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©entornoajerez Agustín García Lázaro José García Lázaro Noviembre de 2011
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ndice Por el Charco de Los Hurones Por los Llanos del Valle hacia el Puerto de Las Palomas Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario Del Puerto de Gáliz al Mojón de La Víbora
Cortijo de Rojitรกn Pantano de Los Hurones
Carreteras secundarias
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Por el Charco de Los Hurones
Cortijo de Rojitán
Con nuestra entrada de hoy iniciamos una serie de recorridos por algunas de nuestras “carreteras secundarias”, aquellas que guardan para nosotros un atractivo especial. Podríamos denominarlas también como “carreteras con encanto”, porque al recorrerlas, disfrutamos de sus valores paisajísticos, de la riqueza de su entorno, de su vinculación con la historia, la literatura o la naturaleza. La vía de la de la que hoy nos ocupamos es la que conduce a la presa de los Hurones y arranca de la carretera de Jerez a Cortes (Km. 56) en la que encontraremos una desviación a la izquierda, perfectamente señalizada, a la altura del cortijo de Rojitán. Tras un corto recorrido de algo más de 7 km., llegaremos al Poblado de los Hurones, al pie de la presa, fin de nuestro camino.
Pero vayamos despacio, recreándonos en el paisaje y parando cuantas veces sea necesario para disfrutar de los muchos puntos de interés que este privilegiado entorno nos ofrece. La carretera de los Hurones sigue, en la mayor parte de su recorrido, el trazado de la antigua vía pecuaria conocida como Cañada de Rojitán, Charco de los Hurones y Ubrique. Desde mediados de la década de los cuarenta del siglo XX existía ya en el mismo lugar una “carretera particular” que conducía hasta la Dehesa de La Alcaría. Su trazado fue mejorado y ampliado con motivo de la construcción de la presa de los Hurones, a comienzos de la década de los cincuenta del siglo pasado. En estas fechas se realizaron también algunas de las obras que veremos a lo largo del recorrido, como la Carretera de Los Hurones
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Carreteras secundarias canalización del acueducto de los Hurones y los sifones de esta misma conducción, el puente sobre la garganta del Astillero y el poblado para los trabajadores de la presa. Junto a ello, se construyeron también algunas viviendas para la guardería, hoy abandonadas, que encontraremos a pie de carretera en diferentes puntos. También se llevó a cabo una repoblación con pinos y eucaliptos que cubrieron en distintos lugares los taludes y laderas colindantes con la carretera llegando a techarla con sus copas. La carretera comienza en un paraje abierto y despejado, donde despuntan grandes eucaliptos, y por el que discurre el arroyo de Las Palas que nos habrá acompañado a lo largo de nuestro camino por la carretera de Cortes. Este lugar fue un antiguo descansadero de ganado, conocido como Rodeo de Cartuja. De él partía hacia el sur, siguiendo la carretera de Cortes, la antigua Cañada de la Jarda, buscando el Puerto de Gáliz y, hacia el norte, la antigua Cañada de Rojitán (por donde discurre nuestra “carretera con encanto”), camino del Charco de los Hurones y de las tierras de Cardela y Ubrique. Lo primero que llama la atención del viajero, apenas toma la carretera, es el caserío del Cortijo de Rojitán, restaurado hace unos años y en la actualidad transformado en alojamiento rural que gestiona el Ayuntamiento de Jerez. Las tierras de este cortijo son las que se extienden a ambos lados del camino en los tres primeros kilómetros, alternándose
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Dehesa de Rojitán
Montes de Propios de Jerez
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Por el Charco de Los Hurones
Casa forestal
Parque forestal de Los Hurones
suaves laderas ocupadas por pastizales, con un monte adehesado en las que pasta el ganado vacuno. Las faldas de estos cerros de arenisca y sus rincones más abruptos, están ocupados por bosquetes de quejigos y alcornoques, donde se desarrolla en todo su esplendor la vegetación natural propia del monte mediterráneo. Estos parajes se agregaron a los Montes de Propios de Jerez en 1991, cuando las fincas de Rojitán y La Gordilla (colindante con la primera) pasaron a ser de propiedad municipal. Curiosamente, estas tierras habían pertenecido tradicionalmente al común de Jerez, que las vendió siglos atrás. Rojitán fue adquirida por el conocido marqués de Villapanés quien la compró en 1755 cuando el ayuntamiento tuvo que desprenderse de ella para financiar diversas obras públicas. Siguiendo nuestra ruta, la carretera deja aquí, a ambos lados, los pastizales y dehesas de los Montes de Propios. A la izquierda la perspectiva se abre mostrándonos los Cerros de la Penitencia y el Peñón de la Becerra, donde destacan las grandes lajas o tajos, constituidos por los estratos verticales de la roca conocida como “arenisca del Aljibe”, que nos acompañará durante todo el camino formando riscos, cortados y pequeñas paredes entre las que se encajona la carretera y el río. En distintos puntos veremos las conducciones del acueducto de los Hurones y las casetas de un sifón que cruza bajo la calzada.
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Carreteras secundarias
Carretera de Los Hurones
Sif贸n de La Alcar铆a
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Carreteras secundarias
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RĂo Majaceite
Posaderos de buitres
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Río Majaceite
A partir del km. 3, la carretera se interna en un paisaje más cerrado y abrupto y, en muchos lugares, discurre techada por las copas de los árboles que crecen en sus cunetas. A la izquierda de la ruta, el viajero verá los llamativos tajos pétreos de Los Bermejales, a cuyos pies se adivinan los sotos de sauces y fresnos que acompañan al río Majaceite. Junto al camino encontramos diferentes puertas de acceso a las fincas que nos alertan de la presencia de ganado bravo. En las proximidades del Km. 4, en un sombrío entornoajerez
recodo de la carretera, a la izquierda, veremos las ruinas de una casa que perteneció a la guardería de los Montes de Propios, como nos lo recuerda uno de los muchos monolitos que, en diferentes puntos, señalizan la propiedad municipal de estas tierras. Algo más adelante, también a la izquierda de la carretera, veremos otra casa construida en los años cincuenta, que estuvo destinada a la guardería. En sus cercanías, una gran cancela señala el amino que conduce al
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Por el Charco de Los Hurones “Parque Forestal de los Hurones” al que podremos acceder cómodamente por otro lugar. Poco antes de llegar al punto km. 5, veremos a la izquierda de la calzada la caseta de uno de los mayores sifones del acueducto de los Hurones y algo más adelante, a la derecha, el camino que conduce a la Casa del astillero y a la finca de La Alcaría, uno de los más hermosos cortijos de la provincia de Cádiz, dedicado a la ganadería, la explotación forestal y las actividades cinegéticas y al que visitaremos en otra ocasión. Su nombre, de resonancias árabes, común en otros puntos de nuestra geografía, deriva de la voz al-Qarya, que alude a la existencia de una aldea, caserío o “alquería”, en tiempos de la dominación musulmana de estos parajes. Al poco de pasar el km. 5, la carretera cruza el Arroyo del Astillero (nombrado en distintos mapas, erróneamente, como del Artillero), por un sólido puente en el que se apoya también la canalización del acueducto de los Hurones. El nombre del arroyo nos recuerda que estos montes fueron explotados por la Marina en el siglo XVIII, cuando se extrajeron de ellos maderas de quejigo y alcornoque para la fabricación de barcos. En el entorno del puente se instaló hace unos años una zona recreativa, el Parque Forestal de los Hurones, que se encuentra hoy día en mal estado de conservación. El paraje, de gran valor paisajístico, merece un paseo ya que en este lugar el Arroyo del Astillero se une al Majaceite, que aparece aquí
Entrada a “La Alcaría”
Puente del Astillero
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Poblado de Los Hurones
escoltado por un frondoso bosque en galería de gran interés. Al retomar el camino, después de una parada, veremos a la derecha de la carretera la caseta de salida del sifón de los Hurones, hasta donde llega la conducción procedente de la cercana presa, cruzando la montaña través del Túnel de la Alcaría, de casi tres kilómetros de longitud. A partir de este punto, y en los dos kilómetros siguientes hasta el poblado de los Hurones, la carretera se interna en una garganta excavada por el Majaceite, que corre a la izquierda y nos acompañará ya hasta la presa. En distintos puntos, podremos observar las paredes y pequeños tajos que forman las lajas de arenisca. En algunas de ellas es fácil observar buitres, en sus tradicionales
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posaderos. En los puntos en los que el arcén lo permite, podremos parar para bajar hasta la orilla del Majaceite, escoltado por sauces, fresnos y adelfas, que forma en estos lugares pozas, remansos y playas de guijarros de gran belleza. La carretera continua, cubierta la calzada por las copas de los árboles. En su orilla derecha, poco antes de llegar al poblado, una pequeña hornacina alberga una pequeña fuente que figura entre las incluidas en el catálogo de Fuentes y Manantiales de Andalucía y que nos anuncia que, a la vuelta del camino, llegaremos al Poblado de los Hurones donde podremos terminar nuestro recorrido con una visita a la presa y un refrigerio en la conocida “Venta El Pantano”. Los detalles de esta visita los dejamos para otra salida.
