León, tierra de leyendas

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© Alfonso García Rodríguez, 2017 © de esta edición: EOLAS ediciones, 2017 www.eolasediciones.es Dirección editorial: Héctor Escobar Diseño y maquetación: Alberto R. Torices (www.albertortorices.com) Fotografía de cubierta: Vicente García ISBN: 978-84-16613-95-3 Depósito Legal: LE 411-2017 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com · 91 702 19 70 / 93 272 04 47 Impreso en España


LeĂłn,

tierra de leyendas Alfonso GarcĂ­a

eo las ediciones



Para Elena, la palabra compartida en el camino compartido. La luz.



Unas palabras iniciales

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iempre he creído que viajar es otra forma de enriquecimiento personal. Viajar, sentir, contemplar el territorio, la geografía más cercana es un descubrimiento que difícilmente se logra de otra manera. He recorrido las tierras de León de forma continua desde los primeros años de la década de los setenta. La cercanía con la gente, sin duda el valor más intenso, por su sencillez y categoría humana, me ha permitido ir tomando notas, consultar referencias, suscitar permanentemente preguntas y deslumbramientos encerrados en la voz de una memoria común que se va diluyendo sin posibilidad de retorno. Entre tanta riqueza como el pueblo atesora, las leyendas sirven, o sirvieron, para valorar o para explicar. Nada se atiene a la lógica, pero sirve todo al misterio, a la admiración y el asombro. Nada se asienta en el discurso, aunque se estime el más preciso. Sobre todo, como ocurre en buena parte de las aquí reunidas, cuando lo religioso entra a formar parte de las últimas y definitivas razones, intocables porque además se ci-

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mientan en lo que dicen los “antiguos papeles”. Hay una valoración profunda de la religiosidad y del respeto a la tradición. Lo religioso como eje central, por razones evidentes y de fácil explicación. Pero son igualmente sintomáticas las presencias del Camino de Santiago, las guerras de la Independencia y de Cuba, la milagrería, el agua, el santoral…, “un imaginario legendario o mítico que sigue vivo en nuestra sociedad”, según afirma J. L. Puerto, lo que viene a confirmar los valores existenciales de la comunidad, a veces y en cualquier caso con leves variantes. Con estas premisas, fui redactando las que ahora presento. Unas conocidas, otras menos, buena parte nuevas en papel impreso, siguen significando aún y ahora el arranque de próximas entregas que nos sitúen ante nuevos enfoques y escenarios. En el año 2005 aparecieron mis Leyendas de León. Pasado mítico de una tierra, con trece textos legendarios, vinculados, sobre todo, a la tradición libresca aunque de notable arraigo popular en no pocos casos. Esta nueva entrega, en la idea inicial del espíritu con que había acometido el viaje, cambia de título, más de acuerdo ahora, creo, con la intención que la motivó. Siguiendo tal intención, o compromiso, se añaden catorce nuevos relatos, ya que los textos son fundamentalmente narrativos, o, si se prefiere, tienden a cierta recreación literaria, sin pretender dañar su valor primigenio. De ahí que pueda considerarse en alguna medida una nueva edición corregida y aumentada. Ojalá nuevas ediciones permitan nuevos añadidos en esta misma línea. Y es que el patrimonio legendario de nuestra tierra ya queda escrito, desde la ejemplaridad y el rigor, en Leyendas de Tradición oral en la provincia de León, el libro (2011) con que José Luis Puerto ha asentado con firmeza otro de los pilares de la riqueza de nuestra tradición oral.

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Cierra estas páginas un apéndice con dos leyendas fundacionales, tan arraigadas en otras geografías, incluso cercanas, tan poco en la nuestra. América sigue siendo un referente extraordinariamente enriquecedor. Y es que las leyendas de estas características forman parte, en cualquiera de sus manifestaciones, del folklore de un pueblo y constituyen una creencia muy arraigada entre sus gentes. Solo deseo, para acabar, que el lector disfrute con este breve recorrido legendario tanto como yo lo hice al escucharlas y reconstruirlas. Alfonso García Santa Lucía de Gordón, 18 de marzo de 2017

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La Catedral de León, cuna de leyendas

