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INTRODUCCIÓN
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CONTEXTO PERSONAL
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Puede decirse que mi interés por el arte comenzó en mi infancia, cuando dibujaba a mis padres, a otros miembros de mi familia y a mí mismo. Sin embargo, a diferencia de los demás niños, mi afición no decayó, sino que con el paso del tiempo fue acrecentándose.
Así después de realizar un curso de pintura de retrato en Madrid, decidí estudiar Bellas Artes en Pontevedra, posteriormente me fui a Canadá y luego a Sevilla, lo que me permitió expandir mi visión del mundo. Finalmente cerré el ciclo de mi inicial aprendizaje regresando a Pontevedra.
En todo este tiempo en mis visitas a museos, exposiciones, publicaciones… han llamado especialmente mi atención los autorretratos de los pintores, o sea, la forma en cómo se veían a sí mismos. Por ello, gran parte de mi obra, hasta ahora, se ha centrado en la representación humana.
Siempre he sentido una especial curiosidad por la expresión y el rostro de la gente, como una ventana abierta a su interior, a sus vivencias y pensamientos. Esta misma curiosidad es la que me ha llevado a estudiarme a mí mismo, sin concesiones, en esta serie de autorretratos que presento.
El propio título ‘As Miñas Cores Rechamantes”, podría verse también como un autorretrato. Ya que en mi infancia recuerdo a un profesor que se refería a mis trabajos como de “cores rechamantes” (colores llamativos), por eso me ha parecido simpático rescatarlo, ya que a lo largo de este trabajo pese a basarme a mi imagen actual, he tenido que remontarme a diferentes etapas de la vida.
MOTIVACIONES
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Siempre he considerado que una parte de las personas se encuentra en su imagen externa. A través de su físico, actitudes, comportamientos, gestos… podemos tener breves pistas sobre su estado interno. Es por ello que decidí usar mi imagen como referencia y pasar de ejercer el rol de observador a ser el motivo de estudio. Quise trabajar a partir del natural, ya que considero que está todo lo que necesito para entender y transformar mi mundo interior. El propio acto de trabajar cara a cara conmigo mismo ante el espejo me permitió centrarme en mi objetivo principal, que era comprender mejor quién soy y el entorno que me rodea.No quise quedarme en lo superficial o estético. A través del acto de autorretratarme quise llegar a lo inmaterial, a la esencia, teniendo en cuenta gestos, expresiones, emociones y estados psicológicos pasajeros, que vi reflejados ante el espejo. El espejo me proporcionó una imagen proyectada, y mi cometido principal fue interpretarla, y ahí, mirándome directamente a los ojos, fui testigo de ligera línea que separaba la realidad de la ilusión. El espejo cumplió el cometido de revelar todo, tanto lo verdadero como lo falso. Raphael Mirami, en el prefacio del Espejo1, nos advierte de la ambigüedad que supone el espejo según cómo se mire.
“Para algunos los espejos serían un jeroglífico de la verdad en el que descubren todo cuanto se presenta ante ellos, como es costumbre de la verdad que no puede permanecer oculta. Otros, por el contrario, toman los espejos como símbolos de la falsedad, pues a menudo muestran las cosas distintas de cómo son”. (Como se cita en, Baltrusaitis, J. (1988). El espejo. Madrid: Miraguano, pág. 7)
MOTIVACIONES
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Pese que a lo largo de la historia el autorretrato se haya asociado a luchar contra el paso del tiempo y la muerte, ésa no fue uno de mis ambiciones. Mi pretensión fue realizar un estudio riguroso de mi fisionomía y a través del propio proceso sacar conclusiones.
Representarme o autoafirmarme como una persona que desea ser comprendida y reconocida por los demás se encontró entre mis aspiraciones, pero sobre todo, ansié hallar mi identidad, y construirme ante el espejo. No solo el espejo físico, quise que eso repercutiese en la esfera social, en mi entorno y en cómo veo y me ven los demás.
El parecido físico con respecto a la imagen externa fue algo secundario para mí. Mi propósito radicó en que la pintura o el dibujo fuese lo más espontáneo y libre posible, el color y el propio trazo lo más fiel a mi propia naturaleza, sin no por ello desdeñar la consecución de una imagen identificable para los demás y coherente a mis sensaciones internas. Tampoco pretendí realizar una proclamación narcisista ni una exaltación de mi persona, sino más bien libré una batalla conmigo mismo. Quise hacer conscientes partes de mí no asumidas, reconocidas o resueltas hasta el momento, y creo que lo conseguí satisfactoriamente.
Por último, quise salvaguardar este género pictórico, ya que pese a los numerosos movimientos y nuevas formas de hacer arte, éste es un género que continúa todavía vigente y en auge.