3 minute read
¿Cómo se manifiesta el TEA?
Dra. Amarilis Ramos Rivera y Dra. Diana Morales
“Pablito no te mira a los ojos cuando le estás hablando. Tampoco muestra expresión facial por alguna emoción. Habla con frases cortas o palabras inteligibles; no demuestra preocupación por alguna situación, repite lo que le dicen sin comprender el significado y es incapaz de hacer amigos. La mamá de “Pablito” lo llevó a su pediatra preocupada por el compartimiento del niño que tiene cinco años. Su pediatra le recomendó una evaluación neurológica y psicológica, que reflejó que el niño padece de un desorden del neurodesarrollo, conocido como Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Los desórdenes o trastornos del neurodesarrollo son un grupo de condiciones que generan deterioro del funcionamiento general y que inician en el periodo del desarrollo de una persona. Es importante señalar que el TEA NO es una enfermedad, una reacción alérgica, un problema metabólico ni un desorden mental o conductual.
Además de las conductas descritas en el ejemplo anterior de Pablito, algunas otras conductas que podemos observar en menores diagnosticados con TEA son:
1. Se refiere a sí mismo como “tú” o “él” y a otros como “yo”, y puede mezclar los pronombres.
2. Con frecuencia no parece querer o interesarse en comunicarse.
3. No comienza ni puede continuar una conversación. 4. Puede perder el lenguaje adquirido u otros logros sociales (regresión).
5. Realiza preguntas repetitivas.
6. Insiste en tomar la misma ruta o comida.
7. Falta de registro o indiferencia al dolor, calor o frío.
8. Reacciones adversas a sonidos y texturas específicas.
9. Huele o toca excesivamente objetos.
10. Fascinación con luces y objetos que giran.
Muchos niños y niñas con TEA presentan trastornos comunicativos, además de trastornos de integración sensorial. Esto significa que no responden al mundo de la manera en que la mayoría lo hace. Algunos pueden registrar pocos estímulos o necesitar mucha intensidad para captar algunas sensaciones.
Ahora bien, el TEA puede presentar síntomas únicos por cada persona que lo padezca. Se diagnostica clínicamente o por conducta por un especialista como el psicólogo, psiquiatra o neurólogo. Mientras que la edad óptima para el diagnóstico y tratamiento es antes de los 3 años.
Ciertamente, convivir junto a niños con TEA, sobre todo no verbales o con poca comunicación verbal, se presenta como un desafío cotidiano que muchas veces excede el conocimiento general que los adultos tienen acerca de cómo manejarlos. No podemos esperar a que con el tiempo mejore el comportamiento de un niño con autismo porque no siempre las manifestaciones conductuales obedecen a una etapa del desarrollo. Tampoco podemos explicarles o negociar en términos de palabras porque no comprenden muy bien el lenguaje.
Ante lo difícil que podría resultar este desafío, es imperativo actuar desde la empatía. La clave está en intentar entender cómo se sienten en todo momento para adaptar nuestro comportamiento a cada situación. El respeto, la tolerancia y la empatía ayudarán, en gran medida, a convivir con un menor con este diagnóstico.
Las autoras son psicólogas clínicas de Grupo SEPI, una empresa dedicada a tratar la salud mental de la población.