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Por los llanos del Valle hacia el Puerto de Las Palomas
Llanos del Valle entornoajerez Puerto de Las Palomas
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Por los llanos del Valle hacia el Puerto de Las Palomas Llanos del Valle
Las carreteras secundarias, esas “carreteras con encanto”, poco transitadas, por las que podemos circular a velocidad moderada o parar en cualquier recodo del camino para disfrutar del paisaje, han tenido siempre para nosotros una especial atracción. Hoy les proponemos pasear por la que desde San José del Valle conduce al Puerto de las Palomas a través de un hermoso rincón: los Llanos del Valle. Se trata de la CA5102, una carretera que hasta 1997 apenas tenía asfaltados cuatro kilómetros y que fue remodelada como alternativa a los caminos que quedaron inundados tras la entrada en servicio de la presa de Guadalcín II. La ruta sigue, en su mayor parte, el trazado de una antigua vía pecuaria: un ramal de la Cañada de Albadalejo y Cuartillos conocido como
“Cañada Real del Boquete o Llanos del Valle". La conocida Venta de “El Boquete” es la puerta de entrada a estos apartados parajes de los Llanos del Valle. En sus primeros kilómetros la carretera discurre por un terreno quebrado a través de la angostura que ha labrado el Arroyo del Valle entre los Cerros de El Boquete (izquierda) y Gurugú (derecha). El topónimo de “El Boquete”, puede estar relacionado con la estrechez del paso entre estos montes en cuyas laderas, junto a la cuneta de la carretera, afloran en muchos puntos los estratos rocosos de materiales cretácicos, fuertemente fracturados y plegados, que han dado lugar a estos relieves. Apenas hemos recorrido dos kilómetros entornoajerez
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Estratos rocosos
cuando a la izquierda dejamos la entrada del hotel y restaurante El Acebuchal, donde se ha instalado también un campo de tiro. Se trata de nuevas actividades que van dando forma a la oferta de turismo rural a la que San José del Valle se está incorporando desde hace unos años. Si hasta aquí el camino ha discurrido por entre lomas cubiertas de monte bajo, a partir del km 3 el paisaje se abre, especialmente en la margen derecha de la ruta, donde aparecen las suaves laderas de Sierra Labrada, topónimo que nos apunta el ya antiguo uso agrícola de estas tierras. Por estos parajes veremos diseminadas entre el monte adehesado casas de labor, “ranchos”, pequeños cortijos... A la altura del Km. 4, llama nuestra atención a la derecha de la carretera, la entrada a la finca de Los Llanos del Valle. En los
pilares de la cancela, unos curiosos azulejos en los que puede leerse “Llanos del Valle, 1918”, dan pistas claras del origen de esta explotación agropecuaria, cuyo caserío se encuentra algo más alejado del camino, en las laderas de la Loma de los Poyales. Como dato significativo diremos que en el primer mapa topográfico de la zona editado en 1917 por el I.G.N., no figuran ni las casas ni el topónimo de esta finca que da nombre a todo el valle. La carretera discurre ahora por un paisaje abierto, una gran llanada, que justifica el nombre de la Dehesa de Los Llanos del Valle. En ambos lados, y en especial a la derecha, en las faldas de la Loma de los Poyales, crecen verdes prados sobre los que pasta el ganado. Entre los km. 5 y 6 El Acebuchal
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Dehesa Llanos del Valle
buen seguro la atención del viajero al pasar junto a los campos de la Dehesa del Romero, (a la altura del km. 7, a la izquierda) donde un buen número de reses pastan entre acebuches y encinas entre las que se adivina también un tentadero.
junto al camino, algunas casas de los colonos que tiempo atrás residían estas tierras, resisten el natural deterioro del paso del tiempo y guardan el sabor propio de la arquitectura popular. Décadas atrás, el antiguo IRYDA realizó parcelaciones en los Llanos para mejorar la explotación agrícola de estos terrazgos como aún indican los carteles, ya oxidados y descoloridos, que aún pueden verse junto a la carretera.
