16, 15 brazas de cabo de ½ pulgada para sacar agua del pozo y del aljibe, jeringas de 5 y 10 cm cúbicos, agujas hipodérmicas, detergentes, jergas, insecticidas, 1500 hojas tamaño carta copias, 500 hojas de papel carta original y se mandó a limpiar el sumidero de los baños.78 Todos aquellos materiales de limpieza se compraban en la tienda el “Jarrito”, ubicada actualmente en la calle 8 entre 59 y 61 del Centro Histórico y el material de oficina en la imprenta y papelería “Amaya”. Una de las necesidades que siguieron demandándose y de vital importancia que posteriormente fue cubierta, eran los medios tambos 77
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Inventario de la Cárcel Pública. 20 abril de 1967. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General, año de 1965,1966. Fondo Justicia, caja 27, sin número de expediente, 62fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficios Núm. 237, 265, 348, 504, 518. Exp. 1031 y 1033. Mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre de 1967. Ref. “C”-III-03. Cárcel Pública. Partes Diarios. Fondo Justicia, cajas 33 y 34, sin número de expedientes, 629fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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para el uso de las galeras, ya que como se carecía de servicios de baño por las noches los reos efectuaban sus necesidades fisiológicas en latas y en el piso resultando antihigiénico y fuera de cualquier reglamento. Para finales de diciembre de 1967, Eduardo Ganzo Sánchez dejó de ser Alcaide de la Cárcel de Campeche. El 2 de enero de 1968 la administración del penal recaía ahora en manos del ex oficial del Ejército Mexicano Abel Santa Cruz Menchaca, nacido el 7 de septiembre de 1936 e hijo del General Militar Abel Santa Cruz Malagón, quien fuera fundador del Cuerpo de Guardias Presidenciales en el Gobierno del Lic. Manuel Ávila Camacho y Director de la Policía de Campeche durante el Gobierno Estatal del Lic. Carlos Sansores Pérez (1967-1973) con Diplomado de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra. Desde sus primeros días como Alcaide, Abel Santa Cruz Menchaca se hizo apoyar con la población de internos para auxiliarse en las tareas administrativas del penal como la lista diaria de presos y oficios que enviaba al Ayuntamiento. Para tal empresa contó con la ayuda del reo Mario Heredia quien fungió como su ayudante. Reubicó en un área apartada de la población general de internos a todos los infractores menores de edad con el fin de evitar repetir los intentos de abusos sexuales contra ellos. Los individuos que ingresaban al penal arrestados los ubicaba en otras áreas: “Ellos andaban acá en un lugar, diríamos no en contacto directo con los demás, en el patio se movían y en los pasillos, tenía yo ciertas atenciones para gentes que no estaban sentenciadas, tenían solo faltas administrativas, faltas leves”.79 Para una mejor administración y manejo de la prisión, Menchaca contó con el importante apoyo del Comandante de la Zona Militar de esa época, el General de División Diplomado del Estado Mayor Felipe Astorra Ochoa, un hombre muy allegado a su padre, el General Santa Cruz Malagón, que le facilitó todos los elementos militares para llevar las riendas de la prisión: “Las cosas se fueron dando de tal manera que llegó un momento en que yo ya había demostrado lo que podía hacer y todo eso, pero también estaba limitado, yo no ganaba aquí, yo todo lo 79
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Abel Santa Cruz Menchaca, ex Alcaide la Cárcel Pública de Campeche. Entrevista personal, 6 diciembre de 2010. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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gastaba aquí, no tenía necesidades, era hijo de papá, era de familia. Al llegar a la alcaldía encontré cosas, era entendible no había recursos, la cuestión de salud era deficiente, el asunto del orden interno, el problema del hacinamiento que se daba, todo era una mescolanza, eso me obligó a buscar la participación de los mismos internos para que en beneficio de ellos pues, viviesen en mejores condiciones.”80 Las mejoras al inmueble del penal no generaron altos gastos al Ayuntamiento de Campeche, como había sucedido con las administraciones anteriores, durante el mandato de Menchaca: “La máxima cantidad única fueron ocho mil pesos para material, cemento y cuestiones así, el resto y todo debo decir que ahí la sociedad ayudó, porque cuando uno toca las puertas que debe, la que ayuda, aporta. Recuerdo por ejemplo al Negro Sánchez, el licenciado Sánchez, él tenía sus mosaicos y todo. Los primeros mosaicos para cambiar aquí todo lo necesario él los donó”.81 La persona que preparaba e instruía a los internos para hacer los alimentos en la cárcel era un Capitán de Intendencia del Ejército, cuyo objetivo era sacar las mejores provisiones y lo más barato posible de acuerdo con el dinero que remitía el Ayuntamiento por concepto de alimentación que consistía en $3.00 pesos para los reos del orden federal, $2.00 pesos para los del orden común y $ 1.00 peso para los arrestados: “Se logró darles de comer en volumen y todo. Los internos hacían sus comidas, se creó el servicio de alimentación entre ellos, panadería y tortillería para abaratar los gastos, al grado tal de que yo comía lo mismo que consumían los presos para demostrar que eran alimentos de calidad, de lo mejor que se podía hacer con aquellos centavos. Para la alimentación de los reclusos se producía en la panadería un pan de 200 gramos blanco cuadrado conocido como tranca, bastaba con uno y quedabas más que satisfecho. En el desayuno se tenía una pieza de éste acompañado con algún potaje, podía ser de lentejas con alguna otra cosa. A veces había avena, atole y café donde se les podía dar más de una taza de ello junto con su pan. Para la comida se elaboraba una sopa aguada o seca, un guisado, frijoles, ocho tortillas y aguas frescas de diferentes sabores. Para la cena, algo ligero como café, atole y pan. Algunos presos 80 81
Ídem. Ídem.
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comían en las galeras donde después lavaban sus platos. El desayuno se servía a las ocho de la mañana, la comida a la una y media de la tarde y la cena a las seis de la tarde.”82 A la prisión llegaban personajes de la sociedad campechana para visitar a algunos reos, al Alcaide Menchaca o a comprar hamacas y otras artesanías: “Recuerdo con mucho afecto al Licenciado Ovidio Cárdenas. También nos hizo el favor de acompañarnos un joven poeta, el señor Brígido Arredondo y otras muchas gentes que pasaron conmigo los momentos de satisfacción y esfuerzo que en conjunto habíamos logrado al final. Era un gusto ver que llegaban al penal familiares y damas, que se les permitían que tuviesen acceso porque no había un interno que les faltase el respeto.”83 Una de las situaciones que ayudó mucho al Alcaide Abel Menchaca en el manejo de la administración del penal y en los cambios que realizó dentro del mismo, fue que los internos le proporcionaron todo lo necesario para que estuviera alerta ante cualquier sublevación o fuga. Cabe hacer mención que durante el tiempo que estuvo como Alcaide sólo se dio un intento de fuga el 21 de abril de 1968: “El día 21 de los corrientes, siendo aproximadamente las 17:30 horas, cuando el arrestado Miguel Abreu Juárez estaba haciendo el aseo en el local que ocupa el Pelotón de Militares Enc. de la Guardia de este Penal, trató de fugarse el arrestado antes citado, no consiguiéndolo por rápida intervención de la misma Guardia que después de haber disparado un tiro al aire para amedrentarlo y luego corretearlo, lo detuvo en la puerta del predio de la señora Neri Villalobos.”[Sic].84
Una de las anécdotas más recordadas de Abel Santa Cruz Menchaca durante su estancia como Alcaide fue la que tuvo situación con un preso de oficio panadero: “Aquel panadero en un momento de cuestión sentimental, no era agresivo y su delito no era una cosa muy seria, se le 82 83 84
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Ídem. Ídem. Oficio Núm. 239. Exp. 1/68. Cárcel Pública. Relacionado con el arrestado Miguel Abreu Juárez, 22 abril de1968. Fondo Justicia, caja 35, sin número de expedientes, 481fs. 1968-1969. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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ocurrió irse a Mérida a buscar a alguien porque él había desilusionado. En una parte indebidamente había faltado a la conciencia de haber tomado dos cervezas y se le hizo fácil ir a buscar a su pareja, pero cuando se le acabó el dinero y regresó, sentí la satisfacción más grande, cuando que yo ya estaba más que preocupado, sabía que había cometido un exceso de confianza y que iba a pagar las consecuencias, con todo y mi padre, ya que él era muy severo en sus cosas, muy amable y humano, pero no le gustaban las cosas fuera de la ley. Sentí la satisfacción cuando estando yo merendando, a la entrada de Campeche había una caseta de policía y había un teléfono, me llamó aquel reo que se había ido y me dijo: su señoría ¿qué hago? estoy llegando, perdóneme, ¿me voy caminando de aquí al penal o qué hago?, le contesté: ¡Espérame ahí, voy por ti! A esa hora eran como las nueve y media de la mañana. De regreso pedí hablar con todos los internos para que se informaran de lo que había hecho su compañero. Era una cosa que había traicionado la confianza, no solamente la mía sino de todos los demás, ya que que ponía en riesgo las nuevas medidas que estábamos tomando más humanas. Los presos lo aceptaron y dijeron: ¡pues aceptamos lo que dice su señoría, pero un baño no se lo quita a nadie! Y lo tiraron a la pileta”.85 En cuanto a reformas y actividades deportivas, Menchaca contó con el apoyo de la gente allegada a él. Implantó nuevas actividades como las que se estaban dando en los penales de la ciudad de México para 1968, sacando material para aplicarlo de acuerdo a los recursos económicos en beneficio de los internos, como voleibol y básquetbol. Deportes que continuaron practicándose hasta los últimos días de existencia del viejo edificio de la cárcel. (Fig. 4).
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Abel Santa Cruz Menchaca, ex Alcaide la Cárcel Pública de Campeche. Entrevista personal, 6 diciembre de 2010.
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Figura 4. Actividades deportivas en el penal. FUENTE: Tribuna. 29 de marzo de 1983.
El Alcaide, en punto de las siete de la noche, daba la orden de pasar lista a todos los internos en el patio central del inmueble o en las galeras. Durante el transcurso del día algunos presos trabajaban urdiendo hamacas o en la carpintería, siendo ellos mismos quienes compraban sus materias primas a los proveedores y vendían sus productos a través de sus familiares en la calle o en el penal. Los días de visita eran los jueves y domingos donde los reclusos convivían con sus familiares en el patio o galeras. Al interior de estas últimas existía un área para las visitas conyugales una especie de sabana que se instalaba al final de la galera con una hamaca, siendo los mismos reos quienes se encargaban de controlar las entradas a este espacio. Ellos ponían sus tiempos, el turno variaba entre 15 a 20 minutos para sus relaciones sexuales. Cuando era día de visita, si algún interno se excedía u ofendía a algún familiar de otro preso era castigado en una celda de aislamiento, muy diferente a la bartolina donde se tenía letrina, agua y comida. Durante la gestión de don Abel en la prisión se suprimió el castigo en la celda conocida como la “bartolina”, lugar de punición de metro y medio de espacio, tapiada con una pequeña puerta y sin ventanas, donde 82 /
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la comida para el interno era introducida por un pequeño orificio y no existía letrina, razón por la cual defecaban y orinaban en la misma área. Lugar en donde se podía pasar encerrado días o meses dependiendo del grado de sanción impuesta. Abel Santa Cruz Menchaca permaneció 155 días como Alcaide de la Cárcel Pública de Campeche, del 2 de enero al 6 de junio de 1968, dejando un total de 161 internos en las galeras y calabozos. A sus 29 años adquirió una nueva encomienda de parte del Gobernador del Estado, Lic. Carlos Sansores Pérez, que lo llevó a trabajar a la Dirección de Gobernación. Oficial militar retirado y trabajador asiduo por Campeche, siguió el transcurrir de su vida con aquella frase de su señor padre que marcó su existencia y con certeza la mía también: “Da a todos por buenos, pero de vez en cuando cerciórate de que no te equivocaste”. El 7 de junio de 1968, Luis Adolfo Vera Pérez era el nuevo Alcaide de la prisión de Campeche. Durante sus más de seis meses en el cargo continuó trabajando en las mejoras del inmueble y por lograr una alta calidad de vida para los internos como alimentación, educación y actividades deportivas. Ante la labores del Alcaide el H. Ayuntamiento estableció elevar a $2.00 pesos por igual a todos los reos para su alimentación. Los trabajos de carpintería y el urdido de hamacas continuaron como un sustento económico a los reclusos para ayudar a sus familias. Vera Pérez dejó la alcaidía el 27 de diciembre de 1970. Un día después los internos ya contaban con un nuevo encargado de su custodia, don Faustino Escamilla Amábilis quien retornaba a la vida pública y se convertía en el único personaje que logró ejercer dos periodos como Alcaide dentro de toda la historia de la antigua cárcel de Campeche. Hombre con gran experiencia en el manejo del penal, sabía cómo mantener el control de los reos y de los trabajos dentro del mismo. La vida al interior del presidio era difícil y triste según expresa don Nico86 quien vivió 9 meses como interno por el delito de fraude, de mayo de 1974 a febrero de 1975, al cual nunca se le probó su culpabilidad y fue exonerado tiempo después. 86
Cabe mencionar que el nombre verdadero del informante fue cambiado a petición del mismo por asuntos personales.
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Don Nico fue un reo de la galera 1, lo que hoy en día es el Departamento de Documentos Históricos del Archivo Municipal de Campeche, (Fig. 5): “El jefe de la galera era don Jesús “Chucho” Sánchez, un preso nombrado por el Alcaide y era quien le rascaba los huevos a don Faustino. En la galera dos el jefe era un chiapaneco o un tabasqueño, no recuerdo bien. Yo no vine por el caso de homicidio ni nada de eso, sino por una simple jugada de un cuatro que me hicieron”.87
Figura 5. Departamento de Documentos Históricos del Archivo Municipal de Campeche. Antigua Galera 1. Foto: Arón Durán.
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Don Nico, entrevista personal, 2 de diciembre de 2010. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Nico trabajaba como empleado en un banco antes de ingresar al penal logrando instruirse en tareas administrativas y en el manejo de oficina. Tiempo después de su ingreso a la cárcel consiguió convertirse en ayudante del Alcaide Faustino Escamilla, esto con la ayuda de algunos celadores y compañeros de galera que lo recomendaron para ocupar el puesto por lo que pasó un periodo durmiendo en una de las camas de la enfermería que se localizaba junto a la oficina de la alcaidía. Le tocó vivir la navidad de 1974 detrás de las rejas de la prisión: “Tenía yo aquí cuates, porque dice bien aquel dicho que en la cárcel y en la cama se conocen los amigos. Entre los celadores y platicando con todos los compañeros acordamos que festejáramos la navidad, entonces hablé con don Faustino y nos dijo que si nos íbamos a comportar como la gente que adelante que no había problema. Nos trajeron una lona y un templete aquí en el patio. Aquí la pasamos y vino mi esposa. El Alcaide puso una parte para la fiesta y nosotros conseguimos otra, no hubo alcohol pura comida y refrescos, junto al pozo se puso la lona y ahí el conjunto de música, hasta que don Faustino señaló: ¡Se acabó la fiesta señores! Los mismos celadores tenían instrucciones de que a las tres de la mañana debería de terminar. Los familiares que eran de la ciudad se fueron y los que no, se quedaron a dormir, en mi caso yo dormí con mi esposa en la enfermería junto con tres parejas más”.88 (Fig. 6-7-8). Don Faustino contaba con militares que le ayudaban a mantener el buen orden y custodia de los presos. El número de guardias llegaban a ser hasta doce elementos por turno y eran los encargados de vigilar, desde las azoteas y garitones que se encontraban en las esquinas de los techos de la prisión, a toda la población de reclusos. Estos grupos de militares tenían su dormitorio en un área a la entrada al penal por donde contaban con una escalera para su acceso a los techos, área que hoy en día es el espacio de Concentración “A” del Archivo Municipal de Campeche. Para 1975, los policías simplemente realizaban la tarea de llevar hasta las puertas de la alcaidía a los detenidos, y en algunos casos asistían al penal cuando faltaba algún elemento militar de guardia para ocupar su lugar, situación que fue cambiando con el paso de los años.
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Figura 6. Bailes de navidad en el penal. FOTOS: Familia Briceño.
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Figura 8.
