Los Cuadernines. Diarios 1936-1968

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SON ESTAS LAS primeras notas viajeras que han sobrevivido de la escritura personal de Delhy Tejero. Ya desde el comienzo se advierte en estos apuntes ese tono despreocupado y conversacional, sin ánimo de decoración verbal, que caracterizará el talante de los escritos de sus numerosos diarios, su increíble revoltijo de “cuadernines”. La ausencia de referencias más concretas sobre menciones y sucesos deja en ocasiones enigmáticas lagunas de oscuridad, que a veces no hemos podido esclarecer. Pero si una escritura es un carácter, ninguna prueba más certera que esta manera de ir hilando la vida en palabras con un cierto alboroto, el alboroto de quienes se someten a la incertidumbre de un presente muy zarandeado por la Historia. Arranca esta sección con la emotiva llegada de Delhy a Tánger en los inicios del verano de 1936. En Marruecos estará hasta septiembre de ese mismo año, en que regresa como puede a España por Lisboa. El recuerdo del país africano –sobre todo de Fez– le llevará a posteriores evocaciones nostálgicas en sus apuntes, siempre teñidas de la sombra de la “traición” amorosa –ella la llama así– de Fernando, que nunca se le va a olvidar. En una entrevista con Rafael Santos Torroella, Delhy recuerda con viveza aquella vida que tanto le sorprendió por intensidad y su exotismo, que pudo conocer con cierta profundidad en la privilegiada compañía del Dr. Cortés, hombre respetado entre la población indígena, según ella misma dice en alguna ocasión. Hay en el archivo familiar una referencia a un taller de artistas –uno de aquellos ateliers– que había en Bab Boujloud, una de las puertas de acceso a la medina construida a principios de siglo. Es posible que fuera allí donde Delhy iba a pintar. En 1937 Delhy vuelve a salir de España mediante un salvoconducto, aturdida por la ola de violencia de la guerra y so pretexto de ir a aprender técnicas de pintura mural a Italia. Y, en efecto, va a Florencia, Nápoles y Capri pasando por París, adonde volverá en la primavera de 1938. Son años errantes, a las puertas de la guerra europea, que ya se prepara en Centroeuropa, y con el fragor resonante de la guerra civil española, que tanto la hace sufrir. En Florencia conocerá el carácter de las patronas, que le alquilaban cuartos que dejaban mucho que desear, y acudirá a clases de técnica mural con el profesor Galileo Chini en la Academia de Bellas Artes y Liceo Artístico, aunque de eso apenas cuenta nada en sus diarios. Años difíciles para Delhy Tejero, para España, para Europa. Esa misma falta de seguridad colectiva es clave importante para comprender la propensión al deshilván de esta escritura obsesiva, invertebrada, angustiosa y sincera.


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DÍAS DE ÁFRICA

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Nunca podré olvidar esta maravillosa vista del mar según se va uno acercando. El 25 de junio a las 3 de la tarde con un cielo y mar azul. Al principio completamente tranquilo y ya en medio del mar lleno de borreguitos (como dicen del mar). Cuánto siento no poder expresar aquella alegría reposada, tranquila, de éxtasis maravillosos con que hice la travesía. Yo no tenía ni deseo de nada. Estaba como un espasmo. Había dejado de funcionar, como yo digo. He soñado muchas veces y creo que tengo una imaginación fantástica capaz de figurarme las cosas más bonitas; pues bien, aquellas 5 de la tarde, aquel acercarme a Tánger no lo hubiera podido jamás superar. Salí de mi éxtasis para unirme a dos cosas nada más, mejor dicho: metí dentro de mi vacío sublime, y digo vacío de cosas del mundo, de todo lo que suele estar conmigo constantemente: preocupación, recuerdos, deseos, ilusiones y tristezas. Pero lleno, completamente rebosando de ese bienestar que no sé explicar de aquella cosa sublime, que parecía que no cabía nada pero que hizo sitio a mi compañero y al paisaje

1. Los visados que se conservan en los pasaportes de Delhy Tejero permiten fechar con exactitud este viaje. El 24 de junio de 1936 está en Algeciras y el 25 entra en Tánger con dos hombres. Uno es Fernando, con quien mantiene una fuerte relación que ella siempre dejará velada detrás de insinuaciones nunca suficientes; el otro se llamaba Ángel Sánchez de Toda, y seguirá apareciendo más adelante en recuerdos y evocaciones. Delhy permanecerá en Marruecos hasta septiembre de ese año. Hay visado del día 18 de ese mismo mes para salir de Tánger a Lisboa (“En tránsito para España”, se especifica). Entra, por fin, en tren por la frontera de Fuentes de Oñoro (Salamanca) el 22 de septiembre de 1936. Es cuando le sucede a Delhy el curioso episodio en que se la confunde con una espía. Con su respuesta (“¿Usted cree que si yo fuera una espía vendría disfrazada precisamente de ello?”) consigue hacerse creer y acaban por fin llevándola en coche oficial hasta Toro. En el catálogo de la exposición antológica de Delhy Tejero (Zamora, diciembre, 1998 – enero, 1999) se cometieron lapsus y errores de cronología que en lo posible se intentarán remediar en esta edición. Pedimos disculpas aquí. Uno de ellos afecta a este viaje a Marruecos que se realizó, en efecto, en 1936 y no un año antes, como la propia Delhy decía bien a las claras en una de sus libretas. Hay alguna otra imprecisión que ya irá saliendo, todo sea para calmar la enfermiza agitación casi fiscal, y más divertida que dramática, que sufre algún hermeneuta cargado de aspavientos que solo pueden llevar a una insalubre desazón. Y eso no.


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tangerino que tenía delante aquella compenetración consciente de las dos únicas cosas reales. Me duró todo el tiempo que estuve en Tánger. La impresión de llegar: Parece un sueño que surgiera de pronto del mar. Es tan bonita que parece irreal, da la sensación que de un momento a otro va a desaparecer y el ansia de que quede grabada en la memoria te hace mirarla con aquella insistencia. Es la ciudad más luminosa, no tiene obstáculos para el sol y por esto desde que sale la está iluminando. Aquella tarde vista a contraluz recortándose en siluetas sus minaretes y palmeras sobre el cielo azul será inolvidable. La llegada, aquella emoción en todos, aquella algarabía, aquella confusión de gentes de todos los países donde se oyen hablar todos los idiomas y así entre tanta gente distinta solo oigo árabe, solo veo esas caras morenas, turbantes, babuchas y sobre todo aquellos pantalones que les dan aspecto de pájaros fantásticos. Cuando te quieres dar cuenta ya te han cogido las maletas, disfrutan, gesticulan pero enseguida te das cuenta de que son amables y, bueno, sobre todo si vienes de Algeciras te contestan en el idioma que les preguntas. Tánger por dentro es muy complicado, como toda ciudad cosmopolita, llena de misterios pero siempre tan alegres todas sus calles. Parece que allí la gente no va más que a gozar y así creo yo que debe ser. Da la impresión que la gente está allí de paso mientras dura la felicidad y que cuando esta se acabe (a veces muy pronto) desaparece la persona con ella y va a otra ciudad donde se pueda sufrir. En Tánger no es posible. 26 de junio Llegué a Fez a las seis de la mañana. Nos estaba esperando con el coche Luis2 y buscamos hotel, pero no, y me llevaron a su casa, desayuné, muy simpática familia, nos fuimos a ver el campo y el hotel. Me quedé en uno muy bueno en la Avenida de Francia (Hôtel de Paix). Muy bonita habitación (15 francos solo dormir). Por la tarde fui a tomar un té moro a un campo con hierbabuena, después de cenar fuimos al campo con el coche, se nos cayó en una zanja, a pie fuimos hasta la plaza y yo tomé un cochecito para casa. Eran las tres y media. Muy emocionada de ir con el morito. 30 de junio Todo el día sola. Comer, pintar en la calle, a la piscina. 6 de julio Pido desayuno. Buen resultado cristales. Vimos estudios. Cené sola con él en su jardín. Señora antipatiquísima. Toda la noche casi. 2. En Fez Delhy es acogida en casa del Dr. Cortés, y su familia, que la atiende con franca dedicación. En el archivo familiar hay alguna correspondencia posterior cruzada entre ellos y la pintora.


