MANUSCRITO DEL ALBA

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MANUSCRITO DEL ALBA



MANUSCRITO DEL ALBA

José Antonio Llamas



Para Delia Llamas y para su madre Ana MarĂ­a Alonso



“La razón da por extinguidos fuegos que aún continúan devastando la memoria” José Antonio Llamas



Cave Canem Encontrándome en un lugar de las montañas de León, de cuyo nombre no consigo acordarme, desperteme al alba sin temor ni sobresalto y enseguida vi sobre mi mesa de trabajo un manuscrito titulado CAVE CANEM que contenía el siguiente texto que me pareció premonitorio y admirable: Guárdate de lo desconocido, guárdate de la luz que ya no viene de la infancia. No confíes, poeta, en los iluminados agoreros que repiten: amor, amor, pero revientan al primer disparo; que enseguida se apresuran a decirte: no fui yo tu delator, y a disculparse por haberte amado tanto. Cuídate de los perros que no ladran, de los rayos del sol que más calienta, de los hijos de los que portaban los estandartes, de las sombras que dejó la luz primera, de las desvencijadas patrias, de las mustias oropéndolas, libérate de todo aquello que, al llegar la aurora, se apodera de ti como las ramas de una higuera. Guárdate, amor, de los encuentros desdichados, de los cúmulos de besos, de las tristes canciones, y de los tórridos lamentos. No confíes, poeta, ni siquiera en tus recuerdos; guárdate del rencor, pero no olvides nunca a quien fue tu carcelero. Cuídate de decir que eres de aquellos que pudiendo ganar no lo intentaron; que pudiendo traicionar no consintieron; que pudiendo regresar nunca volvieron. Tu tiempo ha sido el tiempo, el mismo tiempo, en el que muchos se pusieron a correr y te sacaron varias yardas, se pusieron a correr en pos de un triunfo que, al parecer, necesitaban, y de un tiempo que querían apresar y degollarlo para ellos. Guárdate de pensar que todo ha sido un sueño, sin embargo. Todo ha sido real, ha sucedido, se ha incrustado en tu retina, se ha licuado en 11


tu profundo pensamiento, se ha podrido dentro de ti y ha germinado y florecido y tú eres eso. Todo ha sido lo mismo que tú eres. Todo envejeció sin ti. Pero tan solo tú te fuiste sólo y al garete. Cuídate de volver un día por tus pasos. Cuídate de encontrarte con la muerte. Cuídate del calor y los rigores del rocío, cuídate de la nostalgia. Ocurrió así; tu vida fue un engaño. Si estuviste perdido tanto tiempo no fue culpa de nadie. Si creíste que todo era posible y que los cambios iban a llegar, te equivocaste. Y es que solo eres hombre, solo humilde ciudadano en una aldea global en la que otros parten y reparten el pan con un criterio estrictamente mercantil que no compartes. Todo es oro, poeta, todo es trueque. Pero tú no tienes nada que ofrecer en el mercado. Nunca escribas las palabras que no sientas, nunca bebas con desconocidos, a nadie que no te crea no le digas ni tu nombre; no te sinceres, no seas aprendiz, no seas cómplice. No cometas perjurio cuando hables con las estrellas; no caigas en la necedad de sentirte cerca de los dioses; no te crees necesidades; no ansíes sueños que tus propias noches no puedan proporcionarte; no te sientas peor ni mejor que ningún otro; no te inclines ante nadie a quien no hayas visto inclinarse ante algún otro. No obedezcas a quien no obedece, no disculpes a quien no disculpa, no bebas con los abstemios, no cometas ningún crimen ni pretendas ninguna cátedra, no te asustes si no fuera de la muerte misma, no recules ante ninguna espada, no te dejes deslumbrar por ninguna estrella deslumbrante ni te pongas a cantar a la belleza de los atardeceres, a no ser que te encuentres sólo, sólo y desesperado. Guárdate de la paz de los sepulcros, de la guerra de los mundos, del recuento de los últimos minutos de la tierra. Cuídate de las verdades que no entiendes. No confíes en la luz de los faroles, en las fases de la luna, ni en la ciencia ni en sus métodos. No entres a matar si no estás loco. 12