Quien conseguía tener dinero, ya sea trabajando en el urdido de hamacas y carpintería podía realizar alguna compra en la llamada tiendita del penal que se situaba en la galera 2, siendo el propio jefe de galera o algún ayudante los encargados de comprar y vender dulces, paletas, café, galletas, chicles, cigarros y en ciertos casos hasta se podía vender alguna porción de comida. Durante el transcurso de la noche los reos hacían sus necesidades en un pequeño baño que se encontraba dentro de las galeras: “Desgraciadamente muchas veces el Alcaide no permitía que te levantaras a orinar a media noche, el celador tenía miedo de que la misma gente que era mala te hiciera algo y si te levantabas tenías que andar ojo al chícharo. Había bañito, pero si te iban a castigar por ir al baño mejor te aguantabas las ganas hasta el otro día a las seis de la mañana. Todo mundo corría a los baños generales a esa hora”.89 Don Nico tomaba el desayuno con sus compañeros a las ocho de la mañana, el almuerzo a la una del día y la cena a las cinco de la 89
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tarde: “En el desayuno y la cena sólo era un atole con unos bolillos, en el almuerzo un agua de frijol con puerco, un agua de puchero o lentejas, la mayoría de las veces todo aquello era pura retacería que conseguían en el mercado y que regalaban los carniceros, y cinco tortillas ya que el pan que se hacía aquí era para vender ahí afuera en una vivienda que estaba a tres casas de la entrada del penal, ahí estaba el expendio y si querías comer pan tenías que comprarlo. A la hora de la comida nos gritaban ¡esos que comennnn! y todo mundo a correr a formarse a la fila, salía el ayudante de cocina y te daba tu porción, si no tenías en qué ponerlo te fregabas, por eso había que tener un plato y un vaso siempre listo”.90 Cuando llegaba el momento del pase de lista de internos era todo un asunto serio: “A las seis de la tarde se pasaba lista, todos andaban en el patio, salía el ayudante del Alcaide y gritaba con una voz potente ¡a formarrrr!, al momento abandonabas lo que estabas haciendo y corrías a formarte, era todo rápido ya que si en un lapso de dos o tres minutos no se estaba se le castigaba. El celador contaba cuántos éramos y si faltaba uno o dos reos entonces se contaban por nombres y apellidos. Entrando el último preso a la galera se le ponía candado a la reja y ya no había salida para nadie hasta el otro día. El que no tenía hamaca dormía en el suelo. La galera uno estaba dividida por unos arcos, junto a uno de ellos dormía don Chucho Sánchez el jefe de galera y celador, ahí tenía él su televisor y sus cosillas”.91 En la administración de Faustino Escamilla las fugas de internos continuaron dándose ante las condiciones de vida dentro del penal: “Sí, lo recuerdo bien, era un chilango, fue ahí en el patio de atrás en donde jugábamos básquet, el muchacho todos los días se sentaba tempranito y hacía como una especie de yoga, se hacía como una hora u hora y media de frente a la pared, muy callado, casi no platicaba con nadie, a veces lo invitábamos a jugar y nunca quería, se la pasaba ahí su tiempo y pues nada más le estaba planeando como le iba hacer, la cuestión es que sí lo logró porque un día brincó la pared y cuando los soldados se dieron cuenta ya estaba ahí afuera, nunca lo agarraron”.92 90 91 92
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En el transcurso de la noche cuando era llevado algún detenido a la cárcel por la policía el Comandante de Guardia y el ayudante del Alcaide eran los encargados de recibirlo, acto seguido, se le ingresaba en cualquier galera hasta el día siguiente cuando aparecía don Faustino quien retomaba el caso y realizaba todos los procedimientos legales para la custodia del nuevo interno. Principalmente los pleitos entre los reclusos eran por asuntos de drogas, aquellos drogadictos que se peleaban por consumir pequeños carrufos de marihuana. Los reos menores de edad, los de entre 15 a 17 años, trabajaban en la producción de sogas de henequén que se elaboraban en los talleres como una nueva reforma del Alcaide para mantenerlos ocupados, evitar más fugas y que obtuviesen algún ingreso económico. En las galeras cada interno poseía un pequeño espacio donde colgaba su hamaca y no invadía otra área porque era motivo de pleito. Nada de valor podían tener ya que se lo robaban entre ellos mismos. A don Nico, era su hermana quien le lavaba su ropa y cada sábado llegaba al penal a dejarle vestiduras limpias para toda la semana. Aquellos presos que no tenían familiares lavaban sus indumentarias en los lavaderos del patio trasero y otros se autoempleaban lavando ropas ajenas de internos con la finalidad de obtener un poco de dinero. A pesar de las provisiones que le suministraban a don Nico en la cárcel su familia le traía los domingos, o diario cuando se podía entre doce y una del día, un poco de comida. Desde la reja de la entrada lo llamaban para darle la bolsa con alimentos y él entregaba los trastes del día anterior a su sobrina. Cuando ingresaba a su galera sus compañeros se le aproximaban para que los invitara: “Aquí conocí a una persona que fue muy mi amigo y compañero de celda. Cuando yo salí libre él se quedó un año más, fue con el que más me identifiqué en su pensar, en todo, muy inteligente el hombre. Después de veinte y cinco años de que abandonamos la cárcel y de no vernos, un día me contactó y tuve la gran sorpresa de ver que se había convertido en un gran hombre de negocios y que vivía en la ciudad de México. Siempre que viene a Campeche me visita y cuando pasamos por aquí del inmueble del viejo penal le digo: ¡mira ahí está el instituto! y siempre me contesta ¡si cabrón!, qué tiempos verdad? y empezamos a recordar a todos los cuates de la galera. En
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la cárcel es donde se conoce a la gente y sus sentimientos. Un día fui a México a conocer la casa y negocios de mi amigo, habíamos salido a comer y a tomar las copas y nunca me dejó pagar un quinto, entonces le pregunté: ¡oye yo me siento mal, caray tú estas pague y pague y no me dejas pagar! y me contestó algo que me llenó el corazón de alegría y a la vez me sentí con unas ganas terribles de llorar, me dijo: ¡mira Nico! me acuerdo que hace veinticinco años yo no tenía nada, absolutamente nada, tú tenías poco y lo compartiste conmigo, es más tú te lo quitabas para dármelo a mí, para mí significó mucho, ahorita yo lo tengo y quiero compartirlo contigo”.93 A los 28 años de edad, don Nico ingresó al penal a una vida difícil en donde todos los días vivía una misma rutina: “Un día cualquiera en la galera uno, don Chucho Sánchez era de dar dos palmadas desde muy temprano y tenías que estar atento a ello, ¡andando, para arriba todos! nos gritaba; tenías que descolgar tu hamaca y si te quedabas dormido ya estabas castigado con lavar los baños de la galera o pagabas multa de dos o tres pesos. Se comenzaba a barrer desde la primera hamaca, ahí venía la escoba, barrías tu lugarcito y luego se la dabas al otro compañero, así se iba hasta sacar toda la basura. Tenía que estar la galera limpiecita. Don Chucho, el celador y jefe, era muy minucioso e inspeccionaba todo y si no le gustaba cómo quedaba o si alguien dejaba mal colgada la hamaca hacía que lo corrigiera. Se abría la reja de la galera y todos a los baños o a donde sea, luego el desayuno y después irse a los talleres. A mí me gustó mucho la carpintería y pasaba el tiempo ahí hasta las doce o una de la tarde para esperar el llamado de la comida o de mi familiar que me la traía. Los que tejían hamacas se quedaban en el patio trabajando hasta las cuatro o cinco de la tarde, hora que recogían todo para bañarse, cenar, ir al pase de lista y a meterse a su galera. Ya ahí adentro podrías estar platicando hasta las ocho de la noche y si tenías dinero podrías comprarte un café, un chocolate o unas galletitas en la tiendita, porque en punto de las nueve de la noche todo mundo a dormir. No había el aquel de apagar las luces y duraban encendidas toda la santa noche. El celador nos decía que a las nueve quería silencio total, aunque no tuvieses sueño tenías que permanecer callado y si tenías algo para leer había que hacerlo muy 93
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en secreto ya que al celador no le gustaba que estuviésemos despiertos, pero él sí podía. Tenías o no sueño, tú te dormías porque así era diario la vida. Únicamente tu rutina del día cambiaba en los días de visita. Era terrible estar aquí en la cárcel, sobre todo cuando no se tenía a nadie que viera por uno, o si lo tenías, dándote una palabra de aliento que ya irás a salir y que no te preocuparas, eso te mantenía vivo, fuerte, activo y hacía que no calleras en la depresión o en las drogas para tratar de olvidar”.94 Para 1974 el caso de algunos arrestados que padecían de sus facultades mentales continuaban dándose en el penal, encerrados algunas veces por sus familiares o por cometer faltas menores como embriaguez, escándalos en la vía pública y faltas al Reglamento de Policía, entre otros: “Había uno grandote y tenía un nombre medio turco, un tal Moshé lo llamaban. Todo el día estaba ahí en el patio con un radio a veces ni comía y casi no hablaba. En una ocasión él se quedó en su lugar, se quedó estático, cerró los ojos y ya nunca los volvió abrir, había fallecido así de la nada. Vi cuando se llevaron su cuerpo al Hospital Manuel Campos”.95 En la prisión que administraba Faustino Escamilla no existía un médico de planta para atender a los reclusos, éste venía solamente una vez a la semana a revisión. En la enfermería sólo se tenían pastillas para el dolor de cabeza y algunas para la indigestión, situación que llevaba al Alcaide, cuando un interno se enfermaba, a enviar algunos presos de confianza a comprar pastillas a la farmacia, pero éstos aprovechaban la oportunidad de adquirir algunas otras cosas para drogarse. Cuando don Faustino descubría éstas irregularidades en las compras castigaba a los culpables en la celda de aislamiento o en la celda de castigo “La Bartolina”: “Ahí la comida se la pasaban a los reos por debajo de una pequeña abertura, no había luz, no había nada, era una completa oscuridad, ahí comías, dormías y hacías tus necesidades fisiológicas, era la celda de castigo más horrorosa que había y se denigraba al hombre hasta casi convertirlo en un animal”.96 Durante el tiempo que don Nico permaneció como interno de la Cárcel Pública de Campeche, le tocó observar el ingreso de mujeres 94 95 96
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que llegaban al penal a prostituirse, una medida que había retomado el Alcaide Escamilla desde su primera administración para controlar la vida sexual de aquellos presos que no tenían esposas ni visitas conyugales: “Habían mujeres que venían y en los cuartos de ahí atrás del patio llegaban a prostituirse todo el día hasta que entraba la noche y se marchaban, era el desahogo que había para todos los reos, ¿de dónde venían? ¡quién sabe! Si querías tener un rato agradable tenías que trabajar para tener mujer, sobre todo aquellos sin familia. Los que tenían esposas poseían su espacio de tiempo en las galeras enfrente de todos para la visita conyugal, en la nuestra, en la pared de la esquina del fondo, se colgaba un alambre o una soga con una cortina de tal manera que del lado de la cortina con la pared quedaba un hamaquero para que pudieses colgar tu hamaca y si tenías necesidad de estar con tu esposa le pedías permiso al celador, obviamente don Chucho consideraba si te lo merecías, hasta eso jajajajaja, él te decía: ¡solo faltan dos o tres personas, aguanta ahorita entras! Nos turnábamos y nos daban un tiempo de quince a veinte minutos para estar con tu mujer en la conyugal”.97 Don Nico trató siempre de no meterse en problemas con nadie, seguía las reglas y órdenes del penal, cumplía con sus obligaciones y trataba de llevar la vida sin dificultades, pero un día intentaron matarlo en un pleito: “En una ocasión en el taller de carpintería estábamos como cuatro o cinco personas y había un muchacho que me estaba enseñando a trabajar muy bien los barquitos de madera, pero también había un cuate, uno gordito, al que no le caía yo bien y no sabía porqué, entonces en una ocasión entró y sin saber de qué o porqué me empezó a estar insultando y el cuate que me estaba enseñando se le quedó viendo y le dijo: ¡cálmate no! ¿qué te pasa? pero éste siguió metiéndose conmigo, yo lo que hice fue seguir trabajando y en eso me dijo: ¡es que te voy a matar! y se lanzó sobre mí con un formón,98 lo que hice fue levantarme y con el pedazo de madera que tenía me le fui encima también, los chavos se metieron y se hizo un alboroto, la cuestión es que el ofendido fui yo y a lo último el castigado fui yo, ya que el gordito se lavó las manos, dijo que yo lo había insultado y que había hablado mal de él, si yo ni en 97 98
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Ídem. Herramienta de mango con hoja cortante que sirve para ahuecar la madera. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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cuenta tenía quién carambas era, entonces por calor del chavo que me estaba enseñando lo de los barquitos, y como era jefe del tallercito de carpintería, comentó: ¡lo que sucede allá afuera es afuera! ¡y aquí adentro yo vi que te ofendieron, y por lo tanto no tienes culpa! Él fue que abogó por mí porque me iban a mandar a la “Bartolina” y la verdad sentí miedo, pero no se llegó a tanto, sólo una llamada de atención por parte de don Faustino y puse en claro que yo nunca tuve la culpa”.99 Hoy en día, a sus 64 años de edad, don Nico vive en la tranquilidad de su casa con su esposa, tiene hijos y nietos, ya retirado del ámbito laboral y dejando en el recuerdo pero marcado en su vida, aquella etapa cuando fue un preso más de la Cárcel Pública de Campeche: “Los meses que pasé encerrado me sirvieron para valorarme. La vida es una cajita de experiencias y de cada error que uno comete tiene que aprender. El tiempo ahí adentro me hizo madurar, ver la necesidad de mi familia, de mis padres y de mis hijos, verlos ir y quedarme por unos instantes solo. Muchas veces se me metía la idea de brincar la barda e irme a donde no me encontraran, pero ahora sí que la voz de mis amigos, los que aún lo son, eran los que me hacían calmar ese ánimo: ¡espérate! ¡todo va a salir bien! y afortunadamente así fue. Saliendo de la cárcel me propuse, porque no fue mi intención llegar a ello, jamás volver a caer en el mismo error, jamás. Obviamente era joven e inexperto y me jugaron un cuatro, a ellos le salió bien la jugada y a mí mal pero afortunadamente pude comprobar mi inocencia. Un licenciado me dijo que si quería podíamos ponerle una demanda a los que me culparon y que le daríamos hasta por debajo de la lengua, ¡no! le respondí, lo que quiero es olvidar, olvidar todo el tiempo que hice ahí”.100 “Tal parece que fue ayer, ahora que estoy aquí sentado en la antigua cárcel platicando contigo Aarón en la entrevista, sólo hacen falta los amigos, el laberinto de la gente, el relajo y las risas… (Por un momento se hace un silencio, a don Nico se le cortan las palabras y deja ver lagrimas por sus mejillas). A pesar de que estábamos privados de la libertad, la sociedad nos tenía confinados aquí por hechos que muchos éramos inocentes. Éramos una pequeña sociedad, los indignos, pero tratábamos 99 100
Don Nico, entrevista personal, 2 de diciembre de 2010. Ídem.
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de vivir aquí nuestras horas, días, meses y años más placenteros y felices. Jamás tuve resentimiento con la sociedad ya que el error fue mío, porque no todo en la vida es pan y dulce, hay cosas amargas que hacen mal y a mí me ocurrió, pero gracias a Dios me ha dado una experiencia grande que es la que le transmito a mis hijos y a todos aquellos que les pudiera servir de ejemplo. La cárcel es dura y difícil porque yo lo viví. Cómo me hubiese gustado haber podido componer el mundo pero ya estoy viejo. Yo no siento rencor, ni odio, simplemente la vida me dio una experiencia grande, muy grande y eso lo tengo escrito en el libro de mis recuerdos”.101 La vida en el penal continuó al mando de Faustino Escamilla Amábilis como Alcaide. En mayo de 1978, algunos reclusos ya estudiaban la primaria dentro del Sistema Nacional de Educación para Adultos del Estado y presentarían sus exámenes: “En mayo próximo 50 reclusos de esta localidad deberán presentar sus exámenes correspondientes a diversos grados de educación primaria. En la Cárcel local funciona desde hace mes y medio una unidad de difusión y asesoría de Educación para Adultos, integrada por los propios detenidos, afirmó el Lic. José Luís Moreno Marú, jefe de la Sub Unidad de Servicios Descentralizados de la Secretaría de Educación Pública, quien señaló que los reconocimientos les serán aplicados en la misma prisión por personal de la dependencia a su cargo, y previamente se les solicitarán sus datos, así como el pago de la cuota de 10 pesos por cada prueba”.102
Pero no todo eran noticias buenas para la administración del Alcaide. El 7 de junio, la Agencia del Ministerio Público Federal del Estado a cargo de la Lic. Lily Oliva Córdoba Salas, puso en marcha una exhaustiva investigación en el penal por el tráfico de drogas entre los reos, a raíz de una denuncia proporcionada a un reportero del periódico Tribuna Campeche por parte del interno Ezequiel Cervera Gómez quien explicó a detalles cómo se realizaba el comercio de enervantes
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Ídem. Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1001, domingo 26 de marzo de 1978. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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en la cárcel. Ante tal situación, el Alcaide Faustino Escamilla manifestó que el tráfico de mariguana y alcohol en el penal se había reducido considerablemente y era casi nulo, desde que se adoptó la medida de que mujeres policías revisasen a toda persona del sexo femenino que acudían a visitar a algún familiar preso. Indicaba que los reclusos involucrados en el tráfico de enervantes y alcohol eran los que se quejaban y continuaban haciéndolo, desde que se empezó a revisar a sus familiares para evitar que continuaran con las irregularidades y que no se podían aplicar castigos severos a unos dos o tres reclusos que eran los conectados en el tráfico de mariguana y alcohol, porque enseguida se quejaban ante las autoridades manifestando de que sufrían de malos tratos y de que se les encerraba días enteros en la celda de castigo llamada la bartolina.103 Tres meses después, y ante los problemas que empezaban a salir a la luz pública, don Faustino Escamilla declaraba a la prensa escrita de la ciudad, que desde hacía dos meses no se había suscitado ningún intento de fuga o brote de rebelión por parte de los 238 internos que cumplían sus condenas en el penal, que se estaba reconstruyendo la fachada interna del inmueble y renovando los sistemas de agua potable y electricidad. Expresaba que las actividades de la cárcel eran normales y tranquilas desde que meses atrás habían sido aislados los tres traficantes de drogas que agarraban al penal como su fuente de ingresos; que a los presos que demostraban buena conducta se les rebajaba, hasta en una tercera parte, su condena, haciéndoseles saber por medio de un letrero que dictaba: “Tu buena conducta acorta tu distancia” y que los que elaboraban sus productos tenían la libertad de venderlos en las calles de la ciudad por medio de sus familiares, logrando así beneficios económicos mientras purgaban sus condenas.104 Desde el inicio del Gobierno Estatal del Lic. Rafael Rodríguez Barrera (1973-1979) se trabajó en el proyecto de construcción de un Centro de Readaptación Social, tomando para tal plan terrenos ubicados en el poblado de la ex hacienda de Kobén, ubicado a 15 kilómetros 103 104
Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1074, miércoles 7 de junio de 1978. Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1171, lunes 11 de septiembre de 1978.
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del centro de la ciudad de Campeche por la Carretera Federal 180 vía Campeche-Calkiní. La primera etapa del Centro de Readaptación Social de Kobén fue inaugurado el 19 de abril de 1979 por el Presidente de la República el Lic. José López Portillo. Ante tal suceso, los encargados del Ministerio Público y cuidado de la Cárcel Pública de Campeche opinaban al respecto: “La Lic. Lily Córdoba Salas declaró que uno de los beneficios a la sociedad es que el penal ya no se ubicará en el centro de la ciudad, lo que ocasionaba serios malestares a los vecinos. No será lo mismo que la pocilga en que se encuentran los reos ahora, se les enseñará diversas actividades por medio de los talleres, además de instruirlos en la educación primaria”. “Al solicitarle su opinión con respecto a la construcción del nuevo penal, el Alcaide Faustino Escamilla Amábilis, se concretó a decir: “será un verdadero palacio para los internos”.105
Con la noticia de la construcción del nuevo penal, algunas actividades artísticas se pusieron en marcha. El 10 de mayo se llevó a cabo en los pasillos de la Cárcel Pública un festival en honor al día de las madres organizado por el Sr. Fausto Silva Damas, quién fungió como maestro de ceremonia y con la cooperación de algunos internos de la misma. (Fig. 9 y 10).
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Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1387, sábado 21 de abril de 1979 y núm. 1403, martes 8 de mayo de 1979. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Figura 9. Festival del día de las madres, presenciada por esposas de los presos y el Alcaide Faustino Escamilla. FUENTE: Tribuna. Viernes 11 de mayo de 1979.
Figura 10. Internos del penal en el festival del día de las madres. FUENTE: Tribuna. Viernes 11 de mayo de 1979. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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El festival comenzó alrededor de las diez de la mañana con las tradicionales mañanitas interpretadas por todos los presentes, siendo el joven Luis Javier Abá quien tuvo a su cargo las palabras de felicitación a las madres ahí presentes. El trío formado por Alberto Solís Balam, Román Barrientos y Tomas Cocón, interpretaron la melodía “Cariño verdad”. Manuel Miranda Pérez declamó la poesía titulada “Balada a la madre”, y posteriormente, las notas de las guitarras pulsadas por Ricardo Durán y José Narváez se dejaron escuchar para acompañar al joven Juan Jiménez, quien dedicó a todas las mamás las canciones “Cuatro velas” y “Por el amor a mi madre”. Andrés Palavicini recitó la poesía “El amor de una madre” y otro trío interpretó “Ni por mil puñados de oro”. Antonio Escamilla pronunció la poesía “Oración a la madre” y así mismo, fue presentado un número especial, con la participación de maestros del Instituto Campechano, los bailables “Campechito retrechero” y “El pichito amoroso” para luego dar paso a un grupo de jóvenes del Colegio de los Maristas que interpretaron escenas de “La batalla de Puebla”. Finalmente las festividades de ese día acabaron con un baile efectuado en el local de la prisión en donde les fueron entregadas a las madrecitas asistentes despensas donadas al Alcaide Faustino Escamilla, (Fig. 11)106 y que consistieron en 95 bolsas otorgadas por el Centro No. 52 de Educación Extra-Escolar en el Medio Urbano, la Escuela “Revolución” de Imí, la Escuela Benito Juárez de la Col. Tomás Aznar, la Escuela “Carlos Sansores Pérez”, el Sindicato del Hielo y Congeladoras, la Escuela “Ignacio Zaragoza”, la Escuela de Tikinmul, la Escuela “Ávila Camacho” y el Ejido Ruiz Cortines, quienes además de la ayuda en víveres, contribuyeron en 100 sillas, 10 cajas de refresco, sonido, 4 planchas, 4 juegos de cuchillos para cocina y una lámpara de gas butano.
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Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1406, viernes 11 de mayo de 1979. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Figura 11. El Alcaide Escamilla haciendo entrega de despensas a familiares de los internos del penal. FUENTE: Tribuna. Viernes 11 de mayo de 1979.
El edificio de la cárcel era ya muy viejo y los reos excedían su capacidad. En los días de visita el penal se sobre poblaba y no había suficiente espacio. (Fig. 12 y 13.) Los internos coexistían en un ambiente de promiscuidad en seis aglomeradas galeras, dos pequeñas tienditas y un taller de electricidad: “El Alcaide manifestó que el penal resulta demasiado reducido para alojar tantos infractores. Además de los reclusos, hay que agregar que todos los días entran y salen borrachitos, vagos y escandalosos arrestados por la policía preventiva. Durante la entrevista, acompañada por los continuos gritos del guardia de “¡entra visita! ¡sale visita! ¡a ver Pedro X… te traen de tragar!”, Escamilla Amábilis dijo que con estas personas viven, separados solamente por una reja de metal, cinco menores infractores acomodados como se puede en una pequeña galera con seis literas. En el mismo cuarto hay un baño y una pequeña mesa donde ingieren sus alimentos. Ellos caminan libremente en el pasillo que separa la alcaldía y los patios del presidio”.107 107
Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1628, viernes 21 de diciembre de 1979.
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Figura 12. Hacinamiento en los dĂas de visita de familiares a los internos del penal. FUENTE: Tribuna. Viernes 21 de diciembre de 1979.
Figura 13. Reos conviviendo con sus familiares en la galera dos. FUENTE: Tribuna. Viernes 21 de diciembre de 1979.
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El inmueble de la prisión ya no era apto para los más de doscientos cincuenta reos que resguardaba para 1981: no reunía las condiciones necesarias para los métodos penitenciarios, carecía de instalaciones acordes con su población, sus áreas eran muy reducidas, sus galeras permanecían aglomeradas, no existía un espacio adecuado para los menores de edad ni para albergar a mujeres, su enfermería y talleres estaban anticuados e incompletos y sus paredes muy antiguas y arruinadas. (Fig. 14).
Figura 14. Fachada del viejo edificio de la Cárcel Pública. FUENTE: Novedades de Campeche, lunes 4 de mayo de 1981.
El problema del edificio y las condiciones de vida de los presos ya proporcionaba cierta preocupación a las autoridades municipales y estatales desde 1980; además, había que agregarle que muchos de los vecinos del área se quejaban de estar siempre en constante intranquilidad por los disparos al aire de arma de fuego que se hacían cuando se suscitaba alguna fuga o conato de pleito en el interior del penal.
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Ante tal escenario, el 6 de mayo de ese mismo año y por órdenes del nuevo Gobernador del Estado el Ing. Eugenio Echeverría Castellot, fueron reanudados los trabajos del Centro de Readaptación Social de Kobén después de estar suspendidos durante meses por falta de recursos económicos con una inversión de diez millones de pesos y que consistían en rampas de acceso, edificio de juzgados, dormitorios triples, talleres, edificios de gobierno, barda perimetral, cuatro torres de control, iluminación y agua potable.108 A las autoridades del Estado les apresuraba terminar el nuevo penal para emprender el traslado de los reos del viejo edificio de la cárcel de la calle 63 antes de que se suscitara algo grave en su interior. Como nuevas medidas para combatir el hacinamiento de reclusos, el 17 de marzo de 1981, diez menores de edad que se encontraban recluidos en la prisión fueron trasladados al nuevo Centro para Menores Infractores instalado en el ex Hospital “Manuel Campos”. Vestidos con pantalones de mezclilla y camisetas de zaga, la profesora Dolores Lanz de Echeverría, esposa del Gobernador, les expresó durante la inauguración simbólica del inmueble: “Esto era lo que yo quería para los jóvenes”.109 El manejo gubernativo a nivel municipal era muy diferente para 1982, cambios, trasformaciones y nuevos políticos se estaban dando, contexto que llegó hasta el propio penal y a su Alcaide. Don Faustino Escamilla Amábilis renunciaba a la administración de la cárcel el 23 de agosto. Personaje de edad avanzada y con experiencia penitenciaria, único en toda la historia de la prisión que ejerció 19 años como Alcaide en dos periodos, de 1948 a 1955 y de 1970 a 1982. Un día después de la salida de don Faustino, Germán Manzanilla Collí era nombrado el nuevo Alcaide de la Cárcel Pública por el Ayuntamiento de Campeche, hombre joven y de poca experiencia en el manejo de los internos: “Cuando mi hermano fue Alcaide del penal era muy joven, se acaba casi de casar. Mi papá no quería que trabajara ahí porque él sabía que era una trampa que le estaban tendiendo a mi hermano. Germán tuvo la oportunidad de estar como Alcaide pero no 108 109
Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 1760, miércoles 7 de mayo de 1980. Novedades de Campeche, núm. 2932, miércoles 18 de marzo de 1981.
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estaba conforme, quizás no era lo que él deseaba, no era lo que necesitaba. Trabajaba antes en el periódico Tribuna pero desgraciadamente su sueldo era muy poco. El Dr. Roberto Tocavén García le dijo: ¡Aquí en la cárcel vas a ganar mejor, vas a estar bien! y él se lo creyó. Desgraciadamente le fue mal”.110 Tenía cerca de un mes que Manzanilla había tomado la administración del penal cuando se le produjo la primera fuga de 4 reos aquella madrugada del 29 de septiembre al darse el aviso de la ausencia de los presos al pasar la lista a las seis de la mañana. Los cuatro internos habían escapado por un agujero que abrieron en la pared del fondo de la prisión, la que coincidía con la calle 67 o calle de la Muralla, lugar por donde días antes se había huido un interno brincando la barda y siendo recapturado. Juan Manuel Cáceres Gómez, alias “La Virus”, Manuel Hernández Cruz “El Tabasqueño”, Arturo Medina Morales “El Huach” y Arturo Felipe Díaz Magaña, alias “La Jirafa”, eran los cuatro internos que habían aprovechado el sueño de los vigilantes para escapar de la condena que purgaban, por robo los tres primeros y por tráfico de enervantes el último.111 (Fig. 15). Los prófugos recién habían sido nombrados celadores de galeras por el nuevo Alcaide, quien al ser entrevistado por la prensa negó dar alguna información del caso, aduciendo que se estaban realizando las investigaciones correspondientes y que la culpa de la fuga la tenían los guardias vigías quienes estaban obligados a cuidar de que nadie escapara del penal.
110 111
María de Jesús Manzanilla Collí, entrevista personal, 23 de mayo del 2011. Novedades de Campeche, núm. 6258, miércoles 29 de septiembre de 1982.