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9 de julio Desde hoy a las nueve, donde el pintor. (…).Me compré un bocadillo y dos naranjas; a las dos fui a comprar el coche, por la tarde fuimos a tomar el té con la Sra. Cortés. Muy amable. Me convidó a cenar. Tenía un gran dolor de costado por el frío. Me friccionó. 11 de julio Al estudio. Fui a comer la comida mora que llaman cus–cus (regular, sabe a gatos). Por la tarde dibujé a Enrique. Fui a estrenar el coche y ya. 13 de julio Por la mañana al estudio: hablar con el moro y dibujar a Fernando. A las seis salí de excursión a Meknès. Dimos un enorme rodeo para ver Muley Dris [se refiere a Moulay Idriss] y más pueblos que dejamos, aunque este es el único que han respetado los cristianos y no pueden quedarse allí a dormir porque está enterrado el Santón, padre del que fundó la medina de Fez, que también se llama Muley (no sé cómo se escribe)3. Es un pueblo que parece realmente un cementerio y un cuadro cubista; todo blanco, como panteones, y como no hay luz eléctrica, empotrados en la pared hay de vez en cuando un farol de aceite para el alumbrado. Sus cristales son de colores. Desde allí a Meknès. Estaban en la fiesta del 14 de Julio de Francia. Los soldados por la calle, con antorchas; dimos una vuelta, compramos pan y fruta y cenamos en el coche a las afueras. Estaba ardiendo todo el día y la noche horrible de calor; nos fuimos a un café elegante a beber y después a dormir al Hotel Continental, precioso y elegante, pero qué calor. El baño de agua fría, de media hora. Fui feliz. En la cama también, pero mucho calor. Por la mañana, qué ducha tan rica. Otra vez. A las diez a la calle, a desayunar leche y a visitar el pueblo moro. Fotos junto a los avestruces, saludar a la familia y a Fez, a cien por hora todo el camino. A las doce y media en Fez. Eran 60 kms. Comí en mi restaurante y a mi cuarto. Dormí hasta las seis y…, a las diez y media fui a la medina con Dris. Compré el cordón (3 francos), la seda, la comida mora, me hice fotos con aquellos franceses que estaban allí comiendo, hablé mucho y les hice mucha gracia. La comida, muy cara, porque como estaba muerta no quise más que el segundo plato, que fueron dos gallinas adornadas con aceitunas y cachuelas. Nunca he comido más dátiles y más fruta y café (22’50 F.) No probé el medio cordero que me trajeron ni la torta primera, como para un regimiento. Por la noche cené y fui a dar el paseo de la paliza.

3. Moulay Idriss es ciudad sagrada por estar enterrado en ella un descendiente de Fátima, hija de Mahoma, que da nombre a la localidad. En las ciudades santas musulmanas no hay establecimientos comerciales, y es por eso por lo que Delhy no encuentra alojamiento para dormir. Moulay Idriss se encuentra al norte de Fez, junto a las ruinas romanas de Volubilis.


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18 de julio4 A las cuatro y media de la mañana salgo para Tánger y a los doscientos kms., que es la frontera, nos dicen que no podemos pasar, que se han sublevado las tropas en la zona española. Total, 400 kms. A las doce y media estoy en mi hotel. Me dieron una habitación mucho más bonita. Hoy sábado 18 a las doce empiezo en el hotel. 22 de julio Se fue Fernando. Todo el día mala. Hice apuntes en la calle. Por la tarde bajé a la medina otra vez con Paquita. 28 de julio Me dio Fernando 15 francos. Pinté en la calle y a él. 6 de agosto Salgo del hotel para el estudio a las cuatro. Como ya me despedí ayer, hoy no me lo contó así que debo 165 francos. Por la mañana estuve en el consulado para que venga el canciller a responder por mí porque no tengo dinero para pagar. Me queda un poco para comer. Pinté a Fernandito. 23 de agosto Escribí al consulado de Rabat. Estoy muy triste. [¿septiembre?] Empezó la traición5 7 de septiembre Por la noche me encontré con Fernando. Estuve hablando con él mucho y me quedé a dormir en el hotel. Toda la noche llorando.

4. La fecha es importante para saber a ciencia cierta dónde se encontraba Delhy al inicio de la guerra civil española. Está en Fez y va camino de Tánger, donde la sorprende el levantamiento militar de Franco. 5. Estas alusiones elípticas y llenas de pesadumbre tienen que ver obviamente con Fernando. Qué pudo suceder, no lo sabemos. Pero durante mucho tiempo Delhy recordará estas fechas y estos sucesos, que la marcarán; incluso se referirá a ello más adelante en alguno de sus diarios. Por su parte, Fernando desaparece de su vida para siempre.


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1937 LA SALIDA DE ESPAÑA PRIMERA ESTANCIA EN PARÍS DELHY EN ITALIA (FLORENCIA, NÁPOLES)

Lunes 20 de septiembre de 1937 A las ocho y media nos llamó el alicantino y empezó la tragedia del día6. Pensábamos tomar el primer tren pero Sol se enfadó y está como tantas veces había amenazado. Decidió volverse atrás, comprar una maleta y salir para Salamanca. Yo decidí salir a desayunar y hacer tiempo a que se le pasara, pero no me atrevía a depositar lo que me sobraba –155 pts.– que quería dejar en el Banco. Para no marcharme con intranquilidad, decidí buscar al señor Villalobos, que dos días antes me había hecho muchas preguntas sobre las clases, y yo escamada quería aclarar, lo busqué por tres o cuatro casas y después de un enorme julepe, a las doce terminé. Fui y ya se les había pasado el enfado, estaban con un taxi esperándome. Me bajé del taxi para ir al banco y por mí perdimos el tren Topo. Tuvimos que ir a tomar café y perdí mi sombrero. Como ya había cambiado el dinero, no tenía casi y muy apurada, pero a la una y media salimos para Irún. La Comandancia estaba cerrada hasta las tres y media y en el puente tuvimos que comer echando cuentas porque no teníamos dinero. El día, infernal, lloviendo. A las cuatro fuimos a la Comandancia, que si el pasaporte no está bien sellado, un poco de lata y ya al puente; como las maletas estaban allí en el puente, fuimos andando. Llovía un poco. En ese momento, cuando vi que era verdad que me iba pensé despedirme de mi familia, así, mentalmente, lo hice porque ya no había correo. Decía así: “Al salir de España, con toda mi alma os abrazo al padrico, a Konuka, a Kiko, a Lolina y hasta a Feliciana7. No olvido tampoco a las tías”. Pero no pude hacerlo. 6. Delhy sale de España con un tal señor Rojas y con Sol, la mujer que le acompañaba. Nunca se sintió cómoda con ellos, como enseguida se verá. Más adelante, las referencias a la pareja siempre irán unidas al destino de una suma de dinero que ellos deberían enviar a Toro pero que jamás llegó a su destino. Es obvio que los Rojas traicionaron a Delhy, que sufrió lo indecible por esta circunstancia en una época de fuertes ahogos económicos. Inesperadamente, en una nota de un cuadernín posterior (9 de diciembre de 1940) se lee escuetamente: “Me trajo Sol 100 pts. de las mil que me deben”. La deuda no llegó a enjugarse del todo, aunque Delhy, a lo que se ve, persistió en exigir la restitución. 7. Kiko es el marido de su hermana Lola. En otras ocasiones se referirá a la familia de Toro en general como “los Kikos”. Conuca y Lolina son sus dos hermanas, Carmen y Lola. La afición de Delhy por transformar la identidad llega hasta esta curiosa idea de cambiar los nombres de sus seres queridos. No olvidemos su propia tortura para encontrar un nombre para ella misma. En un pasaje de este diario dirá: “Tengo pena de mi nombre”.


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Lo primero las maletas, apenas las miraron, después una señora nos registró la declaración del dinero, “a ver el bolso”, lo miró y también entre la faja, y ya desde allí corriendo porque llovía mucho a las casitas de enfrente, al policía, al salvoconducto, etc., la oficina del policía era tan chica que todos apretados porque llovía, salimos afuera y vimos que el mozo nos llevaba ya las maletas en un carrito con una lona pero a nosotros nos faltaba la Guardia Civil. Allí apoyados en la barra con los impermeables otra vez la documentación. Como llovía tanto nadie se atrevía a salir, solo nosotros salimos de España corriendo a más correr pisando todos los charcos y de los dos lados del puente viéndonos llegar. Y en la Aduana estaba nuestro mozo con las maletas y nos fuimos a la estación; el pobre Rojas cargando con mi maleta hasta allí, tomamos un autobús hasta San Juan de Luz, 4 francos. Llegamos al Hotel del Comercio, Rojas con las maletas, nos equivocamos y entramos por el revés del hotel preguntando por nuestro amigo, y el dueño escamado no sabía nada, no nos daba casi razón. Tomamos dos habitaciones, echamos a suerte las camas porque una era mejor que la otra, a mí la peor pero muy mono el hotel, sobre todo agua caliente.