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veces hasta lo más próximo nos es desconocido. De la catedral de León, esa filigrana gótica de tanta hermosura, se ha escrito tanto, que es prácticamente imposible abarcar su lectura. Y, sin embargo, queda mucho por decir, por descubrir, por desentrañar.

h Frecuentemente es la perspectiva del tiempo la que nos hace perder su significado, su verdadera razón de ser. Otras, las intenciones personales de tal o cual detalle. Casi siempre, para la visión de su conjunto, en permanente evolución, nos faltan piezas por encajar. Y es que la catedral, las catedrales, son una generosísima suma de cosas la clave de su significado. No solo arte en sus múltiples manifestaciones. No solo historia… Hay un largo etcétera de elementos. Entre ellos, sin duda, las leyendas, nacidas con frecuencia no solo como recreación imaginativa,

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también como razón de entendimiento de algunos de esos elementos. Bastaría, para comprobar cuanto decimos, hacer una referencia a dos de esas leyendas. Si el lector quiere llegar más allá de la simple historia, es bueno que recorra los lugares a que en ellas se hace mención. Posiblemente empiece a encontrar alguna explicación fuera de la visita ritual a nuestro primer templo.

Aquel dichoso topo… El obispo de León, Manrique de Lara, había convencido al rey Alfonso IX de la necesidad de construir una catedral. Entusiasmados con la idea, pusieron manos a la obra a principios del siglo XIII. En el intento de rivalizar con otras ciudades no escatimaron ningún esfuerzo por conseguirlo. El pueblo participa en la empresa con el entusiasmo que suscita cualquier fenómeno religioso durante aquella época. Empezaron las obras. Aquella catedral había de ser digna de un rey y de un reino. Pronto aquel montículo se convierte en un hervidero humano. Gente que camina de un lado para otro, que arrastra materiales, que cava, que hace rampas, que corta madera, que talla piedra… Albañiles, canteros, maestros constructores, carreteros, boyeros, todos trabajan en el proyecto infatigablemente. Incluso muchas personas de la ciudad, viendo que el proyecto comienza a hacerse realidad, se acercaban continuamente hasta las obras. Querían colaborar en lo que fuera necesario. Querían ser útiles.

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Habían transcurrido cuatro años y llega la primera satisfacción: la catedral tenía ya forma. Sus colosales proporciones suscitaban el entusiasmo no solo de cuantos en ella trabajaban, sino de todo el pueblo. Un buen día de primavera, al despuntar el sol, llegaron a las obras los primeros trabajadores. La decepción fue tremenda. Una buena parte había sido destruida. La noticia se extendió rápidamente por la ciudad. Los leoneses enmudecieron. Pero no se desanimaron. Era tan grande el deseo de ver aquella catedral acabada, que redoblaron el esfuerzo. Iniciaron la reconstrucción reforzando los pilares. Al día siguiente, sin embargo, encontraron nuevamente derribado cuanto habían levantado el día anterior. Y así un día y otro, durante una larga temporada. El pánico y la desolación hicieron acto de presencia. La ciudad vivía unos momentos difíciles. Incluso la noticia había llegado al último rincón del reino. Alfonso IX y Manrique de Lara decidieron tomar cartas en el asunto. No hizo falta, como habían pensado en un principio, pagar a unas cuadrillas que hiciesen vigilancia noctura. El pueblo acudió voluntario. Dicen que fueron varios cientos los que se aprestaron a pasar la noche por las obras de la catedral y sus alrededores, a fin de conocer la causa de aquellos derribos. Y se organizaron en grupos para cubrir la vigilancia de cada uno de los días de la semana.

h Pasaron los primeros días y no encontraron ninguna causa aparente. Sin embargo, ciertas zonas edificadas durante el día seguían apareciendo desplomadas a la mañana siguiente.