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Juan Manuel Cáceres Gómez alías “La Virus”
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Manuel Cruz Hernández alias “El Tabasqueño”
Figura 15. Dos de los presos fugados de la Cárcel Pública de la ciudad. FUENTE: Novedades de Campeche, jueves 30 de septiembre de 1982.
Poco le duró la libertad a “La Virus” desde que se había escapado del penal, ya que el 28 de octubre fue aprehendido de nuevo. Aquel día cerca de las 4 de la tarde, la Dirección de Tránsito y Seguridad Pública recibió una llamada telefónica anónima que denunciaba que “La Virus”, en compañía de otro delincuente de nombre Julio César López Domínguez, alias “El Perro”, se encontraba ingiriendo bebidas alcohólicas en el bar “El Solar Antillano” propiedad del homosexual apodado “La Monina”. La policía dispuso de un despliegue de sus elementos rodeando dicho lugar. Al percatarse de la presencia de la ley, los pájaros de cuenta trataron de escapar, pero solamente lo consiguió
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López Domínguez, siendo capturado “La Virus” y puesto a disposición de las autoridades judiciales.112
Figura 16. Vestigios del antiguo bar “El Solar Antillano” ubicado en la calle 31, entre calle Castellot y calle 12, del barrio de Santa Lucia.
Las actividades en el penal continuaban y la población de internos en ascenso. La situación se tornaba complicada y difícil: la tensión y la discordia de los presos con el Alcaide comenzaba acumularse como una bomba de tiempo. En el amanecer del domingo 26 de diciembre de ese año de 1982, de nueva cuenta volvía a suscitarse otra fuga de reos: catorce presos se habían escapado ante la pasividad de los elementos de custodia, cuatro de ellos a través de una perforación que hicieron en una 112
Novedades de Campeche, núm. 2735, sábado 30 de octubre de 1982.
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pared que colindaba con un predio particular, (Fig. 17), y los otros diez saltando la barda hacía la calle 63. Los fugados fueron: Othoniel Madrigal Pérez, Juan López Hidalgo, alias “El Machetazo”, Gerónimo Santos Vázquez “El Manís”, Marco Antonio Gómez Novelo, Sebastián López Espinoza, Freddy Gutiérrez Madero “El Tami”, Javier Campos López, Benjamín Casados Ruiz, Pedro Rodríguez Pérez, Santiago Navarrete, Martín Rodríguez Hernández “El Titíno o Cejas”, Arturo Medina Morales “El Huach”, Santos Antonio Uluaca Arceo y Gerardo Manuel Briceño, alias “El Piolín”.113
Figura 17. Orificio por donde se escaparon cuatro de los catorce reos. FUENTE: Novedades de Campeche, lunes 27 de diciembre de 1982.
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Cen y del Río. “Se escapan 14 reos de la cárcel pública” en Novedades de Campeche, núm. 2787, lunes 27 de diciembre de 1982. pág. 1.
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Los reos más peligrosos de la fuga eran Gerónimo Santos Vázquez, ingresado al penal en enero de 1981 y detenido por ser uno de los implicados en los asaltos a mano armada de las sucursales bancarias del Atlántico y de Bancomer, en los municipios de Champotón y Candelaria, además de que fue el homicida del taxista Eduardo Peña Hernández, cometido en febrero de 1980; Arturo Medina Morales, quien ya se había fugado con anterioridad y hacía una semana había sido reaprendido en Calkiní a raíz de un robo que cometió en esa población; Javier Campos López y Gerardo Manuel Briceño, el primero por posesión de mariguana y el segundo por narcotráfico.114 Los restantes fugados cumplían condenas por robo, asesinato, asalto a mano armada, violación y delitos contra la salud. Según lo explicado por el vocero del Centro de Readaptación y Prevención Social, Luis Lanz Gutiérrez, cuatro de los internos se fugaron por un agujero que hicieron en la pared de la galera número dos que colindaba con una casa deshabitada marcada con el número 54 de la calle 63, y de ahí brincaron a la casa con el número 52 para salir a la calle. En su fuga sólo fueron perjudicados por un pequeño perro, que según su propietario fue maltratado a patadas, dejando los presos en su precipitada huida una bota. (Fig. 18). En cuanto a los otros diez restantes, resultó un tanto inexplicable su fuga ya que brincaron la barda de aproximadamente cuatro metros de altura, en donde en una de sus esquinas contaba con un puesto de vigilancia siempre con un soldado armado. El vocero afirmó que en la fuga no se hicieron disparos, cosa que se contradijo con la versión de varios vecinos que escucharon órdenes de alto y un disparo de mosquetón. El soldado encargado del puesto de vigilancia fue violentamente retirado y metido a un transporte militar por el propio comandante de la 33ava. Zona Militar, Manuel Sánchez Rocha, para ser arrestado en las instalaciones del campo militar y ser investigado por la fuga masiva de los reos.115
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Ídem. Ibid. p. 1-4.
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Figura 18. Predio particular del número 52 de la calle 63 por donde saltaron los reclusos en su huida y el pequeño perro, único testigo que molestó la escapatoria de los fugados. FUENTE: Novedades de Campeche, lunes 27 de diciembre de 1982.
Fue el Lic. José Concepción Huchín Chablé, Sub Procurador de Justicia del Estado y encargado de la titularidad de la Policía Judicial, quien informó a la prensa que después de conocida la fuga se inició un operativo de búsqueda peinando la ciudad y pueblos aledaños, así como también dándose la alarma a las policías de los vecinos Estados de Yucatán, Quintana Roo y Tabasco. Tres de los catorce reos fugados del penal fueron recapturados el mismo día 26 diciembre por la Policía Judicial Estatal, siendo ellos: Santos Antonio Uluaca Arce, detenido cuando caminaba rumbo a su domicilio en el barrio de Santa Lucía, luego de tomarse un refresco en un tendejón; Javier Campos López, “El Colombiano”, originario de Sinaloa, detenido en el crucero de Lerma del libramiento carretero, cuando desorientado pretendía internarse al monte y Othoniel Madrigal Pérez, detenido en Escárcega, cuando se aprestaba a tomar el tren con rumbo al interior del país.116 116
Novedades de Campeche, núm. 2788, martes 28 de diciembre de 1982.
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Ante los hechos ocasionados por la fuga de los 14 internos, la opinión de los vecinos del área de la vieja cárcel se hacían sentir: “La cárcel pública está mal ubicada en pleno centro de la ciudad en donde viven muchas familias. Con las repetidas fugas podría suceder alguna tragedia y salir herido algún vecino, por fortuna las fugas han sido de noche cuando hay menos gente en la calle (María Teresa Yáñez, habitante del rumbo)”. ”Es necesario que los reos sean trasladados al nuevo reclusorio de Kobén, pues cuando escapan de la actual cárcel corretean en los tejados y patios de las casas, ocasionando sustos, esto ya debe erradicarse (Olga Santos Cauich, con domicilio en el Circuito Baluartes)”. ”Ya no se puede dormir tranquila viviendo junto a la cárcel, y no sólo los reos provocan sustos, hace días un soldado de guardia se le escapó un tiro y por poco provoca una desgracia. (Ramona González de Sánchez, habitante del predio número 341 de la calle 16, aledaña a la Cárcel Pública)”.117
Según la prensa escrita, el Alcaide Germán Manzanilla Collí no informaba del curso que seguían las investigaciones en cuanto a la fuga de los reos, únicamente se limitaba a recluirse en un cuarto contiguo a lo que era su oficina. Cuando el representante del periódico “Novedades de Campeche” le preguntaba al portero del penal sobre el Alcaide, éste se limitaba a responder: “No está, salió y quién sabe a qué hora regrese, porque a cada rato sale”.118 Sin embargo, el periodista aseguraba que Manzanilla Collí sí se encontraba y que estaba escondido. El 30 de diciembre, el Procurador General de Justicia del Estado, Alfredo Acuña Ongay, comunicaba a la sociedad campechana que ya se habían tomado las declaraciones a los soldados destacados en la vigilancia el día de la fuga en el penal, siendo ellos el Teniente de Infantería José de la Rosa Pech, al cabo Silverio Pérez Martínez y a los soldados rasos Rubén Martínez Escobar, José Pastor Chi Poot y Hermenegildo Constantino Martínez, con quienes se deslindarían responsabilidades.119 117 118 119
Ídem. Novedades de Campeche, núm. 2789, miércoles 29 de diciembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2790, jueves 30 de diciembre de 1982.
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Ante el curso de las investigaciones, el 5 de enero de 1983, a la una de la tarde en un predio de la colonia Bellavista, fue capturado Arturo Medina Morales “El Huach”, y el 1 de febrero fueron capturados Gerardo Manuel Briceño “El Piolín” y Martín Rodríguez Hernández “El Titino o Cejas” en la ciudad de Chetumal por elementos judiciales de esa entidad, luego que fueron localizados escondidos en un domicilio particular.120 Las tensiones y quejas en la prisión continuaban, ya que familiares de internos protestaban ante lo que ellos consideraban una afrenta a sus personas en la revisión que realizaban guardias en el acceso al edificio y que estaban a las órdenes del Alcaide Manzanilla Collí. María del Carmen May de Uc y José Antonio Hernández, mencionaban que resultaba denigrante para ellos el desnudarse completamente ante un extraño, una exigencia impuesta por los celadores en los que ellos llamaban revisión para no meter drogas y armas, y que con las manos sucias removían todo los alimentos que traían a sus parientes internos.121 Las represalias y castigos contra los reos estaban a la orden del día: “Yo le llevaba comida a mi hermano, les pegaban y habían días que los dejaban sin comer. El reo apodado “El Perro” hacía a veces la comida y se las vendía a los presos, o él decía a quién sí le daba y a quién no, el Alcaide no decía nada.”122 El 30 de enero de 1983, la administración de Manzanilla volvía a ser motivo de tensión y alarma entre los internos, vecinos del penal y autoridades municipales y estatales. Aquel día, cerca de las dos de la tarde se había producido de nueva cuenta otra fuga de reclusos. Mario E. Cobos Rosado y Jorge Sánchez Santiago habían perforado una pared de los baños del penal, aquella que colindaba al predio particular del Sr. Víctor M. Brito Herrera, marcado con el No. 230 “A” de la calle 18, de cuyo patio brincaron a la Av. Circuito Baluartes y ante la mirada estupefacta de los elementos policiacos que vigilaban sobre la misma avenida. La fuga hubiera sido de más reos, a no ser por la reacción del agente Aurelio Cruz, siendo uno 120 121 122
Novedades de Campeche, núm. 2864, jueves 6 de enero de 1983, y núm. 3512, jueves 3 de febrero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3607, lunes 17 de enero de 1983. Elena Cante Briceño, entrevista personal, 6 enero de 2011.
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de los agentes encargados de la vigilancia externa del penal en la caseta portátil instalada sobre la Av. Circuito Baluartes, quien “cortó” cartucho y amagó a los demás presos quienes intentaban buscar su ilícita libertad.123 Aproximadamente a la 1:50 de la tarde, los dos policías que estaban destacamentados en la garita del techo del fondo de la cárcel tuvieron que refugiarse en ella, ante la lluvia de piedras que les lanzaba un grupo de internos desde el patio trasero y así poder internarse a los baños para horadar la pared, aprovechando que era día de visita. En el lugar de la fuga, Víctor Manuel Brito Herrera permitió el acceso de los periodistas al patio de su domicilio para constatar el hoyo que habían hecho los reclusos y manifestaba a la prensa su preocupación de los hechos: “No podemos vivir tranquilos así, es la segunda ocasión en poco más de un mes que rompen esta pared para fugarse. La vez pasada fueron 6, ahora 2; la cosa es que ya no podemos continuar así; a mi esposa le dio un ataque de nervios ahora, ya que mi hija Paola estaba aquí acostada”.124
Los periodistas comprobaron que, en realidad, los prófugos no tuvieron que trabajar mucho para romper la pared y huir. El penal, que ya tenía más de un siglo de vida, tenía los muros interiores totalmente húmedos y destruidos. Los internos fugados, sólo tuvieron que romper un muro de 15 centímetros de espesor y abrir un agujero de 50 centímetros de diámetro, lo que dejaba en descubierto la palpable muestra de inseguridad del inmueble y la necesidad de agilizar el traslado inmediato de los presos al reclusorio de Kobén, antes de que sucediera una desgracia. Los malos tratos, el hacinamiento, la mala alimentación, los golpes, la antipatía y desagrado contra el Alcaide Germán Manzanilla Collí habían llegado a un límite insostenible para todos los presos. Realidad que tocó fondo aquel lunes 31 de enero de 1983 con el estallido de un motín de reos en el penal, día en que todos los habitantes del viejo inmueble marcaron su destino. 123 124
Novedades de Campeche, núm. 3620, lunes 31 de enero de 1983. Ídem.
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Horas de terror, angustia, de temor contenido al borde del gatillo de un arma, de gritos crispados, fue el escenario del motín de los cerca de trescientos presos de la Cárcel Pública aquel 31 de enero alrededor de las seis y media de la tarde. El suceso obligó a movilizar a todo el cuerpo de la policía, bomberos, Policía Judicial Federal y del Estado, y a los elementos de la 33ª. Zona Militar. Sin lugar a dudas, el acontecimiento y sangriento zafarrancho puso en jaque a las autoridades, propagándose una fuerte tensión y miedo entre los vecinos del área del penal y de la ciudad, al saberse que podían escaparse cerca de trescientos delincuentes, muchos de ellos asesinos, violadores y asaltantes. Durante el motín, tres reos salieron heridos con arma de fuego y muchos más con otros proyectiles, así mismo, las pérdidas materiales superaron el medio millón de pesos.125 (Fig. 19).
Figura 19. Pérdidas materiales en los pasillos y entrada a la Alcaidía, durante el motín de reclusos. FUENTE: Novedades de Campeche, 1 de febrero de 1983. Foto: Víctor Noz.
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Novedades de Campeche, núm. 3510, martes 1 de febrero de 1983.
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Los reclusos en su desesperada fuga habían prendido fuego a las oficinas del Alcaide Manzanilla, luego de intentar arrancar las dos rejas interiores del penal: “Con sogas amarraron cada lado de las rejas y las enredaron en el pozo que está en medio del patio, y de ahí todos tiraban de la soga con fuerza para tumbarlas”.126 En la revuelta, los internos no se arriesgaron a salir en estampida por la puerta principal del penal porque sabían que en ellas les esperaba la muerte, ya que decenas de fusiles y metralletas los esperaban con el cartucho cortado.127 (Fig. 20).
Figura 20. Policías en las puertas del penal durante los inicios del motín de internos. FUENTE: Novedades de Campeche, 1 de febrero de 1983. Foto: Víctor Noz.
Aquella mañana antes del motín, habían corrido insistentes rumores de que el Alcaide Germán Manzanilla Collí sería removido de su cargo, a raíz de serías irregularidades que tuvieron su punto culminante al mediodía con la fuga del peligroso reo Juan Bautista Sanguino alías el 126 127
Elena Cante Briceño, entrevista personal, 6 enero de 2011. Op. Cit., pág. 1
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“El Ganso”, interno que logró el récord de más fugas en la vieja cárcel con tres escapatorias. (Fig. 21). “El Ganso” había utilizado aquel día un simple palo que le sirvió de garrocha para superar la barda y caer al patio del predio número 345 de la calle 16 para salir a la arteria. Tal versión se confirmó cuando en punto de las cinco de la tarde, el oficial mayor del Ayuntamiento, Lic. José Rodríguez en compañía del Subdirector del Centro de Readaptación y Prevención Social, Lic. Román Ramón Alpuche Martínez, hicieron acto de presencia en las oficinas del penal para dar posesión a un nuevo Alcaide quien resultó ser don Faustino Escamilla Amábilis.128
Figura 21. Caricatura de Juan Bautista Sanguino alias “El Ganso”. FUENTE: Novedades de Campeche. 2 de febrero de 1983. 128
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La medida tal parecía encaminada a calmar los exaltados ánimos de los reclusos que en gran número se amontonaron en las rejas interiores. En el momento en que se le iba a dar posesión como nuevo Alcaide, don Faustino Escamilla había puesto como condición para recibir la alcaidía que le entregaran a cada recluso con su expediente de acuerdo a las listas, a lo que Germán Manzanilla Collí expresó que no tenía las listas, que habían desaparecido. Con su nombramiento en la mano, don Faustino no llegó a tomar posesión por ese detalle, porque en ese preciso instante empezaron a estallar botellas de refrescos contra las rejas que separaban a la alcaidía con el patio central. Eso fue el detonante para el sangriento motín, ya que los guardias encargados de la vigilancia en la parte posterior hicieron varios disparos al patio del penal, logrando herir a tres de los reclusos que fueron identificados como Víctor Manuel Avilés quien presentó herida en el pómulo izquierdo, Othoniel Madrigal Pérez, con un tiro que le atravesó la pierna izquierda y José León Ascencio, a quien se le incrustó un perdigón en la rodilla derecha. Mientras tanto, una lluvia de piedras, botellas y toda clase de proyectiles se estrellaban en las paredes de la oficina, saliendo a correr todos los funcionarios, entre ellos German Manzanilla, quien a gritos decía “Yo no me quedo, primero está mi integridad física.” El escándalo y alboroto fue tal que agentes y reporteros tuvieron que replegarse en medio del griterío de los reclusos que ya estaban en franca rebeldía. Para ese entonces intervino el Lic. Alpuche Martínez, quien en una actitud precipitada retó a los reclusos a enfrentársele y en su atropellada salida del penal declaró a la prensa que los presos se alborotaron debido al retorno de don Faustino Escamilla, quien según él, trasgredía a los familiares de los presos y hasta les pedía dinero, y que ahora volvía nombrado no sabía por quién. El Lic. Alpuche agregó que ellos estaban tratando de imponer un régimen científico y que don Faustino iba a continuar con la ola de corrupción si entraba de nuevo como Alcaide, y que al joven Germán Manzanilla se le habían escapado varios presos, no por culpa de él, sino por el edificio que no servía para nada y que estaba muy viejísimo, queriéndose remediar esto trayendo de nueva cuenta a don Faustino, a quien habían destituido años atrás por corrupción.129 Para ese entonces 129
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los presos ya amenazaban con derribar la última reja que se interponían entre el penal y la calle 63. El desorden se hizo más grande cuando Asunción Pastrana Pérez, alías “Tolete”, tomó a Víctor Manuel Avilés, el herido con un disparo en el pómulo de la cara, para llevarlo a las oficinas del penal, pero Antonio Ayala, preso y celador habilitado como tal por Manzanilla, le disparó con una pistola que el mismo Alcaide le había proporcionado dejando al herido abandonado e inconsciente en el suelo. El lanzamiento de botellas y piedras recrudeció: Manzanilla Collí intentaba salir del penal, pero era detenido por el Oficial Mayor del Ayuntamiento quien le decía “Tú eres el responsable y debes de quedarte aquí hasta lo último”. Finalmente, en medio de la confusión, Manzanilla y Alpuche Martínez lograron salir abordando el automóvil de este último, no sin antes que una botella hiciera blanco en el panorámico del vehículo perdiéndose a toda velocidad con rumbo desconocido.130 “Aquel día del motín todo fue muy terrible. Aquí detrás de la casa había un patio baldío, puro monte, ahí escondimos a Germán esa noche porque “El Ganso” lo andaba buscando para matarlo.”131 El operativo de aplacamiento inició a las seis de la tarde cuando llegó el encargado de la Dirección General de Seguridad Pública de Transporte del Estado, Rafael Landa Durán quien a toda prisa bajó de su patrulla y corrió hacía la entrada del edificio, a pesar de la lluvia de proyectiles que en ese momento caía. Las puertas de las casas ubicadas en la calle 63 se cerraron por completo y decenas de curiosos comenzaron arremolinarse al inmueble. A las seis con veinte y cinco minutos los presos gritaban y escandalizaban. Veinte minutos después, Landa Durán, desde una ventana de la calle, intentaba disparar bombas lacrimógenas al interior, fallándole el mosquete hasta en cuatro ocasiones “Señores, retírense por favor, porque puede ser necesario hacer fuego”, gritaba Landa a los periodistas. A las 6:55 de la tarde, cundió la alarma entre los vecinos del lugar y los agentes de la policía porque había estallado un incendio en el interior del penal provocado por los mismos reclusos; se llamó a los 130 131
Ibid. p. 3. María de Jesús Manzanilla Collí, entrevista personal, 23 de mayo del 2011.
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bomberos quienes a bordo de tres pipas llegaron al escenario. Cuatro minutos antes habían llegado siete elementos del Ejército, quienes al no poder entrar sobre la calle 63, obstruida por dos patrullas y un automóvil particular, dieron un rodeo y se apostaron sobre el Circuito Baluartes. Landa se resguardó detrás de un poste. Los bomberos eran impedidos de meter las mangueras para apagar el fuego por la lluvia de proyectiles; fue entonces cuando a las 7:15 horas comenzaron a escucharse disparos, dos, tres, seis, hasta llegar a diecisiete en total: según Landa Durán, sólo eran disparos al aire para ayudar a los bomberos y asustar a los reos. “A cualquiera que se asome tírale a dar”, gritaba un policía desde la calle a su compañero que se encontraba en el techo del penal.132 Aquellas palabras revelaban los momentos que se vivían en las puertas de la cárcel desguarnecida, con los agentes, policías y judiciales con las armas prestas a disparar sobre cualquiera que se apareciera en la salida. Se temía que durante el fuego cruzado los policías hirieran a sus propios compañeros, pero la determinación era firme: disparar sobre cualquier reo que tratara de escapar. A las 7:30 de la noche, sobre la calle 63, Landa se aproximaba a los reporteros y anunciaba que prácticamente todo estaba en orden. Para entonces el inmueble del penal se encontraba en tinieblas, debido a que el fuego había destruido los cables de corriente al hacer corto circuito. El titular de la DGSPTE, expresó “No sabemos si tienen armas, lo que sé es que tienen piedras, botellas y varillas. Hemos controlado el incendio, dimos órdenes de tirar a matar, sólo para que ellos escuchen y se amedrenten. Comprendan que tenemos que utilizar toda nuestra astucia para controlar esto”.133 La confusión y el desorden reinaban en el interior del penal. A las 7:45 de la noche se volvieron a escuchar dos disparos “Quieren perforar las paredes, pero en todo alrededor hay policías”, comentaba un agente. Momentos más tarde se presentaron ante Landa Durán dos oficiales del Ejército y les dijo “Solamente necesitamos de ustedes su apoyo para protegernos, creo que ya tenemos contralada la situación.” Para ese entonces ya se encontraban en el lugar el segundo Procurador 132 133
Op. Cit., pág. 3 Ídem.