COSAS

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Mira que tener que vivir siempre debajo de una gorra visera los jefes de estación. Al tomar el autobús y preguntar en el camino en francés dónde era, un pobre hombre dice: “Yo ya sé, porque hace días que estoy aquí, yo soy de los de Santander, ustedes serán de Asturias”. Día 21 Me levanté a las nueve y media, pedimos el desayuno, ellos regañaron, yo me fui a dar un paseo, el ambiente del hotel era inquieto, me sorprendí de ver la playa tan elegante y me pasé toda la mañana adivinando quiénes eran los españoles, siempre acertaba, había muchos (nuestros hermanos los rojos), los elegantes y los pobres refugiados, y los grupos con su lío debajo del brazo por allí tirados. A la una nos encontramos y fuimos a comer por diez francos y allí oímos la noticia de que fue detenido Troncoso, nos quedamos helados porque mira por dónde de una manera indirecta nos perjudicaba, pues nuestro amigo G., en quien

8. El desorden total en la escritura de Delhy está presente de continuo en sus diarios. Las interrupciones espontáneas –aun en una situación grave, como es ésta de la salida de España en plena guerra civil al lado de exiliados– no han de extrañar. Hemos preferido mantenerlas así, en el mismo lugar en que aparecen emplazadas en sus ‘cuadernines’, para respetar el expresivo desorden de estos diarios tan vivaces, muy en consonancia con aquellos acontecimientos, también inciertos y urgentes.


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confiábamos un pequeño asunto, era íntimo de él y suponíamos que lo habían cogido9. Día 22 Toda la mañana esperando al amigo, por fin llegó, pero se fue y no le pudimos decir nada. Convidamos a comer a la marquesa de Águilas (me parece), el ambiente espiándonos unos a otros. Por la tarde le dejamos el recado a nuestro amigo, era el momento en que estaba Hendaya movidísima. Como yo estuve hablando con el amigo y le dije mi nombre y señas, me apuraba después de que llevara mi nombre, por si caía; él me dio su tarjeta. Fuimos a Hendaya, yo mal viaje por miedo de la [espacio en blanco] pero sola en el tren, en tercera, 104 francos. El hotel en San Juan de Luz, 70 francos. Día 23 Llegamos a París a las ocho, fuimos al metro, muy complicado, no sabíamos bien, dimos vueltas, por fin a Montparnasse, nos encontramos, dejamos las maletas en un bar y a la casa del amigo, nos instalamos en el Hotel [ilegible], en el Boulevard [ilegible], muy fea habitación, 20 francos cada una. Día 24 A las diez nos llamaron, yo me levanté y me fui a la Exposición [Universal de 1937 en París], compré antes un bocadillo y queso; fui al [pabellón] español, me encontré con los artistas, hablé con ellos de nada, lo vi bien y estuve sufriendo por la pobre España. Comí en [el pabellón de] Rusia mi bocadillo y bebí un refresco en la Argentina. Después fui al de pintura, nada de particular he visto. Me compré la pluma, 10 francos, y ya me vine a casa. No estaban. [pequeños dibujos tomados al natural de la Exposición] 26 domingo Salimos para estar todo el día en la Exposición, compramos bocadillos con mantequilla y queso. Estuve viendo todo el pueblo moro hasta por la noche, salí y cené ya.

9. La inicial G., así escrita por motivos de prudencia, dadas las circunstancias, debe de referirse a un tal Gómez, que aparecerá más adelante en los diarios y que se implicará para hacer llegar a su destino la suma de dinero que Delhy desea enviar a su familia de Toro.


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[día] 29 Me llamó Ramón. A las 10 fui a desayunar a su casa y después a la exposición, comí un poquito y al Petit Palais, fui a ver a los pintores independientes (…) El estómago malísimo. Voy en 3ª –155 francos–. Si me gusta viajar es porque en el tren no tengo que pensar en pensiones. Llego a Torino a las nueve y media de la mañana, no tuve que bajar en la frontera, los italianos muy simpáticos. (…) Ya a las 6’40 salgo para Milano, en el tren voy encontrándome con comerciantes muy simpáticos que me hablan de sus fábricas y un bello acompañante de 60 años me hace indirectas de amor. Ya empezamos. Italia me la imagino un bello prado verde, con muchas ovejitas tranquilas reproduciéndose. Italia: paz y amor. [día ] 2 Tomo el tren para Venecia, la mar de precipitado, había perdido el papel por recoger la maleta, todo corriendo lo arreglé, tomé el tren por los pelos, fui con personas mixtas, promete ser un día espléndido, mucho sol, paso por el lago de Garda, bellísimo; sigo, el tren 27 liras, tuve que hacer un escrito para recuperar la maleta y en mi vida he puesto más disparates, en francés, en español, toda precipitada porque se iba el tren. [día] 4 En Venecia tomé el vaporetto a la plaza de San Marcos, maravillosa. Sobre todo la impresión de llegar y ver que el tren se acercaba al agua, que se terminaba ya la tierra y no le dejaba casi sitio al tren, como pequeñas islas algunos jardines que se va en góndola. El pequeño amador, como siempre, me persigue. La bohemia. Era pequeñito, gordito, muy guapito…, y sin un centimito. (…) Los gondoleros reman que parece que se van a caer. Vimos la exposición de Tintoretto y me fue a buscar el húngaro pero estaba tan cansada que no quise salir de noche. 10 liras dormir. Como siempre, no tenía un céntimo y lo único que me pagaba era el vaporetto y cargo mucho con mi maleta. Por la noche me contó una cosa que me parece que me daba un poco de miedo de con quién estaría, aunque es cierto que apenas nos entendemos, andamos de la mano todo el día. Es mi aventura de Venecia. [día] 5 Llego a Roma a las ocho de la mañana, el viaje feliz porque no me mareé (…) A las doce comí cerca de la Embajada, donde me recibieron muy mal, un portero italiano que me dijo que no había nadie. Por la tarde fui al consulado y a casa de [González] Ruano.


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Me llamaron a las once los amigos italianos, me llevaron a tomar café y me fui a la Academia española en muy bonito sitio. Me acordé de D. Ramón10. Comí con [Pérez] Comendador y su mujer. Muy simpáticos. Muy fascistas…. Me llevaron a ver unos frescos de Rafael. Me impresionó porque no conocía desnudos de él, en una sala con el suelo de mármol y pintadas en la pared unas columnas que parecían enteramente de verdad, y detrás de ellas un paisaje que las aleja a un punto sin fin. Los angelitos jugando con gatitos, escondiéndose entre las cortinas. (…) En Roma me siento sudorosa con un calor pegajoso y mucho más desorientada que en las demás ciudades, tengo pereza, no sé por dónde empezar (…) No sé lo que quiero, pero si voy a los museos apenas los miro, entro y estoy deseando salir, llego a Italia y deseo irme no sé a dónde. Me engaño mucho, digo “hablan un poco de español”, me creo ya que son españoles y es que son cuatro o cinco palabras que coinciden, que son iguales. Me hace el efecto de que hablan un español torcido, arrugo la frente o no sé qué esfuerzo entre las cejas para corregirlos porque me parece que se le doblan las piernas al idioma castellano oyendo al italiano. Día 7 Me levanté a las nueve y me llamó Comendador; fuimos a ver Santa María la Mayor y la Villa Borghese. Es el pequeño museo donde compré las tres cosas para mí mejores. Fui a la policía. Fui al café donde estaba citada con Alonso, sin conocernos. Me dijo: “Debe ser usted, ¿no? La que espero”. “Sí, soy”, le dije . Comimos y me fui a la Piazza de Venecia, al Foro Romano, Santa María Antigua, Arcos de Tito y de Constantino, muy hermosos. Coliseo emocionante por la serie de recuerdos que despiertan de tanto martirio y tanta bella emoción en medio de la barbarie. Termas de Caracalla. Palacio Nerón. Templo de la Vestal. Hoy… Me levanté y llovía muchísimo, con truenos y en la estación tomé el autobús hacia el Vaticano. Toda la mañana en los museos, fui derecha a la Capilla Sixtina, qué emoción, yo solita entre tantos extranjeros, ellos en grupos y con un guía, yo solita. Entré muy despacio, y me emocionó como siempre el color, que es lo que no se puede uno imaginar, el cielo azul fuerte que se va oscureciendo para hacerse gris y casi negro en el infierno, la luz eléctrica muy bien preparada para iluminar la parte de arriba y dejar oscuro el infierno.