Un cartel en la cuneta nos alerta del cruce de ganado y de animales silvestres. Y no es para menos ya que en la época de la berrea, estos escondidos rincones, estos parajes poco transitados de los Llanos del Valle, son el lugar ideal para sorprender a los ciervos que bajan desde las laderas arboladas de la Sierra de las Cabras, o desde la Loma de los Poyales, desde la Dehesa de Puerto Frontino y, algo más adelante, ya en las proximidades del Puerto de las Palomas, desde los cerros de
En los pequeños cerros que por este lugar salpican el paisaje no faltan algarrobos, acebuches, lentiscos, o encinas, así como la vegetación propia del monte mediterráneo entre la que pueden verse también, criándose entre los prados y las arboledas, vacas, caballos, ovejas, cabras o toros de lidia. Estos últimos llamarán a Explotación ganadera
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Boca de la Foz
Boca de la Foz
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Montifarti, en los Montes de Jerez. En septiembre, a la caĂda de la tarde, nos gusta venir a estos solitarios parajes de los Llanos para salir al encuentro de los venados en celo o, cuando menos, para escuchar sus berridos que resuenan entre las faldas de Las Cabras dejando a las claras que estos grandes ciervos son, por si quedara duda, los “reyesâ€? del bosque. A la altura del Km. 8 reclama nuestra mirada, a la izquierda de la carretera, una estrecha garganta que se forma entre las
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Por los llanos del Valle hacia el Puerto de Las Palomas faldas de la Sierra de la Sal y la de Las Cabras. Se trata de dos formaciones calizas de edad jurásica cuya línea de cumbres es prácticamente horizontal debido a la peculiar disposición de los estratos rocosos que las constituyen. La Sierra de la Sal nos ha venido acompañando a la izquierda desde los inicios de nuestro recorrido, mientras que la de La Cabras nos escoltará a partir de este punto hasta las cercanías del Puerto de Las Palomas. La garganta se conoce con el nombre Boca de la Foz (o de la Fox), angosto desfiladero labrado por el Boca de la Foz
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Boca de la Foz
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Arroyo Bogás (o de las Bogas o de Bogas…según la fuente que se consulte) entre los estratos calizos de este gran lomo rocoso en forma de arco, que ha sido cortado a pico por el arroyo. Desde la carretera, si nos paramos frente a él, podremos apreciar los farallones pétreos que se alzan en las paredes de la Boca de la Foz, donde no es extraño observar grandes rapaces. Volveremos otro día para recorrerla hasta su salida, en las proximidades de El Taramal, recordando las visitas que hicieron por estos parajes,
hace más de cien años, los naturalistas ingleses Buck y Cahpman en busca del quebrantahuesos. A partir de este punto, a la altura del km. 8, la ruta va cambiando de orientación, para buscar el Puerto de las Palomas. En este lugar cruza la carretera la antigua Vereda de Alcalá de los Gazules que viene a unirse a otra vía pecuaria, la Vereda de la Boca de la Fox, que atraviesa la garganta hacia las tierras de Tempul y de Algar: caminos centenarios
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Boca de la Foz
Boca de la Foz
que no pueden perderse. Frente a la Boca de La Foz, aún puede verse la vereda, bien definida, que discurre paralela al Arroyo de Bogás, entre las tierras del Rancho de Calvo (a su izquierda) y del Cortijo de Cortés (a su derecha). En este lugar, donde podremos parar un rato para contemplar el paisaje circundante y los perfiles de la sierra y la garganta, veremos los primeros carteles que señalizan los límites del Parque Natural de Los Alcornocales, en cuyo territorio acabamos de entrar. Frente a nosotros, llaman también la atención en este lugar, los vallados, del Cortijo de Cortés Alta (Casa de la Cortés, figura ya en el mapa del IGN de 1917), cuyo renovado caserío se divisa en las laderas de la Loma de los Poyales. Desde el “Llano de Cortés”, la carretera inicia ahora un suave descenso siguiendo el trazado de la antigua Cañada dejando a la izquierda, a lo lejos, las laderas de la Sierra de Las Cabras sobre los que crece un espeso monte arbolado. En las faldas se adivinan los caseríos de algunas fincas, perdidos entre el bosque y que pertenecen a las Dehesas de los Dornajos y de Los Caños. Junto a la carretera (que fue un camino sin asfaltar hasta 1997), corre el arroyo Garganta de la Toma y, a juzgar por las barranqueras que se aprecian en algunos puntos, debe bajar nutrido de aguas en época de lluvias. Por muchos lugares veremos los carteles que nos indican los límites del Parque Natural así como los que anuncian el paso de animales silvestres o ganados, ya que, a diferencia de las fincas que hemos dejado entornoajerez
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Dehesa ‘Los Caños
atrás en los Llanos del Valle, de clara vocación agrícola, las que ocupan las laderas de estos montes están dedicadas a la ganadería. A la altura del km. 12, podemos ver a la derecha un gran cercado en el que, con frecuencia, pueden observarse de cerca los toros de lidia de la Dehesa de Los Caños. Tras los cercados destaca el llamativo perfil del Cerro de La Cuna , con dos cumbres gemelas separadas por un pequeño collado, a cuyos pies nace el río Fraja, afluente del Barbate. A partir del km. 14 el paisaje vuelve a cerrarse y la carretera inicia un suave ascenso entre cerros poblados de acebuches, algarrobos, encinas… En los lugares orientados a exposiciones de umbría y en las vaguadas más frescas no Boca de la Foz
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faltan tampoco los quejigos, los espinos, los madroños, muy abundantes en las laderas y hondonadas con más humedad. Un cartel nos indica que abandonamos el término municipal de San José del Valle para internarnos en el de Jerez, mientras la carretera asciende por una estrecha garganta. A nuestra izquierda se aprecia ya el extremo sur de la Sierra de las Cabras a cuyos pies la ruta cambia bruscamente de orientación para rodear las faldas de esta sierra. Apenas pasamos el km. 15 en el horizonte se apunta la cima piramidal del Picacho, una de las más notables de las que conforman la cercana Sierra del Aljibe. Al poco, en un recodo a la izquierda de la carretera y al pie del extremo sur de la Sierra de las Cabras, en un hermoso y escondido paraje, se
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encuentra la vieja Casa de las Palomas, ejemplo de arquitectura popular. La casa está enclavada en la finca de Montifarti, que forma parte de los Montes de Propios de Jerez y a la que pertenecen las tierras que se atraviesan en este tramo según indican varios monolitos que podremos ver junto al camino.
Casa de las Palomas
Finca ‘Chaparro Dulce
Al poco de pasar el Km. 16 veremos junto a la cuneta, a la derecha, llamará nuestra atención la Fuente de los Pastores, cuyo caño alimenta un gran pilar, reformado en 1959, y donde podremos parar para refrescarnos y admirar el paisaje que se abre frente a nosotros. La Sierra de las Cabras nos muestra aquí las faldas de su extremo meridional, en las que se encuentra la Cueva de las Palomas, gran cavidad en la que halló refugio el hombre prehistórico. En las proximidades de estos parajes próximos a la Fuente de los Pastores y la punta de Las Palomas, tuvimos ocasión de “tropezarnos” en 1997 con los escenarios de rodaje del primer documental que National Geographic realizó en España, dedicado integramente al Parque de los Alcornocales: “El latido del bosque”. Dejamos la fuente para continuar subiendo las rampas que la carretera presenta en este tramo, camino del Puerto de Las Palomas. Atravesamos por un pinar de repoblación y a la derecha dejamos la entrada de la finca Chaparro Dulce, siempre con la presencia, frente a nosotros, de la silueta del Picacho. Algo más adelante, otra cancela conduce a la
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Carreteras secundarias Boca de la Foz
Mirador del Puerto de las Palomas
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Dehesilla de Alba, para llegar, pasado el km. 18 a un paraje abierto; el Puerto de las Palomas, fin de nuestro camino. En el Puerto se ha instalado un mirador en el que encontraremos también paneles informativos y desde el que podremos apreciar un soberbio paisaje que tiene como telón de fondo las cumbres de la Sierra de las Cabras, las más lejanas de los Montes de Jerez y de la Sierra de Grazalema y las más cercanas, a nuestra derecha, del Picacho. Desde aquí podremos optar por seguir la carretera
que conduce a Alcalá de los Gazules o continuar por la que nos lleva hasta el Puerto de Gáliz Carreteras secundarias. “Carreteras con encanto” por las que otro día volveremos para disfrutar del paisaje de nuestra tierra.