No entres en amor que sea ajeno; con el tuyo habrás tenido suficiente. Y, al llegar al final, no desconfíes de la luz de la memoria, que esa es, la que proviene de la infancia, la que sale a recibir a los que lloran cuando arrecia la derrota. Porque solo hay dos clases de hombres: las culpables y los inocentes. Los segundos son aquellos que cargan con todo el peso, que levantan la inclemencia, que soportan los desprecios, que penan culpas que nunca cometieron y arrastran las cadenas que ellos mismos construyeron y que estaban destinadas a guardar castillos, puertos y caminos que ellos nunca conocieron y que los otros colocaron alrededor de los tobillos de los presos. Son aquellos que custodian los secretos de la tribu, que amamantan la piedad, que se sonríen cuando vuelve a llegar la primavera. Son los mismos en todos los países, en todas las naciones, en todos los hemisferios. Son los santos inocentes, son los perros. Líbrate de vivir si es que has nacido bueno, en el buen sentido de la palabra. Líbrate de los culpables si naciste perro. Busca siempre la flor del viento; nunca la de la envidia o la del desastre. Este valle, tan prolífico en las flores frías de la nieve, es por el contrario áspero en los mimos y detalles. Huye de él si puedes y establécete tan lejos como consigas seguir viendo, desde allí donde tú estés, las crestas de estos abedules blancos. No me lleves contigo; lleva este papel y sigue su dictado. Yo ya no estoy aquí. Mi tiempo se acabó y ahora es vuestro tiempo; procurad aprovecharlo.

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LUZ NATURAL I “Por la luz libre y blanca, blanca, siempre blanca caballito ciego, tú no puedes correr” León Felipe


¿Para qué sirve la nostalgia? 14.08.2011 La lluvia ha sazonado la tarde del verano. Los campesinos abandonan sus tareas y emprenden el regreso. Rebosan de mugidos los establos. En el jardín, de pronto, entre las peonías, las preguntas saltan: ¿Dónde estabas? ¿Dónde has vivido todo este tiempo en el que has sido incapaz de perdonarnos? Más allá del seto, veloces, los automóviles, y el guirigay del sol y los estorninos que se alimentan de la quietud de la montaña. Entre el olor a ozono, las noticias en el receptor de radio: El Papa está en Madrid, hambruna en el cuerno de África, en Trípoli está al caer el gran Tirano. La lluvia ha sazonado el alma. Los campesinos van llegado a casa. ¿Dónde has estado, en qué país, en qué negocios, por qué asuntos preocupado? En el jardín, de pronto, más acá del seto, entre el serbal y el avellano surge algo, algo que no habíamos vislumbrado, algo que nos está alertando de que, después de la tormenta, es conveniente que bajemos al establo en el que mugen los recuerdos, en una casa en la que habiten los fantasmas, y tener una mano amiga que procure que en nuestra mesa nunca falte una taza de leche en la que migar el pan de las desgracias. 15


En el jardín del día, blancas y estilizadas como las margaritas, o elegantemente altas como las azucenas, renacen las preguntas hace tiempo abandonadas: ¿Dónde estabas, amor, cuando me hacías tanta falta? ¿De qué huías cuando te fuiste de mi lado? ¿Qué era aquello que buscabas y que yo no supe darte? ¿Por qué otro amor te abandoné? ¿Por qué otro amor me abandonaste? La lluvia ha levantado a los estorninos, que ahora se cobijan en la espesura de las ramas del sauco que bordea la alambrada. ¿Para qué tantas preguntas, tantas lágrimas si solamente somos una vela que se paga. ¡Para qué tantas palabras!

San Lorenzo. Agosto. 2011 Cielo empedrado Este olor a heno mojado y cuerpos desnudos, a residuos de desolación, a tiempo abandonado y a detritus de la tarde del verano, se filtra en mi corazón y lo desgarra. Las sombras exudan podredumbre, y , a través de las ramas de los abedules, entra el fulgor de haber amado tanto que es imposible ya desesperarse.