10. Se refiere a Ramón del Valle–Inclán, a quien Delhy trató en Madrid cuando salía con Mariquiña, la hija del escritor. El recuerdo es sin duda porque en los años treinta, ya al final de su vida, Valle estuvo como director de la Academia de España.


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Todos los demás, Boticelli, Ghirlandaio, etc., hacen pequeños al lado del techo y el fondo. Rafael muy hermoso, y en el museo me gustaron más que nada, como siempre, los primitivos: Fabriani, el beato Angelico… La escultura, la Venus, no me gustó. (…) Tengo ratos de quererte con una pasión que si esos momentos se prolongaran, moriría deshecha. Me hace el efecto que me derrito. Me siento por los dedos destilar. En este momento comprendo a Salomón y a la Sulamita. Estoy liquidando una historia de amor, una aventura. Ya sé que esto no es de aquí pero siento la necesidad de escribir. Yo la llamaba –y se lo digo– la aventura tonta, pero no es tonta, es de las pocas veces que dejó de funcionar mi cabeza y me entregué a mi sentimiento, no me dijo que era casado pero por intuición y porque hasta ahora así lo quiere el destino yo lo había adivinado. Hoy es el día 10 de octubre Ayer por la tarde llegué a Florencia. (…) Exposición de la Revolución Fascista: Todos los periódicos colocados como cuadros cubistas, los carteles de la época, fotos de personajes, unos pies muy grandes pisando por encima de todo, y unas hojas muy grandísimas de calendario poniendo en la fecha donde los santos del día el texto de lo pasado. (…) Qué gracia me hace con la frialdad que escucho el amor y a qué velocidad camina mi pensamiento y qué cruel es contestando. Cuando mi amante o mi amador, como se diga, dice –porque en este caso sabe el idioma–: “Io digo quererte mucho, ¿contenta?”, y mi cabeza y boca hacen un gesto de que sí, pero mi pensamiento le hace un párrafo largísimo de insultos. “Io tengo mucha pena porque io devo partir” (“Pues yo estoy deseando…”) En fin, liquidemos mi primer amor italiano. Hoy día 13 (…) ¿[Y] si yo digo que uno de los sufrimientos para mí más grandes de la guerra es cada vez que me hacen alguna ficha tener que dar mi nombre? Mucho, pero muchísimo me han hecho sufrir. Pero, claro, esto no se concibe. La exposición del Giotto y su escuela no era muy interesante porque, claro, lo mejor son sus frescos, y estas tablas pues son pocas. Pero qué espíritu saca, con qué simplicidad, qué sencillo y cuanta fe. Qué ángeles, una tabla con fondo negro y arriba el cielo con muchos santos y coros de ángeles de aire, sin cuerpo, un blusón sin ajustar pero qué religiosamente adorantes.


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[hojas con distintos direcciones, entre ellas la del profesor Galileo Chini, a quien ella iba a dirigirse para aprender la técnica mural] Hoy 15, me parece. (Sí, es) Palacio Galería de los Uffizzi (…) Los primitivos siempre interesantes pero, claro, con el mismo interés. Ingenuos, de color brillante, el bermellón entre grises. Botticelli no me decepcionó, es desde luego como en las reproducciones pero, claro, al lado de los grandes pintores, Rembrandt, Tintoretto, resulta solo decorativo pero precioso. No es pintura, son cosas y colores bonitos. Por ejemplo, el nacimiento de Venus. Tiene el pelo ocre y la luz del pelo, o sea, los reflejos con oro, y los ángeles y las vírgenes también, y los adornos de los trajes son como telas. (…) Lo que es muy romano es la arquitectura pintada, figurando escaleras y columnas y algunos personajes bajando en la galería Ufizzi. Como aquel palacio de Roma con paisajes detrás de las columnas.

COSAS

Pintar un techo figurando un enrejado de metal y con una parra y pájaros. Vi otro con los signos del Zodíaco. El Museo Nazionale, interesante. Muchas armaduras, cerámicas y estatuas. El Museo de San Marcos. Fundado por Santo Domingo, es un bonito convento con todas las celdas pintadas –22, me parece– la mayor parte por Fray Angélico. (…) Gran pintura: el santo dando de comer a la comunidad y ángeles repartiendo panes; muy bueno el fresco. En el refectorio chico está la cena de Ghindarlaio –no sé cómo se escribe– pero es la que pintaron los pensionados ([Jesús] Molina) al fresco. Y en la capilla, la Crucifixión de Fray Angélico. (…) Está en este convento la celda de Savonarola. Hoy [¿?] (…) En los museos siempre sufro porque le dan tanta importancia a Tiziano, Rubens, todos tan conocidos de nuestro museo del Prado, veo a los florentinos y venecianos como a cosa mía, conocidos desde pequeña, siento olorcito o sabor de museo y recuerdo Madrid, nuestro arte no sé si destruido, lo dudo, pero en el mejor de los casos desaparecidos muchos cuadros por el desorden.


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Domingo, 17 Como una ostra me levanto y voy a la catedral con mi mantilla. [Voy] al correo. Y no sé qué hacer de la pensión. Desde luego en toda Italia me parece que no he salido de España, que estoy desde luego en una de esas ciudades, Salamanca, Burgos…, cualquiera, porque aunque el idioma lo oigo un poco torcido como he dicho parece que al fin lo entiendo y los letreros en las calles y rótulos de tiendas…(…) Me vienen muchísimas ganas de estar en Sevilla, de pintar Andalucía, y siento muchísimo no tener buenos apuntes. Deseo ardientemente que se termine la guerra y poder entrar en España y salir con facilidad por todos los sitios. Pero a mí qué me importan Italia y la pintura al fresco. He amanecido con la mano mala de sabañones, creo, me acosté bien así que estoy ya de pleno invierno. Lunes, 18 Toda la noche pensando en ir a clase. No dormí bien. Fui a las diez y me encontré al pintor Solana, hijo del cónsul, y que apenas sabe hablar español. Quedamos en vernos por la noche. Llego a la Academia y me dijo el portero que estaban en una fiesta religiosa de apertura de la capilla de la Academia; fui, se me fueron acercando señores, uno resultó ser el profesor Chini, muy amable, y [otro] el auxiliar. No hicimos más que ver la clase y mandarme comprar una cabeza para pintarla. Me acuerdo mucho de Madrid, de San Fernando, el mismo ambiente retrógrado de hace ocho o siete años, y, claro, sufro, pues pienso aunque no me siento que soy vieja. (…) Me encuentro en conversación con un egipcio, que es el que más me interesó, rojo y pecoso con una barbina11. El otro era asirio, otro de Irlanda, otro turco…, y yo española. Ellos hablaban árabe; yo les saludé, que es lo único que me entendieron. Con el resto no hablé. El egipcio me acompañó, me llevó a comer a la Casa del Estudiante, me presentó como tal y desde hoy comeré en este comedor muy bien puesto y confortable, con sala de espera y ambiente estudiantil. Solo me cuesta cuatro liras. Me entiendo bastante bien con este, que a esta hora de comer ya me ama. Fuimos a tomar café y después a buscar al asirio. Yo como son árabes me daba miedo entrar donde el asirio, toda desconfiada como siempre. Yo, de elemento extraño, entré apretando el bolso. Había un argelino, hablaban árabe y fumamos [cigarrillos] egipcios. A las nueve me fui con el Solana cónsul al café hasta las doce. Con Chini y muchos “morenos carboneros”. No me gusta. 11. Delhy hará un estupendo dibujo de él.