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de Justicia y encargado de la Policía Judicial, José C. Huchín y el titular del Departamento de Averiguaciones Previas, Carlos M. Aysa González. A las ocho de la noche, Rafael Landa Durán pretendió lanzar otras bombas lacrimógenas pero se le trabó los casquillos. Llamó de nuevo a los amotinados pidiéndoles que nombraran a dos representantes para el diálogo y advirtió “Vengan con las manos en alto y diciendo ¡paz, paz!”. Al llamado acuden los reclusos Asunción Pastrana Pérez “Tolete” y Alejandro Bote Puch, con quienes se inicia el diálogo y Landa les gritó “Lleven paz a sus compañeros y díganles que se calmen”; fue entonces que los representantes de los amotinados, con palabras entrecortadas, denunciaban los malos tratos del Alcaide Germán Manzanilla Collí quien según ellos, siempre llegaba alcoholizado, los amenazaba y además hacía una semana que sólo frijoles les daban de comer.134 Se llegó al acuerdo de sacar a los heridos y se dijo que todos los reclusos procesados ya estaban replegados en las galeras seis y uno, y en la cuatro los borrachitos. A las 8:15 de la noche era sacado en camilla Othoniel Madrigal Pérez herido en la pierna, (Fig. 22) y Víctor Manuel Avilés herido en la cara, quienes fueron llevados al Hospital General para su atención médica.
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Figura 22. Lesionado de la pierna izquierda con arma de fuego, Othoniel Madrigal Pérez fue uno de los primeros heridos en salir de la Cárcel Pública, una vez que el motín de presos comenzó a ser controlado. FUENTE: Tribuna. Martes 1 de febrero de 1983.
A las 8:40 de la noche llegaba una pipa para extraer el agua acumulada en la antesala y las oficinas del penal, así como también una cuadrilla de electricistas quienes colocaban reflectores para alumbrar el patio central. En esos momentos hacía acto de presencia don Faustino Escamilla quien intentaba entrar al inmueble, pero fue invitado a salir de nuevo por el Oficial Mayor del Ayuntamiento el Lic. José Rodríguez, acto que molestó mucho a don Faustino. Entrevistado detrás de las rejas, (Fig. 23), Pastrana Pérez “Tolete”, señaló que el descontento aumentó entre los reclusos cuando el reo Julio César López Domínguez alias “El Perro” fue nombrado celador: “Nosotros no lo queríamos, pero Germán Manzanilla nos dijo que a él le valía y que nadie iba a mandar sobre él y le dio armas al Perro. Hace como doce días que no sirve la bomba de agua potable y tenemos que tomar agua del pozo. Manzanilla daba órdenes de meternos a la bartolina
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para acabar con nosotros, no nos hizo caso hoy en la tarde. Le pedimos que la comida nos la mejorara porque hay como doscientas gentes a las que no se les trae comida. Con dos kilos de chicharrón y dos de frijoles ¿creen que nos alcance para más de doscientas personas?” El verdadero culpable de esto era Manzanilla, no dejaba que las cosas llegaran hasta las autoridades. Llegaba y se emborrachaba con los celadores en las oficinas y a nosotros nos dejaba morir de hambre”.135
Figura 23. Detrás de las rejas de la galera, “Tolete” platicaba con las autoridades y reporteros, haciendo serias denuncias en contra del ex Alcaide Germán Manzanilla Collí. FUENTE: Novedades de Campeche, 1 de febrero de 1983. Foto: Víctor Noz.
Hacia las nueve de la noche, Landa Durán ingresó al penal acompañado por varios elementos ante la promesa de “Tolete” de que ya todos estaban calmados; entró primero con agentes policiacos y después ingresaron judiciales estatales, federales, gentes de gobernación y reporteros. Se entrevistó con los reclusos que ya estaban amontonados en las galeras (Fig. 24), y les prometió que todo volvería a la normalidad 135
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y que había enviado a buscar 600 tortas y 300 jugos para repartírselos, agregando que Julio César “El Perro” ya no los volvería a molestar: “Los presos me conocían, ya que yo venía muy seguido al penal cuando era enviado por el Lic. Pablo González Lastra para ver las situaciones legales de algunos internos. Cuando dominamos la situación aquella noche yo entré, y a uno que le decían “La Virus”, que estaba sentado en el rincón de la galera uno con su sombrerito, le dije: ¡Oye Virus¡ yo te conozco, tú me conoces, quiero que me digas la verdad, ¿cómo estuvo la situación, por qué empezó el escándalo? y me respondió: Licenciado a usted lo respetamos pero vea cómo estamos, nos mandaban a golpear, ¡Ya lo vi!, tengan la seguridad que vamos a mejorar todo esto porque no es justo como les trataban. Manzanilla desconocía el sistema penitenciario, ya sea rústico, regular o de altura, lo desconocía. Se pasaba de todo, drogas, alcohol y hasta mujeres, esto era un desastre”.136
Figura 24. Pistola al cinto, el titular de la DGSPTE, Rafael Landa Durán y el representante del Gobierno del Estado, Fernando Pumares Martínez, dialogan con los internos de la Cárcel Pública una vez controlado el motín. FUENTE: Novedades de Campeche, 1 de febrero de 1983. Foto: Víctor Noz. 136
Profr. Fernando Pumares Martínez, ex Alcaide de la Cárcel Pública de Campeche. Entrevista personal, 27 de junio de 2011.
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Las denuncias en contra de Manzanilla se fueron generalizando y poco a poco la calma fue llegando “Para que les toque a más de dos tortas, vamos a sacar a los arrestados, a los borrachitos”, exclamaba Rafael Landa Durán. Fue así como cerca de las nueve y media de la noche comenzaron a salir por la puerta del penal, 33 personas con imagen maltrecha, incluyendo un anciano con muletas, enfermos mentales e individuos todavía con aliento alcohólico. Veinte minutos más tarde, los presos empezaron hacer acomodados en sus celdas. Armando Basto Coj, vocero de la DGSPTE, anunciaba que desde hoy serían enviados los internos al penal de Kobén, primero los más peligrosos y los demás poco a poco.137 Con la situación ya controlada, la prisión quedaba sin Alcaide ya que no se había concretado la toma de posesión de don Faustino Escamilla Amábilis. La custodia del inmueble estaba ahora en manos de agentes de la DGSPTE y de la Policía Judicial. Con el motín, varios techos de las casas que colindaban con el inmueble habían sido seriamente averiados debido a los múltiples proyectiles que lanzaron los internos para todos lados y muchos de los archivos y expedientes del penal se perdieron al quemarse parte de la Alcaidía durante la trifulca. Al ex Alcaide Germán Manzanilla Collí se le inició una investigación a través del Ministerio Público debido a las denuncias de los reclusos que generó el motín en el penal. Fue investigado por su rápido enriquecimiento ante un sueldo mínimo que denegaba en el Ayuntamiento de Campeche, ya que se decía era el propietario de un ostentoso inmueble situado en el cruce de la calle Bravo por calle 26, enfrente de la quinta San Arturo de la Colonia San José. En un artículo publicado por el periódico Novedades de Campeche y fechado el miércoles 2 de febrero de 1983, vecinos del ex Alcaide aseguraban que en el mes de diciembre de 1982, Manzanilla había terminado de construir una moderna mansión de la noche a la mañana y que contaba con numerosos cuartos: “La casa en sí, es prácticamente una fortaleza, debido a sus bardas en donde han sido colocados pedazos de vidrio para impedir robos.
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Op. Cit., pág. 3
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Germán ha vivido aquí desde niño y hasta hace poco tenía una casita de láminas de cartón y madera, que todavía está atrás de su nueva casa y de la noche a la mañana hizo lo que ustedes ven ahora. Toda su familia ha vivido en este rumbo, comentaron los vecinos”.138
Los internos acusaban a Germán de corrupción, ya que según ellos él les cobraba a quienes se fugaban. El Lic. José Concepción Chablé Huchín, Sub Procurador de Justica, anunciaba la investigación e informaba que de ser culpable Manzanilla se procedería conforme a la ley. El jueves 9 de febrero de ese mismo año, Germán Manzanilla Collí efectúo su declaración en la Primera Agencia del Ministerio Público a cargo del oficial Marco Huchín declarándose inocente de los hechos suscitados durante el motín de presos: “Mi padre fue un hombre muy peleador, muy insistente de cuidar a su familia, ayudó a mi hermano para que no lo metieran preso y ni le comprobaran nada. Después del motín, mi papá se llevó a Germán a vivir a un pueblo llamado Miguel Alemán, por Candelaria, ahí estuvo un tiempo viviendo, hasta que se calmaron las cosas volvió y regresó a trabajar al periódico Tribuna.139
A Manzanilla nunca se le comprobó nada ni fue juzgado penalmente en cuanto a los hechos que lo culpaban. Se le declaró inocente años después. Lo cierto es que, Germán jamás volvió hacer el mismo, su ritmo de vida cambió, así como su pensar y acciones que muchos años más tarde lo llevaron a la tumba por un accidente de motocicleta: Falleció el 9 de agosto del 2003, estrelló su moto contra un árbol grande en la carretera frente al pueblo de Nohacal, donde un pedazo de tronco se le incrusto en su cabeza y se la destrozó. Lo enterramos en el panteón de Samulá, está en la tumba número 82. Sus restos descansan junto con los restos mortales de dos hermanos más y con los de mi mamá y mi papá. El alcohol fue su vicio, eso lo mató, aún lo extraño. Era mi hermano”.140
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Novedades de Campeche, núm. 3511, miércoles 2 de febrero de 1983. María de Jesús Manzanilla collí, entrevista personal, 23 de mayo del 2011 Ídem.
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Dadas las hostilidades y al no contar el penal con un Alcaide, el 1 de febrero de 1983, fue presentado por Rafael Landa Durán y el Lic. Salvador López Espínola, en nombre del Gobierno del Estado y del Alcalde del Ayuntamiento, Edilberto Buenfil Montalvo, al último de los alcaides en toda la historia de la vieja Cárcel Pública de Campeche, el Profr. Fernando Pumares Martínez, siendo pasante de leyes, quien prometió a los internos borrón y cuenta nueva en los asuntos ocurridos. El Lic. Salvador López Espínola, a nombre del Gobierno del Estado, expuso aquel día la tesis del Ing. Eugenio Echeverría Castellot en el sentido de que “la pérdida de la libertad no significaba la pérdida de la dignidad”, y anunció la instrumentación de un programa penitenciario para apoyar a quienes se encontraban privados de su libertad, como el otorgarles crédito a través del CREDIPAC para el pago de fianzas mínimas. Reunidos en el patio central del antiguo edificio, después de haber comido como nunca lo habían hecho los internos desde sus ingresos, albóndigas que fueron llevadas desde el restaurant “La Gloria”, y entre los que se encontraba Olga Lizárraga “La Colombiana”, la única mujer del penal, vestida de blanco, sombrero con listón rosa y una flor roja al cabello, escucharon la decisión del nombramiento de Pumares Martínez como nuevo Alcaide. (Fig. 25): “Aquel día, surgió una anécdota muy interesante después de mi nombramiento en el patio. La Colombiana, llegó con un traste de heces fecales y me las echó encima. A mí no me incomodó, yo vivía aquí cerca de la casa de don Faustino Escamilla, en la calle 65 del centro, fui a mi casa me bañé y listo. Cuando regresé me abrazó y me dijo: ¡perdóneme jefe! A ella le ordenaron que lo hiciera, claro, nunca me dijo quién se lo ordenó, pero sabía que había sido el reo Juan Manuel Cáceres Gómez alias “La Virus”.141
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Profr. Fernando Pumares Martínez, ex Alcaide de la Cárcel Pública de Campeche. Entrevista personal, 27 de junio de 2011.
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Figura 25. Patio central del penal, en donde fue presentado el último de los alcaides del viejo edificio de la calle 63, el Profr. Fernando Pumares Martínez. FUENTE: Novedades de Campeche, miércoles 2 de febrero de 1983.
Aquel motín del 31 de enero de 1983 había sido el gran detonante para emprender el traslado de los reos al nuevo penal de Kobén y terminar con la existencia de la vieja Cárcel Pública. Nada volvería a ser igual, todo había cambiado dentro de aquellas antiguas galeras, pasillos y oficinas. Los internos habían marcado sus vidas: hicieron notar, de manera sangrienta, las necesidades de hambre y malos tratos de que eran objetos. Había llegado el final de la vida del edificio, aquel lugar lleno de historias de presos, llantos, risas, muertos y fugas. Primero fueron los reos más peligrosos, luego poco a poco los demás. El Alcaide Fernando Pumares eliminó aquel sistema de presos habilitados como celadores y la vigilancia quedó a cargo de unos cuantos elementos de la Dirección General de Seguridad Pública de Transporte del Estado. Eran las 12:45 horas del día miércoles 2 de febrero, cuando el titular de la DGSPTE, Rafael Landa Durán comenzó a llamar uno a uno
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a los reclusos que por decisión propia habían aceptado su traslado al nuevo Centro de Readaptación Social de Kobén “Oye chavo, ¿Qué, está mejor allá”, preguntaban los reos a los reporteros. Víctor Chan López, con sus ropas domingueras y su sombrero tejano gritaba “Espérenme un momentito por favor”; Manuel Magaña Laine, Asunción Pastrana Pérez “Tolete” con una sonrisa de oreja a oreja, después de hacerse famoso por sus valientes denuncias contra Manzanilla y por servir de intermediario el día del motín, Fernando Sosa Cosgalla, Pedro Torres Jiménez “Salen estos primeros cinco” exclamaba el comandante Rafael Gutiérrez Muñoz al guardia. “Tengo la confianza en ustedes, pórtense bien”, les decía Landa a los primeros trasladados de ese día, que fueron saliendo uno a uno de las rejas y fueron subiéndose al “Carrusel” o “Perrera” con número económico 25. Previamente, en la camioneta Pick-Up número 9, habían subido las maletas, bolsas, hamacas, de todo, de los 29 reos que serían trasladados a Kobén. “Mi televisión, mi televisión, pura madre dejo mi televisión” exclamaba “Tolete” cuando volvía a hacer su entrada al penal y salir momentos más tarde con un televisor portátil. Alejandro Bote Puch, Oswaldo Perera Rodríguez, Bernabé Herrera Pérez, Abraham Flores Villa, Juan Estrada Gómez, Julio Orosco Sánchez, Jaime Herrera Enríquez, gritaba Landa, en tanto los nombrados iban formándose adelante, después de pasar la reja interior que ya había sido levantada por albañiles. Cinco más fueron subidos a una ambulancia del DIF y el resto a la patrulla número 45 con destino a Kobén. Siguieron Fidencio Ramírez Olivares, Amaury Santos Chí, José Núñez Duque, Miguel A. Manzanilla Ayala, Rubén Bautista Ortiz, Javier Campos López, Javier Martín Cosgaya, Abel Bautista Hernández, José Alfredo Jiménez Cobos, Adolfo Aguirre Diguez, Santos Antonio Uluac Arceo, cuyo nombre estaba en la lista de los reos que le dieron tres mil quinientos pesos a Manzanilla Collí para el pago de su fianza, Santiago Chí, Juan Chino Bernandino, Miguel González, Enrique Chino Bernandino, Valentín Soto Quintero y Jaime Payán Lazcano. 142 Landa Durán informaba a los reporteros que por la mañana habían sido trasladados a Kobén 14 reos, al igual que a Julio César López Domínguez “El Perro” que había sido nombrado celador por Manzanilla 142
Novedades de Campeche, núm. 3512, jueves 3 de febrero de 1983.
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Collí, que se habían agregado los cuatro que estaban en el área de Máxima Seguridad y que fue devuelto al viejo penal a un ayudante del panadero por ser indispensable su labor. De esa forma quedaban simplemente 213 reclusos de todos los que ya se habían llevado con anterioridad y al cuidado de Pumares Martínez, hasta nuevo aviso de acarreos. Un día antes, a las 12:38 de la tarde, habían llegado a la cárcel el defensor de oficio del Juzgado de Distrito, Lic. Manuel Ávila Cano, el Lic. Enrique Castilla Magaña y otros jóvenes pasantes de leyes para tratar asuntos de índole penal con los reos. De igual forma, por la mañana habían llegado tres doctores y dos odontólogos. Todos los que tenían enfermedades venéreas fueron vacunados y por la tarde fue llevado al penal una remesa de medicamentos. “Podría pedirnos algunas pelotas, no tenemos nada que hacer aquí”, expresaban algunos internos a Rafael Landa Durán, quien a su vez pasó la petición al Alcaide Pumares. Mientras se esperaban los días para seguir con el traslado de internos a Kobén, una cuadrilla de hombres se encargaba de hacer trabajos de albañilería, electricidad y herrería para reparar los daños causados durante el motín.143 (Fig. 26).
Figura 26. Trabajadores arreglando los desperfectos ocasionados por el día del motín. FUENTE: Novedades de Campeche, miércoles 30 de marzo de 1983. 143
Ibid. p. 6.
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Nuevos aires soplaban en el penal. El 23 de marzo, en un inesperado gesto de los 190 reos que aún permanecían en el inmueble, varios portavoces de los mismos convocaron a una rueda de prensa para dar las gracias al Gobernador del Estado, Ing. Eugenio Echeverría Castellot, ya que sus casos judiciales habían sido retomados y les habían brindado mejoras para purgar sus condenas. En el área de la enfermería se habían reunido los encargados de cada galera: Enrique Barrera Yuit, Manuel Guzmán Pech, Catarino García Espinosa, Rafael García Guevara, Pedro Figueroa Espinosa y Gilberto Pérez Alejo, quienes entregaron un escrito a los periodistas donde expresaban su apoyo al Profr. Fernando Pumares para que fuera el nuevo director del penal de Kobén, ya que desde que él había tomado a su cargo la cárcel, habían mejorado las condiciones, como eran el trato humano a ellos, a sus familiares, y sobre todo, los había ayudado a resolver sus problemas y conducirlos a una vida útil a la sociedad. Aludían que en caso de que no fuera Pumares el nuevo director, querían que fuera una persona idónea, menos el Dr. Roberto Tocavén García, ya que según ellos, Tocavén estaba resentido por los últimos acontecimientos suscitados dentro de la prisión y que, incluso, había tomado algunas represalias, como su negligencia en el caso de 13 reos por delitos federales a quienes perjudicó al mandar a México una documentación sin su firma, error que estaba haciendo purgar condena demás a esos reclusos.144 Las condiciones del penal habían cambiado. Mejor comida y trato, comunicación permanente con los familiares, permiso para llamadas de teléfono, visitas de parientes aunque no fuese jueves y domingo, días fijados para ello, y convivencia con el Alcaide, quien era el primero en probar la comida destinada a los presos. Los periódicos llegaban hasta las galeras, cosa muy distinta hasta hacía poco en que la ausencia de noticias los hacían vivir en un mundo de oscuridad respecto al exterior. De Kobén, los hombres privados de la libertad esperaban comodidades, espacios libres para no sentirse como sardinas en una lata, y sobre todo, el buen trato.145 Ciento treinta y siete años, ocho meses y veintinueve días, el inmueble de la calle 63 fungió como Cárcel Pública de la ciudad 144 145
Novedades de Campeche, núm. 3559, jueves 24 de marzo de 1983. Ídem.
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de Campeche. En la madrugada del 29 de marzo de 1983, los últimos 148 reos del edificio ya habían sido trasladados al moderno Centro de Readaptación Social de Kobén. En el operativo que comandó el Director de Seguridad Pública y Tránsito del Estado, Rafael Landa Durán, habían participado 18 agentes de esa corporación y 10 de la Policía Judicial quienes trasladaron a los reclusos en camiones, patrullas y ambulancias en medio del mayor sigilo, y quienes con el resto de sus compañeros estarían divididos en cuatro edificios con capacidad para 66 internos cada uno acomodados en celdas trinarias. El Reclusorio de Kobén les brindaría mejores servicios que incluían una moderna panadería con maquinaria y horno eléctrico, tortillería y cocinas. Todos bajo la supervisión del primer director del penal, Lic. Candelario Reyes Yerbes y el subdirector Julio Morales Alejo, un jefe y subjefe de vigilancia, un psicólogo, una trabajadora social, un médico, dos auxiliares y 18 elementos de vigilancia. (Fig. 27).
Figura 27. El primer director del Reclusorio de Kobén Lic. Candelario Reyes Yerbes y el subdirector Julio Morales Alejo. FUENTE: Novedades de Campeche, miércoles 30 de marzo de 1983. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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El viejo edificio de la prisión manifestaba ya su pésimo estado debido a la falta de mantenimiento y por su antigüedad. La mayoría de las vigas de los techos de las galeras se encontraban ya sostenidas por soportes o andamios. (Fig. 28). En la galera dos, aún se podían observar las huellas del boquete por donde se habían fugado varios reos el 31 de diciembre del año pasado; en otras galeras se observaban imágenes religiosas; en la número cuatro podían verse las puertas de madera y acero que resguardaban a los reos más peligrosos, y a un costado, una celda con baño propio que sirvió de habitación a la famosa mujer conocida como la “Colombiana”, la única mujer que convivió con los internos. En las paredes se podían leer las palabras en contra de los judiciales por el trato que daban a quienes caían en sus manos. De los talleres, el de carpintería, contaba con siete maquinarias y allí existía un letrero que señalaba la fecha de una de las primeras fugas que se hicieron cuando fungió como Alcaide Germán Manzanilla Collí, 13 de septiembre de 1982. En la cocina habían tres quemadores, dos sillas y dos mesas en donde preparaban los alimentos de los reos; a un costado de la cocina se localizaba la que era la sala de lectura por el buen número de libros que estaban apiñados en una esquina.146
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Figura 28. Los últimos huéspedes del vetusto edificio de la calle 63 tenían dos opciones: salir para ser traslados a Kobén o en cualquier momento morir aplastados por los techos de las galeras cuyas vigas ya no podían sostenerse. FUENTE: Novedades de Campeche, miércoles 30 de marzo de 1983. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Aquel 29 de marzo de 1983, cuando el Profr. Fernando Pumares Martínez cerró para siempre las vetustas puertas del penal, finalizaba así una página más de la historia de Campeche y su vieja cárcel, lugar de fugas, asesinatos, pleitos, ventas de agua, posesión de drogas, golpes, quejas contra alcaides, personas con trastorno mental, motines, risas, llantos, bailes e historias de reos que pelearon día a día por sobrevivir en la soledad de una galera o en la celda de castigo la “Bartolina”. Un edificio con historia, guardando muchos secretos a lo largo de sus años de vida y luchando hoy en día por preservarse en la memoria de los campechanos y sus recuerdos.