Publicado el 12 de marzo de 2010 www.entornoajerez.com
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Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario
Jerez - Bonanza -
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Por la carretera del Calvario
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Viña ‘La Constancia’
Como cada año, en estos días en los que se realiza la peregrinación anual a la Ermita del Rocío, en Almonte, los romeros jerezanos y los de otras poblaciones cercanas cruzan las tie-rras de la campiña, buscando el Guadalquivir. La ruta seguida para ello, que atraviesa en su tramo inicial por un hermoso rincón del término municipal de Jerez, ha sido conocida con diferentes nombres. Denominada popularmente como “carretera del Calvario”, por salir de la ciudad junto a esta antigua capilla, se la conoce también como “camino de las viñas” por-que durante buena parte de su
Viña ‘Santa Bárbara’
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recorrido se atraviesa por tradicionales pagos de viñedos. Este “Camino del Rocío” jerezano fue también, mucho antes de que la romería tuviese el protagonismo del que hoy goza, el “camino de Bonanza”, como se refleja, por ejemplo, en los mapas de comienzos de mediados del siglo XIX. Y lo era porque, junto a la carretera de Sanlúcar, esta fue la vía principal de acceso a ese puerto que junto a otros de la Bahía, se Viñas ‘Santa Teresa’ y ‘Macharnudo’
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utilizó para el comercio y embarque de nuestros vinos. Sea como fuere, la ruta que emprendemos hoy bien pudiera llamarse “camino del Guadalquivir”, en recuerdo de esa “querencia” histórica, de esa búsqueda natural que desde hace siglos, llevó a nuestra ciudad a trazar caminos hacia el encuentro con el gran río andaluz en las tierras de Sanlúcar, en Bonanza, en Alventu o en Trebujena…
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Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario
Viña ‘Pinta Gallarda’
El embarcadero de Alventu (topónimo que pudiera derivar del Adventus latino lugar de llegada-) está bien documentado en la Edad Media como punto al que mercaderías y viajeros de nuestra ciudad iban y venían utilizando esta vía fluvial. Ya Abellán Pérez, en su libro La Cora de Sidonia (p.30), al estudiar las rutas de comunicación durante la dominación musulmana, señala como desde Jerez existía una vía que llegaba hasta el Guadalquivir, al embarcadero (marsa) de Trebujena (Tirbixena). De la misma manera el Puerto de Bonanza jugó un papel importante para el comercio de nuestra ciudad y de la mano del crecimiento de la vitivinicultura en la campiña, a mediados del siglo XIX se proyectó una línea férrea que comunicó
Jerez y Bonanza y se mantuvo en funcionamiento entre 1867 y 1965, orientada fundamentalmente al comercio del vino. Sea como fuere, volvemos a recorrer hoy estos viejos caminos en torno a Jerez, cargados de historia, para acercarnos hasta el Guadalquivir, admirando el hermoso paisaje de estos rincones la campiña. Salimos de la ciudad por la “Carretera del Calvario” pasando junto a la conocida Capilla y al parque Zoológico. Tras dejar atrás la zona comercial Área Sur y sobrepasar la Ronda Oeste, la carretera deja a ambos lados grandes llanadas que se encharcan temporalmente en épocas de lluvias, como un anticipo de las marismas. Discurren por aquí la Cañada de La Loba Boca de la Foz
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Boca de la Foz
El Barroso
y el Arroyo de la Zorra. Enseguida, el camino se adentra en terrenos de suaves colinas cubiertos de viñedos. A la derecha llaman la atención las viñas de Cerro Viejo y Cerro Nuevo, esta última reconocible por la inconfundible fila de cipreses que escoltan su camino de acceso y, algo más cerca, la viña de La Constancia, con sus lagares y bodegas entre un mar de cepas. En este lugar cruza la carretera la vieja Cañada del Amarguillo que se continua a la izquierda con la de Cantarranas y, algo más adelante, deja a un lado la conocida Viña Los Monos y otras muchas (Cartera, La Salud, San José, Los cedros, Viña Verde, La Palma…) que justifican sobradamente otro de los nombres con el que se conoce a esta ruta: “carretera de las viñas”. Poco antes de legar a un puertecillo (Puerto Escondido), despunta a la izquierda, sobre un pequeño cerro, el caserío de la Viña Santa Bárbara. Restaurado y ampliado hace apenas una década, aún conserva su sabor de construcción tradicional habiéndose mantenido el almijar, la vieja nave del lagar o el fogarín, con un gran chimeneón que asoma sobre los tejados. La carretera inicia desde aquí un suave descenso que nos llevará hasta el cortijo de El Barroso, a la vez que el horizonte se va abriendo a la campiña. A la derecha, una vaguada por la que discurre la Cañada del Amarguillo y que conduce a la viña de la Pájara Pinta, deja ver a lo lejos, entre suaves colina cubiertas de viñas, el cerro de Macharnudo coronado por su Torrre
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Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario
medieval, que sobresale entre la arboleda del jardín de la finca El Majuelo. Al poco, llegamos al cruce de la carretera que conduce a Las Tablas (a la izquierda en sentido de la ruta) y por la que tras cruzar las tierras del pago de Añina, podremos llegar a la carretera de Sanlúcar. Siguiendo nuestro camino, algo más delante del cruce, se encuentra el cortijo de El Barroso, en la explanada de un antiguo descansadero de la Cañada de Maricuerda y Tabajete que, procedente de las Tablas,
atraviesa las marismas y nos conduce en dirección a Mesas de Asta. En El Barroso, como las carretas que siguen el camino del Rocío, hacemos una parada, un “rengue”, para continuar mañana nuestra ruta “buscando el Guadalquivir.
Carretera del Calvario. Al fondo, San José de Prunes
Tras descansar en las tierras de El Barroso, continuamos nuestro camino, buscando el Guadalquivir. Frente al cortijo, al otro lado de la carretera, la Cañada de Maricuerda y Tabajete nos
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Mesas de Asta y Tabajete
lleva hasta El Barrosillo. Esta cañada se dirige luego a las marismas de Tabajete, al pie de Mesas de Asta, donde se forman grandes zonas encharcadas en épocas de lluvia y que, en tiempos de la dominación romana, fueron esteros navegables, comunicados con el amplio estuario del Guadalquivir. Desde el Barroso, la carretera abandona las tierras de viñas e inicia un suave ascenso hacia las lomas del Cerro del Cuco, coronado por el Cortijo de San José de Prunes, que queda frente a nosotros, cerrando el horizonte. A ambos lados del camino se extienden sembrados de cereal (trigo, cebada, cebada cervecera…) y girasol, que sirven de cobijo a una interesante avifauna. Estas tierras de la La Ventosilla
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campiña cerealista comprendidas entre Mesas de Asta, Trebujena, Lebrija y El Cuervo, próximas a las marismas, fueron el último enclave documentado de nidificación de la avutarda en la provincia de Cádiz, siendo en la actualidad zona de cría de diferentes especies de aves propias de zonas esteparias. Estos hábitats esteparios, que constituyen medios abiertos y desarbolados, como las extensas zonas de cultivos de secano que aquí vemos, acogen a no pocas especies singulares como sisón común, alcaraván, canastera común, terrera marismeña, o curruca, entre otras, muchas de las cuales hacen sus nido en el suelo. Es fácil también ver sobrevolar estos sembrados en busca de sus presas al cernícalo primilla o al aguilucho
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Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario
cenizo. Para contribuir a la protección y conservación de estas especies de aves esteparias, la Junta de Andalucía ha firmado convenios de colaboración con los propietarios de fincas agrícolas en estos parajes colindantes con las marismas de Tabajete. Continuando nuestro camino, podremos ver a la izquierda, a lo lejos, las tierras del cortijo de Alijar, donde se instaló el primer parque eólico del término de Jerez.