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Martes, 19 A las ocho y media se entra en clase hasta las doce. Fui temprano. Estaba el profesor Chini. Me habla siempre en italiano, claro, y yo con los cinco sentidos. Siguió mi sorpresa, como dice Chini su clase es la Sociedad de las Naciones; había una holandesa que quería lo que yo, en un mes y medio aprender, y una belga y una inglesa. Comí con Nur, el egipcio, fui a tomar café y nos encontramos con otros egipcios que no sabían nada de italiano, y tuve que estar toda la tarde oyendo árabe. Un profesor me da unas señas de una pensión. Fui al correo y tenía un telegrama. (…) Nunca en mi vida he estado en un ambiente más cosmopolita. No he encontrado ni un italiano, llamo mucho la atención y [me] sorprendo cuando dicen: “Es de España, ese país de la guerra”. Pero nada más. No se ocupa nadie de la guerra, y los españoles matándose inútil y estúpidamente. Me hace rechinar los dientes. Me preguntan los mismos italianos: “¿Madrid es rojo o no?”, y así todo. Parece que aquí tendrían que estar enterados…, pues ni jota, únicamente les oyes decir: “Ellos vinieron antes a Nápoles, ahora nos toca a nosotros”, y que “Signorina, los italianos lo están haciendo muy bien porque creo que los españoles tienen mucho miedo. Ya pronto ganamos la guerra”. Me miran, claro, con mucha compasión, como a un súbdito: “Ya verán qué disciplina y cómo los italianos organizarán todo bien”. Y así muchísimas cosas más. El comentario me lo callo.

COSAS

Cuando me pregunta el camarero si quiero la verdura ‘al óleo’ digo sí, y espero. Me hace la sensación que me va a traer uno de esos cuadros, bodegones pequeños de algunas casa de anticuario que representa un plato de verduras, y siento en la boca el sabor de la tela o cartón pintado que me lo tengo que comer. Hoy he pensado y sentido como un armario. Ahora concibo a los armarios. Esta tarde he tenido momentos que me han dado ganas de chillar y dar gritos por la calle, cuando voy con las dos extranjeras y se ponen a hablar inglés y yo voy en medio. No entiendo nada pero oigo sonidos y gritos desentonados y ya le dije [incompleto]. [día] 22 Cuánta energía perdida, cuánto arte inferior. Cuánto retraso en todo, indudablemente me sobran justo siempre los seis años que tantas veces he repetido que viví, mejor dicho, que estuve en el mundo sin hacer nada, ni pensar ni sentir (no, sentir creo que sí, me daba cuenta que sufría), pero ni una nota de color ni


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nada interesante que demostrara la existencia de un ser. Siempre creo que a los catorce años me quedé dormida, con unas botas de material duro mal confeccionadas, feísimas y que me hacían mucho daño. Dentro de esas botas y dormida con el brazo sobre una mesa de mármol pasé seis años. Nunca he hecho un arte a gusto. Cuando empecé a pensar lo que llamarían disparates, o sea arte muy moderado (“La Castellana a través de una reja con gorra de militar”), entonces tenía edad pero no dominaba el arte, no sabía nada. Cuando supe algo tuve que hacer mujeres con manteos que aún había quien las compraba, y creo yo que con las de Burgos liquido el último manteo. (…) Mi estudio. Siempre en el aire, siempre imaginario. Ahora que me lo estaban haciendo, que lo iba a estrenar y que era verdad fue necesario una gran guerra para que yo no tuviera estudio. Mi primer estudio, el mármol de las botas dormidas. Otro estudio, en Madrid el primero (“El jardín de los bellos suspiros”). Aquel estudio estudiantil en que por un azar indirectamente se mezclaba don Ramón [del Valle-Inclán]. Una casa moderna, una reunión de amigas que habían decidido poner un piso elegante, confortable y barato, dentro de lo barato lo más barato. Sexta parte de una gran habitación, compartida entre médicas, maestras y farmacéuticas, aquel hospital–asilo, disimulado con camas turcas con colchas de cretona floreadas. Primero sobre el precioso entarimado marcado me permitieron con una tiza marcar los dos metros cuadrados que me pertenecían. (…); con unos listones y un papel hice de 25 cms. de alto la fachada, toda la tapia con balcones y una cancela de acceso al “jardín de los bellos suspiros”, y dentro marcadas todas las habitaciones. Era bonito cuando ellas medio en broma y yo siempre en serio tenían que llamar y no entraban hasta que abría la cancela, justo a la medida de los pies. “Delhy, ¿quieres venir?”, “Llama primero a ver si estoy, si no te contesto es que estoy en clase y podéis marchar”. [dibujo donde se representa esa pequeña estancia] [día] 24 (…) Ayer pensaba con muchísimo dolor en España, me gustaba tanto que renegaba de todo el que la haya complicado de manera que no pueda ir siempre que lo desee. Me molesta cada vez que me preguntan: “¿Usted qué es?” (…) En cuanto a mi casa, todavía tengo muy cerca el aburrimiento, la parte mala, y no siento la necesidad imperiosa de ir. Con el tiempo lo voy idealizando y quiero estar allí. Qué familia tan rara. Pensar que no quiero casarme ni irme lejos por no formar otra vida ya completamente independiente. Ayer pensé en la muerte de mi padre y la idea de no volverlo a ver, me hizo agarrar la maleta y pensar en marcharme enseguida. (…) ¿Por qué tendré grabado el camino del cementerio de Toro? Ni un solo día dejo de acordarme de los bancos de piedra con las hierbitas


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entre las ranuras, del ruido antes de entrar del marmolista, del crujir de la cancela y de los paseos de cipreses, de los pasos, el ruido de pasar junto a una losa rezando padrenuestros precipitados y mal, o más bien sin pensar en nada, solo metiendo el pensamiento como si fuera un barreno, una aguja larguísima de acero a través de la losa, pasar toda la fosa y pararlo allí abajo a lo último, junto a los huesos o el polvo y las astillitas que queden de la caja. Esto todo. Y este camino que parece que me espera y que me dice: “Te he dejado vivir algunos años sin venir pero volverás”. Y aquellos pájaros del cementerio con aquel canto cortado, aquel pío, pío de rama en rama que no se atreve a cantar seguido, sino lamentaciones. Me acuerdo mucho de Pepe. Y siempre de Ángel. Para qué escribir de mi cuerpo. La “prosa” de siempre. Una patrona tengo como la Norberto y el Aniceto, donde se pasa mucho frío y se come muy mal, todo escasísimo y muy sucio. (…) Estado de mi alma: hoy pensé con odio profundo en el G[eneralísimo]. Si él no se hubiese metido ya estaría todo. (…) Aunque las apariencias engañan en mi vida he cambiado de manera de pensar sobre este asunto. Me pesa no haberlo hablado con mi familia. [día] 28 (…) Tengo el pensamiento puesto en la muerte, verdaderamente si la guerra nos ha separado a todos los amigos, si han muerto todos yo para qué vivir. (…) tengo guardados en una caja a todos los seres que he conocido y que nadie puede modificar ni evitar que yo piense en ellos (Pepe, cuánto te debo). No piense nadie que de esta persona estaba enamorada pero estoy tan llena de gratitud que me sale entre las manos como un sudor de gratitud. Pienso que estamos en este mundo para examinarnos. Cuando se muere alguno, digo: “Bueno, de cualquier manera ya dijo su lección, él ya salió del paso”. No sé si tendría éxito una exposición de ideas ilustradas, que se llamaría así y que fuera todo esto que se me ocurre: “Ideas Ilustradas a la encáustica”. En París tendría éxito. Hoy, 30 Qué pena ver esta dulce Italia a través de esta niebla odiosa de política porque indudablemente es un país bello. Pero me hace el efecto que la niebla lo cubre todo. El grano enorme que les ha salido se extiende y lo cerca todo; aunque algunos están sanos, pasa lo del cuento de la manzana podrida. Estado de mi alma hoy 30, domingo: Me imagino que los hombres juzgarán mi manera de pensar. Y yo no sé qué haría, no sé lo que es bueno ni lo que es malo, qué habría que decir para ser de una manera o de otra según quién me juzgara. Solo sé que si hablaba con ra-