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Este doce de agosto en la montaña solitaria; las cigüeñas, al rebusco en los juncales, picotean los minúsculos momentos de abandono en los que gime el caminante. Todo indica que se acerca la tormenta; por el cielo, en escuadrón, avanzan los presagios; negros grajos cacarean en lo alto del serbal; el perro Tim ha muerto, sin embargo. Todo indica que este duelo será largo. Por la cresta del Bodón, en remolino, asoma la luna llena, grande como una ceranda. Este cielo empedrado desbarata la quietud de la pausada tarde en la que tú y yo permanecemos juntos todavía, después de tantos años; nos lamemos uno a otro las heridas y, casi ciegos, caminamos dando tumbos, sorteando las embates, las traiciones, las desgracias. Esto es todo lo que queda a nuestro alcance, este cielo, este olor, este empedrado amor que nos aplastará esperando. Huele a tiempo podrido, a líquenes cansados, al sulfato con el que los campesinos matan los escarabajos. Huele a tiempo de inocencia y desamparo. Huele a cuerpos desnudos y sin alma. Tal vez no haya sido para ti esta tierra la mejor de las salidas; esta tierra con sus valles infinitos y montañas al alcance de la mano en la que esta noche te has sentado aguardando la caída de las lágrimas de San Lorenzo sobre tu tejado. 17


A la muerte de un perro. Jueves, 25 de agosto. Año 2011 Con este sol que pace las primeras otoñadas como un mastín velando su rebaño, he de compartir la muerte de mi perro amigo, mordido, como yo, por el destino aciago que nos quiso a los dos atados a cadenas de añoranza. El a la suya de animal y yo a la mía de aherrojado y desvalido ser humano. Con este sol que abrasa la memoria, en un incendio devastado de preguntas, he de convivir con los aullidos invisibles de un pasado que se tuerce y me abandona; he de compartir el infortunio de las flores de los espejismos del amor y de los pájaros. Ellos al suyo de volar horas y horas y yo al mío de tener que arrepentirme sin desmayo.

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El corazón de las flores El corazón de las flores es una pasión dormida que despertará la primavera. Sus cencerros violeta sonarán a cobre. Tú y yo, en cambio, nunca más renaceremos; las libélulas blancas velan nuestro sueño y, en la paz del entreacto, nos corroerá la pena de no haber sido los más dignos de la tierra que labramos. Nuestra culpa fue tratar de ser racimos en el tronco de un rosal de espino blanco. El corazón de las flores es una pasión del alma.

La paloma de Kant ¿Quién no ha soñado con volar en el vacío? ¿Quién no ha imaginado que, al final de la noche ya no había madrugada? Aquel que nunca haya pensado en suicidarse que levante, por favor, la mano.

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Así, sin corazón, sin alas, sin memoria; surcando las ciudades y los campos hasta alcanzar el bosque aquel de nuestra infancia. ¿Quién no ha soñado alguna vez, así, sin corazón, sin patria, sin amigos ni familia, que lograba sobrevivir en la ignorancia sin crueles sentimientos ni acuciantes necedades?

Qué verdad es la muerte ¡Qué verdad es la muerte! ¡Cuántos sueños clausura! ¡Cuántos nudos desata! Como un perro que anda suelto y muerde a otro que se encuentra atado a una cadena y que no ladra. Como una sucia mariposa que revolotea en el muladar y es portadora de las larvas que inoculan las desgracias. Como un carámbano de sangre que cuelga en una ventana … así la muerte, siempre áspera y temprana, siempre dura y acerada como plasma portadora de la noche que no acaba. Siempre así; siempre nos matan las cadenas a las que no estamos atados. 20


¡Qué verdad es el odio! ¡Cuántas miradas clausura! ¡Cuántos besos despedaza! Como un sueño que anda suelto y se nos clava en el iris de la infancia y nos fascina con sus sombras chinescas festejando la ceguera del mañana.