Azulejo devocional de San José de Prunes
San José de Prunes. Señorío
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Carreteras secundarias A la derecha se adivina a lo lejos la pequeña planicie sobre la que se asentó la ciudad de Asta, delatada por un bosquete de eucaliptos. Frente a nosotros, a la izquierda del camino una construcción singular se alza en un pequeño cerro. Es el cortijo de San José de Prunes, en el que llama la atención, a medida que nos acercamos, la peculiar fisonomía del sobrio edificio de dos plantas de su señorío, que nos recuerda por su aspecto a un viejo cuartel y que, lamentablemente, se encuentra semiderruido. En su fachada, de gusto decimonónico, se abren de forma simétrica los huecos de puertas y ventanas, recercados con ladrillos pintados en rojo. Un pretil oculta el tejado, contribuyendo así a la apariencia de “edificio urbano” de este cortijo que se nos antoja extraño en medio de las viñas. Como se señala acertadamente en la obra Cortijo ‘El Olivillo’.
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entornoajerez Casas en ‘El Olivillo’
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Azulejo devocional de ‘El Olivillo’
Cortijos Haciendas y Lagares de la Provincia de Cádiz, “ Por la contundencia de su volumen y su composición, se alza desde su posición elevada con una clara vocación de dominio del paisaje”. En relación con este lugar, el arabista M.A. Borrego Soto plantea la posibilidad de que el extraño topónimo de Prunas (que también aparece como Brunes o Prunes, según distintas fuentes) pueda estar relacionado con la alquería árabe de Bunas, vinculada al territorio jerezano en
Cortijo ‘El Olivillo’. Detalle
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la Cora de Sidonia. De esta aldea era originario el “sabio jerezano” Abu Ishaq al-Bunasi al-Sarisshi (1177-1253) y aunque su localización geográfica no se ha confirmado nos gusta suponer, de acuerdo con este autor, que en estos parajes de Prunes, camino del Guadalquivir, cerca también de otros lugares con constatada presencia árabe (Alijar, Tabajete, Macharnudo…) pudo estar situada la citada alquería.
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Dejando atrás este cortijo y, tras superar un puertecillo, la carretera inicia un suave descenso y el paisaje se abre hacia los extensos horizontes de las tierras de marismas, que se intuyen a lo lejos, junto a los invernaderos y el pinar de la Algaida, ya en las proximidades del Guadalquivir. Mas cerca, veremos el conjunto de construcciones para viviendas de trabajadores del cotijo de El Olivillo (a la izquierda de la carretera), sobre las que se superponen, en el horizonte, los perfiles
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Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario
La Ventosilla
de las urbanizaciones levantadas en la Loma de Martín Miguel, en tierras sanluqueñas. Al poco, la carretera pasa junto al Cortijo del Olivillo, que deja a la derecha, en las tierras de Ventosa y Ventosilla, donde se ha instalado otro parque eólico. Este cortijo presenta una singular fachada, presidida por un gran olivo, en la que llama la atención el edificio del señorío -con una campana sobre el tejado- así como una capilla sobre cuya entrada hay un notable panel de
azulejos con escenas de temática religiosa. Las explanadas que se encuentran frente al cortijo, así como las cercanas del de Ventosilla, son utilizadas como lugar de parada y descanso por las carretas que realizan la Romería del Rocío. Algo más adelante, poco antes de llegar al cruce con la carretera de Trebujena a Sanlúcar, llegamos al cortijo de Ventosilla, muy reformado en la actualidad. El antiguo tentadero y las viejas naves en las
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Bonanza (Sanlúcar de Barrameda)
que se encerraba el ganado estabulado, han sido restaurados y habilitados como restaurante y locales para fiestas y celebraciones. Lejos quedan los tiempos en que estas tierras de La Ventosilla (como las de Prunes) formaban parte de uno de los donadíos de Alfonso X, en el siglo XIII. Más adelante, y hasta su desamortización en el siglo XIX, fueron propiedad del Monasterio de San Jeronimo de Bornos.
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Al llegar al cruce, seguiremos la carretera hacia Sanlúcar, y ya a la derecha, el paisaje nos mostrará la inmensidad del antiguo estuario del Guadalquivir, las tierras de La Algaida, el cerro en el que se encuentra el cortijo de Ebora, tan vinculado a Tartessos, las lomas de Martín Miguel… Y seguiremos así, camino ya de Sanlúcar, de Bonanza, de Bajo de Guía…, hasta el Guadalquivir.
Publicado el 12 de marzo de 2010 www.entornoajerez.com
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Buscando el Guadalquivir. Por la carretera del Calvario
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Del Puerto de Gáliz al Mojón de la Víbora
Puerto de Gáliz Mojón de la Víbora
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Venta Puerto de Gรกliz
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A comienzos del siglo XX la sociedad jerezana estaba embarcada en una serie de grandes proyectos de obras públicas para tratar de salir de la crisis en la que la había sumido la plaga de la filoxera que, a finales del XIX había arruinado el viñedo y, con él, la principal fuente de ingresos de la Jerez. Junto a la presa de Guadalcacín y el Ferrocarril de la Sierra, el otro gran reto era la construcción de la carretera de Cortes, indispensable para poner en comunicación la ciudad con su extenso término municipal. Antonio Gallegos, quien fuera ingeniero director de la presa de Guadalcacín, expresaba en una de las conferencias que sobre estas cuestiones organizó el Ateneo Jerezano en 1916, la necesidad de esta vía de comunicación, de “interés excepcional para la ciudad… al ser la arteria central que en dirección de Occidente a Oriente ha de cruzar el extenso término municipal, desarrollando un recorrido de 90 kilómetros para llegar al término de Cortes, en la Provincia de Málaga”. En esos años ya se encuentran muy avanzadas las obras entre Jerez y El Mimbral, habiéndose adjudicado también las que unían El Mimbral con el “Puerto de Galis”.
con el fin de facilitar la ejecución y evitar los trámites de expropiación, habían ofrecido al Estado ceder gratuitamente los terrenos que hubiera de ocupar la nueva carretera."