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zón y dijera todo lo que sentía serían cosas tan contradictorias…, pues digo todo lo que en el momento se me ocurre sin ocuparme de la idea y sin pensar en si ayer dije lo contrario. Soy española con toda mi alma, aunque reconozco tantas cosas que no son me gusta tanto decir que soy española, que quiero a toda España más que todos vosotros porque amo las piedras y las flores de Madrid, las de Burgos, las hierbitas de todos los sitios, Barcelona o Salamanca. Porque vosotros [parece referirse a los militares sublevados] las amáis pero en un momento de obcecación la destrozáis, y yo no he tenido ni ese momento. (…) Lo único que siento como siempre es el deseo inmenso de vivir. Esta gana, esta sed insaciable de todo. Que no se me llena. Deseo amar mucho, todo me gusta, tengo muchas ganas de cosas, de todo. (…) Es malo ser mediocre en todo pero serlo en arte es insoportable. Y si pronto no hago una obra buena, no tengo paciencia para esperar más. Pensar que nunca he hecho una cosa que me haya hecho gozar algo. Estoy llorando, no sé por qué pero esto que escribo no lo creo. Siempre tan desordenada, sin estudio, sin nada, rodando de patrona en patrona, con desconfianza de todo el mundo, sin poder tener una ayuda desinteresada, un ambiente propicio, con el deseo de estar siempre entre gente inteligente y resulta que tengo que estar siempre entre gente que no sabe más que yo, sabiendo que hay en el mundo algunas almas sensibles, tan inteligentes que tanto gozaría yo de estar solamente cerquita, aunque no fuera para mí, que ya sé que en el mundo de amor nada puedo esperar. Perdón, Dios mío, porque yo sé que para ser de Toro bastante he conseguido, hay que ver lo que significa poder estar sola en el extranjero. Me parece imposible que habiendo jugado en aquellas calles pueda estar tan lejos12. Día 3 de noviembre (…) No encuentro nada, absolutamente nada interesante en Florencia, yo no quiero convencerme pero debe ser así. La Academia no puede ser más antipática. Además del ambiente molesto de todas ellas, donde no se puede laborar nada, los pocos alumnos que hay no saben nada, son pequeños, ordinarios y sin interés; al principio todo parecía exótico pero cuando ya se hace familiar es insoportable. Algunas veces me acuerdo del consejo del artista [?]: “sólo en Capri hay personas interesantes; los demás, toda Italia es de una vulgaridad que te aburrirá muchísimo, no podrás resistirlo”. Y eso que yo no soy muy exigente porque tardo mucho en darme cuenta de que la gente no tiene interés; tengo tanto deseo de encontrar compañeros, amigos, que al principio no me doy cuenta que lo pongo yo todo y que idealizo siempre, les doy o pongo un interés que no tienen. 12. Estos párrafos pueden ser los más conmovedores de todos los cuadernines de Delhy Tejero. Algo parecido a un insalvable complejo de inferioridad o a todo un sistema de prejuicios hace sufrir a la pintora, rodando “de pensión en pensión”en este duro noviembre de 1937, sola y desorientada en una Italia hostil que ella ve con antipatía.


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Pero qué hacer. No sé si ir a París o a Marruecos, no sé si esperar otro poco porque mucho no se aprende aquí. (…) Odio la pintura, reniego de pintar. No sé si es por el mal momento elegido pero tengo de Italia una impresión desagradable, no me gusta nada y eso que ya veo todo imposible. Hoy porque estaba parada junto a la puerta de la Academia me dijo el portero: “No se puede estar ahí, pase o salga”. Las bicicletas siguen estorbándome mucho en la calle. No quiero ir. Añoro el otro lado, con los míos. Hoy 4 es Fiesta nacional. Me despierto muy mala. No sé qué me habrá hecho daño. La guerra, que sin pensar en nada concreto pero que todo el día la tengo en el primer plano, aquí delante de las cejas y la idea de siempre, antipatía al G[eneral]. ¿Por qué no habré tenido voluntad? Si seguramente lo que yo siento es lo mejor, y sobre todo es mío. (…) La guerra para todo lo malo sirve. Para de una vez pensar que generalmente somos muy malos la humanidad. Cómo se desata todo, qué desnuda se ve a la gente. Puede ser que se hayan visto también acciones buenas y bellos sentimientos pero yo no he tenido la suerte de verlos. Al contrario, uno de los aspectos de la guerra que más me han impresionado es ver clara la humanidad. Y ahora desde lejos pienso que se ha repetido delante de mí muchísimas veces. No ya las conversaciones con X, que pudiera ser un caso monstruoso pero aislado. No, no era mi casa, era algo espeso que se mascaba, estaba en la atmósfera de la guerra, es algo humano que existe siempre y que la hipócrita vida social no deja ver y que puede vivirse toda una vida sin saber que está con nosotros ese aspecto (egoísmo). Recuerdo algunos casos: el del novio aristócrata –“si la hubieran cogido los obreros, yo podría ya dejarla”–. La mayoría de los escapados: “¿Y tu mujer, porque tú eres recién casado, no?” “Sí” “Yo no sé cómo se las arreglará para tener el hijo”. Y el señor serio con nueve hijos (“Los dejé a todos, yo pude escapar”). Y la pobre vieja, que la dejaron también sola (“Allí la dejamos porque con ella era más difícil…”). (…) No tengo gana de contar otra vez mi dinero, darle vueltas y pensar cuánto me duraría, pero pienso que la guerra es larga, no tendré dinero y otra vez tendré que decidir. Esto me quita la gana de todo. (…) La policía qué pesada y molesta es, y en la calle qué disciplina absurda. Ayer por una calle que no pasa ni una bicicleta, que ya es el colmo, me agarra el guardia de un hombro y me dijo que esperara a poder pasar. Ridículo tener que esperar a que mire el otro pobre guardia, que está allí subido en medio de la plaza haciendo automáticamente contorsiones y movimientos para los dos lados hasta que en algunas calles lo sustituyen por las luces y deja de bailar en la plataforma la danza india, enteramente copiada de las bailarinas, volviendo las manos de vez


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en cuando. Yo a pesar de tantas advertencias no me suelo ocupar de ellos para nada y después de cruzar una calle miro enseguida para ver si me detienen. Será muy necesaria y muy buena para todos la disciplina pero me parece que ataca a la dignidad personal y que deja a uno sin iniciativa, sin personalidad. (…) ¡Cómo iban ayer de decorados!13 Siento hacia ellos compasión. Me parece que les dicen: “Te voy a hacer un traje si eres bueno”. Vi también muchos curas decorados. No sé por qué dije: “Vanidad de vanidades y todo vanidad”. Y todos militares pero enteramente cargados; parecían vitrinas ambulantes, daban ganas de ir a elegir, como en el rastro o en un museo. No sé por qué me acordé de los portugueses, que son iguales, la única diferencia es que aquellos son en la edición en rústica y estos la de lujo. Hoy día 6 He llorado mucho esta mañana. Desorientada, sin saber qué hacer, maldita guerra. Tengo mucho frío y odio a la clase media. Está sin cultura, viviendo la pobreza del señorito. Qué triste y odiosa es (…). (…) Cuando me muera no me gustaría que me pusieran flores en mi tumba porque las raíces me llegarán a los ojos y me entrarán por la boca. Cuánto sufro cuando veo yedra y pienso en las raíces duras y retorcidas. Le habrán entrado por todos los sitios. Que no rieguen tampoco. Solo flores en macetas pero no en mi tierra. Hoy, 9-11-37 Hoy he escrito a mi casa, a [ilegible]. Estoy con un dolor muy grande, ayer me quedé en la cama. No tengo ganas de escribir porque tengo ratos muy desiguales. Estoy leyendo poesías españolas y cuánto me impresionan. Es de las artes lo que menos puedo resistir, pues logra ponerme tan triste que me deja sin voluntad. Aunque sean alegres, siempre son ansias, deseos insatisfechos, vidas que se fueron y no pudieron vivir a gusto, pues si alguna hay de otro estilo, como al lado tiene una de estas, pues yo siempre me quedo con la nostalgia de ella. Hoy, día 10 (…) Hoy me entristece el alma saber que en la vida de todo debes desconfiar, que no se puede vivir tranquilo, decir simplemente la verdad o lo que se piensa y que gentes que ríen cuando tú ríes, que habéis hablado varias veces y sin embargo pueden hacerte daño (…). — 13. Se refiere al desfile fascista del 4 de noviembre.