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Fama y poder: internos
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partir del siglo XIX la prisión comenzó a justificarse como la forma inmediata y “civilizada” de castigo, por ser un espacio posible de reinserción de los transgresores a la convivencia social. Sin embargo, los presos casi siempre son aquellos cuyo delito ha sido descubierto, cuyo proceso tiene un seguimiento gratuito, y cuya pertenencia social nos habla de pobreza y de exclusión en algunos casos. Gente “sin nombre” y otras más con mucho “nombre”, personas que Michel Foucault reconoce como existencias brillantes que se perciben cuando se enfrentan al poder y cuya infamia sólo es una variación de la fama universal que se crean día a día en una galera. Juan Bautista Sanguino alias “El Ganso” Aquél viejo inmueble del penal de la calle 63, había albergado a un sin fin de individuos que forjaron su carácter y destino, como el muy célebre reo Juan Bautista Sanguino alias “El Ganso”, interno que consiguió el récord de más fugas con tres escapatorias. Fue el primero en ocupar una celda en el penal de Kobén y el primero en fugarse dentro de la historia de ese reclusorio el 18 de marzo de 1983: “de altura era como de uno ochenta y cinco, complexión delgada, con barbas, claro de color. Lo que tenía “El Ganso” es que era muy farsante, cuando llegaba tu familia a visitarte al penal, él te brindaba su amistad, con el fin de que la invitaras a pasar a la celda, luego te mandaba a buscar algo para que se quedara con tu familiar y abusar de ella.”1 Aquella madrugada del 18 de marzo, “El Ganso” consiguió escabullirse de Kobén a pesar de que iba herido de una mano. Se había escapado de una celda contigua a las oficinas de donde funcionaba el
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Vicente Poot, ex interno del penal de Kobén, entrevista personal, 6 de enero de 2011.
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Juzgado Segundo del Ramo Penal, al cortar con una segueta los barrotes para luego romper un tragaluz de un pasillo adjunto, llegar hasta una rampa de salida y de ahí saltar a la libertad. Sólo tres meses le duró el gusto de estar libre: el 8 de junio, el peligroso reo había caído nuevamente en manos de la justicia. Su aprehensión había sido por la labor coordinada de un escolta de guardias de Ferrocarriles Unidos del Sureste y agentes de la Policía Judicial, cuando “El Ganso” se aprestaba a descender de un tren que lo condujo a la capital campechana. Bautista Sanguino, fue avistado por un ex agente de la Policía Judicial, quien solicitó el apoyo de varios custodios del tren de pasajeros. Cuando paró el tren en la terminal, quisieron agarrarlo, sólo que éste estuvo a punto de huir, pero afortunadamente en aquellos momentos se encontraba ahí un grupo de agentes de la Policía Judicial que se percataron de la maniobra y lo apresaron, despojándolo de un enorme cuchillo con los que amenazaba a sus perseguidores.2 Así fue la vida de Juan “El Ganso”, marcó su propio destino con la sociedad. Un día lo sacaron de Kobén y se lo llevaron para el penal de Mérida, nunca más lo volví a ver, sé que ya lo mataron”.3 Julio César López Domínguez alias “El Perro”. Otro interno que logró fama y poder en la vieja cárcel, y posteriormente en el reclusorio de San Francisco Kobén fue Julio César López Domínguez alias “El Perro”: “Julio nació un 30 de agosto de 1957, fue un chamaco que nunca tuvo amor. Hijo de mi hermana Chabela con Moisés López Cobos. Ese mote del “Perro” se lo pusieron porque fue muy terrible. Estudió en la Primaria “Justo Sierra Méndez”, nunca entraba a la escuela, se escapaba y hasta ahí nada más llegó. Fundó un imperio en la cárcel, le gustaba estar adentro porque era amo y señor de todo. Cayó por primera vez en el viejo penal junto con mi hijo Marcelo que me mataron a la edad de catorce años, estaban fumando marihuana ahí del Teatro Toro. Se lo llevaron bien chamaquito y lo encerraron junto con una mujer que apodaban “La Colombiana” que se encontraba presa 2 3
Novedades de Campeche, núm. 3632, 9 de junio de 1983. Vicente Poot, ex interno del penal de Kobén, entrevista personal, 6 de enero de 2011.
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ahí porque le había tirado ácido en la cara a un tal Fuentes y por droga. Yo quería mucho a Julio, por eso promoví para que lo soltara don Faustino Escamilla junto con mi hijo Marcelo. Desde su primera caída al penal lo sacaron pero volvía a regresar, entraba y salía, hasta que se quedó para siempre. Ahí adentro había un hondureño que se escabechó. Lo visitaba yo muy seguido, nadie se metía con él, todo mundo lo respetaba. Vivía en una galera pequeña junto con tres más y su perro llamado “Solovino”.4 “Aquél 31 de enero de 1983, día del motín, nos avisaron como a las siete de la noche, fue un chamaco que pasó y nos señaló que la vieja cárcel la estaban quemando. Julio se escapó ese día de ahí, por él empezó el pleito, ya que había un reo que le apodaban “La Virus” que quería el control del penal pero Julio no lo dejó. Durante la pelea, como a las cinco de la tarde, una hora antes del estallido del motín, Julio logró darle un machetazo en el brazo a “La Virus” ganándole la partida a golpes. En su huida se acordó de don Faustino en plena trifulca, quien se encontraba en los pasillos, le arrebató la pistola a un celador y les tiró de balazos a los presos para replegarlos, cargó a don Faustino y lo dejó en la puerta del penal. Llegó corriendo a mi casa y me dijo: —¡tía, me están quemando la cárcel!— entró y se bañó, después su papá y mi hermanito lo llevaron con el Lic. Domínguez Mas, y éste lo llevó a la posada “María Esther” para entregarlo a las autoridades al día siguiente y trasladarlo al penal de San Francisco de Kobén”.5 Julio César López Domínguez fue un hombre de regular estatura, como de 1.70 mts de alto y con un peso aproximado de 110 kg. Nunca se casó ni tuvo hijos. Ya estando en el penal de Kobén, usaba su corte de cabello tipo punk y mantenía todo su cuerpo tatuado. Sus amigos eran un grupo de reos apodados “Los Negritos Yaxcab”. Al igual que como en la vieja prisión de la calle 63, Julio logró hacerse el amo y señor de todo el penal de Kobén: “Menospreciaba al reo que se portaba mal. Cuando se mandaba a llamar a un interno ahí abajo en el penal y no subía, él bajaba y del pelo lo hacía subir, lo madreaba, era el madreador. Así fue creciendo su fama del perrito López”.6 4 5 6
Gladis Domínguez Castillo. Tía de Julio César López. Entrevista personal, 25 de mayo de 2011. Ídem. Vicente Poot, ex interno del penal de San Francisco de Kobén, entrevista personal, 6
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Por 10 años fue el señor absoluto del reclusorio, ahí se hacía lo que él decía: “Un día me contó que cuando llegaba un preso por haber violado a una niña o niño, inmediatamente él lo agarraba a patadas y lo molía a golpes como castigo por su delito, lo hacía sufrir hasta el cansancio. Aplicaba su ley”.7 Vivía solo en su celda, tenía su televisión, su refrigerador y a su fiel perro llamado “El Pantera”: “Yo lo visitaba seguido. Un día mi yerno Talango me llevó al penal a verlo y le llevé de regalo dos conejitos. Resulta que al entrar me preguntaron que a quién venía a visitar, contesté que al “Perro López”, pasé a la revisión y dije que no traía drogas ni nada, sólo los animalitos para mi sobrino, pero me indicaron que no podía meterlos. Cuando vi a Julio me dijo: —¡Qué hay gorda! —¡que hay hijito, te vine a ver pero no me dejaron pasarte unos conejitos que te traía, me los quitaron!— Se enojó tanto que hizo que se los entregaran. Total él era el que mandaba ahí adentro”.8 Gracias a su fama y con el paso de los años, Julio se hizo de muchos enemigos en la cárcel: había ocasiones en que ya no bajaba al patio del reclusorio porque existían grupos de internos que ya no lo podían ver. “El Perro” tenía que morir. Ya no les convenía vivo y por eso lo mataron. Julio fue asesinado el domingo 6 de junio de 1993 a las 20:15 hrs. de 60 puñaladas. Aquel domingo su padre Moisés había concluido su día de visita y fue el último en verlo con vida: “Lo mataron ahí en Kobén, ¡si baja el Perro hoy, hoy se muere!, decían. Lo mataron con puros machetes y puñales. Se agarró de las rejas y ahí lo apuñalaron, corrió al baño y quedó sobre la taza del escusado. Vi cómo subían su cuerpo a la camioneta, y donde lo asesinaron, parecía como que habían destazado una res, así había de sangre. Pobrecito Perro así acabó, conmigo siempre fue tranquilo”.9 Al siguiente día, la prensa daba la noticia del homicidio: “La negligencia en la Dirección del Centro de Readaptación Social de San Francisco Kobén y los posibles grupos que se han formado
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de enero de 2011. Gladis Domínguez Castillo. Tía de Julio César López. Entrevista personal, 25 de mayo de 2011. Ídem. Vicente Poot, ex interno del penal de San Francisco de Kobén, entrevista personal, 6 de enero de 2011.
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para conseguir el control del penal dieron como consecuencia el asesinato de Julio Cesar López Domínguez, alias “El Perro”. Fuentes extraoficiales dieron a conocer que anoche, alrededor de las 8:15 horas, fue asesinado el “Perro” quien se decía era el “mandamás” del Cereso. De acuerdo con la versión, López Domínguez se encontraba en la parte superior del penal, sin embargo se le ordenó bajar al patio central (galeras) lo que aprovecharon sus enemigos para causarle la muerte”.10
Ante el asesinato de Julio César, las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado declararon a la prensa que dicho crimen había sido por rencillas personales y que se investigaba para dar con los culpables y deslindar responsabilidades. Muchas fueron las versiones y muchos los comentarios que se dieron sobre aquella muerte, tanto de autoridades como de la prensa y de familiares, pero nunca se explicó a ciencia cierta porqué mataron al “Perro López” ahí en Kobén. Lo cierto era que Julio ya estaba muerto. Su cuerpo fue velado en la funeraria “Pérez Díaz”: “Yo lo vi en su caja y tenía muchas vendas en el cuello, fue un sepelio muy triste, quienes lo conocieron fueron a verlo. Lo enterraron en el panteón de Santa Lucía. Nunca voy a ver a Julio a su tumba, me deprime, no acostumbro estar visitando a los muertos, sólo lo recordamos cuando cumplió sus ocho días de muerto. Tengo muchos recuerdos de él como cuando se lo llevaban preso o lo entregaban, nunca lo golpearon los policías porque lo respetaban. Conmigo nunca se metió, lo quería mucho.”11 (Fig. 29).
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Wilbert Casanova Villamonte. “El día de ayer asesinaron al “Perro” López en Kobén” en Novedades de Campeche, núm. 7289, lunes 7 de junio de 1993. pág. 4B. Gladis Domínguez Castillo. Tía de Julio César López. Entrevista personal, 25 de mayo de 2011.
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Figura 29. Cripta 263 “D”. Zona de Ampliación. Panteón Municipal de Santa Lucía. Tumba de Julio César López Domínguez alias “El Perro López”. Hoy en día Julio comparte el mismo espacio con su hermano Martín Iván, quien falleció el 2 de agosto de 1997. Foto: Arón Durán.
Después del asesinato del “Perro López” en las galeras de Kobén, la prensa, a través de la pluma de Ramón Jiménez Gómez, argumentaba que el fantasma del narcotráfico provocaba las luchas internas de los reclusos de la cárcel donde la vida no valía nada: “El imperio de la “ley del más fuerte” ronda sobre la humanidad de 800 reos. El temor y la amenaza de muerte se pasean en las 15 hectáreas que privan de la libertad a una porción de esa sociedad. Es el penal de San Francisco Kobén donde las “alas de la libertad” están suprimidas, aunque espacio aún
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para el libertinaje. La vida y la muerte juegan pero titubean en hacerse valer una de la otra. El fantasma del narcotráfico recorre las galeras y provoca luchas internas, estériles. Es Kobén y sus reos, es la cárcel y sus huéspedes. Ahí se roba, se comercia con armas, con licor de fabricación casera, tepache, a 5 mil pesos (viejos) el litro. Se trafican estupefacientes, aunque ninguno de los 800 internos sabe nada de nada. “Una cárcel no es cárcel si no hay mota. ¡Ves tú entiendes! ¿No?” Se cometen atracos sexuales entre los mismos internos. Se asesina con la ley en la mano. Es la ley del más fuerte. El pez grande se engulle al chico”.12 “No hay que ir hasta León, Guanajuato. Aquí en el Centro de Readaptación Social de San Francisco de Kobén, también “la vida no vale nada y se respeta al que gana”. Cuatro muertes, la última del “Perro López”, en menos de cinco meses, así lo confirman. Es el penal y sus huestes desadaptados. El “Perro López” fue uno de ellos. También está Valentín Trinidad Centurión, y otros más. Ellos culpan a la sociedad. Ellos son las víctimas. Hay luto en Kobén, murió “el mayor”. “El Perro” fue buena onda con nosotros, nos alivianaba. Nos hacía el paro, protegía a la banda. Él era, cómo te diré, ¡pues cuate!”13 “El ansia de escapar va de celda en celda, en el penal nadie es culpable de estar ahí: “mira a mí me acusan de haber violado a mi hija recién nacida, pero ni pruebas tiene mi vieja. Es más, ni examen médico le hicieron a la criatura. ¿Tú crees?.. no soy culpable”. Untados en la pared están los aires de la violencia: “aquí estuvo “El Perro López”, quizás no López, el que se fregó a José”. El vandalismo bosquejado con sendos picazos sexuales en el cuerpo. La pornografía en la pierna de Valentín, dos cuerpos restregados. Huellas y grabados a tinta china, en brazos, tórax, piernas y espaldas. Como los de Manuel Rodríguez. Dibujos masoquistas que pinchan los poros y dejan estigmas de monstruos, ángeles, pegasos, cobras, mujeres y sus sexos revelados, nombres, miembros viriles y las más figuradas variadas, sin fallar la Guadalupana. Son los reos de Kobén. El penal y su ley de la selva, la cárcel y sus inmensos bemoles. Pierde el débil, triunfan los grandes y cualquiera puede morir. Así le ocurrió a Julio 12 13
Ramón A. Jiménez Gómez. “Temor y amenazas de muerte rondan en Kobén” en Novedades de Campeche, núm. 7292, jueves 10 de junio de 1993. 1era. Parte. pág. 4B. Ídem.
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César López Domínguez, aunque ya quería aprender a leer y escribir. Por quién doblan las campanas en las galeras de segregación, “¡Porque él fue buena onda, nos alivianaba gruesamente!”, decían sus compañeros, quienes colgaron un moño negro en la entrada de su celda”.14 “En menos de los cinco primeros meses del año suman ya cuatro muertes en el penal. El último fue Julio, de quien se dice era el mandamás. De carácter agresivo, pero en últimas fechas mostraba buena conducta. Sin embargo, su muerte aún oscura, se deba a venganzas de sus enemigos, quienes al verlo que bajó, ya que se le había integrado nuevamente con sus antiguos compañeros, lo asesinaron de 60 puñaladas. Valentín Trinidad Centurión aseguraba que a Julio lo habían asesinado porque no logró cumplir, junto con otros reos, la orden de un alto jefe, al parecer de dar muerte a otro recluso. El mismo Valentín, confinado a una celda de castigo, porque resultó agredido a machetazos por Jorge Alberto Delgado Sánchez y Román Aguayo, y porque podría ser portador de SIDA, en fechas pasadas, señalaba que él y el “Perro” colaboraban con altos jefes carcelarios en controlar a los demás internos, mientras mostraba una herida que le cruzaba el cuerpo, del pecho al vientre”.15 ¡Aquí adentro la cosa esta gruesa! a mí me quisieron matar, pero mis agresores fallaron y por ello me relegaron. La bronca es que todos quieren ser los meros meros, quieren ser los jefes de los grupos. En una cárcel hay de todo, pero no te puedo decir cómo entra y quiénes la venden, porque mi vida estaría en peligro. Acusado por cuatro delitos, del mero barrio de Santa Ana, el Valentín, lanzaba acusaciones a diestra y siniestra desde su celda “especial”. “Otros reos, quienes prefirieron el anonimato, dijeron que la lucha por tomar el poder en el reclusorio se había agudizado. ¡Mira, tú sabes que aquí y en cualquier otra cárcel del mundo hay mota! ¡Es lo que menos falta hace en cualquier lugar de éstos, pero no te puedo decir cómo y quiénes la introducen, porque mi vida estaría en peligro! Valentín acusaba a Arturo Velázquez Abarca de ser uno de los que querían tomar el control del penal y que desconocía a los asesinos del “Perro” porque temía por su vida. Por su parte las autoridades penitenciarias aceptaban que en fechas pasadas se introducía droga al penal, a través de pelotitas 14 15
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de plástico, y negando que se siguiera efectuando. La mariguana era traspasada por la parte trasera del reclusorio en donde se ubicaba una quinta frutícola”.16 “Galera SC-3: el estribillo de “…tú estás siempre en mi mente, pienso en ti amor cada instante…” invade el lugar. Es una canción de “Juanga” que brota de una guitarra mal tocada. La toca Reyes Daniel quien también hace cuadros. Ahí la mayoría de los 49 reclusos padecen amibiasis.17 Se quejan de carencias médicas. Para Luis Escobar, acusado de homicidio y que se dice inocente, uno de los mayores riesgos en Kobén es contraer enfermedades debido a la falta de higiene en la comida y la insalubridad en los baños y dormitorios. Sin embargo, el verdadero problema en sí de nueva cuenta era la violencia. “Aquí si te descuidas te lleva la …” Aseguraba Teófilo, acusado de homicidio”.18 Después del trágico asesinato de Julio César “El Perro”, la imagen de éste pasó a formar parte de los hombres ídolos que se crean en la imaginación colectiva de los internos de una prisión, una galera o una celda de castigo: “Rostros con síntomas de agresividad, cabellos a la punk y grafitis en los cuerpos a tinta china. Es la celda “La novia del mar” donde no hay mar y nadie tiene novia. Ahí un grupo de reos platica y se enorgullece del difunto “Perro López”. Él fue buenísima onda con nosotros, siempre nos alivianó y nos hacía el paro. Era el héroe, aunque para la mayor parte de la sociedad haya sido desconocido. Era el jefe, el capo o mayor de la penitenciaría, todos les respetábamos la vara. ¿Y quién lo mato? La respuesta era obvia. El silencio absoluto. Miradas entre ellos. Uno se envalentona, mira en derredor y afirma: “Sí lo sabemos pero no podemos decirlo, porque nuestra vida corre peligro...Tú sabes ¿no? ¡agarra la onda!”19
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Ídem. Enfermedad parasitaria intestinal de tipo alimenticia producida por la infección de la ameba Entamoeba histolytica, protozoo rizópodo muy extendido en climas cálidos y tropicales. El parásito se adquiere por lo general en su forma quística a través de la ingestión oral de alimentos o líquidos contaminados. Cuando invade el intestino, puede producir disentería, aunque también puede extenderse a otros órganos. Ramón A. Jiménez Gómez. “Temor y amenazas de muerte rondan en Kobén” en Novedades de Campeche, núm. 7293, viernes 11 de junio de 1993. 2da. Parte. pág. 4B. Ídem.
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En el penal, algunos presos prefirieron callar y hablar de que las cosas eran normales. Aún después de muerto, Julio César López Domínguez siguió siendo famoso entre todos aquellos que compartían un espacio, anécdotas, lágrimas, rencor y esperanzas en el penal de Kobén. Hasta su propio corrido le hicieron: “fue un domingo 6 de junio, a Julio César López lo mataron, lo mataron por la espalda, no podían de otro modo, su muerte ya estaba comprobada, era un gallo de pelea, ahora se oye por todas las galeras los lamentos de su perro fiel que lo llamaban Pantera”.20 “Él labro su propio destino. Jamás iba a salir de la cárcel, él quería mandar, él mandaba. Si aún viviese y a sus 54 años, ya ni de viejo saldría”.21 Hoy en día, hay gente que aún recuerda a Julio en aquella triste y solitaria tumba donde descansa junto a su hermano y con su epitafio: “Señor, triste quedó nuestro hogar sin sus presencias. Se fueron dejándonos la nobleza de sus corazones. Que descansen en tu reino celestial eternamente”. Lo visitan aquellos hombres que compartieron una celda con él en Kobén o que lo conocieron en las calles de la ciudad cuando joven. Hombres marcados por una vida atropellada, en donde sus cuerpos tatuados aún reflejan aquellos duros años de vivir en una cárcel. Hombres que aún respetan y recuerdan al que un día fue el jefe, el capo, el mandamás. Un personaje llamado Julio César López Domínguez alias “El Perro López”. (Fig. 30).
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Gladis Domínguez Castillo. Tía de Julio César López. Entrevista personal, 25 de mayo de 2011. Ídem.
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Figura 30. Foto: Arรณn Durรกn.
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La Remodelación del inmueble de 1993
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l viejo inmueble de la ex cárcel, propiedad del Ayuntamiento de Campeche, se mantuvo abandonado por nueve meses después de cerrar como penal y de ejecutarle algunas pequeñas mejoras ante los destrozos ocasionados durante el motín de reos de 1983. (Fig. 31).
Figura 31. Antiguo patio trasero y central del penal. FUENTE: Novedades de Campeche, domingo 3 de abril de 1983.
En diciembre de ese año, durante su administración como Presidente Municipal, el Ing. Edilberto Buenfil Montalvo retomó los espacios de la entrada del viejo edificio para establecer algunas oficinas municipales:
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“Activamente brigadas del ayuntamiento de esta capital se encuentran remozando el local de la ex cárcel de Campeche a fin de ubicar allí algunas de las oficinas del gobierno municipal. Como es del dominio público, la antigua cárcel será acondicionada y debidamente reparada a fin de darle un uso práctico y se espera descongestione las oficinas del ayuntamiento. Por lo pronto han quedado ya instaladas allí, desde la semana pasada, el Departamento de Obras Públicas, el Consejo de Colaboración Municipal, las oficinas del Padrón de Cartillas y el de Estadísticas, y se espera que al termino de las obras queden colocadas por lo menos tres o cuatro dependencias más. Los trabajos están a cargo de brigadas de trabajadores del propio Departamento de Obras Públicas y en donde se calcula se efectuará una erogación de varios millones de pesos. Por último, se dijo que para fines del mes de enero que entra quedará debidamente reacondicionado con funcionales departamentos y oficinas, que le darán otra fisonomía a esa añeja construcción para beneplácito tanto de los usuarios del municipio como de los habitantes de ese sector de la ciudad.”1
Cuatro años más tarde, para 1987, en la Administración Municipal de José Medina Maldonado, las dependencias de Obras Públicas, Catastro, DIF y Bienestar Social del Ayuntamiento seguían funcionando en el área de la ex cárcel. Pero fue el 14 de septiembre de 1988, cuando el huracán Gilberto tocó tierra en el Estado de Campeche con categoría cinco en la escala Saffir-Simpson, provocando inundaciones y destrucción en toda la ciudad que el vetusto edificio de la calle 63 resintió las inclemencias del temporal, los techos de las galeras colapsaron y muchas áreas de las oficinas municipales se inundaron, motivo por el cual todas ellas fueron trasladadas a otras edificaciones, quedando el inmueble en el total abandono y deteriorado al cuidado de los veladores Mariano Teul Chuc y Matusalén Chan. Cinco años después, a principios del mes de octubre de 1993, el Alcalde del H. Ayuntamiento de Campeche, Ing. Gabriel Escalante Castillo, en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno del Estado iniciaron los trabajos para efectuar la rehabilitación 1
Novedades de Campeche, núm. 3809, martes 13 de diciembre de 1983.