Antonio Gallegos
Puerto de Gáliz
Consciente de las dificultades, pero también de la necesidad de la obra, Gallegos era optimista y defendía que ..."en plazo no lejano podría quedar esta vía disponible para el tráfico; pero es que este camino tiene un carácter muy especial: constrúyense carreteras en todas partes para servir a los pueblos de la comarca y aquí, en 90 kilómetros no ha de servirse más pueblo que Jerez, sin que por esto haya de ser poco frecuentada; antes bien ha de sufrir un tráfico muy intenso, pues aparte de su carácter estratégico, tiene otro aspecto muy importante; no se construye para servir antiguos pueblos, se construye para crear pueblos que no existen y debieran existir". Cien años después vamos a recorrer este último tramo de la carretera de Cortes, el comprendido entre El Puerto de Galiz (o
El tramo más dificultoso, por lo abrupto del terreno era el comprendido entre este último lugar y el Mojón de la Víbora. A este respecto, el ingeniero apuntaba que “…por último, entre el Puerto de Galis y el límite del término habrán de construirse otros 10 km á lo largo de la Loma de la Novia, en la sierra de la Gallina; y es tal el deseo y el interés que por esta obra han demostrado los propietarios de aquellas dehesas, que hace tiempo se dijo que entornoajerez
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Galis) y el Mojón de la Víbora, en los límites de los términos de Jerez, Cortes y Ubrique, una ruta de apenas 20 km. que, a nuestro juicio, pasa por ser una de las carreteras secundarias con mayor “encanto” de la provincia. Nuestra ruta comienza en el Puerto de Gáliz (pk. 20), donde hemos dejado atrás su conocida Venta en el cruce donde confluyen los caminos de Jimena, Ubrique y Alcalá de los Gazules, junto a la singular mole rocosa del Peñón de Ballesteros. Tomando la dirección de Ubrique, la carretera discurre en su primer tramo por un trazado paralelo al que llevaba el antiguo camino que unía esta población serrana con Alcalá y que se conserva aún parcialmente como vía pecuaria. Desde
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los primeros kilómetros, el viajero descubre que transita por una ruta muy especial, escoltada por las arboledas del bosque que se desarrolla en las faldas de la Sierra de la Gallina, que queda a nuestra izquierda. Con 787 m. el Pico de la Gallina constituye la máxima elevación del término municipal de Jerez, prolongándose en una misma formación montañosa con las lomas de La Novia (752 m.) y de La Gitana (705 m.). Cruzamos aquí por tierras de la Dehesa de El Marrufo, que en otros tiempos formó parte de los Montes de Propios de Jerez hasta que en 1859 fue sacada a pública subasta.
Peñón de Ballesteros y ruinas de la antigua venta
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La vieja Venta de Puerto Gáliz … A los pies de una enorme roca aislada de “arenisca del Aljibe” que preside el puerto -auténtico monumento natural-, queremos atraer la mirada del viajero hacia las ruinas de una vieja casa ubicada frente a la Venta, al otro lado de la carretera. Es lo que queda de la vieja Venta de Puerto Gáliz. El Plan General de Ordenación Urbana de Jerez de 1995 incluía esta casa, la “Casa Contreras” como se la conocía, en su catálogo de bienes a proteger como patrimonio rural y etnográfico gracias al acierto de M.A.G. Fustegueras y J. Antonio Márquez que reconocieron sus valores.
Se quería destacar así la singularidad de esta construcción, claro ejemplo de arquitectura popular, su especial estampa y sabor tradicional. Los que la conocimos antes de su ruina recordamos su horno de pan, su solería de piedra de Tarifa, las vigas de madera que soste-nían su tejado de teja árabe, su soberao, el pequeño emparrado de la entrada… Pero sobre todo recordamos a sus últimos moradores: “Juan el Igualeja” y su esposa Catalina. Allí, en su casa, en la Venta vieja de Puerto de Galiz, servían, junto a su apacible conversación, algunos refrescos o café de pucherete o unos huevos fritos con chorizo. En ocasiones, los huevos se recogían para la ocasión en el corral de la casa… Hace casi quince años, la última vez que visitamos la Venta de Juan y Catalina, con Agustín Cuello, J. A. Márquez y otros compañeros, en la pequeña estancia donde esta buena gente recibía a sus “clientes”, visitantes y amigos, podía leerse en un cartelito colgado en la pared: “Casa de Juan El Igualeja. El que tenga bulla que se vaya”. Toda una rotunda declaración de intenciones. De buenas intenciones...
Fragmento de “Con Juan ‘El Igualeja’, en el Puerto de Gáliz” Publicado el 17 de marzo de 2009
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alza un montículo de unos 10 o 15 metros de altura, que es el protagonista de aquellos parajes. Sobre la meseta altiva, el Peñón de Ballesteros, como es conocido, destaca en la distancia. Se refiere este autor al llamativo bloque rocoso de arenisca situado frente a la venta que hemos mencionado...
El Peñón de Ballesteros … En estos años en los que se están celebrando en nuestra provincia (San Fernando, Chiclana, Cádiz) diferentes actos ligados al cercano bicentenerario de la Constitución de 1812, no estará de más recordar que también está próximo a cumplirse otro bicentenario, el de los hechos protagonizados por el General Ballesteros en diferentes localidades serranas. Ballesteros, a la cabeza de una división de 4.000 hombres, a la que se sumaron numerosas partidas de guerrilleros de los pueblos de las serranías de Cádiz y Málaga, tuvo en estos parajes de la Sierra de Cádiz que hoy visitamos, y en los cercanos montes de Ronda, significativas victorias contra los franceses...
… Pérez Regordán , en un curioso
trabajo sobre el Puerto de Gáliz publicado en Diario de Cádiz (22/06/1995), señala que: “Y, en todo lo más elevado del lugar… se
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… Sitúa en estos parajes al general, en su idas y venidas de Bornos y Ubrique a Jimena y San Roque y, es aquí donde el gran bloque de arenisca que preside el cruce de caminos de Puerto de Gáliz, se transforma en el púlpito natural desde el que el militar se dirige a sus soldados, Así, a decir del historiador arcense: “Cuentan los ancianos que han vivido en Puerto de Galis que, en aquel montículo se subía el General Ballesteros para arengar a sus valientes guerrilleros, y de ahí su denominación de “El Peñón de Ballesteros”... Fragmentos de “En el Puerto de Gáliz con el general Ballesteros (1811)” Publicado el 31 de diciembre de 2010
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Caserío de ‘El Marrufo’. Capilla.
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Ciervos en la dehesa
Apenas hemos recorrido un par de kilómetros, la carretera atraviesa una zona más despejada que deja a la vista, frente a nosotros, el caserío de El Marrufo que se adivina entre las arboledas y los prados que descienden, ladera abajo, hasta la Garganta de la Sauceda. El Marrufo (pkm. 17), una explotación de 1.000 ha., pasa por ser uno de los más singulares cortijos del término, dedicado a los aprovechamientos del bosque y sus recursos forestales, cinegéticos y ganaderos. Sus edificios, visibles desde la carretera, se organizan en torno a un amplio patio central, muy abierto, donde se aprecian las estancias del señorío, las viviendas y gañanías, así como su peculiar
capilla de estilo neógotico, coronada por un curiosa espadaña de cantería. Tras la edificación se aprecian tres naves gemelas construidas con muros de mampostería de piedra vista, dedicadas a almacenes, cuadras y estancias. Siempre que pasamos por este lugar, hacemos un alto en el camino frente a la capilla, en recuerdo de las mujeres y niños de la cercana aldea de La Sauceda, que en noviembre de 1936 fueron aquí encerrados antes de ser fusilados. Sus cuerpos fueron enterrados en las cercanías del cortijo, en la que puede ser una de las mayores fosas de la provincia, donde las víctimas aún esperan una exhumación que nunca llega. Casa de labor
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Carreteras secundarias Dejando atrás El Marrufo, veremos a la izquierda sendas cancelas que dan paso a pistas forestales que se internan en el bosque. La primera, junto a una fuente, cruza la Loma del Torero. Por la segunda se accede a la antigua “Casa de los Colonos” que estuvo habitada, como otras que encontramos repartidas por los montes, por las familias que se dedicaban a los trabajos forestales.