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CUADERNÍN APATRONADO FIORENTINO14

Empiezo este cuadernín con pena. Parece que al que termino lo quería más, me dolía cada vez que le veía tan poquitas hojas que se iba terminando, la última hice la letra muy pequeñita para prolongarle la vida y no quería escribirla para que durara más, porque yo pienso que mis cuadernines son como una vida, tienen su existencia como yo, que vierto en ellos el recuerdo de lo vivido. Ellos lo reciben. Y pasamos una hoja los dos. Ni yo sé cuántas hojas podré escribir ni ellos cuánto durarán; que míos son, nadie los ha visto nunca y sin embargo muchas veces los escribo como si alguien tuviera que enterarse y aclaro cosas que no están bien expresadas pero para nada me ocupo de la ortografía y la redacción. Pongo faltones grandísimos. Día 11 Me despierto con la misma impresión de anoche, parece que empieza a quitarme el sueño el que me time de esa manera y es que verdaderamente no sé en quién tendría más confianza, pues ella no tiene dignidad ni conciencia, ¡qué mujer! Indudablemente tiene mentalidad de lo que es: Americana15. Yo no me explico estas cosas. Un abismo de cultura profunda nos separa, que no sabes – cuando se aprende– qué se trace con ella, pues hasta las mujeres españolas que no tienen cultura tienen lo que ellas llamarían vergüenza pero que no es justa la palabra porque abarca (la vieja Europa que diría un buen escritor) todo el sentido de la cosa. Yo no me atrevo a escribir palabras aunque las sepa bien si no son de uso muy corriente, pues me creo que no debo yo usarlas porque no armonizan bien con el resto. Esto que parece humildad no lo es, analizado bien siento que no las escribo tampoco por temor a que parezca que no son mías, que las he tomado de algún escritor. Esto es orgullo, pues aun reconociendo que yo no tengo una cultura superior, que la mayor parte de las veces lo cubro con la fantasía, deduzco las cosas por lógica, soy tan estúpida que me parece que tengo la materia prima y lo que me falta es lo que yo llamaría el oficio, un poco de voluntad y un par de meses de estudio. Yo que si me dedicara a escribir sería muy exigente pero sé que hay muchos escritores que viven tan vacíos como yo, que ignoran la mitad de la gramática y que escriben a veces bien por casualidad.

14. Apatronado: Delhy utilizará muchas otras veces esta expresión escrita así para referirse al continuo régimen de alquiler –pensiones, patronas…– en que vivía en esta época. 15. Delhy sigue refiriéndose de manera obsesiva a este episodio. Delhy confió 2.000 pts. a un tal señor Gómez para que se las entregase a Joaquín de Rojas y a su mujer, la pareja con la que ella había atravesado la frontera de Irún camino de París, a fin de que estos efectuasen un giro bancario a la familia de Delhy. Una hermana de Delhy y su marido llegaron a entrevistarse en Salamanca con el propio Rojas.


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El conocer a la gente de cerca y ver tantos así y que pasan por grandes artistas, esto es lo que me hace pensar de mí esta cosa odiosa que he escrito hoy y que seguramente alguna otra persona de talento dedujera otras cosas y no las que de momento yo creo. Hoy me acuerdo de [ilegible] y me subleva, siento el dolor de la injusticia de una manera... Pobrecito Eduardo. Espera un poco que pronto estaremos todos allá los jueves y el odioso público que lo vemos impasible que resistimos todo si no con indiferencia por lo menos seguimos viviendo igual. Solo esto me consuela de tanto muerto y de tanto crimen horrible, que como nacemos para morir, algunos han partido un poco antes pero me consuela la idea de que su vida sería seguramente una repetición y que pronto, muy pronto –jueces de ocasión repugnantes como escupitajos y acusados sin más culpa que usar de una cosa que poseen: su pensamiento– todos seremos polvo, no tendremos ojos ni boca ni oídos. Y los desgraciados ya no son ellos, son los que aún tienen ojos, oídos y boca. Estos viven todos los días aquél último y horrible de ellos. España, país de las flores, quién se atreve ahora a cortar una. Solo las que en las macetas de mi jardín me parecen flores vegetales. Las otras son ya todas flores de cementerio, son flores de carne. Si cortas alguna por el tallo o le arrancas una hojita le sale sangre, estoy segura. Hoy día 12 escribo a Rojas


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Hoy día 13 Estoy un poco impasible, soy un objeto, no pienso ni siento. Tengo que trabajar, pronto tendré que decidir. Aún no quiero pensar en esto. Me acuerdo de Ángel16 y de su influencia en mi vida. Hoy día 15 Tengo pena de mi nombre, una cosa tan tonta y pensar que me ha dado tantos disgustos el dichoso Delhy que nunca me ha gustado y ahora menos que nunca, pero me parece mi nombre de “juventud divino tesoro”, de Madrid, de mis amigos de Madrid, parece que no tiene importancia esta tontería y sin embargo me hace vivir feliz o desgraciada la idea de que el nombre que más me gusta es Adelaida, que lo pude haber firmado. Mucho más parecido al mío y me hubiera evitado tanto porque es que Adela me hace daño, lo digo de verdad, pero cuando lo oigo como si me tiraran con una piedra, se me mete por entre los sesos, me taladra la cabeza y queda un rato zumbando a mi alrededor como una bala. Yo me digo muchas veces: son tonterías, debo acostumbrarme, y al que me pregunte cómo me llamo (o lo escribo) y se lo digo, lo hago como si fuera un acto de heroísmo y cuando lo oigo aunque esté prevenida y me haya dicho yo muchas veces “es precioso y es una tontería no creerlo” me da como una sacudida más o menos pequeña, como siempre. Razones no sé bien. Que me parece vulgar y feo –y esta creo yo la más poderosa– aunque es un complejo muy raro que me recuerda mi atormentada y triste niñez ese Adela enérgico sin razón muchas veces a mi estúpido parecer, pues cada uno puede tener su genio y no puede evitarlo y menos estar o adivinar todas las complicaciones absurdas de una necia como yo, pero me impresiona, me da miedo, me recuerda obediencia a cosas mezquinas y vulgares, a vida completamente material. Ahora quisiera cambiar otra vez, pero me parece ya demasiado tarde y además sin saber por qué. Si cambio, creo yo que significará para mí romper con todo, renunciar a todo y no pensar ya nunca más en personas conocidas, ya ves que parece mentira que esa pequeña cosa me haga pensar así, pero así será. No lo podré evitar. Tiene una faceta que me gusta, que es la de vivir tantas vidas. Me parece que voy a comenzar otra, lástima tener tanto tiempo.

16. Debe de referirse a Ángel Ballesteros, pintor y médico, de quien se conserva un retrato que hizo a Delhy y con el que mantiene una relación que persiste en los años cuarenta y que apenas insinúa discretamente en los diarios (“Te he escrito muchas veces las cartas más bonitas, más sinceras y más amantes pero he decidido guardarlas yo puesto que tú no tienes dónde guardarlas ni dónde recibirlas con seguridad”). Hay otro Ángel -apellidado Sánchez de Toda- con el que había entrado en Marruecos en 1936 y que reside allí, probablemente por motivos de profesión. Éste le había escrito el 25 de junio de 1929: “Mía (que me creo yo eso). No comprendo tu silencio. No sabes el daño que me haces…”. Así comienza su carta, remitida desde Alcazarquivir, donde se encontraba trabajando (“he estado en el campo levantando un plano y pasando calor”). No volverá a aparecer en la vida de Delhy Tejero.