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total del viejo edificio que había alojado por muchos años a la cárcel con el programa: “Sitios Históricos y Culturales” contando con una inversión total de N$1,288,482. Para llevar a cabo la restauración del inmueble se empleó como contratista a la empresa Espacio, Diseño y Construcción, S.A. de C.V. con el número de contrato HA-DOP-093-027, bajo la dirección de Obras Públicas Municipales y con la supervisión tanto del Departamento de Monumentos Históricos como de la Sección de Arqueología del Centro Regional INAH-Campeche.2 El inmueble marcado con el número 48 de la calle 63, entre la 16 y la 18, del Centro Histórico, véase anexo 5, es de un solo nivel con muros de mampostería de 0.60 m de ancho en general, y con una cubierta de vigas y estuco. El frente del edificio consta de una sencilla fachada de 42.40 m de longitud con cuatro ventanas al lado derecho del acceso, y tres a lado izquierdo. En cuanto a las ventanas del lado derecho, las dos más próximas al portón están dispuestas en posición vertical midiendo 2.25 m de altura y 1.50 m de ancho, en tanto que las más distantes están colocadas horizontalmente y miden 1.12 m de alto y 3 m de ancho. En cuanto al lado izquierdo del portón, se encuentran tres ventanas colocadas horizontalmente, las cuales tienen un ancho promedio de 3 m. 3 El Portón central está formado por un arco delimitado por pilastras con capitel que rematan en una doble moldura delgada sobre la que hay una cornisa de grandes dimensiones; a partir de la cornisa mencionada continúan las dos pilastras y capiteles simulados que rematan en la cornisa superior la cual corre a todo lo largo del muro de la fachada. Entre las pilastras simuladas y la cornisa superior hay una placa con la inscripción: AÐ1804, la cual corresponde a la fecha de inicio de la primera construcción de este edifico, la Escuela Misericordia o “El Hospicio” por parte de Don Miguel Duque de Estrada, albacea de Don Agustín de la Rosa Zenteno; y como remate del frente hay una crestería con forma de campana, con una moldura que corre en todo su contorno; en el interior hay un nicho vacío y finalmente, en el remate 2 3
Suárez y Ojeda. Arqueología Histórica en la Ciudad de Campeche. pág. 75. Ibid. p. 76-77.
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de la crestería hay una base sobre la que se asienta una cruz latina de piedra caliza. (Fig. 32). Atravesando la entrada del inmueble hay un amplio espacio en cuyo muro sur se ubica la comunicación a los corredores, dicha comunicación era a través de una pequeña puerta que fue eliminada debido a que se encontró la huella de un gran arco de medio punto, mismo que había sido tapiado en otro tiempo, decidiéndose liberarlo con el fin de recuperar su amplitud original de 3.50 m. Hacia los costados este y oeste del área del portón se encuentran varios cuartos intercomunicados y divididos entre sí por muros más delgados que variaban entre 30 y 35 cm de espesor. Los cuartos del lado derecho (oeste) son tres y tienen dimensiones de 4.18 m x 4.79 m, el primero de ellos con acceso al sur, este y oeste, en tanto que al norte posee una ventana que da hacia la calle 63. El segundo cuarto de la derecha mide 4.45 m x 4.79 m, con acceso por el este y por el oeste, situándose su ventana vertical hacia el norte. El último cuarto de este lado es el de mayores dimensiones pues mide 4.80 mts. de ancho por 8.90 mts. de largo comunicándose con el pasillo hacia su lado sur y con el cuarto anterior por el oriente, mientras que sobre el muro norte se encuentran dos grandes ventanas dispuestas en posición horizontal. Un dato interesante es la existencia de dos niveles del suelo, los cuales consistían en pisos de cemento sobrepuesto.4
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Ibid. p. 83.
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Figura 32. Portón y acceso frontal de la crestería que remata la fachada de el edificio. Foto: Arón Durán.
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Hacia el lado izquierdo (este) de la entrada se encuentra dos cuartos divididos entre sí por un muro de 35 cm de espesor; el primer cuarto mide 4.38 m x 4.77 m y tiene comunicación al sur con un pasillo, al oeste con el portal, al este con la siguiente habitación, y al norte con el garitón del centinela; es en este cuarto donde se encontraban las escalinatas de cemento colado que conducía a la azotea del edificio. El cuarto restante tiene 4.74 m de ancho por 13.20 m de largo con comunicación en el costado sur con el pasillo, y al oeste con la habitación anterior, además, tiene tres ventanales dispuestos horizontalmente en su muro norte que miran hacia la calle. Detrás de todos los cuartos mencionados, y del portal, se extiende un amplio corredor de 31 m de largo por 4.25 m de ancho, tal como se encontraba al iniciarse los trabajos de rehabilitación, pudiéndose apreciar un total de seis arcos de medio punto sostenidos por columnas los cuales se sitúan hacia el sur del corredor, teniéndose comunicación al patio a través de ellos.5 (Fig. 33).
Figura 33. Corredor norte con antiguo acceso a la azotea. FUENTE: Hemeroteca del Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Ibid. p. 86.
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El análisis detallado de los paramentos y la arquitectura del edificio proporcionó, durante la restauración de 1993, datos de sumo interés como lo fue la identificación de cuatro arcos tapiados absorbidos por la mampostería; dos de los arcos comunicaban al pasillo norte de la ex cárcel con dos pequeños cuartos, uno a cada extremo de aquel (este y oeste), teniendo el cuarto oriental la función actual de sanitario, misma que siguió teniendo después de su restauración; por su parte, el cuarto del extremo opuesto (oeste) era una pequeña bodega con un lavabo, y actualmente es el área del comedor del Archivo Municipal. En ninguno de los cuartos fue liberado el arco correspondiente ya que ambos continúan siendo empleados con su función actual, no obstante, la evidencia permitió apreciar la dimensión del pasillo con su máxima extensión de 40.75 m. Por el contrario, los dos arcos tapiados restantes, mencionados anteriormente, sí fueron liberados de la mampostería que los incorporaba al paramento, ambos estaban sostenidos por piedras dispuestas a manera de jambas que daban la impresión de ser pilastras simuladas rematadas por un capitel, su liberación permitió devolverle la comunicación del corredor norte con los corredores que se unen perpendicularmente a él en sus extremos oriente y poniente recuperando parcialmente el diseño original del inmueble.6 (Fig. 34-35).
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Ibid. p. 86-89.
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Figura 34. Panorama del arco rescatado durante la reconstrucción de 1993. FUENTE: (Suárez y Ojeda, 1996: 90)
Figura 35. Mismo arco que hoy en día comunica a los pasillos norte y sur. Foto: Arón Durán.
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En cuanto al costado poniente de la ex cárcel, debemos señalar que la observación en detalle de la pared exterior fue la que guió en la identificación de elementos arquitectónicos absorbidos por la mampostería levantada aparentemente desde el siglo pasado, a raíz de lo anterior fueron identificadas las características arquitectónicas similares a las del pasillo norte, es decir, la existencia de un corredor con fachada hacia el patio portando una arquería, en este caso cinco arcos de medio punto sostenidos por columnas, pero que en su arranque y terminación, el arco surge de un capitel empotrado en el paramento. En algunas de las orillas y rincones de los muros se encontraron restos de pintura de colores verde, blanco, amarillo ocre y azul en capas sobrepuestas. Otros rasgos arquitectónicos encontrados son las huellas de los accesos anteriores a los actuales, mismos que a pesar de hallarse prácticamente en los mismos sitios que las puertas modernas, aunque no en todos los casos, no poseían la misma altura que estas últimas. Al conseguirse identificar los arcos en la fachada del antiguo corredor oeste se procedió a efectuar la apertura de los mismos, retirando la mampostería que los cubría y localizando sus columnas y capiteles; en este caso sólo se pudo hallar una columna ya que el resto de los demás había sido desplazado desde mucho tiempo atrás, al efectuarse importantes modificaciones en el costado poniente del edificio, quedando de esta forma, sellados los arcos, lo cual se constató perforando los sectores de la pared en los que debían estar las columnas que sostuvieron los arcos. Al interior del antiguo corredor vemos una arcada distinta a la de la fachada que mira al patio, ya que es de mampostería, y de tan sólo cuatro arcos; se trata en realidad de un muro que tuvo varios accesos que permitieron la comunicación de una serie de cuartos con el pasillo oeste del inmueble.7 Finalmente, el cuarto sur que fue utilizado como cocina en tiempos contemporáneos, presentó varias modificaciones en sus muros, en el del lado norte, la puerta original fue tapiada y abierta una nueva, aunque más pequeña, a un costado de la anterior. (Fig. 36) Por otra parte, el muro sur presentaba dos modificaciones que consistían en dos puertas de distinto tamaño que correspondían a diferentes momentos constructivos también tapiados, para finalmente dejar en su lugar una 7
Ibid. p. 89-91.
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ventana, a la derecha de ésta, había dos perforaciones en forma de media luna que atravesaban todo el muro en dirección sur y que probablemente tenían relación con la función de cocina en esta área. Detrás del cuarto sur hay una bodega dividida en dos partes que es en realidad un agregado posterior, y a un costado de ella hay un pequeño cuarto con acceso hacia el este, aunque en la actualidad se encuentra clausurado. En cuanto al costado oriente del edificio, se encontró evidencias de que en su primera época constructiva había sido un corredor con arcos que posteriormente sufrió dos importantes modificaciones; en el caso específico de la fachada se aprecian la puerta y ventanas actuales, y en algunos casos las huellas de los accesos tapiados de una etapa constructiva intermedia, es decir, ocurrida entre la construcción de los arcos, y la de las ventanas y acceso modernos. Al inicio de los trabajos se identificó el capitel absorbido que daba inicio a los arcos en el extremo sur, así como las columnas que se encontraban formando parte del núcleo del muro, incluyendo a una que había sido mutilada con la finalidad de colocar una cañería oculta que servía de desagüe al techo. A diferencia del corredor poniente, en éste sí se localizó todas las columnas las cuales cuentan con una altura de 1.85 m y un diámetro de 0.34 m, una vez identificados los datos arquitectónicos se procedió a liberar el área de los arcos demoliendo las paredes de mampostería que los sellaron, para de esta forma, recuperar su estado original. Toda la techumbre del sector oriente de la ex cárcel estaba completamente derrumbada, incluso el muro divisorio de arcos y pilastras de mampostería, observándose la caída de las vigas de madera. Sin embargo, fue evidente el arco tapiado que en otro tiempo comunicó al corredor este con el del lado norte, uniéndose ambos perpendicularmente, el cual se liberó, recuperándose así su estado prístino.8
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Ibid. p. 91-99
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Figura 36. Puerta tapiada que comunicaba la cocina con el corredor oeste. FUENTE: (Suรกrez y Ojeda, 1996: 90). El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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La excavación y desescombro del costado oriente puso al descubierto el arranque de cada una de las pilastras de mampostería que sostuvieron a cuatro arcos como producto de una gran remodelación en este paramento. La información arquitectónica recuperada durante las excavaciones y su comparación con la evidencia expuesta en el sector opuesto del inmueble fue lo suficientemente sólida como para permitir la reconstrucción de las pilastras y sus arcos correspondientes con dimensiones similares al costado opuesto de la ex cárcel. Después de levantadas las pilastras se colocaron dos tablas inclinadas a manera de triángulo que permitieron, una vez relleno su exterior, darle la circunferencia necesaria para obtener como resultado los arcos de medio punto. (Fig. 37).
Figura 37. Reconstrucción total de los arcos del lado este. FUENTE: (Suárez y Ojeda, 1996: 90).
Finalmente, al sur del corredor oriente encontramos un cuarto con acceso al patio y con tres ventanas que miran al sur: el cuarto en cuestión tuvo comunicación con el corredor a través de una puerta
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abierta en el muro norte, el techo era de vigas entre cuyos espacios se formaba una pequeña bóveda que sostenía a todo el grueso de la techumbre mencionada y en la esquina suroeste de la azotea sobresalía una prolongación de mampostería a manera de muro el cual portaba una leyenda hecha de cemento en la que se leía lo siguiente: PEDRO MAY RECUERDO MARZO 15 Es razonable pensar que dicha inscripción tuvo que ver con obras de remozamiento llevadas a cabo en el edificio, o bien, concluidas en el año de 1940 por Pedro May.9 Detrás del cuarto descrito arriba, había un pequeño cuarto que funcionó como baño y frente a él se localizó la fosa séptica, misma que estuvo cubierta con rollizos de madera y aplanado sobre ellos. El sábado 26 de febrero de 1994, en presencia del Gobernador del Estado, Ing. Jorge Salomón Azar García, el Director Municipal de Obras Públicas el Ing. Antonio Alday Echeverría hizo entrega al Ayuntamiento de Campeche el remodelado edificio que albergó a la Cárcel Pública de la ciudad, y que a partir de esa fecha albergaría el Archivo Municipal. Fue restaurado con un importante ahorro al utilizarse solamente N$1.039,00 pesos de los N$1.184,00 destinados para la obra.10
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Ibid. p. 107. Diario de Yucatán. El periódico de la vida peninsular, domingo 27 de febrero de 1994.
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La llegada de los Acervos Documentales del Archivo Municipal
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pesar de haberse fundado la Villa de San Francisco de Campeche en 1540 su archivo municipal comienza regularmente desde el año de 1812 debido a que fue destruido en el año de 1685 por el ataque del pirata francés Laurent Graff “Lorencillo” aquel 6 de julio cuando atacó la villa y pueblos circunvecinos junto con su colega Grammont. El Ayuntamiento de la capital, en sesión del 11 de octubre de 1822, acordó pedir autorización al Gobierno de Yucatán para hacer un gasto de trescientos pesos destinados a copiar los libros de actas correspondientes al período comprendido entre 1600 y 1750, los cuales se encontraban “todos comidos de polillas y casi ilegibles”. Pero el gobernador Melchor Álvarez negó la autorización por ser incompatibles las nuevas instituciones con las de las épocas a que se referían los libros.1 El Ayuntamiento de la Villa volvió a manifestarse alegando que el contenido de los libros era interesante y que debían conservarse pues contenían importantes datos relacionados con la administración pública, pero la nueva instancia fue negada el 13 de mayo de 1823. En septiembre de 1877, don Francisco Álvarez Suárez se hizo cargo de la secretaría del Ayuntamiento, encontrando el archivo en completo abandono. A decir de él, el portero disponía a su arbitrio de los papeles, unas veces para su uso particular y otra para vender en las tiendas. Álvarez comenzó entonces su laboriosa tarea de organizarlo y solicitó a un escribiente, habiendo sido nombrado para ese cargo a Pedro Moreno. En el año de 1878 inició la clasificación, para ello se ordenaron cronológicamente los documentos y se acumularon en expedientes. En el siguiente año, se construyeron los anaqueles, siendo éstos ya insuficientes para 1899, y finalmente el día 16 de septiembre de 1942, la administración municipal hizo una nueva ampliación de los anaqueles del archivo.
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Pérez Galaz, Juan de Dios. Diccionario Geográfico e Histórico de Campeche. pág. 37.
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Álvarez Suárez interrumpió varias veces su trabajo por haber sido removido del cargo, pero dio cima a su importante labor en el año de 1908. Como resultado de ello publicó su interesante obra “Anales Históricos de Campeche” que lo llevó a consagrarse entre los historiadores del Estado. A la muerte de don Francisco Álvarez Suárez, el archivo volvió a recaer en un abandono hasta que el Dr. Héctor Pérez Martínez, siendo Gobernador del Estado y al visitar cada una de las dependencias del mismo, encontró en un salón del antiguo palacio, en confuso hacinamiento y total abandono, el acervo documental que constituía el pasado de Campeche. Con la convicción de que en aquel lugar se encerraba la historia de Campeche y seguro de que su conservación y orden traería un beneficio a la entidad, el Gobernador Pérez Martínez contrató los servicios de un técnico que se trasladó a Campeche para tal fin y a través del decreto número 67 del 5 de Abril de 1941 se crea el Archivo Público del Estado, no abriendo sus puertas al público en general hasta el mes de enero de 1942, haciéndose cargo Juan de Dios Pérez Galaz: “Comencé por la reparación del local designado. Sirvió para tal objeto el que estuviera anteriormente destinado a residencia del Tribunal Superior de Justicia, esto es, a la derecha de los altos del palacio en que el Municipio de la Capital tiene su residencia, y por lo mismo, contiguo a las oficinas de la Aduana Marítima del puerto, todos ellos frente a la plaza de la Independencia en esta ciudad”. 2
La desinfección de papeles, los arreglos del local y reparación de los anaqueles relativos se llevaron a cabo a finales de 1941. Los muebles con los que estuvieron dotados antiguamente fueron: trece estantes para papeles en el primer salón, dieciocho para el segundo y cinco libreros, instalados en el despacho del director. Un elegante escritorio con su silla y una máquina de escribir, completaron el equipo. El Archivo Público fue inaugurado el 6 de agosto de 1942 y fue dotado de todos los elementos para su buen funcionamiento. Se instaló 2
Ibid. p. 39.
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un lavabo, se compró un filtro para agua, varias mesas mayores, un tarjetero para 25,000 fichas y un armario para los útiles de escritorio. En la primera sala se elevaron los anaqueles a una altura doble de la original para duplicar su capacidad, construyéndose un pasadizo o balcón para su más fácil acceso.3 Cabe hacer mención que los archivos Estatales y Municipales estaban juntos en el mismo edificio pero no mezclados. Este último, durante el Gobierno del Dr. Pérez Martínez, recibió el nombre de don Francisco Álvarez Suárez. Dos décadas más tarde, el infortunio rondó de nuevo a la historia documental de Campeche; en 1962 es destruido el edificio que albergaba al Ayuntamiento, el Gobierno Estatal y la Aduana Marítima, razón por la cual los documentos del Ayuntamiento terminaron en un local de la calle 10 y los del Archivo Público del Estado en el sótano del nuevo Palacio de los Poderes, hoy Palacio de Gobierno. Los documentos compuestos por ambas estancias gubernamentales permanecieron cerca de 19 años en el abandono hasta que el 10 de febrero de 1981 se crea el Archivo General del Estado y se rescata también parte del Archivo Municipal: “No solamente no conocemos nuestra propia identidad a causa del gran número de documentos históricos descuidados en el territorio mexicano, sino que podríamos estar en peligro de perderla, al no tomar conciencia a tiempo para acudir al rescate de esas evidencias, advirtió la doctora Stella González Cicero, jefa del Registro Nacional de Archivo del Archivo General de la Nación. Informó que en un predio de la calle 10, donde se ubicaban las oficinas del comité del Carnaval, rescataron anteayer documentos del Archivo Histórico Municipal. En 150 cajas depositaron el material en buenas condiciones y en otras cinco, documentos dañados.”4 (Fig. 38).
Los documentos municipales fueron trasladados a un local de la calle 55 entre 12 y 14 del primer cuadro de la ciudad en donde se asentó el Archivo General del Estado, hoy en día el hotel Wuaranducha. 3 4
Ibid. p. 40. Novedades de Campeche, 11 de febrero de 1981.
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El acervo municipal fue trabajado para su limpieza y clasificación. Ya para 1982 se contemplaba su restauración total. El acervo según su inventario de ese año, contaba con documentos municipales que databan de 1820 y estaban divididos en archivos de trámite, inmediatos, de área, de concentración y el histórico. En ese aspecto se contó con Diana Blengio Pinto restauradora de papel. En la organización por secciones contaba con documentos referentes al reclutamiento para el Servicio Militar Nacional, cabildo, presidencia, secretaría, sindicaduría, regiduría, tesorería, juzgados, comunicaciones, asuntos eclesiásticos y militares. El 9 de marzo de 1988, el Gobernador del Estado, Abelardo Carrillo Zavala nombró a José Rafael Vega Alí como nuevo Director General del Archivo del Estado, joven campechano de 28 años, historiador y periodista con experiencia que venía a darle un cambio y responsabilidad a todos los acervos y a la institución misma.
Figura 38. Parte del acervo documental del Archivo Municipal de Campeche que fue rescatado del antiguo edificio del Comité del Carnaval en la calle 10. FUENTE: Novedades de Campeche, 11 de febrero de 1981.
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Desde sus inicios de campaña para la Presidencia Municipal de Campeche en 1988, el Arquitecto Jorge Luis González Curi ya tenía la inquietud de rescatar el acervo municipal que se encontraba en el Archivo del Estado, situación por la cual el Lic. Rafael Vega Alí le hizo la propuesta del rescate y resguardo de los documentos para que fuera el propio Ayuntamiento quien se hiciera responsable de los mismos. Fue así como el 30 de diciembre de 1990, ya siendo Presidente Municipal y dentro de uno de sus actos al rendir su segundo informe de labores, el Arquitecto Jorge Luis González Curi, recibió de manos del Lic. Vega Alí en el pasillo central del inmueble de la ex cárcel, todo el inventario y documentación que conformaba el acervo del Archivo Municipal, acto que presidió el Gobernador Abelardo Carrillo Zavala, regidores y síndicos del Ayuntamiento. Durante la ceremonia se develó una placa de inauguración del Archivo Municipal, el Gobernador Zavala inauguró una exposición de documentos originales y copias en los pasillos del edificio, además de que hizo entrega de la Colección Concordia y publicaciones que durante su administración se habían difundido al Presidente Municipal González Curi.5 Con ese acto conmemorativo en el antiguo edificio de la calle 63, aparece y toma forma propia el Archivo Municipal de Campeche que hoy en día cuenta con un gran acervo documental así como una guía que abarca de 1736 a 19406 clasificados en los siguientes fondos: Administración Pública, Asuntos Eclesiásticos, Comercio, Educación, Hacienda, Obras Públicas, Renuncias y Nombramientos, Salubridad, Tierras, Seguridad y Cárcel Pública. De los años cuarenta en adelante, se encuentra documentación sobre Registro Civil, Fomento, Catastro, Obras Públicas, Tránsito y Comercio, entre otras. Se resguarda una gran cantidad de fotografías, de las cuales se tiene en exposición y consulta algunas de los años 1859 a 1940. De la misma manera, se cuenta con una mapoteca. El acervo del Archivo Municipal, es y seguirá siendo fuente invaluable para la historia de Campeche, para su consulta y estudio de sus documentos por parte de estudiantes, historiadores y público en general. 5 6
Lic. Rafael Vega Alí, comunicación personal, 11 de enero del 2011. Cabe hacer mención que la información no es consecutiva, existen faltantes documentales.