Florecillas ¿Cuántas de estas extrañas, diminutas, florecillas que surgen en los rastrojos, permanecerán desconocidas de los sabios? Perlas sin nombre de desusados brillos. Milagrosas realidades, sorprendentes sueños de consecuencias entrañables. Las pezuñas del sol desgarrarán su vida. El olvido las hará pedazos.

Enhebrar una aguja ¡Enhebrar una lágrima! Buscar en la memoria los resoles de las tardes en las que un ciega anciana hacía girar la rueca y devanaba y devanaba el hilo interminable, el vellocino, aquellas nubes que pasaban y las crestas de los árboles cardaban con los picos de los mirlos, con el terror a que volvieran los esbirros, con el hambre, con la escarcha… El gracejo de las peonías en aquel jardín ahora abandonado… 21


¡Enhebrar una mirada! Buscar en la memoria aquel instante que haga volver aquí a Penélope y a Ulises a abrazarse ahora que ya todos hemos regresado de aquel ayer en el que arden todavía las primeras urces que bajaban en los carros; Muchos hubo que nunca regresaron; muchos hubo que faltaron a la mesa; muchos que cayeron de bruces en las cunetas, torturados, con un tiro en la nuca y un escupitajo en la espalda. Sin que lo impidiera nadie. ¡Enhebrar una respuesta! Buscar una por una las preguntas y arrojarlas a la lumbre que todavía arde; la lumbre en la que se queman aquellas urces que trajeron los ancianos…Porque lo más urgente es vivir, seguir viviendo, aunque solo sea para seguir llorando cada noche por aquellos que nos faltan…

El paso del tiempo Pasado el tiempo la inquietud se agolpa y el saber se ablanda. Al final se pierde el gusto por lo extraño. ¡La verdad no sabe a nada! ¿De qué serviría ahora acumular los frutos de la tierra si ya no tenemos hambre? ¿De qué serviría ahora llorar por los que nos matan? Acosada por los perros, la verdad se escapa, zarandea su poderoso cuello hasta que rompe la cadena, después corre a refugiarse en la espesura de los miedos que la ocultan entre helechos y entre árgumas. 22


El tiempo no sabe a nada. Es insípido como el fruto del árbol de las desgracias. No florece, no madura, y al tiempo de la vendimia se transforma en un zarzal en el que no anidan ni los pájaros. ¡La verdad se cansa! ¿De qué sirven los intentos de volar cuando no hay aire? Acosados por la brisa los velones del ayer se apagan; se derrite la nostalgia; se deshacen los perfiles; se diluye el aire. Salimos a abrir la puerta, pero ya no hay nadie. Recogemos el agua de la lluvia, olvidándonos de que nunca hemos tenido ni un jardín, ni huerto, ni una planta de albahaca. Sabemos que fueron otros quienes se quedaron con el santo y la limosna, pero ya no importa nada, nadie busca a los culpables. El silencio no es delito. El silencio es el fracaso. Pasado un tiempo, la verdad se alarga, se desentumece, parece que por un momento va a contarlo todo, pero, al final, se calla. ¡La verdad no sabe nada! ¿De que serviría ahora mantener el pulso cuando no llevamos armas? ¿De qué desenterrar papeles que señalen con su nombre a los culpables? Sería como hacer leña de los árboles podridos. Ya hemos enterrado el hacha. El olvido seguirá llorando, los fantasmas seguirán huyendo de nosotros cuando vayamos a alcanzarlos, las estrellas seguirán bramando y no podremos hacer nada. 23