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Dios mío, ha sido mi amargura desde siempre. Desde pequeñita he sido vieja, a los 10, a los 12, a los 15, a los 20, a todo... recuerdo estar triste y atormentada porque era vieja. Mis amigas ya tienen todas 1 ó 2 hijos, ya son señoras (¿cómo se verá el mundo desde señora?). Ya no soñaré estos sueños bellos y largos que tengo despierta. Ya no tendré ilusión. Ya ves (no sé quién es el que lo ve) que todos no son sueños de placeres ni de amores; el de hoy no sé cómo llamarlo, era de salvar a todos los de mi pueblo, a los míos traerlos a mi casa primero porque España se ponía muy mal y a todos los vecinos y amigos mandarles un barco, colocarlos bien, etc. ¿Por qué tendré este amigo egipcio y cómo me llevaré bien con él? Qué raro. De un país tan extraño y nos entendemos bien. A los finlandeses no los concibo. A veces me hablan y otras me miran y no me hablan. Día ¿18? [sic] Desde que estoy en Italia es hoy uno de los días que lloré con más pena. Creo o recuerdo otro día en que tuve el corazón como una esponja, apenas me tocaba, lloraba. Me imagino que me vieran y pienso en la pena que le daría a todo el mundo porque es que lloré con un desconsuelo que a mí misma me enternece más verme sobre todo llorando como hoy por la calle, pasando tantos a mi lado y sin un consuelo para mí. Hoy estuve cantando todo el día pero no por eso contenta, llueve llueve siempre y por la tarde al salir de la Academia se me ocurrió entrar en el cine para distraerme y gozar un poco. No me pesa haber ido porque es una bella película “La dama de las camelias”17. Fui porque le gustaba a Ángel. No dejé de llorar ni un momento, primero la guerra española, después toda la película. La Greta trabaja admirable. No me atrevo a decir que sufrí por comparación, desde luego todos los amores me recuerdan mi escaso o mejor dicho ningún amor. A Margarita la amaron por lo menos una vez intensamente, a mí creo que nunca. No me atreví jamás a escribir esto, hacer un análisis de mi vida amorosa. Analizar, mejor dicho, pensar detenidamente en cómo se han portado conmigo los hombres que he conocido, no he querido ni siquiera hacerlo porque me parece que ya no tengo Presente y que desde ese momento viviré siempre del Pasado. Me da miedo de cómo eran y tristeza inmensa. Recuerdo una frase de mi padrico hace mucho tiempo, de esas cosas medio inconscientes que se dicen y sin saber por qué esa se te queda grabada como se queda grabado un fragmento de un paisaje o de un momento sin saber por qué precisamente aquello. Pues esta frase la he tenido miedo desde entonces y no me atrevo a decir que todos los días –alguno no– pero casi todos se me pasa por delante. Equivale a la frase tan sabida del poeta: “cualquier tiempo pasado fue mejor” pero él la dijo así: “Ya verás, hija, que pronto te llegará el día en que sólo vivas del recuerdo”. 17. Se refiere a la versión cinematográfica de George Cukor titulada Camille (1937), con Greta Garbo y Robert Taylor en los papeles principales. La actriz sueca sería luego nominada al Oscar a la mejor actriz.


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En este momento mismo no veo lo que escribo, lloro no sé si porque es de mi padrico o porque pienso que desde luego el día ha llegado aunque no lo reconozco porque nunca ha sido un tiempo mejor ni lo veo tampoco en el futuro ni lo es en el presente. Vivo soñando, yo reconozco que estoy muy fea pero como no me gusta quiero olvidar esto y lo olvido. Yo quería principalmente la belleza porque sería más fácil encontrar un compañero porque no es solo cariño, es principalmente compenetración, compañero, pues yo tengo mi familia que me quiere mucho pero estoy sola, al principio me parece que no porque me gustan los cuentos y chismes de la vida de unos y de otros pero en cuanto estoy una temporada ya no tenemos que hablar, hablan ellos solos a mí, ya nada me interesa y me da pena que no me interese y no estar más cerca. ¿Cómo será un amor grande? Es lo más semejante a lo divino. ¡Y pensar que yo he tenido lo que se llaman bastantes amores! Pero si yo fuera a juzgar a los hombres por los que yo he conocido, desde luego me parece que se han portado muy mal conmigo. Yo no quiero creerlo todavía. El más interesante es Fernando I [sic], que no me quiso nunca pero es desde luego un hombre original e interesantísimo. [ilegible] creí que me quería pero no era eso: literatura, corazón, poco cerebro, etc. (…) Y mi Pepe18 comprenderlo por desconfianza. La pasión volcánica que desperté en el otro Fernando19 nunca me engañó, siempre pensé que no duraría mucho. Por esto ni lo cuento como uno de mis amores. Hoy, cuando esta noche venía llorando por la calle, al pasar por la Academia estaba la puerta oscura pero entreabierta y oí la voz del portero que me dijo: “Signorina”. Nunca en mi vida me ha parecido una palabra más bonita ni más dulce. Le dije “Buona sera” con más gratitud y pensé: Italia es un bello país y los italianos. Y por un momento dejé de llorar. A esto lo llamo yo momenticos, que son los pequeños adornos de mi vida. Amanezco soñando con mi estudio de casa. Cómo lo arreglaría. También para esto me parece que soy vieja y que ya no debo pensar en nada ni en hacer obra. Que aunque pueda vivir muchos años de vieja no está bien las monadas de muebles y cosas que se me ocurren. Todo esto lo sigo pensando haciendo esfuerzo por olvidar lo último pero gozo pensando en los demás, una cocina para el padre, un corredor para los tiestos y la ropa. Así: 18. Pepe es José Luis López Izquierdo, profesor en la Escuela de Artes y Oficios madrileña antes de la guerra civil. Condenado a pena de muerte, sufrió prisión en el penal de Baza (Granada), desde donde escribiría a Delhy una carta desgarradora, hoy conservada en el archivo familiar. Su relación con la pintora fue incondicional. Nunca ocultó su amor por ella, ni aun cuando se casó. 19. De uno de estos dos Fernandos que aquí aparecen –Fernando Sandeliz– apenas se sabe que fue una amistad de los años madrileños de Delhy. El otro Fernando es el de “la traición” a la que se refiere en su cuaderno de Marruecos. El 14 de junio de 1936, días antes del viaje a Marruecos, le escribe postal a su dirección madrileña (C/ Miguel Moya, 8) desde Versalles. Según apunta en su diario, Delhy entraría con él y con Ángel Sánchez de Toda en Tánger el 25 de junio de 1936.


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[Tres dibujos con espacios para la casa de Toro: la panera y una planta del estudio por dentro] Hoy por primera vez pienso en volver, me parece… Día 20 Anoche cené con las extranjeras. Cuánto confort. Cómo se debe de ver la vida de otra manera. Un Hotel elegante donde no oyes más que palabras finas, galantes, qué gusto siempre en buenos ambientes. Se deben de olvidar las palabras feas. Yo sé que es una máscara, que 3 metros más haya el mismo camarero tan amable dice cosas terribles. Pero qué importa si yo no las oigo, pues para mí no existen. Esto creo yo que es la felicidad del mundo, la más ideal y la más falsa, desde luego. Pero hay confort de espíritu y de cuerpo, digo de espíritu como si todos lo tuvieran. Pero cómo va a ser tan torpe una persona que siempre [está] oyendo música buena. Podrán tardar más en comprender y no gustar por ejemplo la música hasta después de oída muchas veces. Pero esto, como tanto se lo repiten, lo llegan a comprender. En cuanto a lo material, ni hablar. Yo que creía que comía todos los días lo suficiente y me canso de repetirme siempre: “pues estoy bien, he comido bastante y mañana a lo mejor me gusta más y por un día que no coma no pasa nada”. Y esto casi todos los días. Viéndome cenar esta noche, me doy cuenta que llevo un mes en casa de esta patrona intentando empezar a comer. Y antes de comenzar se termina el menú. Me molesta hablar de esto pero soy tan terrena… Y luego, que si no como más tarde enfermo porque soy tan poco fuerte… Menú diario: un plato medio de sopa de esta de fideos o alguna otra pasta, cocida desde luego con agua nada más, un poco de manteca debe de poner. Después un trocito de filete como para el gato, la cuarta parte de cualquiera de un restaurante, rodeado, sí, de tres pataticas o de unas poquitas de acelgas; después una pera y ya a pensar que mañana pueda ser que coma más y que por una noche yo me creía o me hago creer que me quedaba repleta con lo que entraba en mi estómago. Anoche pensé: “pero si yo creo que no como hace un mes”. Primero un espléndido vermut, dopo un potaje espeso bien condimentado y con una pastica desde luego, pero no cocida en agua; después 4 croquetas grandes de pescado y con salsa de tomate si querías, luego la ternera correspondiente a un filete y las verduras como una pintura. Cardo que me gusta, tomates pequeños rebozados de patata con trocitos de tuétano que se encontraban en la verdura, después tarta de manzana con crema. Luego una cesta llena de fruta y otra con nueces, higos y pasas, vinos ricos y cigarettes, ¡ah!, y en la mesa para todas las comidas y como entremés, queso y mantequilla. Y yo comí de todo en cantidad y dormí muy bien y no sentí ninguna molestia y tuve ganas otra vez a las 2 horas… ¡ah!, y pan blanco, que el mío es amarillo.


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