Carretera entre alcornoques y quejigos
Posaderos de buitres
Seguimos nuestra ruta, dejándonos llevar entre curvas cerradas por la carretera escoltada de árboles, veremos pronto a la izquierda la entrada a la Dehesa del Quejigal (pk 16), que forma parte de los Montes de Propios de Jerez. Crece en ella un magnífico alcornocal -con abundantes quejigos en las zonas umbrosas- que se cruza a través de una pista forestal que se interna en el bosque cuyas arboledas se extienden por las faldas de La Gallina y del Cancho de las Caretas, a los pies de unos llamativos riscos de arenisca conocidos como Tajos del Sol. En otra ocasión recorreremos este itinerario, uno de los de mayor interés de cuantos cruzan los Montes. La carretera trepa ahora hasta un puertecillo (el antiguo Puerto de la Cruz), hasta el que subía el camino de Cortes y que descubrimos aún tras una cancela (a la derecha) que da paso a la pista que conduce a las Casas del Abanto. En este tramo, cruzamos por un denso alcornocal en el que reclamaran la atención del viajero los troncos marcados con números de muchos árboles que observamos a ambos lados del camino (pk. 16).
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Posaderos de buitres
José María Sánchez, Ingeniero de Montes, quien conoce como pocos el Parque de Los Alcornocales, nos explica el origen de este curioso “bosque de los números” que tiene su origen en la práctica de marcar ciertos árboles con el último dígito del año en el que ha sido descorchado. Así, nos informa que tradicionalmente “las fincas corcheras tienen organizadas los “tramos” de descorche con límites fácilmente identificables, de tal modo que sus gestores saben que la pela correspondiente a tal año acaba -o comienza- en tal arroyo, divisoria o camino. No obstante, en algunas ocasiones se pueden producir confusiones. Por ejemplo, si un año hubo que interrumpir el descorche porque el corcho no se daba bien, y esa zona se suma al descorche del año o años siguientes, el límite entre
tramos o pelas se ve modificado… Entonces los gestores marcan ciertos árboles para indicar hasta dónde llegó la pela”. Por lo general, el descorche tiene lugar cada nueve años, pero “suele ser habitual que las explotaciones de gran extensión no descorchen todos los árboles de un mismo sector a la vez y repartan las pelas en años sucesivos. Con esta práctica no se expone toda la finca a la vez a los riesgos de daños graves tras un descorche (por incendios, sequías, plagas...), dado que el árbol queda temporalmente sin defensas. A ello hay que sumar también las ventajas económicas ya que al dividir la cosecha en distintos años se reparten los ingresos y se equilibran los precios de venta, que pueden variar mucho de unos años a otros”. En estos casos se realiza el marcado de los troncos pelados de cada sector para Troncos marcados
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Capilla de carretera
distinguirlos con claridad en espera del turno de nueve años cuando serán de nuevo descorchados. “Para evitar confusiones se recurre también entonces a marcar algunos árboles que delimitan aproximadamente la pela. El número empleado en la marca suele ser el último dígito del año que se descorchó, por tanto, del 0 al 9.” Continuamos nuestro camino no sin antes pararnos en algún recodo de la carretera para “asomarnos” a las vallonadas forestales que divisamos, a vista de pájaro, en la margen derecha, entre las que descubrimos las Casas del Abanto en el ameno valle del arroyo del Parrón. La carretera cruza ahora entre un pinar de pino negral o resinero que crece en las faldas del Cancho de las Caretas cuyos altos y espigados ejemplares forman un tupido dosel vegetal sobre la calzada, que aparece en muchos tramos (pk. 15-14) totalmente sombreada. La
Caserío de Abanto
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Carretera entre pinos
agujas secas de los pinos, la pinaza, se amontona en las cunetas llegando a los bordes del asfalto, dando así a la carretera un aspecto más agreste y “natural”, como de pista forestal que discurre por el interior de un bosque. En uno de los pinos, en la cuneta derecha, se ha instalado una pequeña capillita de corcho, con una imagen de la virgen, desde cuyas cercanías podremos obtener buenas vistas del caserío del Abanto. En nuestro camino desde El Puerto de
Gáliz hacia el Mojón de la Víbora, cruzando por estos inigualables parajes del Parque Natural de Los Alcornocales, hemos dejado atrás los pinares de pino negral que flanquean la calzada. Entre los pk 14 y 13 la carretera discurre por las laderas forestales del Cancho de las Caretas. Los pequeños muretes que la acompañan en algunos tramos están formados por bloques de piedra de la roca conocida como “arenisca del Aljibe”, principal constituyente de estos montes
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Posaderos de buitres
que descubrimos por sus llamativos colores. En ocasiones el bosque se salpica con grandes bloques rocosos, con peñas o mogotes que emergen entre la arboleda. En las zonas en las que el alcornocal es menos denso, o donde se encuentra más aclarado, el suelo se cubre con un espeso brezal que desde finales del invierno se cubre ya con sus diminutas flores rosadas y blancas. Escobones, aulagas, jara pringosa, helechos… son algunas de las muchas especies que abundan también, junto a los brezos, en los lugares más abiertos. Junto a la carretera, en los linderos del bosque, no faltan tampoco buenos ejemplares de quejigos, madroños, labiérnagos… Aunque no es frecuente, los animales que pueblan el bosque se “asoman” de vez en cuando a
las orillas de la carretera y, a modo de ejemplo, en nuestro último recorrido pudimos ver ciervos, meloncillos y una salamandra de buen tamaño que cruzaba “imprudentemente” sin reparar en riesgos. Avanza nuestro camino entre curvas y mogotes de arenisca. A la derecha queda la cancela que da acceso a las casas de la Loma de Gamí (pk. 14) y que desciende hasta las hondonadas por donde fluye el Arroyo del Parrón y de las Casas del Abanto. Un pinar de repoblación sube aquí, a nuestra izquierda por las laderas del Cancho de las Caretas. Como el viajero habrá podido adivinar, las diferentes especies de pinos que crecen en estos montes han sido introducidas y son por tanto, ajenas a estos parajes. Arenisca del Aljibe
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Posaderos de buitres
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Junto al pino piñonero, destaca también el pino de Monterrey, que hemos podido ver en los primeros tramos de nuestro recorrido poblando las faldas y cumbres de La Gallina. Con todo, el más abundante es el pino negral o resinero, que constituye estos pinares cercanos a la carretera. Esta especie es la mejor adaptada a la naturaleza acidófila y pobre del substrato silíceo al que da lugar la “arenisca del Aljibe”, sobre el que se desarrolla con éxito, llegando a competir con el alcornoque al que puede dificultar su regeneración y normal crecimiento. El viajero podrá comprobar como la densidad de estos pinarillos de pino negral es tan alta que apenas crecen bajo su espesa sombra otras plantas. El sotobosque es aquí bastante pobre y su
suelo está cubierto por un grueso manto de acículas secas, conocidas como pinocha o pinaza, que, como se alerta en la “Guía de los Montes de Propios”, “…representan un alto riesgo de incendio por su contenido en compuestos inflamables. Solamente algunas plantas del alcornocal pueden neutralizar los efectos inhibitorios de estas condiciones, especialmente madroño y brezos, cuyos ejemplares algo ahilados crecen entre los troncos de los pinos.” Entre el los km 13 y 12 el paisaje se abre en algunos tramos y nos deja ver, a la derecha, el valle de la Garganta de los Corcitos y, algo más lejos, los mogotes de roca caliza que constituyen el Cerro de las Motillas, a cuyos pies corre el arroyo de Pasada Blanca. Este cerro, al que Posaderos de buitres
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volveremos otro día, encierra en su interior un sistema de cuevas y galerías de gran interés geológico y arqueológico. En los lugares donde el boque se hace menos denso el sotobosque está dominado por el helecho común, que se extiende como un tapiz herbáceo. Si en el otoño nos ofrece sus hojas rojizas y ocres, en primavera despliega sus grandes hojas divididas llenando de verdor los alcornocales y pinares y creciendo hasta los bordes mismos de la carretera. Nuestro camino pasa ahora junto a la Casa de los Canchos en cuyas cercanías crece otro pinar de repoblación con un denso rodal de altísimos árboles de porte ahilado.