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Cuando los vigilantes acudían al lugar donde se producían estos derribos, atraídos por el ruido producido, no veían nada. Así una y otra vez. Llegaron a tener miedo, a sentir verdadero pánico. Incluso por la ciudad corría la atribución de tales males al mismísimo demonio, al espíritu maligno. Era ya el noveno día. Entre los vigilantes nocturnos se encontraba un tal Gaspar Manrique, carpintero de profesión. Le encomendaron, junto a otros cuatro o cinco, la vigilancia de la zona sur. Comentaban, mientras paseaban, las incidencias de la jornada. Sobre las dos de la madrugada alguien observa un pequeño movimiento subterráneo con un levantamiento progresivo de la tierra, próximo a una de las paredes. Gaspar Manrique levantó la piqueta que llevaba y golpeó con todas sus fuerzas. Después de una media hora larga, casi eterna, observaron que no se producía otro movimiento. Excavaron hasta poder desenterrar aquel enorme topo. La noticia inundó de alegría a todo León. Como más tarde pudo observarse, esta era la única causa de que la construcción de la catedral gótica no avanzase. Hubo tres días de fiesta por todo lo alto. Uno de los maestros decidió que colgase el animal sobre el cancel de la entrada de la puerta principal. Al cabo de unos días, y por la descomposición del topo, decidieron sustituirlo por una masa de yeso que intentaba su reproducción. Su permanencia en el lugar original recordó a muchos leoneses y visitantes los momentos difíciles por los que atravesó la construcción de la catedral.

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La Virgen del Dado Cuando los tercios de Flandes… Cuentan que por aquellos tiempos, casi con total seguridad en el año 1633, había llegado a León, su ciudad, un capitán de los famosos tercios que había hecho incluso cierta fortuna por aquellas tierras norteñas. Nadie supo nunca su nombre, acaso perdido en el transcurso de la historia. Solo el hecho y ciertos pequeños detalles. Amante de vinos, mujeres, juegos y nocturnidades, el capitán gastaba sus dineros en las numerosas tabernas y tugurios ubicados en las calles, estrechas y oscuras, que desembocaban en la catedral. Noche tras noche regresaba hasta el barrio de Santa Marina, a muy altas horas de la madrugada, pasando por delante del templo gótico y perdiéndose por las callejuelas que conducen a tan popular barrio leonés. Las cosas le iban de mal en peor, disminuyendo notablemente sus caudales en juegos y veladas nocturnas, cada vez más prolongadas e intensas. Sobre todo con el entonces popular y polémico juego de los dados. Hasta que prácticamente lo perdió todo. De regreso aquella noche a casa, torturado por el arrepentimiento y la rabia, tiró los dados con fuerza. Pasaba justamente frente a la catedral. Uno de aquellos objetos de juego e infortunio fue a golpear la frente del Niño que, en brazos de la Virgen, formaba un conjunto de reconocida devoción en el parteluz de la puerta norte. En la cabeza del niño se abrió una herida de la que comenzaron a caer gotas de sangre. A la vista del hecho, el capitán lloró amargamente. De su boca salieron palabras de angustia y arrepentimiento.

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Dicen que acabó sus días en el convento franciscano de la ciudad, después de una vida ejemplar de hermano lego. El hecho narrado sacudió a la ciudad que, desde aquellas fechas, dio en llamar a la imagen Nuestra Señora del Dado, trasladada entonces a una capilla interior del templo y advocación de auténtica raigambre leonesa.

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Índice

h Unas palabras iniciales . . . 9 La Catedral de León, cuna de leyendas . 13 Reyes y peregrinos, de la historia al suspiro . 19 Entre el milagro y la leyenda . . . 25 El estrépito de las aguas . . . 31 El culebrón de Lago de Babia . . 35 La fuente del hilo de oro . . . 39 La abadía que desapareció bajo las aguas . 43 Las brujas bebedoras de Quintanilla . . 47 El vendedor de sombras . . . 51 Resistencia al invasor . . . 55 La novia que se enfrentó a los franceses . 61 La damita de Cerulleda . . . 65 Sobre el milagro del pozo . . . 71 El monje que cruzaba el Esla sobre su capa . 75 Sirenas de sueños y arrepentimientos . 79 Atención a peregrinos, misterios en la cocina . 85 Pícaros y peregrinos en la Puerta del Perdón . 91


Dos imágenes que calan hondo . El monje que llegó de la Tebaida berciana La monja visionaria de Bembibre . La niña presa con tres vueltas de soga Pastores, esclavos y escultores . El Valle de la Morica . . . El milagro de Onzonilla . . Una Virgen con dos nombres . Dos apéndices fundacionales . . Fundación mítica de Bembibre . Fundación mítica de La Bañeza . Notas . . . .

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sta edición de León, tierra de leyendas, obra de Alfonso García publicada por eolas ediciones, se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 2017.



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