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Las Remodelaciones del 2009 y 2011
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l edificio que alberga el Archivo Municipal de Campeche no llegó a tener otra remodelación desde la última efectuada en el año de 1993. Con el Gobierno Municipal del Lic. Carlos Oznerol Pacheco Castro (2006-2009) a través de la Dirección de Obras Públicas, se dio inicio a nuevos trabajos de mejoras al inmueble del Archivo Municipal, en donde se realizó una inversión de 3 millones de pesos, recursos aportados por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de CONACULTA para acciones que respondían a la necesidad de conservar el vetusto edificio ubicado en el Centro Histórico de la ciudad. Las obras iniciaron a finales del mes de diciembre de 2007 con los trabajos de tapiado del acceso principal y desmantelamiento de instalaciones eléctricas e hidráulicas, vigas de acero, madera, arrastre y metálicas, y posteriormente, se inició la demolición de techos en una primera etapa que comprendió la fachada principal. Los trabajos estuvieron a cargo de la constructora del arquitecto Rubén Eduardo Silva Ballote, en donde se demolieron y picaron muros e incluyeron las construcciones de una nueva techumbre e instalaciones hidráulicas, sanitarias y eléctricas. El edificio del Archivo Municipal resguardaba importantes archivos y documentos de gran valor histórico del municipio en ese momento así como las oficinas que administraba el catálogo de documentos, la Dirección de Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Campeche, la Dirección del Periódico Oficial y la Dirección de Sitios y Monumentos Históricos del Gobierno del Estado. Cabe destacar que los techos del edificio presentaban un daño estructural por lo que requería de urgente mantenimiento, razón por la cual el Ayuntamiento de Campeche gestionó los recursos para su remodelación integral a fin de garantizar la vida útil del mismo. De acuerdo a la Dirección de Obras Públicas los trabajos preliminares incluyeron el tapiado de 42 metros del área de trabajo,
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demolición de 427 metros cuadrados de techos, desmantelamiento de 75 metros de vigas de acero, 226 piezas de vigas de madera, 164 metros de vigas de arrastre, 20 metros de vigas metálicas de 12 centímetros; se desmanteló 30.87 metros cúbicos de muro de mampostería, tres ventiladores de techo, 15 luminarias, instalaciones eléctricas, aire acondicionado y mobiliario de los sanitarios que fueron sustituidos por modernos aparatos. En cuanto a los conceptos que se ejecutaron en la remodelación, se incluyó la construcción de cadena de nivelación, 427 metros cuadrados de losa de vigueta y bovedilla e impermeabilización de 427 metros cuadrados de losa.1 A partir del 2008, la vida útil del inmueble continuó por años en contra de las inclemencias del tiempo, de sus bailes, fiestas y eventos interiores. Siempre firme y mudo testigo de su historia. Fue hasta tres años más tarde que el edificio volvió a ser remodelado. El 2011 marcaba el tiempo para retocar sus paredes, techos y fachada. En el periodo de julio a diciembre se ejecutó el programa de “Mejoramiento de la Imagen Urbana de San Francisco de Campeche” a través de la Secretaria de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Gobierno del Estado, realizando la conservación de las fachadas del Centro Histórico correspondiente a las ubicadas en las calles 12 (lado sur), 14, 16 y 18 entre 49 y 67. Este programa se realizó a través del convenio SECTUR Federal y Estatal aportando cada uno de ellos la cantidad de $2’500,000.00 y $6’500,000.00 respectivamente, dando un total de $9’000,000.00 para realizar estas acciones en 800 unidades arquitectónicas. Dentro de este paquete financiero se tuvo contemplado la conservación del inmueble del Archivo Municipal. Al realizar los trabajos se ejecutaron actividades en su fachada principal sobre la calle 63 y su fachada posterior sobre la calle 67 o de la Muralla para preservar el estado físico del edificio, logrando acentuar su estilo arquitectónico integrado a un contexto urbano rico en su tipología ancestral.
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Tribuna de Campeche, núm. 11734, sábado 19 de enero de 2008.
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Las labores consistieron en: · Preliminares. 1. Erradicación de flora parásita en fachada retirando vegetación y maleza existente. 2. Limpieza de recubrimiento de piedra en fachada con cepillo de raíz utilizando máquina hidrolavadora. · Albañilería. 3. Liberación de aplanado a golpe rasante en muros de mampostería por pérdida de cohesión, con liberación de juntas y desentrañando la piedra, lavando la superficie con agua a presión con máquina hidrolavadora. 4. Rajueleado en muro de mampostería elaborado con pedacería de piedra braza de la región untado con mortero. 5. Aplanado en muros de mampostería a dos manos (emparche y masilla), aplicando cal apagada, polvo de piedra, adhesivo (festebond), impermeabilizante (festergral), cemento blanco, con llana de madera, acabado estucado de primera calidad. 6. Resane de cornisa o moldura con emparche y masilla. 7. Resane de marco que incluyó jambas y dintel de piedra labrada en puerta de acceso principal. · Pintura. 8. Suministro y aplicación de pintura vinil acrílica mate, con características antihongos en color amarillo portales en los macizos y color beige en sus detalles ornamentales, en fachada principal y posterior de muros. 9. Suministro y aplicación de pintura a la cal en color amarillo en interior del inmueble (áreas de estacionamiento y vestíbulos interiores) en muros. 10. Suministro y aplicación de pintura esmalte en puertas, ventanas y herrería, en colores caoba, rojo óxido y negro brillante.
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· Carpintería. 11. Rehabilitación de puertas y ventanas, cambiando secciones de madera dañada, incluyendo raspado, lijado resanado, sellado de superficie y cambio de herrajes en su caso. · Herrería. 12. Rehabilitación de rejas y protectores metálicos, mediante la reposición de piezas faltantes. · Instalaciones eléctricas e hidrosanitarias. 13. Alineación de cableado existente, interconexión entre espacios arquitectónicos (garita a panadería), por el interior eliminando cableado exterior. 14. Empotramiento de gárgola de concreto en área de estacionamiento.2 En suma, se ejecutaron 1,832.00 m2 de trabajos preliminares y de albañilería, 1973.54 m2 de pintura, carpintería y herrería. (Fig. 39-40). La remodelación del Archivo Municipal contó con una inversión de $266,428.00 pesos.
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Arq. Sergio Medina Femat. Comunicación personal, 5 de enero del 2012.
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Conclusión
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a vastedad y riqueza del patrimonio histórico y artístico de Campeche constituye un ejemplo de la pluralidad cultural de México. Así, monumentos, edificios y bienes culturales ofrecen testimonios del panorama histórico, signo del rostro múltiple de la identidad local. De ahí que la preocupación por investigar, conservar y difundir tal patrimonio tenga una tradición en el Estado y sea un objetivo prioritario de la política cultural. La aportación fundamental de este trabajo fue poner de manifiesto el valor histórico del edificio que hoy alberga al Archivo Municipal de Campeche, conocer sus historias, anécdotas y hombres celebres, así como sus cambios y transformaciones durante los siglos XIX, XX y XXI, en cuyo interior se personifica un microcosmos histórico como lugar símbolo de educación y seguridad pública dentro de la sociedad campechana. El inmueble se ha diferenciado en su importancia por estar formado con características religiosas, militares y civiles, que con el transcurrir de los años alojó a la Escuela de Misericordia, para niños y niñas pobres, también conocida como “El Hospicio”, obra de particulares con una profunda visión filantrópica en pro de la instrucción de jóvenes campechanos. Abrió sus puertas en marzo de 1807, nombrando al Rey de España como protector de la institución dentro de la escritura de fundación otorgada al Ayuntamiento de Campeche en 1810 por el mandatario fundador. Al siguiente año de su instalación, concurrían doscientos veinte seis niños a recibir los beneficios educativos de la escuela. Su primer profesor fue don Juan Pedro de Vargas, y entre sus aulas hospedó a estudiantes que llegaron alcanzar un alto estatus social en Campeche y otros Estados como el Dr. don José María Guerra, Obispo de Yucatán; don José Julián Osullívan, don José Jesús Frayre, don Antonio Chacón, don Manuel Cosgaya, don Teodoro
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Arbízua y Armado y otros muchos más, que recibieron en este plantel los primeros rudimentos del saber. En la gloria de su pasado, el inmueble del Archivo Municipal albergó a la Cárcel Pública de Campeche. Desde inicios de 1842, el Ayuntamiento ya tenía planes de trasladar la antigua prisión a otro lugar lejos de su establecimiento que se encontraba en contra esquina de la plaza principal, con el propósito de darle una mejor imagen a la ciudad. Se nombró una comisión para que estudiara el proyecto, presentase dictamen y propuesta del lugar más apropiado para este espacio. El 3 de marzo del mismo año, el síndico procurador de la corporación don Manuel Oliver, hizo presente que el lugar idóneo para el traslado de la Cárcel Pública era la abandonada “Casa Hospicio”. La prisión fue todo un microcosmos de ideas, asuntos y acontecimientos: se daban las fugas, peleas, quejas contra alcaides, ventas de agua, posesión de drogas, golpes, peticiones de bailes y hasta casos de agresiones de personas con trastorno mental. Y siguiendo la nostalgia del ayer, aún permanece en el recuerdo colectivo las imágenes de aquellos hombres sentados en el viejo patio platicando, el laberinto de los reos, el relajo, las risas y los llantos. Hombres privados de la libertad y confinados por una sociedad que trataban de vivir en una celda sus horas, días, meses y años más tristes. Algunos con resentimientos, otros ya ni en eso pensaban, el error estaba ya cometido, no todo en la vida era fácil, habían cosas amargas que hacían mal y les tocó vivirlas. Hombres que hoy en día, ya ancianos en el recuerdo de sus cansadas miradas, aprendieron la más grande de las experiencias que la vida les proporcionó. Hombres con recuerdos dignos de ser contados. El edificio del Archivo Municipal basa su importancia como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Ciudad de Campeche por ser el conducto para vincular a los campechanos con su historia, encarnando el valor simbólico de una identidad local. Lugar selecto para el recuerdo y las anécdotas, que con el devenir de los años lugar de historias y futuras investigaciones, con objetivos encaminados hacia direcciones diferentes a la problemática de este trabajo.
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ANEXOS
Anexo 1
REGLAMENTO INTERIOR DE
LA
CÁRCEL PÚBLICA
EDICION OFICIAL
CAMPECHE ___ IMPRENTA DEL GOBIERNO DEL ESTADO CALLE DE “AMÉRICA” NÚM. 42 ___ 1905
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REGLAMENTO DE LA CÁRCEL PÚBLICA TÍTULO I. DEL ORDEN Y DISCIPLINA INTERIOR DEL ESTABLECIMIENTO. Art. 1º. Cárcel es el lugar público destinado para la guarda y custodia de los reos o presos. ART. 2º. La Cárcel se dividirá en tres departamentos: departamento de correlaciones por faltas juzgadas administrativamente, departamento de detenidos ó encausados y departamento de sentenciados. ART. 3º. En ningún caso se permitirá la comunicación de los reos y presos de distintos departamentos, en cuanto lo permitan las condiciones del edificio. ART. 4º. Siempre que el encargado de la guarda y custodia de los presos y reos juzgue inconveniente la comunicación entre los individuo de un mismo departamento, podrá poner en aislamiento a los más temibles o peligrosos. ART. 5º. El aislamiento de que trata el artículo anterior, deberá verificarse en todo caso en las horas de descanso y de recreo, pudiendo prolongarse a juicio del Alcaide y con conocimiento de la autoridad competente, en los casos en que fuere peligrosa su suspensión. ART. 6º. El aislamiento de que se ocupan los artículos 4º y 5º, solo deberá entenderse respecto de los demás presos o detenidos que se encuentren en el establecimiento; los parientes y amigos del aislado tienen derecho a estar en comunicación con él, durante las horas que determina este Reglamento, siempre que lo permita el estado del preso. ART. 7º. Los presos y reos deberán estar necesariamente en aislamiento durante la noche; y en el caso de no poderse hacer efectiva dicha prescripción, deberán estar los dormitorios convenientemente iluminados para que la guardia pueda ejercer una vigilancia perfecta. ART. 8º. La Cárcel pública deberá tener la comodidad y limpieza necesarias a la conservación de la salud. ART. 9º. Para los efectos del artículo anterior, el Alcaide destinara a la policía del establecimiento a los sentenciados a la pena de prisión o arresto, turnándolos cada semana. 176 /
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ART. 10. Los procesados o encausados, no podrán emplearse en los trabajos económicos del establecimiento. ART. 11. Se prohíbe absolutamente al Alcaide emplear a los reos y presos en trabajos que redunden en beneficio propio, bajo la pena de destitución de empleo e inhabilitación para obtener cual otro cargo lucrativo del H. Ayuntamiento. ART. 12. Se prohíbe igualmente al Alcaide la agravación de las penas impuestas por autoridad competente. Todo mal tratamiento se castigará con la pena de destitución del empleo; y si los hechos consumados constituyen un delito ó falta, será consignado el infractor a la autoridad respectiva. ART. 13. Cuando los presos o reos muevan algún escándalo o desorden, el Alcaide hará uso de la fuerza que presta el servicio de guarnición en la Cárcel para reprimirlo y si este desorden o escándalo constituye un delito o falta, lo comunicará inmediatamente al Juez del ramo penal para los efectos correspondientes. En todo caso podrá poner a los escandalosos preventivamente en aislamiento. ART. 14. Los presos o reos podrán ser visitados los domingos de ocho de la mañana a cinco de la tarde, no debiendo consentir el Alcaide visitas de más de una hora. Los Defensores, Médicos y Ministros de sus cultos, si los pidiesen en casos de enfermedad, podrán entrar cuantas veces sea necesario; quedando al arbitrio del Alcaide reprimir los abusos que en esta caso pudieran cometerse, pero deberá dar cuenta inmediatamente de las medidas adoptadas, a la autoridad de que el reo dependiere. ART. 15. Queda absolutamente prohibida la entrada al establecimiento desde las 6 p.m. en verano y 5 p.m. en invierno. ART. 16. Se exceptúa de lo dispuesto en los artículos anteriores, el caso en que cualquiera persona pueda penetrar en el establecimiento mediante orden escrita de autoridad competente, la cual exhibirá al oficial de la guardia y al Alcaide. ART. 17. Las personas sospechosas o los reos que hayan cumplido su condena y hubiesen sido reincidentes en delitos graves, no podrán visitar nunca a los reos o presos. ART. 18. Queda prohibida la introducción de armas de cualquier naturaleza, de víveres o comestibles dañosos a la salud y de bebidas embriagantes cualquiera que fuere su clase. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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ART. 19. La infracción del artículo que precede por falta de vigilancia del Alcaide o de la guardia encargada de custodiar la prisión, se castigará con la pena de suspensión de empleo por un tiempo que no baje de un mes ni exceda de cuatro, además de la responsabilidad en que incurran, si su falta de vigilancia diera lugar a la comisión de un delito. ART. 20. Las demás personas serán consignadas a la autoridad competente, siempre que hayan introducido las armas, comestibles o bebidas embriagantes, maliciosa o subrepticiamente. ART. 21. Cuando se pruebe que el Alcaide comercia con los presos o reos, será castigado con la pena que establece el artículo 11, además de la responsabilidad criminal en que incurra, si el comercio se consuma con comestibles malsanos o bebidas embriagantes. La Comisión de Cárcel queda encargada de vigilar su conducta. ART. 22. Los presos y reos, durante las horas de descanso y siempre que el Alcaide lo juzgue conveniente podrán gozar de recreaciones y juegos de sport, quedando prohibidos absolutamente todos los otros juegos en el interior del establecimiento. El Alcaide cuidará, bajo su más estricta responsabilidad, de la observancia de esta prevención. ART. 23. Para los efectos del artículo anterior, los de detenidos o encausados, desde su ingreso al establecimiento, se les recogerán el dinero, alhajas u otros muebles preciosos que lleven consigo, los cuales quedarán depositados en poder del Alcaide, quien dará cuenta a las Comisión respectiva y hará el asiento en el libro a que se refiere el inciso B de la fracción III del artículo 54. ART. 24. Los presos o reos que durante el tiempo de su reclusión observaren buena conducta, tendrán derecho a que se les permita la lectura de los libros honestos e instructivos en las horas de descanso o recreo. ART. 25. Siempre que los fondos o productos de la prisión lo permitan, el H. Ayuntamiento, de acuerdo con el informe de la Comisión respectiva, nombrará un preceptor encargado de dar lecciones y conferencias que tiendan a procurar la educación y mejoramiento moral de los presos, quedando a cargo del mismo H. Ayuntamiento fijar la hora en que éstas deban tener lugar.
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TITULO II DE LOS INGRESOS Y LIBERTAD DE LOS DELINCUENTES. ART. 26. A nadie se podrá recibir en la Cárcel sin mandamiento escrito de autoridad competente. ART. 27. En cumplimiento del artículo 847 del Código Penal del Estado, el Alcaide será responsable si recibiese preso o detenido a una persona cuando la prisión o detención no tuviese los requisitos legales. ART. 28. Cuando transcurrido el término legal el preso o detenido no hubiese sido declarado formalmente preso, el Alcaide, tanto en este caso como en el del artículo anterior, deberá participarlo al Procurador General de Justicia del Estado, para que este funcionario cumpla con lo prevenido en el artículo 847 del Código Penal. ART. 29. La infracción de los dos artículos anteriores se castigará con la pena que establece el artículo 846 del Código Penal del Estado, pero el mínimo será de dos meses de arresto. ART. 30. Cuando la prisión o detención fuere decretada por los jueces de Paz, deberá el Alcaide comunicarlo de oficio al Juez de lo Criminal dentro del tercer día. ART. 31. Para los efectos de los tres artículos anteriores deberá el Alcaide llevar un registro de entradas y salidas de los delincuentes, donde consten con claridad: I. El nombre de la autoridad que los hubiere consignado; y, II. La edad, nombre y apellido del reo. ART. 32. Solamente podrán salir los presos del establecimiento á virtud de orden escrita de la autoridad bajo cuya jurisdicción se encuentren, debiéndose expresar en la orden el concepto en que se verifique dicha salida. ART. 33. La prolongación indebida de la pena privativa de la libertad en los casos del artículo 28, por falta o negligencia del alcaide debidamente comprobada, será caso de gran responsabilidad que se le exigirá conforme a la ley. ART. 34. En los casos de fallecimiento de algún preso, el Alcaide comunicará la muerte a la autoridad respectiva y el Juez del Registro Civil de su demarcación, detallando el nombre y apellido del fallecido, el día, la hora y el género de muerte que acreditará con el certificado del Médico encargado del establecimiento. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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ART. 35. Tratándose de reos sentenciados a muerte, desde el momento en que la autoridad del ramo penal fije la fecha en que el preso debe ser ejecutado, quedará este bajo la jurisdicción de la autoridad política; y desde la víspera de su ejecución será puesto en una pieza aparte de los demás presos, en la que, sin perjuicio de que este bajo la más estricta vigilancia y con todas las seguridades debidas, se le guarden las consideraciones compatibles con su estado, haciéndole aquellas concesiones que el Alcaide juzgue no afectar a la disciplina de la prisión. Al cerrarse la Prisión, el día antes de la ejecución, el Alcaide entregará el reo el Comandante de la guardia, quién seguirá con él la conducta que se ha expresado en este artículo; y llegado el momento, será sacado de la Cárcel, procurando no causar alarma ni llamar la atención de los presos. Desde que el Alcaide entregue el reo al Comandante de la guardia, lo dará de baja en los libros de la prisión, debiendo dicho Comandante recabar del Médico que asiste a la ejecución, el certificado del fallecimiento que entregará al Jefe Político a fin de que este lo trasmita al Juez Criminal para que cierre el proceso como es de ley y al Juez del Registro Civil. TITULO III DE LOS TRABAJOS DE LOS PRESOS EN GENERAL Y DE LA INVERSION DE SUS PRODUCTOS. ART. 36. Todo el que se halle extinguiendo una pena en el establecimiento, está obligado a trabajar aun cuando justifique tener medios propios de subsistencia. ART. 37. Los sentenciados a prisión ordinaria o extraordinaria y los de arresto mayor, por delitos comunes, están obligados a desempeñar los trabajos económicos del establecimiento, sin perjuicio de los de manufacturas, industrias y artes establecidas actualmente o que en lo futuro se establecieren, siendo estos últimos trabajos remunerados equitativamente. ART. 38. Se entiende por trabajos económicos y de policía del establecimiento, los que tienen por objeto disminuir el gasto diario de la manutención y facilitar sin recurrir a gasto alguno de salario, el servicio interior y el de aseo que mantenga el establecimiento en perfecto estado de limpieza y decencia.