ÍNDICE Cave Canem . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 I LUZ NATURAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 ¿Para qué sirve la nostalgia?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 San Lorenzo. Agosto. 2011. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 A la muerte de un perro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 El corazón de las flores / La paloma de Kant . . . . . . . 19 Qué verdad es la muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 Florecillas / Enhebrar una aguja. . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Enhebrar una aguja. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 El paso del tiempo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Brindis/ Casi siempre / Adolescente amor. . . . . . . . . . 24 Suena un fado / Los recuerdos y la mirada . . . . . . . . . 25 Amar sin ser amado / Anciano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Al otro lado / Amor lagarto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 Tablado / Viajero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Morir de pie. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 La vida en sombra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 II PARA QUÉ SIRVE UN ABEDUL . . . . . . . . . . . . . . 33 Bodón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 Para qué sirven los abedules. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Edad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Lo que dice la montaña. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Lo que el río canta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 169


Avellano / Para la siega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mi fiel septiembre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Como un soldado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Lejos de la infancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Damnatio memoriae / A los pies de los caballos . . . . .

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III LAMENTACIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 1ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 2ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 3ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 4ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51 5ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 6ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 7ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 8ª Lamentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 9ª Lamentación / 10ª Lamentación . . . . . . . . . . . . . 58 IV LAS FLORES DE LA TARDE . . . . . . . . . . . . . . . . 59 1- Este sol de la tarde. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 2- Los espejos callan. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 3- Este sol que sangra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 4- Bajo hasta el río. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 5- Beatus ille. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 6- Este sol que se filtra entre las ramas. . . . . . . . . . . . 66 7- Esta edad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 8- Este sol de la vida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 9- Este sol que desnuda a las muchachas. . . . . . . . . . 69 10- Este cántaro de leche. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 170


V EL PÁLIDO FUEGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 I. Celebracion de un misterio . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 II. Yo vengo de otro tiempo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 III. Gallo degollado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 IV. Con la primera palabra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 V. Tanta serenidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80 VI. ¿Qué eran aquellos ruidos? . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 VII. No todo aquel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 VIII. Despertamos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 IX. El abedul de hierro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 X. El corazon del hombre es una selva oscura. . . . . 89 XI. Gorgeos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 XII. Nos quedamos dormidos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 XIII. Por qué salir de casa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 XIV. Mi amante, cuyo amor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95 XV. No grites sino es para amar . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 VI SE HACE TARDE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 VII MANUSCRITO DEL ALBA. . . . . . . . . . . . . . . . . 114 1- Escombros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 2- Agua de lluvia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116 3- De noche las flores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 4- Viento y lluvia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 5- Luces que tiemblan. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 6- La luz se fue . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 7- Por tu cuerpo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 8- A mí y a la desgracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 171


9- Junio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10- Somos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11- Cuando. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12- Bajan del monte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13- Su voz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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VIII HORIZONTES PERDIDOS . . . . . . . . . . . . . . 1. El infinito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Los lamentos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. El fuego del amor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Nuestros brazos encendidos. . . . . . . . . . . . . . . . 5. Los amantes gimen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. La suerte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. Apátrida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8. Madre, muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9. El rubor de una lágrima. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10. La voz cansada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11. Temblor de los orígenes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12. Playa desnuda. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13. La voz del agua. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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IX

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TODAS LAS CENIZAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. Ya no es amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Corazón endurecido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Pasos de cristal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Cobardes sueños. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5. Grito de madre. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. Razones del leñador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172


7. La voz madura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 8. Aullido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 9. Se hunde la primavera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152 10. Tallos de sol. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152 11. Consecuencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .153 12. Vasija rota. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154 13. Cenizas (I). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154 14. Cenizas (II). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 15. Delicias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156 16. Nuevas palabras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 17. Lรกgrimas de lluvia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .158 18. Campanas (I). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158 19. Campanas (II). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 20. Los dones de la noche. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160 21. Las รกnforas del alba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160 22. Regiones devastadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 23. Mienten las rosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162 24. Vivir mata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 25. Hiere la belleza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 26. El pino y la hiedra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 27. Sobre tus recuerdos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166

ร NDICE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

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«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)»

© de los textos: José Antonio Llamas © de la edición: EOLAS EDICIONES Diagramación: contactovisual.es ISBN: 978-84-15603-69-6 Deposito legal: LE-876-2014 Impreso en España - Printed in Spain




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