Para el hombre o la mujer modernos, habituados a vivir en la experiencia cotidiana, sin mas información que la que nos ofrecen los actuales medios: televisión, cine, prensa, y libros de historia oficiales o con intereses y tendencias diversas, el nombre de Inanna nos parece surgir de un mundo de fantasía, mito y leyenda tan alejado de nuestra realidad, que optamos por ignorar su existencia, o en el mejor de los casos ver de reojo y con desinterés los testimonios que se nos presentan sobre ella. Pero para quienes ahondamos en el estudio de la historia y descubrimos datos y pormenores de su existencia, no podemos sino aceptar con profundo asombro la existencia de una realidad tan antigua como la propia humanidad que ha sido disimulada y manejada, calificándola de mitología y leyenda. La versión oficial niega de una forma absoluta la veracidad de la historia anterior a la Biblia como si no hubieran existido hechos y personajes reales sino cuentos inventados. Pero infinidad de indudables vestigios arqueológicos y textos como la propia Biblia, tomada como versión historica y la literatura de las primeras civilizaciones, no pueden ser tomados como producto de novelistas o autores de ciencia ficción y no son mas importantes que la propia influencia que hoy sentimos que ejercen ella y su familia de “dioses”, quienes han regido por milenios a la humanidad.
Nuestra generación occidental cuya base cultural y religiosa se remonta a la era cristiana de dos mil años, centra su vida y conocimiento en esa limitada etapa. Ciertamente el antiguo testamento, en el Génesis, nos da su versión de tiempos prehistóricos, de la creación del Universo, del hombre y su casi desaparición por el diluvio. Y el Apocalipsis nos habla de hechos futuros. Pero miles de años antes ya se habían escrito las mismas historias de la creación del hombre, del diluvio y de guerras entre “dioses” de los cuales Inanna forma parte y juega un papel muy importante. Las tablillas de escritura cuneiforme que forman una biblioteca de mas de setecientos mil ejemplares, muchas de ellas formando parte del acervo de los museos y universidades de todo el mundo, nos dan una explicación de la prehistoria precursora a la de la Biblia. Y vemos las enormes similitudes de esos “mitos” con la posterior versión bíblica. El sumerio Utnapistim, el acadio Ziusudra y el bíblico Noé son el mismo personaje. Infinidad de estudios y documentos históricos y científicos basados en estas historias constituyen un mentís a la descalificadora interpretación que las convierte peyorativamente en mitologías.
Esos “dioses” de la antigüedad, ¿fueron el invento o producto de la imaginación del homo erectus de hace 500000 años o de los hijos de Noé que repoblaron la Tierra después del diluvio? Y después de inventarlos o imaginarlos, nuestros antepasados ¿les entregaron su voluntad, vidas y haciendas a esas creaciones inexistentes? Todos los pueblos de la antigüedad temieron y obedecieron ciegamente a esos “dioses” con diferentes nombres pero las mismas características. Anu/Zeus/Jove/Júpiter tuvo la feliz idea - que se practica hasta hoy - de “despoblar el sobrecargado vientre de la Tierra“ mediante la guerra de Troya. Por eso es elemental tratar de conocer a Inanna a través de esos fundamentos y vestigios históricos. Y lo que es mas importante, no solamente tratar de descubrir la verdad con las herramientas de la ciencia que comprueban nuestros aparatos y sentidos sino de las de nuestra propia lógica, intuición y experiencia, que son instrumentos mas certeros. Si existió y existe todavía. ¿Quién es? ¿Cuál es su historia pasada? ¿Y por que es importante para nosotros?. Dejemos que ella misma nos responda a estas preguntas.
De la realidad de su existencia no tenemos duda a menos que los historiadores y los constructores de todos los tiempos nos hayan estado mintiendo dejandonos historias y monumentos falsos. Por mi parte, yo no creo, sino estoy seguro, que sus relatos, aunque sean parciales y nos den su punto de vista de la historia a su favor, no son inventos de otros sino vivencias de su realidad. Pude corroborarlo al poder ilustrar facilmente sus frases con imĂĄgenes obtenidas de muy distintas fuentes. Enrique Palos GarcĂa