Posaderos de buitres
A partir del pk.12, el paisaje se torna más despejado y en algunos trechos podremos ver en la lejanía, a nuestra izquierda, los Posaderos de buitres
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Posaderos de buitres
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perfiles de la sierra de Grazalema y las lomas de Cerro Verdugo en las que se adivina el caserío de Prado del Rey. Nos acompañan ahora las faldas de Loma de La Novia. En las proximidades del pk. 11 queda, a la izquierda, la Casa de los Barracones, sede de la guardería forestal de la Dehesa del Toronjil (Montes de Propios de Jerez), que encierra parajes de gran belleza y a la que se accede desde
este lugar. Algo más abajo, una curva cerrada en la carretera se traza sobre un puentecillo cuyos pretiles han derribado la fuerza de las aguas de un torrente. A la altura del pk. 10, despunta, a la izquierda de la ruta, el Cerro o Peñón del Jabato, uno de los llamativos mogotes de arenisca que jalonan este tramo. Algo más adelante llamará la atención del viajero otro de estos peñones: la Piedra de la Novia.
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Entre ambos puntos la carretera describe un arco de más de un km. en cuyo seno nace la Garganta de la Miel, uno de los típicos “canutos” de estas montañas del Parque Natural de los Alcornocales donde es posible observar la vegetación acompañante de estos arroyos. Pasado el pk. 8, queda a nuestra izquierda el Cerro de la Novia y algo más adelante, la carretera se abre camino ente una pared rocosa en una de cuyas peñas se ha tallado un arco para facilitar el paso. Estamos ahora en las proximidades de la Dehesa del Cándalo (pk. 7), cuya casa queda a la derecha. Algo más adelante, reclama nuestra atención una gran roca, que se alza en forma de aguja junto a la cuneta izquierda de la carretera (pk. 6). Muchas de estas llamativas peñas o rocas aisladas tienen (o tenían) nombre propio por constituir auténticos “hitos” naturales y visibles, que jugaron un importante papel para orientarse en los confusos
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caminos del bosque. Aunque algunos de ellos han pervivido en el tiempo, de otros sólo nos quedan referencias escritas o las que aportan viejos mapas y planos como el Parcelario de Adolfo López Cepero (1904). En él aún podemos ver cómo tan sólo en el tramo de algo más de 6 km. comprendido entre la citada Casa de los Barracones (pkm 11) y la de Ventalleja (pkm. 5) se suceden junto a la carretera la Piedra del Cuchillo, el Peñón del Jabato, la Piedra de la Novia, Piedras Aspadas, Piedra Mojón, Piedra de la Cruz, Piedra del Selladero, Piedra de la Salinilla…
Cándalo, y un poco antes de llegar al pk. 5, podemos ver a la derecha un cerrado valle por el que corre la Garganta del Enemigo flanqueada por una hermosa aliseda. Al poco, un claro se abre a la izquierda de la carretera y en un pequeño llano se alza la casa de Ventalleja (la Venta de Lleja, como era conocida tiempo atrás). Desde este lugar se accede a los caminos que conducen a Garganta Millán y Peñón de Merino, parajes situados en los límites de los términos de Ubrique y Jerez, ya en las proximidades de la depresión en cuyo seno se encuentra el embalse de los Hurones.
Tras dejar atrás las tierras de la Dehesa del
Entre los pk 4 y 3, la carretera bordea el entornoajerez
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Cerro del Enemigo y el Bujeo del Cuerno (a la derecha) en cuyas laderas crece un magnífico alcornocal con un sotobosque aclarado por el pastoreo de cabras, ovejas, cochinos de montanera... El camino asciende suavemente hasta el Puerto del Cuerno y nos ofrece, a la izquierda curiosas vistas de las sierras de Grazalema y Ubrique, de los perfiles de la Sierra de la Silla, del macizo de las cumbres del Endrinal, del blanco caserío de Benaocaz, -que se nos antoja desde aquí como colgado en la montaña-, de las cumbres del Albarracín, de la crestería del Pinar… Más cerca de la
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carretera, también a nuestra izquierda, queda el valle de Garganta Millán, que se pierde a lo lejos entre una masa continua de alcornoques y quejigos. A partir del pk.3 se inicia un suave descenso. A la izquierda quedan los prados del cerro de Majar Alto (pk.2), donde pastan rebaños de ovejas y cuyas laderas nos ofrecen hermosas y “bucólicas estampas pastoriles”. A la derecha, una cancela da paso a una pista que se interna en el alcornocal del cortijo y Dehesa de La Fantasma, como se conoce este paraje. Al poco, veremos en la lejanía,
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frente a nosotros, mientras nos dejamos llevar por la la carretera en un suave descenso, la cumbre aislada del Peñón del Berrueco y Ubrique, que queda a la izquierda, a los pies de la sierra. Las Casas del Mojón de la Víbora, nos anuncian ya el final de nuestro recorrido y, antes de acercarnos hasta la Venta a reponer fuerzas, hacemos un alto en el camino para deleitarnos con las vistas panorámicas que nos ofrece el Mirador del Mojón de la Vibora. La sierra de Grazalema se nos presenta aquí en toda su magnitud con el telón de fondo de la mole caliza del Pinar coronada por el Torreón. A la izquierda, la Sierra de la Silla nos muestra el espolón rocoso sobre el que se alzan las ruinas del Castillo de Fátima o Cardela, asomado sobre el Charco de los Hurones. A la derecha, la sierra de Ubrique exhibe sus llamativos paredones rocosos donde se aprecian imponentes saltos de falla. Frente a nosotros, ocupando la posición central de esta inigualable vista, Ubrique, cuyo caserío se nos antoja desde aquí más blanco que nunca.
Publicado el 5 de marzo de 2011 www.entornoajerez.com
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