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ART. 39. El señalamiento de los trabajos del que trata el artículo anterior, queda encomendado al prudente arbitrio del Alcaide, quien tendrá en cuenta la constitución física, aptitud y estado de salud de cada individuo, al señalarle la cantidad y calidad del trabajo. ART. 40. Las horas destinadas tanto para los trabajos económicos y de policía, como para los de manufactura e industrias, serán obligatorias de 6 a 10 de la mañana y de 12 a 5 de la tarde. ART. 41. Se prohíbe toda violencia física para hacer trabajar a los reos; pero durante su resistencia podrá ponerles en completo aislamiento. ART. 42. Los sentenciados por delitos puramente políticos, estarán exentos de los trabajos de qué hablan los artículos anteriores; pero cuando no tengan medios propios de subsistencia, podrán emplearse en los trabajos de manufactura e industrias. DE LA INVERSION Y DISTRIBUCIÓN DE LOS PRODUCTOS DEL TRABAJO. ART. 43. El producto de los trabajos desempeñados por los reos, se distribuirá de la manera siguiente: A los reos condenados a la pena de prisión o reclusión por delitos políticos se les concederá todo el producto de su trabajo, después de descontados los gastos de su manutención y el valor de la materia prima. El producto de los trabajos de los sentenciados a arresto mayor, prisión ordinaria o prisión extraordinaria por delitos comunes, hechos los descuentos antes mencionados, se dividirá de este modo: Una cuarta parte para el mejoramiento y conservación de la prisión; una cuarta parte para formarles un capital durante el tiempo de su condena; una cuarta parte se les dará en especie para las atenciones de su vestido y gastos necesarios, y una cuarta parte para la amortización de la responsabilidad civil del reo, si ésta procediese con arreglo a derecho; y en caso de no existir, la misma parte se le entregará en especie a su familia, y si no la tuviere, se acumulará el fondo capital. ART. 44. Lo dispuesto en los artículos anteriores debe entenderse respecto de los trabajos ejecutados en el ejercicio de las industrias
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y manufacturas establecidas o que en lo sucesivo se establecieren; los que se verifiquen en provecho de la administración pública, así como los ejecutados en el interior del establecimiento para su mejoramiento y conservación, no tendrán remuneración alguna. ART. 45. Cuando un reo fallezca antes de haber terminado el tiempo de su condena, los bienes y fondos que le pertenezcan se sujetarán a las disposiciones del Código Civil del Estado. ART. 46. Los reos no podrán vender en ningún caso ninguna manufactura o artefacto que hicieren; éstos deberán ser entregados precisamente al Alcaide, quién practicará la liquidación inmediatamente, haciendo la distribución en la forma que previene el artículo 43. ART. 47. Para los efectos del artículo anterior, el Alcaide llevará un libro especial en el que anotará con claridad el nombre y apellido del reo, el trabajo o manufactura que entregue, el valor de la misma y la distribución hecha con arreglo al artículo 43. ART. 48. El H. Ayuntamiento en sesión plena y después de oído el dictamen de la Comisión respectiva y el informe del Alcaide, podrá suspender a los reos la parte que les corresponda con arreglo al artículo 43, cuando aquellos no observaren buena conducta o cuando infrinjan el artículo 22 de este reglamento, quedando las cantidades respectivas a beneficio del Erario Municipal. TITULO IV. DE LA ALIMENTACION Y CURACIÓN DE LOS REOS. ART. 49. Todos los reos condenados a la pena privativa de la libertad, deberán ser alimentados y atendidos durante sus enfermedades en las prisiones en donde residan. ART. 50. De conformidad con el artículo 62 del Código Penal del Estado, los presos enfermos se curarán en el establecimiento en donde se halle o en los hospitales destinados a ese objeto, pero se podrá permitir a los que lo soliciten, que los asista un médico de su elección. ART. 51. No habrá distinción ninguna entre los reos condenados a arresto menor, arresto mayor, prisión ordinaria o extraordinaria. Todos tendrán aposento y muebles iguales y tomarán los mismos alimentos. En
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estas prevenciones no se comprenden el lecho ni el vestido, pues cada uno podrá usar los que sus recursos le permitan. ART. 52. La alimentación de los reos será sana y nutritiva, quedando esta al cuidado del Alcaide y bajo la más estricta vigilancia de la Comisión del ramo, la cual queda facultada para imponer al Alcaide, multas hasta de diez pesos, cuando se compruebe que dicha alimentación es mal sana o deficiente, sin perjuicio de la responsabilidad criminal en que dicho Alcaide pudiera incurrir. TITULO V. DEL ALCAIDE Y SUS OBLIGACIONES. ART. 53. El Alcaide es la persona encargada inmediatamente y directamente de la guarda y custodia de los presos y reos. ART. 54. Las obligaciones del Alcaide, además de las enumeradas en los artículos anteriores, serán las siguientes: I. Cuidar del orden y disciplina interior del establecimiento, para cuyo efecto quedará a sus órdenes la fuerza pública que presta en dicha prisión el servicio diario. Al jefe de esa guardia le guardara todas las consideraciones debidas al puesto de confianza y de gran responsabilidad que representa. II. Vigilar la conducta de los presos y comunicarla a la autoridad respectiva cuando fuese sospechosa, sin perjuicio de dictar las medidas preventivas que juzgue necesarias si el caso es urgente. III. Llevar los libros siguientes: A. Un libro en que se anote la entrada y salida de los delincuentes y todo cuanto se relacione con ellos respecto a la causa que se les sigue y conducta que observen en la prisión. En este libro se destinará un folio para cada preso. Al ingresar a la Cárcel, se le abrirá partida, anotándose su nombre, filiación completa y el motivo de su ingreso, y desde ese instante se pondrá nota de todos los actos buenos y malos del preso y de los
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hechos a él relativo, excepto los que sean objeto de anotaciones en los demás libros de la prisión. B. Un libro en que se hagan constar los objetos y alhajas que se recojan a los presos. En él en forma de actas, se levantarán constancias de los objetos recogidos que suscribirán al Alcaide y el interesado u otra persona a su nombre, si no supiere o no quisiere hacerlo. Al hacerse devolución al interesado de sus objetos, se pondrá al margen del acta la constancia de entrega que se firmará en la forma expresada. C. Un libro destinado a llevar cuenta del trabajo de los presos y que se seguirá en la forma expresada en el artículo 47. D. Un libro Diario y un Mayor para la contabilidad. En el primero hará constar las entradas y salidas de numerario en el orden y fechas en que éstas se efectuaren y en el segundo, en cuentas particulares, todas las que correspondan a Caja, Manufacturas y otras que sean necesarias para mayor claridad en las cuentas, facilitando así la revisión y comprobación del movimiento habido en el establecimiento. IV. Comunicar diariamente al Presidente del H. Ayuntamiento, a la Comisión de Cárcel, al Juez de lo Criminal y al Jefe Político, la cantidad de presos que haya en el establecimiento y las novedades que ocurran. V. Vigilar los trabajos de policía y económicos del establecimiento y los de manufacturas e industrias que los presos desempeñan. VI. Presentar al Presidente del H. Ayuntamiento la papeleta diaria en que conste el número total de personas que deban recibir alimentos en la Cárcel a fin de que visada por él, pueda hacerla efectiva en la Tesorería Municipal. VII. Fijar las atribuciones del segundo Alcaide, quien es superior inmediato, dándole instrucciones detalladas cuando por motivos del servicio se ausente de la prisión. En
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este caso el segundo Alcaide tendrá las atribuciones del primero en lo que se refiere a las fracciones I y II de este artículo. En las faltas temporales o absolutas del Alcaide primero, lo suplirá el segundo con todas las obligaciones, hasta tanto nombre el H. Ayuntamiento un nuevo Alcaide primero. VIII. Entregar directamente al Oficial de la Guardia la prisión a la hora en que ésta deba cerrarse, cuidando de que la entrega de los presos y encausados sea individual, haciendo constar este acto en un libro en que firmen el que entrega y el que recibe. Con las mismas formalidades recibirá todas las mañanas la prisión. En caso de dificultad en alguno de los dos actos, se le participara inmediatamente al Jefe Político, para que este dicte las órdenes que juzgue necesarias al caso. IX. Presentar actualmente al H. Ayuntamiento un cuadro estadístico en donde constarán: la cantidad anual de los presos que hayan ingresado al establecimiento, sus nombres y apellidos, edad y profesión u oficio, la naturaleza de los delitos cometidos, el lugar de su comisión y el tiempo que deba durar la condena, incluyendo además en el cuadro estadístico, por vía nota, el presupuesto de los gastos de alimentación del año vencido. ART. 55. El Alcaide estará bajo la inmediata autoridad del H. Ayuntamiento, quien podrá removerlo de su encargo cuando lo juzgue conveniente. ART. 56. Sus actos en el desempeño de su encargo serán vigilados por la Comisión de la Cárcel, la que dará cuenta al H. Ayuntamiento cuando notare alguna infracción a este Reglamento. ART. 57. Para fijar la responsabilidad del Alcaide en lo relativo al delito de quebramiento de condena o fuga de presos, se atenderá a las reglas comunes de la legislación criminal vigente en el estado.
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DE LAS VISITAS CARCELARIAS. ART. 58. Las obligaciones y los derechos de los encarcelados, en lo relativo a las visitas reglamentarias de Cárcel, serán las que fijan las leyes vigentes en esta materia. PARTE TRANSITORIA. ART. 59. Lo dispuesto en el presente Reglamento respecto del aislamiento de los sentenciados, distribución de los departamentos y trabajos de los reos, se observará mientras se establece en el Estado el régimen penitenciario. ART. 60. Las demás disposiciones que se refieren a la incomunicación y aislamiento de los reos, se observarán hasta donde lo permitan las condiciones del edificio en que se halla actualmente situada la Cárcel Pública. ART. 61. Las puertas de la Cárcel pública se cerrarán a las ocho de la noche y no podrán abrirse, durante ella, más que a las personas que dieren el Santo y Seña al Jefe de la Guardia que preste sus servicios. ART. 62. El presente Reglamento comenzará a tener vigor el día primero de Enero del año de mil novecientos seis. Campeche, 5 de Diciembre de 1905.-La Comisión de Cárcel.-A. Vidal.-Rúbrica. _________ República Mexicana.-Ayuntamiento de Campeche.-Campeche, Diciembre 7 de 1905.-Con dispensa de trámites aprobó el H. Cuerpo, en sesión celebrada ayer, el proyecto de Reglamento que precede, acordando elevarlo al Superior Gobierno del Estado, por el conducto legal, en solicitud de su aprobación.- E.P.A.-Adolfo G. Gual.-Francisco Álvarez, Srio.-Rúbricas. _________
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República Mexicana.- Gobierno del Estado de Campeche.Campeche, Diciembre 9 de 1905.-Se aprueba el anterior Reglamento para el régimen interior de la Cárcel pública de esta Ciudad.-T. Aznar y Cano.-P .E. S. G.-Manuel D. Salazar, O M.-Rúbricas. _________ República Mexicana.-Ayuntamiento de Campeche.-Campeche, Diciembre 13 de 1905.-Publíquese para su observancia.-Pedro Aguirre.Francisco Álvarez, Srio.- Rúbricas.
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Anexo 2 Carta de Pascual Jiménez
FUENTE: Carta personal de Pascual Jiménez. 17 de febrero de 1950. Exp. C-8. Cárcel Pública. Asuntos Generales, contiene de enero a diciembre. Sección Justicia, caja 11, sin número de expediente, 42fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Anexo 3 Oficio de los presos de la CĂĄrcel PĂşblica al Gobernador del Estado
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FUENTE: 3 de septiembre de 1965, Sección Justica, caja 32, sin número de expediente, fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Anexo 4 Inventario y croquis de la CĂĄrcel PĂşblica
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FUENTE: Inventario de la Cárcel Pública. 20 abril de 1967. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General, año de 1965, 1966. Sección Justicia, caja 27, sin número de expediente, 62fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Anexo 5 Ubicaciรณn del inmueble de la ex Cรกrcel de Campeche
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BIBLIOGRAFÍA
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FUENTES DOCUMENTALES
Presupuesto de las reformas que han de hacerse en la Casa Hospicio para trasladar a ella la Cárcel Pública, en lista de los gastos diarios de la cárcel durante el periodo de enero a noviembre. Fondo Histórico, caja 5, exp. 255, 24 fs. 1844. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Relación de herramientas y accesorios de la cárcel, caja 5 exp. 248, 2fs. 1844. Fondo Histórico. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Acuse de recibo por pago al capataz del presidio correccional, caja 4, exp. 210, 1f. 1844. Fondo Histórico. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Informe de la Comisión de Cárcel Pública de la Ciudad de Campeche. Fondo Histórico, caja 6, exp. 270, 1f. 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Distribución de los 28 reos procedentes de Veracruz y procesados a la plaza de Campeche. Fondo Histórico, caja 6, exp. 296, 4fs. 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Aviso para que se traslade la mitad de los presos de la Cárcel Pública del Estado, con la custodia de diez soldados del Batallón activo de la plaza de Campeche. Fondo Histórico, caja 6, exp. 302. 1f. 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Solicitud de licencia por José Dolores Cáceres, para ausentarse de sus funciones de alcaide de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 6, exp. 315, 1f. 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Relación de los presos de la Cárcel Pública correspondiente al mes de febrero. Fondo Histórico, caja 6, exp. 269, 2fs. 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche Informe de la Comisión de la Cárcel Pública, de la Ciudad de Campeche. Fondo Histórico, caja 6, exp. 270, 1f. 7 de febrero de 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Cuenta documentada y recibos por gastos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 6, exp. 259, 5 fs. 12 de marzo de 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Notificación de los cinco presos que se fugaron y horadaron los cimientos del calabozo donde se encontraban. Fondo Histórico, caja 6, exp. 324, 1f. 18 de septiembre de 1856. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Envío de 300 piedras labradas para enlozar la cocina de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 7, exp. 389, 1f. 1883. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Acuse de recibo del nombramiento de alcaide interino de la Cárcel Pública, así como de los empleados. Fondo Histórico, caja 9, exp. 508, 3fs. 1884. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Acuse de recibo de la plaza de Capataz de presidio vacante, la cual desempeñaba José de la Luz Sánchez. Fondo Histórico, caja 10, exp. 552, 1f. 1885. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Renuncia de Ángel S. Hernández como Segundo Alcaide de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 10, exp. 599, 1f. 1885. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Solicitud de Bernardo de Meza y Goger para obtener el empleo de sobrestante del presidio. Fondo Histórico, caja 10, exp. 582, 1f. 1885. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Expedientes. 6-116 y 36. Informes de la Cárcel Pública correspondiente al mes de agosto y diciembre. Fondo Histórico, caja 16, exp. 773, 115 fs. 1931. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Relación que manifiesta el número de presos existentes en la Cárcel Pública a los que se le suministra alimentación. Fondo Histórico, caja 33, exp. 1129, 4fs. 1935. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Se comunica infracción al Regidor de Cantinas cometido por la meretriz Alicia González, Fondo Histórico, caja 35, exp. 1198, 1f. 1935. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informe de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 34, exp. 1152, 1f. 1935. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informe del Regidor de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 49, exp. 1407, 2fs. 7 de febrero de 1938. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Relación de las Herramientas de mi propiedad que existen en la Cárcel Pública de esta Ciudad, Leopoldo Reyes. Notificaciones de las actividades de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 43, exp. 1317, 88fs. Febrero de 1937 a Diciembre de 1939. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Notificaciones de las actividades de la Cárcel Pública. Referente a todo lo que se incluye en el establecimiento del 19 de febrero de 1937 al 4 de diciembre de 1939. Fondo Histórico, caja 43, exp. 1317, 88fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informe del Segundo Alcaide, Jorge Cárdenas, al Presidente Municipal, 20 de junio de 1939. Notificaciones de las actividades de la Cárcel Pública. Referente a todo lo que se incluye en el establecimiento del 19 de febrero de 1937 al 4 de diciembre de 1939. Fondo Histórico, caja 43, exp. 1317, 88fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Informes de novedades ocurridas durante las 24 horas de servicio en el penal. 19, 20 y 26 de octubre de 1938. Partes de novedades y relaciones de la Cárcel Pública de esta Ciudad. Fondo Histórico, caja 50, exp. 1420, 49 fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informe del Alcaide Primero, 5 de octubre de 1940. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Comunicado del aislamiento de los reclusos Manuel Ríos Pérez y Juan de Dios Cob. 27 de enero y 10 de febrero de 1941. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Comunicado de la cubicación de la cantidad de litros de agua existentes en el aljibe de este Establecimiento Penal, 9 de mayo de 1941. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 531, 50fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficios Núm. 531, 4741 y 546. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. 1941. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 6169, expediente 333.2. Disposición para mejorar la condición de los presos de la Cárcel Pública. Fondo Histórico, caja 63, exp. 1586, 50fs. 1941. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Informes del Oficial Ayudante Encargado del Departamento de la Inspección General de Policía. 25 de mayo, 8 de julio, 2 y 13 agosto. 1942. Fondo Justicia, caja 3, sin número de expediente, 370 fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 690. Informe de lo que acontece en el interior del penal. 28 de julio de 1942. Fondo Justicia, caja 9, sin número de expediente, 4fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Libro de registro de procesados que se encuentran en la Cárcel Pública de la Ciudad de Campeche. 1943. 96 fs. Fondo Justicia, caja 21, sin número de expediente. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Libro de registro de procesados que se encuentran en la Cárcel Pública de la Ciudad de Campeche. 1943. Fondo Justicia, caja 21, sin número de expediente, 96fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 420. Informe de novedades ocurridas durante las 24 horas de servicio en el penal. 20 de noviembre de 1945. Fondo Justicia, caja 8, sin número de expediente, 28fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Circulares Remitidas, Secretaría. Expediente 06-A/45. 17 de diciembre. Oficios relativos a afectaciones de reos, constitución de sociedades, licencias y nombramientos, elecciones internas del PRM. Fondo Justicia, caja 9 sin número de expediente, 137 fs, 1945. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 366, Departamento de Gobernación, 19 de febrero de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 253. Informe del Alcaide José Job Herrada, 28 de julio de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 2297, Departamento de Gobernación, 2 de julio de 1947. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Carta de Anselmo Damián al Presidente Municipal, 28 de marzo de 1947. Ciudad del Carmen, Campeche. Referente a la Cárcel Pública, asunto en general. Contiene del 15 de enero al 27 de diciembre de 1947. Fondo Justicia, caja 7, sin número de expediente, 48fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal. Oficio Núm. 415. Informe de irregularidades. 25 de noviembre de 1948. Fondo Justicia, caja 8, sin número de expediente, 28fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 09. 1-1-49. Solicitud del Alcaide Faustino Escamilla al Gobernador del Estado. 4 de enero de 1949. Generales de la Cárcel Pública, de enero a diciembre de 1949. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 49fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Inventario del equipo completo de herramientas del taller de carpintería del penal. 20 de agosto de 1948. Generales de la Cárcel Pública, de enero a diciembre de 1949. Sección Justicia, caja 12, sin número de expediente, 49fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Relación de los sentenciados y procesados que corresponden a los distintos municipios del estado. 31 de enero de 1950. Estancias en la Cárcel y Hospital (Pueblos) de enero a marzo. Clas. E/V-08/1.50. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 38fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Carta personal de Pascual Jiménez. 17 de febrero de 1950. Exp. C-8. Cárcel Pública. Asuntos Generales, contiene de enero a diciembre. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 42fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 240. Solicitud de investigación por parte del Alcaide Faustino Escamilla al Jefe de la Policía Judicial Humberto Richaud Ortiz. 2 de julio de 1951. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 17fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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Oficio Núm. 338. Exp. 12-1-49. Informe del Alcaide Faustino Escamilla al Presidente Municipal. 19 de septiembre de 1950. Cárcel Pública. Asuntos Generales, contiene de enero a diciembre. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 42fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 384. Exp. 12-1-49. Relación de ingresos por el urdido de hamacas. 25 de octubre de 1951. Cárcel Pública, asuntos varios de enero a Diciembre de 1951. Fondo Justicia, caja 11, sin número de expediente, 17fs. 1950. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 220. Exp. 12-1-40. Fuga de reos. 3 de julio de 1952. Cárcel Pública. Clas. C/III-02/L.52. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 10fs. 1952. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 430. Informe de fuga de reos. 9 de diciembre de 1952. Cárcel Pública. Clas. C/III-02/L.52. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 12, sin número de expediente, 10fs. 1952. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Relación de los reclusos sentenciados, a disposición del Ejecutivo del Estado, a quienes se le suministró alimentación durante el mes de diciembre. 31 de diciembre de 1956. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1956. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 475. Exp. 1-11-57. Parte de novedades suscitadas en la Cárcel. 11 de enero de 1957. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1957. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 001. Se solicita ayuda económica para compra de medicamentos o en su caso traslado al Centro Médico Campechano de los enfermos que ameritan hospitalización. 26 de abril de 1957. Ref. “C”III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1957. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Carta personal de José Dolores Ríos Vásquez al Procurador General de Justicia. 27 de abril de 1957. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General. Fondo Justicia, caja 17, sin número de expediente, 44fs. 1957. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 1053. Exp. 2-58. Parte de novedades suscitadas en la Cárcel. 15 de mayo de 1958. Ref. “C”-III-03. Cárcel Pública. Asuntos en General correspondientes al mes de mayo y junio. Fondo Justicia, caja 18, exp. 742, 183fs. 1958. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Número de reclusos existentes en la Cárcel Pública, a quienes se les suministró alimentación. 31 de diciembre de 1958. Fondo justicia, caja18, sin número de expediente, 13fs. 1958. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Reg. Hacienda. FVI-611110. Lista de compras de medicamentos. Tesorería Municipal. 27 de noviembre de 1962. Fondo Justicia, caja 22, sin número de expediente, 59fs. 1961-1962. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 692. Exp. 12/64. Solicitud del traslado o libertad del arrestado Jaime Gamboa. 25 de noviembre de 1964. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General, año de 1962, 1963, 1964. Fondo Justicia, caja 26, sin número de expediente, 30fs.. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 615. Exp. 2/64. Solicitud de boletas. 12 de octubre de 1964. Ref. “C”-III-03. Cárcel Pública. Partes Diarios, mes de septiembre y octubre. Fondo Justicia, caja 26, sin número de expediente, 349fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio de los presos de la Cárcel Pública al Gobernador del Estado. 3 de septiembre de 1965, Fondo Justica, caja 32, sin número de expediente, 3fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal.
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Inventario de la Cárcel Pública. 20 abril de 1967. Ref. “C”-III-02. Cárcel Pública. Asuntos en General, año de 1965,1966. Fondo Justicia, caja 27, sin número de expediente, 62fs. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficios Núm. 237, 265, 348, 504, 518. Exp. 1031 y 1033. Mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre de 1967. Ref. “C”-III-03. Cárcel Pública. Partes Diarios. Fondo Justicia, cajas 33 y 34, sin número de expediente, 629fs.. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche. Oficio Núm. 239. Exp. 1/68. Cárcel Pública. Relacionado con el arrestado Miguel Abreu Juárez, 22 abril de1968. Fondo Justicia, caja 35, sin número de expediente, 481fs. 1968-1969. Departamento Histórico del Archivo Municipal de Campeche.
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HEMEROGRAFÍA
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El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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Tribuna. Diario Independiente al Servicio de la Provincia, núm. 11734, sábado 19 de enero de 2008. Novedades de Campeche, núm. 2932, miércoles 18 de marzo de 1981. Novedades de Campeche, núm. 2978, lunes 4 de mayo de 1981. Novedades de Campeche, núm. 6258, miércoles 29 de septiembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 6259, jueves 30 de septiembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2735, sábado 30 de octubre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2787, lunes 27 de diciembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2788, martes 28 de diciembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2789, miércoles 29 de diciembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2790, jueves 30 de diciembre de 1982. Novedades de Campeche, núm. 2864, jueves 6 de enero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3607, lunes 17 de enero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3620, lunes 31 de enero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3510, martes 1 de febrero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3511, miércoles 2 de febrero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3512, jueves 3 de febrero de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3559, jueves 24 de marzo de 1983.
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El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
Novedades de Campeche, núm. 3563, miércoles 30 de marzo de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3567, domingo 3 de abril de 1983. Novedades de Campeche, núm. 3809, martes 13 de Diciembre de 1983. Diario de Yucatán. El periódico de la vida peninsular, domingo 27 de febrero de 1994.
El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros.
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El Vetusto Edificio del Archivo Municipal de Campeche. Una historia de intramuros. se terminรณ de imprimir en el mes de enero de 2014 en los talleres de Multi Impresos en la ciudad de San Francisco de Campeche, Campeche. En la composiciรณn se utilizaron tipos de la familia Gandhi Serif. Se imprimiรณ en papel Bond de 90 g. Tiraje 500 ejemplares.